• Once Upon a Siren
    Fandom OC
    Categoría Original
    Gin Katsuragi

    Aquella noche parecía estar perfectamente acompañada por el sonido de las hojas mecidas por el viento que entonaban una melodía triste como si la misma naturaleza pudiera percibir lo que pasaba por su mente y su corazón. Miyabi abrió los ojos lentamente notando que el sudor frío que solía cubrir su frente al despertar no estaba.

    Por primera vez en tanto tiempo la pesadilla repetitiva no había venido a buscarla. La aldea devorada por las llamas, las voces ahogadas por el humo, la soledad gritando en su pecho se habían desvanecido en un silencio inusualmente pacífico. Sí, era la primera vez que amanecía sin dolor o miedo y solo podía atribuírselo a Gin.

    Su primer encuentro había sido tan improbable y violento en sus inicios, ella había intentado matarlo al confundirlo con un miembro del fenix negro. Él, en lugar de atacar de vuelta se había transformado en algo que desafiaba toda lógica acogiéndola a pesar de sus amenazas, entendiendo sus motivos y sobretodo su dolor.

    "¿Cómo era posible que, en tan poco tiempo, alguien pudiera convertirse en un refugio?" Pensó cuando sus ojos se pasearon por el rostro pacífico de Gin quién parecia descansar tranquilo a su lado. Sabía que aunque él no pudiera leer su mente, de alguna extraña manera podía percibir lo que sentía. La luz de las velas de la habitación comenzaba a extinguirse aunque la luna brindara suficiente luz para notar los detalles en el rostro del hombre que tenía al lado.

    Miyabi se sentó cerca a la ventana abrazando sus rodillas contra el pecho con los ojos clavados en la cicatriz que brillaba en su muñeca con un tenue fulgor azulado. La marca de su misión. Un recordatorio vivo de lo que era y de lo que tenía que hacer.

    Las voces susurraban en los bordes de su conciencia, lejanas pero insistentes: "Aún no ha terminado. No puedes permitirte sentir." Pero ya era demasiado tarde. Su corazón latía con una fuerza que no conocía desde antes de perderlo todo. Cada vez que Gin estaba cerca, sentía que algo dentro de ella se encendía, algo que había enterrado con los restos de su pasado.
    "¿Qué soy para ti, Gin?"

    La pregunta había quedado flotando entre ellos como algo que no se había atrevido a preguntar en voz alta aunque lo sabía y temía a la respuesta tanto como a las sombras que la seguían. Aquellas que no conocían el descanso.

    Por mucho que él prometiera protegerla, una parte de ella sabía que la batalla aún no había terminado y algo que él no sabia era que tal vez la verdadera lucha de Miyabi no era contra los fantasmas del pasado sino contra el miedo a vivir, a no ser merecedora a lo que se le fue negado al resto de su aldea.

    Esa noche, mientras el cielo comenzaba a teñirse de estrellas, Miyabi se levantó en silencio; sus manos parecían cobrar posesión de aquella pluma que Gin había dejado sobre el escritorio escribiendo algo que sólo él comprendería, una referencia al lugar que había dado inicio a todo, el primer encuentro en alguna otra vida que habia generado aquella chispa entre ellos y una promesa rota de su parte que no pensaba volver a romper. Quería estar con Gin para siempre y para éso tenía que llevarlo con ella a descubrir aquello que le impedía sentir profundamente con todo el corazón.

    La marea parecía más fuerte que la última vez que estuvo en ese lugar. El sonido del viento y de las olas golpeando el muelle era lo único que la acompañaban, la cicatriz en su muñeca parecía haberse calmado producto en parte de aquel alejamiento, como si fuera una recompensa a estar sola. Sabia que Gin llegaría pronto, podía sentirlo en su corazón por lo que sólo se dedicó a esperar mientras miles de burbujas se formaban en el infinito océano frente a ella.
    [Katsuragi01] Aquella noche parecía estar perfectamente acompañada por el sonido de las hojas mecidas por el viento que entonaban una melodía triste como si la misma naturaleza pudiera percibir lo que pasaba por su mente y su corazón. Miyabi abrió los ojos lentamente notando que el sudor frío que solía cubrir su frente al despertar no estaba. Por primera vez en tanto tiempo la pesadilla repetitiva no había venido a buscarla. La aldea devorada por las llamas, las voces ahogadas por el humo, la soledad gritando en su pecho se habían desvanecido en un silencio inusualmente pacífico. Sí, era la primera vez que amanecía sin dolor o miedo y solo podía atribuírselo a Gin. Su primer encuentro había sido tan improbable y violento en sus inicios, ella había intentado matarlo al confundirlo con un miembro del fenix negro. Él, en lugar de atacar de vuelta se había transformado en algo que desafiaba toda lógica acogiéndola a pesar de sus amenazas, entendiendo sus motivos y sobretodo su dolor. "¿Cómo era posible que, en tan poco tiempo, alguien pudiera convertirse en un refugio?" Pensó cuando sus ojos se pasearon por el rostro pacífico de Gin quién parecia descansar tranquilo a su lado. Sabía que aunque él no pudiera leer su mente, de alguna extraña manera podía percibir lo que sentía. La luz de las velas de la habitación comenzaba a extinguirse aunque la luna brindara suficiente luz para notar los detalles en el rostro del hombre que tenía al lado. Miyabi se sentó cerca a la ventana abrazando sus rodillas contra el pecho con los ojos clavados en la cicatriz que brillaba en su muñeca con un tenue fulgor azulado. La marca de su misión. Un recordatorio vivo de lo que era y de lo que tenía que hacer. Las voces susurraban en los bordes de su conciencia, lejanas pero insistentes: "Aún no ha terminado. No puedes permitirte sentir." Pero ya era demasiado tarde. Su corazón latía con una fuerza que no conocía desde antes de perderlo todo. Cada vez que Gin estaba cerca, sentía que algo dentro de ella se encendía, algo que había enterrado con los restos de su pasado. "¿Qué soy para ti, Gin?" La pregunta había quedado flotando entre ellos como algo que no se había atrevido a preguntar en voz alta aunque lo sabía y temía a la respuesta tanto como a las sombras que la seguían. Aquellas que no conocían el descanso. Por mucho que él prometiera protegerla, una parte de ella sabía que la batalla aún no había terminado y algo que él no sabia era que tal vez la verdadera lucha de Miyabi no era contra los fantasmas del pasado sino contra el miedo a vivir, a no ser merecedora a lo que se le fue negado al resto de su aldea. Esa noche, mientras el cielo comenzaba a teñirse de estrellas, Miyabi se levantó en silencio; sus manos parecían cobrar posesión de aquella pluma que Gin había dejado sobre el escritorio escribiendo algo que sólo él comprendería, una referencia al lugar que había dado inicio a todo, el primer encuentro en alguna otra vida que habia generado aquella chispa entre ellos y una promesa rota de su parte que no pensaba volver a romper. Quería estar con Gin para siempre y para éso tenía que llevarlo con ella a descubrir aquello que le impedía sentir profundamente con todo el corazón. La marea parecía más fuerte que la última vez que estuvo en ese lugar. El sonido del viento y de las olas golpeando el muelle era lo único que la acompañaban, la cicatriz en su muñeca parecía haberse calmado producto en parte de aquel alejamiento, como si fuera una recompensa a estar sola. Sabia que Gin llegaría pronto, podía sentirlo en su corazón por lo que sólo se dedicó a esperar mientras miles de burbujas se formaban en el infinito océano frente a ella.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    20
    Estado
    Disponible
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  • Tengo miedo de ..quedarme solo ..de no ser valorado de...no ser importante para alguien..
    Tengo miedo de ..quedarme solo ..de no ser valorado de...no ser importante para alguien..
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  • —Mírate, tan frágil... ¿No te da miedo que te arrastre el viento?
    —Mírate, tan frágil... ¿No te da miedo que te arrastre el viento?
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  • Hay noches en las que me parece que el mundo se estira… como si respirara muy hondo antes de dormirse.
    Esta es una de esas noches.

    He caminado sin rumbo entre los árboles plateados. Las flores cerraron sus párpados con la última luz y la bruma decidió quedarse. Me gusta cuando el bosque no tiene prisa, cuando parece que hasta los pájaros sueñan en voz baja.

    Recojo una hoja que cayó sin que nadie lo notara. Tiene forma de lágrima. O de ala.
    A veces me pregunto si todo lo que cae es tristeza… o libertad.

    No tengo lugar entre los brillantes. No brillo lo suficiente, ni canto como las otras.
    Pero el musgo me conoce. El agua sabe mis pasos.
    Y a veces, cuando estoy muy quieta, las luciérnagas me rodean como si les contara secretos.

    Hoy no ha pasado nada extraordinario.
    Pero algo en el aire —algo que no tiene nombre— me roza los pensamientos.
    No es miedo.
    Ni alegría.
    Es… una hebra tirante, como si algo estuviera a punto de comenzar y yo no supiera qué.

    Aun así, me quedo.
    Porque en noches como esta, el mundo no necesita respuestas. Solo una criatura que escuche.
    Hay noches en las que me parece que el mundo se estira… como si respirara muy hondo antes de dormirse. Esta es una de esas noches. He caminado sin rumbo entre los árboles plateados. Las flores cerraron sus párpados con la última luz y la bruma decidió quedarse. Me gusta cuando el bosque no tiene prisa, cuando parece que hasta los pájaros sueñan en voz baja. Recojo una hoja que cayó sin que nadie lo notara. Tiene forma de lágrima. O de ala. A veces me pregunto si todo lo que cae es tristeza… o libertad. No tengo lugar entre los brillantes. No brillo lo suficiente, ni canto como las otras. Pero el musgo me conoce. El agua sabe mis pasos. Y a veces, cuando estoy muy quieta, las luciérnagas me rodean como si les contara secretos. Hoy no ha pasado nada extraordinario. Pero algo en el aire —algo que no tiene nombre— me roza los pensamientos. No es miedo. Ni alegría. Es… una hebra tirante, como si algo estuviera a punto de comenzar y yo no supiera qué. Aun así, me quedo. Porque en noches como esta, el mundo no necesita respuestas. Solo una criatura que escuche.
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  • "No te rindas, por favor no cedas. Aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se calle el viento. Aún hay fuego en tu alma. Aún hay vida en tus sueños. Porque cada día es un nuevo comienzo. Porque esta es la hora y el mejor momento".
    "No te rindas, por favor no cedas. Aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se calle el viento. Aún hay fuego en tu alma. Aún hay vida en tus sueños. Porque cada día es un nuevo comienzo. Porque esta es la hora y el mejor momento".
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  • Alice no necesitaba hablar para que el miedo empezara a gotear. Bastaba su mirada: roja, húmeda, medio cerrada como si saboreara algo que aún no había probado.

    —¿Sabes qué es lo más triste de ti? —murmuró, apenas moviendo los labios—. Que sigues creyendo que esto va a doler solo un poco.

    Se inclinó apenas, como quien va a susurrar un secreto... o a morder.
    Alice no necesitaba hablar para que el miedo empezara a gotear. Bastaba su mirada: roja, húmeda, medio cerrada como si saboreara algo que aún no había probado. —¿Sabes qué es lo más triste de ti? —murmuró, apenas moviendo los labios—. Que sigues creyendo que esto va a doler solo un poco. Se inclinó apenas, como quien va a susurrar un secreto... o a morder.
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    Me endiabla
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  • La música retumba por todo el salón como una pulsación viva. Cada golpe de bajo es un eco de algo que ya no siento. Todos ríen, se tocan, se besan. Y yo me muevo entre ellos como un espejismo.

    Son tan… simples.

    Una copa en la mano. Un vestido negro que me queda como una segunda piel. Sonrío solo cuando me miran. Sé lo que ven. Y me gusta.
    Puedo ver cómo algunos se debaten entre el deseo y el miedo.
    Perfecto.

    —¿Estás sola? —pregunta uno, demasiado seguro de sí mismo.

    Giro despacio el rostro, lo suficiente para atraparlo con la mirada. Lo escaneo. Guapo, pero frágil.
    —¿Tú qué crees?

    Él sonríe. Se cree en control. Qué adorable.

    Lo tomo del brazo sin esperar respuesta. Lo arrastro entre la multitud como si fuera mío. Y lo es. Lo será sólo por esta noche.

    Subimos al segundo piso, donde todo es más oscuro, más íntimo. Donde los secretos no importan.
    Él intenta besarme. Me río bajito, como si fuera parte del juego.
    Pero el juego ya terminó. Ni siquiera ha empezado, en realidad.

    —¿Sabes lo que más me gusta de las fiestas? —susurro cerca de su oído—. Que nadie nota cuándo falta uno.

    Y entonces lo muerdo. Feroz, elegante, sin cerrar los ojos. Quiero ver cómo cambia su expresión. Del éxtasis al horror. De la fantasía a la pesadilla. No dura mucho. Ninguno de ellos lo hace.

    Saco el cuerpo por la ventana del baño y lo dejo caer sin ceremonias al jardín trasero. Hay gente por todas partes. Nadie lo verá hasta que ya no importe.

    Me retoco los labios frente al espejo. Ni una gota de sangre en el vestido. Impecable.

    Y entonces vuelvo a la fiesta, con una nueva sonrisa y una nueva copa en la mano.
    La música retumba por todo el salón como una pulsación viva. Cada golpe de bajo es un eco de algo que ya no siento. Todos ríen, se tocan, se besan. Y yo me muevo entre ellos como un espejismo. Son tan… simples. Una copa en la mano. Un vestido negro que me queda como una segunda piel. Sonrío solo cuando me miran. Sé lo que ven. Y me gusta. Puedo ver cómo algunos se debaten entre el deseo y el miedo. Perfecto. —¿Estás sola? —pregunta uno, demasiado seguro de sí mismo. Giro despacio el rostro, lo suficiente para atraparlo con la mirada. Lo escaneo. Guapo, pero frágil. —¿Tú qué crees? Él sonríe. Se cree en control. Qué adorable. Lo tomo del brazo sin esperar respuesta. Lo arrastro entre la multitud como si fuera mío. Y lo es. Lo será sólo por esta noche. Subimos al segundo piso, donde todo es más oscuro, más íntimo. Donde los secretos no importan. Él intenta besarme. Me río bajito, como si fuera parte del juego. Pero el juego ya terminó. Ni siquiera ha empezado, en realidad. —¿Sabes lo que más me gusta de las fiestas? —susurro cerca de su oído—. Que nadie nota cuándo falta uno. Y entonces lo muerdo. Feroz, elegante, sin cerrar los ojos. Quiero ver cómo cambia su expresión. Del éxtasis al horror. De la fantasía a la pesadilla. No dura mucho. Ninguno de ellos lo hace. Saco el cuerpo por la ventana del baño y lo dejo caer sin ceremonias al jardín trasero. Hay gente por todas partes. Nadie lo verá hasta que ya no importe. Me retoco los labios frente al espejo. Ni una gota de sangre en el vestido. Impecable. Y entonces vuelvo a la fiesta, con una nueva sonrisa y una nueva copa en la mano.
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  • ¡HEY, FICROLERS 3D!
    ¡Un nuevo personaje 3D viene pisando fuerte!

    Hoy damos la bienvenida a...

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ¡Damon Black!

    Damon Black es ese tipo de presencia que hiela el aire al entrar. Sarcástico, letal y con una sonrisa que oculta siglos de sombras, no busca redención… solo entretenimiento. Vive de noche, se alimenta del miedo y deja claro que si lo ves venir, ya es demasiado tarde.



    ¡Bienvenid@ a FicRol! Nos alegra tenerte entre nosotros y esperamos que disfrutes mucho explorando historias, creando conexiones y dando vida a tu personaje en este rincón tan creativo.

    Yo soy Caroline, tu RolSage, algo así como tu guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada!

    Antes de lanzarte de lleno, te dejo algunos recursos que te pueden venir de maravilla para empezar con buen pie:

    Normas básicas del de la plataforma:
    https://ficrol.com/static/guidelines

    Guías detalladas sobre cómo funciona todo por aquí:
    https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS

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    ¡Recuerda que puedes escribirme si necesitas cualquier cosita! ¡Nos vemos en el rol!

    #RolSage3D #Personajes3D #Bienvenida3D #Comunidad3D
    ✨ ¡HEY, FICROLERS 3D! ✨ ¡Un nuevo personaje 3D viene pisando fuerte! 🎉 Hoy damos la bienvenida a... ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ¡[twilight_aqua_wolf_390]! Damon Black es ese tipo de presencia que hiela el aire al entrar. Sarcástico, letal y con una sonrisa que oculta siglos de sombras, no busca redención… solo entretenimiento. Vive de noche, se alimenta del miedo y deja claro que si lo ves venir, ya es demasiado tarde. 👋 ¡Bienvenid@ a FicRol! Nos alegra tenerte entre nosotros y esperamos que disfrutes mucho explorando historias, creando conexiones y dando vida a tu personaje en este rincón tan creativo. 🧙‍♀️ Yo soy Caroline, tu RolSage, algo así como tu guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada! 🧭 Antes de lanzarte de lleno, te dejo algunos recursos que te pueden venir de maravilla para empezar con buen pie: 📌 Normas básicas del de la plataforma: 🔗 https://ficrol.com/static/guidelines 👩‍🏫 Guías detalladas sobre cómo funciona todo por aquí: 🔗 https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS 👥 Grupo exclusivo para Personajes 3D: 🔗 https://ficrol.com/groups/Personajes3D 📚 Directorios para encontrar personajes y fandoms afines 🔗 Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS 🔗 Fandoms disponibles en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL 📝 ¿Quieres mejorar tu escritura o narración? 🔗 https://ficrol.com/pages/RinconEscritor ¡Recuerda que puedes escribirme si necesitas cualquier cosita! ¡Nos vemos en el rol! 🚀🔥 #RolSage3D #Personajes3D #Bienvenida3D #Comunidad3D
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  • La magia me genera miedo, una especie de sentido de alerta se presenta en mi cuerpo.

    Pero esto.... esto me hace sentir en mi elemento, como si hubiera sido destinada a esto.
    La magia me genera miedo, una especie de sentido de alerta se presenta en mi cuerpo. Pero esto.... esto me hace sentir en mi elemento, como si hubiera sido destinada a esto.
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  • El silbido lejano de una bala perdida se apagó entre escombros. Thalya se agazapó tras un muro derrumbado, con el fusil apoyado en las rodillas y los dedos manchados de tierra y sangre ajena. El humo olía a carne, a metal caliente, a algo que ya había olido demasiadas veces como para seguir estremeciéndose.

    Pero no era el olor lo que la tenía en silencio.

    Era la noche. Y lo que la noche le traía.

    Cerró los ojos un instante. Sólo un segundo.

    Y allí estaba otra vez. Él.

    Su padre. Su voz grave. Su silueta de sombra recortada contra el amanecer de aquel campo de entrenamiento improvisado. Ella tendría… ¿siete? ¿Ocho? Apenas alcanzaba a sostener el peso de la pistola entre las manos.

    —“No te estoy enseñando a matar, Thalya.”

    Ella había levantado la mirada, confundida. Sus rodillas raspadas. Sus manos temblando.

    —“Te estoy enseñando a que no te maten.”

    Ese fue el primer día que disparó a algo que se movía. No era un enemigo. Era una liebre. Saltó por el disparo, no por el miedo. Y acertó.

    Thalya volvió al presente cuando oyó el crujido de una bota en la grava. Apretó la mandíbula y desenfundó el arma sin pensarlo. Su cuerpo sabía qué hacer. Su mente… no tanto.

    A veces deseaba que él siguiera vivo para preguntarle por qué les enseñó a sobrevivir, pero no a vivir con lo que vendría después.

    El silencio volvió. Ella también.

    La guerra no le dejaba tiempo para llorar. Pero sí para recordar.
    El silbido lejano de una bala perdida se apagó entre escombros. Thalya se agazapó tras un muro derrumbado, con el fusil apoyado en las rodillas y los dedos manchados de tierra y sangre ajena. El humo olía a carne, a metal caliente, a algo que ya había olido demasiadas veces como para seguir estremeciéndose. Pero no era el olor lo que la tenía en silencio. Era la noche. Y lo que la noche le traía. Cerró los ojos un instante. Sólo un segundo. Y allí estaba otra vez. Él. Su padre. Su voz grave. Su silueta de sombra recortada contra el amanecer de aquel campo de entrenamiento improvisado. Ella tendría… ¿siete? ¿Ocho? Apenas alcanzaba a sostener el peso de la pistola entre las manos. —“No te estoy enseñando a matar, Thalya.” Ella había levantado la mirada, confundida. Sus rodillas raspadas. Sus manos temblando. —“Te estoy enseñando a que no te maten.” Ese fue el primer día que disparó a algo que se movía. No era un enemigo. Era una liebre. Saltó por el disparo, no por el miedo. Y acertó. Thalya volvió al presente cuando oyó el crujido de una bota en la grava. Apretó la mandíbula y desenfundó el arma sin pensarlo. Su cuerpo sabía qué hacer. Su mente… no tanto. A veces deseaba que él siguiera vivo para preguntarle por qué les enseñó a sobrevivir, pero no a vivir con lo que vendría después. El silencio volvió. Ella también. La guerra no le dejaba tiempo para llorar. Pero sí para recordar.
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