• #Monorol

    𝗟𝗲𝘁𝗵𝗮𝗹 𝗜𝗻𝘁𝗲𝗿𝗻𝗮𝘁𝗶𝗼𝗻𝗮𝗹 𝗧𝗿𝗮𝗱𝗲 𝗔𝗴𝗲𝗻𝗰𝘆

    ❝𝑴𝒆𝒓𝒄𝒆𝒔 𝑳𝒆𝒕𝒊𝒇𝒆𝒓❞

    _La Agencia Internacional de Comercio Letal es una distinguida y secreta entidad que coopera con diversos afiliados tales como, el FBI, MI6, CIA, NSA, El Mossad y según rumores también cuentan con el apoyo de Mafias y Carteles Latinos como, La Cosa Nostra, y el Cartel de Sinaloa. Sus políticas mantienen una apariencia de neutralidad, sin embargo, la corrupción por el dinero eclipsa su moralidad y ética. Están involucrados en el negocio del asesinato a sueldo donde figuran personas políticas, empresarios importantes, terrorista y líderes de sectas o influencers.

    Dorian ha estado activo por años, desarrollando una reputación basada en su paranoia, su superpoder. Dentro de la agencia, es conocido como Agente Paranox y es el más requerido por clientes de todo ámbito,. sobretodo los mafiosos y carteles.

    Sin embargo Dorian lucha contra su superpoder quien le susurra al oído.....

    :Ø: Ellos te terminaran engañando y así como tú "limpias" y trabajas para ellos, así ellos contrataran a un asesino para "limpiarte" y así te reemplazarán por otro mejor que tu.

    Esto no lo deja dormir y la única forma de callarlo es trabajando para ellos.
    #Monorol 𝗟𝗲𝘁𝗵𝗮𝗹 𝗜𝗻𝘁𝗲𝗿𝗻𝗮𝘁𝗶𝗼𝗻𝗮𝗹 𝗧𝗿𝗮𝗱𝗲 𝗔𝗴𝗲𝗻𝗰𝘆 ❝𝑴𝒆𝒓𝒄𝒆𝒔 𝑳𝒆𝒕𝒊𝒇𝒆𝒓❞ _La Agencia Internacional de Comercio Letal es una distinguida y secreta entidad que coopera con diversos afiliados tales como, el FBI, MI6, CIA, NSA, El Mossad y según rumores también cuentan con el apoyo de Mafias y Carteles Latinos como, La Cosa Nostra, y el Cartel de Sinaloa. Sus políticas mantienen una apariencia de neutralidad, sin embargo, la corrupción por el dinero eclipsa su moralidad y ética. Están involucrados en el negocio del asesinato a sueldo donde figuran personas políticas, empresarios importantes, terrorista y líderes de sectas o influencers. Dorian ha estado activo por años, desarrollando una reputación basada en su paranoia, su superpoder. Dentro de la agencia, es conocido como Agente Paranox y es el más requerido por clientes de todo ámbito,. sobretodo los mafiosos y carteles. Sin embargo Dorian lucha contra su superpoder quien le susurra al oído..... :Ø: Ellos te terminaran engañando y así como tú "limpias" y trabajas para ellos, así ellos contrataran a un asesino para "limpiarte" y así te reemplazarán por otro mejor que tu. Esto no lo deja dormir y la única forma de callarlo es trabajando para ellos.
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  • 【 𝐎𝐥𝐯𝐢𝐝é 𝐥𝐨 𝐝𝐨𝐥𝐨𝐫𝐨𝐬𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐫𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐫𝐨𝐝𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐫𝐨𝐬𝐚𝐬, 𝐥𝐚 𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚 𝐞𝐧 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐬𝐮𝐬 𝐞𝐧𝐫𝐞𝐝𝐚𝐝𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐬𝐞 𝐚𝐟𝐞𝐫𝐫𝐚𝐫𝐨𝐧 𝐞𝐧 𝐦𝐢 𝐩𝐢𝐞𝐥 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐝𝐞𝐣𝐚𝐫𝐦𝐞 𝐜𝐢𝐜𝐚𝐭𝐫𝐢𝐜𝐞𝐬. 】




    Era un día fresco, los vientos apaciguaron el calor que el sol provocaba, junto con las sombras que los árboles daban por sus frombosas hojas.

    Ryan se encontraba sentado debajo de una árbol, fumando su tercer cigarro mirando exactamente a la nada. Su camisa era un desastre, las mangas remangadas hasta los codos, los primeros botones de su camisa abiertos, dejándolo respirar tranquilo. El blanco era reemplazado por manchas de tierra y algo de sangre que había estado saliendo de su mano a varias gotas de heridas pequeñas. Ocacionado por arrancar una rosa sin importar las espinas y las enredaderas que terminaron por lastimarlo. No era nada, terminarían por desaparecer en poco minutos.

    A solo 30 centímetros de él había un conjunto de piedritas apiladas con plantas encima de estás que crecieron con el tiempo. Un trozo de madera totalmente viejo con letra que no podía distinguir; era la tumba de su primera mascota, Bianca. La cual fue hecha cuando apenas era un "Bambino".Después de su muerte se escabulló en la noche y la enterró con sus propias manos antes de ponerse a rezar por aquel animal.

    Estaba ahí, pero no solo. Podía sentir la presencia de varios hombres vigilando lo de cerca. Pero a este punto le daba igual. Volver nuevamente a la propiedad de su padre en dónde creció, le provocaba grandes náuseas y malestares que venían de lo psicológico. Sentía que se estaba pudriendo en aquel lugar, que se estaba volviendo cada vez más loco.
    Especialmente porque se enteró la razón del porque estaba ahí: El vejete se estaba muriendo y querían que tomará el lugar de jefe de aquella mafia. Y no solo eso, tenían a su cuidadora Camile como rehen.

    — Figlio di puttana... — Volvió a tomar una colada más. La única cosa que lo mantenía quieto y no volviera a intentar a escapar con su amiga era por esa razón. Camile era la mujer más preciada para él, la única que se atrevió a cuidar de sus heridas cuando apenas era un jovencito. Las cuales sus cicatrices eran evidencias de aquellos tratos que había recibido por su padre en aquellos tratamientos para endurecer su mente.

    Pero, para poder tomar el mando, tenía también que casarse, aunque lo más conveniente era estar con alguna mujer de cualquier mafia que sea también de Italia, su padre descartó por completo esto y simplemente llamó a mujeres ricas de otros paises. No le prestó atención, en primera porque no quería tomarse a cargo de una mafia, vio a primera mano como Kiev se moría del estrés con la mafia que manejaban. Estar aquí significaba su encadenamiento a algo que realmente detestaba.

    Sus pensamientos fueron apesiguados cuando sintió algo que jalaba su pantalón desde abajo. Sus ojos ámbar se encontraron con una conejita blanca, la cual terminó encontrandose la otra vez en el jardín. La bautizo como "La reincarnazione di Bianca" lo que básicamente era "La reencarnación de Bianca" en italiano. No tenía tanta creatividad por ahora. Por lo que solo la llamaba como "Bianca 2, la resurrección"

    — Vieni qui, carino. — Palmeo su pierna. La coneja lo miró unos segundos, quedado se totalmente quieta antes de correr hacia él saltando. Se recostó en sus piernas y se mantuvo quieta, descansando. Ryan solo acarició su lomo y las orejas.

    A lo lejos, vio como uno de los hombres de acercaba, probablemente para decirle que debía alistarse para quien sabe. Simplemente disfruto de aquellos pocos segundos antes de volver a su condena.
    【 𝐎𝐥𝐯𝐢𝐝é 𝐥𝐨 𝐝𝐨𝐥𝐨𝐫𝐨𝐬𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐫𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐫𝐨𝐝𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐫𝐨𝐬𝐚𝐬, 𝐥𝐚 𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚 𝐞𝐧 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐬𝐮𝐬 𝐞𝐧𝐫𝐞𝐝𝐚𝐝𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐬𝐞 𝐚𝐟𝐞𝐫𝐫𝐚𝐫𝐨𝐧 𝐞𝐧 𝐦𝐢 𝐩𝐢𝐞𝐥 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐝𝐞𝐣𝐚𝐫𝐦𝐞 𝐜𝐢𝐜𝐚𝐭𝐫𝐢𝐜𝐞𝐬. 】 Era un día fresco, los vientos apaciguaron el calor que el sol provocaba, junto con las sombras que los árboles daban por sus frombosas hojas. Ryan se encontraba sentado debajo de una árbol, fumando su tercer cigarro mirando exactamente a la nada. Su camisa era un desastre, las mangas remangadas hasta los codos, los primeros botones de su camisa abiertos, dejándolo respirar tranquilo. El blanco era reemplazado por manchas de tierra y algo de sangre que había estado saliendo de su mano a varias gotas de heridas pequeñas. Ocacionado por arrancar una rosa sin importar las espinas y las enredaderas que terminaron por lastimarlo. No era nada, terminarían por desaparecer en poco minutos. A solo 30 centímetros de él había un conjunto de piedritas apiladas con plantas encima de estás que crecieron con el tiempo. Un trozo de madera totalmente viejo con letra que no podía distinguir; era la tumba de su primera mascota, Bianca. La cual fue hecha cuando apenas era un "Bambino".Después de su muerte se escabulló en la noche y la enterró con sus propias manos antes de ponerse a rezar por aquel animal. Estaba ahí, pero no solo. Podía sentir la presencia de varios hombres vigilando lo de cerca. Pero a este punto le daba igual. Volver nuevamente a la propiedad de su padre en dónde creció, le provocaba grandes náuseas y malestares que venían de lo psicológico. Sentía que se estaba pudriendo en aquel lugar, que se estaba volviendo cada vez más loco. Especialmente porque se enteró la razón del porque estaba ahí: El vejete se estaba muriendo y querían que tomará el lugar de jefe de aquella mafia. Y no solo eso, tenían a su cuidadora Camile como rehen. — Figlio di puttana... — Volvió a tomar una colada más. La única cosa que lo mantenía quieto y no volviera a intentar a escapar con su amiga era por esa razón. Camile era la mujer más preciada para él, la única que se atrevió a cuidar de sus heridas cuando apenas era un jovencito. Las cuales sus cicatrices eran evidencias de aquellos tratos que había recibido por su padre en aquellos tratamientos para endurecer su mente. Pero, para poder tomar el mando, tenía también que casarse, aunque lo más conveniente era estar con alguna mujer de cualquier mafia que sea también de Italia, su padre descartó por completo esto y simplemente llamó a mujeres ricas de otros paises. No le prestó atención, en primera porque no quería tomarse a cargo de una mafia, vio a primera mano como Kiev se moría del estrés con la mafia que manejaban. Estar aquí significaba su encadenamiento a algo que realmente detestaba. Sus pensamientos fueron apesiguados cuando sintió algo que jalaba su pantalón desde abajo. Sus ojos ámbar se encontraron con una conejita blanca, la cual terminó encontrandose la otra vez en el jardín. La bautizo como "La reincarnazione di Bianca" lo que básicamente era "La reencarnación de Bianca" en italiano. No tenía tanta creatividad por ahora. Por lo que solo la llamaba como "Bianca 2, la resurrección" — Vieni qui, carino. — Palmeo su pierna. La coneja lo miró unos segundos, quedado se totalmente quieta antes de correr hacia él saltando. Se recostó en sus piernas y se mantuvo quieta, descansando. Ryan solo acarició su lomo y las orejas. A lo lejos, vio como uno de los hombres de acercaba, probablemente para decirle que debía alistarse para quien sabe. Simplemente disfruto de aquellos pocos segundos antes de volver a su condena.
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  • ❝   𝑻𝒉𝒆 𝒅𝒆𝒂𝒕𝒉 𝒐𝒇 𝑹𝒖𝒃𝒊 𝑲𝒆𝒕𝒄𝒉𝒍𝒂𝒏𝒕    ❞


    [ https://youtu.be/8ba8rQ_SJdc?si=-G0_82dpDp0k_G-j ]

    "𝑶𝒏𝒆 𝒅𝒂𝒚 𝑰’𝒎 𝒈𝒐𝒏𝒏𝒂 𝒇𝒍𝒚 𝒂𝒘𝒂𝒚 "

    ¿Cuando comenzó su mala suerte? Probablemente a las 5 años, cuando perdió a sus padres en un robo. Tal vez, cuando la llevaron a un orfanato en dónde abusaban físicamente de los niños. Tal vez, cuando su novio de la adolescencia la drogo varias veces mientras la mantenía oculta, dejando una jovencita totalmente delgada hasta los huesos e inútil. Tal vez, cuando esté decidió venderla a una mafia al que debía dinero. Tal vez, cuando se convirtió en una asesina para el hombre que le compro o tal vez, cuando traicionó aquella mafia por mantener vivo a un hombre que consideraba su hermano.


    " 𝑶𝒏𝒆 𝒅𝒂𝒚 𝒘𝒉𝒆𝒏 𝒉𝒆𝒂𝒗𝒆𝒏𝒔 𝒄𝒂𝒍𝒍𝒔 𝒎𝒚 𝒏𝒂𝒎𝒆 "

    Era como si su cuerpo pudiera recordar aquel día, las sensaciones no desaparecieron por completo.

    El golpe de un fierro golpeando su cuerpo, aún cuando gritaba por piedad y su garganta terminaba por lastimarse, él no se detenía. El crujir de sus huesos parecían ser la canción del momento junto a su desgarrador llanto como coro principal. Sus uñas desaparecieron en cada segundo, sus piernas eran tan inútiles que solo traían dolor y pesadez. Estaba rota, ya no servía.

    — Por favor, ayuda...

    Las lágrimas que derramaba se mezclaban con la sangre de las heridas, lloraba de dolor pero mayormente por la traición que sufrió por las personas que alguna vez considero su familia, fue muy ingenua al creer que la querían.

    Fue el día de su cumpleaños cuando sucedió esto. Había confiado demasiado en ellos dos, uno era su pareja, y el otro el hombre que consideraba su hermano. Pero en la mafia, la compasión no existía. Y se dió cuenta muy tarde, que la habían utilizado.


    " 𝑰 𝒍𝒂𝒚 𝒅𝒐𝒘𝒏 𝑰 𝒄𝒍𝒐𝒔𝒆 𝒎𝒚 𝒆𝒚𝒆𝒔 𝒂𝒕 𝒏𝒊𝒈𝒉𝒕 "

    Los golpes se sincronizaban con cada recuerdo, veía pasar su vida enfrente de sus ojos. Las veces en que se apoyaban, los chistes malos, los desastres que podían hacer juntos, promesas vacías de un futuro tranquilo para ellos tres. 

    " 𝑰 𝒄𝒂𝒏 𝒔𝒆𝒆 𝒎𝒐𝒐𝒏 𝒂𝒏𝒅 𝑳𝒊𝒈𝒉𝒕 "

    Lo último que logro ver fue la hermosa luna llena, cuando la obligaron a mirar hacia arriba, sosteniendo su mentón de manera fuerte, antes de sentir como la degollaban y terminaban con su miserable vida.


    Pero, todo fue por nada. Sus ojos de abrieron, había vuelto a la vida, sin heridas, sin ninguna extremidad rota. Fue arrastrada a un contrato en dónde no podría morir.

    Anhelaba el descanso eterno, trató de seguir con su vida, pero era imposible. Nunca se sintió ella, se sentía alguien totalmente diferente. Fue tan desesperante las sensaciones grabadas en su cuerpo del día que murió que se volvió loca, lo intento, intento simplemente dejar de respirar 1...5...10...15..20, la desesperación hizo que lo hiciera una vez que se recuperaba, pero cada vez que lo hacía, en un cerrar de ojos se encontraba en un trance en dónde sufría metal y físicamente, para luego abrir sus ojos y darse cuenta que estaba viva.

    No lo entendía ¿Qué tanto tenía que sufrir para por fin morir? ¿Qué tantas almas podrían satisfacer a la muerte para que la dejara en paz? ¿Cuántas veces más tendría que suicidarse para encontrar algo de suerte y morir?

    Estaba condenada. Lo odiaba, odiaba todo esto.

    [...]

    Las llamas de sus dedos rozaban aquella lápida llena de polvo, las enredaderas cubría una mayor parte haciendo imposible ver el nombre grabado en esta. Rubí, mostraba una expresión tranquila, suave y neutral, mientras pensaba en que hacer exactamente.

    Dejo el ramo de rosas a un lado y poco a poco removía la flora y el polvo que se implantó por el tiempo, dejando ver por fin el texto.

                  "Rubí A. Ketchlant H. "
                         " 1997 - 2019 "

    Soltó un suspiro de cansancio cuando apenas terminó de dejarlo limpio, está tumba, se lo había puesto una persona que había querido mucho tiempo, una abuelita que había conocido y que supo de su "muerte", una señora que le daba algo de comida cuando se escapaba del orfanato.

    La razón del porque venía a dejar flores, era simple, ese día si murió Rubí, ella era solo una parte lo que quedaba.

    — Espero algún día podamos unirnos en el descanso eterno ...

    Realmente lo esperaba.
    ❝   𝑻𝒉𝒆 𝒅𝒆𝒂𝒕𝒉 𝒐𝒇 𝑹𝒖𝒃𝒊 𝑲𝒆𝒕𝒄𝒉𝒍𝒂𝒏𝒕    ❞ [ https://youtu.be/8ba8rQ_SJdc?si=-G0_82dpDp0k_G-j ] "𝑶𝒏𝒆 𝒅𝒂𝒚 𝑰’𝒎 𝒈𝒐𝒏𝒏𝒂 𝒇𝒍𝒚 𝒂𝒘𝒂𝒚 " ¿Cuando comenzó su mala suerte? Probablemente a las 5 años, cuando perdió a sus padres en un robo. Tal vez, cuando la llevaron a un orfanato en dónde abusaban físicamente de los niños. Tal vez, cuando su novio de la adolescencia la drogo varias veces mientras la mantenía oculta, dejando una jovencita totalmente delgada hasta los huesos e inútil. Tal vez, cuando esté decidió venderla a una mafia al que debía dinero. Tal vez, cuando se convirtió en una asesina para el hombre que le compro o tal vez, cuando traicionó aquella mafia por mantener vivo a un hombre que consideraba su hermano. " 𝑶𝒏𝒆 𝒅𝒂𝒚 𝒘𝒉𝒆𝒏 𝒉𝒆𝒂𝒗𝒆𝒏𝒔 𝒄𝒂𝒍𝒍𝒔 𝒎𝒚 𝒏𝒂𝒎𝒆 " Era como si su cuerpo pudiera recordar aquel día, las sensaciones no desaparecieron por completo. El golpe de un fierro golpeando su cuerpo, aún cuando gritaba por piedad y su garganta terminaba por lastimarse, él no se detenía. El crujir de sus huesos parecían ser la canción del momento junto a su desgarrador llanto como coro principal. Sus uñas desaparecieron en cada segundo, sus piernas eran tan inútiles que solo traían dolor y pesadez. Estaba rota, ya no servía. — Por favor, ayuda... Las lágrimas que derramaba se mezclaban con la sangre de las heridas, lloraba de dolor pero mayormente por la traición que sufrió por las personas que alguna vez considero su familia, fue muy ingenua al creer que la querían. Fue el día de su cumpleaños cuando sucedió esto. Había confiado demasiado en ellos dos, uno era su pareja, y el otro el hombre que consideraba su hermano. Pero en la mafia, la compasión no existía. Y se dió cuenta muy tarde, que la habían utilizado. " 𝑰 𝒍𝒂𝒚 𝒅𝒐𝒘𝒏 𝑰 𝒄𝒍𝒐𝒔𝒆 𝒎𝒚 𝒆𝒚𝒆𝒔 𝒂𝒕 𝒏𝒊𝒈𝒉𝒕 " Los golpes se sincronizaban con cada recuerdo, veía pasar su vida enfrente de sus ojos. Las veces en que se apoyaban, los chistes malos, los desastres que podían hacer juntos, promesas vacías de un futuro tranquilo para ellos tres.  " 𝑰 𝒄𝒂𝒏 𝒔𝒆𝒆 𝒎𝒐𝒐𝒏 𝒂𝒏𝒅 𝑳𝒊𝒈𝒉𝒕 " Lo último que logro ver fue la hermosa luna llena, cuando la obligaron a mirar hacia arriba, sosteniendo su mentón de manera fuerte, antes de sentir como la degollaban y terminaban con su miserable vida. Pero, todo fue por nada. Sus ojos de abrieron, había vuelto a la vida, sin heridas, sin ninguna extremidad rota. Fue arrastrada a un contrato en dónde no podría morir. Anhelaba el descanso eterno, trató de seguir con su vida, pero era imposible. Nunca se sintió ella, se sentía alguien totalmente diferente. Fue tan desesperante las sensaciones grabadas en su cuerpo del día que murió que se volvió loca, lo intento, intento simplemente dejar de respirar 1...5...10...15..20, la desesperación hizo que lo hiciera una vez que se recuperaba, pero cada vez que lo hacía, en un cerrar de ojos se encontraba en un trance en dónde sufría metal y físicamente, para luego abrir sus ojos y darse cuenta que estaba viva. No lo entendía ¿Qué tanto tenía que sufrir para por fin morir? ¿Qué tantas almas podrían satisfacer a la muerte para que la dejara en paz? ¿Cuántas veces más tendría que suicidarse para encontrar algo de suerte y morir? Estaba condenada. Lo odiaba, odiaba todo esto. [...] Las llamas de sus dedos rozaban aquella lápida llena de polvo, las enredaderas cubría una mayor parte haciendo imposible ver el nombre grabado en esta. Rubí, mostraba una expresión tranquila, suave y neutral, mientras pensaba en que hacer exactamente. Dejo el ramo de rosas a un lado y poco a poco removía la flora y el polvo que se implantó por el tiempo, dejando ver por fin el texto.               "Rubí A. Ketchlant H. "                      " 1997 - 2019 " Soltó un suspiro de cansancio cuando apenas terminó de dejarlo limpio, está tumba, se lo había puesto una persona que había querido mucho tiempo, una abuelita que había conocido y que supo de su "muerte", una señora que le daba algo de comida cuando se escapaba del orfanato. La razón del porque venía a dejar flores, era simple, ese día si murió Rubí, ella era solo una parte lo que quedaba. — Espero algún día podamos unirnos en el descanso eterno ... Realmente lo esperaba.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Tenlo en cuenta al responder.
    // Perdón por agregar a todo el team mafia. Pero es que me quiero enterar de la movida por qué me interesa (?) jajaja.

    Because, Kazuo le va a tirar de las orejas a cierto vampiro y quien sabe de quién será la sangre que corra xD.
    // Perdón por agregar a todo el team mafia. Pero es que me quiero enterar de la movida por qué me interesa (?) jajaja. Because, Kazuo le va a tirar de las orejas a cierto vampiro y quien sabe de quién será la sangre que corra xD.
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  • ❝ ── 𝑨 𝒔𝒊𝒍𝒆𝒏𝒕 𝒏𝒊𝒈𝒉𝒕 ❞




    Un suspiro cargado de cansancio se deslizó de sus labios mientras abotonaba la camisa blanca que había elegido para esa noche. El tejido ligero caía suavemente sobre su piel, dejando los dos últimos botones desabrochados, como si incluso el pequeño esfuerzo de cerrarlos fuera innecesario.

    Llevó las manos hacia su cuello, con movimientos lentos apartando su cabello ondulado de un rojo vibrante para dejarlo caer libremente sobre su espalda. Había sido un día largo, pero había valido la pena; la reunión con esa Italiana había salido mucho mejor de lo que esperaba, y ahora solo buscaba un momento de paz en su propio espacio.

    Su mirada vagó por el departamento, un lugar que llamaba "hogar" por comodidad, pero que en realidad siempre había sentido más como un refugio temporal más que nada en dónde podía descansar. Sus pasos, descalzos y casi inaudibles, la llevaron hacia la ventana, en dónde observo la ciudad bajo sus pies que se extendía como un mapa vacío, sin personas presentes.

    Al llegar, apoyó los antebrazos en el marco y dejó caer su mentón sobre ellos. Sus ojos vagaron hacia el cielo oscuro, buscando algo que ni siquiera ella sabía. De un momento a otro, sintió como un viento helado se filtraba poco a poco sobre sus piernas, muslos y luego por debajo de la camisa, llegando hasta sus pechos. Un escalofrío recorrió su cuerpo, pero ni eso hizo que se apartará de ahí, era terca.

    Últimamente había estado sintiéndose muy agotada, probablemente debido al trabajo que tenia. Aunque, en realidad más que nada terminaba apoyando en la mafia a la que trabajaba debido a su puesto, en realidad habia deseado salir de aquel trabajo muy "legal" hacia ya mucho tiempo, pero no tenia opciones, solo estaba ahi con un objetivo en claro, eso, y porque básicamente tenia un contrato que debia cumplir. Aunque intento escapar varias veces, siempre fue encontrada, de hecho, fue tantas las veces que lo intento que más parecía un juego "Del gato y del ratón" para sus compañeros de trabajo. Un juego que terminaba perdiendo y del cual se rindió hace ya mucho tiempo.

    Una vida "normal" es lo único que hubiera deseado, pero la vida actual era su realidad, una muy y terriblemente mala. Sus pensamientos seguían vagando, no paro hasta que sintió algo suave y caliente en su pierna, bajo la mirada notando la presencia de su pequeña minina y su cola sobre esta.

    — Hanna, ven aquí ... — Pronunció suavemente y con una sonrisa delicada, la tomó entre sus brazos y fue hacia el sofá para acomodarse, se hecho apenas pudo, dejando que su gata se enrollara como caracol sobre sus piernas desnudas, apoyó su cabeza en el antebrazo del sillón mientras aun mantenia su mirada sobre la ventana y luego sobre la mesita de la sala en dónde se hallaba una cartera blanca, en donde se encontraba cierto papel con un nombre y número telefónico, que le había entregado Elisabetta para comunicarse con una mujer para sacarle información. Si que estos días iban a ser movidos, aunque ahora simplemente se relajaría.

    ❝ ── 𝑨 𝒔𝒊𝒍𝒆𝒏𝒕 𝒏𝒊𝒈𝒉𝒕 ❞ Un suspiro cargado de cansancio se deslizó de sus labios mientras abotonaba la camisa blanca que había elegido para esa noche. El tejido ligero caía suavemente sobre su piel, dejando los dos últimos botones desabrochados, como si incluso el pequeño esfuerzo de cerrarlos fuera innecesario. Llevó las manos hacia su cuello, con movimientos lentos apartando su cabello ondulado de un rojo vibrante para dejarlo caer libremente sobre su espalda. Había sido un día largo, pero había valido la pena; la reunión con esa Italiana había salido mucho mejor de lo que esperaba, y ahora solo buscaba un momento de paz en su propio espacio. Su mirada vagó por el departamento, un lugar que llamaba "hogar" por comodidad, pero que en realidad siempre había sentido más como un refugio temporal más que nada en dónde podía descansar. Sus pasos, descalzos y casi inaudibles, la llevaron hacia la ventana, en dónde observo la ciudad bajo sus pies que se extendía como un mapa vacío, sin personas presentes. Al llegar, apoyó los antebrazos en el marco y dejó caer su mentón sobre ellos. Sus ojos vagaron hacia el cielo oscuro, buscando algo que ni siquiera ella sabía. De un momento a otro, sintió como un viento helado se filtraba poco a poco sobre sus piernas, muslos y luego por debajo de la camisa, llegando hasta sus pechos. Un escalofrío recorrió su cuerpo, pero ni eso hizo que se apartará de ahí, era terca. Últimamente había estado sintiéndose muy agotada, probablemente debido al trabajo que tenia. Aunque, en realidad más que nada terminaba apoyando en la mafia a la que trabajaba debido a su puesto, en realidad habia deseado salir de aquel trabajo muy "legal" hacia ya mucho tiempo, pero no tenia opciones, solo estaba ahi con un objetivo en claro, eso, y porque básicamente tenia un contrato que debia cumplir. Aunque intento escapar varias veces, siempre fue encontrada, de hecho, fue tantas las veces que lo intento que más parecía un juego "Del gato y del ratón" para sus compañeros de trabajo. Un juego que terminaba perdiendo y del cual se rindió hace ya mucho tiempo. Una vida "normal" es lo único que hubiera deseado, pero la vida actual era su realidad, una muy y terriblemente mala. Sus pensamientos seguían vagando, no paro hasta que sintió algo suave y caliente en su pierna, bajo la mirada notando la presencia de su pequeña minina y su cola sobre esta. — Hanna, ven aquí ... — Pronunció suavemente y con una sonrisa delicada, la tomó entre sus brazos y fue hacia el sofá para acomodarse, se hecho apenas pudo, dejando que su gata se enrollara como caracol sobre sus piernas desnudas, apoyó su cabeza en el antebrazo del sillón mientras aun mantenia su mirada sobre la ventana y luego sobre la mesita de la sala en dónde se hallaba una cartera blanca, en donde se encontraba cierto papel con un nombre y número telefónico, que le había entregado Elisabetta para comunicarse con una mujer para sacarle información. Si que estos días iban a ser movidos, aunque ahora simplemente se relajaría.
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  • -Había pasado ya algunos días después del encuentro entre Ryan y Elisabetta, fue un encuentro bastante interesante con un final inesperado pero que sin duda ayudó a calmar el humor de la rubia, y es que el último encuentro que tuvo con la peliroja no salió nada bien.

    Ryan se había encargado de hacer que Eli cambiara la perspectiva de las cosas a favor de él y su mafia, no había manera de rechazar una alianza o proponerla, ambos necesitan ayuda el uno del otro, entonces decidió tragarse su orgullo y enviar una nota con el mismo rubio, era una hoja que huele a ella, y tiene escrito en ella "Me gustaría aclarar las cosas contigo, si también te interesa me gustaría verte en la cafetería de la calle principal de Italia Roma, el día de mañana, un lugar con gente puede que ayude a nuestra charla, estaré esperando hasta las ocho de la noche, si no llegarás tomaré como rechazo mi invitación". Dobló la pequeña nota y se la dió al varón.

    Llego el día de aquella invitación y se sentó a beber un café mientras buscaba algo en su celular, Elisabetta es paciente cuando se trata de esperar así que no tiene problema en hacerlo y mientras lo hace toma una taza de té-

    Rubi Ketchlant
    -Había pasado ya algunos días después del encuentro entre Ryan y Elisabetta, fue un encuentro bastante interesante con un final inesperado pero que sin duda ayudó a calmar el humor de la rubia, y es que el último encuentro que tuvo con la peliroja no salió nada bien. Ryan se había encargado de hacer que Eli cambiara la perspectiva de las cosas a favor de él y su mafia, no había manera de rechazar una alianza o proponerla, ambos necesitan ayuda el uno del otro, entonces decidió tragarse su orgullo y enviar una nota con el mismo rubio, era una hoja que huele a ella, y tiene escrito en ella "Me gustaría aclarar las cosas contigo, si también te interesa me gustaría verte en la cafetería de la calle principal de Italia Roma, el día de mañana, un lugar con gente puede que ayude a nuestra charla, estaré esperando hasta las ocho de la noche, si no llegarás tomaré como rechazo mi invitación". Dobló la pequeña nota y se la dió al varón. Llego el día de aquella invitación y se sentó a beber un café mientras buscaba algo en su celular, Elisabetta es paciente cuando se trata de esperar así que no tiene problema en hacerlo y mientras lo hace toma una taza de té- [Rub_i26]
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  • -Elisabetta estaba fastidiada, las cosas se habían salido de control y ahora se siente sola, con nadie de su lado, Giovanni no esta, Dante tampoco, Leo fue a arreglar asuntos con la mafia Alemana, y Vladimir no está al tanto de todo lo que pasa.

    Estaba sentada en su escritorio, tomando un trago, tequila que sus hermanos mexicanos habían llevado, quiere desaparecer tan fácil pero en sus manos está, que la cosa nostra no caiga.-

    ...
    -Elisabetta estaba fastidiada, las cosas se habían salido de control y ahora se siente sola, con nadie de su lado, Giovanni no esta, Dante tampoco, Leo fue a arreglar asuntos con la mafia Alemana, y Vladimir no está al tanto de todo lo que pasa. Estaba sentada en su escritorio, tomando un trago, tequila que sus hermanos mexicanos habían llevado, quiere desaparecer tan fácil pero en sus manos está, que la cosa nostra no caiga.- ...
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  • “Querida Hermana:

    Se que el hecho de que haya vuelto luego de un par de años desaparecido, sin recuerdos, te ha afectado en cierta forma, tal vez a todos, pero así son las cosas. Sin olvidar el asunto que ocurrió con esa mafia rusa donde están Rubi y Ryan, aunque eso quedo ahí y no paso a mayores. ¿Verdad?

    Bueno, el asunto del ataque de esos hombres y yo haber estado inmiscuido indirectamente y por coincidencias retorcidas de la vida en ese asunto, me dejo pensando en lo inseguro que es si yo haya o no haya sido visto por esos sujetos, así que tome una decisión.

    Tú eres la líder de la familia por ahora, confió en que harás bien las cosas. Yo he decidido marcharme temporalmente, así, si hay algunos de esos sujetos buscándome, los mantendré alejado de ti y los demás, ya que estarán en mi búsqueda. Si no, bueno, de todas formas me encargaré de mis propios asuntos lejos de ti y los demás hermanos.

    Al reverso de esta carta te anote un nuevo número de teléfono donde me podrás contactar en caso de que ocurra algo que de verdad sea necesario.

    Aunque no intentes llamarme en estos próximos días, tendré el celular apagado, ya que tampoco es como que me dé la gana recibir llamadas, quiero un tiempo de tranquilidad.

    Se que nada volverá a ser como antes, sé que nunca recuperaré los recuerdos y nunca volveré a ser el mismo a quién recuerdas, pero eres mi hermana, los demás son mis hermanos, así que siempre los apoyaré.

    Tengo planes, estoy armando ciertas cosas en donde me encuentro ahora mismo, si llegan a funcionar y todo sale como lo planeo, nos traerá grandes beneficios a futuro, deséame suerte hermanita.

    ¡Nos vemos!

    Atentamente: Flavio Di Vincenzo.”

    ----------------------------------

    El envió de dicha carta había sido exitoso, el sobre se encontraba ahora mismo en el escritorio de Elisabetta, sería cosa de tiempo cuando ella finalmente le toque leer la respectiva correspondencia.
    “Querida Hermana: Se que el hecho de que haya vuelto luego de un par de años desaparecido, sin recuerdos, te ha afectado en cierta forma, tal vez a todos, pero así son las cosas. Sin olvidar el asunto que ocurrió con esa mafia rusa donde están Rubi y Ryan, aunque eso quedo ahí y no paso a mayores. ¿Verdad? Bueno, el asunto del ataque de esos hombres y yo haber estado inmiscuido indirectamente y por coincidencias retorcidas de la vida en ese asunto, me dejo pensando en lo inseguro que es si yo haya o no haya sido visto por esos sujetos, así que tome una decisión. Tú eres la líder de la familia por ahora, confió en que harás bien las cosas. Yo he decidido marcharme temporalmente, así, si hay algunos de esos sujetos buscándome, los mantendré alejado de ti y los demás, ya que estarán en mi búsqueda. Si no, bueno, de todas formas me encargaré de mis propios asuntos lejos de ti y los demás hermanos. Al reverso de esta carta te anote un nuevo número de teléfono donde me podrás contactar en caso de que ocurra algo que de verdad sea necesario. Aunque no intentes llamarme en estos próximos días, tendré el celular apagado, ya que tampoco es como que me dé la gana recibir llamadas, quiero un tiempo de tranquilidad. Se que nada volverá a ser como antes, sé que nunca recuperaré los recuerdos y nunca volveré a ser el mismo a quién recuerdas, pero eres mi hermana, los demás son mis hermanos, así que siempre los apoyaré. Tengo planes, estoy armando ciertas cosas en donde me encuentro ahora mismo, si llegan a funcionar y todo sale como lo planeo, nos traerá grandes beneficios a futuro, deséame suerte hermanita. ¡Nos vemos! Atentamente: Flavio Di Vincenzo.” ---------------------------------- El envió de dicha carta había sido exitoso, el sobre se encontraba ahora mismo en el escritorio de Elisabetta, sería cosa de tiempo cuando ella finalmente le toque leer la respectiva correspondencia.
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  • " 𝐁𝐞𝐧𝐝𝐢𝐭𝐨 𝐭𝐫𝐚𝐛𝐚𝐣𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢𝐞𝐫𝐝𝐚. "




    El agotamiento era visible. No había tenido descanso alguno desde hace días y su rostro reflejaba aquello. No solo tuvo que encargarse de "Limpiar" la ciudad, de los tipos que seguían a Rubí, si no también de verificar que los flujos de tráfico de drogas y armas, estuviera fluyendo de forma tranquila sin interrupciones por parte de la policía.

    Los múltiples negocios que manejaba crecían de forma rápida, gracias a un plan administrativo en la que trabajo Ryan. El problema era que tenía que comenzar a revisar ciertos papeles y asistir a ciertas reuniones de negocios que le quitaban horas de libertad y sueño, estaba totalmente irritado. Tenía que terminar con ello rápidamente si deseaba descansar cuando Ryan y Rubí se fueran de viaje por separado. Ambos eran esenciales para el manejo de la mafia, pero podría con ello solo.

    Terminó por apagar el cigarro que había estado consumiendo en el cenicero de su escritorio, y su vista se dirigío hacia las 3 filas de papeles que había ahí, esto era su peor pesadilla.

    — Проклятие... — Murmuró para si mismo. Dejo las cosas a un lado y se fijó en los papeles de permiso de vacaciones que tenía que firmar.

    Uno era de Rubí, que solicitaba sus vacaciones para irse al país más seguro de este planeta, Suiza. Esto para no solo mantenerse segura, si no porque también ya llegaba el día especial de ella. Tomó un bolígrafo y simplemente lo firmó para aceptar el permiso de vacaciones. Luego, miró los papeles de Ryan, Vanya le había dado la idea de que el rubio necesitaba sus vacaciones, estar en un ambiente totalmente diferente para poder sanar mentalmente. Era bien sabido que desde ese incidente con él psiquiatra, la cosas habían estado muy mal para él, tomar drogas felices no iban hacer la solución a este problema, él necesitaba poder estar en un ambiente sano que lo ayudara a salir del abismo en el que estaba atrapado, y aunque pudiera verse "normal" en realidad su amigo estaba sufriendo por ello.

    Estaba a punto de firmar los papeles cuando recibió un mensaje del susodicho, el cual leyó algo extrañado.

    "Hey! Mira que encontré"

    Junto al mensaje, había un vídeo, el cual termino por reproducir solo para escuchar la parte de una canción que decía : ¿Que paso con el que dijo que te amaba? ¿Acaso se fue y te ha dejado ilusionada?


    El teléfono terminó por caer al suelo, se mantuvo quieto mientras aún se escuchaba de fondo el resto de la canción. Hasta que simplemente comenzó a reír a carcajadas.

    — JAJAJA Maldito hijo de perra, agradece de que eres mi amigo y no te haya matado aún. — Miro los papeles con una sonrisa nada amistosa. Sus dedos golpeaban el escritorio de forma constantemente mientras miraba el papel de enfrente. No, no lo iba a firmar. Si quería esas vacaciones, se las tenía que ganar.

    — Marco, manda alistar las motos. Y envíale un mensaje a Ryan para verlo fuera de la ciudad, si quiere jugar, vamos a jugar en mis términos. — Ordenó mientras ponía los papeles del rubio a un lado, dejo por ahí su pluma y tomo los papeles de la pelirroja, iba a llevárselos y de paso pedirle un favor. Su asistente quien había estado mirándolo de lejos, se mantuvo quieto y movió su cabeza asintiendo en la petición, no iba a mencionar nada más, quería evitar hacerlo enojar ya que notaba que su jefe no andaba nada bien desde que cierta rubia habia desaparecido sin decir nada.
    " 𝐁𝐞𝐧𝐝𝐢𝐭𝐨 𝐭𝐫𝐚𝐛𝐚𝐣𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢𝐞𝐫𝐝𝐚. " El agotamiento era visible. No había tenido descanso alguno desde hace días y su rostro reflejaba aquello. No solo tuvo que encargarse de "Limpiar" la ciudad, de los tipos que seguían a Rubí, si no también de verificar que los flujos de tráfico de drogas y armas, estuviera fluyendo de forma tranquila sin interrupciones por parte de la policía. Los múltiples negocios que manejaba crecían de forma rápida, gracias a un plan administrativo en la que trabajo Ryan. El problema era que tenía que comenzar a revisar ciertos papeles y asistir a ciertas reuniones de negocios que le quitaban horas de libertad y sueño, estaba totalmente irritado. Tenía que terminar con ello rápidamente si deseaba descansar cuando Ryan y Rubí se fueran de viaje por separado. Ambos eran esenciales para el manejo de la mafia, pero podría con ello solo. Terminó por apagar el cigarro que había estado consumiendo en el cenicero de su escritorio, y su vista se dirigío hacia las 3 filas de papeles que había ahí, esto era su peor pesadilla. — Проклятие... — Murmuró para si mismo. Dejo las cosas a un lado y se fijó en los papeles de permiso de vacaciones que tenía que firmar. Uno era de Rubí, que solicitaba sus vacaciones para irse al país más seguro de este planeta, Suiza. Esto para no solo mantenerse segura, si no porque también ya llegaba el día especial de ella. Tomó un bolígrafo y simplemente lo firmó para aceptar el permiso de vacaciones. Luego, miró los papeles de Ryan, Vanya le había dado la idea de que el rubio necesitaba sus vacaciones, estar en un ambiente totalmente diferente para poder sanar mentalmente. Era bien sabido que desde ese incidente con él psiquiatra, la cosas habían estado muy mal para él, tomar drogas felices no iban hacer la solución a este problema, él necesitaba poder estar en un ambiente sano que lo ayudara a salir del abismo en el que estaba atrapado, y aunque pudiera verse "normal" en realidad su amigo estaba sufriendo por ello. Estaba a punto de firmar los papeles cuando recibió un mensaje del susodicho, el cual leyó algo extrañado. "Hey! Mira que encontré" Junto al mensaje, había un vídeo, el cual termino por reproducir solo para escuchar la parte de una canción que decía : ¿Que paso con el que dijo que te amaba? ¿Acaso se fue y te ha dejado ilusionada? El teléfono terminó por caer al suelo, se mantuvo quieto mientras aún se escuchaba de fondo el resto de la canción. Hasta que simplemente comenzó a reír a carcajadas. — JAJAJA Maldito hijo de perra, agradece de que eres mi amigo y no te haya matado aún. — Miro los papeles con una sonrisa nada amistosa. Sus dedos golpeaban el escritorio de forma constantemente mientras miraba el papel de enfrente. No, no lo iba a firmar. Si quería esas vacaciones, se las tenía que ganar. — Marco, manda alistar las motos. Y envíale un mensaje a Ryan para verlo fuera de la ciudad, si quiere jugar, vamos a jugar en mis términos. — Ordenó mientras ponía los papeles del rubio a un lado, dejo por ahí su pluma y tomo los papeles de la pelirroja, iba a llevárselos y de paso pedirle un favor. Su asistente quien había estado mirándolo de lejos, se mantuvo quieto y movió su cabeza asintiendo en la petición, no iba a mencionar nada más, quería evitar hacerlo enojar ya que notaba que su jefe no andaba nada bien desde que cierta rubia habia desaparecido sin decir nada.
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  • A sus veintipocos, Carmina siempre responde lo mismo cuando alguien le pregunta si ha estado enamorada: "No, nunca. Nunca me ha pasado." Lo dice con una sonrisa y el tono de quien ha olvidado el sabor de ese sentimiento o de quien, simplemente, jamás lo ha probado. Y cualquiera podría creerle. Al menos hasta que Carmina se queda en silencio, y sus ojos, por unos instantes, parecen viajar a otro tiempo, a otras tardes donde el sol era más cálido y el aire olía a pan fresco.

    Cuando tenía diecisiete años, Carmina se enamoró de Nicolás, su vecino. Era el hijo mayor de la familia que administraba la panadería del vecindario, un lugar al que todos iban en busca de pan recién horneado y, para algunos, de una charla amable. Nicolás era un joven alto, de piel bronceada por el sol, con el cabello castaño largo y despeinado, y unos ojos negros que parecían guardar secretos y sueños. Él cuidaba de los gatos callejeros, que lo seguían por las calles como si fuera uno de ellos. Carmina, intrigada por su forma serena y bondadosa, se había acercado al principio por curiosidad, y luego por una conexión que no entendía del todo.

    Siempre se limitó a ser su amiga, a escucharle con atención cuando él hablaba de lo orgulloso que estaba de su familia o de sus planes para ayudar más en la panadería. Jamás confesó el cariño inmenso que sentía por él. ¿Para qué decirlo?, pensaba. Bastaba con estar cerca y compartir momentos sencillos, con esa paz que le traía el sonido de su voz o la risa que le escapaba cuando un gato le subía al hombro.

    Sin embargo, había momentos en que Nicolás parecía sentir lo mismo. A veces, él dejaba caer palabras tímidas o miradas que parecían decir más de lo que ella estaba dispuesta a aceptar. Como aquella vez, tras una tarde cuidando gatos, cuando se quedaron en silencio y Nicolás, con las mejillas levemente sonrojadas, le confesó que le gustaba estar cerca de ella. Carmina había desviado la mirada, riendo con nerviosismo, hablando de otra cosa, como si esas palabras no hubieran sido lo que realmente eran: una confesión disfrazada.

    La noche antes de que Nicolás desapareciera, él le había propuesto ir a tomar un café juntos el fin de semana. Carmina, con el corazón en la garganta, apenas pudo asentir, pensando que tal vez ese sería el momento en que ambos dejarían de esconder sus sentimientos. Pero el destino tenía otros planes.

    A la mañana siguiente, Nicolás ya no estaba. Desapareció sin dejar rastro, y aunque nadie sabía qué le había ocurrido exactamente, el vecindario asumió lo peor, al tratarse de un asunto que involucraba problemas con la mafia. Se decía que, sin tener culpa, se había visto atrapado en problemas por culpa de amigos que lo arrastraron sin quererlo a asuntos oscuros. Nicolás siempre fue un joven honesto y trabajador, alguien que quería ayudar a su familia, nada más. Carmina, al enterarse, sintió cómo su mundo se volvía gris. Las palabras de él, su invitación, resonaron en su mente como una broma amarga. Aquel café, aquella posibilidad, se desvaneció antes de poder ser real.

    La noticia le trajo también un eco doloroso del pasado. Recordó cómo su madre, años atrás, había arruinado la vida de su familia al involucrarse con un hombre que estaba ligado a la mafia. Carmina había crecido con el miedo constante de perderlo todo, de que el caos de esa vida secreta estallara un día y los devorara. Ahora, el ciclo parecía repetirse de un modo cruel, llevándose a Nicolás, otro inocente atrapado en una red de la que no pudo escapar.

    En las semanas que siguieron, Carmina visitaba la panadería en silencio, intentando mantenerse fuerte mientras veía a la familia de Nicolás seguir adelante con tristeza en los ojos. A veces, se acercaba a los gatos, los mismos que él había cuidado, como si en ellos pudiera encontrar algo de él, un último vestigio de aquel amor que guardó en silencio.

    Ahora, cuando alguien le pregunta si alguna vez se ha enamorado, Carmina recuerda el brillo de los ojos de Nicolás, sus palabras temblorosas y su invitación. Pero sigue negándolo, porque hablar de ese amor es como abrir una herida que aún no sana, una herida marcada por una promesa rota y una vida truncada por los errores de otros. Así, aquel amor permanece escondido entre las sombras de los años y en la fragancia del pan recién horneado que aún flota en su memoria.

    Sin embargo, guarda dos tesoros que no ha dejado que el tiempo borre: una de las pocas fotos que se tomaron juntos, donde él sonríe y la mira de reojo, y los gatos del vecindario, a quienes cuida como una promesa silenciosa, una manera de mantener vivo el recuerdo de aquel primer y único amor.
    A sus veintipocos, Carmina siempre responde lo mismo cuando alguien le pregunta si ha estado enamorada: "No, nunca. Nunca me ha pasado." Lo dice con una sonrisa y el tono de quien ha olvidado el sabor de ese sentimiento o de quien, simplemente, jamás lo ha probado. Y cualquiera podría creerle. Al menos hasta que Carmina se queda en silencio, y sus ojos, por unos instantes, parecen viajar a otro tiempo, a otras tardes donde el sol era más cálido y el aire olía a pan fresco. Cuando tenía diecisiete años, Carmina se enamoró de Nicolás, su vecino. Era el hijo mayor de la familia que administraba la panadería del vecindario, un lugar al que todos iban en busca de pan recién horneado y, para algunos, de una charla amable. Nicolás era un joven alto, de piel bronceada por el sol, con el cabello castaño largo y despeinado, y unos ojos negros que parecían guardar secretos y sueños. Él cuidaba de los gatos callejeros, que lo seguían por las calles como si fuera uno de ellos. Carmina, intrigada por su forma serena y bondadosa, se había acercado al principio por curiosidad, y luego por una conexión que no entendía del todo. Siempre se limitó a ser su amiga, a escucharle con atención cuando él hablaba de lo orgulloso que estaba de su familia o de sus planes para ayudar más en la panadería. Jamás confesó el cariño inmenso que sentía por él. ¿Para qué decirlo?, pensaba. Bastaba con estar cerca y compartir momentos sencillos, con esa paz que le traía el sonido de su voz o la risa que le escapaba cuando un gato le subía al hombro. Sin embargo, había momentos en que Nicolás parecía sentir lo mismo. A veces, él dejaba caer palabras tímidas o miradas que parecían decir más de lo que ella estaba dispuesta a aceptar. Como aquella vez, tras una tarde cuidando gatos, cuando se quedaron en silencio y Nicolás, con las mejillas levemente sonrojadas, le confesó que le gustaba estar cerca de ella. Carmina había desviado la mirada, riendo con nerviosismo, hablando de otra cosa, como si esas palabras no hubieran sido lo que realmente eran: una confesión disfrazada. La noche antes de que Nicolás desapareciera, él le había propuesto ir a tomar un café juntos el fin de semana. Carmina, con el corazón en la garganta, apenas pudo asentir, pensando que tal vez ese sería el momento en que ambos dejarían de esconder sus sentimientos. Pero el destino tenía otros planes. A la mañana siguiente, Nicolás ya no estaba. Desapareció sin dejar rastro, y aunque nadie sabía qué le había ocurrido exactamente, el vecindario asumió lo peor, al tratarse de un asunto que involucraba problemas con la mafia. Se decía que, sin tener culpa, se había visto atrapado en problemas por culpa de amigos que lo arrastraron sin quererlo a asuntos oscuros. Nicolás siempre fue un joven honesto y trabajador, alguien que quería ayudar a su familia, nada más. Carmina, al enterarse, sintió cómo su mundo se volvía gris. Las palabras de él, su invitación, resonaron en su mente como una broma amarga. Aquel café, aquella posibilidad, se desvaneció antes de poder ser real. La noticia le trajo también un eco doloroso del pasado. Recordó cómo su madre, años atrás, había arruinado la vida de su familia al involucrarse con un hombre que estaba ligado a la mafia. Carmina había crecido con el miedo constante de perderlo todo, de que el caos de esa vida secreta estallara un día y los devorara. Ahora, el ciclo parecía repetirse de un modo cruel, llevándose a Nicolás, otro inocente atrapado en una red de la que no pudo escapar. En las semanas que siguieron, Carmina visitaba la panadería en silencio, intentando mantenerse fuerte mientras veía a la familia de Nicolás seguir adelante con tristeza en los ojos. A veces, se acercaba a los gatos, los mismos que él había cuidado, como si en ellos pudiera encontrar algo de él, un último vestigio de aquel amor que guardó en silencio. Ahora, cuando alguien le pregunta si alguna vez se ha enamorado, Carmina recuerda el brillo de los ojos de Nicolás, sus palabras temblorosas y su invitación. Pero sigue negándolo, porque hablar de ese amor es como abrir una herida que aún no sana, una herida marcada por una promesa rota y una vida truncada por los errores de otros. Así, aquel amor permanece escondido entre las sombras de los años y en la fragancia del pan recién horneado que aún flota en su memoria. Sin embargo, guarda dos tesoros que no ha dejado que el tiempo borre: una de las pocas fotos que se tomaron juntos, donde él sonríe y la mira de reojo, y los gatos del vecindario, a quienes cuida como una promesa silenciosa, una manera de mantener vivo el recuerdo de aquel primer y único amor.
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