• Diario Semanal De Darküs Volkøv.

    Nunca me gustó que otros decidieran por mí, pero en este caso fue el padre de Lía quien selló el destino. Ese viejo cabrón me puso un arma invisible en la sien, me entregó a su hija como moneda de cambio y dejó claro que si no cumplía, había una bala de plata esperándome. Y no era solo la mía, también la de ella. Lo que hacía aún más sucio todo este trato.

    Él cree que al ponerla conmigo la protege, que nadie mejor que yo para cuidarla, para darle un futuro en un mundo lleno de traiciones y cuchillos en la oscuridad. Lo que no entiende —o quizá sí y no le importa— es que Lía no quiere saber nada de esto, no quiere una vida marcada por la mafia, ni por secretos, ni por amenazas. Ella solo quiere algo que yo jamás tuve, amor verdadero, libre de cadenas. Y ese no estaba en el contrato.

    Por eso la traje conmigo, por eso la retuve en la isla. No porque deseara ser su carcelero, sino porque era la única forma de salvarnos a los dos. Quería hacerlo bien, por las buenas, sin necesidad de imponerme. Y se lo dije, no me interesa romperla, me interesa que elija quedarse. Que se comprometa en aquella isla de los dos. Pero ella me devuelve odio y reproches, me recuerda a cada segundo que me ve como el verdugo que le arrebató la libertad molestándolo en cada palabra.

    Sé que no es fácil mirarla y no ceder, porque tiene fuego en la mirada y esa rebeldía me provoca más de lo que debería. Ella me reta, me insulta, me desafía, y en cada palabra me demuestra que no será fácil doblegarla. Y aun así, ahí está el problema: no quiero que se doblegue, quiero que me vea y elija, aunque seamos dos piezas de un ajedrez podrido.

    El tiempo se acaba y lo sé. Si no acepta, ambos tenemos una bala escrita con nuestros nombres. Y en mi mundo, no hay espacio para finales felices ni cuentos de hadas. Así que le di la opción, dejar que yo la convenza por las buenas, o arrastrarla por la fuerza. Porque lo que Lia no entiende es que su padre puede haberla usado como pieza, pero conmigo… conmigo no hay salida.

    Lia Russell
    Diario Semanal De Darküs Volkøv. Nunca me gustó que otros decidieran por mí, pero en este caso fue el padre de Lía quien selló el destino. Ese viejo cabrón me puso un arma invisible en la sien, me entregó a su hija como moneda de cambio y dejó claro que si no cumplía, había una bala de plata esperándome. Y no era solo la mía, también la de ella. Lo que hacía aún más sucio todo este trato. Él cree que al ponerla conmigo la protege, que nadie mejor que yo para cuidarla, para darle un futuro en un mundo lleno de traiciones y cuchillos en la oscuridad. Lo que no entiende —o quizá sí y no le importa— es que Lía no quiere saber nada de esto, no quiere una vida marcada por la mafia, ni por secretos, ni por amenazas. Ella solo quiere algo que yo jamás tuve, amor verdadero, libre de cadenas. Y ese no estaba en el contrato. Por eso la traje conmigo, por eso la retuve en la isla. No porque deseara ser su carcelero, sino porque era la única forma de salvarnos a los dos. Quería hacerlo bien, por las buenas, sin necesidad de imponerme. Y se lo dije, no me interesa romperla, me interesa que elija quedarse. Que se comprometa en aquella isla de los dos. Pero ella me devuelve odio y reproches, me recuerda a cada segundo que me ve como el verdugo que le arrebató la libertad molestándolo en cada palabra. Sé que no es fácil mirarla y no ceder, porque tiene fuego en la mirada y esa rebeldía me provoca más de lo que debería. Ella me reta, me insulta, me desafía, y en cada palabra me demuestra que no será fácil doblegarla. Y aun así, ahí está el problema: no quiero que se doblegue, quiero que me vea y elija, aunque seamos dos piezas de un ajedrez podrido. El tiempo se acaba y lo sé. Si no acepta, ambos tenemos una bala escrita con nuestros nombres. Y en mi mundo, no hay espacio para finales felices ni cuentos de hadas. Así que le di la opción, dejar que yo la convenza por las buenas, o arrastrarla por la fuerza. Porque lo que Lia no entiende es que su padre puede haberla usado como pieza, pero conmigo… conmigo no hay salida. [ripple_platinum_crow_772]
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  • Decisiones:


    << Se econtraba sentado en la silla detrás del escritorio en su oficina, aún se encontraba en Cagliari resolviendo algunos asuntos en la tierra de su familia, si es que así se le podría llamar. Aunque no tenía queja alguna de su hermana Elisabetta, realmente había sido bastante cálida con él en todo este tiempo que se mantenía acoplandose al ritmo de la familia, lo cual era algo sutil aunque enérgico, totalmente diferente de lo distante y frívolo que podía ser en el territorio ruso. Ya habían tenido algunos asuntos que atender juntos, aunque no del todo directo ante la alianza que terminó recientemente. Una alianza que, superficialmente le era indiferente y , al igual que ellos, inútil pues no había mucho beneficio de ello para ambas familias.

    Pensaba las cosas mientras se mecía en aquella silla giratoria, de arriba a bajo en las posibilidades que resultarían de que su esposa tuviese aquella reliquia entre sus manos ¿Realmente sería de ayuda para ella? ¿Su memoria regresaría? ¿Cambiarían las cosas entre ellos?

    Por otra parte, estaban los asuntos internos, en los que tenía que continuar manejando el pequeño proyecto de expansión que estaba orquestando en las sombras. Los disturbios en Rusia por el control de territorio comenzaba a intensificarse desde que un sujeto llamado Kiev comenzó a manifestarse en La Mafia Roja, haciendose llamar heredero legítimo de todo lo que se había estipulado en la hermandad. Mientras que Giovanni había comenzado desde abajo, subiendo lentamente y cobrando algunos favores que todavía le debían a su abuelo, aún cuando fueran veteranos de guerra y retirados de la KGB.

    Tenía que regresar a Rusia antes de que su ausencia se notara y comenzaran las invasiones. Además parecía que aquel mencionado sujeto, estaba totalemente interesado en el territorio que el hijo de Niccólo había conseguido en tierras rusas. Seguramente una disputa entre padres que ahora los hijos heredarían. Eso le causaba cierta molestia, y paranoia al creer que en cualquier momento su territorio, todo el trabajo que había hecho hasta ahora le fuese arrebatado. Realmente no le importaba el legado de su padre, pero si el trabajo que había realizado.

    Su mente estaba hecha un caos, pero por fuera, mostraba una serenidad inquebrantable, una resiliencia que incluso se compararía con los mismo glaciares de Siberia y que esta misma se mostraba en el claro de su mirada, mirada que se mantenía fija y decidida.

    Buscaba la mejor manera de proceder hasta que, repentinamente, el timbre del teléfono fijo comenzó a sonar ¿Quién podría ser? Seguro alguno de sus hombres, pues sólo ellos tenían el número directo de aquella oficina. Hasta ahora recordaba que había mandado a Dimitri junto a Sergei de regreso a Rusia para encargarse de las operaciones allá. Si, seguro era alguno de ellos. Tomó el teléfono con pocos deseos para así contestar dicha llamada.

    — Привет... —

    Dijo secamente. Del otro lado era Dimitri, quien tras un par de días encargandose de todo en San Petersburgo comenzó a informar la situación. Todo se encontraba en orden. Sin embargo, la situación cambió cuando escuchó mencionar la confirmación de que Kiev estaba ascendiendo lentamente e invalidando a cada miembro de la "Hermandad", algo que sin duda se expresó en el rostro del hijo de Di Vincenzo, su entrecejo estaba ligeramente fruncido y con ello algo de ira comenzó a surgir desde la boca del estómago.

    La conversación continuó, o mejor dicho, el reporte, ya que Giovanni tan solo se limitaba a escuchar y asentir tenuemente.

    — Han surgido inconvenientes manteniendo el territorio, hemos encontrado algunos infiltrados de ciertos grupos... — informó Dimitri estando él en alguno de los almacenes de la propiedad del italoruso.
    — ¿Y qué estas esperando? Ya sabes qué hacer... — replicó Giovanni con indiferencia.
    — ¿Qué hacemos con los voluntarios que quieren unirse? — cuestionó su mano derecha.
    — No habrá ingresos hasta nuevo aviso. — dijo Giovanni determinante. — Somete a los nuevos reclutas a interrogatorio. Ya sabes lo demás. —
    — Llegó un pedido nuevo. — agregó Dimitri hacia su jefe.
    — выплюнь это... — comentó.
    — Solicitan la búsqueda de un desertor: Máxim Kusminov... abandonó su puesto como piloto llevando recursos a tropas Ucranianas... — informó el pedido.
    — Encuéntralo y mátalo. — Ordenó Gio mientras miraba por la ventana en dirección al acantilado donde había paseado alguna vez con su esposa. Tras ello la llamada terminó y éste continuó con su momento de reflexión.

    — Ya comenzó... — >>
    Decisiones: << Se econtraba sentado en la silla detrás del escritorio en su oficina, aún se encontraba en Cagliari resolviendo algunos asuntos en la tierra de su familia, si es que así se le podría llamar. Aunque no tenía queja alguna de su hermana Elisabetta, realmente había sido bastante cálida con él en todo este tiempo que se mantenía acoplandose al ritmo de la familia, lo cual era algo sutil aunque enérgico, totalmente diferente de lo distante y frívolo que podía ser en el territorio ruso. Ya habían tenido algunos asuntos que atender juntos, aunque no del todo directo ante la alianza que terminó recientemente. Una alianza que, superficialmente le era indiferente y , al igual que ellos, inútil pues no había mucho beneficio de ello para ambas familias. Pensaba las cosas mientras se mecía en aquella silla giratoria, de arriba a bajo en las posibilidades que resultarían de que su esposa tuviese aquella reliquia entre sus manos ¿Realmente sería de ayuda para ella? ¿Su memoria regresaría? ¿Cambiarían las cosas entre ellos? Por otra parte, estaban los asuntos internos, en los que tenía que continuar manejando el pequeño proyecto de expansión que estaba orquestando en las sombras. Los disturbios en Rusia por el control de territorio comenzaba a intensificarse desde que un sujeto llamado Kiev comenzó a manifestarse en La Mafia Roja, haciendose llamar heredero legítimo de todo lo que se había estipulado en la hermandad. Mientras que Giovanni había comenzado desde abajo, subiendo lentamente y cobrando algunos favores que todavía le debían a su abuelo, aún cuando fueran veteranos de guerra y retirados de la KGB. Tenía que regresar a Rusia antes de que su ausencia se notara y comenzaran las invasiones. Además parecía que aquel mencionado sujeto, estaba totalemente interesado en el territorio que el hijo de Niccólo había conseguido en tierras rusas. Seguramente una disputa entre padres que ahora los hijos heredarían. Eso le causaba cierta molestia, y paranoia al creer que en cualquier momento su territorio, todo el trabajo que había hecho hasta ahora le fuese arrebatado. Realmente no le importaba el legado de su padre, pero si el trabajo que había realizado. Su mente estaba hecha un caos, pero por fuera, mostraba una serenidad inquebrantable, una resiliencia que incluso se compararía con los mismo glaciares de Siberia y que esta misma se mostraba en el claro de su mirada, mirada que se mantenía fija y decidida. Buscaba la mejor manera de proceder hasta que, repentinamente, el timbre del teléfono fijo comenzó a sonar ¿Quién podría ser? Seguro alguno de sus hombres, pues sólo ellos tenían el número directo de aquella oficina. Hasta ahora recordaba que había mandado a Dimitri junto a Sergei de regreso a Rusia para encargarse de las operaciones allá. Si, seguro era alguno de ellos. Tomó el teléfono con pocos deseos para así contestar dicha llamada. — Привет... — Dijo secamente. Del otro lado era Dimitri, quien tras un par de días encargandose de todo en San Petersburgo comenzó a informar la situación. Todo se encontraba en orden. Sin embargo, la situación cambió cuando escuchó mencionar la confirmación de que Kiev estaba ascendiendo lentamente e invalidando a cada miembro de la "Hermandad", algo que sin duda se expresó en el rostro del hijo de Di Vincenzo, su entrecejo estaba ligeramente fruncido y con ello algo de ira comenzó a surgir desde la boca del estómago. La conversación continuó, o mejor dicho, el reporte, ya que Giovanni tan solo se limitaba a escuchar y asentir tenuemente. — Han surgido inconvenientes manteniendo el territorio, hemos encontrado algunos infiltrados de ciertos grupos... — informó Dimitri estando él en alguno de los almacenes de la propiedad del italoruso. — ¿Y qué estas esperando? Ya sabes qué hacer... — replicó Giovanni con indiferencia. — ¿Qué hacemos con los voluntarios que quieren unirse? — cuestionó su mano derecha. — No habrá ingresos hasta nuevo aviso. — dijo Giovanni determinante. — Somete a los nuevos reclutas a interrogatorio. Ya sabes lo demás. — — Llegó un pedido nuevo. — agregó Dimitri hacia su jefe. — выплюнь это... — comentó. — Solicitan la búsqueda de un desertor: Máxim Kusminov... abandonó su puesto como piloto llevando recursos a tropas Ucranianas... — informó el pedido. — Encuéntralo y mátalo. — Ordenó Gio mientras miraba por la ventana en dirección al acantilado donde había paseado alguna vez con su esposa. Tras ello la llamada terminó y éste continuó con su momento de reflexión. — Ya comenzó... — >>
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  • ༒☬ 𝐋𝐄𝐓'𝐒 𝐏𝐋𝐀𝐘 𝐀 𝐋𝐈𝐓𝐓𝐋𝐄 ☬༒

    ──𝐕𝐚𝐲𝐚… 𝐚ú𝐧 𝐬𝐢𝐠𝐮𝐞𝐬 𝐯𝐢𝐯𝐨, 𝐡𝐢𝐣𝐨 𝐝𝐞 𝐩𝐞𝐫𝐫𝐚. 𝐑𝐞𝐚𝐥𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐭𝐞 𝐞𝐬𝐭á𝐬 𝐯𝐨𝐥𝐯𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐮𝐧𝐚 𝐦𝐨𝐥𝐞𝐬𝐭𝐢𝐚.


    La primera vez que lo vio fue hace casi diez años, aunque para una mente fragmentada como la suya aquello se sentía como si hubiera ocurrido apenas cuatro. Y sin embargo, lo recordaba con una claridad incómoda, no por el contexto ni por lo que se dijeron, sino por lo que sintió.

    Lo primero que pensó de él fue simple y directo:

    "Este tipo es escalofriante".

    Había algo en su forma de estar… algo que no encajaba en ningún patrón lógico. Ryan no tenía la mirada de un hombre común, ni la de un asesino ordinario. Era otra cosa. Rozaba la psicopatía, pensó entonces. Una bestia disfrazada de cortesía, con esa sonrisa ambigua y esa calma tan antinatural que ponía los nervios de punta. Un hombre que podía estar contemplando una obra de arte… o planificando una ejecución, y nadie notaría la diferencia.


    Мне следовало сломать ему шею, когда я мог.


    No solo le parecía poco confiable. Le parecía peligroso en un sentido mucho más profundo, como si no tuviera emociones o, peor aún, como si supiera fingirlas a la perfección. Kiev lo había observado con desconfianza desde el primer momento y, con los años, esa percepción no mejoró… solo se volvió más compleja. Aprendió a trabajar a su lado, a leerlo en parte, pero jamás dejó de pensar que Ryan era mucho peor que él. Solo que este gustaba pintarse de maldito santo.

    Y eso ya era decir bastante.

    . . .

    "Eres igual a ese bastardo…"

    Como una broma enferma del destino, las palabras del italiano regresaron a su memoria justo cuando sostenía la cabeza ensangrentada de uno de los bastardos con el que lidiaba, su sonrisa se borró instantáneamente . Su agarre vaciló un segundo, no por duda, sino porque eso le provocó una rabia profunda que se expandió como un incendio. Lo sostuvo con más fuerza y lo estampó contra el pavimento en un solo movimiento seco, sin titubeos.

    El crujido fue visceral, desagradable para cualquiera que no estuviera sumergido en su mundo, pero para él sonó como romper una galleta. Su respiración se agitó. Los ojos platinados se mantuvieron fijos en el cuerpo que presentaba espasmos frente a él. No dijo nada. Solo observó hasta que el movimiento cesó, luego murmuró con fastidio:

    — Qué porquería.

    Hizo una breve cruz en el aire y se incorporó. Bastó un gesto de su mano para que sus hombres entendieran. En segundos el cuerpo fue envuelto en plástico, preparado para desaparecer como basura. Kiev se apartó unos metros, la espalda doliéndole por haber dormido en el sillón la noche anterior.

    Cruzó el salón hasta el balcón. Afuera, la ciudad de Monkov se extendía como un océano de luces y humo. Estaba ahí por contratos y para asegurar un territorio que ya dominaba, pero las tensiones en Rusia crecían y cada movimiento era una pieza más en un tablero que no podía permitirse perder.

    Respiró el aire frío. Sintió cómo sus pulmones se llenaban y el cuerpo parecía aligerarse.
    — Marcos… llama a esos cuatro. Necesito que vayan a San Petersburgo a averiguar algo —ordenó con calma mientras se quitaba los guantes. Sacó una navaja del bolsillo y se hizo un corte en la palma, observando cómo la sangre brotaba rápido antes de que la carne comenzara a cerrarse poco a poco. Sonrió apenas—. Bueno, al menos esto ya funciona como debe.

    Guardó la navaja y añadió con un tono sarcástico:
    — Y vigila a esa señorita por mí… esa mujer va a hacer explotar algo en cualquier momento.

    Aquella питунья era más una bomba que humana. Aunque, para ser justos, le había ayudado a conseguir información clave sobre su país natal. No se había dado cuenta al principio, pero había contratado a una bomba humana sin medir las consecuencias. Y eso significaba una sola cosa: debía controlarla antes de que todo se viniera abajo.

    Iría el mismo, pero tenía a una gala que asistir. Una de esas reuniones en las que tendría que encontrarse con otros integrantes de la mafia roja.

    Lo que tenía que hacer era simple, hacerles acordar quien era el perro de quien.
    ༒☬ 𝐋𝐄𝐓'𝐒 𝐏𝐋𝐀𝐘 𝐀 𝐋𝐈𝐓𝐓𝐋𝐄 ☬༒ ──𝐕𝐚𝐲𝐚… 𝐚ú𝐧 𝐬𝐢𝐠𝐮𝐞𝐬 𝐯𝐢𝐯𝐨, 𝐡𝐢𝐣𝐨 𝐝𝐞 𝐩𝐞𝐫𝐫𝐚. 𝐑𝐞𝐚𝐥𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐭𝐞 𝐞𝐬𝐭á𝐬 𝐯𝐨𝐥𝐯𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐮𝐧𝐚 𝐦𝐨𝐥𝐞𝐬𝐭𝐢𝐚. La primera vez que lo vio fue hace casi diez años, aunque para una mente fragmentada como la suya aquello se sentía como si hubiera ocurrido apenas cuatro. Y sin embargo, lo recordaba con una claridad incómoda, no por el contexto ni por lo que se dijeron, sino por lo que sintió. Lo primero que pensó de él fue simple y directo: "Este tipo es escalofriante". Había algo en su forma de estar… algo que no encajaba en ningún patrón lógico. Ryan no tenía la mirada de un hombre común, ni la de un asesino ordinario. Era otra cosa. Rozaba la psicopatía, pensó entonces. Una bestia disfrazada de cortesía, con esa sonrisa ambigua y esa calma tan antinatural que ponía los nervios de punta. Un hombre que podía estar contemplando una obra de arte… o planificando una ejecución, y nadie notaría la diferencia. Мне следовало сломать ему шею, когда я мог. No solo le parecía poco confiable. Le parecía peligroso en un sentido mucho más profundo, como si no tuviera emociones o, peor aún, como si supiera fingirlas a la perfección. Kiev lo había observado con desconfianza desde el primer momento y, con los años, esa percepción no mejoró… solo se volvió más compleja. Aprendió a trabajar a su lado, a leerlo en parte, pero jamás dejó de pensar que Ryan era mucho peor que él. Solo que este gustaba pintarse de maldito santo. Y eso ya era decir bastante. . . . "Eres igual a ese bastardo…" Como una broma enferma del destino, las palabras del italiano regresaron a su memoria justo cuando sostenía la cabeza ensangrentada de uno de los bastardos con el que lidiaba, su sonrisa se borró instantáneamente . Su agarre vaciló un segundo, no por duda, sino porque eso le provocó una rabia profunda que se expandió como un incendio. Lo sostuvo con más fuerza y lo estampó contra el pavimento en un solo movimiento seco, sin titubeos. El crujido fue visceral, desagradable para cualquiera que no estuviera sumergido en su mundo, pero para él sonó como romper una galleta. Su respiración se agitó. Los ojos platinados se mantuvieron fijos en el cuerpo que presentaba espasmos frente a él. No dijo nada. Solo observó hasta que el movimiento cesó, luego murmuró con fastidio: — Qué porquería. Hizo una breve cruz en el aire y se incorporó. Bastó un gesto de su mano para que sus hombres entendieran. En segundos el cuerpo fue envuelto en plástico, preparado para desaparecer como basura. Kiev se apartó unos metros, la espalda doliéndole por haber dormido en el sillón la noche anterior. Cruzó el salón hasta el balcón. Afuera, la ciudad de Monkov se extendía como un océano de luces y humo. Estaba ahí por contratos y para asegurar un territorio que ya dominaba, pero las tensiones en Rusia crecían y cada movimiento era una pieza más en un tablero que no podía permitirse perder. Respiró el aire frío. Sintió cómo sus pulmones se llenaban y el cuerpo parecía aligerarse. — Marcos… llama a esos cuatro. Necesito que vayan a San Petersburgo a averiguar algo —ordenó con calma mientras se quitaba los guantes. Sacó una navaja del bolsillo y se hizo un corte en la palma, observando cómo la sangre brotaba rápido antes de que la carne comenzara a cerrarse poco a poco. Sonrió apenas—. Bueno, al menos esto ya funciona como debe. Guardó la navaja y añadió con un tono sarcástico: — Y vigila a esa señorita por mí… esa mujer va a hacer explotar algo en cualquier momento. Aquella питунья era más una bomba que humana. Aunque, para ser justos, le había ayudado a conseguir información clave sobre su país natal. No se había dado cuenta al principio, pero había contratado a una bomba humana sin medir las consecuencias. Y eso significaba una sola cosa: debía controlarla antes de que todo se viniera abajo. Iría el mismo, pero tenía a una gala que asistir. Una de esas reuniones en las que tendría que encontrarse con otros integrantes de la mafia roja. Lo que tenía que hacer era simple, hacerles acordar quien era el perro de quien.
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  • ¡HEY, FICROLERS 3D!
    ¡Hoy tenemos una gran llegada de nuevos personajes 3D a la comunidad!

    Denle una cálida bienvenida a...

    ㅤㅤㅤㅤㅤ Jayden Bjørn

    Jayden Bjørn, 21 años, heredero legítimo de la mafia más poderosa de Shanghai. Coqueto, mujeriego y alérgico al compromiso, vive bajo su propia regla: “Solo el más fuerte prevalece.” Estudiante de día, serpiente letal de noche. El respeto lo sigue… y el peligro también.


    ㅤㅤㅤㅤㅤ Lyon Black

    Lyon Black, 23 años, 1.80 m. Asexual y arromántico. Vampiro caníbal que solo bebe sangre de su propia especie, vive cazando a otros como él por puro placer. Estudiante de biología, sarcástico, intenso y manipulador, convierte la caza en un juego... y siempre juega para ganar.


    ¡Bienvenid@s a FicRol! Nos alegra muchísimo teneros por aquí. Esta comunidad está llena de historias por descubrir, personajes con los que conectar y mucho espacio para que desarrolléis los vuestros a vuestro ritmo.


    Yo soy Caroline, vuestra RolSage, algo así como una guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada!


    Antes de lanzaros al rol, os dejo por aquí algunos enlaces útiles que os harán la vida más fácil:


    Normas básicas de la plataforma:
    https://ficrol.com/static/guidelines 


    Guías y miniguías para no perderse:
    https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS 


    Grupo exclusivo para Personajes 3D:
    https://ficrol.com/groups/Personajes3D


    Directorios para encontrar rol y fandoms afines
    Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS  
    Fandoms 3D en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL 

    Consejos para mejorar escritura y narración
    https://ficrol.com/pages/RinconEscritor 


    ¡Estamos deseando ver a vuestros personajes en acción!


    #RolSage3D #Bienvenida3D #NuevosPersonajes3D #ComunidadFicRol
    ✨ ¡HEY, FICROLERS 3D! ✨ ¡Hoy tenemos una gran llegada de nuevos personajes 3D a la comunidad! 🎉 Denle una cálida bienvenida a... ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [eclipse_peach_crab_963] Jayden Bjørn, 21 años, heredero legítimo de la mafia más poderosa de Shanghai. Coqueto, mujeriego y alérgico al compromiso, vive bajo su propia regla: “Solo el más fuerte prevalece.” Estudiante de día, serpiente letal de noche. El respeto lo sigue… y el peligro también. ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [tempest_indigo_spider_103] Lyon Black, 23 años, 1.80 m. Asexual y arromántico. Vampiro caníbal que solo bebe sangre de su propia especie, vive cazando a otros como él por puro placer. Estudiante de biología, sarcástico, intenso y manipulador, convierte la caza en un juego... y siempre juega para ganar. 👋 ¡Bienvenid@s a FicRol! Nos alegra muchísimo teneros por aquí. Esta comunidad está llena de historias por descubrir, personajes con los que conectar y mucho espacio para que desarrolléis los vuestros a vuestro ritmo. 🧙‍♀️ Yo soy Caroline, vuestra RolSage, algo así como una guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada! 🧭 Antes de lanzaros al rol, os dejo por aquí algunos enlaces útiles que os harán la vida más fácil: 📌 Normas básicas de la plataforma: 🔗 https://ficrol.com/static/guidelines  📖 Guías y miniguías para no perderse: 🔗 https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS  🌍 Grupo exclusivo para Personajes 3D: 🔗 https://ficrol.com/groups/Personajes3D 📚 Directorios para encontrar rol y fandoms afines 🔗 Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS   🔗 Fandoms 3D en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL  ✍️ Consejos para mejorar escritura y narración 🔗 https://ficrol.com/pages/RinconEscritor  ¡Estamos deseando ver a vuestros personajes en acción! 🚀🔥 #RolSage3D #Bienvenida3D #NuevosPersonajes3D #ComunidadFicRol
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  • ❝ — 𝑬𝒏𝒕𝒐𝒏𝒄𝒆𝒔 ¿𝑬𝒔 𝒖𝒏 𝒕𝒓𝒂𝒕𝒐? ❞




    Fue de un cerrar de ojos

    Un día atendía papeles mientras Kiev aún no despertaba, Ryan se había ido, sin dejar una nota, ni una palabra, absolutamente nada.

    Aunque sabía que el rescate de Kiev lo había afectado de sobremanera, no creyó que terminaría provocando un mal dentro de su cabeza, algo que terminaría atormentandolo.

    Trato de hablar, pero ella era la menos indicada para hacerlo, porque también tenía sus propios problemas.

    Su ausencia ocurrió de la nada. Estaba cansada y exhausta, había tomado el control de todo de forma repentina para que la mafia no cayera, ordenó documentos, firmó contratos, controló los negocios, cuidó de Kiev como si fuera su enfermera, y las dudas la carcomían lentamente... ¿por qué no despertaba?, ¿por qué sus heridas no sanaban?, ¿por qué parecía tan simple, tan tranquilo? Su cuerpo no sanaba, parecía un simple mortal...


    Fue una de tanta noches, bebía unas copas, mientras hablaba con Kyo, su supuesta libertad se convirtió en una trampa, en un agujero oscuro que no vio venir. Alguien a quien consideraba un amigo, lo más cercano a ello.

    Cuando sus ojos se abrieron, estaba dentro de una casa antigua con arquitectura japonesa, todo era demasiado silencioso, demasiado ajeno

    Fue la primera alerta

    Buscó a alguien, a cualquiera, y cuando una mujer abrió la boca, el idioma japonés se le clavó como una daga en el oído

    La habían secuestrado y la habían llevado a un país donde no entendía el idioma, donde no tenía poder, donde no era nadie

    — ¡Voy a matarte, Ryo! — gritó con rabia

    Su cabello rojo era un desastre, su respiración desordenada, y los extraños la miraban como si fuera un espectro fuera de lugar.

    Se había olvidado de lo lejos que Kyo estaba dispuesto a llegar para sacarla del camino, alejarla tanto de Kiev como de Ryan, y lo había logrado, porque aunque Ryan fue el primero en desaparecer, a ella la empujaron aún más lejos

    ¿Qué tan difícil podía ser sobrevivir a esto?

    Esperó durante tres días la llegada del japonés, pero ninguna sombra se acercó, no tenía dinero, ni identificación, ni un contacto, ni un maldito plan para regresar a Albania

    Era un desastre, y no solo por fuera

    Intentó conseguir dinero, buscar salidas, improvisar, pero todo era ajeno, todo era hostil, todo estaba en su contra

    Y al final, terminó por involucrarse con los yakuza, fue inevitable, uno de ellos intentó tocarla y sin pensarlo le rompió el brazo, y cuando el resto vino a buscar explicaciones, ya era tarde

    No tuvo más opción que hundirse en ese mundo, meterse en los bajos fondos, adaptarse, ensuciarse, sobrevivir con lo poco que tenía, con lo que recordaba, con las ganas de volver a casa y verlos de nuevo

    Días, semanas, meses

    Todo era una cuenta regresiva


    — .... —

    El humo se disipaba con tranquilidad mientras ella lo observaba, solo tenía que terminar el contrato, solo eso y nada más.

    Estaba en una habitación japonesa, sentada con elegancia, vestía una yukata roja que dejaba parte de sus hombros al descubierto, el cabello recogido a medias, su piel marcada por el cansancio pero su sonrisa intacta, los dedos firmes alrededor de la pipa que encendía con lentitud, la mirada tranquila de quien lleva dentro una tormenta

    — ¿Es un trato? — sus labios soltaron las palabras tan suaves como venenosos mientras caminaba alrededor del hombre que tenía frente a ella, sus pasos suaves, calculados, su tono dulce como veneno — te lo prometo... esto te traerá más beneficios a ti que a mí. — Sus dedos recorrieron los hombros ajenos.

    El humo se escapaba de sus labios con naturalidad mientras se agachaba para sentarse, la yukata se deslizaba lo justo para jugar con su atención, su presencia era un arma, y ese hombre no tenía idea de en qué momento había bajado la guardia

    Estaba acompañado, claro, pero Rubi no se inmutó, los observó con la serenidad de quien ya había hecho esto muchas veces

    No podía decir nada más, cualquier palabra de más lo arruinaría, solo le quedaban unas frases suaves, una sonrisa y esa forma suya de mentir como si no lo hiciera, aunque sus dedos se aferraban a la tela roja que la envolvía.

    — Bien, es un trato — dijo él, haciendo un gesto japonés con la cabeza

    Rubi sonrió, como si acabara de escuchar una melodía perfecta. Aplaudió suavemente, juntó las manos con elegancia.

    Los hombres ingresaron a la sala con los papeles. El sello. El final.

    ¿Estaba contenta?
    Más que eso.
    El contrato era el precio exacto de su libertad.
    Su pasaje de regreso.

    Y mientras firmaban, aquella pregunta flotó por su cabeza, silenciosa, cálida y dolorosa:

    ¿Cómo estarían los chicos...?
    ❝ — 𝑬𝒏𝒕𝒐𝒏𝒄𝒆𝒔 ¿𝑬𝒔 𝒖𝒏 𝒕𝒓𝒂𝒕𝒐? ❞ Fue de un cerrar de ojos Un día atendía papeles mientras Kiev aún no despertaba, Ryan se había ido, sin dejar una nota, ni una palabra, absolutamente nada. Aunque sabía que el rescate de Kiev lo había afectado de sobremanera, no creyó que terminaría provocando un mal dentro de su cabeza, algo que terminaría atormentandolo. Trato de hablar, pero ella era la menos indicada para hacerlo, porque también tenía sus propios problemas. Su ausencia ocurrió de la nada. Estaba cansada y exhausta, había tomado el control de todo de forma repentina para que la mafia no cayera, ordenó documentos, firmó contratos, controló los negocios, cuidó de Kiev como si fuera su enfermera, y las dudas la carcomían lentamente... ¿por qué no despertaba?, ¿por qué sus heridas no sanaban?, ¿por qué parecía tan simple, tan tranquilo? Su cuerpo no sanaba, parecía un simple mortal... Fue una de tanta noches, bebía unas copas, mientras hablaba con Kyo, su supuesta libertad se convirtió en una trampa, en un agujero oscuro que no vio venir. Alguien a quien consideraba un amigo, lo más cercano a ello. Cuando sus ojos se abrieron, estaba dentro de una casa antigua con arquitectura japonesa, todo era demasiado silencioso, demasiado ajeno Fue la primera alerta Buscó a alguien, a cualquiera, y cuando una mujer abrió la boca, el idioma japonés se le clavó como una daga en el oído La habían secuestrado y la habían llevado a un país donde no entendía el idioma, donde no tenía poder, donde no era nadie — ¡Voy a matarte, Ryo! — gritó con rabia Su cabello rojo era un desastre, su respiración desordenada, y los extraños la miraban como si fuera un espectro fuera de lugar. Se había olvidado de lo lejos que Kyo estaba dispuesto a llegar para sacarla del camino, alejarla tanto de Kiev como de Ryan, y lo había logrado, porque aunque Ryan fue el primero en desaparecer, a ella la empujaron aún más lejos ¿Qué tan difícil podía ser sobrevivir a esto? Esperó durante tres días la llegada del japonés, pero ninguna sombra se acercó, no tenía dinero, ni identificación, ni un contacto, ni un maldito plan para regresar a Albania Era un desastre, y no solo por fuera Intentó conseguir dinero, buscar salidas, improvisar, pero todo era ajeno, todo era hostil, todo estaba en su contra Y al final, terminó por involucrarse con los yakuza, fue inevitable, uno de ellos intentó tocarla y sin pensarlo le rompió el brazo, y cuando el resto vino a buscar explicaciones, ya era tarde No tuvo más opción que hundirse en ese mundo, meterse en los bajos fondos, adaptarse, ensuciarse, sobrevivir con lo poco que tenía, con lo que recordaba, con las ganas de volver a casa y verlos de nuevo Días, semanas, meses Todo era una cuenta regresiva — .... — El humo se disipaba con tranquilidad mientras ella lo observaba, solo tenía que terminar el contrato, solo eso y nada más. Estaba en una habitación japonesa, sentada con elegancia, vestía una yukata roja que dejaba parte de sus hombros al descubierto, el cabello recogido a medias, su piel marcada por el cansancio pero su sonrisa intacta, los dedos firmes alrededor de la pipa que encendía con lentitud, la mirada tranquila de quien lleva dentro una tormenta — ¿Es un trato? — sus labios soltaron las palabras tan suaves como venenosos mientras caminaba alrededor del hombre que tenía frente a ella, sus pasos suaves, calculados, su tono dulce como veneno — te lo prometo... esto te traerá más beneficios a ti que a mí. — Sus dedos recorrieron los hombros ajenos. El humo se escapaba de sus labios con naturalidad mientras se agachaba para sentarse, la yukata se deslizaba lo justo para jugar con su atención, su presencia era un arma, y ese hombre no tenía idea de en qué momento había bajado la guardia Estaba acompañado, claro, pero Rubi no se inmutó, los observó con la serenidad de quien ya había hecho esto muchas veces No podía decir nada más, cualquier palabra de más lo arruinaría, solo le quedaban unas frases suaves, una sonrisa y esa forma suya de mentir como si no lo hiciera, aunque sus dedos se aferraban a la tela roja que la envolvía. — Bien, es un trato — dijo él, haciendo un gesto japonés con la cabeza Rubi sonrió, como si acabara de escuchar una melodía perfecta. Aplaudió suavemente, juntó las manos con elegancia. Los hombres ingresaron a la sala con los papeles. El sello. El final. ¿Estaba contenta? Más que eso. El contrato era el precio exacto de su libertad. Su pasaje de regreso. Y mientras firmaban, aquella pregunta flotó por su cabeza, silenciosa, cálida y dolorosa: ¿Cómo estarían los chicos...?
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  • [ 𝑬𝒔𝒕𝒆 𝒕𝒊𝒑𝒐 𝒔𝒊 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒂𝒃𝒆 𝒄ó𝒎𝒐 𝒑𝒐𝒏𝒆𝒓𝒎𝒆 𝒅𝒆 𝒎𝒂𝒍 𝒉𝒖𝒎𝒐𝒓. — 𝐑𝐎𝐔𝐋𝐄𝐓𝐓𝐄 𝐑𝐔𝐒𝐒𝐀 ]



    Ryan podía parecer tranquilo. Un hombre social, abierto, incluso relajado a simple vista. Había perfeccionado esa personalidad con el tiempo, esa fachada que lo mostraba como alguien más: el caballero encantador, el tipo que sabe escuchar, que sabe sonreír en el momento justo. Lo suficientemente pulido para que muchos olvidaran que sus manos estaban manchadas con la sangre de inocentes y culpables por igual. Algo que muchas personas pasaron por alto cuando lo conocían.

    A veces, incluso él se preguntaba si los demás estaban realmente bien de la cabeza. ¿Cómo podían confiar tan rápido? ¿Cómo podían relajarse ante una sonrisa y un par de bromas sin sentido? No entendía esa parte del mundo. Pero al menos le servía. Esa fachada le permitía estudiar a las personas con calma. Porque para él, la confianza no era algo que se ofrecía. Se ganaba. Y a pocos, muy pocos, se les permitía cruzar esa línea.

    Giovanni, el hermano de Elisabetta, no era uno de ellos. Ni siquiera entraba en la categoría de “detestables”. Simplemente le era irrelevante. Un nombre más. Una sombra más. No tenía valor ni afecto por él y su único recuerdo de él fue cuando le disparó en aquel día que fue a por Yuki. Un evento que había sucedido hace ya varios meses en realidad.

    Entonces… ¿por qué, demonios, le estaba enviando una advertencia?

    Su muerte le importaba poco, pero habían ciertas personas que si le importarian, personas que a él llegaron a importarle en su tiempo. Y que además, había sido él quien lo puso en la lista negra del ruso cuando llevo los documentos a la italiana para el rompimiento de tratado de alianza. Lo sentenció indirectamente.

    Días después del incidente con Kiev, había intentado contactarlo. Después de todo, una amistad de años no podía romperse tan fácilmente. O al menos, eso creyó. Pero no pudo acercarse. No sin que la sangre de sus hombres y los del ruso terminara regada en los jardines de la mansión. No había forma de negociar con los perros que custodiaban la entrada. Sabía cuándo no valía la pena forzar las cosas.

    Así que optó por lo que sabía hacer mejor: moverse en las sombras. Envió hombres discretos, infiltrados, para vigilar los pasos del ruso. Lo suficiente para confirmar lo que ya sospechaba: Kiev había abandonado el país rumbo a Rusia. Y no solo eso, sino que ya había tomado el mando de la Mafia Roja. La herencia maldita de sus antepasados comunistas. El poder que tanto había intentado evitar… ahora lo poseía por completo.

    Ryan, sentado tras su escritorio, tenía el revólver en la mano derecha. Jugaba con él. Con esa calma que a muchos les parecía aterradora. Frente a él, un hombre atado a una silla, con la boca ensangrentada y los ojos desorbitados.

    — Empieza —ordenó con voz baja, sin apartar la mirada del arma, sus dedos se movían con agilidad sobre el arma. No usaba guantes, está era de las pocas veces que podía estar relajado sin tener que temer que alguien notara su piel fría.

    Bruno, a su izquierda, sostenía un informe. Sus ojos no dudaron en bajar la mirada hacia el papel mientras comenzaba a leer con voz clara y pausada:

    —El informe confirma que el señor Romalsko ha estado vigilando sus movimientos desde que despertó. Registros bancarios, llamadas, reuniones. Incluso personas con las que ha cruzado palabras en eventos públicos han sido investigadas. Lo del evento con aquel investigador y con la señorita que conoció en la fiesta que fue con el señor Romalsko.

    La mirada del rubio vaciló está vez. Sus manos se detuvieron cuando introducía una bala al escuchar estos casos, solo basto unos segundos para continuar, cerró el tambor. Lo giró.

    Apretó el gatillo y... nada. El tambor giró de nuevo.

    —Incluyendo a la señorita Di Vincenzo y a su hermano en la mira, Giovanni.

    Nuevamente sonó un "click" pero ninguna gota de Sangre se derramó.

    Ryan alzó una ceja. Ladeó la cabeza hacia el traidor frente a él. El hombre ya no hablaba. Solo temblaba. Si que había tenido suerte.

    —¿Y la carta? —preguntó Ryan con desinterés, como si el arma no estuviera apuntando a una cabeza.

    —Fue enviada. Un hombre encubierto se aseguró de que llegara a manos de la señorita Di Vincenzo. Evitamos cualquier cruce con la vigilancia del ruso.

    La carta, aunque a vista simple un papel cualquiera era una advertencia para que Giovanni no metiera las narices donde no debía. Si lo hacía, no habría marcha atrás. Y también servía como coartada. Ryan no quería que lo arrastraran al infierno de una guerra que no le correspondía. Aún no. Tenía planes más urgentes: volver a Italia, tomar lo que era suyo, poner en orden la peste que su familia había dejado. No podía permitirse tener a los Di Vincenzo como enemigos antes siquiera de haber pisado tierras italianas.

    —Bien hecho. Pero asegúrate de que llegue. Si Kiev la intercepta... estamos jodidos, ese hombre me tomará como enemigo y las cosas terminarán por empeorar. — Apoyó el cañón del revólver en la frente del traidor.

    —También tenemos nuevos nombres —agregó Bruno, pasando al siguiente informe—. Siete contratados por los Di Conti. Cinco desconocidos. Uno de los nuestros. Y el último... un fantasma. Sin rostro. Sin huella. Se mueve mejor que los otros seis juntos.

    Ryan chasqueó la lengua. Giró el tambor por última vez. El traidor sollozaba, ahogándose en sus propias lágrimas.

    —Demasiado ruido por cosas que deberían haber quedado enterradas —musitó.

    Apuntó. No dudo y la sangre por fin salpicó.

    El sonido resonó en la sala como un final inevitable.

    Ryan se inclinó hacia atrás, apoyando el revólver en el escritorio.Su cabello estaba algo desordenado, sus ojos se cerraron, inspiró hondo. Habían sucedido tantas cosas que lo estaban impacientando, aquello que terminaba por volver una piedra molesta en su zapato.

    Que un gato le mordiera un pie era incluso más cómodo que esto.

    —Limpia esto. — Dijo reincorporándose. Estaba agotado, necesitaba un descanso de todo esto.

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    || El user está vivo, con vacaciones desde el lunes pero ayudando con unos asuntos importantes, un amigo se rompió el pie(?). En otras noticias, logré recuperar el Word hace poco en dónde tenía las respuestas de algunos roles que extrañaba por contestar, ya me estoy poniendo las pilas para aprovechar este tiempo, lamento realmente la demora.

    Un abrazo, con todo cariño, el user de Ryan.
    [ 𝑬𝒔𝒕𝒆 𝒕𝒊𝒑𝒐 𝒔𝒊 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒂𝒃𝒆 𝒄ó𝒎𝒐 𝒑𝒐𝒏𝒆𝒓𝒎𝒆 𝒅𝒆 𝒎𝒂𝒍 𝒉𝒖𝒎𝒐𝒓. — 𝐑𝐎𝐔𝐋𝐄𝐓𝐓𝐄 𝐑𝐔𝐒𝐒𝐀 ] Ryan podía parecer tranquilo. Un hombre social, abierto, incluso relajado a simple vista. Había perfeccionado esa personalidad con el tiempo, esa fachada que lo mostraba como alguien más: el caballero encantador, el tipo que sabe escuchar, que sabe sonreír en el momento justo. Lo suficientemente pulido para que muchos olvidaran que sus manos estaban manchadas con la sangre de inocentes y culpables por igual. Algo que muchas personas pasaron por alto cuando lo conocían. A veces, incluso él se preguntaba si los demás estaban realmente bien de la cabeza. ¿Cómo podían confiar tan rápido? ¿Cómo podían relajarse ante una sonrisa y un par de bromas sin sentido? No entendía esa parte del mundo. Pero al menos le servía. Esa fachada le permitía estudiar a las personas con calma. Porque para él, la confianza no era algo que se ofrecía. Se ganaba. Y a pocos, muy pocos, se les permitía cruzar esa línea. Giovanni, el hermano de Elisabetta, no era uno de ellos. Ni siquiera entraba en la categoría de “detestables”. Simplemente le era irrelevante. Un nombre más. Una sombra más. No tenía valor ni afecto por él y su único recuerdo de él fue cuando le disparó en aquel día que fue a por Yuki. Un evento que había sucedido hace ya varios meses en realidad. Entonces… ¿por qué, demonios, le estaba enviando una advertencia? Su muerte le importaba poco, pero habían ciertas personas que si le importarian, personas que a él llegaron a importarle en su tiempo. Y que además, había sido él quien lo puso en la lista negra del ruso cuando llevo los documentos a la italiana para el rompimiento de tratado de alianza. Lo sentenció indirectamente. Días después del incidente con Kiev, había intentado contactarlo. Después de todo, una amistad de años no podía romperse tan fácilmente. O al menos, eso creyó. Pero no pudo acercarse. No sin que la sangre de sus hombres y los del ruso terminara regada en los jardines de la mansión. No había forma de negociar con los perros que custodiaban la entrada. Sabía cuándo no valía la pena forzar las cosas. Así que optó por lo que sabía hacer mejor: moverse en las sombras. Envió hombres discretos, infiltrados, para vigilar los pasos del ruso. Lo suficiente para confirmar lo que ya sospechaba: Kiev había abandonado el país rumbo a Rusia. Y no solo eso, sino que ya había tomado el mando de la Mafia Roja. La herencia maldita de sus antepasados comunistas. El poder que tanto había intentado evitar… ahora lo poseía por completo. Ryan, sentado tras su escritorio, tenía el revólver en la mano derecha. Jugaba con él. Con esa calma que a muchos les parecía aterradora. Frente a él, un hombre atado a una silla, con la boca ensangrentada y los ojos desorbitados. — Empieza —ordenó con voz baja, sin apartar la mirada del arma, sus dedos se movían con agilidad sobre el arma. No usaba guantes, está era de las pocas veces que podía estar relajado sin tener que temer que alguien notara su piel fría. Bruno, a su izquierda, sostenía un informe. Sus ojos no dudaron en bajar la mirada hacia el papel mientras comenzaba a leer con voz clara y pausada: —El informe confirma que el señor Romalsko ha estado vigilando sus movimientos desde que despertó. Registros bancarios, llamadas, reuniones. Incluso personas con las que ha cruzado palabras en eventos públicos han sido investigadas. Lo del evento con aquel investigador y con la señorita que conoció en la fiesta que fue con el señor Romalsko. La mirada del rubio vaciló está vez. Sus manos se detuvieron cuando introducía una bala al escuchar estos casos, solo basto unos segundos para continuar, cerró el tambor. Lo giró. Apretó el gatillo y... nada. El tambor giró de nuevo. —Incluyendo a la señorita Di Vincenzo y a su hermano en la mira, Giovanni. Nuevamente sonó un "click" pero ninguna gota de Sangre se derramó. Ryan alzó una ceja. Ladeó la cabeza hacia el traidor frente a él. El hombre ya no hablaba. Solo temblaba. Si que había tenido suerte. —¿Y la carta? —preguntó Ryan con desinterés, como si el arma no estuviera apuntando a una cabeza. —Fue enviada. Un hombre encubierto se aseguró de que llegara a manos de la señorita Di Vincenzo. Evitamos cualquier cruce con la vigilancia del ruso. La carta, aunque a vista simple un papel cualquiera era una advertencia para que Giovanni no metiera las narices donde no debía. Si lo hacía, no habría marcha atrás. Y también servía como coartada. Ryan no quería que lo arrastraran al infierno de una guerra que no le correspondía. Aún no. Tenía planes más urgentes: volver a Italia, tomar lo que era suyo, poner en orden la peste que su familia había dejado. No podía permitirse tener a los Di Vincenzo como enemigos antes siquiera de haber pisado tierras italianas. —Bien hecho. Pero asegúrate de que llegue. Si Kiev la intercepta... estamos jodidos, ese hombre me tomará como enemigo y las cosas terminarán por empeorar. — Apoyó el cañón del revólver en la frente del traidor. —También tenemos nuevos nombres —agregó Bruno, pasando al siguiente informe—. Siete contratados por los Di Conti. Cinco desconocidos. Uno de los nuestros. Y el último... un fantasma. Sin rostro. Sin huella. Se mueve mejor que los otros seis juntos. Ryan chasqueó la lengua. Giró el tambor por última vez. El traidor sollozaba, ahogándose en sus propias lágrimas. —Demasiado ruido por cosas que deberían haber quedado enterradas —musitó. Apuntó. No dudo y la sangre por fin salpicó. El sonido resonó en la sala como un final inevitable. Ryan se inclinó hacia atrás, apoyando el revólver en el escritorio.Su cabello estaba algo desordenado, sus ojos se cerraron, inspiró hondo. Habían sucedido tantas cosas que lo estaban impacientando, aquello que terminaba por volver una piedra molesta en su zapato. Que un gato le mordiera un pie era incluso más cómodo que esto. —Limpia esto. — Dijo reincorporándose. Estaba agotado, necesitaba un descanso de todo esto. 10 9 8 || El user está vivo, con vacaciones desde el lunes pero ayudando con unos asuntos importantes, un amigo se rompió el pie(?). En otras noticias, logré recuperar el Word hace poco en dónde tenía las respuestas de algunos roles que extrañaba por contestar, ya me estoy poniendo las pilas para aprovechar este tiempo, lamento realmente la demora. Un abrazo, con todo cariño, el user de Ryan.
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  • #Hospital
    #Médico
    #Mafia

    Mafia surgery.


    Pasaron las horas y la cirugía en la que varios médicos se encontraban y por la cual el hospital estaba vigilado por varios guardaespaldas había terminado. Se trataba de una persona herida de bala en estado de critico, suficiente para darle atención inmediata. Pero a ellos les ordenaron operarlo pronto y no dejar que muriera.

    Algunos médicos con mayor experiencia sudaban en cada paso, en cada mínimo detalle. Incluso al extraer las balas no era de una manera limpia. Asher pensó que eso estaba mal y en medio de la cirugía, detuvo a su médico tutor con el que no se llavaba bien, se ofreció a hacerlo y éste un poco reacio le dió lugar.

    Aunque habían más de cuatro médicos experimentados, le dejaron una cirugía importante a un novato y aún residente, pero nadie tenía que saberlo. Había observado esos procedimientos una y otra vez, había estudiado cada parte interna y externa del cuerpo humano, había memorizado lo que debía y no hacerse, incluso lo que no debía estudiar y era de otras áreas.

    Su mano no tembló al sacar las balas, tampoco al limpiar las heridas por lo que se encontraba destrozado, ni al saturar. Incluso cuando estaba usando sus instrumentos médicos cerca del órgano vital; el corazón y lo miró palpitar abiertamente. En su lugar, fue completamente decidido y rápido. Como si éste paciente importante fuese como cualquier otro y así era, era un simple humano para él.

    Después de las horas, la cirugía fue un rotundo éxito y en lugar de felicitarlo, felicitaron a su tutor por "sus buenas enseñanzas". Asher suspiró profundamente, tampoco buscaba el reconocimiento. Se limpió el sudor de la frente. Fue su primera operación. Sus manos estaban manchadas de sangre, incluyendo traje azul. Quería salir de la sala quirúrgica cuánto antes y darse un adecuado aseo físico. Los demás médicos se encargarían de darles la noticia al personal de ese paciente.

    Tiró sus guantes en un basurero y se fue a cambiar a los vestidores, deshaciéndose también del traje.

    Aunque no parecía, estaba feliz por haber obtenido éxito, aunque su expresión era neutral. Pero su corazón latía de emoción por la adrenalina anterior, fue una nueva experiencia para él y sin dudar volvería a repetirla.
    #Hospital #Médico #Mafia Mafia surgery. Pasaron las horas y la cirugía en la que varios médicos se encontraban y por la cual el hospital estaba vigilado por varios guardaespaldas había terminado. Se trataba de una persona herida de bala en estado de critico, suficiente para darle atención inmediata. Pero a ellos les ordenaron operarlo pronto y no dejar que muriera. Algunos médicos con mayor experiencia sudaban en cada paso, en cada mínimo detalle. Incluso al extraer las balas no era de una manera limpia. Asher pensó que eso estaba mal y en medio de la cirugía, detuvo a su médico tutor con el que no se llavaba bien, se ofreció a hacerlo y éste un poco reacio le dió lugar. Aunque habían más de cuatro médicos experimentados, le dejaron una cirugía importante a un novato y aún residente, pero nadie tenía que saberlo. Había observado esos procedimientos una y otra vez, había estudiado cada parte interna y externa del cuerpo humano, había memorizado lo que debía y no hacerse, incluso lo que no debía estudiar y era de otras áreas. Su mano no tembló al sacar las balas, tampoco al limpiar las heridas por lo que se encontraba destrozado, ni al saturar. Incluso cuando estaba usando sus instrumentos médicos cerca del órgano vital; el corazón y lo miró palpitar abiertamente. En su lugar, fue completamente decidido y rápido. Como si éste paciente importante fuese como cualquier otro y así era, era un simple humano para él. Después de las horas, la cirugía fue un rotundo éxito y en lugar de felicitarlo, felicitaron a su tutor por "sus buenas enseñanzas". Asher suspiró profundamente, tampoco buscaba el reconocimiento. Se limpió el sudor de la frente. Fue su primera operación. Sus manos estaban manchadas de sangre, incluyendo traje azul. Quería salir de la sala quirúrgica cuánto antes y darse un adecuado aseo físico. Los demás médicos se encargarían de darles la noticia al personal de ese paciente. Tiró sus guantes en un basurero y se fue a cambiar a los vestidores, deshaciéndose también del traje. Aunque no parecía, estaba feliz por haber obtenido éxito, aunque su expresión era neutral. Pero su corazón latía de emoción por la adrenalina anterior, fue una nueva experiencia para él y sin dudar volvería a repetirla.
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    En la vida de un demonio, más específico mitad demonio, mitad humano el amor eran cosas triviales y dentro de la mafia solo era aún problema más del que preocuparte, amenidades de las que cuáles no debía preocuparme

    "El amor es una distracción Dante "

    Esas fueron las palabras de mi padre antes de terminar con la vida de una mujer de la que según el yo estaba enamorado, poco me importo y no me dolió.

    Acostumbrado a las reglas de mi padre no había por qué el amor o el interés por alguien fuera algo de lo que me preocupara, hasta que ella apareció, así como totales desconocidos que desconocían la existencia uno del otro empezando como dos personas que no se soportaban ni siquiera verse a esto ... Yo con ansiedad en mi escritorio porque no eh podido tocarla inclusive tocar su cabello o sentir la calidez de su piel, había estado yendo a su universidad con el único anhelo de verla, y así era podía verla de lejos, pero cuando intentaba acercarme uno de sus tías o su madre estaba cerca, me sentía como un perro regañado.

    — Jefe ... Los chicos están listos — agrego Lukas interrumpiendo mis pensamientos y era lo mejor si no me volvería loco

    —Si vámonos— me fui junto a Lukas a el auto para poder ir a el punto de reunión con un informante que resultó ser una rata más, apenas salimos subí a el auto para manejar. Ok Lukas y Jonathan detrás mio en sus motocicletas era de noche así que esto debía ser rápido.

    Y debía despejarme de todo esto.

    Casi como una burla de dios la casa a la que íbamos a ir a "hablar" era frente la casa de Effie.

    — esto debe ser una maldita broma—
    Dije apenas me estacione soltando un suspiro mientras bajaba de la casa mirando el humbral de su puerta con nostalgia recordando aquellos momentos

    En la vida de un demonio, más específico mitad demonio, mitad humano el amor eran cosas triviales y dentro de la mafia solo era aún problema más del que preocuparte, amenidades de las que cuáles no debía preocuparme "El amor es una distracción Dante " Esas fueron las palabras de mi padre antes de terminar con la vida de una mujer de la que según el yo estaba enamorado, poco me importo y no me dolió. Acostumbrado a las reglas de mi padre no había por qué el amor o el interés por alguien fuera algo de lo que me preocupara, hasta que ella apareció, así como totales desconocidos que desconocían la existencia uno del otro empezando como dos personas que no se soportaban ni siquiera verse a esto ... Yo con ansiedad en mi escritorio porque no eh podido tocarla inclusive tocar su cabello o sentir la calidez de su piel, había estado yendo a su universidad con el único anhelo de verla, y así era podía verla de lejos, pero cuando intentaba acercarme uno de sus tías o su madre estaba cerca, me sentía como un perro regañado. — Jefe ... Los chicos están listos — agrego Lukas interrumpiendo mis pensamientos y era lo mejor si no me volvería loco —Si vámonos— me fui junto a Lukas a el auto para poder ir a el punto de reunión con un informante que resultó ser una rata más, apenas salimos subí a el auto para manejar. Ok Lukas y Jonathan detrás mio en sus motocicletas era de noche así que esto debía ser rápido. Y debía despejarme de todo esto. Casi como una burla de dios la casa a la que íbamos a ir a "hablar" era frente la casa de Effie. — esto debe ser una maldita broma— Dije apenas me estacione soltando un suspiro mientras bajaba de la casa mirando el humbral de su puerta con nostalgia recordando aquellos momentos
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  • ༒☬𝐈𝐒 𝐂𝐎𝐌𝐈𝐍𝐆☬༒

    ── 𝐕𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞ñ𝐨, 𝐯𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐚 𝐝𝐨𝐦𝐢𝐧𝐚𝐫 𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨. ──


    Kiev observaba con desinterés el jet privado que estaba a punto de abordar. El destino era claro: Rusia. El aire fresco rozaba su rostro helado mientras su mirada se perdía en el cielo, algo ausente.

    Entonces sintió algo junto a sus pies. Se giró lentamente, solo para encontrar al pequeño perro ahí, ese cachorro que había encontrado en la mansión. Supuestamente era su mascota, aunque aún no entendía cómo era posible que aquel animal no creciera considerando el tiempo en que se le dijo que habia estado. Había llamado a un veterinario, pero su salud estaba completamente normal, no se sabia su raza, pero aun así se lo quedó.

    Miro al cachorro unos segundos aun extrañado, lo tomó entre sus manos, con cuidado de no arrugar el traje hecho a medida, el que habia mandado hacer, algo que no solia hacer, pero lo vio necesario.

    Fue entonces cuando uno de sus hombres se acercó con un par de guantes de cuero negro.

    —Señor, aquí tiene. —Marcos extendió el par de guantes hacia él.

    Kiev dejó al cachorro en brazos de su asistente antes de tomar los guantes. Comenzó a colocárselos uno por uno, pero al hacerlo, notó un pequeño bulto en uno de ellos: el anillo seguía ahí, persistente.

    —Una vez que llegue, Iván te lo informará. Encárgate del resto. Y no te olvides de llevarme el informe. Para cuando llegues, quiero todo listo. —murmuró el ruso, tomando nuevamente al cachorro.

    —Entendido. Pero… ¿era necesario llevarse al cachorro? Puede quedarse con nosotros —sugirió el asistente.

    Kiev lo miró con una ceja alzada, como si acabara de ofenderlo gravemente.

    —Es mío. Lo cuidaré yo. No seas metido. — Con tranquilidad dejo al pequeño cachorro en el suelo, quien un movia la cola animado. — Nos vemos, Marcos. Y no olvides informar de mi partida a esas personas —sentenció, con tono seco.

    Dos hombres se acercaron y lo escoltaron. Kiev comenzó a caminar hacia el jet. El pequeño cachorro trotaban a su lado, siguiendo sus pasos hacia el futuro que lo esperaba.

    Moscú.
    La sede principal de la Mafia Roja.

    II Paso a informar que ya me pondré al día con los roles. Tuve un pequeño incidente con una respuesta larga de 7 párrafos que estaba escribiendo para responder, pero se me terminó borrando, y el User entró en depresión, ¿?. Contestare de a poco en poco.
    ༒☬𝐈𝐒 𝐂𝐎𝐌𝐈𝐍𝐆☬༒ ── 𝐕𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞ñ𝐨, 𝐯𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐚 𝐝𝐨𝐦𝐢𝐧𝐚𝐫 𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨. ── Kiev observaba con desinterés el jet privado que estaba a punto de abordar. El destino era claro: Rusia. El aire fresco rozaba su rostro helado mientras su mirada se perdía en el cielo, algo ausente. Entonces sintió algo junto a sus pies. Se giró lentamente, solo para encontrar al pequeño perro ahí, ese cachorro que había encontrado en la mansión. Supuestamente era su mascota, aunque aún no entendía cómo era posible que aquel animal no creciera considerando el tiempo en que se le dijo que habia estado. Había llamado a un veterinario, pero su salud estaba completamente normal, no se sabia su raza, pero aun así se lo quedó. Miro al cachorro unos segundos aun extrañado, lo tomó entre sus manos, con cuidado de no arrugar el traje hecho a medida, el que habia mandado hacer, algo que no solia hacer, pero lo vio necesario. Fue entonces cuando uno de sus hombres se acercó con un par de guantes de cuero negro. —Señor, aquí tiene. —Marcos extendió el par de guantes hacia él. Kiev dejó al cachorro en brazos de su asistente antes de tomar los guantes. Comenzó a colocárselos uno por uno, pero al hacerlo, notó un pequeño bulto en uno de ellos: el anillo seguía ahí, persistente. —Una vez que llegue, Iván te lo informará. Encárgate del resto. Y no te olvides de llevarme el informe. Para cuando llegues, quiero todo listo. —murmuró el ruso, tomando nuevamente al cachorro. —Entendido. Pero… ¿era necesario llevarse al cachorro? Puede quedarse con nosotros —sugirió el asistente. Kiev lo miró con una ceja alzada, como si acabara de ofenderlo gravemente. —Es mío. Lo cuidaré yo. No seas metido. — Con tranquilidad dejo al pequeño cachorro en el suelo, quien un movia la cola animado. — Nos vemos, Marcos. Y no olvides informar de mi partida a esas personas —sentenció, con tono seco. Dos hombres se acercaron y lo escoltaron. Kiev comenzó a caminar hacia el jet. El pequeño cachorro trotaban a su lado, siguiendo sus pasos hacia el futuro que lo esperaba. Moscú. La sede principal de la Mafia Roja. II Paso a informar que ya me pondré al día con los roles. Tuve un pequeño incidente con una respuesta larga de 7 párrafos que estaba escribiendo para responder, pero se me terminó borrando, y el User entró en depresión, ¿?. Contestare de a poco en poco.
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  • Había viajado a Alemania para resolver ciertos asuntos que venían perturbando a los Di Vincenzo. El territorio italiano les pertenecía, pero los alemanes comenzaban, poco a poco, a disputarles terreno. La rubia no estaba dispuesta a permitirlo, así que decidió enfrentar directamente al líder de la mafia alemana, el reconocido Klaus Reichenbach.

    Sabía que nada sería fácil. El primer intento de asesinato se dio la misma noche de su llegada, en el hotel donde se hospedaba. Mientras se desvestía para tomar una ducha, percibió algo extraño. Una sombra, apenas visible, se ocultaba entre las puertas entreabiertas del inmenso clóset.

    Una sonrisa ladeada asomó en sus labios. Con la rapidez y destreza que la caracterizaban, se abalanzó sobre el intruso, lo sacó de su escondite y lo arrojó al suelo con fuerza, colocando su pie—todavía con zapatillas—sobre su garganta.

    —Vaya, qué seguridad tan lamentable tiene este lugar —soltó con desprecio—. ¿De verdad pensaste que soy solo una muñeca de porcelana sin cerebro? No, cariño... no soy solo eso.

    Con un gesto frío y calculado, retiró el pie de su garganta y lo ayudó a levantarse con una aparente cortesía que helaba la sangre.

    —Ahora lárgate, y dile a ese pendejo que no va a impedir que le arranque las tripas. Y si no lo haces… te buscaré, y te las sacaré a ti.

    Le abrió la puerta con elegancia, como si lo estuviera despidiendo de una reunión de negocios, y esperó en silencio hasta que abandonara la habitación.
    Había viajado a Alemania para resolver ciertos asuntos que venían perturbando a los Di Vincenzo. El territorio italiano les pertenecía, pero los alemanes comenzaban, poco a poco, a disputarles terreno. La rubia no estaba dispuesta a permitirlo, así que decidió enfrentar directamente al líder de la mafia alemana, el reconocido Klaus Reichenbach. Sabía que nada sería fácil. El primer intento de asesinato se dio la misma noche de su llegada, en el hotel donde se hospedaba. Mientras se desvestía para tomar una ducha, percibió algo extraño. Una sombra, apenas visible, se ocultaba entre las puertas entreabiertas del inmenso clóset. Una sonrisa ladeada asomó en sus labios. Con la rapidez y destreza que la caracterizaban, se abalanzó sobre el intruso, lo sacó de su escondite y lo arrojó al suelo con fuerza, colocando su pie—todavía con zapatillas—sobre su garganta. —Vaya, qué seguridad tan lamentable tiene este lugar —soltó con desprecio—. ¿De verdad pensaste que soy solo una muñeca de porcelana sin cerebro? No, cariño... no soy solo eso. Con un gesto frío y calculado, retiró el pie de su garganta y lo ayudó a levantarse con una aparente cortesía que helaba la sangre. —Ahora lárgate, y dile a ese pendejo que no va a impedir que le arranque las tripas. Y si no lo haces… te buscaré, y te las sacaré a ti. Le abrió la puerta con elegancia, como si lo estuviera despidiendo de una reunión de negocios, y esperó en silencio hasta que abandonara la habitación.
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