**El Puño de Kengan**
El sonido de los guantes golpeando el saco resonaba en el gimnasio, como un tambor marcando el ritmo de la guerra. Takeru lanzaba combinaciones rápidas, ganchos y jabs que partían el aire con precisión quirúrgica. Sus músculos tensos, su mirada fija. No había descanso, solo pelea.
—¡Más rápido, carajo! —gruñó Christopher, su entrenador, mientras golpeaba el suelo con el zapato—. ¡Si te duermes, te arrancarán la cabeza en el Kengan!
Takeru detuvo sus golpes, girando el rostro con el ceño fruncido.
—¿El Kengan?
Christopher sacó un cigarro del bolsillo y lo encendió con un encendedor de plata. Exhaló el humo lentamente antes de hablar.
—El Torneo de Aniquilación Kengan. Un evento clandestino donde las empresas pelean por el control de la economía japonesa. Nada de jueces, nada de reglas, solo peleas a muerte para decidir quién manda.
Takeru tomó una toalla, limpiándose el sudor del rostro.
—¿Y qué tengo que ver yo con eso?
Christopher sonrió con su expresión de lobo viejo.
—Seiryu, la empresa de licores, necesita un luchador. Su CEO, Hideo Tanba, es un viejo amigo. Me pidió un peleador de confianza. Alguien que pueda ganar.
El boxeador dejó escapar una risa seca.
—¿Y tú crees que yo puedo?
—No creo. Lo sé —respondió Christopher con un tono implacable—. Pero deja de pensar que esto es solo boxeo. Aquí pelearás contra asesinos, monstruos, gente que no tiene miedo de arrancarte los brazos si es necesario.
Takeru pasó una mano por su cabello, sonriendo con confianza.
—Suena divertido. ¿Cuándo empiezo?
Christopher apagó el cigarro con la suela de su zapato.
—en tres meses en la noche. No quiero que me hagas quedar como un idiota, así que asegúrate de no morir.
Takeru cerró los puños. No tenía intenciones de perder. Si el destino le daba la oportunidad de pelear en el Kengan, haría que cada golpe suyo retumbara en toda la maldita economía de Japón.
Paso el tiempo hasta que el momento llegó Takeru tenía un cambio físico completo y como el mismo decía, (No abandonaré mi estilo, les demostrare, LOS DESTRUIRE CON MI BOXEO).
**El Puño de Kengan**
El sonido de los guantes golpeando el saco resonaba en el gimnasio, como un tambor marcando el ritmo de la guerra. Takeru lanzaba combinaciones rápidas, ganchos y jabs que partían el aire con precisión quirúrgica. Sus músculos tensos, su mirada fija. No había descanso, solo pelea.
—¡Más rápido, carajo! —gruñó Christopher, su entrenador, mientras golpeaba el suelo con el zapato—. ¡Si te duermes, te arrancarán la cabeza en el Kengan!
Takeru detuvo sus golpes, girando el rostro con el ceño fruncido.
—¿El Kengan?
Christopher sacó un cigarro del bolsillo y lo encendió con un encendedor de plata. Exhaló el humo lentamente antes de hablar.
—El Torneo de Aniquilación Kengan. Un evento clandestino donde las empresas pelean por el control de la economía japonesa. Nada de jueces, nada de reglas, solo peleas a muerte para decidir quién manda.
Takeru tomó una toalla, limpiándose el sudor del rostro.
—¿Y qué tengo que ver yo con eso?
Christopher sonrió con su expresión de lobo viejo.
—Seiryu, la empresa de licores, necesita un luchador. Su CEO, Hideo Tanba, es un viejo amigo. Me pidió un peleador de confianza. Alguien que pueda ganar.
El boxeador dejó escapar una risa seca.
—¿Y tú crees que yo puedo?
—No creo. Lo sé —respondió Christopher con un tono implacable—. Pero deja de pensar que esto es solo boxeo. Aquí pelearás contra asesinos, monstruos, gente que no tiene miedo de arrancarte los brazos si es necesario.
Takeru pasó una mano por su cabello, sonriendo con confianza.
—Suena divertido. ¿Cuándo empiezo?
Christopher apagó el cigarro con la suela de su zapato.
—en tres meses en la noche. No quiero que me hagas quedar como un idiota, así que asegúrate de no morir.
Takeru cerró los puños. No tenía intenciones de perder. Si el destino le daba la oportunidad de pelear en el Kengan, haría que cada golpe suyo retumbara en toda la maldita economía de Japón.
Paso el tiempo hasta que el momento llegó Takeru tenía un cambio físico completo y como el mismo decía, (No abandonaré mi estilo, les demostrare, LOS DESTRUIRE CON MI BOXEO).