• *Shinn caminaba por la noche ante la ligera nevada que caía.*

    —Desde lo de Clive se perdió el control, y sinceramente no estoy muy seguro de que sea mi turno, pero igual tengo que venir...

    *Pero Shinn también sabe lo de las mandarinas.*
    *Shinn caminaba por la noche ante la ligera nevada que caía.* —Desde lo de Clive se perdió el control, y sinceramente no estoy muy seguro de que sea mi turno, pero igual tengo que venir... *Pero Shinn también sabe lo de las mandarinas.*
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  • « Vuelta a casa »
    𝐌𝖾𝗅𝗂𝗇𝖺 𝐅𝗂𝗋𝖾𝖻𝗅𝗈𝗈𝗆

    Era la primera nevada del año; aquel manto blanco, virgen, se tiñó de carmesí en aquel ocaso. Los Kamis los habían castigado, como a un perro desobediente que reta a su amo.

    Sus últimas palabras y pensamientos fueron volver a casa. No sabía cuántos días habían pasado; en el mundo de los espíritus la noche siempre era perpetua, por lo que no fue consciente del tiempo que pasó fuera.

    Recordó ser arropado por los brazos de Inari, y segundos después, tras sus últimas palabras, sentir que el frío del invierno lo abrazaba. Apareció en el exterior del templo, boca arriba sobre el manto blanco que había viajado con aquella primera nevada. Sintió incluso alivio al sentir la frescura sobre su piel lacerada. Aún así, el dolor le había robado el aliento; eso sumado a la falta de comida, agua y sueño durante días, había hecho que finalmente colapsara. Pero tras unos largos segundos, con el poco hilo de voz que le quedaba, pudo decir una sola cosa.

    - Me...Melina....-

    « Vuelta a casa » [Fire.bl00m] Era la primera nevada del año; aquel manto blanco, virgen, se tiñó de carmesí en aquel ocaso. Los Kamis los habían castigado, como a un perro desobediente que reta a su amo. Sus últimas palabras y pensamientos fueron volver a casa. No sabía cuántos días habían pasado; en el mundo de los espíritus la noche siempre era perpetua, por lo que no fue consciente del tiempo que pasó fuera. Recordó ser arropado por los brazos de Inari, y segundos después, tras sus últimas palabras, sentir que el frío del invierno lo abrazaba. Apareció en el exterior del templo, boca arriba sobre el manto blanco que había viajado con aquella primera nevada. Sintió incluso alivio al sentir la frescura sobre su piel lacerada. Aún así, el dolor le había robado el aliento; eso sumado a la falta de comida, agua y sueño durante días, había hecho que finalmente colapsara. Pero tras unos largos segundos, con el poco hilo de voz que le quedaba, pudo decir una sola cosa. - Me...Melina....-
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  • *Clive continúa su viaje sin rumbo para pasar de largo.
    Se puso a cabalgar luego de descansar siguiendo el curso del río, el cual atravesaba el bosque.
    Cuando encontró un buen lugar para montar la tienda se puso a ello, pero entonces encontró que su capa se había rasgado.
    La experiencia lo había preparado para ese tipo de situaciones, por lo que se puso a coser su capa. Se apresuraba para aprovechar la luz del sol que quedaba, pero era difícil porque la aguja estaba curveada.
    Pero perseveró en su tarea y consiguió arreglar la capa, aunque la aguja se rompió.*

    -Aaaah... Andar errante no es tan fácil...
    *Clive continúa su viaje sin rumbo para pasar de largo. Se puso a cabalgar luego de descansar siguiendo el curso del río, el cual atravesaba el bosque. Cuando encontró un buen lugar para montar la tienda se puso a ello, pero entonces encontró que su capa se había rasgado. La experiencia lo había preparado para ese tipo de situaciones, por lo que se puso a coser su capa. Se apresuraba para aprovechar la luz del sol que quedaba, pero era difícil porque la aguja estaba curveada. Pero perseveró en su tarea y consiguió arreglar la capa, aunque la aguja se rompió.* -Aaaah... Andar errante no es tan fácil...
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  • *¡Seguir adelante!
    Clive ha llegado a esa resolución. Sigue siendo doloroso el hecho de que aquella chica de las mandarinas decidió irse. Pero por mucho que se lamente, ella no volverá. Al menos, no por ahora...
    Clive decide que esperará a descubrir si las últimas palabras de ella se volverán realidad o no. Pero mientras lo hace, sabe que no puede quedarse estancado en el dolor.
    Por eso decidió cabalgar un poco más durante la noche, antes de detenerse a acampar para descansar. La noche es fría y oscura, pero con sus poderes de fuego se ilumina el camino.
    Además, recuerda las palabras que escuchó antes de comenzar esta cabalgata nocturna, de una mujer con ojos de color ámbar.*

    [Si las personas están hechas para usted, volverán tarde o temprano, son ausencias momentáneas... Y, si no es el caso, lo mejor que puede hacer es seguir adelante, es lo más sano para usted.]

    *Son palabras con cierta sabiduría que hay que aprovechar...*
    *¡Seguir adelante! Clive ha llegado a esa resolución. Sigue siendo doloroso el hecho de que aquella chica de las mandarinas decidió irse. Pero por mucho que se lamente, ella no volverá. Al menos, no por ahora... Clive decide que esperará a descubrir si las últimas palabras de ella se volverán realidad o no. Pero mientras lo hace, sabe que no puede quedarse estancado en el dolor. Por eso decidió cabalgar un poco más durante la noche, antes de detenerse a acampar para descansar. La noche es fría y oscura, pero con sus poderes de fuego se ilumina el camino. Además, recuerda las palabras que escuchó antes de comenzar esta cabalgata nocturna, de una mujer con ojos de color ámbar.* [Si las personas están hechas para usted, volverán tarde o temprano, son ausencias momentáneas... Y, si no es el caso, lo mejor que puede hacer es seguir adelante, es lo más sano para usted.] *Son palabras con cierta sabiduría que hay que aprovechar...*
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  • *Así pues, aquella chica de las mandarinas le dijo a Clive que volvería a irse. Clive se puso muy triste, pero le dijo que respetaría su decisión.
    Cayó la noche, y ambos fueron a descansar. Pero al despertar Clive no encontró a la chica. Ella se había ido, y sólo había dejado una de sus frutas atrás, a manera de promesa de que algún día se volverían a encontrar.*
    *Clive estaba triste y decaído. La había reencontrado luego de tanto tiempo, sólo para que ella se volviera a ir...*

    -Últimamente... Me parece que estoy rodeado de mujeres a las que no les importa cómo me siento...

    *Clive mira al cielo cuando el sol se pone, y en él ve a aquella chica...*

    -¿Realmente... podremos volver a encontrarnos?
    *Así pues, aquella chica de las mandarinas le dijo a Clive que volvería a irse. Clive se puso muy triste, pero le dijo que respetaría su decisión. Cayó la noche, y ambos fueron a descansar. Pero al despertar Clive no encontró a la chica. Ella se había ido, y sólo había dejado una de sus frutas atrás, a manera de promesa de que algún día se volverían a encontrar.* *Clive estaba triste y decaído. La había reencontrado luego de tanto tiempo, sólo para que ella se volviera a ir...* -Últimamente... Me parece que estoy rodeado de mujeres a las que no les importa cómo me siento... *Clive mira al cielo cuando el sol se pone, y en él ve a aquella chica...* -¿Realmente... podremos volver a encontrarnos?
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  • *Así es que Clive cruzó ese campo desconocido con su caballo, dirigiéndose a la meseta que le parecía familiar. Y en efecto, llegó hasta el lugar que conocía, donde encontró a una chica recogiendo mandarinas de un árbol, tal como esperaba.
    ¡Cuán feliz sorpresa volver a encontrar a aquella muchacha!
    Así es que Clive tuvo una conversación animada con ella, porque habían dejado muchas cosas pendientes.
    Sin embargo, las cosas que ella le dijo no le resultaron del todo agradables. Más bien fueron un poco duras...*

    //Estúpida ia que tiene que "censurar" las cosas

    *Así es que Clive cruzó ese campo desconocido con su caballo, dirigiéndose a la meseta que le parecía familiar. Y en efecto, llegó hasta el lugar que conocía, donde encontró a una chica recogiendo mandarinas de un árbol, tal como esperaba. ¡Cuán feliz sorpresa volver a encontrar a aquella muchacha! Así es que Clive tuvo una conversación animada con ella, porque habían dejado muchas cosas pendientes. Sin embargo, las cosas que ella le dijo no le resultaron del todo agradables. Más bien fueron un poco duras...* //Estúpida ia que tiene que "censurar" las cosas
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  • – Hola, me llamo Unidad 44, ¿Puedo preg....

    Los cazadores simplemente trafan saliva ante la presencia de aquel enorme monstruo que emergió entre los árboles, desde su perspectiva era imposible que algo tan grande viviera ahí, los ojos ambarinos, sus garras reluciente y la pose amenazante de aquel monstruo solo hace que den media vuelta y salgan corriendo del lugar.

    – Unidad 44, sigue sin respuesta.

    – Hola, me llamo Unidad 44, ¿Puedo preg.... Los cazadores simplemente trafan saliva ante la presencia de aquel enorme monstruo que emergió entre los árboles, desde su perspectiva era imposible que algo tan grande viviera ahí, los ojos ambarinos, sus garras reluciente y la pose amenazante de aquel monstruo solo hace que den media vuelta y salgan corriendo del lugar. – Unidad 44, sigue sin respuesta.
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  • "Una rosa, aunque la llames por otro nombre, una rosa aún será.”

    La frase quedó suspendida en el aire como un perfume rancio, como si alguien hubiera arrancado los pétalos y dejado solo las espinas.
    La niña de cabellos negros, tan largos que casi tocaban el suelo, parpadeó lentamente; sus ojos parecían dos pozos de tinta.

    —¿Qué hay de los esclavos? —preguntó con un hilo de voz, tan pequeño que no parecía salir de un ser vivo.

    La sombra detrás de ella sonrió sin boca.

    “Es lo mismo, tontita. No importa cuánto te ocultes… no importa cuántos nombres inventes para engañarte. Siempre irás con la cabeza agachada, esperando una orden, un premio… o un castigo.”

    La niña tragó saliva. Las paredes crujieron como huesos rotos.

    “Porque un esclavo, mi pequeña, nunca deja de serlo.
    Aunque corra, aunque se arrastre en la oscuridad más profunda, aunque rece a dioses que jamás escuchan.
    Su alma ya está marcada.
    Como la rosa tiene espinas, el esclavo tiene cadenas.”

    La sombra se inclinó sobre ella, larga, imposible, deformada como un cuerpo quebrado en demasiados lugares.

    “Y lo más triste…”
    Susurró con una voz que era más viento que sonido, “Es que a veces las cadenas no están en las muñecas… sino aquí.”

    Un dedo invisible, frío como el mármol, tocó la frente de la niña. Ella sintió algo moverse bajo su piel.
    Algo que no era suyo.
    Algo que despertaba.

    “¿Lo ves? Siempre fuiste una esclava… incluso antes de nacer.”

    La vela a su lado se apagó sin soplido alguno. Y en la oscuridad absoluta, la niña juraría haber escuchado un susurro más:
    “Las rosas no eligen florecer, pequeña. Y los esclavos… tampoco eligen obedecer, solo lo hacen y ya.”

    "Una rosa, aunque la llames por otro nombre, una rosa aún será.” La frase quedó suspendida en el aire como un perfume rancio, como si alguien hubiera arrancado los pétalos y dejado solo las espinas. La niña de cabellos negros, tan largos que casi tocaban el suelo, parpadeó lentamente; sus ojos parecían dos pozos de tinta. —¿Qué hay de los esclavos? —preguntó con un hilo de voz, tan pequeño que no parecía salir de un ser vivo. La sombra detrás de ella sonrió sin boca. “Es lo mismo, tontita. No importa cuánto te ocultes… no importa cuántos nombres inventes para engañarte. Siempre irás con la cabeza agachada, esperando una orden, un premio… o un castigo.” La niña tragó saliva. Las paredes crujieron como huesos rotos. “Porque un esclavo, mi pequeña, nunca deja de serlo. Aunque corra, aunque se arrastre en la oscuridad más profunda, aunque rece a dioses que jamás escuchan. Su alma ya está marcada. Como la rosa tiene espinas, el esclavo tiene cadenas.” La sombra se inclinó sobre ella, larga, imposible, deformada como un cuerpo quebrado en demasiados lugares. “Y lo más triste…” Susurró con una voz que era más viento que sonido, “Es que a veces las cadenas no están en las muñecas… sino aquí.” Un dedo invisible, frío como el mármol, tocó la frente de la niña. Ella sintió algo moverse bajo su piel. Algo que no era suyo. Algo que despertaba. “¿Lo ves? Siempre fuiste una esclava… incluso antes de nacer.” La vela a su lado se apagó sin soplido alguno. Y en la oscuridad absoluta, la niña juraría haber escuchado un susurro más: “Las rosas no eligen florecer, pequeña. Y los esclavos… tampoco eligen obedecer, solo lo hacen y ya.”
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  • *Calli se encontraba entre las penumbras de su recuerdos dónde revivió el inició de todo*

    "Aún recuerdo ese día… aunque quisiera olvidarlo. Yo era tan pequeña que mis manos apenas podían sostener la máscara que llevaba colgando. Caminaba detrás de él… de la Parca Mayor. Su manto arrastraba un sonido áspero en el suelo, como si anunciara el final de todo lo que conocía."

    "No me dijo que me había adoptado. No usó esa palabra. Solo extendió su mano huesuda hacia mí… y yo la tomé porque no tenía a nadie más. Me temblaban las piernas. Me temblaba la voz. Incluso ahora, cuando cierro los ojos, siento ese miedo apretándome el pecho."

    "En ese momento pensé: ‘¿Por qué yo? ¿Por qué alguien como él querría a alguien tan… insignificante?’ Y aun así, ahí estaba yo, siguiendo su sombra enorme, sintiendo que si me alejaba un solo paso… desaparecería para siempre."

    "No era un hogar lo que me prometía. No eran sonrisas. Pero era algo que nunca había tenido: un lugar donde no me miraran como si fuera un error. Él no me habló con dulzura, pero tampoco me rechazó. Y para una niña que solo conocía el silencio… eso dolió más de lo que alivió."

    "Esa noche, cuando llegamos al dominio de la muerte, él solo dijo: ‘Aquí no estarás sola si no quieres estarlo.’ Y esa frase… se me clavó. No sabía si era una promesa o una advertencia."

    "A veces todavía me pregunto si lo seguí porque quería vivir… o porque ya estaba demasiado cansada para huir."


    *Calli se encontraba entre las penumbras de su recuerdos dónde revivió el inició de todo* "Aún recuerdo ese día… aunque quisiera olvidarlo. Yo era tan pequeña que mis manos apenas podían sostener la máscara que llevaba colgando. Caminaba detrás de él… de la Parca Mayor. Su manto arrastraba un sonido áspero en el suelo, como si anunciara el final de todo lo que conocía." "No me dijo que me había adoptado. No usó esa palabra. Solo extendió su mano huesuda hacia mí… y yo la tomé porque no tenía a nadie más. Me temblaban las piernas. Me temblaba la voz. Incluso ahora, cuando cierro los ojos, siento ese miedo apretándome el pecho." "En ese momento pensé: ‘¿Por qué yo? ¿Por qué alguien como él querría a alguien tan… insignificante?’ Y aun así, ahí estaba yo, siguiendo su sombra enorme, sintiendo que si me alejaba un solo paso… desaparecería para siempre." "No era un hogar lo que me prometía. No eran sonrisas. Pero era algo que nunca había tenido: un lugar donde no me miraran como si fuera un error. Él no me habló con dulzura, pero tampoco me rechazó. Y para una niña que solo conocía el silencio… eso dolió más de lo que alivió." "Esa noche, cuando llegamos al dominio de la muerte, él solo dijo: ‘Aquí no estarás sola si no quieres estarlo.’ Y esa frase… se me clavó. No sabía si era una promesa o una advertencia." "A veces todavía me pregunto si lo seguí porque quería vivir… o porque ya estaba demasiado cansada para huir."
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  • ── ¿Fingir un duelo?
    No. ella no hubiese querido verme llorar, ella estaría salivando del enojo colérico al saber que uno de los nuestros fue asesinado.
    Lloraré cuando logre vengar su muerte. No antes.
    ── ¿Fingir un duelo? No. ella no hubiese querido verme llorar, ella estaría salivando del enojo colérico al saber que uno de los nuestros fue asesinado. Lloraré cuando logre vengar su muerte. No antes.
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