• En el clan Ishtar el duelo ya ha comenzado. Jennifer Qᵘᵉᵉⁿ y Akane Qᵘᵉᵉⁿ Ishtar se mueven como si danzaran sobre el filo del destino: cada choque de acero es un compás, cada giro un paso de un baile con la muerte.

    Yo, no necesito verlo para sentirlo. Está en el aire, en el horizonte, escrito como una profecía muda. Y sin embargo, lo que me pesa no es el resultado, sino esa sombra que me susurra: nunca estarás a su altura.

    De mi mano aparece una empuñadura enorme, pesada, familiar. Aparto la mirada del horizonte , del combate... y, con un ademán brusco, mi ira se descarga contra una roca cercana. Se quiebra con facilidad, como si nada… porque para los Ishtar, no es más que un juego de niños. Y aun así, me deja sin aliento. No por el esfuerzo, sino por lo que revela: mi fuerza es vasta, pero mi espíritu aún tropieza.
    En el clan Ishtar el duelo ya ha comenzado. [Jeni] y [akane_qi] se mueven como si danzaran sobre el filo del destino: cada choque de acero es un compás, cada giro un paso de un baile con la muerte. Yo, no necesito verlo para sentirlo. Está en el aire, en el horizonte, escrito como una profecía muda. Y sin embargo, lo que me pesa no es el resultado, sino esa sombra que me susurra: nunca estarás a su altura. De mi mano aparece una empuñadura enorme, pesada, familiar. Aparto la mirada del horizonte , del combate... y, con un ademán brusco, mi ira se descarga contra una roca cercana. Se quiebra con facilidad, como si nada… porque para los Ishtar, no es más que un juego de niños. Y aun así, me deja sin aliento. No por el esfuerzo, sino por lo que revela: mi fuerza es vasta, pero mi espíritu aún tropieza.
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  • - Que pulso... para cuando me animo a salir.

    Suspira bajo la máscara, con una intensa lluvia sobre la planicie, amenazando con una tormenta eléctrica en el horizonte.
    - Que pulso... para cuando me animo a salir. Suspira bajo la máscara, con una intensa lluvia sobre la planicie, amenazando con una tormenta eléctrica en el horizonte.
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  • El aire en la azotea era más frío que abajo, casi cortante. Me apoyé contra la barandilla, con el vaso de vino entre las manos, y dejé que el viento enredara mi cabello mientras miraba la ciudad extendiéndose frente a mí.

    Desde allí arriba todo parecía… más pequeño. Las luces de los coches eran hilos que serpenteaban entre calles, los edificios parecían piezas de un tablero. Todo en orden. Como si la guerra nunca hubiera existido.

    Doy un sorbo lento.
    Apoyo ella copa en el borde de la barandilla y cierro los ojos un instante. El silencio es distinto aquí: sin gente, sin motores, solo el sonido lejano de la ciudad respirando bajo mis pies.

    Dejo escapar un suspiro y apoyo los codos en el borde. Si saltara, nadie lo notaría hasta mañana. La idea no me asusta, tampoco me atrae. Solo… está ahí. Como muchas otras que nunca digo en voz alta.

    Un sonido detrás de mí me hace girar apenas la cabeza. Pasos sobre la grava de la azotea. No hago nada. No hablo. Me limito a quedarme quieta, la vista fija en el horizonte iluminado, mientras doy otro sorbo a la copa de vino.
    El aire en la azotea era más frío que abajo, casi cortante. Me apoyé contra la barandilla, con el vaso de vino entre las manos, y dejé que el viento enredara mi cabello mientras miraba la ciudad extendiéndose frente a mí. Desde allí arriba todo parecía… más pequeño. Las luces de los coches eran hilos que serpenteaban entre calles, los edificios parecían piezas de un tablero. Todo en orden. Como si la guerra nunca hubiera existido. Doy un sorbo lento. Apoyo ella copa en el borde de la barandilla y cierro los ojos un instante. El silencio es distinto aquí: sin gente, sin motores, solo el sonido lejano de la ciudad respirando bajo mis pies. Dejo escapar un suspiro y apoyo los codos en el borde. Si saltara, nadie lo notaría hasta mañana. La idea no me asusta, tampoco me atrae. Solo… está ahí. Como muchas otras que nunca digo en voz alta. Un sonido detrás de mí me hace girar apenas la cabeza. Pasos sobre la grava de la azotea. No hago nada. No hablo. Me limito a quedarme quieta, la vista fija en el horizonte iluminado, mientras doy otro sorbo a la copa de vino.
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  • segundo dia de viaje de negocios, me gusto mucho esquiar aqui

    -dije mirando el horizonte de la montaña soltando un fuerte suspiro, sintiendome bien-

    haaaa!!
    segundo dia de viaje de negocios, me gusto mucho esquiar aqui -dije mirando el horizonte de la montaña soltando un fuerte suspiro, sintiendome bien- haaaa!!
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  • La diosa que olvidó su libertad
    Parte 5 ( conclusión de esta evolución )


    Me gustaría tener una de esas Harley-Davidson.
    Patricia se quedó callada unos segundos, sorprendida.
    —¿Una Harley? —repitió—. Yo tengo una… bueno, hace mucho….eso…era…una Harley ….
    Hizo una pausa. Su voz se volvió más suave, nostálgica.
    —Era de mi abuelo. La compró en 1970, una Harley-Davidson clásica. negra, cromada, poderosa. La cuidaba como a una reina. Cuando él murió, se la dejó a mi papá… pero mi papá era ..diferente, prefería los autos convertibles, el nunca la cuidó. La moto se quedó oxidándose en la cochera. Y cuando papá murió de cáncer de pulmón, me la heredó a mí.
    Los ojos de Patricia se humedecieron ligeramente, aunque mantuvo su sonrisa. Hestia la escuchaba en silencio, con los brazos cruzados, con un respeto solemne.
    —Nunca supe qué hacer con ella —continuó Patricia—. No sé andar en moto. Y cada vez que la veo… me da tristeza. Está hecha pedazos. Mi mamá me ha pedido muchas veces que la venda a un deshuesadero… pero no puedo. Es lo único que me queda de ellos. Aunque me deprima verla pudriéndose, no puedo tirarla.
    —¿Puedo verla? —preguntó Hestia, con un brillo extraño en los ojos.
    —¿De verdad quieres verla? Ya solo es chatarra, no debí mencionarla—dijo Patricia, sorprendida.
    Minutos después, ambas estaban en la cochera. El aire olía a polvo viejo, a aceite seco. En medio de la penumbra, cubierta por una lona rota, yacía la antigua Harley-Davidson. La pintura estaba opaca, el cuero del asiento cuarteado, las llantas desinfladas. El óxido marron había devorado los cromos.
    Pero para Hestia, era hermosa.
    —¿Cuánto pides por ella? —preguntó con firmeza.
    —¿Qué? No! No se … nosé que precio ponerle…en estas condiciones …no vale mucho-.
    hestia: - si en estas condiciones no vale mucho…porque la conservas todavía?... -
    Hestia alzó la mano. Una pequeña llama dorada brotó de su palma y, envuelta en ella, aparecieron tres monedas antiguas de oro, grabadas con símbolos griegos y un brillo imposible de replicar.
    Patricia abrió los ojos como platos. Había visto aparecer esas monedas frente a ella. No había bolsillos. No había truco. La diosa Hizo denuevo el mismo milagro que hizo dentro de la tienda al comprar el traje *
    Patricia: —¿Esto es oro? —susurró—. …?
    Hestia: —De mi altar. Son las últimas monedas que me quedan. Dragmas de oro consagradas hace siglos, las monedas que te di anteriormente también eran dragmas consagradas-
    Patricia sostuvo una moneda, aún tibia por el fuego divino. Era pesada, perfecta… y antigua. La vio con calma…*
    —Esto... esto vale una fortuna. Una sola podría cambiar mi vida —dijo con los labios temblorosos.
    Hestia: —Entonces es un trato?-
    Patricia: - pero…diosa…me da mucha pena …venderle algo así…la motocicleta es muy vieja, hace unos días mi tío trato de arrancarla, no lo logró, la moto es inservible, solo…es chatarra -
    Hestia: -no Patricia…está motocicleta no es chatarra, no está inservible, solo está olvidada…como yo…porfavor acepta mis monedas como pago, quiero comprar está motocicleta -
    *Patricia baja la mirada un momento, sabe que no puede negarle nada a una auténtica diosa viviente, su único pesar es que le apena que hestia tome una motocicleta en tan pésimas condiciones, la diosa podría aparecer en las puertas de cualquier concesionaria de motocicletas , revelar que es una diosa, un poco de sus poderes , y los vendedores….los dueños le darían como tributo una moto nueva, lujosa y último modelo, mucho mejor que este vejestorio, pero al ver de reojo a la vieja Harley oxidada le llega los recuerdos de el abuelo, en la tienda aún hay fotografías de el abuelo montando en esa motocicleta en su mejor época; la diosa por su parte presiente un poco de las emociones de la niña y se acerca un poco diciendo
    Hestia:- no te preocupes, pequeña…puedo reparar está motocicleta, solo necesito que aceptes el trato , yo de verdad la quiero …-
    Patricia levanta la mirada y ve a los ojos a la diosa , mira su traje ya transformado en ese imponente traje flamante rockero , …hará con la moto el mismo milagro que hizo con el traje? *
    Patricia: - ok…diosa hestia, acepto el trato…estás monedas …a cambio de la motocicleta , trato hecho, la motocicleta es suya ..-
    La diosa acarició el asiento con la palma, cerró los ojos… y luego se subió a la moto con elegancia y sensualidad, colocando ambas piernas a cada lado, un poco abiertas como si estuviera montando la pelvis de un amante, y luego apoyó ambas manos en el metal frente al siento con una postura erguida y erótica…*
    El aura dorada a su alrededor comenzó a intensificarse hasta volverse tan densa que se convierte en un aura de fuego envolviendo la moto como si se estuviera incendiando junto con la motocicleta..
    Patricia retrocedió, ya no está asustada, pero no deja de sorprenderse cuando la diosa manifiesta sus poderes de esta manera ….
    Y entonces… estalló.
    Una llamarada dorada y carmesí cubrió por completo el vehículo, elevando chispas al aire. El rugido del fuego fue seguido por un sonido metálico, ese sonido significa que el metal estaba mutando con el fuego, cambia de forma se reforja con el fuego. El chasis brilló con un tono oscuro y bruñido. Las ruedas se inflaron solas, con llantas negras marcadas con símbolos ígneos. El asiento volvió a la vida, de cuero firme y reluciente, un imponente ronrrroneo repentino hizo gritar un poco a Patricia , el motor está vivo!!!. Y está rugiendo como una auténtica bestia de metal. del escape comenzó a emanar un humo rojo incandescente, como si la máquina tuviera alma.
    La Harley-Davidson renació como “Ignifera”, la portadora del fuego. Tenía grabados antiguos sobre el tanque: símbolos de llama perpetua, cadenas místicas en forma de espiral, y un icono brillante de una antorcha sagrada, las llamas de la diosa materializarlo en la motocicleta una estilazada coraza de metal rojo cromado con formas de fuego y flamas, como si fuera el trabajo de tuneo de el mejor forjador y artista de el mundo
    Las llantas despedían chispas al rodar, y una energía de fuego antiguo recorría los tubos del motor. Parecía viva. Indomable. Divina.
    Patricia se tapó la boca, maravillada, con lágrimas en los ojos.
    —Es… preciosa.
    Hestia bajó de la moto con lentitud, observándola con satisfacción.
    —Ahora sí está lista.
    Patricia la miró con una mezcla de devoción y ternura. Luego, reaccionó como si hubiera recordado algo importante …”espere diosa…” corrió al interior de la tienda, y regresó con un casco negro brillante. Lo extendió con ambas manos.
    —Toma. Es nuevo… y es un regalo. Los policías…los policías humanos dan multas a los que usan andan en motocicletas sin llevar cascos …-
    Hestia lo aceptó con una sonrisa cálida. No por necesidad, sino por el gesto.
    —Gracias. No lo olvidaré-
    *Al tomar con ambas manos el casco este se enciende de fuego como si estuviera quemando en manos de la diosa ….Patricia sonríe está vez diciendo …”no importa cuántas veces haga ese truco…no deja de sorprenderme …” el casco se transformó, ahora es rojo, con formas de cresras de flamas saliéndome de atrás, combinando perfectamente con el nuevo fuselaje de la motocicleta renacida *
    Y así, con las primeras luces del amanecer asomando por el horizonte, la diosa del hogar —ahora vestida como una reina del fuego moderno— encendió a Ignifera, y el rugido del motor fue como un trueno que despertaba al mundo antiguo.
    Una nueva era había comenzado.
    *Antes de que la diosa se fuera Patricia la miró con admiración…con atracción y dijo levemente , con tristeza…- volveremos…volveremos a vernos ? - *Patricia pensó que el ruido de el motor de la motocicleta evito que la diosa la escuché…pero ella voltea a verla y responde con una voz muy seria *
    Hestia: - claro que si!...volveré muchas veces a este lugar…Patricia…aún debes mostrarme muchos videos…mucha más musica…está noche fue demasiado corta -
    *Patricia se alegra claramente por la respuesta y le dice con voz fuerte y emocionada *
    Patricia: - claro!...será un honor! … A dónde irá ahora diosa?...volverá al Olimpo? …-
    Hestia: -volver al Olimpo?....no!...no por ahora….ese lugar es demasiado aburrido…recorreré este mundo, daré un buen paseo …me meteré en algunos problemas, para variar…-
    Patricia: - jajajajaja, muy bien!!!...está tienda y mi casa ! Ahora son también tu guarida !
    La diosa con el casco ya puesto solo asienta con la cabeza…y se arranca …dejando marcas con fuego en el camino ….*

    La diosa que olvidó su libertad Parte 5 ( conclusión de esta evolución ) Me gustaría tener una de esas Harley-Davidson. Patricia se quedó callada unos segundos, sorprendida. —¿Una Harley? —repitió—. Yo tengo una… bueno, hace mucho….eso…era…una Harley …. Hizo una pausa. Su voz se volvió más suave, nostálgica. —Era de mi abuelo. La compró en 1970, una Harley-Davidson clásica. negra, cromada, poderosa. La cuidaba como a una reina. Cuando él murió, se la dejó a mi papá… pero mi papá era ..diferente, prefería los autos convertibles, el nunca la cuidó. La moto se quedó oxidándose en la cochera. Y cuando papá murió de cáncer de pulmón, me la heredó a mí. Los ojos de Patricia se humedecieron ligeramente, aunque mantuvo su sonrisa. Hestia la escuchaba en silencio, con los brazos cruzados, con un respeto solemne. —Nunca supe qué hacer con ella —continuó Patricia—. No sé andar en moto. Y cada vez que la veo… me da tristeza. Está hecha pedazos. Mi mamá me ha pedido muchas veces que la venda a un deshuesadero… pero no puedo. Es lo único que me queda de ellos. Aunque me deprima verla pudriéndose, no puedo tirarla. —¿Puedo verla? —preguntó Hestia, con un brillo extraño en los ojos. —¿De verdad quieres verla? Ya solo es chatarra, no debí mencionarla—dijo Patricia, sorprendida. Minutos después, ambas estaban en la cochera. El aire olía a polvo viejo, a aceite seco. En medio de la penumbra, cubierta por una lona rota, yacía la antigua Harley-Davidson. La pintura estaba opaca, el cuero del asiento cuarteado, las llantas desinfladas. El óxido marron había devorado los cromos. Pero para Hestia, era hermosa. —¿Cuánto pides por ella? —preguntó con firmeza. —¿Qué? No! No se … nosé que precio ponerle…en estas condiciones …no vale mucho-. hestia: - si en estas condiciones no vale mucho…porque la conservas todavía?... - Hestia alzó la mano. Una pequeña llama dorada brotó de su palma y, envuelta en ella, aparecieron tres monedas antiguas de oro, grabadas con símbolos griegos y un brillo imposible de replicar. Patricia abrió los ojos como platos. Había visto aparecer esas monedas frente a ella. No había bolsillos. No había truco. La diosa Hizo denuevo el mismo milagro que hizo dentro de la tienda al comprar el traje * Patricia: —¿Esto es oro? —susurró—. …? Hestia: —De mi altar. Son las últimas monedas que me quedan. Dragmas de oro consagradas hace siglos, las monedas que te di anteriormente también eran dragmas consagradas- Patricia sostuvo una moneda, aún tibia por el fuego divino. Era pesada, perfecta… y antigua. La vio con calma…* —Esto... esto vale una fortuna. Una sola podría cambiar mi vida —dijo con los labios temblorosos. Hestia: —Entonces es un trato?- Patricia: - pero…diosa…me da mucha pena …venderle algo así…la motocicleta es muy vieja, hace unos días mi tío trato de arrancarla, no lo logró, la moto es inservible, solo…es chatarra - Hestia: -no Patricia…está motocicleta no es chatarra, no está inservible, solo está olvidada…como yo…porfavor acepta mis monedas como pago, quiero comprar está motocicleta - *Patricia baja la mirada un momento, sabe que no puede negarle nada a una auténtica diosa viviente, su único pesar es que le apena que hestia tome una motocicleta en tan pésimas condiciones, la diosa podría aparecer en las puertas de cualquier concesionaria de motocicletas , revelar que es una diosa, un poco de sus poderes , y los vendedores….los dueños le darían como tributo una moto nueva, lujosa y último modelo, mucho mejor que este vejestorio, pero al ver de reojo a la vieja Harley oxidada le llega los recuerdos de el abuelo, en la tienda aún hay fotografías de el abuelo montando en esa motocicleta en su mejor época; la diosa por su parte presiente un poco de las emociones de la niña y se acerca un poco diciendo Hestia:- no te preocupes, pequeña…puedo reparar está motocicleta, solo necesito que aceptes el trato , yo de verdad la quiero …- Patricia levanta la mirada y ve a los ojos a la diosa , mira su traje ya transformado en ese imponente traje flamante rockero , …hará con la moto el mismo milagro que hizo con el traje? * Patricia: - ok…diosa hestia, acepto el trato…estás monedas …a cambio de la motocicleta , trato hecho, la motocicleta es suya ..- La diosa acarició el asiento con la palma, cerró los ojos… y luego se subió a la moto con elegancia y sensualidad, colocando ambas piernas a cada lado, un poco abiertas como si estuviera montando la pelvis de un amante, y luego apoyó ambas manos en el metal frente al siento con una postura erguida y erótica…* El aura dorada a su alrededor comenzó a intensificarse hasta volverse tan densa que se convierte en un aura de fuego envolviendo la moto como si se estuviera incendiando junto con la motocicleta.. Patricia retrocedió, ya no está asustada, pero no deja de sorprenderse cuando la diosa manifiesta sus poderes de esta manera …. Y entonces… estalló. Una llamarada dorada y carmesí cubrió por completo el vehículo, elevando chispas al aire. El rugido del fuego fue seguido por un sonido metálico, ese sonido significa que el metal estaba mutando con el fuego, cambia de forma se reforja con el fuego. El chasis brilló con un tono oscuro y bruñido. Las ruedas se inflaron solas, con llantas negras marcadas con símbolos ígneos. El asiento volvió a la vida, de cuero firme y reluciente, un imponente ronrrroneo repentino hizo gritar un poco a Patricia , el motor está vivo!!!. Y está rugiendo como una auténtica bestia de metal. del escape comenzó a emanar un humo rojo incandescente, como si la máquina tuviera alma. La Harley-Davidson renació como “Ignifera”, la portadora del fuego. Tenía grabados antiguos sobre el tanque: símbolos de llama perpetua, cadenas místicas en forma de espiral, y un icono brillante de una antorcha sagrada, las llamas de la diosa materializarlo en la motocicleta una estilazada coraza de metal rojo cromado con formas de fuego y flamas, como si fuera el trabajo de tuneo de el mejor forjador y artista de el mundo Las llantas despedían chispas al rodar, y una energía de fuego antiguo recorría los tubos del motor. Parecía viva. Indomable. Divina. Patricia se tapó la boca, maravillada, con lágrimas en los ojos. —Es… preciosa. Hestia bajó de la moto con lentitud, observándola con satisfacción. —Ahora sí está lista. Patricia la miró con una mezcla de devoción y ternura. Luego, reaccionó como si hubiera recordado algo importante …”espere diosa…” corrió al interior de la tienda, y regresó con un casco negro brillante. Lo extendió con ambas manos. —Toma. Es nuevo… y es un regalo. Los policías…los policías humanos dan multas a los que usan andan en motocicletas sin llevar cascos …- Hestia lo aceptó con una sonrisa cálida. No por necesidad, sino por el gesto. —Gracias. No lo olvidaré- *Al tomar con ambas manos el casco este se enciende de fuego como si estuviera quemando en manos de la diosa ….Patricia sonríe está vez diciendo …”no importa cuántas veces haga ese truco…no deja de sorprenderme …” el casco se transformó, ahora es rojo, con formas de cresras de flamas saliéndome de atrás, combinando perfectamente con el nuevo fuselaje de la motocicleta renacida * Y así, con las primeras luces del amanecer asomando por el horizonte, la diosa del hogar —ahora vestida como una reina del fuego moderno— encendió a Ignifera, y el rugido del motor fue como un trueno que despertaba al mundo antiguo. Una nueva era había comenzado. *Antes de que la diosa se fuera Patricia la miró con admiración…con atracción y dijo levemente , con tristeza…- volveremos…volveremos a vernos ? - *Patricia pensó que el ruido de el motor de la motocicleta evito que la diosa la escuché…pero ella voltea a verla y responde con una voz muy seria * Hestia: - claro que si!...volveré muchas veces a este lugar…Patricia…aún debes mostrarme muchos videos…mucha más musica…está noche fue demasiado corta - *Patricia se alegra claramente por la respuesta y le dice con voz fuerte y emocionada * Patricia: - claro!...será un honor! … A dónde irá ahora diosa?...volverá al Olimpo? …- Hestia: -volver al Olimpo?....no!...no por ahora….ese lugar es demasiado aburrido…recorreré este mundo, daré un buen paseo …me meteré en algunos problemas, para variar…- Patricia: - jajajajaja, muy bien!!!...está tienda y mi casa ! Ahora son también tu guarida ! La diosa con el casco ya puesto solo asienta con la cabeza…y se arranca …dejando marcas con fuego en el camino ….*
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  • El aire salado le llenó los pulmones antes incluso de que sus pies tocaran la arena húmeda. Era temprano, tanto que el sol apenas había empezado a teñir el horizonte con esos tonos anaranjados que parecían sacados de una postal. Poppy respiró hondo, ajustó los auriculares en sus oídos —aunque apenas había música, solo el sonido lejano del mar mezclado con su propia respiración— y echó a correr.

    La playa estaba desierta, salvo por alguna gaviota rezagada y las huellas que ella misma dejaba atrás. El mundo parecía suspendido en esa calma viscosa del amanecer. Cada zancada la alejaba un poco de la casa, de las sábanas revueltas, del calor tibio de Dean aún dormido, de ese remanso de paz que le era tan extraño como adictivo.

    Correr le ayudaba a ordenar los pensamientos, aunque ese día ni siquiera sabía por dónde empezar. A veces se preguntaba si merecía aquellos días de calma, si era justo sentir algo parecido a la felicidad mientras el mundo allá fuera seguía siendo un lugar tan roto. Pero luego recordaba las manos de Dean en su espalda, su voz ronca diciéndole "duerme un poco más", y algo dentro de ella se aflojaba.

    Miró al mar. Las olas rompían contra la orilla con una cadencia casi hipnótica. Por un segundo, pensó en detenerse, en dejarse caer sobre la arena y no moverse más. Pero siguió corriendo, como si en cada paso pudiera convencer a su corazón de que, por una vez, todo estaba bien.
    El aire salado le llenó los pulmones antes incluso de que sus pies tocaran la arena húmeda. Era temprano, tanto que el sol apenas había empezado a teñir el horizonte con esos tonos anaranjados que parecían sacados de una postal. Poppy respiró hondo, ajustó los auriculares en sus oídos —aunque apenas había música, solo el sonido lejano del mar mezclado con su propia respiración— y echó a correr. La playa estaba desierta, salvo por alguna gaviota rezagada y las huellas que ella misma dejaba atrás. El mundo parecía suspendido en esa calma viscosa del amanecer. Cada zancada la alejaba un poco de la casa, de las sábanas revueltas, del calor tibio de Dean aún dormido, de ese remanso de paz que le era tan extraño como adictivo. Correr le ayudaba a ordenar los pensamientos, aunque ese día ni siquiera sabía por dónde empezar. A veces se preguntaba si merecía aquellos días de calma, si era justo sentir algo parecido a la felicidad mientras el mundo allá fuera seguía siendo un lugar tan roto. Pero luego recordaba las manos de Dean en su espalda, su voz ronca diciéndole "duerme un poco más", y algo dentro de ella se aflojaba. Miró al mar. Las olas rompían contra la orilla con una cadencia casi hipnótica. Por un segundo, pensó en detenerse, en dejarse caer sobre la arena y no moverse más. Pero siguió corriendo, como si en cada paso pudiera convencer a su corazón de que, por una vez, todo estaba bien.
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  • Los días habían sido largos en el Olimpo, cargados de ecos, decisiones antiguas y memorias que parecían no desvanecerse nunca. Pero Hera, la reina de los cielos, no era solo de mármol y solemnidad. Había algo en ella que empezaba a buscar cambio, una brisa nueva que le murmuraba que el ciclo debía romperse… aunque fuera solo por una noche.

    Se miró frente al espejo de obsidiana. El reflejo le devolvía la misma imagen que había conocido durante siglos: su cabello oscuro, como el firmamento en guerra. Pero en sus ojos brillaba una idea inesperada. Por primera vez en una eternidad, deseó verse diferente. No por nadie más, sino por ella.

    —¿Y si el oro del sol pudiera ser mío? —murmuró.

    Sin más, conjuró la esencia del amanecer, atrapó la luz del alba entre sus dedos y la llevó a sus cabellos. En segundos, mechones dorados comenzaron a ondear con suavidad, como si el sol mismo hubiese decidido vivir en ellos. Hera sonrió, no con arrogancia, sino con una ternura que solo las diosas cansadas de sus propias sombras conocen.

    Vestida con un ligero atuendo de estrellas, partió sola, dejando atrás columnas y altares. Su destino era el lago celestial, oculto entre nubes de algodón, donde el agua reflejaba el cielo y el tiempo se detenía a mirar.

    Cuando llegó, el atardecer ya comenzaba a besar el horizonte. El cielo se teñía de oro y lavanda, como si celebrara el cambio con ella. Hera se acercó a la orilla, el viento acariciando su cabello recién transformado, y se quedó quieta, contemplando su reflejo en el lago. Por un instante, no era la reina del Olimpo. No era esposa de un dios ni madre de una estirpe divina.

    Era solo una mujer mirando su alma reflejada en la calma del mundo.

    —Tal vez... —susurró— la eternidad no está en la gloria, sino en momentos como este.

    Y se quedó ahí, mientras el último rayo de sol le iluminaba el rostro. Rubia como la promesa de un nuevo comienzo.
    Los días habían sido largos en el Olimpo, cargados de ecos, decisiones antiguas y memorias que parecían no desvanecerse nunca. Pero Hera, la reina de los cielos, no era solo de mármol y solemnidad. Había algo en ella que empezaba a buscar cambio, una brisa nueva que le murmuraba que el ciclo debía romperse… aunque fuera solo por una noche. Se miró frente al espejo de obsidiana. El reflejo le devolvía la misma imagen que había conocido durante siglos: su cabello oscuro, como el firmamento en guerra. Pero en sus ojos brillaba una idea inesperada. Por primera vez en una eternidad, deseó verse diferente. No por nadie más, sino por ella. —¿Y si el oro del sol pudiera ser mío? —murmuró. Sin más, conjuró la esencia del amanecer, atrapó la luz del alba entre sus dedos y la llevó a sus cabellos. En segundos, mechones dorados comenzaron a ondear con suavidad, como si el sol mismo hubiese decidido vivir en ellos. Hera sonrió, no con arrogancia, sino con una ternura que solo las diosas cansadas de sus propias sombras conocen. Vestida con un ligero atuendo de estrellas, partió sola, dejando atrás columnas y altares. Su destino era el lago celestial, oculto entre nubes de algodón, donde el agua reflejaba el cielo y el tiempo se detenía a mirar. Cuando llegó, el atardecer ya comenzaba a besar el horizonte. El cielo se teñía de oro y lavanda, como si celebrara el cambio con ella. Hera se acercó a la orilla, el viento acariciando su cabello recién transformado, y se quedó quieta, contemplando su reflejo en el lago. Por un instante, no era la reina del Olimpo. No era esposa de un dios ni madre de una estirpe divina. Era solo una mujer mirando su alma reflejada en la calma del mundo. —Tal vez... —susurró— la eternidad no está en la gloria, sino en momentos como este. Y se quedó ahí, mientras el último rayo de sol le iluminaba el rostro. Rubia como la promesa de un nuevo comienzo.
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  • La Sinceridad puede mover montañas y abrir nuevos horizontes.
    La Sinceridad puede mover montañas y abrir nuevos horizontes.
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  • El rugido del motor se apagó lentamente, devorado por el silencio del atardecer. Kyu bajó una pierna, deteniendo su motocicleta al borde de un acantilado. La brisa suave le agitaba el cabello largo, ahora más suelto que nunca, y las luces doradas del horizonte pintaban su rostro con tonos cálidos, haciendo brillar con fuerza sus ojos ámbar.

    Se quitó los guantes sin dedos y apoyó ambos brazos sobre el manillar. Frente a él, el sol se rendía al final del día, derramando su luz como si el cielo se estuviera incendiando con suavidad. El mundo parecía más quieto, más limpio desde ese lugar elevado.

    Kyu soltó una breve risa nasal, como si aquel espectáculo fuera irónico, casi cruel.

    —Es tan bonito que casi se siente como una trampa —murmuró, sin esperar respuesta.

    Había algo en el resplandor que lo hacía recordar que la vida aún podía ser más que niebla, sangre o cicatrices. Algo que hacía doler el pecho, pero de una forma suave… parecida a la nostalgia.

    Con el casco apoyado en la motocicleta y su chaqueta blanca y negra ondeando al viento, simplemente observó.

    Y por un instante, solo uno, creyó que aún no era tarde para decidir hacia dónde seguir conduciendo.
    El rugido del motor se apagó lentamente, devorado por el silencio del atardecer. Kyu bajó una pierna, deteniendo su motocicleta al borde de un acantilado. La brisa suave le agitaba el cabello largo, ahora más suelto que nunca, y las luces doradas del horizonte pintaban su rostro con tonos cálidos, haciendo brillar con fuerza sus ojos ámbar. Se quitó los guantes sin dedos y apoyó ambos brazos sobre el manillar. Frente a él, el sol se rendía al final del día, derramando su luz como si el cielo se estuviera incendiando con suavidad. El mundo parecía más quieto, más limpio desde ese lugar elevado. Kyu soltó una breve risa nasal, como si aquel espectáculo fuera irónico, casi cruel. —Es tan bonito que casi se siente como una trampa —murmuró, sin esperar respuesta. Había algo en el resplandor que lo hacía recordar que la vida aún podía ser más que niebla, sangre o cicatrices. Algo que hacía doler el pecho, pero de una forma suave… parecida a la nostalgia. Con el casco apoyado en la motocicleta y su chaqueta blanca y negra ondeando al viento, simplemente observó. Y por un instante, solo uno, creyó que aún no era tarde para decidir hacia dónde seguir conduciendo.
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  • Se va a tener que afilar el garfio, ha visto gente nueva en el horizonte.
    Se va a tener que afilar el garfio, ha visto gente nueva en el horizonte.
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