• @Blueveil.Official
    #VacationMood
    Mi disposición y actitud dependen de tu interés. Feliz Verano!
    #JapanSummer
    #Haneul&Eomma
    📷 @Blueveil.Official #VacationMood Mi disposición y actitud dependen de tu interés. Feliz Verano! #JapanSummer #Haneul&Eomma
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  • @blueveil.official
    #SaturdayReflexions

    En este mundo en el que vivo, uno no elige el ritmo, ni las reglas.
    Un día estás creando vínculos con personas que llegaron a tu vida por azar,
    y al siguiente… simplemente ya no están.
    Se desvanecen. Desaparecen. A veces, se mueren.

    Te vas a dormir con la sensación de que todo está en su lugar,
    y al día siguiente despiertas con un vacío que nadie vio venir.
    Por eso aprendí que no se puede depender emocionalmente de nadie.
    No por desconfianza… sino por instinto de supervivencia.

    En esta tarde calurosa, rodeado de bullicio y sol,
    me permito quedarme quieto por un momento.
    Respirar. Observar.
    Recordarme que estoy vivo. Aún. Y eso es un privilegio.

    #SaturdayWalk #VeranoEnLaCiudad #NoTodosSeQuedan #HaneulThoughts

    📝 @blueveil.official #SaturdayReflexions En este mundo en el que vivo, uno no elige el ritmo, ni las reglas. Un día estás creando vínculos con personas que llegaron a tu vida por azar, y al siguiente… simplemente ya no están. Se desvanecen. Desaparecen. A veces, se mueren. Te vas a dormir con la sensación de que todo está en su lugar, y al día siguiente despiertas con un vacío que nadie vio venir. Por eso aprendí que no se puede depender emocionalmente de nadie. No por desconfianza… sino por instinto de supervivencia. En esta tarde calurosa, rodeado de bullicio y sol, me permito quedarme quieto por un momento. Respirar. Observar. Recordarme que estoy vivo. Aún. Y eso es un privilegio. #SaturdayWalk #VeranoEnLaCiudad #NoTodosSeQuedan #HaneulThoughts
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  • ☆Primer Encuentro con Tian Capell Ivanov☆ Hace 3 años
    Fandom OC
    Categoría Original
    El tren desde Seúl a Busán había sido largo, pero Haneul no se quejaba.
    Aquel día hacía calor y el uniforme del centro comunitario (camiseta blanca con el logo bordado y pantalones beige) no ayudaba, pero él había aceptado el trabajo de medio tiempo con la misma entrega con la que hacía todo: porque necesitaba el dinero, sí, pero también porque, en el fondo, siempre le había costado decir que no cuando algo tenía un propósito real.

    La jornada transcurría entre talleres, clases improvisadas y jóvenes que buscaban orientación gratuita en medio de sus propias batallas.
    Haneul, a cargo del registro de asistentes y de acomodar materiales en el salón multiuso, se mantenía al margen, observando.
    Fue entonces cuando comenzó la charla médica sobre primeros auxilios y salud mental, impartida por un joven médico que, a diferencia de los anteriores, no hablaba desde el ego, sino desde la experiencia.

    Ese joven era Tian Capell Ivanov.

    Haneul se quedó escuchando desde el fondo, con los brazos cruzados y una expresión que parecía neutra, pero que absorbía cada palabra. La forma en la que Tian hablaba del autocuidado, del cuerpo como refugio, de la memoria y del estrés prolongado, le removió algo que no supo nombrar de inmediato.

    Al final de la charla, mientras los demás salían o se limitaban a aplaudir, Haneul se acercó sin pensarlo dos veces. Se presentó con voz baja pero firme:

    —Soy Haneul. Por curiosidad, tengo una pregunta, espero que no te moleste...¿Crees que el estrés crónico puede afectar tanto la memoria como para que alguien… olvide lo que más amaba?

    Le preguntó, sin dar contexto inicialmente, pero con una vulnerabilidad que decía mucho.
    El tren desde Seúl a Busán había sido largo, pero Haneul no se quejaba. Aquel día hacía calor y el uniforme del centro comunitario (camiseta blanca con el logo bordado y pantalones beige) no ayudaba, pero él había aceptado el trabajo de medio tiempo con la misma entrega con la que hacía todo: porque necesitaba el dinero, sí, pero también porque, en el fondo, siempre le había costado decir que no cuando algo tenía un propósito real. La jornada transcurría entre talleres, clases improvisadas y jóvenes que buscaban orientación gratuita en medio de sus propias batallas. Haneul, a cargo del registro de asistentes y de acomodar materiales en el salón multiuso, se mantenía al margen, observando. Fue entonces cuando comenzó la charla médica sobre primeros auxilios y salud mental, impartida por un joven médico que, a diferencia de los anteriores, no hablaba desde el ego, sino desde la experiencia. Ese joven era Tian Capell Ivanov. Haneul se quedó escuchando desde el fondo, con los brazos cruzados y una expresión que parecía neutra, pero que absorbía cada palabra. La forma en la que Tian hablaba del autocuidado, del cuerpo como refugio, de la memoria y del estrés prolongado, le removió algo que no supo nombrar de inmediato. Al final de la charla, mientras los demás salían o se limitaban a aplaudir, Haneul se acercó sin pensarlo dos veces. Se presentó con voz baja pero firme: —Soy Haneul. Por curiosidad, tengo una pregunta, espero que no te moleste...¿Crees que el estrés crónico puede afectar tanto la memoria como para que alguien… olvide lo que más amaba? Le preguntó, sin dar contexto inicialmente, pero con una vulnerabilidad que decía mucho.
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  • @blueveil_official

    Entre tanto estudio y trabajos, a veces también hay espacio para respirar.
    Miércoles por la mañana. Gimnasio. Aire limpio entrando por la ventana.
    Un rato de ejercicio para despejar la mente antes de seguir preparándome para el examen de Psicología del Personaje.

    Gracias a los que me habéis enviado suerte para el examen. La energía se agradece.

    #WednesdayVibes
    #MensSanaInCorporeSano
    #ActingStudent
    #BlueveilMoments
    #StudyBreak
    #KoreanArtist
    #BalanceEsencial
    #PsicologíaDelPersonaje
    #MindAndBody
    #FitMood
    #HaneulMoon
    @blueveil_official 📷 Entre tanto estudio y trabajos, a veces también hay espacio para respirar. Miércoles por la mañana. Gimnasio. Aire limpio entrando por la ventana. Un rato de ejercicio para despejar la mente antes de seguir preparándome para el examen de Psicología del Personaje. Gracias a los que me habéis enviado suerte para el examen. La energía se agradece. #WednesdayVibes #MensSanaInCorporeSano #ActingStudent #BlueveilMoments #StudyBreak #KoreanArtist #BalanceEsencial #PsicologíaDelPersonaje #MindAndBody #FitMood #HaneulMoon 🌓
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  • Un antes y un después con Winter Carstairs
    Fandom OC
    Categoría Original
    Tres dias después del último encuentro con Winter, por fin dieron el alta a su madre en el hospital.
    Su amigo médico,Asher Blake, se ofreció a quedarse con ella por la tarde para que él pudiera descansar cuando terminara su jornada laboral en la mañana.

    Pero en lugar de irse a casa, Haneul caminó sin rumbo fijo hasta que su corazón decidió por él. Sacó el móvil. Sus dedos temblaban un poco.

    "Win… ¿estás libre esta tarde? Me encantaría verte. Te extraño.
    ¿Nos vemos en tu refugio?"

    Lo envió sin más. Porque era cierto. Porque necesitaba verla no entre ruidos de monitores o batas blancas de hospital, sino en el mundo que creaban ambos cuando estaban juntos.
    En el lugar donde la sintió por primera vez.

    Sin esperar respuesta, se desvió hacia una tienda. Compró luces pequeñas, algunas flores silvestres, papel decorativo. Nada lujoso.

    Al llegar al refugio, la llave estaba bajo el felpudo como siempre.
    Entró en silencio, con el alma desbordada, y comenzó a preparar todo: pétalos en la entrada, velas suaves, flores colocadas con mimo. Y en la pared del salón, cuidadosamente colgado, un cartel escrito con su propia letra temblorosa:

    "Win… ¿quieres ser mi novia?"

    Cuando todo estuvo listo, se sentó en el sofá.
    La luz cálida llenaba el aire.
    Y él… simplemente esperó, con el corazón abierto. Y el alma deseando que ella cruzara esa puerta.

    Porque si iba a amar por primera vez…
    Quería que fuera con ella.
    Tres dias después del último encuentro con Winter, por fin dieron el alta a su madre en el hospital. Su amigo médico,Asher Blake, se ofreció a quedarse con ella por la tarde para que él pudiera descansar cuando terminara su jornada laboral en la mañana. Pero en lugar de irse a casa, Haneul caminó sin rumbo fijo hasta que su corazón decidió por él. Sacó el móvil. Sus dedos temblaban un poco. "Win… ¿estás libre esta tarde? Me encantaría verte. Te extraño. ¿Nos vemos en tu refugio?" Lo envió sin más. Porque era cierto. Porque necesitaba verla no entre ruidos de monitores o batas blancas de hospital, sino en el mundo que creaban ambos cuando estaban juntos. En el lugar donde la sintió por primera vez. Sin esperar respuesta, se desvió hacia una tienda. Compró luces pequeñas, algunas flores silvestres, papel decorativo. Nada lujoso. Al llegar al refugio, la llave estaba bajo el felpudo como siempre. Entró en silencio, con el alma desbordada, y comenzó a preparar todo: pétalos en la entrada, velas suaves, flores colocadas con mimo. Y en la pared del salón, cuidadosamente colgado, un cartel escrito con su propia letra temblorosa: "Win… ¿quieres ser mi novia?" Cuando todo estuvo listo, se sentó en el sofá. La luz cálida llenaba el aire. Y él… simplemente esperó, con el corazón abierto. Y el alma deseando que ella cruzara esa puerta. Porque si iba a amar por primera vez… Quería que fuera con ella.
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  • Primer Encuentro con Thomas Noxx – Galería de Obscurus Books, Callejón Diagon – Hace 3 meses, 11:45 a.m.
    Fandom OC
    Categoría Fantasía
    Nunca había estado en Londres más allá de lo superficial. Aeropuertos, estaciones, calles de paso. Pero ese día, algo le había llevado más allá del mapa habitual, siguiendo un rastro de curiosidad que no sabía nombrar del todo. Entre libros de magia antigua, vitrinas encantadas y el susurro de páginas que se pasaban solas, terminó frente a una pequeña entrada de mármol oscuro que apenas unos cuantos parecían notar: la Galería de Obscurus Books.

    La cruzó y el silencio lo envolvió.

    Estanterías flotantes. Lámparas que titilaban con la intensidad de un recuerdo. Libros que cambiaban de título si uno los miraba demasiado fijamente. Y entre todo eso, sentado en una mesa de lectura, un joven de rostro pálido y mirada concentrada destacaba sin querer.

    No era exactamente su estilo acercarse a desconocidos, pero había algo en la escena, en el ritmo tranquilo, en el ambiente cargado de algo arcano pero amable que lo impulsó.

    —Nunca había estado aquí antes

    dijo con una voz suave, casi en tono de confesión, mientras se detenía junto a una estantería suspendida cerca de la mesa—. Pero hay algo en este lugar… no sé. Tiene ese tipo de magia que no espanta, que te invita a quedarte. Acogedora… aunque no sé si esa es la palabra correcta.

    No era una interrupción brusca. Más bien un intento de conversación sincera, de esas que se lanzan como una piedra al agua, sin saber si habrá ondas.

    —¿Vienes mucho por aquí?

    añadió, con una ligera sonrisa ladeada, como si intentara leer no solo el libro entre sus manos, sino también algo más profundo

    —. ¿O hoy también fue uno de esos días donde algo te arrastró sin explicarlo?

    El reloj marcaba casi el mediodía y la galería olía a polvo antiguo y té recién servido. Era un buen lugar para hablar. O para callar. Y Haneul, sin intención de invadir más de la cuenta, simplemente añadió:

    —Soy Haneul, por cierto.
    Por si este lugar decide cruzarnos otra vez.
    Nunca había estado en Londres más allá de lo superficial. Aeropuertos, estaciones, calles de paso. Pero ese día, algo le había llevado más allá del mapa habitual, siguiendo un rastro de curiosidad que no sabía nombrar del todo. Entre libros de magia antigua, vitrinas encantadas y el susurro de páginas que se pasaban solas, terminó frente a una pequeña entrada de mármol oscuro que apenas unos cuantos parecían notar: la Galería de Obscurus Books. La cruzó y el silencio lo envolvió. Estanterías flotantes. Lámparas que titilaban con la intensidad de un recuerdo. Libros que cambiaban de título si uno los miraba demasiado fijamente. Y entre todo eso, sentado en una mesa de lectura, un joven de rostro pálido y mirada concentrada destacaba sin querer. No era exactamente su estilo acercarse a desconocidos, pero había algo en la escena, en el ritmo tranquilo, en el ambiente cargado de algo arcano pero amable que lo impulsó. —Nunca había estado aquí antes dijo con una voz suave, casi en tono de confesión, mientras se detenía junto a una estantería suspendida cerca de la mesa—. Pero hay algo en este lugar… no sé. Tiene ese tipo de magia que no espanta, que te invita a quedarte. Acogedora… aunque no sé si esa es la palabra correcta. No era una interrupción brusca. Más bien un intento de conversación sincera, de esas que se lanzan como una piedra al agua, sin saber si habrá ondas. —¿Vienes mucho por aquí? añadió, con una ligera sonrisa ladeada, como si intentara leer no solo el libro entre sus manos, sino también algo más profundo —. ¿O hoy también fue uno de esos días donde algo te arrastró sin explicarlo? El reloj marcaba casi el mediodía y la galería olía a polvo antiguo y té recién servido. Era un buen lugar para hablar. O para callar. Y Haneul, sin intención de invadir más de la cuenta, simplemente añadió: —Soy Haneul, por cierto. Por si este lugar decide cruzarnos otra vez.
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  • Reencuentro con Lee Baek-Hyun, 2 años después — Terraza en Hongdae, 16:24 PM
    Fandom OC
    Categoría Original
    El calor de Seúl a media tarde pegaba sin pedir permiso, y Haneul caminaba por la acera con los auriculares puestos, tarareando apenas la melodía que sonaba. Había salido de uno de sus trabajos y pensaba detenerse en su cafetería habitual a por un té frío antes de volver a casa.

    Pero entonces, al doblar una esquina entre los ventanales de una librería y una tienda de diseño, lo vio, su mejor amigo de la Universidad hacía 5 años, sentado en la terraza de una cafetería desconocida, con un café y un libro abierto frente a él, pero igual que lo recordaba.

    El mundo se detuvo por un instante. No porque fuera una escena dramática, sino porque no estaba en los planes. Dos años sin verse. Sin mensajes. Sin contacto pero sin reproches. Solo la distancia cómoda y peligrosa de lo que se va deshilando sin querer.

    Haneul se quitó uno de los auriculares y se acercó, en silencio.

    —Ey! ¿Y si te digo que esta es la parte del sueño donde te saludo y me invitas al café que estás posponiendo?

    Su voz fue suave, entre ironía y alivio, y esa sonrisa suya la ladeada, la auténtica, apareció sin forzarse.

    Cuando sus miradas se reencontraron, algo encajó de nuevo.

    —No sé si el destino existe —añadió Haneul, tomando asiento sin preguntar—, pero si me cruzo contigo después de dos años en esta ciudad bulliciosa, algo tenía que decirme el universo.

    Se apoyó en el respaldo de la silla, relajado… aunque por dentro, algo en su pecho latía como si hubiera recuperado un nombre que no recordaba que había perdido.

    —Te ves igual… aunque un poco más abogado... ¿Sigues desayunando café solo y odiando a los falsos periodistas?

    Era un reencuentro real. Espontáneo. El tipo que no se planea… pero sí se agradece.
    El calor de Seúl a media tarde pegaba sin pedir permiso, y Haneul caminaba por la acera con los auriculares puestos, tarareando apenas la melodía que sonaba. Había salido de uno de sus trabajos y pensaba detenerse en su cafetería habitual a por un té frío antes de volver a casa. Pero entonces, al doblar una esquina entre los ventanales de una librería y una tienda de diseño, lo vio, su mejor amigo de la Universidad hacía 5 años, sentado en la terraza de una cafetería desconocida, con un café y un libro abierto frente a él, pero igual que lo recordaba. El mundo se detuvo por un instante. No porque fuera una escena dramática, sino porque no estaba en los planes. Dos años sin verse. Sin mensajes. Sin contacto pero sin reproches. Solo la distancia cómoda y peligrosa de lo que se va deshilando sin querer. Haneul se quitó uno de los auriculares y se acercó, en silencio. —Ey! ¿Y si te digo que esta es la parte del sueño donde te saludo y me invitas al café que estás posponiendo? Su voz fue suave, entre ironía y alivio, y esa sonrisa suya la ladeada, la auténtica, apareció sin forzarse. Cuando sus miradas se reencontraron, algo encajó de nuevo. —No sé si el destino existe —añadió Haneul, tomando asiento sin preguntar—, pero si me cruzo contigo después de dos años en esta ciudad bulliciosa, algo tenía que decirme el universo. Se apoyó en el respaldo de la silla, relajado… aunque por dentro, algo en su pecho latía como si hubiera recuperado un nombre que no recordaba que había perdido. —Te ves igual… aunque un poco más abogado... ¿Sigues desayunando café solo y odiando a los falsos periodistas? Era un reencuentro real. Espontáneo. El tipo que no se planea… pero sí se agradece.
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  • Tour personalizado por Seúl para Lia Russell
    Fandom OC
    Categoría Original
    Haneul acababa de terminar su jornada en la galería sensorial donde trabajaba como performer, una sesión intensa pero gratificante que lo había dejado con esa mezcla particular de cansancio físico y claridad emocional que solo sentía cuando lograba conectar con alguien a través del arte.

    Ya cambiándose en el vestidor, con la chaqueta doblada sobre el antebrazo, salió del centro cultural y se dejó envolver por el aire cálido de la tarde. Había tenido en mente una idea todo el día, pero decidió esperar a estar fuera, con el ruido vivo de la ciudad a su alrededor, antes de actuar.

    Sacó el móvil, deslizó hasta el contacto recién guardado y llamó. Cuando escuchó la voz de Lia, sonrió sin darse cuenta.

    —Hola Lia, soy Haneul!

    Le dijo, con naturalidad

    — Espero que no te moleste que te llame… solo pensé que, si estás libre esta tarde, podría cumplir mi promesa.

    Hizo una pausa breve mientras caminaba por la acera iluminada por el atardecer.

    —Como recién llegada a mi ciudad, yo me ofrecí como guía no oficial, ¿recuerdas? Nada formal, solo pensé en llevarte a conocer uno de esos rincones tranquilos de Seúl que no aparecen en los mapas para turistas. Nada extravagante. Solo un paseo, una bebida, una buena vista... sin presiones.

    Su tono era amistoso, relajado, sin segundas intenciones.

    —Una excusa para compartir un rato agradable y darte la bienvenida de verdad a esta ciudad. Si te apetece, claro.

    Se detuvo frente a una parada de autobús vacía y miró el cielo.

    —Y si no puedes hoy, no pasa nada. Habrá más momentos y más rincones que mostrarte. Lo importante es que sepas que aquí tienes a alguien que quiere hacerte sentir un poco más en casa.

    Y se quedó esperando su respuesta, con la sencillez de quien no necesita adornar una invitación sincera.
    Haneul acababa de terminar su jornada en la galería sensorial donde trabajaba como performer, una sesión intensa pero gratificante que lo había dejado con esa mezcla particular de cansancio físico y claridad emocional que solo sentía cuando lograba conectar con alguien a través del arte. Ya cambiándose en el vestidor, con la chaqueta doblada sobre el antebrazo, salió del centro cultural y se dejó envolver por el aire cálido de la tarde. Había tenido en mente una idea todo el día, pero decidió esperar a estar fuera, con el ruido vivo de la ciudad a su alrededor, antes de actuar. Sacó el móvil, deslizó hasta el contacto recién guardado y llamó. Cuando escuchó la voz de Lia, sonrió sin darse cuenta. —Hola Lia, soy Haneul! Le dijo, con naturalidad — Espero que no te moleste que te llame… solo pensé que, si estás libre esta tarde, podría cumplir mi promesa. Hizo una pausa breve mientras caminaba por la acera iluminada por el atardecer. —Como recién llegada a mi ciudad, yo me ofrecí como guía no oficial, ¿recuerdas? Nada formal, solo pensé en llevarte a conocer uno de esos rincones tranquilos de Seúl que no aparecen en los mapas para turistas. Nada extravagante. Solo un paseo, una bebida, una buena vista... sin presiones. Su tono era amistoso, relajado, sin segundas intenciones. —Una excusa para compartir un rato agradable y darte la bienvenida de verdad a esta ciudad. Si te apetece, claro. Se detuvo frente a una parada de autobús vacía y miró el cielo. —Y si no puedes hoy, no pasa nada. Habrá más momentos y más rincones que mostrarte. Lo importante es que sepas que aquí tienes a alguien que quiere hacerte sentir un poco más en casa. Y se quedó esperando su respuesta, con la sencillez de quien no necesita adornar una invitación sincera.
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  • Primer encuentro con Ana Ivanovna. 📍 Gran Teatro Nacional de Seúl | 📅 Sábado, 23 de septiembre de 2023 | 🕗 20:00 hrs 🎭 Gala de apertura de temporada – Fusión de arte alternativo y danza clásica
    Fandom OC
    Categoría Original
    Aquella noche, 2 años atrás, Haneul debutaba en el escenario más prestigioso de Seúl, bajo las luces imponentes del Gran Teatro Nacional. El terciopelo rojo de las cortinas, el eco solemne del suelo de madera y el murmullo contenido del público le parecían más grandes que él.

    Era la primera vez que usaba su nombre artístico en público: BLUEVEIL.

    Había sido invitado a interpretar una pieza vocal alternativa durante la gala de apertura, una colaboración especial con una bailarina clásica. No conocía a la artista. No la había visto ensayar. Solo sabía que debía cantar mientras ella danzaba.

    Mientras ajustaba el micrófono con las manos un poco frías, centrado en mantener el ritmo de su respiración, al escuchar los primeros acordes del piano, la vio

    Ella salía al escenario con una elegancia que no buscaba impresionar, pero lo hacía igual. Cabello rojizo recogido con soltura, silueta contenida y firme. Sus movimientos eran tan exactos como expresivos. No bailaba: narraba.

    Él entró justo cuando ella giraba con suavidad, como si flotara. Y algo ocurrió.

    El ritmo de su voz se entrelazó con la cadencia de su cuerpo. Sin ensayo previo. Sin indicaciones.
    Solo una sincronía inesperada que encajaba de forma natural.
    Aquella noche, 2 años atrás, Haneul debutaba en el escenario más prestigioso de Seúl, bajo las luces imponentes del Gran Teatro Nacional. El terciopelo rojo de las cortinas, el eco solemne del suelo de madera y el murmullo contenido del público le parecían más grandes que él. Era la primera vez que usaba su nombre artístico en público: BLUEVEIL. Había sido invitado a interpretar una pieza vocal alternativa durante la gala de apertura, una colaboración especial con una bailarina clásica. No conocía a la artista. No la había visto ensayar. Solo sabía que debía cantar mientras ella danzaba. Mientras ajustaba el micrófono con las manos un poco frías, centrado en mantener el ritmo de su respiración, al escuchar los primeros acordes del piano, la vio Ella salía al escenario con una elegancia que no buscaba impresionar, pero lo hacía igual. Cabello rojizo recogido con soltura, silueta contenida y firme. Sus movimientos eran tan exactos como expresivos. No bailaba: narraba. Él entró justo cuando ella giraba con suavidad, como si flotara. Y algo ocurrió. El ritmo de su voz se entrelazó con la cadencia de su cuerpo. Sin ensayo previo. Sin indicaciones. Solo una sincronía inesperada que encajaba de forma natural.
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  • Primer contacto con Rosse Fisher
    Fandom OC
    Categoría Original
    A pesar de vivir en casa de su madre en Seúl de manera humilde, Haneul aún conservaba en el puerto marítimo un yate de lujo, propiedad de su difunto abuelo materno. Una reliquia familiar que el viejo hombre había manejado toda su vida. El barco, de líneas elegantes y madera clara, estaba impecablemente mantenido: un contraste absoluto con el estilo de vida sobrio de Haneul en tierra firme. En su interior, la cabina era pequeña pero sofisticada, decorada con instrumentos náuticos antiguos y algunos objetos personales que el cantante usaba cuando quería desaparecer del ruido del mundo y componer en soledad.

    De vez en cuando, ofrecía sus servicios a una empresa del puerto para transportar turistas que quisieran conocer la ciudad desde el mar. No era un trabajo glamuroso, pero le daba un ingreso extra y un respiro del asfalto.

    Aquel viernes por la tarde, mientras salía de una sesión de ensayo vocal, recibió un mensaje corto desde la empresa del muelle. Una joven extranjera había solicitado un paseo privado en yate, y querían saber si él estaba disponible. Haneul aceptó sin pensarlo demasiado.

    Con el sol bajando lentamente hacia el horizonte, se dirigió al puerto. El aire olía a sal, motor, y promesas tibias de fin de semana. Subió a bordo, revisó los amarres, y se puso de pie en la cubierta, frente a su yate, con las manos en los bolsillos del pantalón cómodo que solía usar para esas travesías.

    El mar se movía despacio. El cielo era una mezcla de azul y naranja. Y frente a él, al final del muelle, empezaba a acercarse una silueta rubia.
    A pesar de vivir en casa de su madre en Seúl de manera humilde, Haneul aún conservaba en el puerto marítimo un yate de lujo, propiedad de su difunto abuelo materno. Una reliquia familiar que el viejo hombre había manejado toda su vida. El barco, de líneas elegantes y madera clara, estaba impecablemente mantenido: un contraste absoluto con el estilo de vida sobrio de Haneul en tierra firme. En su interior, la cabina era pequeña pero sofisticada, decorada con instrumentos náuticos antiguos y algunos objetos personales que el cantante usaba cuando quería desaparecer del ruido del mundo y componer en soledad. De vez en cuando, ofrecía sus servicios a una empresa del puerto para transportar turistas que quisieran conocer la ciudad desde el mar. No era un trabajo glamuroso, pero le daba un ingreso extra y un respiro del asfalto. Aquel viernes por la tarde, mientras salía de una sesión de ensayo vocal, recibió un mensaje corto desde la empresa del muelle. Una joven extranjera había solicitado un paseo privado en yate, y querían saber si él estaba disponible. Haneul aceptó sin pensarlo demasiado. Con el sol bajando lentamente hacia el horizonte, se dirigió al puerto. El aire olía a sal, motor, y promesas tibias de fin de semana. Subió a bordo, revisó los amarres, y se puso de pie en la cubierta, frente a su yate, con las manos en los bolsillos del pantalón cómodo que solía usar para esas travesías. El mar se movía despacio. El cielo era una mezcla de azul y naranja. Y frente a él, al final del muelle, empezaba a acercarse una silueta rubia.
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