• La Cámara del Segundo Guardián: Ignis, el Señor de las Llamas Mentales

    La puerta se cerró tras ellos con un estruendo ardiente. La cámara era un horno viviente: columnas de fuego giraban como tornados, el suelo era de obsidiana agrietada, y el aire quemaba al respirar. En el centro, sobre una plataforma flotante de magma, se alzaba Ignis, el Guardián del Fuego Mental.
    Su cuerpo era una amalgama de llamas vivas y metal fundido, con una corona de fuego que giraba sobre su cabeza. Sus ojos no miraban: penetraban.
    —“La mente es combustible. Y ustedes… están llenos de recuerdos que arden.”


    Sin mover un músculo, Ignis lanzó una onda de fuego invisible. Yukine y Lidica sintieron un golpe seco en el pecho, como si algo se hubiera roto por dentro. No era dolor físico: era una invasión mental.
    - Yukine cayó de rodillas. Veía a su maestro, muerto por su culpa. Escuchaba gritos de aldeanos que nunca pudo salvar. Su transformación femenina, que antes le daba fuerza, ahora se le mostraba como una traición a sí mismo.

    - Lidica vio a su hermana, atrapada en llamas, extendiendo la mano. Cada vez que intentaba alcanzarla, la imagen se desvanecía. Su cuerpo temblaba, sus dagas caían al suelo.

    Ignis se alimentaba de sus emociones. Las llamas de la sala crecían con cada pensamiento oscuro. El suelo comenzó a agrietarse, y columnas de fuego surgían de los recuerdos más dolorosos.
    —“¡No es real! ¡Lidica, mírame!” —gritó Yukine, con lágrimas en los ojos.

    Lidica, con esfuerzo, se arrancó una pulsera que le había dado su hermana. La apretó en su mano, y con un grito desgarrador, recuperó el control. Yukine, inspirado por su fuerza, canalizó un hechizo de purificación mental, pero el costo fue brutal: su nariz sangraba, su piel se agrietaba por el esfuerzo mágico.

    Ignis rugió, y su cuerpo se dividió en tres entidades:

    - Ira: un ser de fuego rojo que atacaba con explosiones caóticas.

    - Miedo: una figura negra envuelta en llamas azules, que paralizaba con ilusiones de muerte.

    - Culpa: una sombra ardiente que susurraba verdades distorsionadas.

    Yukine enfrentó a Culpa. Cada hechizo que lanzaba se volvía contra él si dudaba. Su propio fuego lo quemaba. Lidica luchaba contra Miedo, pero cada vez que esquivaba un ataque, veía a Yukine muerto en el suelo. Su cuerpo comenzaba a fallar: quemaduras en los brazos, cortes en las piernas.

    —“¡No podemos vencerlos separados!” —gritó Yukine.

    Con un último esfuerzo, Yukine lanzó un hechizo de sincronización mágica. Sus mentes se conectaron. Por unos segundos, compartieron pensamientos, emociones, recuerdos. Lidica sintió la carga de Yukine. Yukine sintió el dolor de Lidica. Y juntos, atacaron.
    - Yukine usó un hechizo de “Llama Invertida”, absorbiendo el fuego de Ira.

    - Lidica, guiada por la conexión, atravesó a Miedo con una daga encantada bañada en la energía de Yukine.
    - Culpa intentó dividirlos, pero Yukine y Lidica se tomaron de las manos y canalizaron una explosión conjunta de magia y acero.
    Las tres entidades se fusionaron nuevamente en Ignis, debilitado pero furioso.


    Ignis se elevó, convirtiéndose en una esfera de fuego mental. La cámara comenzó a colapsar. El suelo se partía, el techo se derrumbaba. Yukine y Lidica estaban al borde del colapso físico: quemaduras, heridas abiertas, magia agotada.

    —“¡Este es el final!” —gritó Yukine.

    —“¡Entonces que arda contigo!” —respondió Lidica.

    Yukine canalizó su último hechizo: una “Llama de Esencia”, que quemaba su propia energía vital. Lidica, con los músculos desgarrados, saltó por encima de una grieta y lanzó sus dos dagas al núcleo.

    La explosión fue silenciosa. Ignis se desintegró en una lluvia de cenizas doradas. La cámara se apagó. Solo quedaba el sonido de su respiración entrecortada.

    Yukine cayó inconsciente. Lidica, apenas de pie, lo arrastró lejos del centro. Ambos estaban al borde de la muerte. Pero vivos.
    —“No fue solo fuego. Fue todo lo que somos.” —susurró Lidica.
    Una nueva puerta se abrió, con runas azules que fluían como agua. El Guardián del Agua los espera.
    La Cámara del Segundo Guardián: Ignis, el Señor de las Llamas Mentales La puerta se cerró tras ellos con un estruendo ardiente. La cámara era un horno viviente: columnas de fuego giraban como tornados, el suelo era de obsidiana agrietada, y el aire quemaba al respirar. En el centro, sobre una plataforma flotante de magma, se alzaba Ignis, el Guardián del Fuego Mental. Su cuerpo era una amalgama de llamas vivas y metal fundido, con una corona de fuego que giraba sobre su cabeza. Sus ojos no miraban: penetraban. —“La mente es combustible. Y ustedes… están llenos de recuerdos que arden.” Sin mover un músculo, Ignis lanzó una onda de fuego invisible. Yukine y Lidica sintieron un golpe seco en el pecho, como si algo se hubiera roto por dentro. No era dolor físico: era una invasión mental. - Yukine cayó de rodillas. Veía a su maestro, muerto por su culpa. Escuchaba gritos de aldeanos que nunca pudo salvar. Su transformación femenina, que antes le daba fuerza, ahora se le mostraba como una traición a sí mismo. - Lidica vio a su hermana, atrapada en llamas, extendiendo la mano. Cada vez que intentaba alcanzarla, la imagen se desvanecía. Su cuerpo temblaba, sus dagas caían al suelo. Ignis se alimentaba de sus emociones. Las llamas de la sala crecían con cada pensamiento oscuro. El suelo comenzó a agrietarse, y columnas de fuego surgían de los recuerdos más dolorosos. —“¡No es real! ¡Lidica, mírame!” —gritó Yukine, con lágrimas en los ojos. Lidica, con esfuerzo, se arrancó una pulsera que le había dado su hermana. La apretó en su mano, y con un grito desgarrador, recuperó el control. Yukine, inspirado por su fuerza, canalizó un hechizo de purificación mental, pero el costo fue brutal: su nariz sangraba, su piel se agrietaba por el esfuerzo mágico. Ignis rugió, y su cuerpo se dividió en tres entidades: - Ira: un ser de fuego rojo que atacaba con explosiones caóticas. - Miedo: una figura negra envuelta en llamas azules, que paralizaba con ilusiones de muerte. - Culpa: una sombra ardiente que susurraba verdades distorsionadas. Yukine enfrentó a Culpa. Cada hechizo que lanzaba se volvía contra él si dudaba. Su propio fuego lo quemaba. Lidica luchaba contra Miedo, pero cada vez que esquivaba un ataque, veía a Yukine muerto en el suelo. Su cuerpo comenzaba a fallar: quemaduras en los brazos, cortes en las piernas. —“¡No podemos vencerlos separados!” —gritó Yukine. Con un último esfuerzo, Yukine lanzó un hechizo de sincronización mágica. Sus mentes se conectaron. Por unos segundos, compartieron pensamientos, emociones, recuerdos. Lidica sintió la carga de Yukine. Yukine sintió el dolor de Lidica. Y juntos, atacaron. - Yukine usó un hechizo de “Llama Invertida”, absorbiendo el fuego de Ira. - Lidica, guiada por la conexión, atravesó a Miedo con una daga encantada bañada en la energía de Yukine. - Culpa intentó dividirlos, pero Yukine y Lidica se tomaron de las manos y canalizaron una explosión conjunta de magia y acero. Las tres entidades se fusionaron nuevamente en Ignis, debilitado pero furioso. Ignis se elevó, convirtiéndose en una esfera de fuego mental. La cámara comenzó a colapsar. El suelo se partía, el techo se derrumbaba. Yukine y Lidica estaban al borde del colapso físico: quemaduras, heridas abiertas, magia agotada. —“¡Este es el final!” —gritó Yukine. —“¡Entonces que arda contigo!” —respondió Lidica. Yukine canalizó su último hechizo: una “Llama de Esencia”, que quemaba su propia energía vital. Lidica, con los músculos desgarrados, saltó por encima de una grieta y lanzó sus dos dagas al núcleo. La explosión fue silenciosa. Ignis se desintegró en una lluvia de cenizas doradas. La cámara se apagó. Solo quedaba el sonido de su respiración entrecortada. Yukine cayó inconsciente. Lidica, apenas de pie, lo arrastró lejos del centro. Ambos estaban al borde de la muerte. Pero vivos. —“No fue solo fuego. Fue todo lo que somos.” —susurró Lidica. Una nueva puerta se abrió, con runas azules que fluían como agua. El Guardián del Agua los espera.
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  • El impacto ante la situación que pase con Mark Grayson 士 fue tanta que ni siquiera estuve presente cuando el despertó. Está sentada afuera del hospital mientras sostenía un cigarrillo ( sin encender) entre mis dedos y los acercaba y alejaba de mi boca.°

    –(" Se supone que me prometió que esto no pasaría...")

    –(" Prometió que el estaría bien... Y en lugar de eso tiene la cara destrozada y su cuerpo agotado..")

    ° En ese momento realmente estaba contestandome muchas cosas y una de esas fue.°

    –(" ¿Debería dejarlo?")

    –" ¡No!"

    –(" Eso es más que un no , yo lo amo , prefería morir a dejarlo... Pero no quiero que sus aventuras terminen con el..")

    –"¿Que debo hacer?"

    –(" Quiero que siga con su libertad Pero no quiero que lo maten..")
    El impacto ante la situación que pase con [ripple_green_whale_824] fue tanta que ni siquiera estuve presente cuando el despertó. Está sentada afuera del hospital mientras sostenía un cigarrillo ( sin encender) entre mis dedos y los acercaba y alejaba de mi boca.° 💭–(" Se supone que me prometió que esto no pasaría...") 💭–(" Prometió que el estaría bien... Y en lugar de eso tiene la cara destrozada y su cuerpo agotado..") ° En ese momento realmente estaba contestandome muchas cosas y una de esas fue.° 💭–(" ¿Debería dejarlo?") –" ¡No!" 💭–(" Eso es más que un no , yo lo amo , prefería morir a dejarlo... Pero no quiero que sus aventuras terminen con el..") –"¿Que debo hacer?" 💭–(" Quiero que siga con su libertad Pero no quiero que lo maten..")
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  • La Cámara del Primer Guardián: Terra, la Manipuladora de la Forma

    La puerta se cerró tras ellos con un estruendo sordo. La cámara era inmensa, con techos tan altos que se perdían en la penumbra. El aire olía a humedad, musgo y piedra antigua. El suelo vibraba con una energía latente, como si algo debajo estuviera vivo.

    En el centro, Terra se alzaba como una estatua animada, fusionada con la tierra misma. Su cuerpo era una amalgama de roca, raíces y minerales, y su voz resonaba como un terremoto:

    —“La tierra no solo sostiene… también aplasta. ¿Están listos para ser moldeados por ella?”

    Terra alzó sus brazos, y el campo de batalla cambió. El suelo se volvió viscoso, como barro endurecido, y la gravedad aumentó abruptamente. Yukine cayó de rodillas, jadeando. Lidica intentó moverse, pero cada paso era como arrastrar una tonelada.

    —“¡Nos está manipulando físicamente! ¡La densidad de nuestros cuerpos está cambiando!” —gritó Yukine.

    Yukine intentó lanzar un hechizo de reducción de masa, pero la magia se dispersaba como si la tierra la absorbiera. Terra se reía, provocando temblores con cada carcajada.

    Lidica, con los músculos tensos, usó su fuerza interna para canalizar su agilidad. Saltó hacia una columna, pero esta se transformó en una raíz que la atrapó por el tobillo. Con esfuerzo, cortó la raíz con una daga, pero cayó pesadamente al suelo.

    —“¡No podemos confiar en el terreno! ¡Todo está vivo aquí!” —exclamó.

    Terra golpeó el suelo con sus puños, y ondas de energía se propagaron. El entorno comenzó a cambiar: las paredes se movían, el techo descendía, y el suelo se elevaba en secciones aleatorias. Era como estar dentro de un cubo de Rubik en movimiento.

    Yukine cerró los ojos, tratando de concentrarse. Pero la magia de Terra comenzaba a afectar su mente. Sentía que sus pensamientos se volvían lentos, como si estuviera atrapado en lodo mental.

    —“Está manipulando nuestra percepción… no solo el cuerpo, también la mente.” —susurró.

    Lidica comenzó a ver duplicados de Terra, moviéndose en direcciones opuestas. Cada uno parecía real. Atacó a uno, pero su daga atravesó solo aire. El verdadero Terra apareció detrás, lanzando una ola de raíces que la empujó contra la pared.

    Yukine, con esfuerzo, invocó un hechizo de claridad mental, una técnica que rara vez usaba por su alto costo energético. Su frente sangraba por el esfuerzo, pero logró estabilizar su percepción.

    —“Lidica, sincroniza conmigo. No confíes en tus ojos, confía en mi señal mágica.”

    Yukine lanzó pulsos de energía que marcaban el verdadero Terra con una tenue luz azul. Lidica, guiada por esos pulsos, comenzó a atacar con precisión quirúrgica.

    Terra, herida, se fusionó con el suelo. Todo comenzó a temblar. Golems surgieron de las paredes, cada uno con fragmentos del núcleo de Terra. Para vencerla, debían destruir todos los fragmentos simultáneamente.

    —“¡Si no lo hacemos al mismo tiempo, se regenerará!” —advirtió Yukine.

    Ambos se dividieron. Yukine voló con levitación, lanzando hechizos de compresión sobre los golems. Cada hechizo drenaba su energía vital. Su piel comenzaba a agrietarse por el esfuerzo mágico.

    Lidica, con dagas encantadas, se movía como un rayo entre los golems, esquivando golpes que podrían partirla en dos. Su respiración era entrecortada, sus brazos temblaban, pero no se detenía.

    —“¡Ahora!” —gritó Yukine.

    Ambos atacaron los núcleos al mismo tiempo. Una explosión de luz verde llenó la cámara. Terra gritó, y su cuerpo se desmoronó en polvo y raíces.

    Yukine cayó al suelo, exhausto, con la magia casi agotada. Lidica se arrodilló a su lado, con cortes en los brazos y piernas. Ambos estaban al límite.

    —“No fue solo fuerza… fue voluntad.” —dijo Yukine, con voz débil.

    —“Y confianza.” —respondió Lidica, tomando su mano.

    La puerta al siguiente desafío se abrió lentamente, iluminada por runas de fuego.

    —“El próximo guardián… será aún más despiadado.” —murmuró Yukine.
    La Cámara del Primer Guardián: Terra, la Manipuladora de la Forma La puerta se cerró tras ellos con un estruendo sordo. La cámara era inmensa, con techos tan altos que se perdían en la penumbra. El aire olía a humedad, musgo y piedra antigua. El suelo vibraba con una energía latente, como si algo debajo estuviera vivo. En el centro, Terra se alzaba como una estatua animada, fusionada con la tierra misma. Su cuerpo era una amalgama de roca, raíces y minerales, y su voz resonaba como un terremoto: —“La tierra no solo sostiene… también aplasta. ¿Están listos para ser moldeados por ella?” Terra alzó sus brazos, y el campo de batalla cambió. El suelo se volvió viscoso, como barro endurecido, y la gravedad aumentó abruptamente. Yukine cayó de rodillas, jadeando. Lidica intentó moverse, pero cada paso era como arrastrar una tonelada. —“¡Nos está manipulando físicamente! ¡La densidad de nuestros cuerpos está cambiando!” —gritó Yukine. Yukine intentó lanzar un hechizo de reducción de masa, pero la magia se dispersaba como si la tierra la absorbiera. Terra se reía, provocando temblores con cada carcajada. Lidica, con los músculos tensos, usó su fuerza interna para canalizar su agilidad. Saltó hacia una columna, pero esta se transformó en una raíz que la atrapó por el tobillo. Con esfuerzo, cortó la raíz con una daga, pero cayó pesadamente al suelo. —“¡No podemos confiar en el terreno! ¡Todo está vivo aquí!” —exclamó. Terra golpeó el suelo con sus puños, y ondas de energía se propagaron. El entorno comenzó a cambiar: las paredes se movían, el techo descendía, y el suelo se elevaba en secciones aleatorias. Era como estar dentro de un cubo de Rubik en movimiento. Yukine cerró los ojos, tratando de concentrarse. Pero la magia de Terra comenzaba a afectar su mente. Sentía que sus pensamientos se volvían lentos, como si estuviera atrapado en lodo mental. —“Está manipulando nuestra percepción… no solo el cuerpo, también la mente.” —susurró. Lidica comenzó a ver duplicados de Terra, moviéndose en direcciones opuestas. Cada uno parecía real. Atacó a uno, pero su daga atravesó solo aire. El verdadero Terra apareció detrás, lanzando una ola de raíces que la empujó contra la pared. Yukine, con esfuerzo, invocó un hechizo de claridad mental, una técnica que rara vez usaba por su alto costo energético. Su frente sangraba por el esfuerzo, pero logró estabilizar su percepción. —“Lidica, sincroniza conmigo. No confíes en tus ojos, confía en mi señal mágica.” Yukine lanzó pulsos de energía que marcaban el verdadero Terra con una tenue luz azul. Lidica, guiada por esos pulsos, comenzó a atacar con precisión quirúrgica. Terra, herida, se fusionó con el suelo. Todo comenzó a temblar. Golems surgieron de las paredes, cada uno con fragmentos del núcleo de Terra. Para vencerla, debían destruir todos los fragmentos simultáneamente. —“¡Si no lo hacemos al mismo tiempo, se regenerará!” —advirtió Yukine. Ambos se dividieron. Yukine voló con levitación, lanzando hechizos de compresión sobre los golems. Cada hechizo drenaba su energía vital. Su piel comenzaba a agrietarse por el esfuerzo mágico. Lidica, con dagas encantadas, se movía como un rayo entre los golems, esquivando golpes que podrían partirla en dos. Su respiración era entrecortada, sus brazos temblaban, pero no se detenía. —“¡Ahora!” —gritó Yukine. Ambos atacaron los núcleos al mismo tiempo. Una explosión de luz verde llenó la cámara. Terra gritó, y su cuerpo se desmoronó en polvo y raíces. Yukine cayó al suelo, exhausto, con la magia casi agotada. Lidica se arrodilló a su lado, con cortes en los brazos y piernas. Ambos estaban al límite. —“No fue solo fuerza… fue voluntad.” —dijo Yukine, con voz débil. —“Y confianza.” —respondió Lidica, tomando su mano. La puerta al siguiente desafío se abrió lentamente, iluminada por runas de fuego. —“El próximo guardián… será aún más despiadado.” —murmuró Yukine.
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  • Como todas las noches ella se prepara para exhibirse en aquellos ventanales como si fuera un mero producto de tienda. Esta vez no era un conjunto de lencería exótico como sus compañeras que comparten un cuarto para vestirse. Un sujetador negro de algodón, un short jean, zapatillas Converse; el pelo lo lleva como siempre corto, el flequillo bien peinado y sin ninguna gota de maquillaje. Las demás la miran raro, pero ella ignora los reclamos de la mayor de ella y sólo responde que así gana más de los viejos pervertidos.

    El padrote de origen cubano las apura entre aplausos y repartiendo nalgadas entre todas para que corran por todo el lugar, los clientes empiezan a llenar el lugar ya que esa noche era show de table dance. Ella, por su parte se va hacia uno de los ventanales para recostarse sobre el piso al igual que un gatito en una tienda de animales, los hombres y mujeres la ven con curiosidad y hasta con intriga ya que las demás mujeres estaban con lencería o enseñando los pechos; mientras ella estaba vestida con algo simple.

    #RedLigth
    Como todas las noches ella se prepara para exhibirse en aquellos ventanales como si fuera un mero producto de tienda. Esta vez no era un conjunto de lencería exótico como sus compañeras que comparten un cuarto para vestirse. Un sujetador negro de algodón, un short jean, zapatillas Converse; el pelo lo lleva como siempre corto, el flequillo bien peinado y sin ninguna gota de maquillaje. Las demás la miran raro, pero ella ignora los reclamos de la mayor de ella y sólo responde que así gana más de los viejos pervertidos. El padrote de origen cubano las apura entre aplausos y repartiendo nalgadas entre todas para que corran por todo el lugar, los clientes empiezan a llenar el lugar ya que esa noche era show de table dance. Ella, por su parte se va hacia uno de los ventanales para recostarse sobre el piso al igual que un gatito en una tienda de animales, los hombres y mujeres la ven con curiosidad y hasta con intriga ya que las demás mujeres estaban con lencería o enseñando los pechos; mientras ella estaba vestida con algo simple. #RedLigth
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  • - Es increíble.

    Observa a través del microscopio como lo que habita en esa única gota sigue vivo sin necesidad de enfriamiento ni tratamiento especial, sin embargo, no crece no se multiplica.

    - Me pregunto...

    Sobre la placa de vidrio donde reposa la gota, unta una gota de sangre de uno de los muchos animales que tienen para experimentar y regresa todo hacia el microscopio.

    – Nada, que decepción

    Cuando el hombre aparta la mirada del microscopio, las células de la sangre desconocida asimilan los glóbulos rojos y blancos de la muestra , hasta replicar su forma y color.
    - Es increíble. Observa a través del microscopio como lo que habita en esa única gota sigue vivo sin necesidad de enfriamiento ni tratamiento especial, sin embargo, no crece no se multiplica. - Me pregunto... Sobre la placa de vidrio donde reposa la gota, unta una gota de sangre de uno de los muchos animales que tienen para experimentar y regresa todo hacia el microscopio. – Nada, que decepción Cuando el hombre aparta la mirada del microscopio, las células de la sangre desconocida asimilan los glóbulos rojos y blancos de la muestra , hasta replicar su forma y color.
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  • ♡₊˚ ・₊✧⋆⭒˚。⋆

    ˚₊۶ৎ˙⋆

    https://www.youtube.com/watch?v=QYh6mYIJG2Y

    -i wanna i got it..~-

    "Si te propones lo conseguiras ,sea lo que sea , lo importante es que logres alcanzar esa meta"

    "Por eso yo siempre tomo lo que quiero , aún si eso
    cobra la vida de varias personitas insignificantes..."

    (Le hacemos un seductive sunday¿?)
    ♡₊˚ 🦢・₊✧⋆⭒˚。⋆ ˚₊۶ৎ˙⋆ https://www.youtube.com/watch?v=QYh6mYIJG2Y -i wanna i got it..~- "Si te propones lo conseguiras ,sea lo que sea , lo importante es que logres alcanzar esa meta" "Por eso yo siempre tomo lo que quiero , aún si eso cobra la vida de varias personitas insignificantes..." (Le hacemos un seductive sunday¿?)
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  • Necesito salir y despejarme regresar a casa nunca ha sido tan duro y sobre todo agotador
    Necesito salir y despejarme regresar a casa nunca ha sido tan duro y sobre todo agotador
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  • Tomo un sorbo de la botella de agua que tenía en mando, las pequeñas gotas de sudor se deslizaban por su frente; cansada después de una rutina de ejercicio y práctica de boxeo (no era la mejor, pero disfrutaba de aquel deporte ).

    -ah... Por fortuna es fin de semana, puedo descansar - dijo para si misma casi que en un susurro al mismo tiempo que limpiaba su sudor con aquella toalla que tenía sobre los hombros.

    Y finalmente terminó sentando se en una de las bancas que estaba frente a aquel ring, observo en silencio como otra pareja de practicantes mejoraba sus técnicas.

    -quisiera ir a por un café... Pero me da flojera ir sola - dijo para si y a acto seguido volvió a darle un último sorbo a aquella botella de agua, dejándola completamente vacía en el acto.
    Tomo un sorbo de la botella de agua que tenía en mando, las pequeñas gotas de sudor se deslizaban por su frente; cansada después de una rutina de ejercicio y práctica de boxeo (no era la mejor, pero disfrutaba de aquel deporte ). -ah... Por fortuna es fin de semana, puedo descansar - dijo para si misma casi que en un susurro al mismo tiempo que limpiaba su sudor con aquella toalla que tenía sobre los hombros. Y finalmente terminó sentando se en una de las bancas que estaba frente a aquel ring, observo en silencio como otra pareja de practicantes mejoraba sus técnicas. -quisiera ir a por un café... Pero me da flojera ir sola - dijo para si y a acto seguido volvió a darle un último sorbo a aquella botella de agua, dejándola completamente vacía en el acto.
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  • Alessia llevó al tipo que se coló en la casa de su prometida hasta el garaje, un lugar frío, con olor a aceite y metal. Lo ató a una silla con bridas y cuerda, asegurándose de que no hubiera forma de que se soltara cuando despertara. Encendió una lámpara portátil y la apuntó directo al rostro del tipo, esperando a que recobrara la conciencia. El silencio sólo se rompía por el goteo lejano de algún tubo y el zumbido del neón.

    Cuando el traidor abrió los ojos, se encontró con Alessia sentada frente a él, afilando con calma un cuchillo de caza.
    —Bienvenido de vuelta —dijo con voz suave, peligrosa—. Ya sabemos lo de Luca Ferraro. Pero sabemos que hay más… y vas a decirme quiénes son.

    El hombre escupió sangre, intentando aparentar valentía.
    —No sabes con quién te metes…

    Alessia sonrió, inclinando apenas la cabeza.
    —Oh, claro que lo sé. Lo que no sabes tú… es con quién te metiste tú.

    Clavó la hoja en el brazo de la silla, a un centímetro de su mano, lo suficientemente cerca para que sintiera el calor del metal. Luego sacó una aguja de acero y un alicate de la mesa de herramientas.
    —Te daré una oportunidad de ahorrar tiempo… y dedos. ¿Quién te envió? ¿Luca solo? ¿O hay otro nombre que valga la pena?

    La tensión en la habitación era espesa como humo; cada palabra de Alessia caía como un martillazo, cada segundo un recordatorio de que estaba dispuesta a todo.
    Alessia llevó al tipo que se coló en la casa de su prometida hasta el garaje, un lugar frío, con olor a aceite y metal. Lo ató a una silla con bridas y cuerda, asegurándose de que no hubiera forma de que se soltara cuando despertara. Encendió una lámpara portátil y la apuntó directo al rostro del tipo, esperando a que recobrara la conciencia. El silencio sólo se rompía por el goteo lejano de algún tubo y el zumbido del neón. Cuando el traidor abrió los ojos, se encontró con Alessia sentada frente a él, afilando con calma un cuchillo de caza. —Bienvenido de vuelta —dijo con voz suave, peligrosa—. Ya sabemos lo de Luca Ferraro. Pero sabemos que hay más… y vas a decirme quiénes son. El hombre escupió sangre, intentando aparentar valentía. —No sabes con quién te metes… Alessia sonrió, inclinando apenas la cabeza. —Oh, claro que lo sé. Lo que no sabes tú… es con quién te metiste tú. Clavó la hoja en el brazo de la silla, a un centímetro de su mano, lo suficientemente cerca para que sintiera el calor del metal. Luego sacó una aguja de acero y un alicate de la mesa de herramientas. —Te daré una oportunidad de ahorrar tiempo… y dedos. ¿Quién te envió? ¿Luca solo? ¿O hay otro nombre que valga la pena? La tensión en la habitación era espesa como humo; cada palabra de Alessia caía como un martillazo, cada segundo un recordatorio de que estaba dispuesta a todo.
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  • •Recuerdos de Haku•

    {Hoy comenzaba otro día de entrenamiento. Las clases con mi nuevo mentor solían ser duras y agotadoras, pero cada jornada me dejaba con la sensación de que mis fuerzas crecían, y también mis ganas.}

    {Por suerte, aquella mañana no encontré al espectro fanfarrón en ninguna parte. No era raro que los espíritus prefirieran vagar a su antojo, apareciendo y desapareciendo sin aviso. Pero cuando era niña para mi desgracia, él no lo hacía. Todas las noches, justo cuándo apagaba la luz y me acurrucaba en mi cama, ahí estaba. De pie, paradote contra el brillo de la ventana, recordándome con su sola presencia que no me dejaría sola. Él podía sentir mi miedo, lo olía como un cuervo puede oler la carne muerta. Y hasta el día de hoy estoy convencida de que fue él quien perturbaba mis sueños, retorciéndolos hasta volverlos pesadillas. Dolorosas, pero cada una me dejaba una enseñanza, un consejo. Él se colaba en mi mente mientras dormía.}

    {Al principio, entre nosotros no hubo palabras. Solo estaba yo, creciendo bajo su presencia, acostumbrándome poco a poco a tenerlo como un espectador silencioso en cada momento de mi vida. Estaba ahí en mis cumpleaños, en navidades, en las fiestas escolares e incluso en los viajes familiares. Siempre, como una sombra.}

    {Con el tiempo me atreví a hablarle. En realidad, era yo quien llenaba las habitaciones y rincones con mi voz, contándole cosas sin parar mientras él escuchaba en un silencio que a veces se volvía insoportable. Solo respondía cuando quería, con esa voz metálica y áspera. Recuerdo un día en especial. Estábamos en el campo, visitando a la mujer más anciana de la familia de mi madre. Me atreví a decirle que su forma humanoide me incomodaba, y que no tenía nada de espiritual. Y claro… lo ofendí. Se irguió frente a mí, con su rostro serio cómo siempre, y me preguntó con un tono desafiante qué forma debería tomar entonces.}

    {Mi mirada se perdió por alguna parte, donde corría libre el caballo más hermoso que yo había visto. El de la abuela. Señalé con una sonrisa brillante.}

    —Un caballo como el de la abuela… es el más hermoso de todo el campo.

    {Y justo en ese momento, un águila voló por los cielos sobre nuestras cabezas, dejando escapar un chillido. Con la emoción de una niña, lo señalé con el dedo.}

    —¡Un águila! ¡Mira, Puff, un águila!

    {El espíritu, en silencio, pareció tomar nota. Y esa misma tarde decidió tomar las formas de las dos criaturas que más me fascinaban. Así nació la forma que aún conserva: mitad caballo, mitad águila. Ya no era una sombra, sino un ser majestuoso que representaba lo que él más amaba en el mundo: La libertad.}


    •Recuerdos de Haku•📖 {Hoy comenzaba otro día de entrenamiento. Las clases con mi nuevo mentor solían ser duras y agotadoras, pero cada jornada me dejaba con la sensación de que mis fuerzas crecían, y también mis ganas.} {Por suerte, aquella mañana no encontré al espectro fanfarrón en ninguna parte. No era raro que los espíritus prefirieran vagar a su antojo, apareciendo y desapareciendo sin aviso. Pero cuando era niña para mi desgracia, él no lo hacía. Todas las noches, justo cuándo apagaba la luz y me acurrucaba en mi cama, ahí estaba. De pie, paradote contra el brillo de la ventana, recordándome con su sola presencia que no me dejaría sola. Él podía sentir mi miedo, lo olía como un cuervo puede oler la carne muerta. Y hasta el día de hoy estoy convencida de que fue él quien perturbaba mis sueños, retorciéndolos hasta volverlos pesadillas. Dolorosas, pero cada una me dejaba una enseñanza, un consejo. Él se colaba en mi mente mientras dormía.} {Al principio, entre nosotros no hubo palabras. Solo estaba yo, creciendo bajo su presencia, acostumbrándome poco a poco a tenerlo como un espectador silencioso en cada momento de mi vida. Estaba ahí en mis cumpleaños, en navidades, en las fiestas escolares e incluso en los viajes familiares. Siempre, como una sombra.} {Con el tiempo me atreví a hablarle. En realidad, era yo quien llenaba las habitaciones y rincones con mi voz, contándole cosas sin parar mientras él escuchaba en un silencio que a veces se volvía insoportable. Solo respondía cuando quería, con esa voz metálica y áspera. Recuerdo un día en especial. Estábamos en el campo, visitando a la mujer más anciana de la familia de mi madre. Me atreví a decirle que su forma humanoide me incomodaba, y que no tenía nada de espiritual. Y claro… lo ofendí. Se irguió frente a mí, con su rostro serio cómo siempre, y me preguntó con un tono desafiante qué forma debería tomar entonces.} {Mi mirada se perdió por alguna parte, donde corría libre el caballo más hermoso que yo había visto. El de la abuela. Señalé con una sonrisa brillante.} —Un caballo como el de la abuela… es el más hermoso de todo el campo. {Y justo en ese momento, un águila voló por los cielos sobre nuestras cabezas, dejando escapar un chillido. Con la emoción de una niña, lo señalé con el dedo.} —¡Un águila! ¡Mira, Puff, un águila! {El espíritu, en silencio, pareció tomar nota. Y esa misma tarde decidió tomar las formas de las dos criaturas que más me fascinaban. Así nació la forma que aún conserva: mitad caballo, mitad águila. Ya no era una sombra, sino un ser majestuoso que representaba lo que él más amaba en el mundo: La libertad.}
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