• 𝒀𝒐𝒖 𝒉𝒂𝒗𝒆 𝒔𝒖𝒄𝒉 𝒂 𝒉𝒊𝒈𝒉 𝒐𝒑𝒊𝒏𝒊𝒐𝒏 𝒐𝒇 𝒚𝒐𝒖𝒓𝒔𝒆𝒍𝒇
    Fandom Los Bridgerton
    Categoría Otros
    Llevaba varios días con la impresión de que casi no tenía tiempo para ella. La sociedad londinense al comenzar la temporada era agotadora, y parecía no terminar nunca.

    Entre las diversas visitas a la modista, preparar a Edwina para que resplandeciese como merecía, y revisar los potenciales candidatos a su futuro cuñado, Kate necesitaba un tiempo a solas. Y no había ningún momento mejor que a primera hora de la mañana.

    No le había costado demasiado ensillar al caballo, tenía práctica. Y decidió dejarse el pelo medio recogido con una trenza. Lo que no pensaba hacer era despertar a alguna doncella para que la ayudase a vestirse.
    Enfundada en una capa, se abrió paso galopando, con el aire fresco de la mañana golpeando su rostro.

    Fue cogiendo más y más velocidad, y por eso ni se fijó en que 𝐀𝐍𝐓𝐇𝐎𝐍𝐘 𝐁𝐑𝐈𝐃𝐆𝐄𝐑𝐓𝐎𝐍 también se encontraba por allí.
    Llevaba varios días con la impresión de que casi no tenía tiempo para ella. La sociedad londinense al comenzar la temporada era agotadora, y parecía no terminar nunca. Entre las diversas visitas a la modista, preparar a Edwina para que resplandeciese como merecía, y revisar los potenciales candidatos a su futuro cuñado, Kate necesitaba un tiempo a solas. Y no había ningún momento mejor que a primera hora de la mañana. No le había costado demasiado ensillar al caballo, tenía práctica. Y decidió dejarse el pelo medio recogido con una trenza. Lo que no pensaba hacer era despertar a alguna doncella para que la ayudase a vestirse. Enfundada en una capa, se abrió paso galopando, con el aire fresco de la mañana golpeando su rostro. Fue cogiendo más y más velocidad, y por eso ni se fijó en que [CROCODILCROCK] también se encontraba por allí.
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  • " Un hombre vulnerable.. jun, diría que es ése mismo hombre que se enamora, si, un hombre enamorado es un hombre ciego, más cuando ve pasar un desfile de bellezas frente a sus ojos y no encuentra nada atractivo en ellas, su cabeza y su corazón coinciden una vez en la vida, ese es el efecto mariposa del estar enamorado, te hace ciego, tonto, iluso, y pueden pasar mil cosas que siempre seguirá intentando el éxito, el hombre enamorado se proyecta, es un poeta alcanzando el clímax de la expresión en un verso definitivo, y pueden pasar mil cosas y le pueden advertir pero no ve y si ve continúa y derriba y quiebra y explota y se convierte en un sol que nace y muere y renace y sigue brillando apesar de todo, y pasan mil cosas y no las ve, luego viene la realidad, verdades no tan verdades, deslealtad, traición, sueños rotos y codicias como gotas amargas al ver que lo intentaste y lo hiciste bien, un hombre enamorado puede ser y hacer cualquier cosa, incansable perseguidor de la sonrisa que se ama, y viene la otra cara, no lo traiciones si lo tienes, porque después de morir y renacer lo que fue nunca mas sera .
    " Un hombre vulnerable.. jun, diría que es ése mismo hombre que se enamora, si, un hombre enamorado es un hombre ciego, más cuando ve pasar un desfile de bellezas frente a sus ojos y no encuentra nada atractivo en ellas, su cabeza y su corazón coinciden una vez en la vida, ese es el efecto mariposa del estar enamorado, te hace ciego, tonto, iluso, y pueden pasar mil cosas que siempre seguirá intentando el éxito, el hombre enamorado se proyecta, es un poeta alcanzando el clímax de la expresión en un verso definitivo, y pueden pasar mil cosas y le pueden advertir pero no ve y si ve continúa y derriba y quiebra y explota y se convierte en un sol que nace y muere y renace y sigue brillando apesar de todo, y pasan mil cosas y no las ve, luego viene la realidad, verdades no tan verdades, deslealtad, traición, sueños rotos y codicias como gotas amargas al ver que lo intentaste y lo hiciste bien, un hombre enamorado puede ser y hacer cualquier cosa, incansable perseguidor de la sonrisa que se ama, y viene la otra cara, no lo traiciones si lo tienes, porque después de morir y renacer lo que fue nunca mas sera .
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  • //Llegó tarde pero #SeductiveSunday //

    𝕸𝖊𝖒𝖔𝖗𝖎𝖆𝖘 𝖉𝖊 𝖚𝖓 𝖅𝖔𝖗𝖗𝖔 - 𝐊𝐚𝐳𝐮𝐨

    Quería consumirla, poseerla y, al mismo
    tiempo, temía la intensidad con la que sentía todo aquello.

    Una vez... Tan solo tuve que percibir su aroma una sola vez para dejarme atrapar de una forma que, en ese momento, no sabría nombrar. Olía a tierra, pino, sol; una sinfonía de olores que se alojaban en la parte trasera de mi paladar, provocando que incluso pudiera saborearlo, una efervescencia que explotaba en mi boca como una gota de agua al caer sobre suelo firme. Olía a montaña, olía a mi hogar. ¿Pero qué era esto? No había explicación ni lógica. Su cercanía provocó en mi cuerpo una auténtica hecatombe, una reacción en cadena con un desenlace frustrante. No sería hasta dos años después de abstinencia cuando pudiera emborracharme de aquella esencia que tan hondo había calado en mí.

    Cuando ese mar carmesí que tenía como ojos me engulló, al mismo tiempo que ese aroma, algo en mí se rompió. Era como si, en ese mismo segundo, el aire hubiera abandonado mis pulmones, porque solo querían oxigenarse con el aire impregnado de aquel aroma adictivo. Mis pupilas se dilataban como dos cuencas negras, mi piel se erizaba, y mi pecho cabalgaba en una desenfrenada carrera, sin un fin concreto en aquel inmenso horizonte de mi mente. Por primera vez en siglos, no era capaz de controlar la vorágine de sensaciones que se agolpaban, una tras otra, aporreando mi cabeza en un intento desesperado de abrirse paso, de intentar buscar una explicación para aquella sensación tan abrumadora.

    Sus ojos, su pelo, su piel, sus labios, su voz... su olor. Todo me atraía como una polilla es atraída por la luz, de una forma ciega y resignada, pues el resplandor no me dejaba ver más allá de mis narices. No soy un hombre común; Soy un zorro, hijo de Inari e hijo del bosque. Mis sentidos van más allá de lo común; para mí, un aroma, un sabor, puede tener más significado que una historia contada con palabras. Aquel olor me evocaba deseo, anhelo, hambre, peligro... un peligro al que, contra todo pronóstico, hice caso omiso, porque necesitaba impregnarme de aquella esencia y no dejaría escapar la más mínima oportunidad.

    La fuerza empleada para no dejar que mis instintos más primitivos, más salvajes, más animales, se abalanzaran sobre aquella mujer era hercúlea. Una fuerza que iba en contra de todo lo que mi cuerpo pedía a gritos. Ella... La deseaba; joder, la acababa de conocer y todo mi ser la reclamaba de una forma tan voraz que ni siquiera me dejaba pensar con claridad. Era como encontrar algo que no sabías que habías perdido, y que de pronto te arrebatan para luego volver a desaparecer.

    Cuando, al día siguiente, solo percibí los matices residuales de su ausencia, sentí que algo de mí había sido arrancado. Dirigí mis pasos a la habitación donde había dormido aquella noche. El futón, perfectamente recogido, y el yukata que le había prestado, cuidadosamente doblado a su lado. Me adentré, e inmediatamente su aroma me abofeteó la cara como un oleaje salvaje que rompía contra un acantilado. Me arrodillé junto a las pertenencias prestadas y devueltas. Sin poder contenerme, tomé aquel yukata entre mis manos, llevando aquella fina seda a mi rostro. Entonces inhalé profundamente, hundiendo mi rostro entre las telas de la prenda que horas antes, Elizabeth se había puesto. Memoricé cada matiz que me recordaba a la montaña, esa mezcla de olores terrosos que me embriagaban y me hacían entrar en un estado febril. Mis puños se cerraban en aquella tela, apretándola con tanta fuerza que mis nudillos se ponían blancos del esfuerzo. Mi cuerpo languidecía hasta dejarse caer sobre el futón donde ella había dormido la noche anterior. Aún con el yukata en mis manos apretadas, me deslicé por las sábanas y la colcha de dicho futón. Olía a ella; toda su esencia estaba en aquellos simples objetos. Quería adherir aquel olor a mi piel, volverlo parte de la mía. Parecía un gato que se retuerce en una zona que desea marcar con su olor.

    Para cualquier persona normal, aquel acto podría catalogarse como propio de alguien pervertido, tóxico o incluso enfermizo. Pero para mí, un zorro, aquel olor me hacía entrar en colapso, en un frenesí incontrolable y en constante ebullición. No se le puede pedir a un felino que no reaccione a la nepeta, ni impedir que una mariposa se sienta atraída por las feromonas de una hermosa flor. Para mí, era exactamente lo mismo; aquel aroma provocaba una reacción química en todo mi cuerpo, llevándolo a una excitación acalorada, intensa e irrefrenable.

    Cada noche volvía a emborracharme de la fragancia que aquella mujer de cabellos de fuego había dejado de forma inocente. Me imaginaba estar con ella, enredados en aquellas sábanas, y no podía evitar sentir ese placer tan exquisito. Lo hice hasta que su olor se disipó con el paso del tiempo. Durante dos largos años, iba cada noche al mismo punto donde la conocí por primera vez, con la esperanza de volver a verla, de volver a olerla. En mi forma de gran zorro blanco, corría montaña arriba, intentando encontrar aquellos olores que tanto me recordaban aquellos parajes. Pero... no, nada era igual, nada era comparable a aquel olor que tanto anhelaba y que jamás se borraría de mi memoria. La espera había sido dolorosa. Una agonía que apenas podía soportar en aquellas noches de soledad, donde solo podía consolarme lastimosamente a mí mismo, imaginando cómo sería que mi boca recorriera cada parte de su cuerpo. Estaba enfermo, enfermo por no poder engullir la medicina que necesitaba para sanar. Y esa medicina era ella.

    Durante el tiempo que pasó sin su presencia, no era capaz de mantener otros encuentros íntimos con otros seres. Ni las mujeres ni los hombres con los que normalmente conseguía "satisfacer" mis deseos me provocaban la más mínima reacción de anhelo. No era difícil para mí obtener placer ajeno, de hecho, era realmente fácil. Mi presencia causaba esa necesidad primitiva de deseo cuando mis labios seducían con un suave ronroneo. Pero cuando todo iba a culminar, mi cuerpo rechazaba aquel contacto. Todo mi ser aborrecía en ese último momento aquello que no estaba relacionado con aquella esencia que se había alojado en mi mente. Por lo tanto, finalmente desistí de tener y buscar cualquier tipo de relación carnal. Prefería autocomplacerme pensando en cómo sabrían sus labios en mi boca, cómo se sentiría su piel bajo las yemas de mis dedos, cómo su olor inundaría mi olfato hasta entrar en mi lengua.

    Cuando al fin la tuve tan cerca nuevamente, sentí que su sola presencia desataba algo violento dentro de mí, un sofoco que emergía desde lo más profundo de mi ser y que solo sería aplacado con el consumo de aquella mujer. Mía... Deseaba hacerla mía de todas las formas posibles, que su aroma quedara impregnado en mi cuerpo y que el mío quedara impregnado en el suyo. Dejarme llevar por mi lado más salvaje y animal; dejar que mis colmillos ansiosos marcaran cada zona de su piel, reclamando lo que quería que fuera mío. En cada encuentro no podía hacer más que venerar aquel cuerpo; no podía dejar de arrodillarme ante ella. Lo que me hizo rendirme al completo fue saber más, conocer quién estaba debajo de todas esas sensaciones primitivas, hizo que me volviera siervo de lo que ella representaba. Y lo que representaba, era todo para mí, como si todo lo anterior a ella se quedara en la nada.

    Ahora que es mía y yo soy suyo, me doy cuenta de que jamás podría curarme de su adicción. Era mi opio, mi droga recurrente y de la que no deseaba desintoxicarme. De hecho, al contrario, quería intoxicarme por cada poro de mi piel. Fundirme a su cuerpo hasta que no se supiera dónde empezaba el mío y dónde terminaba el de ella.

    A veces considero que peco de soberbio y posesivo si el tema a discutir se trata de Elizabeth, faltando enormemente a lo que es mi ética como mensajero de Inari. Pero simplemente no puedo. Estoy tan enfermizamente enamorado, que no hay unas directrices que nos guían para manejar la situación que nos rodea a ambos. Tendremos que ser nosotros mismos quienes vayamos descubriendo a dónde nos lleva esta desenfrenada pasión.

    𝑬𝒍𝒊𝒛𝒂𝒃𝒆𝒕𝒉 ✴ 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅𝒇𝒍𝒂𝒎𝒆
    //Llegó tarde pero #SeductiveSunday // 𝕸𝖊𝖒𝖔𝖗𝖎𝖆𝖘 𝖉𝖊 𝖚𝖓 𝖅𝖔𝖗𝖗𝖔 - 𝐊𝐚𝐳𝐮𝐨 Quería consumirla, poseerla y, al mismo tiempo, temía la intensidad con la que sentía todo aquello. Una vez... Tan solo tuve que percibir su aroma una sola vez para dejarme atrapar de una forma que, en ese momento, no sabría nombrar. Olía a tierra, pino, sol; una sinfonía de olores que se alojaban en la parte trasera de mi paladar, provocando que incluso pudiera saborearlo, una efervescencia que explotaba en mi boca como una gota de agua al caer sobre suelo firme. Olía a montaña, olía a mi hogar. ¿Pero qué era esto? No había explicación ni lógica. Su cercanía provocó en mi cuerpo una auténtica hecatombe, una reacción en cadena con un desenlace frustrante. No sería hasta dos años después de abstinencia cuando pudiera emborracharme de aquella esencia que tan hondo había calado en mí. Cuando ese mar carmesí que tenía como ojos me engulló, al mismo tiempo que ese aroma, algo en mí se rompió. Era como si, en ese mismo segundo, el aire hubiera abandonado mis pulmones, porque solo querían oxigenarse con el aire impregnado de aquel aroma adictivo. Mis pupilas se dilataban como dos cuencas negras, mi piel se erizaba, y mi pecho cabalgaba en una desenfrenada carrera, sin un fin concreto en aquel inmenso horizonte de mi mente. Por primera vez en siglos, no era capaz de controlar la vorágine de sensaciones que se agolpaban, una tras otra, aporreando mi cabeza en un intento desesperado de abrirse paso, de intentar buscar una explicación para aquella sensación tan abrumadora. Sus ojos, su pelo, su piel, sus labios, su voz... su olor. Todo me atraía como una polilla es atraída por la luz, de una forma ciega y resignada, pues el resplandor no me dejaba ver más allá de mis narices. No soy un hombre común; Soy un zorro, hijo de Inari e hijo del bosque. Mis sentidos van más allá de lo común; para mí, un aroma, un sabor, puede tener más significado que una historia contada con palabras. Aquel olor me evocaba deseo, anhelo, hambre, peligro... un peligro al que, contra todo pronóstico, hice caso omiso, porque necesitaba impregnarme de aquella esencia y no dejaría escapar la más mínima oportunidad. La fuerza empleada para no dejar que mis instintos más primitivos, más salvajes, más animales, se abalanzaran sobre aquella mujer era hercúlea. Una fuerza que iba en contra de todo lo que mi cuerpo pedía a gritos. Ella... La deseaba; joder, la acababa de conocer y todo mi ser la reclamaba de una forma tan voraz que ni siquiera me dejaba pensar con claridad. Era como encontrar algo que no sabías que habías perdido, y que de pronto te arrebatan para luego volver a desaparecer. Cuando, al día siguiente, solo percibí los matices residuales de su ausencia, sentí que algo de mí había sido arrancado. Dirigí mis pasos a la habitación donde había dormido aquella noche. El futón, perfectamente recogido, y el yukata que le había prestado, cuidadosamente doblado a su lado. Me adentré, e inmediatamente su aroma me abofeteó la cara como un oleaje salvaje que rompía contra un acantilado. Me arrodillé junto a las pertenencias prestadas y devueltas. Sin poder contenerme, tomé aquel yukata entre mis manos, llevando aquella fina seda a mi rostro. Entonces inhalé profundamente, hundiendo mi rostro entre las telas de la prenda que horas antes, Elizabeth se había puesto. Memoricé cada matiz que me recordaba a la montaña, esa mezcla de olores terrosos que me embriagaban y me hacían entrar en un estado febril. Mis puños se cerraban en aquella tela, apretándola con tanta fuerza que mis nudillos se ponían blancos del esfuerzo. Mi cuerpo languidecía hasta dejarse caer sobre el futón donde ella había dormido la noche anterior. Aún con el yukata en mis manos apretadas, me deslicé por las sábanas y la colcha de dicho futón. Olía a ella; toda su esencia estaba en aquellos simples objetos. Quería adherir aquel olor a mi piel, volverlo parte de la mía. Parecía un gato que se retuerce en una zona que desea marcar con su olor. Para cualquier persona normal, aquel acto podría catalogarse como propio de alguien pervertido, tóxico o incluso enfermizo. Pero para mí, un zorro, aquel olor me hacía entrar en colapso, en un frenesí incontrolable y en constante ebullición. No se le puede pedir a un felino que no reaccione a la nepeta, ni impedir que una mariposa se sienta atraída por las feromonas de una hermosa flor. Para mí, era exactamente lo mismo; aquel aroma provocaba una reacción química en todo mi cuerpo, llevándolo a una excitación acalorada, intensa e irrefrenable. Cada noche volvía a emborracharme de la fragancia que aquella mujer de cabellos de fuego había dejado de forma inocente. Me imaginaba estar con ella, enredados en aquellas sábanas, y no podía evitar sentir ese placer tan exquisito. Lo hice hasta que su olor se disipó con el paso del tiempo. Durante dos largos años, iba cada noche al mismo punto donde la conocí por primera vez, con la esperanza de volver a verla, de volver a olerla. En mi forma de gran zorro blanco, corría montaña arriba, intentando encontrar aquellos olores que tanto me recordaban aquellos parajes. Pero... no, nada era igual, nada era comparable a aquel olor que tanto anhelaba y que jamás se borraría de mi memoria. La espera había sido dolorosa. Una agonía que apenas podía soportar en aquellas noches de soledad, donde solo podía consolarme lastimosamente a mí mismo, imaginando cómo sería que mi boca recorriera cada parte de su cuerpo. Estaba enfermo, enfermo por no poder engullir la medicina que necesitaba para sanar. Y esa medicina era ella. Durante el tiempo que pasó sin su presencia, no era capaz de mantener otros encuentros íntimos con otros seres. Ni las mujeres ni los hombres con los que normalmente conseguía "satisfacer" mis deseos me provocaban la más mínima reacción de anhelo. No era difícil para mí obtener placer ajeno, de hecho, era realmente fácil. Mi presencia causaba esa necesidad primitiva de deseo cuando mis labios seducían con un suave ronroneo. Pero cuando todo iba a culminar, mi cuerpo rechazaba aquel contacto. Todo mi ser aborrecía en ese último momento aquello que no estaba relacionado con aquella esencia que se había alojado en mi mente. Por lo tanto, finalmente desistí de tener y buscar cualquier tipo de relación carnal. Prefería autocomplacerme pensando en cómo sabrían sus labios en mi boca, cómo se sentiría su piel bajo las yemas de mis dedos, cómo su olor inundaría mi olfato hasta entrar en mi lengua. Cuando al fin la tuve tan cerca nuevamente, sentí que su sola presencia desataba algo violento dentro de mí, un sofoco que emergía desde lo más profundo de mi ser y que solo sería aplacado con el consumo de aquella mujer. Mía... Deseaba hacerla mía de todas las formas posibles, que su aroma quedara impregnado en mi cuerpo y que el mío quedara impregnado en el suyo. Dejarme llevar por mi lado más salvaje y animal; dejar que mis colmillos ansiosos marcaran cada zona de su piel, reclamando lo que quería que fuera mío. En cada encuentro no podía hacer más que venerar aquel cuerpo; no podía dejar de arrodillarme ante ella. Lo que me hizo rendirme al completo fue saber más, conocer quién estaba debajo de todas esas sensaciones primitivas, hizo que me volviera siervo de lo que ella representaba. Y lo que representaba, era todo para mí, como si todo lo anterior a ella se quedara en la nada. Ahora que es mía y yo soy suyo, me doy cuenta de que jamás podría curarme de su adicción. Era mi opio, mi droga recurrente y de la que no deseaba desintoxicarme. De hecho, al contrario, quería intoxicarme por cada poro de mi piel. Fundirme a su cuerpo hasta que no se supiera dónde empezaba el mío y dónde terminaba el de ella. A veces considero que peco de soberbio y posesivo si el tema a discutir se trata de Elizabeth, faltando enormemente a lo que es mi ética como mensajero de Inari. Pero simplemente no puedo. Estoy tan enfermizamente enamorado, que no hay unas directrices que nos guían para manejar la situación que nos rodea a ambos. Tendremos que ser nosotros mismos quienes vayamos descubriendo a dónde nos lleva esta desenfrenada pasión. [Liz_bloodFlame]
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  • ═ ∘◦ᵒ 𓅓 ᵒ◦∘ ══════════

    ༒︎ Stolthet er døden


    Las gotas de lluvia se arrastraban como lágrimas por las ventanas de las casas. Gazú avanzaba bajo un cielo cargado de nubes grises y pesadas, que derramaban su llanto en forma de miles de gotas, empapando la negrura profunda de su túnica. El sonido de la lluvia al golpear el suelo era un murmullo melódico y melancólico. Su espada parecía asomarse desde su cintura.

    ???: 𝑫𝒆𝒔𝒑𝒖𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒕𝒐𝒅𝒐... 𝑯𝒂𝒔 𝒗𝒆𝒏𝒊𝒅𝒐... 𝑨𝒍 𝒇𝒊𝒏 𝒕𝒆 𝒅𝒊𝒈𝒏𝒂𝒔𝒕𝒆 𝒂 𝒗𝒆𝒏𝒊𝒓

    El silencio fue la respuesta más precisa mientras las gotas resonaban sobre el suelo

    ???: 𝑽𝒊𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒂 𝒎𝒂𝒕𝒂𝒓𝒎𝒆 ¿𝑪𝒊𝒆𝒓𝒕𝒐? 𝑯𝒊𝒑𝒐𝒄𝒓𝒊𝒕𝒂...

    Gazú desenvainó su espada y está canto su melodía metálica y afilada. Cada gota que caía sobre la hoja parecía alimentar su furia.

    ???: 𝑨𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒂𝒎𝒊𝒈𝒐𝒔 𝒚 𝒂𝒉𝒐𝒓𝒂 𝒆𝒏𝒆𝒎𝒊𝒈𝒐𝒔...

    ⟁Lamento mucho que hayamos terminado así... Pero... Usted eligió esto𓂀

    ???: 𝑷𝒐𝒓𝒒𝒖𝒆 𝑻𝑼 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒊𝒔𝒊𝒔𝒕𝒆 𝒂𝒔𝒊...

    ⟁Yo nunca quise nada... Su 𝐨𝐫𝐠𝐮𝐥𝐥𝐨 le asesino𓂀

    𝑄𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑣𝑖𝑣𝑒 𝑑𝑒𝑙 𝑜𝑟𝑔𝑢𝑙𝑙𝑜 𝑎𝑙 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙 𝑚𝑢𝑒𝑟𝑒 𝑑𝑒 𝑠𝑜𝑙𝑒𝑑𝑎𝑑 ....

    ◢✥𝐆azú✥◣
    ═ ∘◦ᵒ 𓅓 ᵒ◦∘ ══════════ ༒︎ Stolthet er døden 💀🗡️ Las gotas de lluvia se arrastraban como lágrimas por las ventanas de las casas. Gazú avanzaba bajo un cielo cargado de nubes grises y pesadas, que derramaban su llanto en forma de miles de gotas, empapando la negrura profunda de su túnica. El sonido de la lluvia al golpear el suelo era un murmullo melódico y melancólico. Su espada parecía asomarse desde su cintura. ???: 𝑫𝒆𝒔𝒑𝒖𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒕𝒐𝒅𝒐... 𝑯𝒂𝒔 𝒗𝒆𝒏𝒊𝒅𝒐... 𝑨𝒍 𝒇𝒊𝒏 𝒕𝒆 𝒅𝒊𝒈𝒏𝒂𝒔𝒕𝒆 𝒂 𝒗𝒆𝒏𝒊𝒓 El silencio fue la respuesta más precisa mientras las gotas resonaban sobre el suelo ???: 𝑽𝒊𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒂 𝒎𝒂𝒕𝒂𝒓𝒎𝒆 ¿𝑪𝒊𝒆𝒓𝒕𝒐? 𝑯𝒊𝒑𝒐𝒄𝒓𝒊𝒕𝒂... Gazú desenvainó su espada y está canto su melodía metálica y afilada. Cada gota que caía sobre la hoja parecía alimentar su furia. ???: 𝑨𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒂𝒎𝒊𝒈𝒐𝒔 𝒚 𝒂𝒉𝒐𝒓𝒂 𝒆𝒏𝒆𝒎𝒊𝒈𝒐𝒔... ⟁Lamento mucho que hayamos terminado así... Pero... Usted eligió esto𓂀 ???: 𝑷𝒐𝒓𝒒𝒖𝒆 𝑻𝑼 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒊𝒔𝒊𝒔𝒕𝒆 𝒂𝒔𝒊... ⟁Yo nunca quise nada... Su 𝐨𝐫𝐠𝐮𝐥𝐥𝐨 le asesino𓂀 🌹 𝑄𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑣𝑖𝑣𝑒 𝑑𝑒𝑙 𝑜𝑟𝑔𝑢𝑙𝑙𝑜 𝑎𝑙 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙 𝑚𝑢𝑒𝑟𝑒 𝑑𝑒 𝑠𝑜𝑙𝑒𝑑𝑎𝑑 .... ◢✥𝐆azú✥◣
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  • El aroma del café recién molido llenaba la pequeña cocina de la casa de su abuela. Carmina, de pie frente a la estufa, giraba la espátula con suavidad, removiendo unos huevos que chisporroteaban en la sartén. El silencio de la mañana la envolvía, roto solo por el leve gorgoteo de la cafetera y el crujido del pan en el tostador. No era común que su abuela le pidiera ayuda para preparar el desayuno. Ella, que siempre había sido una figura llena de energía y diligencia, de esas que no se quedaban quietas ni un momento.

    Sin embargo, en los últimos días, la notaba más fatigada, más lenta, y eso le había inquietado. La escena de su abuela pidiéndole ayuda esa misma mañana regresó a su mente: la había encontrado en la mesa de la cocina, con las manos rodeando una taza de té que apenas había bebido, sus ojos cargados de un cansancio que Carmina no había visto antes.

    "¿Podrías encargarte del desayuno hoy, querida? Creo que me vendría bien descansar un poco más," le había dicho, sonriendo con esa ternura tan suya, aunque a Carmina le pareció que su sonrisa había sido algo triste. El recuerdo le hizo suspirar, y mientras volcaba los huevos en un plato y los decoraba con un toque de perejil fresco, un nudo empezó a formarse en su pecho.

    Conforme iba colocando cada parte del desayuno —los huevos, el pan tostado, el café negro—, su mente divagaba, recorriendo aquellos días en los que su abuelo Pietro aún estaba con ellas. Habían pasado ya unos años desde que él partió, pero el dolor todavía la acompañaba, como una sombra silenciosa. Recordaba cómo había sido verlo debilitarse, cómo su risa franca se volvió un susurro, hasta que, un día, solo quedó el eco de su voz en la casa.

    Carmina se mordió el labio, tratando de alejar esos pensamientos oscuros. Pero el miedo era inevitable. Su abuela, a quien tanto amaba, era ahora la figura más fuerte que le quedaba, el lazo que la mantenía unida a esos recuerdos de amor y calidez que tanto atesoraba. Verla vulnerable la hacía consciente de lo frágil y efímero de la vida, y ese pensamiento le helaba el corazón. ¿Y si un día también la perdía a ella?

    "Es solo un poco de cansancio," se decía para tranquilizarse, mientras apretaba el borde de la encimera, buscando en la madera fría un ancla que la sostuviera. Pero no podía evitar preguntarse: ¿cuánto tiempo le quedaba con su abuela? ¿Cuántos desayunos más prepararía para ella, o cuántas tardes más compartirían en el jardín, charlando sobre cualquier cosa mientras el sol caía?

    Sacudió la cabeza y respiró hondo. Al terminar de preparar la bandeja con el desayuno, la sostuvo con ambas manos, observando por un instante el esmero en cada detalle. Sabía que cada minuto contaba, y que, aunque el temor seguía presente, quería asegurarse de hacer feliz a su abuela cada día que le fuera posible. Con ese pensamiento, llevó la bandeja a la mesa donde su abuela la esperaba, y en el instante en que ella sonrió al verla, Carmina sintió una chispa de alivio.

    A lo mejor no podía detener el paso del tiempo ni proteger a su abuela de su propio cuerpo, pero podía estar ahí para ella, acompañándola.
    El aroma del café recién molido llenaba la pequeña cocina de la casa de su abuela. Carmina, de pie frente a la estufa, giraba la espátula con suavidad, removiendo unos huevos que chisporroteaban en la sartén. El silencio de la mañana la envolvía, roto solo por el leve gorgoteo de la cafetera y el crujido del pan en el tostador. No era común que su abuela le pidiera ayuda para preparar el desayuno. Ella, que siempre había sido una figura llena de energía y diligencia, de esas que no se quedaban quietas ni un momento. Sin embargo, en los últimos días, la notaba más fatigada, más lenta, y eso le había inquietado. La escena de su abuela pidiéndole ayuda esa misma mañana regresó a su mente: la había encontrado en la mesa de la cocina, con las manos rodeando una taza de té que apenas había bebido, sus ojos cargados de un cansancio que Carmina no había visto antes. "¿Podrías encargarte del desayuno hoy, querida? Creo que me vendría bien descansar un poco más," le había dicho, sonriendo con esa ternura tan suya, aunque a Carmina le pareció que su sonrisa había sido algo triste. El recuerdo le hizo suspirar, y mientras volcaba los huevos en un plato y los decoraba con un toque de perejil fresco, un nudo empezó a formarse en su pecho. Conforme iba colocando cada parte del desayuno —los huevos, el pan tostado, el café negro—, su mente divagaba, recorriendo aquellos días en los que su abuelo Pietro aún estaba con ellas. Habían pasado ya unos años desde que él partió, pero el dolor todavía la acompañaba, como una sombra silenciosa. Recordaba cómo había sido verlo debilitarse, cómo su risa franca se volvió un susurro, hasta que, un día, solo quedó el eco de su voz en la casa. Carmina se mordió el labio, tratando de alejar esos pensamientos oscuros. Pero el miedo era inevitable. Su abuela, a quien tanto amaba, era ahora la figura más fuerte que le quedaba, el lazo que la mantenía unida a esos recuerdos de amor y calidez que tanto atesoraba. Verla vulnerable la hacía consciente de lo frágil y efímero de la vida, y ese pensamiento le helaba el corazón. ¿Y si un día también la perdía a ella? "Es solo un poco de cansancio," se decía para tranquilizarse, mientras apretaba el borde de la encimera, buscando en la madera fría un ancla que la sostuviera. Pero no podía evitar preguntarse: ¿cuánto tiempo le quedaba con su abuela? ¿Cuántos desayunos más prepararía para ella, o cuántas tardes más compartirían en el jardín, charlando sobre cualquier cosa mientras el sol caía? Sacudió la cabeza y respiró hondo. Al terminar de preparar la bandeja con el desayuno, la sostuvo con ambas manos, observando por un instante el esmero en cada detalle. Sabía que cada minuto contaba, y que, aunque el temor seguía presente, quería asegurarse de hacer feliz a su abuela cada día que le fuera posible. Con ese pensamiento, llevó la bandeja a la mesa donde su abuela la esperaba, y en el instante en que ella sonrió al verla, Carmina sintió una chispa de alivio. A lo mejor no podía detener el paso del tiempo ni proteger a su abuela de su propio cuerpo, pero podía estar ahí para ella, acompañándola.
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  • Casa de muñecas

    ∆ Especial de Halloween. No leer si no toleras en contenido explícito o fuerte ∆

    ∆ Para una mejor inmersión escuchar el siguiente link https://youtu.be/ZrANEuUvoIw?si=-9HK-2HFzvXk-ItP

    Las paredes manchadas y escurriendo de sangre, el ventilador del techo rechinaba luchando por seguir dando lentar vueltas con colgando tres cabezas atadas en sus aspas. Tenian un corte burde en el cuello donde por donde pequeña inicicion pasaban hasta un la nuca por donde se mantenían amarrados con los intestinos en cada una de las apas.

    Cada una había sido "cuidadosamente" manejada dándoles un aspecto único, la primera le habia sacado los ojos de las cuencas dejando que colgarán solo por los nervios oculares, dejando que los ojos calleran casi a su boca que estaba abierta en un grito muerto de horror, la segunda cabeza tenia los ojos vueltos para atrás mientras que una sonrisa habia sido dibudaja con sangre desde el labio superior hasta el final de los pómulos pues la mandíbula había sido rota dejando la parte inferior colgando y la tercera cabeza estaba con los párpados cosidos dejando expuestos sus ojos, las venas aún se mantenían marcadas de sus muertos ojos que brillanban con tintineante iluminación de la casa, mientras de su boca aún escurrían espesas gotas de sangre que manchaban los hilos que mantenían su expresión parecida a una de esas tristes pinturas de payasos pero habia dejado su lengua de fuera para darle un toque divertido.

    En las paredes estaban escritas las ultimas palabras con su propia sangre.

    "Aléjate"

    "No quiero morir"

    "Ayuda"

    "Socorro"

    "Por favor"

    Estas palabras se repetían una y otra vez en toda la casa, junto a las marcas de manos, rasguños en el tapiz y partes humanas regadas.

    En la mesa principal estaban los cuerpos sentados como si preparan para cenar, los brazos, trozos y piernas amarrados con tanta fuerza a las sillas que sus pálidas extremidades mantenían un horrible color morado verdoso.

    Todos estaban bien vestidos con sus manos apuntadas, dejadas en cada plato frente a ellos "listos para comer" pero no para ellos, si no que para las larvas de las moscas que se movían bajo piel y devoran la carne, y las moscas rondaban cerca de la mesa y disfrutando de la carne expuesta de sus cuellos cercenados, mientras como centro de mesa yacía los tres corazones atravezados y sujetados con costillas extraídas de los cuerpos en donde las heridas heran cubiertas por la ropa empapada de sangre se undia. Las copas estaban decoradas con dorajas de ojos y llenas de acido.

    En la sala habían más cuerpos, aún que estos conservaban las cabezas, sus miradas estaban por detrás de sus espaldas por el cuello roto negándose a ver al gran escrito en carmín con sus propias vidas "HAPPY HALLOWEEN".

    Todos estaban sujetos de las manos por cuerdas dañadas y sucias, hechas de sus propios cabellos que asfixiaban las extremidades, sus cuerpos estaban habiertos y los de la extremo a extremo aún tenían sus tripas pegados a ellos mientras los debas los tenían arrancadas y unidos a los extremos habían sido extendidos por toda la sala para decorarla, con sus ojos ecocidos al igual que sus sonrisas, ensuiadas por negras manchas de sangre podrida. Mientras en un plato hondo de vidrio en la mesa de centro estaban diferentes horga os cortados en pequeños cubos, sus pulmones habían sido fina minamente cortados en pequeñas láminas y estaban regados por toda la sala como si se tratará de confeti, así como sus hígados que estaban en un gran plato plato cortados en finas laminas como carnes frias y sus riñones estaban en otro plato rebanados y con palillos incrustados. Los sillones goteaban la negra sangre mientras se pronunciaban más sus figuras con sus fluidos sobre la tela de los muebles.

    En las escaleras habían dos niñas sentadas, partidas a la mitad y cosidas, que se movían en leves temblores. Sus pechos auecados en perfectos circulos dejaban entre ver sombras correr en donde se suponía que debería estar sus corazones sin embargo aún unido a sus cuerpos por delgados tejidos podridos descansaba en sus manos. Las ratas ya habían comenzado a comerse las caras de las niñas, dejando a una con la mitad de la cara roída y haci con sus dedos donde la otra ya no contaba con uno de sus brazos unidos al cuerpo y con apenas la cuarta parte de sus palidos dedos, en donde una de las rata, sujetaba el corazón con sus pequeñas manitas enterrando sus garras en la carne mientras roía el negro organo con desesperación.

    En el segundo piso las puertas de las habitaciones estaban forrados con piel pegadas con clavos torcidos y oxidados.

    En cada habitación, sobre la cama había una pequeña caja adornada con mucho cuidado estando sobre ellas pequeñas notas con escritos ilegibles. Unos pequeños regalos sorpresa para los futuros visitantes que vinieran a la fiesta.

    Bajo las camas habían cuerpos desollados, cubiertos de ormigas que entraban por sus bocas, ojos, nariz y orejas. Mientras en el piso se esparcían desde la cama hasta la puerta un gran mancha de sangre seca.

    En el baño, el lavabo estaba lleno de cabello cubierto de sangre y suciedad del cual parte había caído al piso.

    La tina están llena de agua contamida de sangre y en ella flotaban pequeños e hinchados bebes azules con manchas verdes piel.

    El aire estaba infestado por el nauseabundo a carne podrida, los insectos se arrastraban por todas partes y la casa solo era iluminada por las suaves luces de las velas.

    Las ventanas estaban tapdas por dentro con papel negro por lo que no se podía ver nada por fuera más que el débil parpadear de las velas que derretían sobre los candelabros de manos engarrotadas que había hecho y distribuido por toda la casa, en unas, los dedos tenian delgadas velas y en la palma había una más gruesa pero pequeñas, otros eran puños cerrados donde sujetaban las velas que se derretían la cera caliente cosibana la piel dejando supurante marcas.

    Había sido algo complicado conseguir todos pero valía la pena, todo estaba perfecto y ahora quienes fueran que entrarán por la blanca puerta de la entrada, la única puerta que mantenian un limpio y buen estando, vivirían un auténtico halloween en esta "casa de muñecas".

    - Feliz Halloween~ -

    Dijo en un canturreó alegre parada enmedio del pasillo principal, siendo mi figura cubierta por la oscuridad así como las evidencias de las cosas que había hecho, dejando únicamente a la vista mis ojos amarillos que era lo único que sobre salía entre la penumbra.

    #Rol #Gore #Hallowen #Original #Terror
    Casa de muñecas ∆ Especial de Halloween. No leer si no toleras en contenido explícito o fuerte ∆ ∆ Para una mejor inmersión escuchar el siguiente link https://youtu.be/ZrANEuUvoIw?si=-9HK-2HFzvXk-ItP ∆ Las paredes manchadas y escurriendo de sangre, el ventilador del techo rechinaba luchando por seguir dando lentar vueltas con colgando tres cabezas atadas en sus aspas. Tenian un corte burde en el cuello donde por donde pequeña inicicion pasaban hasta un la nuca por donde se mantenían amarrados con los intestinos en cada una de las apas. Cada una había sido "cuidadosamente" manejada dándoles un aspecto único, la primera le habia sacado los ojos de las cuencas dejando que colgarán solo por los nervios oculares, dejando que los ojos calleran casi a su boca que estaba abierta en un grito muerto de horror, la segunda cabeza tenia los ojos vueltos para atrás mientras que una sonrisa habia sido dibudaja con sangre desde el labio superior hasta el final de los pómulos pues la mandíbula había sido rota dejando la parte inferior colgando y la tercera cabeza estaba con los párpados cosidos dejando expuestos sus ojos, las venas aún se mantenían marcadas de sus muertos ojos que brillanban con tintineante iluminación de la casa, mientras de su boca aún escurrían espesas gotas de sangre que manchaban los hilos que mantenían su expresión parecida a una de esas tristes pinturas de payasos pero habia dejado su lengua de fuera para darle un toque divertido. En las paredes estaban escritas las ultimas palabras con su propia sangre. "Aléjate" "No quiero morir" "Ayuda" "Socorro" "Por favor" Estas palabras se repetían una y otra vez en toda la casa, junto a las marcas de manos, rasguños en el tapiz y partes humanas regadas. En la mesa principal estaban los cuerpos sentados como si preparan para cenar, los brazos, trozos y piernas amarrados con tanta fuerza a las sillas que sus pálidas extremidades mantenían un horrible color morado verdoso. Todos estaban bien vestidos con sus manos apuntadas, dejadas en cada plato frente a ellos "listos para comer" pero no para ellos, si no que para las larvas de las moscas que se movían bajo piel y devoran la carne, y las moscas rondaban cerca de la mesa y disfrutando de la carne expuesta de sus cuellos cercenados, mientras como centro de mesa yacía los tres corazones atravezados y sujetados con costillas extraídas de los cuerpos en donde las heridas heran cubiertas por la ropa empapada de sangre se undia. Las copas estaban decoradas con dorajas de ojos y llenas de acido. En la sala habían más cuerpos, aún que estos conservaban las cabezas, sus miradas estaban por detrás de sus espaldas por el cuello roto negándose a ver al gran escrito en carmín con sus propias vidas "HAPPY HALLOWEEN". Todos estaban sujetos de las manos por cuerdas dañadas y sucias, hechas de sus propios cabellos que asfixiaban las extremidades, sus cuerpos estaban habiertos y los de la extremo a extremo aún tenían sus tripas pegados a ellos mientras los debas los tenían arrancadas y unidos a los extremos habían sido extendidos por toda la sala para decorarla, con sus ojos ecocidos al igual que sus sonrisas, ensuiadas por negras manchas de sangre podrida. Mientras en un plato hondo de vidrio en la mesa de centro estaban diferentes horga os cortados en pequeños cubos, sus pulmones habían sido fina minamente cortados en pequeñas láminas y estaban regados por toda la sala como si se tratará de confeti, así como sus hígados que estaban en un gran plato plato cortados en finas laminas como carnes frias y sus riñones estaban en otro plato rebanados y con palillos incrustados. Los sillones goteaban la negra sangre mientras se pronunciaban más sus figuras con sus fluidos sobre la tela de los muebles. En las escaleras habían dos niñas sentadas, partidas a la mitad y cosidas, que se movían en leves temblores. Sus pechos auecados en perfectos circulos dejaban entre ver sombras correr en donde se suponía que debería estar sus corazones sin embargo aún unido a sus cuerpos por delgados tejidos podridos descansaba en sus manos. Las ratas ya habían comenzado a comerse las caras de las niñas, dejando a una con la mitad de la cara roída y haci con sus dedos donde la otra ya no contaba con uno de sus brazos unidos al cuerpo y con apenas la cuarta parte de sus palidos dedos, en donde una de las rata, sujetaba el corazón con sus pequeñas manitas enterrando sus garras en la carne mientras roía el negro organo con desesperación. En el segundo piso las puertas de las habitaciones estaban forrados con piel pegadas con clavos torcidos y oxidados. En cada habitación, sobre la cama había una pequeña caja adornada con mucho cuidado estando sobre ellas pequeñas notas con escritos ilegibles. Unos pequeños regalos sorpresa para los futuros visitantes que vinieran a la fiesta. Bajo las camas habían cuerpos desollados, cubiertos de ormigas que entraban por sus bocas, ojos, nariz y orejas. Mientras en el piso se esparcían desde la cama hasta la puerta un gran mancha de sangre seca. En el baño, el lavabo estaba lleno de cabello cubierto de sangre y suciedad del cual parte había caído al piso. La tina están llena de agua contamida de sangre y en ella flotaban pequeños e hinchados bebes azules con manchas verdes piel. El aire estaba infestado por el nauseabundo a carne podrida, los insectos se arrastraban por todas partes y la casa solo era iluminada por las suaves luces de las velas. Las ventanas estaban tapdas por dentro con papel negro por lo que no se podía ver nada por fuera más que el débil parpadear de las velas que derretían sobre los candelabros de manos engarrotadas que había hecho y distribuido por toda la casa, en unas, los dedos tenian delgadas velas y en la palma había una más gruesa pero pequeñas, otros eran puños cerrados donde sujetaban las velas que se derretían la cera caliente cosibana la piel dejando supurante marcas. Había sido algo complicado conseguir todos pero valía la pena, todo estaba perfecto y ahora quienes fueran que entrarán por la blanca puerta de la entrada, la única puerta que mantenian un limpio y buen estando, vivirían un auténtico halloween en esta "casa de muñecas". - Feliz Halloween~ - Dijo en un canturreó alegre parada enmedio del pasillo principal, siendo mi figura cubierta por la oscuridad así como las evidencias de las cosas que había hecho, dejando únicamente a la vista mis ojos amarillos que era lo único que sobre salía entre la penumbra. #Rol #Gore #Hallowen #Original #Terror
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  • —Comienzo... a sentirme agotado.

    Las grietas habían llegado hasta su rostro, dando más aquel aspecto de muñeca de porcelana, suspirando, esperando que su cuerpo pudiese acostumbrarse a aquel flujo de poder pues más no podría hacer realmente.
    —Comienzo... a sentirme agotado. Las grietas habían llegado hasta su rostro, dando más aquel aspecto de muñeca de porcelana, suspirando, esperando que su cuerpo pudiese acostumbrarse a aquel flujo de poder pues más no podría hacer realmente.
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  • Dean Winchester despertó en el bunker. A su alrededor, el silencio era casi palpable, roto solo por el suave zumbido del sistema de renovación del aire. La noche anterior había sido intensa: un caso de un espíritu vengativo que había dejado un rastro de caos en una pequeña ciudad. Había tenido que usar todas sus habilidades y un par de trucos más para salir de esa situación.

    Al abrir los ojos, una sonrisa se dibujó en su rostro al ver a Hope Mikaelson dormida a su lado. Su cabello castaño caía en desorden sobre la almohada, y la luz de la mesilla, la cual había quedado encendida toda la noche, iluminaba suavemente sus rasgos. A pesar del cansancio, Dean sintió una calidez en su pecho. Había sido una locura encontrarse en medio de una batalla sobrenatural y luego terminar acurrucados, pero él no podía pedir nada mejor.

    Se frotó los ojos y trató de levantarse con cuidado para no despertarla, pero el movimiento hizo que Hope entreabriera los ojos.
    — ¿Ya te vas? — preguntó con voz adormilada, sonriendo apenas.

    — Solo voy por un café — respondió Dean, sintiendo cómo la tensión de la noche anterior se desvanecía un poco más con su presencia. —¿Te apetece algo?—

    Hope se estiró, dejando escapar un pequeño bostezo.
    — Un café suena perfecto — dijo mientras se sentaba en la cama, sus ojos aún llenos de sueño, pero brillantes.

    Dean se levantó, sintiendo el peso del cansancio en sus músculos, pero al mismo tiempo, una energía renovada gracias a ella. Mientras se vestía, recordó los momentos más tensos de la noche. La lucha contra el espíritu había sido feroz, pero habían logrado liberar a la víctima y restablecer la paz en el pueblo. Sin embargo, cada victoria venía con su propio precio, y los recuerdos de lo que había enfrentado a menudo lo perseguían. Pero ahora, con Hope a su lado, todo parecía un poco más llevadero.

    Al salir de su habitación, el eco de sus pasos resonó por los pasillos vacíos. Se detuvo un momento, escuchando los sonidos de la casa: el leve murmullo de la calefacción, el goteo del grifo en la cocina, y el sonido inconfundible de Sam en el biblioteca, probablemente revisando los libros antiguos.

    Cuando entró a la cocina, la vista de su hermano trabajando le trajo una sensación de calma.
    —Buenos días, Sammy— dijo con una sonrisa cansada, mientras se servía una taza de café. —Hope se despierta ahora, a mi ya veo que no, pero ¿harías un poco de bacon para ella?.—

    —¿Estás seguro de que ella ha pedido bacon? Mira que no te conviene cabrear a la gran tribrida— bromeó Sam, levantando una ceja mientras miraba a su hermano con una sonrisa.

    Dean rió, sintiendo que, a pesar de los horrores del mundo, esos momentos simples entre risas y café hacían que todo valiera la pena.



    #3D #Comunidad3D #Personajes3D #Winchelson #DeanWinchester
    Dean Winchester despertó en el bunker. A su alrededor, el silencio era casi palpable, roto solo por el suave zumbido del sistema de renovación del aire. La noche anterior había sido intensa: un caso de un espíritu vengativo que había dejado un rastro de caos en una pequeña ciudad. Había tenido que usar todas sus habilidades y un par de trucos más para salir de esa situación. Al abrir los ojos, una sonrisa se dibujó en su rostro al ver a Hope Mikaelson dormida a su lado. Su cabello castaño caía en desorden sobre la almohada, y la luz de la mesilla, la cual había quedado encendida toda la noche, iluminaba suavemente sus rasgos. A pesar del cansancio, Dean sintió una calidez en su pecho. Había sido una locura encontrarse en medio de una batalla sobrenatural y luego terminar acurrucados, pero él no podía pedir nada mejor. Se frotó los ojos y trató de levantarse con cuidado para no despertarla, pero el movimiento hizo que Hope entreabriera los ojos. — ¿Ya te vas? — preguntó con voz adormilada, sonriendo apenas. — Solo voy por un café — respondió Dean, sintiendo cómo la tensión de la noche anterior se desvanecía un poco más con su presencia. —¿Te apetece algo?— Hope se estiró, dejando escapar un pequeño bostezo. — Un café suena perfecto — dijo mientras se sentaba en la cama, sus ojos aún llenos de sueño, pero brillantes. Dean se levantó, sintiendo el peso del cansancio en sus músculos, pero al mismo tiempo, una energía renovada gracias a ella. Mientras se vestía, recordó los momentos más tensos de la noche. La lucha contra el espíritu había sido feroz, pero habían logrado liberar a la víctima y restablecer la paz en el pueblo. Sin embargo, cada victoria venía con su propio precio, y los recuerdos de lo que había enfrentado a menudo lo perseguían. Pero ahora, con Hope a su lado, todo parecía un poco más llevadero. Al salir de su habitación, el eco de sus pasos resonó por los pasillos vacíos. Se detuvo un momento, escuchando los sonidos de la casa: el leve murmullo de la calefacción, el goteo del grifo en la cocina, y el sonido inconfundible de Sam en el biblioteca, probablemente revisando los libros antiguos. Cuando entró a la cocina, la vista de su hermano trabajando le trajo una sensación de calma. —Buenos días, Sammy— dijo con una sonrisa cansada, mientras se servía una taza de café. —Hope se despierta ahora, a mi ya veo que no, pero ¿harías un poco de bacon para ella?.— —¿Estás seguro de que ella ha pedido bacon? Mira que no te conviene cabrear a la gran tribrida— bromeó Sam, levantando una ceja mientras miraba a su hermano con una sonrisa. Dean rió, sintiendo que, a pesar de los horrores del mundo, esos momentos simples entre risas y café hacían que todo valiera la pena. #3D #Comunidad3D #Personajes3D #Winchelson #DeanWinchester
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  • Las lluvias en otoño suelen ser raras, pero tiene algo de encanto sentir el correr de las gotas frías de agua recorrer mi nuca

    Me hace recordar épocas más simples, tiempos de abtaño cuando vivía en mi ciudad natal donde llovía la mayor parte del año.

    Pese a que ya han pasado varios siglos desde aquél entonces, aun recuerdo como si fuera ayer el recorrer las frías calles del pueblo en medio de una llovizba, aferrandosé a cualquier techo u árbol para no mojarse por completo, unicamente iluminado por las lámparas de queroseno que luchaban contra la lluvia por mantenerse activas.

    Pero claro, no es el agua lo que me mantiene nostálgico, si no el calor de la chimena que reconfortaba hasta los huesos, cada vez que llegabas de visitia a la casa de algún amigo o familiar, inclusive en la de un extraño jamás se te rechazaba ese hogareño calor.

    Son tiempos que jamás volverán.
    Las lluvias en otoño suelen ser raras, pero tiene algo de encanto sentir el correr de las gotas frías de agua recorrer mi nuca Me hace recordar épocas más simples, tiempos de abtaño cuando vivía en mi ciudad natal donde llovía la mayor parte del año. Pese a que ya han pasado varios siglos desde aquél entonces, aun recuerdo como si fuera ayer el recorrer las frías calles del pueblo en medio de una llovizba, aferrandosé a cualquier techo u árbol para no mojarse por completo, unicamente iluminado por las lámparas de queroseno que luchaban contra la lluvia por mantenerse activas. Pero claro, no es el agua lo que me mantiene nostálgico, si no el calor de la chimena que reconfortaba hasta los huesos, cada vez que llegabas de visitia a la casa de algún amigo o familiar, inclusive en la de un extraño jamás se te rechazaba ese hogareño calor. Son tiempos que jamás volverán.
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  • ﹀.﹀.﹀.﹀.﹀.﹀.﹀.﹀
    ۰۪۫𝑀𝔞𝔟𝔢𝔩 𝐺𝔩𝔢𝔢𝔣𝔲𝔩
    _________________________

    --

    [ Era una noche oscura y cargada de tensión en la carpa de la telepatía.Las luces parpadeaban, y el murmullo del público pequeño en esta ocasión se transformaba en un rugido de expectación.Me encontraba en el centro del escenario,rodeada de nuevos visitantes al pueblo, lista para realizar un hechizo que prometía deslumbrar a todos.Sin embargo,la magia tiene una forma peculiar de volverse en contra de uno.

    Al pronunciar las palabras antiguas,un escalofrío recorrió mi espalda.La energía se desató de manera incontrolable.En un instante,los rostros de los espectadores se transformaron; sus ojos perdieron el brillo humano y se tornaron salvajes.Gritos y aullidos resonaron en la carpa, y lo que antes era un espectáculo se convirtió en un caos absoluto.

    Desesperada,intenté recordar los pasos del hechizo,buscar un remedio, pero era como si una niebla espesa cubriera mi mente. Los humanos,ahora despojados de su razón, se lanzaron sobre mí, impulsados por instintos primitivos.

    Busqué entre mis pertenencias.Mis dagas brillaban bajo la luz tenue,en un momento de claridad, comprendí que no había otra opción.Con el corazón latiendo con fuerza,saqué una de ellas.Sabía que debía actuar rápido o perdería todo control.

    El primer cuchillazo fue un acto de pura supervivencia. La mirada de terror en el rostro de aquel hombre me persiguió,el caos no se detuvo.Los demás se abalanzaron sobre mí,el instinto de autoconservación se introdujo en mí.Con cada golpe, la carpa se llenaba del eco de la lucha, y el aire se tornaba pesado con la mezcla de miedo y salvajismo.A pesar de la necesidad de protegerme,una parte de mí se desgarraba al ver cómo la vida se desvanecía en un espectáculo de horror.No podía detenerme.No podía dejar que el hechizo siguiera su curso. Así,con cada cuchillazo,me enfrentaba no solo a ellos, sino a la monstruosidad que había desatado.La carpa, que una vez fue un lugar de asombro,se había convertido en un escenario de pesadilla.Finalmente,el silencio se apoderó del lugar. Caí de rodillas,agotada y abrumada por lo que había hecho.En un instante, comprendí que la magia, la misma que había querido dominar, había reclamado su precio.Mientras la adrenalina aún corría por mis venas,una pregunta inquietante surgió en mi mente]

    {Fue necesario pero… ¿se siente bien esta agitación? Acaso...¿lo disfruté? }

    ⏝꒷꒦՞ ˖࣪ 𖥨 ˖࣪ .꒷⏝꒷꒦⏝꒷꒦՞ ˖࣪ 𖥨 ˖࣪ .꒷⏝꒷꒦ ]
    ﹀.﹀.﹀.﹀.﹀.﹀.﹀.﹀ 🔮۰۪۫💎𝑀𝔞𝔟𝔢𝔩 𝐺𝔩𝔢𝔢𝔣𝔲𝔩🎩🔮 _________________________ -- [ Era una noche oscura y cargada de tensión en la carpa de la telepatía.Las luces parpadeaban, y el murmullo del público pequeño en esta ocasión se transformaba en un rugido de expectación.Me encontraba en el centro del escenario,rodeada de nuevos visitantes al pueblo, lista para realizar un hechizo que prometía deslumbrar a todos.Sin embargo,la magia tiene una forma peculiar de volverse en contra de uno. Al pronunciar las palabras antiguas,un escalofrío recorrió mi espalda.La energía se desató de manera incontrolable.En un instante,los rostros de los espectadores se transformaron; sus ojos perdieron el brillo humano y se tornaron salvajes.Gritos y aullidos resonaron en la carpa, y lo que antes era un espectáculo se convirtió en un caos absoluto. Desesperada,intenté recordar los pasos del hechizo,buscar un remedio, pero era como si una niebla espesa cubriera mi mente. Los humanos,ahora despojados de su razón, se lanzaron sobre mí, impulsados por instintos primitivos. Busqué entre mis pertenencias.Mis dagas brillaban bajo la luz tenue,en un momento de claridad, comprendí que no había otra opción.Con el corazón latiendo con fuerza,saqué una de ellas.Sabía que debía actuar rápido o perdería todo control. El primer cuchillazo fue un acto de pura supervivencia. La mirada de terror en el rostro de aquel hombre me persiguió,el caos no se detuvo.Los demás se abalanzaron sobre mí,el instinto de autoconservación se introdujo en mí.Con cada golpe, la carpa se llenaba del eco de la lucha, y el aire se tornaba pesado con la mezcla de miedo y salvajismo.A pesar de la necesidad de protegerme,una parte de mí se desgarraba al ver cómo la vida se desvanecía en un espectáculo de horror.No podía detenerme.No podía dejar que el hechizo siguiera su curso. Así,con cada cuchillazo,me enfrentaba no solo a ellos, sino a la monstruosidad que había desatado.La carpa, que una vez fue un lugar de asombro,se había convertido en un escenario de pesadilla.Finalmente,el silencio se apoderó del lugar. Caí de rodillas,agotada y abrumada por lo que había hecho.En un instante, comprendí que la magia, la misma que había querido dominar, había reclamado su precio.Mientras la adrenalina aún corría por mis venas,una pregunta inquietante surgió en mi mente] {Fue necesario pero… ¿se siente bien esta agitación? Acaso...¿lo disfruté? } ⏝꒷꒦՞ ˖࣪ 𖥨 ˖࣪ .꒷⏝꒷꒦⏝꒷꒦՞ ˖࣪ 𖥨 ˖࣪ .꒷⏝꒷꒦ ]
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