• —Los humanos jamás cambiarán su naturaleza destructiva; es de público conocimiento que destruyen todo lo que tocan, todo lo que rozan —dijo con voz ronca mientras elevaba la botella.

    —Y henos aquí, dispuestos a sacrificar todo con tal de salvar su evolución, de velar por su seguridad y de dejarnos matar por aquellos que nos desprecian —concluyó luego de verter el contenido en la taza.

    El alquimista Alex se encontraba muy lejos de sus aposentos, en la lejana tierra oriental del este, en un pequeño y estrecho lugar apartado de las miradas curiosas que algunos aventureros conocían; era el lugar perfecto para meditar y para encontrar la introspección profunda que el maestro de las artes arcanas tanto estaba necesitando. Su viaje había sido un sinfín de peligros y distracciones, deteniéndose para ayudar a viajeros y mercaderes, luchar contra ominosas criaturas y asesinos de las colinas, incluso algún que otro sicario contratado para eliminarlo; la mayoría de todas ellas siendo solucionadas con acero y sangre de por medio.

    Estaba agotado; su viaje había durado mucho más de lo que se propuso en primer lugar. Aun siendo un mutante ascendido y de poseer una resistencia superior al común denominador de criaturas y seres mágicos, el susodicho aun necesitaba descansar después de intensas jornadas sin dormir o comer…

    Se dijo a sí mismo que no debía pensar en nada ni nadie; debía mantener sus sentidos centrados y agudizados para sus próximas misiones, pero un pequeño viaje al "Templo de los arroyos", el lugar en el cual ahora se encontraba reponiendo energías y descansando su alma, nunca le venía mal.
    —Los humanos jamás cambiarán su naturaleza destructiva; es de público conocimiento que destruyen todo lo que tocan, todo lo que rozan —dijo con voz ronca mientras elevaba la botella. —Y henos aquí, dispuestos a sacrificar todo con tal de salvar su evolución, de velar por su seguridad y de dejarnos matar por aquellos que nos desprecian —concluyó luego de verter el contenido en la taza. El alquimista Alex se encontraba muy lejos de sus aposentos, en la lejana tierra oriental del este, en un pequeño y estrecho lugar apartado de las miradas curiosas que algunos aventureros conocían; era el lugar perfecto para meditar y para encontrar la introspección profunda que el maestro de las artes arcanas tanto estaba necesitando. Su viaje había sido un sinfín de peligros y distracciones, deteniéndose para ayudar a viajeros y mercaderes, luchar contra ominosas criaturas y asesinos de las colinas, incluso algún que otro sicario contratado para eliminarlo; la mayoría de todas ellas siendo solucionadas con acero y sangre de por medio. Estaba agotado; su viaje había durado mucho más de lo que se propuso en primer lugar. Aun siendo un mutante ascendido y de poseer una resistencia superior al común denominador de criaturas y seres mágicos, el susodicho aun necesitaba descansar después de intensas jornadas sin dormir o comer… Se dijo a sí mismo que no debía pensar en nada ni nadie; debía mantener sus sentidos centrados y agudizados para sus próximas misiones, pero un pequeño viaje al "Templo de los arroyos", el lugar en el cual ahora se encontraba reponiendo energías y descansando su alma, nunca le venía mal.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    //Con la de salsa que estoy preparando para la comida de mañana más les vale no dejar ni una gota. Ni la cena me van a quedar ganas de hacerme hoy y encima la cocina se me está quedando hecha una caca
    //Con la de salsa que estoy preparando para la comida de mañana más les vale no dejar ni una gota. Ni la cena me van a quedar ganas de hacerme hoy y encima la cocina se me está quedando hecha una caca 😭
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  • El sol se ocultaba tras el horizonte, dando paso a la noche. Hyeon-Seok, vestido con una bata de seda, se encontraba de pie en el balcón de su penthouse. La ciudad se extendía a sus pies, un mar de luces y edificios que él controlaba con su poder.

    En ese momento, su mente estaba lejos de los negocios. Se encontraba absorto en la contemplación del paisaje urbano, dejando que la tranquilidad del anochecer lo envolviera. En una mano, sostenía una copa de vino tinto.

    Con un movimiento suave, llevó la copa a sus labios y bebió un sorbo del líquido, saboreando cada gota. El vino era de una cosecha especial, un regalo de un socio importante. Hyeon apreciaba los detalles y los gestos de cortesía, aunque no siempre los valorara en su justa medida.

    Un sonido suave interrumpió sus pensamientos. Se giró y vio a su asistente, Min, quien se acercaba con una tableta electrónica en sus manos.

    —Señor, tiene una llamada importante —dijo con voz respetuosa.

    Hyeon asintió y tomó la tableta. La pantalla mostraba el nombre de uno de sus socios en el extranjero.

    —Gracias, Min —dijo Hyeon—. Puedes retirarte.

    Min hizo una reverencia y se marchó, dejando a Hyeon solo en el balcón. Atendió la llamada, su voz volviendo a su tono frío y autoritario.
    El sol se ocultaba tras el horizonte, dando paso a la noche. Hyeon-Seok, vestido con una bata de seda, se encontraba de pie en el balcón de su penthouse. La ciudad se extendía a sus pies, un mar de luces y edificios que él controlaba con su poder. En ese momento, su mente estaba lejos de los negocios. Se encontraba absorto en la contemplación del paisaje urbano, dejando que la tranquilidad del anochecer lo envolviera. En una mano, sostenía una copa de vino tinto. Con un movimiento suave, llevó la copa a sus labios y bebió un sorbo del líquido, saboreando cada gota. El vino era de una cosecha especial, un regalo de un socio importante. Hyeon apreciaba los detalles y los gestos de cortesía, aunque no siempre los valorara en su justa medida. Un sonido suave interrumpió sus pensamientos. Se giró y vio a su asistente, Min, quien se acercaba con una tableta electrónica en sus manos. —Señor, tiene una llamada importante —dijo con voz respetuosa. Hyeon asintió y tomó la tableta. La pantalla mostraba el nombre de uno de sus socios en el extranjero. —Gracias, Min —dijo Hyeon—. Puedes retirarte. Min hizo una reverencia y se marchó, dejando a Hyeon solo en el balcón. Atendió la llamada, su voz volviendo a su tono frío y autoritario.
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  • Necesito quitarme la muletilla de decir a todo
    "Estar muy viejo para eso"
    .....
    Pero honestamente es agotador andar con juegos estúpidos.
    Si o No.
    Sin usar el Tal vez.

    Solo para un rato o para lo que resta de la vida.

    Con o sin Sentimientos.

    Una noche de pasión o Hasta que tengamos hijos.

    -Que no se note que no ha dormido en casi 36 horas-
    Necesito quitarme la muletilla de decir a todo "Estar muy viejo para eso" ..... Pero honestamente es agotador andar con juegos estúpidos. Si o No. Sin usar el Tal vez. Solo para un rato o para lo que resta de la vida. Con o sin Sentimientos. Una noche de pasión o Hasta que tengamos hijos. -Que no se note que no ha dormido en casi 36 horas-
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  • Aquel día llovía de una forma implacable. Derritiendo la nieve residual que se había acumulado días atrás.

    A Kazuo los días así le hacían tener sentimientos encontrados. Antes los odiaba, pues bajo el manto del agua, había vivido uno de los peores momentos de su existencia. Las inocentes gotas abrian unas cicatrices que, a pesar de los siglos, seguían sin sanar, sin dejar de doler. Muerte, desesperación, rabia, tristeza... Un cúmulo de hechos y sentimientos que se agolpaban uno detrás de otro sin dar opción a desconexión.

    Pero entonces; ¿Por qué veía algo de luz en aquellos días sombríos?.

    Era por qué en estos había forjados nuevos recuerdos; Amor, pasión, felicidad plena y real. Unos recuerdos que contrastaban con con otros que parecían pertenecer a otra vida totalmente distinta.

    Este recibida bajo el torrente aquella vorágine de sentimientos. Sus lágrimas eran camufladas por las cristalinas gotas, y sus suspiros enmudecidos por los truenos que reverberaba sin cesar; ahogando cualquier indicio de su mal estar.

    Al zorro seguía sin gustarle los días de lluvia. Pero esto quizás podría cambiar con el paso del tiempo. Ahora, más que nunca, sentía que comenzaba a vivir.
    Aquel día llovía de una forma implacable. Derritiendo la nieve residual que se había acumulado días atrás. A Kazuo los días así le hacían tener sentimientos encontrados. Antes los odiaba, pues bajo el manto del agua, había vivido uno de los peores momentos de su existencia. Las inocentes gotas abrian unas cicatrices que, a pesar de los siglos, seguían sin sanar, sin dejar de doler. Muerte, desesperación, rabia, tristeza... Un cúmulo de hechos y sentimientos que se agolpaban uno detrás de otro sin dar opción a desconexión. Pero entonces; ¿Por qué veía algo de luz en aquellos días sombríos?. Era por qué en estos había forjados nuevos recuerdos; Amor, pasión, felicidad plena y real. Unos recuerdos que contrastaban con con otros que parecían pertenecer a otra vida totalmente distinta. Este recibida bajo el torrente aquella vorágine de sentimientos. Sus lágrimas eran camufladas por las cristalinas gotas, y sus suspiros enmudecidos por los truenos que reverberaba sin cesar; ahogando cualquier indicio de su mal estar. Al zorro seguía sin gustarle los días de lluvia. Pero esto quizás podría cambiar con el paso del tiempo. Ahora, más que nunca, sentía que comenzaba a vivir.
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  • *Preparación para la Tormenta*

    Takeru sabía que esta pelea no se parecería a ninguna de las que había tenido antes. Erick Strauss no era un peleador técnico, ni un infighter puro, ni un counterpuncher. Era algo peor: un boxeador sucio. Golpes ilegales ocultos al ojo del árbitro, empujones, codazos disfrazados de movimientos naturales, clinches eternos que desgastaban la paciencia y la energía del rival. Enfrentar a alguien así era un desafío mental tanto como físico.

    Por eso, su entrenamiento debía ser diferente.

    El gimnasio estaba vacío a esa hora de la noche. Solo se escuchaba el sonido de sus golpes rompiendo el aire. Frente a él, su entrenador vestía un peto acolchonado y unos guantes de foco, pero no solo se limitaba a recibir los golpes. Lo empujaba, le pisaba los pies, le jalaba el brazo después de cada combinación.

    —¡Concéntrate! —rugía su entrenador mientras lo desequilibraba con un empujón sutil.

    Takeru apretó los dientes y lanzó un recto al mentón, pero el entrenador lo atrapó en un clinch antes de que el golpe conectara.

    —¡No basta con ser rápido! ¡Va a tratar de sacarte de tu juego! ¡Necesitas calma!

    Takeru respiró profundo. Golpeó el saco de boxeo, pero cada vez que se acercaba demasiado, su entrenador lo golpeaba con los codos o lo empujaba. Aprendió a no desesperarse, a no morder el anzuelo. A usar su velocidad no solo para atacar, sino para mantener la distancia y esperar el momento adecuado.

    El golpe que había estado perfeccionando para este combate era el golpe sacacorchos, un puñetazo giratorio que sumaba la potencia del cuerpo entero en el impacto. Si podía conectar ese golpe en el momento adecuado, acabaría con la pelea.

    Pero primero tenía que sobrevivir a la tormenta de Strauss.

    *La Pelea: Guerra Psicológica*

    El estadio estaba dividido. Strauss, el inglés de aspecto rudo, con su sonrisa confiada y mirada desafiante, tenía su propio grupo de seguidores. Takeru, con su estilo limpio y elegante, tenía los suyos. Pero el favoritismo no importaba cuando sonaba la campana.

    Desde el primer asalto, la pelea se volvió un desastre.

    Strauss lo empujó con el hombro antes de lanzar su primer golpe. Lo atrapó en un clinch cada vez que intentaba lanzar combinaciones. Usaba la cabeza para rozar su rostro, lo golpeaba con la muñeca en vez del puño, lanzaba ganchos al hígado con el pulgar mal colocado para aumentar el dolor.

    El árbitro advertía, pero nunca lo suficiente.

    Takeru intentó mantener la compostura, pero su precisión comenzó a fallar. Sus jabs no salían con la misma rapidez, su juego de pies se entorpecía porque estaba más enfocado en evitar las trampas que en atacar.

    Rondas pasaron y Strauss no dejaba de sonreír.

    En el sexto asalto, Takeru sintió el cansancio acumulado. Su respiración era más pesada de lo habitual. Strauss seguía fuerte, sucio, implacable.

    Y entonces entendió.

    Si seguía jugando a la defensiva, si seguía permitiendo que Strauss dictara el ritmo de la pelea con su caos, nunca lo vencería.

    Cambió de táctica.

    En el octavo asalto, comenzó a atacar con más ferocidad. Pero no de cualquier manera. Se adelantó a los trucos de Strauss, manteniéndose apenas fuera de alcance. En lugar de pelear con frustración, peleó con paciencia. Esperó la apertura perfecta.

    Y llegó.

    En el décimo asalto, Strauss cometió un error: intentó meter un golpe corto dentro de un clinch, pero Takeru lo anticipó y se zafó antes. Retrocedió medio paso y giró su cuerpo entero.

    El puño derecho viajó en un arco perfecto.

    ¡Golpe tirabuzón directo al mentón!

    Strauss cayó como si alguien le hubiera apagado un interruptor. Su cuerpo golpeó la lona con un estruendo seco. El público se puso de pie.

    El árbitro contó hasta diez.

    ¡Knockout!

    Takeru levantó los brazos, exhausto pero victorioso. Había sido una pelea sucia, larga, agotadora. Pero al final, el boxeo limpio, la paciencia y la técnica habían vencido.

    Strauss nunca volvió a sonreír después de ese golpe.
    *Preparación para la Tormenta* Takeru sabía que esta pelea no se parecería a ninguna de las que había tenido antes. Erick Strauss no era un peleador técnico, ni un infighter puro, ni un counterpuncher. Era algo peor: un boxeador sucio. Golpes ilegales ocultos al ojo del árbitro, empujones, codazos disfrazados de movimientos naturales, clinches eternos que desgastaban la paciencia y la energía del rival. Enfrentar a alguien así era un desafío mental tanto como físico. Por eso, su entrenamiento debía ser diferente. El gimnasio estaba vacío a esa hora de la noche. Solo se escuchaba el sonido de sus golpes rompiendo el aire. Frente a él, su entrenador vestía un peto acolchonado y unos guantes de foco, pero no solo se limitaba a recibir los golpes. Lo empujaba, le pisaba los pies, le jalaba el brazo después de cada combinación. —¡Concéntrate! —rugía su entrenador mientras lo desequilibraba con un empujón sutil. Takeru apretó los dientes y lanzó un recto al mentón, pero el entrenador lo atrapó en un clinch antes de que el golpe conectara. —¡No basta con ser rápido! ¡Va a tratar de sacarte de tu juego! ¡Necesitas calma! Takeru respiró profundo. Golpeó el saco de boxeo, pero cada vez que se acercaba demasiado, su entrenador lo golpeaba con los codos o lo empujaba. Aprendió a no desesperarse, a no morder el anzuelo. A usar su velocidad no solo para atacar, sino para mantener la distancia y esperar el momento adecuado. El golpe que había estado perfeccionando para este combate era el golpe sacacorchos, un puñetazo giratorio que sumaba la potencia del cuerpo entero en el impacto. Si podía conectar ese golpe en el momento adecuado, acabaría con la pelea. Pero primero tenía que sobrevivir a la tormenta de Strauss. *La Pelea: Guerra Psicológica* El estadio estaba dividido. Strauss, el inglés de aspecto rudo, con su sonrisa confiada y mirada desafiante, tenía su propio grupo de seguidores. Takeru, con su estilo limpio y elegante, tenía los suyos. Pero el favoritismo no importaba cuando sonaba la campana. Desde el primer asalto, la pelea se volvió un desastre. Strauss lo empujó con el hombro antes de lanzar su primer golpe. Lo atrapó en un clinch cada vez que intentaba lanzar combinaciones. Usaba la cabeza para rozar su rostro, lo golpeaba con la muñeca en vez del puño, lanzaba ganchos al hígado con el pulgar mal colocado para aumentar el dolor. El árbitro advertía, pero nunca lo suficiente. Takeru intentó mantener la compostura, pero su precisión comenzó a fallar. Sus jabs no salían con la misma rapidez, su juego de pies se entorpecía porque estaba más enfocado en evitar las trampas que en atacar. Rondas pasaron y Strauss no dejaba de sonreír. En el sexto asalto, Takeru sintió el cansancio acumulado. Su respiración era más pesada de lo habitual. Strauss seguía fuerte, sucio, implacable. Y entonces entendió. Si seguía jugando a la defensiva, si seguía permitiendo que Strauss dictara el ritmo de la pelea con su caos, nunca lo vencería. Cambió de táctica. En el octavo asalto, comenzó a atacar con más ferocidad. Pero no de cualquier manera. Se adelantó a los trucos de Strauss, manteniéndose apenas fuera de alcance. En lugar de pelear con frustración, peleó con paciencia. Esperó la apertura perfecta. Y llegó. En el décimo asalto, Strauss cometió un error: intentó meter un golpe corto dentro de un clinch, pero Takeru lo anticipó y se zafó antes. Retrocedió medio paso y giró su cuerpo entero. El puño derecho viajó en un arco perfecto. ¡Golpe tirabuzón directo al mentón! Strauss cayó como si alguien le hubiera apagado un interruptor. Su cuerpo golpeó la lona con un estruendo seco. El público se puso de pie. El árbitro contó hasta diez. ¡Knockout! Takeru levantó los brazos, exhausto pero victorioso. Había sido una pelea sucia, larga, agotadora. Pero al final, el boxeo limpio, la paciencia y la técnica habían vencido. Strauss nunca volvió a sonreír después de ese golpe.
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  • ### **Regreso al Bosque**

    El sonido de los golpes resonaba entre los árboles. Los nudillos de Takeru chocaban contra la corteza de un tronco caído, repitiendo el mismo ritmo una y otra vez. **Izquierda, derecha, gancho. Izquierda, derecha, gancho.**

    Su respiración era controlada, pero cada golpe lo hacía sentir la tensión en sus músculos. **Era así como debía ser.**

    Habían pasado dos meses desde su combate contra James Vulture, y aunque había salido victorioso, no se conformaba. **Había sido una pelea difícil, casi pierde.** Recordaba vívidamente la sensación de su protector bucal saliendo despedido cuando cayó por segunda vez. **Si "X" no hubiera gritado su nombre…**

    Sacudió la cabeza. **No.**

    No iba a quedarse estancado en el pasado. Ahora estaba aquí, de vuelta en su lugar de origen, para mejorar, para volverse más fuerte.

    Respiró hondo y ajustó las vendas en sus manos. **Era momento de seguir.**

    ### **Entrenamiento en la Naturaleza**

    Takeru comenzó con una carrera por el sendero del bosque. Cada paso levantaba pequeñas nubes de polvo y hojas secas. Los árboles pasaban a su alrededor como sombras alargadas, y el canto de los pájaros se mezclaba con su propia respiración.

    Su cuerpo se sentía más ligero, más rápido. La pelea con Vulture le había enseñado lo importante que era mantener la resistencia en los asaltos finales. **No volvería a estar al borde del nocaut.**

    Cuando llegó a un claro, se detuvo y comenzó su entrenamiento de sombras. Sus puños cortaban el aire con precisión, como si enfrentara a un oponente invisible. **Jab, recto, gancho, esquiva.** Su mente recreaba los movimientos de Vulture, sus patrones, su estilo agresivo.

    —No me atraparía dos veces con el mismo golpe… —murmuró entre combinaciones.

    Después de la rutina de sombra, se dirigió al río que atravesaba el bosque. Se quitó la camiseta y se metió al agua, que estaba helada, pero **eso era parte del entrenamiento.** Allí practicó golpes cortos y explosivos, obligando a su cuerpo a trabajar contra la resistencia del agua.

    El frío mordía su piel, pero **la mente debía ser más fuerte que el cuerpo.**

    Cuando terminó, salió del agua y, con el cuerpo aún goteando, se lanzó al suelo para hacer flexiones sobre los nudillos. Cada repetición era una promesa, un compromiso con sí mismo.

    **Uno.**
    **Dos.**
    **Tres.**
    **Cuatro.**

    Cada gota de sudor que caía sobre la tierra le recordaba **por qué estaba ahí.**

    ### **Conversación con Sí Mismo**

    Después de terminar, se sentó sobre una roca, observando el cielo anaranjado. Sentía el cuerpo cansado, pero en su mente había claridad.

    —Estoy avanzando —dijo en voz baja.

    Recordó su versión de hace años, cuando entrenaba en este mismo bosque sin saber hasta dónde podría llegar. **Ahora, estaba en la ruta hacia el título mundial.**

    Pensó en su entrenador, en los sacrificios que había hecho para guiarlo. Pensó en "X", en cómo había estado a su lado durante todo este camino. **Fue su voz la que lo hizo levantarse cuando estaba al borde de la derrota.**

    —No puedo fallarles —susurró.

    Se puso de pie, sintiendo una nueva oleada de determinación recorrer su cuerpo. **No iba a detenerse.** Había vencido a Vulture, pero eso era solo el principio.

    Cerró los puños y miró hacia adelante.

    —Voy por el título mundial.

    Con esa última declaración, Takeru volvió a moverse. No había tiempo que perder.
    ### **Regreso al Bosque** El sonido de los golpes resonaba entre los árboles. Los nudillos de Takeru chocaban contra la corteza de un tronco caído, repitiendo el mismo ritmo una y otra vez. **Izquierda, derecha, gancho. Izquierda, derecha, gancho.** Su respiración era controlada, pero cada golpe lo hacía sentir la tensión en sus músculos. **Era así como debía ser.** Habían pasado dos meses desde su combate contra James Vulture, y aunque había salido victorioso, no se conformaba. **Había sido una pelea difícil, casi pierde.** Recordaba vívidamente la sensación de su protector bucal saliendo despedido cuando cayó por segunda vez. **Si "X" no hubiera gritado su nombre…** Sacudió la cabeza. **No.** No iba a quedarse estancado en el pasado. Ahora estaba aquí, de vuelta en su lugar de origen, para mejorar, para volverse más fuerte. Respiró hondo y ajustó las vendas en sus manos. **Era momento de seguir.** ### **Entrenamiento en la Naturaleza** Takeru comenzó con una carrera por el sendero del bosque. Cada paso levantaba pequeñas nubes de polvo y hojas secas. Los árboles pasaban a su alrededor como sombras alargadas, y el canto de los pájaros se mezclaba con su propia respiración. Su cuerpo se sentía más ligero, más rápido. La pelea con Vulture le había enseñado lo importante que era mantener la resistencia en los asaltos finales. **No volvería a estar al borde del nocaut.** Cuando llegó a un claro, se detuvo y comenzó su entrenamiento de sombras. Sus puños cortaban el aire con precisión, como si enfrentara a un oponente invisible. **Jab, recto, gancho, esquiva.** Su mente recreaba los movimientos de Vulture, sus patrones, su estilo agresivo. —No me atraparía dos veces con el mismo golpe… —murmuró entre combinaciones. Después de la rutina de sombra, se dirigió al río que atravesaba el bosque. Se quitó la camiseta y se metió al agua, que estaba helada, pero **eso era parte del entrenamiento.** Allí practicó golpes cortos y explosivos, obligando a su cuerpo a trabajar contra la resistencia del agua. El frío mordía su piel, pero **la mente debía ser más fuerte que el cuerpo.** Cuando terminó, salió del agua y, con el cuerpo aún goteando, se lanzó al suelo para hacer flexiones sobre los nudillos. Cada repetición era una promesa, un compromiso con sí mismo. **Uno.** **Dos.** **Tres.** **Cuatro.** Cada gota de sudor que caía sobre la tierra le recordaba **por qué estaba ahí.** ### **Conversación con Sí Mismo** Después de terminar, se sentó sobre una roca, observando el cielo anaranjado. Sentía el cuerpo cansado, pero en su mente había claridad. —Estoy avanzando —dijo en voz baja. Recordó su versión de hace años, cuando entrenaba en este mismo bosque sin saber hasta dónde podría llegar. **Ahora, estaba en la ruta hacia el título mundial.** Pensó en su entrenador, en los sacrificios que había hecho para guiarlo. Pensó en "X", en cómo había estado a su lado durante todo este camino. **Fue su voz la que lo hizo levantarse cuando estaba al borde de la derrota.** —No puedo fallarles —susurró. Se puso de pie, sintiendo una nueva oleada de determinación recorrer su cuerpo. **No iba a detenerse.** Había vencido a Vulture, pero eso era solo el principio. Cerró los puños y miró hacia adelante. —Voy por el título mundial. Con esa última declaración, Takeru volvió a moverse. No había tiempo que perder.
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  • — You better not ever go to cell block one
    To any— that talk to him and they in love
    Just make sure you hide your lil' sister from him
    They tell me Chubbs the only one that get your hand-me-downs
    Party at the party playin' with his nose now
    Baka got a weird case, why is he around?
    Certified Lover Boy? Certified— (Christ)
    (Wop, wop, wop, wop, wop) I'm on 'em tough
    (Wop, wop, wop, wop, wop) I'ma do my stuff
    Why you trollin' like a—? Ain't you tired?
    Tryna strike a chord and it's probably A minor.—
    — You better not ever go to cell block one To any— that talk to him and they in love Just make sure you hide your lil' sister from him They tell me Chubbs the only one that get your hand-me-downs Party at the party playin' with his nose now Baka got a weird case, why is he around? Certified Lover Boy? Certified— (Christ) (Wop, wop, wop, wop, wop) I'm on 'em tough (Wop, wop, wop, wop, wop) I'ma do my stuff Why you trollin' like a—? Ain't you tired? Tryna strike a chord and it's probably A minor.—
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  • El dolor se extiende a sus hombros, está agotado.
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  • Estoy tan agotada, todo el dia trabajando en la mudanza y en organizar mis cosas... Él llegará pronto y yo aun ni me he duchado.

    /Fan service (?
    Estoy tan agotada, todo el dia trabajando en la mudanza y en organizar mis cosas... Él llegará pronto y yo aun ni me he duchado. /Fan service (?
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