• "La Casa Negra".

    Los días se están volviendo más largos y el frío se va quedando atrás, el invierno se despide poco a poco y con ello se aleja la estación del año favorita del brujo. El anochecer ha llegado más tarde, la temperatura se mantiene agradable, ni siquiera tuvo que encender la calefacción del bar.

    — Tengo que irme y puede que esté perdido por un par de días. No te comas toda la plantita, por favor...

    El bar queda en buenas manos.

    Tolek se dirige a la trastienda donde una habitación sellada por medios mágicos le espera, sólo él es capaz de abrir la puerta que le abre paso directo al único mueble en la estancia: un diván. El brujo gruñe por lo bajo antes de darle la espalda al condenado mueble y cierra la puerta antes de abrir el portal que le lleva a las coordenadas que le ha facilitado su primo.

    Aparece un bosque del otro lado, Tolek puede sentir la vibra perturbadora tan propia de Los Apalaches, pero al contrario de la mayoría, a él no le incomoda en lo más mínimo. Pero aquí, dicha vibra se siente con mayor intensidad, como si las venas mágicas que circulan en el ambiente bombearan de forma errática y distorsionada, una sensación que sólo ha sentido en las backroom.

    Recuerda las palabras de Raffaele: "es la primera vez que me enfrento a espacios liminales".

    — Van a necesitar una guía —concluye, pensando en voz alta y hablándole a la nada.

    "La nada", que en realidad es un todo y algo más. Mientras camina por los alrededores va sondeando la intensidad de la energía que dejó la brecha que trajo la casa hasta aquí en primer lugar. Tras alrededor de media hora de sólo caminar alrededor, Tolek puede establecer un epicentro que debe haber sido el núcleo de la vivienda cuando estuvo aquí, aunque ya solo quedan rastros, potentes, pero con una carga caótica mucho menos significativa.

    Observando a su alrededor, el brujo da cuenta de lo que parece un árbol más pequeño que el resto cuya apariencia le resulta tan familiar como antinatural. Mirando más de cerca, Tolek nota que se trata de un pino de plástico, un árbol de navidad sintético.

    — A Thomas no le gustaba que usáramos árboles de verdad... —murmura, mientras sus dedos acarician tiernamente las hojitas ficticias.

    Ese es el residuo liminal que estaba buscando.

    El brujo clava su bastón justo al costado del pino de plástico.

    — Muéstrame la vena que te alimenta —dice, ordenándole.

    El bastón gana temperatura, la primera señal de que se ha conectado a la fuente de magia más cercana y que, seguramente, sea la que alimenta también al pino.

    Tolek no necesita tocar el bastón para saberlo, pero sí necesita que la vena sea visible para sus ojos humanos, de alguna manera. Para ello, se lleva la mano al bolsillo para sacar un puñado de pequeñas pelotitas similares a pelusas de polvo, de color blanquecino y casi transparente, frágiles como copos de nieve, pero no se derriten. Se acerca la mano a la boca para susurrarles el conjuro que despertará a las pelusas de su letargo, con voz cálida las llama a la vida.

    Las pelusas se sacuden suave y perezosamente hasta desenrollarse como quien extiende el hilo de diminutas madejas de lana clara, van tomando forma de cientos de minúsculas criaturitas largas y aladas, como si a una lombriz le hubieran crecido una docena de pequeñas alitas.

    — Enséñenme el camino —les susurra, antes de liberarlas al viento.

    Las criaturitas, para las que la gente común ha adoptado el nombre de "rods", se dejan llevar con el soplo del aliento del brujo antes de remontar el vuelo. Se vuelven invisibles de lo rápido que son capaces de volar, así que Tolek ya sólo puede esperar a que los pequeños gusanitos con alas puedan cumplirle su petición.

    #ElBrujoCojo ꧁ঔৣ☬✞ 𝕮𝖗𝖔𝖜 ✞☬ঔৣ꧂
    "La Casa Negra". Los días se están volviendo más largos y el frío se va quedando atrás, el invierno se despide poco a poco y con ello se aleja la estación del año favorita del brujo. El anochecer ha llegado más tarde, la temperatura se mantiene agradable, ni siquiera tuvo que encender la calefacción del bar. — Tengo que irme y puede que esté perdido por un par de días. No te comas toda la plantita, por favor... El bar queda en buenas manos. Tolek se dirige a la trastienda donde una habitación sellada por medios mágicos le espera, sólo él es capaz de abrir la puerta que le abre paso directo al único mueble en la estancia: un diván. El brujo gruñe por lo bajo antes de darle la espalda al condenado mueble y cierra la puerta antes de abrir el portal que le lleva a las coordenadas que le ha facilitado su primo. Aparece un bosque del otro lado, Tolek puede sentir la vibra perturbadora tan propia de Los Apalaches, pero al contrario de la mayoría, a él no le incomoda en lo más mínimo. Pero aquí, dicha vibra se siente con mayor intensidad, como si las venas mágicas que circulan en el ambiente bombearan de forma errática y distorsionada, una sensación que sólo ha sentido en las backroom. Recuerda las palabras de Raffaele: "es la primera vez que me enfrento a espacios liminales". — Van a necesitar una guía —concluye, pensando en voz alta y hablándole a la nada. "La nada", que en realidad es un todo y algo más. Mientras camina por los alrededores va sondeando la intensidad de la energía que dejó la brecha que trajo la casa hasta aquí en primer lugar. Tras alrededor de media hora de sólo caminar alrededor, Tolek puede establecer un epicentro que debe haber sido el núcleo de la vivienda cuando estuvo aquí, aunque ya solo quedan rastros, potentes, pero con una carga caótica mucho menos significativa. Observando a su alrededor, el brujo da cuenta de lo que parece un árbol más pequeño que el resto cuya apariencia le resulta tan familiar como antinatural. Mirando más de cerca, Tolek nota que se trata de un pino de plástico, un árbol de navidad sintético. — A Thomas no le gustaba que usáramos árboles de verdad... —murmura, mientras sus dedos acarician tiernamente las hojitas ficticias. Ese es el residuo liminal que estaba buscando. El brujo clava su bastón justo al costado del pino de plástico. — Muéstrame la vena que te alimenta —dice, ordenándole. El bastón gana temperatura, la primera señal de que se ha conectado a la fuente de magia más cercana y que, seguramente, sea la que alimenta también al pino. Tolek no necesita tocar el bastón para saberlo, pero sí necesita que la vena sea visible para sus ojos humanos, de alguna manera. Para ello, se lleva la mano al bolsillo para sacar un puñado de pequeñas pelotitas similares a pelusas de polvo, de color blanquecino y casi transparente, frágiles como copos de nieve, pero no se derriten. Se acerca la mano a la boca para susurrarles el conjuro que despertará a las pelusas de su letargo, con voz cálida las llama a la vida. Las pelusas se sacuden suave y perezosamente hasta desenrollarse como quien extiende el hilo de diminutas madejas de lana clara, van tomando forma de cientos de minúsculas criaturitas largas y aladas, como si a una lombriz le hubieran crecido una docena de pequeñas alitas. — Enséñenme el camino —les susurra, antes de liberarlas al viento. Las criaturitas, para las que la gente común ha adoptado el nombre de "rods", se dejan llevar con el soplo del aliento del brujo antes de remontar el vuelo. Se vuelven invisibles de lo rápido que son capaces de volar, así que Tolek ya sólo puede esperar a que los pequeños gusanitos con alas puedan cumplirle su petición. #ElBrujoCojo [TheCrow]
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  • Bad News
    Fandom The Animals
    Categoría Acción
    Wolf ᴬᵁ
    Kalhi NigDurgae

    En la actualidad

    Noche de martes. La ciudad respira lento. Afuera, la lluvia apenas roza los cristales del Seven. Dentro, el club palpita suave. Jazz en vivo, humo de cigarro flotando como espectros. Poca gente. Sombras largas. Silencio cómplice.

    Raffaele se hunde en un sofá de terciopelo púrpura, en el rincón más apartado de la zona VIP. Nadie se atreve a molestarlo. Lleva la camisa entreabierta, el rostro medio oculto por la penumbra. Una copa de absenta en la mesa. El móvil entre los dedos pálidos.

    Lee.

    Los titulares no dicen mucho. No para un humano. Pero él sabe mirar más allá:

    ——— Hallan una serie de cadáveres animales sin sangre en Central Park. Las autoridades atribuyen los hechos a "rituales clandestinos" o "lobos urbanos".

    Huele a neofito hambriento. Nada importante. Desliza el dedo por la pantalla.

    ——— Incendio destruye biblioteca del Bronx. “Causa eléctrica”, aseguran los bomberos.

    Un nodo de conocimiento arcano desaparece. Algunos textos no deberían quemarse jamás. Tendría que llamar a Tolek, seguro le ha entrado la depresión.

    ——— Desaparece un músico callejero en el metro de la línea F. Su violín aparece intacto, con las cuerdas manchadas de una sustancia espesa, negra.

    Raffaele enarca una ceja. El Submundo se mueve. Sospecho, estará alerta, aunque no será mayor problema para él y sus negocios mientras se mantengan bajo tierra.

    ——— Testigos afirman ver “un hombre alado” sobre el puente de Williamsburg durante la madrugada. La policía no comenta.

    Mothkind. U otro mutante demasiado descuidado. No tardará en caer.

    ——— Incremento de “crisis nerviosas” en pacientes de un hospital psiquiátrico de Queens. Todos relatan sueños con una figura alargada.

    Curioso, pero irrelevante.

    Raffaele desliza el dedo. Otra noticia. Otro susurro entre líneas. La noche está tranquila, pero algo le dice que no terminará del mismo modo.
    ▷ [Wolfy] ▷ [kalh1] ⏳ En la actualidad ⏳ Noche de martes. La ciudad respira lento. Afuera, la lluvia apenas roza los cristales del Seven. Dentro, el club palpita suave. Jazz en vivo, humo de cigarro flotando como espectros. Poca gente. Sombras largas. Silencio cómplice. Raffaele se hunde en un sofá de terciopelo púrpura, en el rincón más apartado de la zona VIP. Nadie se atreve a molestarlo. Lleva la camisa entreabierta, el rostro medio oculto por la penumbra. Una copa de absenta en la mesa. El móvil entre los dedos pálidos. Lee. Los titulares no dicen mucho. No para un humano. Pero él sabe mirar más allá: ——— Hallan una serie de cadáveres animales sin sangre en Central Park. Las autoridades atribuyen los hechos a "rituales clandestinos" o "lobos urbanos". Huele a neofito hambriento. Nada importante. Desliza el dedo por la pantalla. ——— Incendio destruye biblioteca del Bronx. “Causa eléctrica”, aseguran los bomberos. Un nodo de conocimiento arcano desaparece. Algunos textos no deberían quemarse jamás. Tendría que llamar a Tolek, seguro le ha entrado la depresión. ——— Desaparece un músico callejero en el metro de la línea F. Su violín aparece intacto, con las cuerdas manchadas de una sustancia espesa, negra. Raffaele enarca una ceja. El Submundo se mueve. Sospecho, estará alerta, aunque no será mayor problema para él y sus negocios mientras se mantengan bajo tierra. ——— Testigos afirman ver “un hombre alado” sobre el puente de Williamsburg durante la madrugada. La policía no comenta. Mothkind. U otro mutante demasiado descuidado. No tardará en caer. ——— Incremento de “crisis nerviosas” en pacientes de un hospital psiquiátrico de Queens. Todos relatan sueños con una figura alargada. Curioso, pero irrelevante. Raffaele desliza el dedo. Otra noticia. Otro susurro entre líneas. La noche está tranquila, pero algo le dice que no terminará del mismo modo.
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  • Pasan las tres de la mañana en Seven Night Club.

    La atmósfera se había vuelto espesa, íntima, como el humo de cigarro que flotaba perezoso entre las luces púrpuras y las mesas vacías. Los pocos clientes que quedaban estaban hundidos en sillones de terciopelo, bebiendo lentamente, con la mirada perdida o fija en algún deseo difuso.

    Raffaele emergió de las sombras, sin anuncio, sin ceremonia. Caminó hacia el escenario, felino, seductor. El silencio no fue inmediato, pero le siguió, inevitablemente. Subió los tres escalones del escenario, tomó el micrófono con una mano enguantada en cuero negro y se lo llevó a los labios con esa calma que precede a la tormenta.

    https://www.youtube.com/watch?v=2kqtsj54eaA
    Pasan las tres de la mañana en Seven Night Club. La atmósfera se había vuelto espesa, íntima, como el humo de cigarro que flotaba perezoso entre las luces púrpuras y las mesas vacías. Los pocos clientes que quedaban estaban hundidos en sillones de terciopelo, bebiendo lentamente, con la mirada perdida o fija en algún deseo difuso. Raffaele emergió de las sombras, sin anuncio, sin ceremonia. Caminó hacia el escenario, felino, seductor. El silencio no fue inmediato, pero le siguió, inevitablemente. Subió los tres escalones del escenario, tomó el micrófono con una mano enguantada en cuero negro y se lo llevó a los labios con esa calma que precede a la tormenta. https://www.youtube.com/watch?v=2kqtsj54eaA
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  • Have a Drink on Me
    Fandom Original
    Categoría Slice of Life
    ➜ 𝗟 𝗜 𝗕 𝗥 𝗘

    El micrófono cae de su mano. El chasquido rebota en las paredes del club como un disparo.

    Silencio.

    Hasta los vasos se detienen a medio camino.

    — No queremos problemas aquí.

    Raffaele se sienta en el borde del escenario, las piernas cruzadas con descuido, como si todo el lugar le perteneciera. Porque lo hace.

    Las luces lo bañan en púrpura tenue.

    Los músicos retoman detrás de él: jazz, lento, tenso, sexy.

    Todos en Seven lo miran. Todos lo conocen. El anfitrión nocturno. El encantador espectro que aparece cuando menos se espera.

    Afuera, muy pocos serían capaces de reconocer su rostro, mucho menos ponerle nombre. Dentro, es leyenda.

    — ¿Por qué golpearse cuando pueden beber? —su voz acaricia el aire—. Vamos. La casa invita la próxima ronda.
    ➜ 𝗟 𝗜 𝗕 𝗥 𝗘 El micrófono cae de su mano. El chasquido rebota en las paredes del club como un disparo. Silencio. Hasta los vasos se detienen a medio camino. — No queremos problemas aquí. Raffaele se sienta en el borde del escenario, las piernas cruzadas con descuido, como si todo el lugar le perteneciera. Porque lo hace. Las luces lo bañan en púrpura tenue. Los músicos retoman detrás de él: jazz, lento, tenso, sexy. Todos en Seven lo miran. Todos lo conocen. El anfitrión nocturno. El encantador espectro que aparece cuando menos se espera. Afuera, muy pocos serían capaces de reconocer su rostro, mucho menos ponerle nombre. Dentro, es leyenda. — ¿Por qué golpearse cuando pueden beber? —su voz acaricia el aire—. Vamos. La casa invita la próxima ronda.
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  • Luego de buscar en las cosas de su hermano, Rafael se encontró con una pequeña caja justo debajo de la cama.
    La anterior habitación de su adoptado y molesto hermano Alessandro había estado intacta. Justo cómo él la había dejado, con todo y las botellas de alcohol regadas por el suelo. Sin embargo su nuevo descubrimiento le hizo sentir curiosidad.
    La caja no tenía ningún seguro, Rafael incluso no tardó en darse cuenta que la caja era una de zapatos pintada de negro.

    No dudó en abrirla.
    Cuando vió las fotos un ligero gesto de sorpresa se le dibujó en el rostro. Inicialmente esperaba ver jeringas o alguna sustancia.
    No contaba con ver los "trofeos" del pelinegro. A algunos era sencillo reconocerlos, trataban de hombres que ellos junto la señorita Salerno debieron encargarse. ¿Pero y los otros? Entonces se encontró con una nota ahí entre las fotos, cerca de una dónde salía un hombre y una mujer cercenados.

    “De vuelta a casa, gracias por su hospitalidad, mamá y papá <3”
    Luego de buscar en las cosas de su hermano, Rafael se encontró con una pequeña caja justo debajo de la cama. La anterior habitación de su adoptado y molesto hermano Alessandro había estado intacta. Justo cómo él la había dejado, con todo y las botellas de alcohol regadas por el suelo. Sin embargo su nuevo descubrimiento le hizo sentir curiosidad. La caja no tenía ningún seguro, Rafael incluso no tardó en darse cuenta que la caja era una de zapatos pintada de negro. No dudó en abrirla. Cuando vió las fotos un ligero gesto de sorpresa se le dibujó en el rostro. Inicialmente esperaba ver jeringas o alguna sustancia. No contaba con ver los "trofeos" del pelinegro. A algunos era sencillo reconocerlos, trataban de hombres que ellos junto la señorita Salerno debieron encargarse. ¿Pero y los otros? Entonces se encontró con una nota ahí entre las fotos, cerca de una dónde salía un hombre y una mujer cercenados. “De vuelta a casa, gracias por su hospitalidad, mamá y papá <3”
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  • "El trío"

    Nombrados así a secas, sin ninguna connotación especial. No lo necesitaban, ya era bastante particular su grupo, bastante problemático incluso para los demás.

    El trío estaba conformado por los hermanos Laurel, Rafael y Alessandro, y por la protegida de su jefe; la señorita Salerno.
    A escondidas esta última los acompañaba a sus misiones, en ocasiones incluso formaba parte de la mayoría de caos que dejaban en sus escenas.

    Siendo la señorita Salerno la encargada de pelear en el frente, usando sus técnicas de pelea cuerpo a cuerpo, Alessandro quién le seguía usando sus armas para dejar irreconocible a sus víctimas y Rafael quién a la distancia usaba sus pistolas y su enorme cerebro para indicarles a los otros dos como pelear.
    Giovanni D´Laurel, padre y empleado del grupo en ocasiones delegaba sus trabajos a estos.

    "No me preocupa enviarlos de cara, me preocupa cada vez que regresan, porque significa que los hombres a los que me cuesta enfrentar ellos lo logran con facilidad."
    "El trío" Nombrados así a secas, sin ninguna connotación especial. No lo necesitaban, ya era bastante particular su grupo, bastante problemático incluso para los demás. El trío estaba conformado por los hermanos Laurel, Rafael y Alessandro, y por la protegida de su jefe; la señorita Salerno. A escondidas esta última los acompañaba a sus misiones, en ocasiones incluso formaba parte de la mayoría de caos que dejaban en sus escenas. Siendo la señorita Salerno la encargada de pelear en el frente, usando sus técnicas de pelea cuerpo a cuerpo, Alessandro quién le seguía usando sus armas para dejar irreconocible a sus víctimas y Rafael quién a la distancia usaba sus pistolas y su enorme cerebro para indicarles a los otros dos como pelear. Giovanni D´Laurel, padre y empleado del grupo en ocasiones delegaba sus trabajos a estos. "No me preocupa enviarlos de cara, me preocupa cada vez que regresan, porque significa que los hombres a los que me cuesta enfrentar ellos lo logran con facilidad."
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  • Alexa recordaba a la perfección las historias que su abuela le contaba cuando era niña cada vez que visitaba su casa, le resultaba imposible separarse de ella. Su abuela era una mujer hermosa, con cabello platinado y ojos de un azul profundo. Siempre, antes de dormir, le relataba las leyendas de su pueblo. Para los humanos, quizá eran simples cuentos de hadas; otros podrían pensar que eran fantasías, mitos o leyendas. Pero para la gente de Alexa, esas historias eran el pilar de todo lo que creían. Su abuela le hablaba de los dioses, pero sus favoritas siempre eran las leyendas sobre la diosa de la luna.

    En el pueblo, la conocían como la guardiana de las escrituras sagradas, y sus padres siempre decían que era la mejor sanadora de la aldea. Alexa, en ese entonces, no comprendía la posición social de su familia ni sabía que formaban parte de la nobleza del reino fae. Para ella, su abuela era simplemente la mujer más divertida e inteligente del mundo. Aunque solo era una niña de cuatro o cinco años, con el tiempo entendió que aquellas palabras no eran simples historias para dormir, cada palabra cobró significado y se reveló como una verdad indiscutible.

    Cuando su abuela hablaba, parecía recitar las historias directamente de un libro que llevaba en su mente. En alguna ocasión, Alexa visitó la biblioteca de su hogar, llena de libros en miles de idiomas, de diferentes culturas, todos hablando sobre los mismos dioses, aunque con diferentes nombres. Aún recordaba la historia favorita de su abuela, que también se convirtió en su preferida. La primera vez que se la contó fue cuando Alexa llegó llorando a casa porque unos niños, hijos de otros nobles, le dijeron que su cabello blanco y su piel pálida eran horribles. Alexa, desesperada, suplicó a su abuela que cambiara su cabello, que ya no quería tenerlo blanco, la mujer la sentó en su regazo, acariciando su cabello con ternura. Con una voz llena de amor, le explicó que su apariencia era una bendición de la madre luna, tomó un libro de portada azul con grabados plateados, cuyas ilustraciones parecían mágicas, como si las fases lunares y la silueta de una bella mujer se movieran. El libro, claramente viejo y valioso, estaba lleno de notas, recortes, dibujos e imágenes. En sus primeras páginas, estaba escrita una historia sobre la creación del mundo. Su abuela comenzó a leer:

    "Verás, mi niña, al principio todo era vacío, pero de repente surgió la luz, la vida, la creación. Sin embargo, todo debe tener equilibrio, así que junto a ellos nació la oscuridad, la muerte y la destrucción. Hermanos de una misma energía, se convirtieron en seres de infinito poder. Juntos, crearon cada cosa que existe en el mundo: el cielo, nacido de la luz y la oscuridad; la tierra, el mar, los animales, todos creados por la vida y destinados a la muerte cuando llegara su momento. Los años pasaron, y nuevas deidades nacieron, uniéndose al resto. El cielo tuvo tres hijos a quienes les dieron sus propias tareas: el sol, la luna y las estrellas. Selene, hija del cielo y diosa de la luna, encargada de velar por las noches, vio cómo los humanos comenzaron a rendirle culto y los bendijo con habilidades mágicas, naciendo así las hadas y elfos de luna. Un día, al descender a la tierra y ver que carecían de guía y protección, decidió darles una parte de ella, enviando a sus hijos con la misión de guiar, proteger y cuidar al pueblo de la luna. Con habilidades superiores, de cabello platinado, ojos azules y piel blanca como la nieve, eran inconfundibles entre otros seguidores de la luna. Como todos los hijos de dioses, se unieron a mortales, dando lugar al linaje de la luna. Pero solo algunos fueron bendecidos con las habilidades y características físicas de la diosa; a estos se les llamó hijos de la luna. Algunos creen que los dioses unen las almas de unos pocos elegidos para encontrarse en la tierra. No era de extrañar que siempre dos hijos de la luna terminaran enamorados, enviados del cielo y elegidos por la madre luna para estar juntos, con un amor inquebrantable y puro, capaz de vencer cualquier adversidad."

    Al terminar la historia, Alexa quedó fascinada. Su abuela, entonces, la miró con seriedad y le dijo con firmeza: "Jamás reniegues de tu aspecto, cariño. Es una bendición. Nuestra madre te eligió como una digna hija suya y te bendijo con habilidades inigualables. Viniste a este mundo con un propósito, una misión, y quién sabe, tal vez también te eligió un compañero."

    Esa historia se la repitió tantas veces que Alexa comenzó a anhelar descubrir cuál sería la misión que la madre luna tenía reservada para ella. Jamás pensó que dicha misión la llevaría a la mayor batalla que los siete reinos habían presenciado jamás, y que el hombre al que tendría que enfrentarse sería, nada más y nada menos, que el compañero que la luna había elegido para ella.

    Alexa recordaba a la perfección las historias que su abuela le contaba cuando era niña cada vez que visitaba su casa, le resultaba imposible separarse de ella. Su abuela era una mujer hermosa, con cabello platinado y ojos de un azul profundo. Siempre, antes de dormir, le relataba las leyendas de su pueblo. Para los humanos, quizá eran simples cuentos de hadas; otros podrían pensar que eran fantasías, mitos o leyendas. Pero para la gente de Alexa, esas historias eran el pilar de todo lo que creían. Su abuela le hablaba de los dioses, pero sus favoritas siempre eran las leyendas sobre la diosa de la luna. En el pueblo, la conocían como la guardiana de las escrituras sagradas, y sus padres siempre decían que era la mejor sanadora de la aldea. Alexa, en ese entonces, no comprendía la posición social de su familia ni sabía que formaban parte de la nobleza del reino fae. Para ella, su abuela era simplemente la mujer más divertida e inteligente del mundo. Aunque solo era una niña de cuatro o cinco años, con el tiempo entendió que aquellas palabras no eran simples historias para dormir, cada palabra cobró significado y se reveló como una verdad indiscutible. Cuando su abuela hablaba, parecía recitar las historias directamente de un libro que llevaba en su mente. En alguna ocasión, Alexa visitó la biblioteca de su hogar, llena de libros en miles de idiomas, de diferentes culturas, todos hablando sobre los mismos dioses, aunque con diferentes nombres. Aún recordaba la historia favorita de su abuela, que también se convirtió en su preferida. La primera vez que se la contó fue cuando Alexa llegó llorando a casa porque unos niños, hijos de otros nobles, le dijeron que su cabello blanco y su piel pálida eran horribles. Alexa, desesperada, suplicó a su abuela que cambiara su cabello, que ya no quería tenerlo blanco, la mujer la sentó en su regazo, acariciando su cabello con ternura. Con una voz llena de amor, le explicó que su apariencia era una bendición de la madre luna, tomó un libro de portada azul con grabados plateados, cuyas ilustraciones parecían mágicas, como si las fases lunares y la silueta de una bella mujer se movieran. El libro, claramente viejo y valioso, estaba lleno de notas, recortes, dibujos e imágenes. En sus primeras páginas, estaba escrita una historia sobre la creación del mundo. Su abuela comenzó a leer: "Verás, mi niña, al principio todo era vacío, pero de repente surgió la luz, la vida, la creación. Sin embargo, todo debe tener equilibrio, así que junto a ellos nació la oscuridad, la muerte y la destrucción. Hermanos de una misma energía, se convirtieron en seres de infinito poder. Juntos, crearon cada cosa que existe en el mundo: el cielo, nacido de la luz y la oscuridad; la tierra, el mar, los animales, todos creados por la vida y destinados a la muerte cuando llegara su momento. Los años pasaron, y nuevas deidades nacieron, uniéndose al resto. El cielo tuvo tres hijos a quienes les dieron sus propias tareas: el sol, la luna y las estrellas. Selene, hija del cielo y diosa de la luna, encargada de velar por las noches, vio cómo los humanos comenzaron a rendirle culto y los bendijo con habilidades mágicas, naciendo así las hadas y elfos de luna. Un día, al descender a la tierra y ver que carecían de guía y protección, decidió darles una parte de ella, enviando a sus hijos con la misión de guiar, proteger y cuidar al pueblo de la luna. Con habilidades superiores, de cabello platinado, ojos azules y piel blanca como la nieve, eran inconfundibles entre otros seguidores de la luna. Como todos los hijos de dioses, se unieron a mortales, dando lugar al linaje de la luna. Pero solo algunos fueron bendecidos con las habilidades y características físicas de la diosa; a estos se les llamó hijos de la luna. Algunos creen que los dioses unen las almas de unos pocos elegidos para encontrarse en la tierra. No era de extrañar que siempre dos hijos de la luna terminaran enamorados, enviados del cielo y elegidos por la madre luna para estar juntos, con un amor inquebrantable y puro, capaz de vencer cualquier adversidad." Al terminar la historia, Alexa quedó fascinada. Su abuela, entonces, la miró con seriedad y le dijo con firmeza: "Jamás reniegues de tu aspecto, cariño. Es una bendición. Nuestra madre te eligió como una digna hija suya y te bendijo con habilidades inigualables. Viniste a este mundo con un propósito, una misión, y quién sabe, tal vez también te eligió un compañero." Esa historia se la repitió tantas veces que Alexa comenzó a anhelar descubrir cuál sería la misión que la madre luna tenía reservada para ella. Jamás pensó que dicha misión la llevaría a la mayor batalla que los siete reinos habían presenciado jamás, y que el hombre al que tendría que enfrentarse sería, nada más y nada menos, que el compañero que la luna había elegido para ella.
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  • #DuoRol

    La nieve se hundía bajo los pasos ligeros de Illyiv, cada movimiento suyo estaba acompañado por el susurro del viento que batía suavemente las ramas de los árboles. La noche en el Reino Fae era una obra de arte en sí misma, con un cielo repleto de estrellas y la nieve blanca cubriendo los senderos, como si la propia luna hubiera derramado su luz sobre la tierra.

    Mientras avanzaba, ajustó la capa oscura que cubría su vestido, un atuendo cuidadosamente elegido para mezclarse con los aldeanos. El vestido era de tonos apagados, con un color carbón que se fundía ligeramente con la penumbra, mientras que la capa negra le proporcionaba tanto calor como un toque de anonimato.

    La peliblanca hizo una pausa en el camino, apoyándose brevemente en un árbol ennegrecido por las sombras de la noche. Sus dedos alcanzaron el pergamino doblado que llevaba oculto en el interior de la manga de su vestido, desplegandolo con cuidado para repasar los detalles de la misión que la había hecho viajar hasta ese lugar.

    —"Obtener información..." —murmuraba mientras repasaba los detalles brevemente— "...el linaje de la luna... debilidades, alianzas del reino fae, su conexión con la oscuridad..." ¿Conexión con la oscuridad? Tsk... ¿Por qué a la organización le interesaría todo esto? —susurraba, hablando consigo misma mientras seguía leyendo el pergamino— "actúa con discreción, no reveles tu identidad, evita cualquier enfrentamiento directo..." Ugh, esto es absurdo...

    Enrrolló nuevamente el pergamino, escondiéndolo nuevamente en su vestimenta, y retomó su andar. La expresión en su rostro era de pura exasperación, y no pudo evitar que una sonrisa irónica se formará en sus labios.

    —Genial, infiltrarme en un reino, acercarme a un heredero lleno de secretos y robar información que podría provocar caos...suena justo como lo mío —murmuró con sarcasmo mientras el viento helado alzaba los mechones de su cabello blanco al aire.

    Este no era su estilo. Ella estaba acostumbrada a misiones rápidas, sangrientas y efectivas. Entrar, eliminar al objetivo y salir antes de que alguien notara lo que había sucedido, y si alguien lo notaba, lo eliminaba también. Pero esto de infiltrarse y actuar con sutileza no era más que un dolor de cabeza, pero sabía que no tenía opción.

    Mientras caminaba, sus pasos la llevaron por un sendero estrecho cubierto de nieve. Sin embargo, al continuar avanzando, se dió cuenta de algo inquietante: no tenía un plan claro, no sabía cómo proceder, ni siquiera sabía dónde se encontraba ahora mismo ese tal Ian Moonlight . Su objetivo era únicamente recolectar información, no podía involucrarse ni alterar el equilibrio político del reino.

    —¿Y ahora qué, Illyiv? —murmuró para si misma, su aliento escapando de sus labios en pequeñas nubes blancas. Se detuvo para mirar a su alrededor. Las luces de algunas cabañas cercanas brillaban en la distancia, pero no le ofrecían ninguna pista.

    El castillo se alzaba ante ella, pero no podía simplemente golpear la puerta y pedir hablar con él. Y la idea de entrar en un lugar lleno de guardias, y quizás magia, sin un plan sólido, no era precisamente alentadora. Por ahora, se limitaría a buscar un lugar donde quedarse en la aldea; mientras trataba de decidir cuál sería su próximo movimiento. Solo podía confiar en su instinto y en la capacidad de improvisar que siempre la había sacado adelante. Pero incluso mientras trazaba posibles estrategias, no podía evitar una sensación molesta en el fondo de su mente: está misión sería todo menos sencilla.
    #DuoRol La nieve se hundía bajo los pasos ligeros de Illyiv, cada movimiento suyo estaba acompañado por el susurro del viento que batía suavemente las ramas de los árboles. La noche en el Reino Fae era una obra de arte en sí misma, con un cielo repleto de estrellas y la nieve blanca cubriendo los senderos, como si la propia luna hubiera derramado su luz sobre la tierra. Mientras avanzaba, ajustó la capa oscura que cubría su vestido, un atuendo cuidadosamente elegido para mezclarse con los aldeanos. El vestido era de tonos apagados, con un color carbón que se fundía ligeramente con la penumbra, mientras que la capa negra le proporcionaba tanto calor como un toque de anonimato. La peliblanca hizo una pausa en el camino, apoyándose brevemente en un árbol ennegrecido por las sombras de la noche. Sus dedos alcanzaron el pergamino doblado que llevaba oculto en el interior de la manga de su vestido, desplegandolo con cuidado para repasar los detalles de la misión que la había hecho viajar hasta ese lugar. —"Obtener información..." —murmuraba mientras repasaba los detalles brevemente— "...el linaje de la luna... debilidades, alianzas del reino fae, su conexión con la oscuridad..." ¿Conexión con la oscuridad? Tsk... ¿Por qué a la organización le interesaría todo esto? —susurraba, hablando consigo misma mientras seguía leyendo el pergamino— "actúa con discreción, no reveles tu identidad, evita cualquier enfrentamiento directo..." Ugh, esto es absurdo... Enrrolló nuevamente el pergamino, escondiéndolo nuevamente en su vestimenta, y retomó su andar. La expresión en su rostro era de pura exasperación, y no pudo evitar que una sonrisa irónica se formará en sus labios. —Genial, infiltrarme en un reino, acercarme a un heredero lleno de secretos y robar información que podría provocar caos...suena justo como lo mío —murmuró con sarcasmo mientras el viento helado alzaba los mechones de su cabello blanco al aire. Este no era su estilo. Ella estaba acostumbrada a misiones rápidas, sangrientas y efectivas. Entrar, eliminar al objetivo y salir antes de que alguien notara lo que había sucedido, y si alguien lo notaba, lo eliminaba también. Pero esto de infiltrarse y actuar con sutileza no era más que un dolor de cabeza, pero sabía que no tenía opción. Mientras caminaba, sus pasos la llevaron por un sendero estrecho cubierto de nieve. Sin embargo, al continuar avanzando, se dió cuenta de algo inquietante: no tenía un plan claro, no sabía cómo proceder, ni siquiera sabía dónde se encontraba ahora mismo ese tal [Ian_Moon]. Su objetivo era únicamente recolectar información, no podía involucrarse ni alterar el equilibrio político del reino. —¿Y ahora qué, Illyiv? —murmuró para si misma, su aliento escapando de sus labios en pequeñas nubes blancas. Se detuvo para mirar a su alrededor. Las luces de algunas cabañas cercanas brillaban en la distancia, pero no le ofrecían ninguna pista. El castillo se alzaba ante ella, pero no podía simplemente golpear la puerta y pedir hablar con él. Y la idea de entrar en un lugar lleno de guardias, y quizás magia, sin un plan sólido, no era precisamente alentadora. Por ahora, se limitaría a buscar un lugar donde quedarse en la aldea; mientras trataba de decidir cuál sería su próximo movimiento. Solo podía confiar en su instinto y en la capacidad de improvisar que siempre la había sacado adelante. Pero incluso mientras trazaba posibles estrategias, no podía evitar una sensación molesta en el fondo de su mente: está misión sería todo menos sencilla.
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    -Soy consciente de que lo que hice estuvo muy mal, arruiné todo el trabajo del señor Faetón, pero… es que este hombre se pone muy guapo cuando se enfada…. ¡Aay!
    -Soy consciente de que lo que hice estuvo muy mal, arruiné todo el trabajo del señor Faetón, pero… es que este hombre se pone muy guapo cuando se enfada…. ¡Aay! :STK-26:
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  • —Estaba alimentándose de deseos, cuando sucedió. Una de esas bolas brillantes le dio y puff... De golpe, era mujer.

    —Mmmh... Vaya faena. Me preguntó si seguiré gustándole a Adám First Man aunque parece que anda un poco perdido—hizo aparecer un espejo y se miró en él—.Al.mebos, digo siendo preciosa—
    —Estaba alimentándose de deseos, cuando sucedió. Una de esas bolas brillantes le dio y puff... De golpe, era mujer. —Mmmh... Vaya faena. Me preguntó si seguiré gustándole a [Adam1] aunque parece que anda un poco perdido—hizo aparecer un espejo y se miró en él—.Al.mebos, digo siendo preciosa—
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