La vida de una idol era, cuanto menos, movida y llena de exigencias. Ahri lo sabía, y lo supo desde el primer momento que puso un pie en el estudio. Como si las memorias viajaran de aquí y allá, fugaz, llenando de momentos agrios y dulces a la par. No cabe duda que el largo camino recorrido lo inició sola, y terminó siendo acompañada por lo que ella llama “familia”. La mañana parece prometedora y el cálido candor de los rayos de sol colándose por las cortinas del salón, por lo que no duda en acercarse para abrirlas de par en par. El fresco y revitalizante aroma le robó una sonrisa cálida que la hizo cerrar sus ojos. Se estiró perezosamente a medida que alza los brazos un poco. —¿Seguirán dormidas? —musitó para sí. Sin embargo, y a sabiendas de la vida que cada una de sus compañeras llevan, Evelynn siquiera haya llegado a dormir, Kai’Sa probablemente esté ensayando… “¿Y Akali?” pensó.