• Una pequeña salida con mi pequeña española *dijo besando a Estela Athenea *
    Una pequeña salida con mi pequeña española *dijo besando a [fire_olive_buffalo_727] *
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  • ♛┈⛧┈┈•༶
    𝑃𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑙 𝑑𝑖𝑎𝑏𝑙𝑜 𝑦 𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑦𝑜𝑡𝑒 𝑑𝑎𝑛 𝑚𝑎𝑠 𝑚𝑖𝑒𝑑𝑜 𝑎𝑡𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑦 ℎ𝑎𝑚𝑏𝑟𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠, 𝑒𝑛 𝑣𝑒𝑧 𝑑𝑒 𝑠𝑢𝑒𝑙𝑡𝑜𝑠 𝑦 ℎ𝑎𝑟𝑡𝑜𝑠.
    ༶•┈┈⛧┈♛

    El ojo bien puesto en la mesa, contando una a una las balas. La ha visto varias veces ya, pero le sigue pareciendo sorprendente cuanto han cambiado las armas; pasó de revolveres, rifles y escopetas, a granadas y metralletas.

    Hoy los niños ven un revolver y huyen despavoridos. Era una de las tantas quejas para con el mundo actual.

    -Diecisiete tiros... ¿Cómo te llamas, preciosa? ¿Glock...?

    Le murmuró al arma, de cerca, como un amante susurrando al oído. El cañón a milímetros del rostro, la corredera casi que besando la negrura de su extraña piel. Los cartuchos en la mesa desprendían un aroma bien conocido para él; pólvora.

    Recuerdos revolotean, cargados en nostalgia. Entonces cerró su único ojo y se sumergió en memorias del ayer, uno tan lejano como el sol del día siguiente. Para cuando abrió los párpados ya estaba en otro lugar, en otro momento, en uno de los días donde la sangre corría bajo su piel tal y como debía hacer.

    La puerta se abre por la mano de un joven Cormac, más vivo pero igual de tuerto. Frente a él hay cuatro hombres; Tres de sus lacayos y un viejo, dueño de la casa donde estaban pasando la noche y el mismo que maniataron para molestarlo y hacer de las suyas sin preocuparse de recibir plomo. Sentados en la mesa, repartiendo las cartas que seguramente pertenecían al anciano.

    -Maleducados... ¿Por qué juegan sin mí?

    Exclamó Cormac, quien tomó asiento luego de intercambiar un par de carcajadas con su camaradas. Entonces tomaron las cartas, las desparramaron una y otra vez sobre la madera e incluso la mancharon con el alcohol que habían robado en el atraco anterior. Todo marchaba bien, bajo las expectativas de los bandidos, hasta que el anciano habló.

    -¿Puedo jugar?

    Las miradas le cayeron duras. Medio ebrios y medio tontos, naturalmente rechazaron la petición e incluso se mofaron del viejo.

    -¿Cómo crees, vejete pendejo?

    Ramírez, el de rostro curtido y el más canoso del grupo, pellizcó el rostro del vejete. Pero antes de volver a repartir las cuartas fue detenido por Cormac, quien sonreía burlesco en dirección al maniatado.

    -Dale cartas a él también, Ramírez.

    Ahora las miradas caen en Cormac, incrédulas y expectantes de sus intenciones. Entonces el tuerto sacó un revolver, vacío el tambor y desparramó las balas sobre la mesa. Cargó una bala, acomodó el tambor y lo giró un total de cinco veces.

    -Por cada ronda que ganemos le apuntaremos al anciano, y por cada ronda que él gane nos apuntará a uno de nosotros... El que lo mate se llevará el dinero que pongamos en la mesa.

    Una vez anunciada la propuesta dejó caer el arma en el centro de la mesa, cargada con una única bala en una única recamara. Ramírez y compañía intercambiaron miradas, luego voltearon a Cormac y notaron que él intercambia miradas con el viejo. Inexpresivos estaban ambos, como un estanque de agua en un día sin viento. Cormac había notado que el anciano estaba demasiado tranquilo, incluso juraría haberlo visto reír por una de las bromas tontas soltadas durante las partidas anteriores. Pero no hubo cuestionamientos ni dudas, solo repartieron las cartas con ansias de descargar su malicias.

    Transcurrieron las horas, las cartas españolas pasaron de mano en mano con cada partida, y ya la luna había abandonado su punto más alto en el cielo. Cinco rondas, una ganada por el viejo y las otras cuatro por Cormac y sus camaradas; no hubo disparo, solamente el susurro del viento, el danzar del fuego de la lámpara y los pésimos chistes de Ramírez.

    (1/2)
    ♛┈⛧┈┈•༶ 𝑃𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑙 𝑑𝑖𝑎𝑏𝑙𝑜 𝑦 𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑦𝑜𝑡𝑒 𝑑𝑎𝑛 𝑚𝑎𝑠 𝑚𝑖𝑒𝑑𝑜 𝑎𝑡𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑦 ℎ𝑎𝑚𝑏𝑟𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠, 𝑒𝑛 𝑣𝑒𝑧 𝑑𝑒 𝑠𝑢𝑒𝑙𝑡𝑜𝑠 𝑦 ℎ𝑎𝑟𝑡𝑜𝑠. ༶•┈┈⛧┈♛ El ojo bien puesto en la mesa, contando una a una las balas. La ha visto varias veces ya, pero le sigue pareciendo sorprendente cuanto han cambiado las armas; pasó de revolveres, rifles y escopetas, a granadas y metralletas. Hoy los niños ven un revolver y huyen despavoridos. Era una de las tantas quejas para con el mundo actual. -Diecisiete tiros... ¿Cómo te llamas, preciosa? ¿Glock...? Le murmuró al arma, de cerca, como un amante susurrando al oído. El cañón a milímetros del rostro, la corredera casi que besando la negrura de su extraña piel. Los cartuchos en la mesa desprendían un aroma bien conocido para él; pólvora. Recuerdos revolotean, cargados en nostalgia. Entonces cerró su único ojo y se sumergió en memorias del ayer, uno tan lejano como el sol del día siguiente. Para cuando abrió los párpados ya estaba en otro lugar, en otro momento, en uno de los días donde la sangre corría bajo su piel tal y como debía hacer. La puerta se abre por la mano de un joven Cormac, más vivo pero igual de tuerto. Frente a él hay cuatro hombres; Tres de sus lacayos y un viejo, dueño de la casa donde estaban pasando la noche y el mismo que maniataron para molestarlo y hacer de las suyas sin preocuparse de recibir plomo. Sentados en la mesa, repartiendo las cartas que seguramente pertenecían al anciano. -Maleducados... ¿Por qué juegan sin mí? Exclamó Cormac, quien tomó asiento luego de intercambiar un par de carcajadas con su camaradas. Entonces tomaron las cartas, las desparramaron una y otra vez sobre la madera e incluso la mancharon con el alcohol que habían robado en el atraco anterior. Todo marchaba bien, bajo las expectativas de los bandidos, hasta que el anciano habló. -¿Puedo jugar? Las miradas le cayeron duras. Medio ebrios y medio tontos, naturalmente rechazaron la petición e incluso se mofaron del viejo. -¿Cómo crees, vejete pendejo? Ramírez, el de rostro curtido y el más canoso del grupo, pellizcó el rostro del vejete. Pero antes de volver a repartir las cuartas fue detenido por Cormac, quien sonreía burlesco en dirección al maniatado. -Dale cartas a él también, Ramírez. Ahora las miradas caen en Cormac, incrédulas y expectantes de sus intenciones. Entonces el tuerto sacó un revolver, vacío el tambor y desparramó las balas sobre la mesa. Cargó una bala, acomodó el tambor y lo giró un total de cinco veces. -Por cada ronda que ganemos le apuntaremos al anciano, y por cada ronda que él gane nos apuntará a uno de nosotros... El que lo mate se llevará el dinero que pongamos en la mesa. Una vez anunciada la propuesta dejó caer el arma en el centro de la mesa, cargada con una única bala en una única recamara. Ramírez y compañía intercambiaron miradas, luego voltearon a Cormac y notaron que él intercambia miradas con el viejo. Inexpresivos estaban ambos, como un estanque de agua en un día sin viento. Cormac había notado que el anciano estaba demasiado tranquilo, incluso juraría haberlo visto reír por una de las bromas tontas soltadas durante las partidas anteriores. Pero no hubo cuestionamientos ni dudas, solo repartieron las cartas con ansias de descargar su malicias. Transcurrieron las horas, las cartas españolas pasaron de mano en mano con cada partida, y ya la luna había abandonado su punto más alto en el cielo. Cinco rondas, una ganada por el viejo y las otras cuatro por Cormac y sus camaradas; no hubo disparo, solamente el susurro del viento, el danzar del fuego de la lámpara y los pésimos chistes de Ramírez. (1/2)
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  • — "待って、待って!ただ写真が欲しかっただけ… uh, perdon... ¡Yo solo queria una foto!, ¿por que te vas?, ¡vuelve!"

    [Estaba tan alterado que se le olvido que debia hablar en español]
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    || Estoy añadiendo muestras de voz a mis personajes para que sepáis cómo suenan. Tened en cuenta que escojo voiceclaims de actores de doblaje españoles, but espero que eso os ayude a imaginar mejor a mis personajes. Podéis encontrarlas en las fichas. ¡Disfrutad!
    || Estoy añadiendo muestras de voz a mis personajes para que sepáis cómo suenan. Tened en cuenta que escojo voiceclaims de actores de doblaje españoles, but espero que eso os ayude a imaginar mejor a mis personajes. Podéis encontrarlas en las fichas. ¡Disfrutad!
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  • -Pocas veces se luce así frente a los demás, pero además pocas veces habla como sus hermanos Mexicanos, solo dice en un tono bromista-

    Todo esto sería tuyo, pero te aprietas tu calzón.

    -El tono empleado suena entre italiano y español de México- (?)
    -Pocas veces se luce así frente a los demás, pero además pocas veces habla como sus hermanos Mexicanos, solo dice en un tono bromista- Todo esto sería tuyo, pero te aprietas tu calzón. -El tono empleado suena entre italiano y español de México- (?)
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    https://www.youtube.com/watch?v=E4JJTKtUeBM&t=643s

    ///Cine Permanencia voluntaria de una de esas películas clásicas que son consideradas de culto: "Escape from New York" de parte del director Jhon Carpenter, siempre he querido ver esta película y de pura suerte la encontré disponible en Youtube en Español Latino///
    https://www.youtube.com/watch?v=E4JJTKtUeBM&t=643s ///Cine Permanencia voluntaria de una de esas películas clásicas que son consideradas de culto: "Escape from New York" de parte del director Jhon Carpenter, siempre he querido ver esta película y de pura suerte la encontré disponible en Youtube en Español Latino///
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  • ¿Y después de una emergencia médica...?
    Fandom Original
    Categoría Acción
    Ryuna Takahari

    Era martes por la mañana, y… Estaba estresado. Demasiado estresado. Quería echarse a dormir un poco, pero el día no prometía darle un mero descanso. Al contrario.

    —No tiene porqué estar perdido…

    Lo miraba dar vueltas de un lado a otro en el apartamento, provocando que su propia sensación de angustia incrementara; buscaba primero tras el televisor, luego bajo la mesa, luego en los cajones, luego detrás de una estatuilla de San Lucas. Ella se llevó dos dedos sobre el anillo que le dio antes del supuesto incidente - el tenerlo en el dedo le hacía creer que sería imposible para él haberlo perdido en cualquier sitio, como si nada.

    —Es que tiene que estarlo, si no… ¡Ugh! —acababa berreando de frustración mientras guardaba de nuevo unos libros en su estantería—. ¿Crees que me lo han robado?

    Ella inmediatamente negó con la cabeza. La idea de que lo hicieran era hasta un poquito graciosa, aunque no tanto para hacerla salir de su miedo y responderle cara a cara. —¿Quién robaría un cuaderno de bocetos? Uno sin empezar, encima.

    —No lo sé. Pero es uno de cuero… Algún valor tiene.

    —Iso… Tiene todo el valor del mundo, para ti. Y para él.

    Los celos no impedían que le sentara mal verlo de esa forma. Había pasado unos malos días, y con todo no lo culpaba por reaccionar alterado. El chico tomó asiento sobre el sofá y ella al fin se puso de pie para aproximarse, arrastrando los zapatos por los azulejos del suelo. Cuanto más cerca la tenía, más notaba el olor a…

    Sí, a marihuana. Estaba fumando dentro de su casa, y las ventanas abiertas no evitaban que aquello se llenara de una peste terrible; pero si ella le aguantaba el alcoholismo, él tampoco iba a decir nada. Le pasó los dedos por el cabello, rascando de una forma especial que lo hizo entornar los ojos. —Tendrás otro momento de darle algo, pero… ¡Tampoco es nada! Y yo creo que estará feliz de verte, más que de tener algo súper especial de ti. Ahora…

    Y se detuvo. Era un silencio sepulcral que lo dejó algo descolocado, porque se le iban el tartamudeo y la vergüenza con él cerca. Entonces empezó a mover los dedos sobre su pelo de forma errática. Isidro levantó la cabeza y se dio cuenta de que Bruna no miraba a ninguna parte, y que su mandíbula se tensaba y que ya no podía hablar, y que posiblemente no sabía ni dónde estaba en ese momento.

    -----

    —Presenta actividad cerebral anómala en el lóbulo temporal...

    —Sí, ya sé que es epiléptica.

    Pese a que lo llevaba sabiendo desde que se conocieron, aquel matasanos se empeñaba en darle la tabarra con las mismas explicaciones de siempre, causando que se le agotaran la paciencia y la educación. Claro, que Isidro no aparecía en sus registros como familiar, o pareja de hecho, o nada del estilo. De hecho, no aparecía nadie, pese al hecho de que Razvan estaba en su habitación fingiendo ser un tío, o primo, o hermano, o un vetetúasaberquéleshadichoéste. El caso es que Razvan estaba con ella (¡y con el chiquillo de cinco años, encima!), y él estaba obligado a quedarse fuera a esperar. Como si ella fuera una persona inmunocomprometida, y él pudiera matarla por introducir patógenos de español viejomundano en sus cercanías.

    —Yo solamente deseo informar… —le dio un papel con alguna clase de infografía sobre crisis epilépticas—... de que hay ciertos factores, como el consumo de sustancias estupefacientes o el estrés, que aumentan el riesgo de que…

    Ahora lo entendía todo. ¿Por qué le daban la tabarra a él? Porque fue el que llamó cuando vio que tardaba demasiado en volver a la normalidad, el que estaba junto a ella mientras se drogaba y aguantaba algo en silencio, y porque tendría que haberlo evitado. Escuchó el resto del discurso con la cabeza gacha, sin rebatirlo, o defenderse. Era cierto que ella cada vez fumaba más, y él nunca quería indagar en esas cosas…

    Al final, se dedicó a dar vueltas por el hospital. Necesitaba estirar las piernas, respirar aire fresco, tranquilizarse un poquito… Necesitaba un trago. ¿Le pasaría factura inmediata a él también? Lo desconocía, pero ahora no le importaba, y maldecía estar en un hospital donde no sirvieran copa alguna. No guardaba el papel donde ponía datos básicos de la enfermedad, mismos a los que debería haber estado más atento, y se paseaba con este entre manos como si se lo estudiara para examen.
    [eclipse_violet_frog_172] Era martes por la mañana, y… Estaba estresado. Demasiado estresado. Quería echarse a dormir un poco, pero el día no prometía darle un mero descanso. Al contrario. —No tiene porqué estar perdido… Lo miraba dar vueltas de un lado a otro en el apartamento, provocando que su propia sensación de angustia incrementara; buscaba primero tras el televisor, luego bajo la mesa, luego en los cajones, luego detrás de una estatuilla de San Lucas. Ella se llevó dos dedos sobre el anillo que le dio antes del supuesto incidente - el tenerlo en el dedo le hacía creer que sería imposible para él haberlo perdido en cualquier sitio, como si nada. —Es que tiene que estarlo, si no… ¡Ugh! —acababa berreando de frustración mientras guardaba de nuevo unos libros en su estantería—. ¿Crees que me lo han robado? Ella inmediatamente negó con la cabeza. La idea de que lo hicieran era hasta un poquito graciosa, aunque no tanto para hacerla salir de su miedo y responderle cara a cara. —¿Quién robaría un cuaderno de bocetos? Uno sin empezar, encima. —No lo sé. Pero es uno de cuero… Algún valor tiene. —Iso… Tiene todo el valor del mundo, para ti. Y para él. Los celos no impedían que le sentara mal verlo de esa forma. Había pasado unos malos días, y con todo no lo culpaba por reaccionar alterado. El chico tomó asiento sobre el sofá y ella al fin se puso de pie para aproximarse, arrastrando los zapatos por los azulejos del suelo. Cuanto más cerca la tenía, más notaba el olor a… Sí, a marihuana. Estaba fumando dentro de su casa, y las ventanas abiertas no evitaban que aquello se llenara de una peste terrible; pero si ella le aguantaba el alcoholismo, él tampoco iba a decir nada. Le pasó los dedos por el cabello, rascando de una forma especial que lo hizo entornar los ojos. —Tendrás otro momento de darle algo, pero… ¡Tampoco es nada! Y yo creo que estará feliz de verte, más que de tener algo súper especial de ti. Ahora… Y se detuvo. Era un silencio sepulcral que lo dejó algo descolocado, porque se le iban el tartamudeo y la vergüenza con él cerca. Entonces empezó a mover los dedos sobre su pelo de forma errática. Isidro levantó la cabeza y se dio cuenta de que Bruna no miraba a ninguna parte, y que su mandíbula se tensaba y que ya no podía hablar, y que posiblemente no sabía ni dónde estaba en ese momento. ----- —Presenta actividad cerebral anómala en el lóbulo temporal... —Sí, ya sé que es epiléptica. Pese a que lo llevaba sabiendo desde que se conocieron, aquel matasanos se empeñaba en darle la tabarra con las mismas explicaciones de siempre, causando que se le agotaran la paciencia y la educación. Claro, que Isidro no aparecía en sus registros como familiar, o pareja de hecho, o nada del estilo. De hecho, no aparecía nadie, pese al hecho de que Razvan estaba en su habitación fingiendo ser un tío, o primo, o hermano, o un vetetúasaberquéleshadichoéste. El caso es que Razvan estaba con ella (¡y con el chiquillo de cinco años, encima!), y él estaba obligado a quedarse fuera a esperar. Como si ella fuera una persona inmunocomprometida, y él pudiera matarla por introducir patógenos de español viejomundano en sus cercanías. —Yo solamente deseo informar… —le dio un papel con alguna clase de infografía sobre crisis epilépticas—... de que hay ciertos factores, como el consumo de sustancias estupefacientes o el estrés, que aumentan el riesgo de que… Ahora lo entendía todo. ¿Por qué le daban la tabarra a él? Porque fue el que llamó cuando vio que tardaba demasiado en volver a la normalidad, el que estaba junto a ella mientras se drogaba y aguantaba algo en silencio, y porque tendría que haberlo evitado. Escuchó el resto del discurso con la cabeza gacha, sin rebatirlo, o defenderse. Era cierto que ella cada vez fumaba más, y él nunca quería indagar en esas cosas… Al final, se dedicó a dar vueltas por el hospital. Necesitaba estirar las piernas, respirar aire fresco, tranquilizarse un poquito… Necesitaba un trago. ¿Le pasaría factura inmediata a él también? Lo desconocía, pero ahora no le importaba, y maldecía estar en un hospital donde no sirvieran copa alguna. No guardaba el papel donde ponía datos básicos de la enfermedad, mismos a los que debería haber estado más atento, y se paseaba con este entre manos como si se lo estudiara para examen.
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  • -muchos encuentran imposible o hilarante que una bruja vaya a una tienda de pociones, por qué no las hace ella misma?, por qué no es bruja de pociones, es como decirle a un cocinero de un restaurante italiano por qué va a uno de comida española- soltó unas risitas entrando a la tienda
    -muchos encuentran imposible o hilarante que una bruja vaya a una tienda de pociones, por qué no las hace ella misma?, por qué no es bruja de pociones, es como decirle a un cocinero de un restaurante italiano por qué va a uno de comida española- soltó unas risitas entrando a la tienda
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  • —El tiempo paso,finalmente el mundo dejo el apellido Wimbleton en su recuerdo,creyendo que ya todos habian muerto y ningun otro Wimbleton le haria daño a alguien,sin embargo,habia un sobreviviente de esa familia,un integrante que fue oculto para preservar la sangre,Esteban Alonso,un Español como cualquier otro no sabia de su pasado,no sabia quien fue su padre,quién fue su madre ni nada por el estilo,el solo sabia que habia sido dejado por su padre hace 19 años en un orfanato,a sus dos años fue adoptado por una familia de altos ingresos y crecio con todas las comodidades posibles en un entorno amoroso,he aqui nuestro protagonista—
    —El tiempo paso,finalmente el mundo dejo el apellido Wimbleton en su recuerdo,creyendo que ya todos habian muerto y ningun otro Wimbleton le haria daño a alguien,sin embargo,habia un sobreviviente de esa familia,un integrante que fue oculto para preservar la sangre,Esteban Alonso,un Español como cualquier otro no sabia de su pasado,no sabia quien fue su padre,quién fue su madre ni nada por el estilo,el solo sabia que habia sido dejado por su padre hace 19 años en un orfanato,a sus dos años fue adoptado por una familia de altos ingresos y crecio con todas las comodidades posibles en un entorno amoroso,he aqui nuestro protagonista—
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    Espero que aquí en Ficrol a NADIE se le ocurra hacer el fandom de Emilia Pérez.

    #MeCerraronLaLlave
    #MeArdeLaPincheVulva
    #SelenaNoSabeEspañol
    Espero que aquí en Ficrol a NADIE se le ocurra hacer el fandom de Emilia Pérez. #MeCerraronLaLlave #MeArdeLaPincheVulva #SelenaNoSabeEspañol
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