La oficina de Darren estaba sumida en sombras**, con la única luz proveniente de la pantalla del monitor parpadeando sobre sus gafas. El ventilador giraba lento, empujando el calor acumulado de un día largo y silencioso.
Darren se quitó los lentes un momento, se frotó el rostro y los volvió a colocar con firmeza.
—Vamos, muéstrame lo que escondes… —susurró mientras abría la base de datos médica privada a la que no debería tener acceso.
**Paciente: Aisha •••••• .**
**Edad: 11 años.**
**Condición: Enfermedad autoinmune degenerativa – Clase KX.**
**Tratamiento actual: Fármaco KX-32.**
**Precio actual por tratamiento mensual: \$21,300 USD.**
**Proyección para el siguiente trimestre: \$24,800 USD.**
**Incremento acumulado anual: +74%.**
Darren se quedó inmóvil.
—¿Veinti... qué demonios? —apretó el puño y dio un golpe al escritorio—. ¿Cómo lo pagas, Doe?
Pasó al historial de pagos: ocho depósitos exactos, uno cada mes, ingresados a través de clínicas privadas y organizaciones sin fines de lucro. Efectivo. Códigos sin origen. Al menos cuatro ciudades distintas. Todo perfectamente "legal".
Pero Darren ya había visto ese patrón antes.
—Limpio. Demasiado limpio. Como tus escenas, ¿no? —se burló, tomando una nota.
Escribió con rabia controlada:
**"Ningún hombre que cobra por limpiar sangre puede pagar esto..."**
Darren se levantó y cruzó el cuarto, encendiendo la luz sobre su tablón de corcho.
Fotos, nombres, documentos.
Tres escenas con patrones similares.
Mismo tipo de víctimas: criminales de bajo perfil, deudas con gente pesada, sin familia que los reclamara.
El detective sostuvo una de las fotos, la de una escena en el río, y murmuró:
—No estás cometiendo errores, John... pero estás dejándome rastros. Y yo los sigo como un perro con hambre.
Abrió su libreta, escribió con letras grandes:
**DOE = LIMPIADOR = EJECUTOR.**
Luego, con una caligrafía más pequeña y más sombría:
**Motivación: su hija.**
**Detonante potencial: pérdida del tratamiento.**
—Eres un padre. Eso no te hace menos peligroso. De hecho... te hace mucho más.
Porque si te quitan lo único que amas, ¿qué te queda?
Apagó la luz, dejando solo la pantalla encendida, y se sentó de nuevo, contemplando el expediente de Aisha.
—No voy a lastimarla, John. No soy como tú. Pero juro que te sacaré del agujero donde te escondes.
Y cuando lo haga… —sus ojos brillaron tras las gafas—, te haré elegir entre tu alma… y ella.
Darren se quitó los lentes un momento, se frotó el rostro y los volvió a colocar con firmeza.
—Vamos, muéstrame lo que escondes… —susurró mientras abría la base de datos médica privada a la que no debería tener acceso.
**Paciente: Aisha •••••• .**
**Edad: 11 años.**
**Condición: Enfermedad autoinmune degenerativa – Clase KX.**
**Tratamiento actual: Fármaco KX-32.**
**Precio actual por tratamiento mensual: \$21,300 USD.**
**Proyección para el siguiente trimestre: \$24,800 USD.**
**Incremento acumulado anual: +74%.**
Darren se quedó inmóvil.
—¿Veinti... qué demonios? —apretó el puño y dio un golpe al escritorio—. ¿Cómo lo pagas, Doe?
Pasó al historial de pagos: ocho depósitos exactos, uno cada mes, ingresados a través de clínicas privadas y organizaciones sin fines de lucro. Efectivo. Códigos sin origen. Al menos cuatro ciudades distintas. Todo perfectamente "legal".
Pero Darren ya había visto ese patrón antes.
—Limpio. Demasiado limpio. Como tus escenas, ¿no? —se burló, tomando una nota.
Escribió con rabia controlada:
**"Ningún hombre que cobra por limpiar sangre puede pagar esto..."**
Darren se levantó y cruzó el cuarto, encendiendo la luz sobre su tablón de corcho.
Fotos, nombres, documentos.
Tres escenas con patrones similares.
Mismo tipo de víctimas: criminales de bajo perfil, deudas con gente pesada, sin familia que los reclamara.
El detective sostuvo una de las fotos, la de una escena en el río, y murmuró:
—No estás cometiendo errores, John... pero estás dejándome rastros. Y yo los sigo como un perro con hambre.
Abrió su libreta, escribió con letras grandes:
**DOE = LIMPIADOR = EJECUTOR.**
Luego, con una caligrafía más pequeña y más sombría:
**Motivación: su hija.**
**Detonante potencial: pérdida del tratamiento.**
—Eres un padre. Eso no te hace menos peligroso. De hecho... te hace mucho más.
Porque si te quitan lo único que amas, ¿qué te queda?
Apagó la luz, dejando solo la pantalla encendida, y se sentó de nuevo, contemplando el expediente de Aisha.
—No voy a lastimarla, John. No soy como tú. Pero juro que te sacaré del agujero donde te escondes.
Y cuando lo haga… —sus ojos brillaron tras las gafas—, te haré elegir entre tu alma… y ella.
La oficina de Darren estaba sumida en sombras**, con la única luz proveniente de la pantalla del monitor parpadeando sobre sus gafas. El ventilador giraba lento, empujando el calor acumulado de un día largo y silencioso.
Darren se quitó los lentes un momento, se frotó el rostro y los volvió a colocar con firmeza.
—Vamos, muéstrame lo que escondes… —susurró mientras abría la base de datos médica privada a la que no debería tener acceso.
**Paciente: Aisha •••••• .**
**Edad: 11 años.**
**Condición: Enfermedad autoinmune degenerativa – Clase KX.**
**Tratamiento actual: Fármaco KX-32.**
**Precio actual por tratamiento mensual: \$21,300 USD.**
**Proyección para el siguiente trimestre: \$24,800 USD.**
**Incremento acumulado anual: +74%.**
Darren se quedó inmóvil.
—¿Veinti... qué demonios? —apretó el puño y dio un golpe al escritorio—. ¿Cómo lo pagas, Doe?
Pasó al historial de pagos: ocho depósitos exactos, uno cada mes, ingresados a través de clínicas privadas y organizaciones sin fines de lucro. Efectivo. Códigos sin origen. Al menos cuatro ciudades distintas. Todo perfectamente "legal".
Pero Darren ya había visto ese patrón antes.
—Limpio. Demasiado limpio. Como tus escenas, ¿no? —se burló, tomando una nota.
Escribió con rabia controlada:
**"Ningún hombre que cobra por limpiar sangre puede pagar esto..."**
Darren se levantó y cruzó el cuarto, encendiendo la luz sobre su tablón de corcho.
Fotos, nombres, documentos.
Tres escenas con patrones similares.
Mismo tipo de víctimas: criminales de bajo perfil, deudas con gente pesada, sin familia que los reclamara.
El detective sostuvo una de las fotos, la de una escena en el río, y murmuró:
—No estás cometiendo errores, John... pero estás dejándome rastros. Y yo los sigo como un perro con hambre.
Abrió su libreta, escribió con letras grandes:
**DOE = LIMPIADOR = EJECUTOR.**
Luego, con una caligrafía más pequeña y más sombría:
**Motivación: su hija.**
**Detonante potencial: pérdida del tratamiento.**
—Eres un padre. Eso no te hace menos peligroso. De hecho... te hace mucho más.
Porque si te quitan lo único que amas, ¿qué te queda?
Apagó la luz, dejando solo la pantalla encendida, y se sentó de nuevo, contemplando el expediente de Aisha.
—No voy a lastimarla, John. No soy como tú. Pero juro que te sacaré del agujero donde te escondes.
Y cuando lo haga… —sus ojos brillaron tras las gafas—, te haré elegir entre tu alma… y ella.
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