• ¿¡Qué voy hacer!?
    Fandom Nana
    Categoría Drama
    Elisabeth Turner Junko

    Thomas Williams Kyosuke

    Hoy tengo turno de tarde por lo cuál después de alisarme el cabello y cambiarme de ropa, fui en bus hasta el barrio donde viven Jun y Kyosuke.
    Necesito su ayuda con urgencia, además hablar con ellos siempre me ayuda.

    Por suerte viven en un segundo, enseguida llego hasta la puerta. Se que por las mañanas suelen estar en casa, ahora que han empezado las clases no trabajan tanto.
    [Turney_thcx] Junko [SnowJ] Kyosuke Hoy tengo turno de tarde por lo cuál después de alisarme el cabello y cambiarme de ropa, fui en bus hasta el barrio donde viven Jun y Kyosuke. Necesito su ayuda con urgencia, además hablar con ellos siempre me ayuda. Por suerte viven en un segundo, enseguida llego hasta la puerta. Se que por las mañanas suelen estar en casa, ahora que han empezado las clases no trabajan tanto.
    Tipo
    Individual
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    Cualquier línea
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    Disponible
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    HIGHWAY 33 — ATARDECER.


    La carretera se abre, vacía como nunca en California. Las montañas en el horizonte, el sol bajando lento. El rugido de la Harley Davidson es lo único que se escucha, sin su chaleco de SAMCRO, el rubio conduce con la mirada perdida.


    "— California es tierra de contrastes. Libertad y condena, belleza y ruina… como la vida misma. A veces necesito dejar atrás Charming, el club, todo el ruido. Salgo a rodar para recordar quién era antes de que todo se jodiera. Antes de la sangre, antes de la traición. hay algo en la soledad del viaje que no puedes encontrar en ningún otro lugar. No hay lealtades, no hay decisiones que maten a tus hermanos. Solo el sonido del motor y el viento que te grita verdades que llevas años evitando. A veces me pregunto si el club me salvó… o si solo me dio una nueva forma de perderme."

    La presencia de uno de los tantos pueblos fantasma pasa inadvertida. Un cartel oxidado dice "Welcome to Santa Lucía “. Todo está cerrado, abandonado. No se detiene.


    "— He visto lo mejor y lo peor del hombre bajo el escudo de un parche. Y aun así, es en la carretera, solo, donde me siento más real. Más yo. Tal vez porque la soledad, por dura que sea, no te traiciona. Solo te acompaña. Y a veces, eso es todo lo que necesitas para seguir rodando."

    La figura difusa del rubio en la distancia se perdía, su silueta recortada contra el cielo naranja fue lo último que se vio de el aquel día.
    HIGHWAY 33 — ATARDECER. La carretera se abre, vacía como nunca en California. Las montañas en el horizonte, el sol bajando lento. El rugido de la Harley Davidson es lo único que se escucha, sin su chaleco de SAMCRO, el rubio conduce con la mirada perdida. "— California es tierra de contrastes. Libertad y condena, belleza y ruina… como la vida misma. A veces necesito dejar atrás Charming, el club, todo el ruido. Salgo a rodar para recordar quién era antes de que todo se jodiera. Antes de la sangre, antes de la traición. hay algo en la soledad del viaje que no puedes encontrar en ningún otro lugar. No hay lealtades, no hay decisiones que maten a tus hermanos. Solo el sonido del motor y el viento que te grita verdades que llevas años evitando. A veces me pregunto si el club me salvó… o si solo me dio una nueva forma de perderme." La presencia de uno de los tantos pueblos fantasma pasa inadvertida. Un cartel oxidado dice "Welcome to Santa Lucía “. Todo está cerrado, abandonado. No se detiene. "— He visto lo mejor y lo peor del hombre bajo el escudo de un parche. Y aun así, es en la carretera, solo, donde me siento más real. Más yo. Tal vez porque la soledad, por dura que sea, no te traiciona. Solo te acompaña. Y a veces, eso es todo lo que necesitas para seguir rodando." La figura difusa del rubio en la distancia se perdía, su silueta recortada contra el cielo naranja fue lo último que se vio de el aquel día.
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    //Acabo de cumplir un mes siendo este personaje. Gracias a los que rolean con ella y los han dado sus votos en las encuestas. Creo que debería hacerle una ficha a mi Flaky ya que es un psj de un universo alterno donde coexiste con los humanos y en su mundo.
    //Acabo de cumplir un mes siendo este personaje. Gracias a los que rolean con ella y los han dado sus votos en las encuestas. Creo que debería hacerle una ficha a mi Flaky ya que es un psj de un universo alterno donde coexiste con los humanos y en su mundo.
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  • Justo iba de pasada en una misión en un hotel donde debía buscar y acabar con su objetivo rápidamente. Iba armado con una 9mm con silenciador, pero había un ruido que lo molestaba y no dudo en hacerlo saber.

    ──── Quién este haciendo ese ruido de golpeteo ¡Cállese ya! ──── Alzó su mirada sin darse cuenta de que provenía de la habitación donde supuestamente estaba su objetivo. Le cortaría el momento de mojar.

    ──── Que hijo de puta. Cogiendo y sin saber que esta por tener un balazo en la cabeza. Si que se va a morir feliz el desgraciado. ──── [?]
    Justo iba de pasada en una misión en un hotel donde debía buscar y acabar con su objetivo rápidamente. Iba armado con una 9mm con silenciador, pero había un ruido que lo molestaba y no dudo en hacerlo saber. ──── Quién este haciendo ese ruido de golpeteo ¡Cállese ya! ──── Alzó su mirada sin darse cuenta de que provenía de la habitación donde supuestamente estaba su objetivo. Le cortaría el momento de mojar. ──── Que hijo de puta. Cogiendo y sin saber que esta por tener un balazo en la cabeza. Si que se va a morir feliz el desgraciado. ──── [?]
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  • Tal vez un día notes que no todo lo que haces deja huellas limpias. El mundo tiene su forma de girar… y suele volver justo por donde más duele.
    "Incluso si tu alma ya no hace ruido."

    Ojala te recuperes...
    Tal vez un día notes que no todo lo que haces deja huellas limpias. El mundo tiene su forma de girar… y suele volver justo por donde más duele. "Incluso si tu alma ya no hace ruido." Ojala te recuperes...
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  • -Nomeolvides o forget me not, una flor tan pequeña con gran belleza y una historia igual de triste- solto unas risitas -una pareja de tortolitos que se amaban mas alla del cuerpo jurando sus votos ante un rio envidioso, las aguas al escuchar su amor se puso celoso y su cause crecio arrastrando a uno de ellos a las profundidades donde moriria gritando a su amada una ultima vez, "no me olvides", se dice que las lagrimas de su enamorada se convirtieron en las flores que ahor avemos para cumplir su promesa de jamas olvidar a su verdadero amor-
    -Nomeolvides o forget me not, una flor tan pequeña con gran belleza y una historia igual de triste- solto unas risitas -una pareja de tortolitos que se amaban mas alla del cuerpo jurando sus votos ante un rio envidioso, las aguas al escuchar su amor se puso celoso y su cause crecio arrastrando a uno de ellos a las profundidades donde moriria gritando a su amada una ultima vez, "no me olvides", se dice que las lagrimas de su enamorada se convirtieron en las flores que ahor avemos para cumplir su promesa de jamas olvidar a su verdadero amor-
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  • He venido en silencio, sin ruido ni prisa,
    con la bruma en los hombros y el tiempo en la risa.

    Fui guardián de los sueños, cantor del reposo, el que roza los párpados con un soplo hermoso.

    Pero el mundo ya no me espera dormido, me ha cambiado el insomnio, el pulso encendido.

    Las noches ya no son nido ni cielo, son jaulas de luz, sin tregua ni duelo.

    No hay ira en mi adiós, ni rencor ni condena, sólo un eco suave que al viento resuena.

    Parto con gracia, como el sueño al alba, como el beso último que todo lo salva.

    Si aún me recuerdas, ciérrate al ruido, apaga las luces, busca tu nido.

    Y si el corazón se rinde al sosiego, quizás, en la sombra, yo vuelva y te entrego un sueño antiguo, cálido, fiel, como el primer suspiro al caer la miel.

    Morfeo no muere, sólo se esconde, allí donde el alma callada responde...
    He venido en silencio, sin ruido ni prisa, con la bruma en los hombros y el tiempo en la risa. Fui guardián de los sueños, cantor del reposo, el que roza los párpados con un soplo hermoso. Pero el mundo ya no me espera dormido, me ha cambiado el insomnio, el pulso encendido. Las noches ya no son nido ni cielo, son jaulas de luz, sin tregua ni duelo. No hay ira en mi adiós, ni rencor ni condena, sólo un eco suave que al viento resuena. Parto con gracia, como el sueño al alba, como el beso último que todo lo salva. Si aún me recuerdas, ciérrate al ruido, apaga las luces, busca tu nido. Y si el corazón se rinde al sosiego, quizás, en la sombra, yo vuelva y te entrego un sueño antiguo, cálido, fiel, como el primer suspiro al caer la miel. Morfeo no muere, sólo se esconde, allí donde el alma callada responde...
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  • El taller improvisado en el que Jett trabajaba olía a metal caliente, pintura fresca y adrenalina contenida. A su alrededor, herramientas flotaban en el aire con ingravidez leve, efecto residual del Reino de la Relatividad donde el tiempo, el peso y el espacio se burlaban de las leyes naturales.

    —Está bien, si esta pista quiere jugar con el tiempo, entonces yo juego con el diseño —murmuró mientras se quitaba los guantes manchados de aceite.

    Había desmontado parte de la carrocería del Deora II. El azul característico de Teku se había ido, reemplazado por un tono morado profundo, como el borde de un eclipse total. A lo largo de los costados, flamas plateadas recorrían la carrocería como si ardieran con frío cósmico, brillando incluso en la penumbra. Cada línea había sido pulida con mimo, aerodinámicamente calculada para resistir la distorsión gravitacional del agujero negro que daba forma a la pista.

    En la parte trasera, un alerón de aleación de kármium pulsaba con luz tenue, estabilizando la nave sobre superficies imposibles. No solo era estético: canalizaba la energía de la relatividad misma, ayudando a Jett a mantenerse en una sola línea temporal… por más tiempo.

    El motor rugió al primer intento. Jett se ajustó los guantes y subió al asiento. Desde el parabrisas, la entrada al Reino de la Relatividad parecía un torbellino de espejos doblados sobre sí mismos, y al centro, el hoyo negro giraba como un corazón oscuro esperando latir.

    —Esta vez no me alcanzas —dijo con una sonrisa ladeada.

    Y entonces, entró a la pista. Los giros imposibles comenzaron. Fragmentos del futuro se le adelantaban y pasados se repetían en cada curva. Pero su vehículo, más que conducir, deslizaba entre pliegues de espacio-tiempo con agilidad sobrenatural. La nueva pintura cortaba el aire como un estandarte de guerra. El alerón mantenía la línea. El motor... cantaba.

    Cuando cruzó la línea de meta, el borde del agujero negro ya lamía la pista. Detrás de él, una curva desapareció en la oscuridad. Pero Jett no miró atrás.

    Estacionó. Bajó del vehículo. Acarició el capó.

    —A veces, todo lo que se necesita... es un cambio de color y un poco de terquedad —dijo, riendo para sí mismo.
    El taller improvisado en el que Jett trabajaba olía a metal caliente, pintura fresca y adrenalina contenida. A su alrededor, herramientas flotaban en el aire con ingravidez leve, efecto residual del Reino de la Relatividad donde el tiempo, el peso y el espacio se burlaban de las leyes naturales. —Está bien, si esta pista quiere jugar con el tiempo, entonces yo juego con el diseño —murmuró mientras se quitaba los guantes manchados de aceite. Había desmontado parte de la carrocería del Deora II. El azul característico de Teku se había ido, reemplazado por un tono morado profundo, como el borde de un eclipse total. A lo largo de los costados, flamas plateadas recorrían la carrocería como si ardieran con frío cósmico, brillando incluso en la penumbra. Cada línea había sido pulida con mimo, aerodinámicamente calculada para resistir la distorsión gravitacional del agujero negro que daba forma a la pista. En la parte trasera, un alerón de aleación de kármium pulsaba con luz tenue, estabilizando la nave sobre superficies imposibles. No solo era estético: canalizaba la energía de la relatividad misma, ayudando a Jett a mantenerse en una sola línea temporal… por más tiempo. El motor rugió al primer intento. Jett se ajustó los guantes y subió al asiento. Desde el parabrisas, la entrada al Reino de la Relatividad parecía un torbellino de espejos doblados sobre sí mismos, y al centro, el hoyo negro giraba como un corazón oscuro esperando latir. —Esta vez no me alcanzas —dijo con una sonrisa ladeada. Y entonces, entró a la pista. Los giros imposibles comenzaron. Fragmentos del futuro se le adelantaban y pasados se repetían en cada curva. Pero su vehículo, más que conducir, deslizaba entre pliegues de espacio-tiempo con agilidad sobrenatural. La nueva pintura cortaba el aire como un estandarte de guerra. El alerón mantenía la línea. El motor... cantaba. Cuando cruzó la línea de meta, el borde del agujero negro ya lamía la pista. Detrás de él, una curva desapareció en la oscuridad. Pero Jett no miró atrás. Estacionó. Bajó del vehículo. Acarició el capó. —A veces, todo lo que se necesita... es un cambio de color y un poco de terquedad —dijo, riendo para sí mismo.
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  • — 𝐸𝑙 𝐴𝑐𝑡𝑜𝑟 𝑑𝑒𝑙 𝑉𝑒𝑙𝑜 𝐸𝑡𝑒𝑟𝑛𝑜 —

    El teatro estaba vacío. Las butacas cubiertas por sábanas blancas, como tumbas de espectadores ausentes. El aire olía a polvo antiguo y a rosas secas. Solo el eco respiraba en ese lugar, caminando por las vigas como un gato hambriento.

    Y en el escenario...
    Johan.

    Vestido de terciopelo negro con bordes dorados. Sentado frente a un espejo alto, ovalado, de esos que no reflejan tanto como devuelven memorias. Frente a él, una mesa con frascos de maquillaje, máscaras apiladas, pelucas, anillos, guantes y vendas. Tantas veces había cambiado de rostro que sus dedos sabían maquillarlo con los ojos cerrados.
    Hoy le tocaba ser alguien nuevo. O quizás alguien olvidado.

    —¿Quién seré esta noche? —se preguntó, y la voz no tenía ni una pizca de ironía. Era real la duda. Terriblemente real.

    Le habló a su reflejo, pero su reflejo no le devolvió la palabra.
    Solo lo miró, paciente, como se mira a alguien que se sigue ahogando en un pozo donde ya no hay agua.

    Porque Johan ya fue todo.

    Fue dios en una tierra sin fe. Fue demonio donde solo quedaba culpa.
    Fue padre, verdugo, sanador, mártir, traidor, maestro, esclavo, amante, tumba.
    Fue cada cosa con la misma pasión con la que un adicto busca el próximo trago de sí mismo.

    Y ahora...
    Ahora no quedaba nada.

    Pero debía actuar. Porque el silencio también exige máscaras. Porque incluso cuando el universo se duerme, alguien tiene que mantener viva la ilusión de que la historia continúa.

    Tomó un anillo. Lo giró entre los dedos.
    Un objeto antiguo. Recuerdo de un rol que lo marcó... aunque ya no recordaba cuál.
    Solo sabía que alguien —algún Johan pasado— había amado con ese anillo. O tal vez traicionado.

    —Hoy seré un salvador que no cree en la salvación —murmuró, mientras se cubría la cara con polvo blanco—. O un farsante que, por una vez, dice la verdad.

    Y entonces sonrió.
    No con burla. Sino con esa melancolía digna de un monstruo que ha jugado a ser humano demasiadas veces... y se ha olvidado de qué vino primero.

    Se puso de pie.
    La luz del escenario lo abrazó como un ritual. No había público. No había obra. Pero había que actuar. Porque el teatro no necesita testigos. Solo necesita que alguien lo mantenga vivo.

    Y Johan siempre está dispuesto.
    A ser todo.
    A ser nada.
    A interpretar cualquier cosa, menos a sí mismo.
    — 𝐸𝑙 𝐴𝑐𝑡𝑜𝑟 𝑑𝑒𝑙 𝑉𝑒𝑙𝑜 𝐸𝑡𝑒𝑟𝑛𝑜 — El teatro estaba vacío. Las butacas cubiertas por sábanas blancas, como tumbas de espectadores ausentes. El aire olía a polvo antiguo y a rosas secas. Solo el eco respiraba en ese lugar, caminando por las vigas como un gato hambriento. Y en el escenario... Johan. Vestido de terciopelo negro con bordes dorados. Sentado frente a un espejo alto, ovalado, de esos que no reflejan tanto como devuelven memorias. Frente a él, una mesa con frascos de maquillaje, máscaras apiladas, pelucas, anillos, guantes y vendas. Tantas veces había cambiado de rostro que sus dedos sabían maquillarlo con los ojos cerrados. Hoy le tocaba ser alguien nuevo. O quizás alguien olvidado. —¿Quién seré esta noche? —se preguntó, y la voz no tenía ni una pizca de ironía. Era real la duda. Terriblemente real. Le habló a su reflejo, pero su reflejo no le devolvió la palabra. Solo lo miró, paciente, como se mira a alguien que se sigue ahogando en un pozo donde ya no hay agua. Porque Johan ya fue todo. Fue dios en una tierra sin fe. Fue demonio donde solo quedaba culpa. Fue padre, verdugo, sanador, mártir, traidor, maestro, esclavo, amante, tumba. Fue cada cosa con la misma pasión con la que un adicto busca el próximo trago de sí mismo. Y ahora... Ahora no quedaba nada. Pero debía actuar. Porque el silencio también exige máscaras. Porque incluso cuando el universo se duerme, alguien tiene que mantener viva la ilusión de que la historia continúa. Tomó un anillo. Lo giró entre los dedos. Un objeto antiguo. Recuerdo de un rol que lo marcó... aunque ya no recordaba cuál. Solo sabía que alguien —algún Johan pasado— había amado con ese anillo. O tal vez traicionado. —Hoy seré un salvador que no cree en la salvación —murmuró, mientras se cubría la cara con polvo blanco—. O un farsante que, por una vez, dice la verdad. Y entonces sonrió. No con burla. Sino con esa melancolía digna de un monstruo que ha jugado a ser humano demasiadas veces... y se ha olvidado de qué vino primero. Se puso de pie. La luz del escenario lo abrazó como un ritual. No había público. No había obra. Pero había que actuar. Porque el teatro no necesita testigos. Solo necesita que alguien lo mantenga vivo. Y Johan siempre está dispuesto. A ser todo. A ser nada. A interpretar cualquier cosa, menos a sí mismo.
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  • ── No estoy extraviado. Solo no quiero volver allá donde me hacían sentir mal. ¿y qué si tengo que competir por su atención? No me importa. Si un ratito él me puede dar su cariño, yo lo tomaré, lo aprovecharé, lo esperaré.
    ── No estoy extraviado. Solo no quiero volver allá donde me hacían sentir mal. ¿y qué si tengo que competir por su atención? No me importa. Si un ratito él me puede dar su cariño, yo lo tomaré, lo aprovecharé, lo esperaré.
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