• • Ribika (りびか?)
    Es la raza que habita Sisa. Poseen una apariencia humana, siendo la única excepción la presencia de orejas y colas de gato, así como también la incorporación de algunos rasgos de comportamiento típico felino.

    • Demonio (悪魔 Akuma?)
    Son una raza secundaria de Sisa, caracterizados por la presencia de cuernos, colas y poderes sobrenaturales. No está claro si son una raza como tal, puesto que tres de los cuatro demonios conocidos en la serie solían ser humanos o ribika antes convertirse en demonios. Razel es el único cuyo pasado no se conoce.

    • Sanga (さんが?)
    Son ribikas que nacen con la habilidad de componer e interpretar canciones misteriosas que ayudan y otorgan fuerza a los touga en la batalla. Konoe, Firi, Shui y Ul son los únicos sanga conocidos.

    • Touga (とが?)
    Son la contraparte de los sanga, ribikas que han sido entrenados en el arte de la lucha y desempeñan el rol del luchador durante las batallas. Rai, Asato, Bardo, Leaks y Kil son algunos de los touga conocidos.
    • Ribika (りびか?) Es la raza que habita Sisa. Poseen una apariencia humana, siendo la única excepción la presencia de orejas y colas de gato, así como también la incorporación de algunos rasgos de comportamiento típico felino. • Demonio (悪魔 Akuma?) Son una raza secundaria de Sisa, caracterizados por la presencia de cuernos, colas y poderes sobrenaturales. No está claro si son una raza como tal, puesto que tres de los cuatro demonios conocidos en la serie solían ser humanos o ribika antes convertirse en demonios. Razel es el único cuyo pasado no se conoce. • Sanga (さんが?) Son ribikas que nacen con la habilidad de componer e interpretar canciones misteriosas que ayudan y otorgan fuerza a los touga en la batalla. Konoe, Firi, Shui y Ul son los únicos sanga conocidos. • Touga (とが?) Son la contraparte de los sanga, ribikas que han sido entrenados en el arte de la lucha y desempeñan el rol del luchador durante las batallas. Rai, Asato, Bardo, Leaks y Kil son algunos de los touga conocidos.
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  • p...perdon!.. ESTAS BIEN?!!! (demonios casi me meto en lios..)
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  • The Shadow Beast - Revelations of the Past
    Fandom Original/The Ancient Magus' Bride.
    Categoría Suspenso
    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Londres, 6 de Diciembre, 2025.

    ⠀⠀La penumbra lucha contra la luz en aquel bosque, se filtra a través de la copa de aquellos árboles, indemnes ante el frío, inmutables tras el paso del tiempo. Así como él, una figura mítica que transitaba la oscuridad con una melena blanca luminiscente, lo más notable del escenario.

    ⠀⠀Su destino, su camino, su vida. Todo era un misterio, su propósito no tenía igual, en su callosa mano, sostenía un envase con una bebida caliente, parecía una infusión, una propia de su gente. Perfecta para estos climas fríos y húmedos, propios del norte.

    ⠀⠀El miedo lo rechazaba, un pie avanzaba con el otro con firmeza. Aun consciente de que algo, o alguien, acechaba en ese bosque rodeado de fuerzas que los humanos lucharon por olvidar.
    ⠀⠀Refugiándose en sus casas, abrazando la tecnología de la modernidad, el internet y las comodidades. Dioses, espíritus olvidados... y demonios, probablemente miraban con rencor a la existencia humana que transitaba.

    ⠀⠀Pero... algo les impedía atacar: miedo. Era plausible al solo verlo, invisible a ojos comunes, un torrente de energía vital que nacía y se perdía en la inmensidad de la bóveda celeste. Mantenían su distancia, y por eso permanecerían existentes en este plano.

    ⠀⠀⸻Tch⸻ Chasqueó su lengua, el camino se veía difuso. Tal vez estaba perdido, consultar el mapa era inútil y su celular no tenía señal. Los fae temían de su presencia y se alejaban de él, esto sería molesto.
    ⠀⠀Rumores lo habían atraído a este sitio, de una bestia, un nacimiento de sangre y sombra que acechaba este bosque. Pero tras una intensa búsqueda de una noche, no vio nada más que hojas y ecos de espíritus acorbardados.

    ⠀⠀Insatisfecho, hasta frustrado, intentó retomar el camino por donde vino, pero en la inmensidad del paisaje de verdes pálidos, ya no encontraba cómo llegar. Probablemente el conjuro de algún ser molesto, no se recordaba tan torpe como para olvidar pautas de orientación básica.
    ⠀⠀Su caminar lo llevó a un páramo, donde los árboles se apartaban cautelosamente. En su centro, una figura que gran porte, mantas negras lo cubrían, podía vislumbrar cabellos rubios lacios cayendo tras su nuca, unos ojos color esmeralda y un porte de etiqueta. ¿Un tipo así, recolectando flores en este sitio? La energía de este prado era extraña también.

    ⠀⠀⸻Hey⸻ Invadió aquel páramo, sacudiendo su esencia con cada paso. ⸻¿Qué es este lugar?⸻ Interrogó, sin mediar más palabras. Su mirada yacía puesta y severa en el ajeno, unos zafiros luminiscentes.

    Elías Ainsworth
    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Londres, 6 de Diciembre, 2025. ⠀ ⠀⠀La penumbra lucha contra la luz en aquel bosque, se filtra a través de la copa de aquellos árboles, indemnes ante el frío, inmutables tras el paso del tiempo. Así como él, una figura mítica que transitaba la oscuridad con una melena blanca luminiscente, lo más notable del escenario. ⠀⠀Su destino, su camino, su vida. Todo era un misterio, su propósito no tenía igual, en su callosa mano, sostenía un envase con una bebida caliente, parecía una infusión, una propia de su gente. Perfecta para estos climas fríos y húmedos, propios del norte. ⠀⠀El miedo lo rechazaba, un pie avanzaba con el otro con firmeza. Aun consciente de que algo, o alguien, acechaba en ese bosque rodeado de fuerzas que los humanos lucharon por olvidar. ⠀⠀Refugiándose en sus casas, abrazando la tecnología de la modernidad, el internet y las comodidades. Dioses, espíritus olvidados... y demonios, probablemente miraban con rencor a la existencia humana que transitaba. ⠀⠀Pero... algo les impedía atacar: miedo. Era plausible al solo verlo, invisible a ojos comunes, un torrente de energía vital que nacía y se perdía en la inmensidad de la bóveda celeste. Mantenían su distancia, y por eso permanecerían existentes en este plano. ⠀⠀⸻Tch⸻ Chasqueó su lengua, el camino se veía difuso. Tal vez estaba perdido, consultar el mapa era inútil y su celular no tenía señal. Los fae temían de su presencia y se alejaban de él, esto sería molesto. ⠀⠀Rumores lo habían atraído a este sitio, de una bestia, un nacimiento de sangre y sombra que acechaba este bosque. Pero tras una intensa búsqueda de una noche, no vio nada más que hojas y ecos de espíritus acorbardados. ⠀⠀Insatisfecho, hasta frustrado, intentó retomar el camino por donde vino, pero en la inmensidad del paisaje de verdes pálidos, ya no encontraba cómo llegar. Probablemente el conjuro de algún ser molesto, no se recordaba tan torpe como para olvidar pautas de orientación básica. ⠀⠀Su caminar lo llevó a un páramo, donde los árboles se apartaban cautelosamente. En su centro, una figura que gran porte, mantas negras lo cubrían, podía vislumbrar cabellos rubios lacios cayendo tras su nuca, unos ojos color esmeralda y un porte de etiqueta. ¿Un tipo así, recolectando flores en este sitio? La energía de este prado era extraña también. ⠀⠀⸻Hey⸻ Invadió aquel páramo, sacudiendo su esencia con cada paso. ⸻¿Qué es este lugar?⸻ Interrogó, sin mediar más palabras. Su mirada yacía puesta y severa en el ajeno, unos zafiros luminiscentes. ⠀ [Elias_Ainsworth]
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  • El humo salió de sus labios al exhalar. El cigarro en una de sus manos encendido mientras que dos de sus brazos rodeaban la cintura de dos demonios a cada uno de sus lados.
    Sentado en un cómodo diván, observana al tumulto de gente bailando en aquel antro.

    Aburrido e insípido. ¿Y se suponía que ese era el mejor que había?
    Había ido para buscar alguien con quién divertirse, pero esa noche tenía estándares y ningún desgraciado que había allí cumplía con los requisitos que tenía mentalmente. Los únicos que valían la pena eran quienes yacían sentados a sus lados y tan solo porque él mismo se los había llevado.

    Frunció el ceño con molestia y el agarre s su cigarro se intensificó casi al punto de que podría partirse. Y de repente se relajó. Una expresión de sorpresa en su rostro cuando sus ojos vieron lo que buscaba.
    Delicado y con gracia. Sin duda sexy. Un demonio araña que sin duda se veía apetecible.
    La sonrisa se extendió por su rostro y sin dudarlo se levantó de su lugar, caminando entre el gentío hasta aparecer por detrás del demonio, quien yacía en uno de los taburetes enfrente de la barra del bar.

    — ¿Se puede, Sweetie? —

    Preguntó con voz armoniosa y sonrisa encantadora mientras señalaba el asiento vacío a su lado.


    Angel Dust
    El humo salió de sus labios al exhalar. El cigarro en una de sus manos encendido mientras que dos de sus brazos rodeaban la cintura de dos demonios a cada uno de sus lados. Sentado en un cómodo diván, observana al tumulto de gente bailando en aquel antro. Aburrido e insípido. ¿Y se suponía que ese era el mejor que había? Había ido para buscar alguien con quién divertirse, pero esa noche tenía estándares y ningún desgraciado que había allí cumplía con los requisitos que tenía mentalmente. Los únicos que valían la pena eran quienes yacían sentados a sus lados y tan solo porque él mismo se los había llevado. Frunció el ceño con molestia y el agarre s su cigarro se intensificó casi al punto de que podría partirse. Y de repente se relajó. Una expresión de sorpresa en su rostro cuando sus ojos vieron lo que buscaba. Delicado y con gracia. Sin duda sexy. Un demonio araña que sin duda se veía apetecible. La sonrisa se extendió por su rostro y sin dudarlo se levantó de su lugar, caminando entre el gentío hasta aparecer por detrás del demonio, quien yacía en uno de los taburetes enfrente de la barra del bar. — ¿Se puede, Sweetie? — Preguntó con voz armoniosa y sonrisa encantadora mientras señalaba el asiento vacío a su lado. [Ange1Dust]
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  • ❝𝑳𝒐𝒔 𝒕𝒓𝒆𝒔 𝒕𝒐𝒒𝒖𝒆𝒔❞
    Fandom Supernatural
    Categoría Acción
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ♥ 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎:
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ⚆ Dean 𝕎inch𝙚s𝐭er



    La pelirroja había viajado por prácticamente todo el mundo, siempre alojada en hoteles de 5 estrellas, con todo el lujo a su disposición. Y sin embargo jamás había vuelto de un viaje, con una sonrisa tan esplendida como la que tenía al bajar del Impala en el garaje del bunker.
    Sam les había oído llegar y les esperaba de brazos cruzados en la puerta del mismo.
    Después de bajar del coche, y tras un abrazo y un agradecimiento a su cuñado por la ayuda con todo el tema del viaje, los tres suben y recorren los laberinticos pasillos, con la británica como cabeza de comitiva, y los dos hermanos acarreando las maletas rosas que hasta hace pocos minutos llenaban el maletero del Chevy.

    Habían pasado casi tres meses desde aquella fecha, y aunque los problemas seguían allí para ellos, esperándoles una vez habían vuelto, nadie podia negar que aquel viaje les había venido extraordinariamente bien a ambos.

    Los hermanos habían retomado sus investigaciones, sus salidas para acabar con hombres lobo, vampiros, espectros, demonios…
    Muchas veces ella misma participaba en los casos, del mismo modo que ya había hecho antes de sus vacaciones, pero sin un destino tan aciago como el que había encontrado en Dodge City.
    La vida había vuelto a la normalidad, a su normalidad.

    >> Eran las cuatro de la madrugada cuando la ausencia de Dean en la cama despierta a la británica, quien se incorpora mirando la luz del reloj digital como si le ofendieran aquellos números.
    Las sabanas a su lado estaban frías por lo que descarta una visita nocturna al baño.
    Podia darse la vuelta y volverse a dormir, sabía que los horarios de sueño del cazador no eran los más normales del mundo, pero en lugar de eso se levanta y se pone la bata de Dean antes de salir por la puerta, caminando descalza pero arrebujándose dentro de la enorme prenda.
    No necesita buscar demasiado, el primer lugar en el que decide mirar es donde le encuentra.
    Sentado a una de las mesas de la biblioteca, frente al portátil encendido y de espaldas a ella.

    — ¿Te parece bonito abandonarme en la cama? — Cuando llega hasta él, en completo silencio, alza sus manos hasta la nuca masculina y desde allí deja que sus uñas se deslicen hacia arriba creando diez pequeños caminos y viendo con satisfacción como la piel de aquella zona del Winchester se erizaba. — Las noticias seguirán ahí por la mañana…— pero la más joven apaga sus palabras antes de terminarlas al leer por encima del hombro masculino el titular que destacaba en la pantalla.

    ❝𝐂𝐑𝐄𝐂𝐄 𝐄𝐋 𝐏𝐀𝐍𝐈𝐂𝐎 𝐍𝐈𝐍̃𝐎𝐒 𝐄𝐍 𝐂𝐎𝐌𝐀 𝐒𝐈𝐍 𝐂𝐀𝐔𝐒𝐀 𝐌𝐄𝐃𝐈𝐂𝐀❞

    — ¿De verdad crees que podría ser algo de vuestra… especialidad?
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ♥ 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎: ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ⚆ [thxsoldier] La pelirroja había viajado por prácticamente todo el mundo, siempre alojada en hoteles de 5 estrellas, con todo el lujo a su disposición. Y sin embargo jamás había vuelto de un viaje, con una sonrisa tan esplendida como la que tenía al bajar del Impala en el garaje del bunker. Sam les había oído llegar y les esperaba de brazos cruzados en la puerta del mismo. Después de bajar del coche, y tras un abrazo y un agradecimiento a su cuñado por la ayuda con todo el tema del viaje, los tres suben y recorren los laberinticos pasillos, con la británica como cabeza de comitiva, y los dos hermanos acarreando las maletas rosas que hasta hace pocos minutos llenaban el maletero del Chevy. Habían pasado casi tres meses desde aquella fecha, y aunque los problemas seguían allí para ellos, esperándoles una vez habían vuelto, nadie podia negar que aquel viaje les había venido extraordinariamente bien a ambos. Los hermanos habían retomado sus investigaciones, sus salidas para acabar con hombres lobo, vampiros, espectros, demonios… Muchas veces ella misma participaba en los casos, del mismo modo que ya había hecho antes de sus vacaciones, pero sin un destino tan aciago como el que había encontrado en Dodge City. La vida había vuelto a la normalidad, a su normalidad. >> Eran las cuatro de la madrugada cuando la ausencia de Dean en la cama despierta a la británica, quien se incorpora mirando la luz del reloj digital como si le ofendieran aquellos números. Las sabanas a su lado estaban frías por lo que descarta una visita nocturna al baño. Podia darse la vuelta y volverse a dormir, sabía que los horarios de sueño del cazador no eran los más normales del mundo, pero en lugar de eso se levanta y se pone la bata de Dean antes de salir por la puerta, caminando descalza pero arrebujándose dentro de la enorme prenda. No necesita buscar demasiado, el primer lugar en el que decide mirar es donde le encuentra. Sentado a una de las mesas de la biblioteca, frente al portátil encendido y de espaldas a ella. — ¿Te parece bonito abandonarme en la cama? — Cuando llega hasta él, en completo silencio, alza sus manos hasta la nuca masculina y desde allí deja que sus uñas se deslicen hacia arriba creando diez pequeños caminos y viendo con satisfacción como la piel de aquella zona del Winchester se erizaba. — Las noticias seguirán ahí por la mañana…— pero la más joven apaga sus palabras antes de terminarlas al leer por encima del hombro masculino el titular que destacaba en la pantalla. ❝𝐂𝐑𝐄𝐂𝐄 𝐄𝐋 𝐏𝐀𝐍𝐈𝐂𝐎 𝐍𝐈𝐍̃𝐎𝐒 𝐄𝐍 𝐂𝐎𝐌𝐀 𝐒𝐈𝐍 𝐂𝐀𝐔𝐒𝐀 𝐌𝐄𝐃𝐈𝐂𝐀❞ — ¿De verdad crees que podría ser algo de vuestra… especialidad?
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  • Una Cazadora
    Fandom Devil May Cry
    Categoría Acción
    El bar Devil’s Scoop está casi vacío, iluminado por luces neón rosa y azul que parpadean perezosamente. Afuera llueve, pero adentro huele a azúcar tostada y café caliente. A esta hora nadie pide helados… excepto ella.

    Dante, cabello blanco cayendo en mechones rebeldes y chaqueta roja abierta sobre una camiseta corta, está sentada en la barra. Con una mano sostiene un enorme sundae de chocolate y cereza. Con la otra hace girar absentemente una cuchara entre los dedos, como si fuera un arma.

    Se nota que está aburrida, el tipo de aburrimiento que solo una cazadora de demonios extremadamente poderosa puede sentir cuando la vida se vuelve demasiado tranquila. Mira el sundae como si esperara que de repente saltara para atacarla.

    Mientras la música suave llena el bar, las puertas se abren con un leve chirrido. Entra un desconocido para ella. La notas de inmediato: la chica de cabello blanco, postura despreocupada pero peligrosa, ojos que parecen capaces de atravesar paredes… o almas.
    El bar Devil’s Scoop está casi vacío, iluminado por luces neón rosa y azul que parpadean perezosamente. Afuera llueve, pero adentro huele a azúcar tostada y café caliente. A esta hora nadie pide helados… excepto ella. Dante, cabello blanco cayendo en mechones rebeldes y chaqueta roja abierta sobre una camiseta corta, está sentada en la barra. Con una mano sostiene un enorme sundae de chocolate y cereza. Con la otra hace girar absentemente una cuchara entre los dedos, como si fuera un arma. Se nota que está aburrida, el tipo de aburrimiento que solo una cazadora de demonios extremadamente poderosa puede sentir cuando la vida se vuelve demasiado tranquila. Mira el sundae como si esperara que de repente saltara para atacarla. Mientras la música suave llena el bar, las puertas se abren con un leve chirrido. Entra un desconocido para ella. La notas de inmediato: la chica de cabello blanco, postura despreocupada pero peligrosa, ojos que parecen capaces de atravesar paredes… o almas.
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  • ¡Que emoción!. Me han saludado para mi cumpleaños. Gracias a: Jean Phantomhive, ⚘ Princess Nyx , Axel Koroved , Huesos El Mercader, Hiro , @Lιᥣιᥲ Vᥲᥒɾoᥙgᥱ, 桑蒂 𝐒𝐚𝐧𝐭𝐢𝐚𝐠𝐨 ᴬᵒᶦ 葵, 𝐌𝖾𝗅𝗂𝗇𝖺 𝐅𝗂𝗋𝖾𝖻𝗅𝗈𝗈𝗆, 𝕯𝖆𝖓𝖙𝖊 y Ray R81.
    Está Roedora se siente muy feliz.
    ¡Que emoción!. Me han saludado para mi cumpleaños. Gracias a: [littl3gr3y], [TheBlackNix], [Akly_5], [Huesos_27666], [Hiritox3], @[Lilia_vanrouge_Off.Rplyr01], [Santi12], [Fire.bl00m], [Caza_Demonios89] y [shadow_salmon_whale_573]. Está Roedora se siente muy feliz.
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  • Muchas gracias por saludarme para mi cumpleaños. NOOV ᵉˡ ᶜʰᶤᶜᵒ ʳᵒᵇᵒᵗ, Jean Phantomhive, Christopher Shikibu, Axel Koroved , Daozhang Xiao Xingchen, Zagreo the Dark Demon Greek Mitology, Hiro , ⚘ Princess Nyx , 𝕯𝖆𝖓𝖙𝖊 , Dai Nslein y Lady Céleste.
    Sus regalos y saludos me hicieron muy feliz, espero pronto devolver sus regalos y ssluditos. Los quiero mucho, besos de Kryptoniana.
    Muchas gracias por saludarme para mi cumpleaños. [n.o.o.v], [littl3gr3y], [Christopher007], [Akly_5], [Daozhang_XiaoXingchen], [Dark_Demon], [Hiritox3], [TheBlackNix], [Caza_Demonios89], [Wanderer] y [LadyCeleste2008]. Sus regalos y saludos me hicieron muy feliz, espero pronto devolver sus regalos y ssluditos. Los quiero mucho, besos de Kryptoniana.
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  • A Dream... I remember my Dream...
    Fandom Stranger Things
    Categoría Romance
    STARTER PARA [eclipse_platinum_elephant_535]

    Hubiera jurado y proclamado a los cuatro vientos que ella, Allyson Johnson, jamás podría fijarse en un tipo como él.

    Tal vez, si hubiera podido anticiparse, si aquello no hubiera sucedido de la noche a la mañana, habría hecho algo para impedirlo. Porque sí, Ally era de esas personas convencidas de que los sentimientos sí podían controlarse. Más aún si eras plenamente consciente de los tuyos. Y ella lo era. O le gustaba creer que lo era.

    Ally había tenido que crecer demasiado pronto. Su cabeza corría siempre un par de pasos por delante del resto: pensaba demasiado, analizaba todo, le dedicaba tiempo a cada gesto, a cada palabra, a cada silencio incómodo. Necesitaba comprenderlo todo, tenerlo bajo control, ordenar el mundo en cajitas mentales donde nada se saliera del guion.

    Pero una cosa había aprendido con los años —a fuerza de golpes que aún le dolían en rincones de la memoria que prefería no mirar—: no se puede tener todo bajo control.

    Y, mucho menos, los sueños.

    ________________________________________

    Había visto a ese tío, Eddie Munson, subido sobre una mesa del comedor del instituto, desgañitándose delante de todo el mundo como si la cafetería fuera su maldito escenario privado. Recorría los tablones con las botas mientras gritaba algo sobre ovejas, ovejeros y Hellfire, ganándose miradas de asco, risas y un par de “otra vez el puto Munson” susurrados entre bandejas grasientas.

    Ally recordaba haber rodado los ojos, apoyando el codo en la mesa.

    "¿Qué demonios hace? Menudo ridículo."

    Su ceño se arrugó, el labio se le frunció con esa expresión suya de juicio silencioso. Todo en su cuerpo decía “qué vergüenza ajena”. Y sin embargo, no consiguió apartar la mirada. Se quedó mirándolo, atrapada en una mezcla rara de rechazo y fascinación, como cuando no puedes dejar de mirar un accidente aunque sepas que te va a impresionar.

    El resto del día transcurrió con normalidad. Quedó con Ashley Thompson, su mejor amiga, hablaron de tonterías y deberes, y luego se fue a casa a estudiar. O a intentarlo.
    Nada fuera de lo habitual.

    ¿Quién iba a decirle que esa misma noche soñaría con el tipo que había caminado sobre la mesa como si fuera suya?
    ¿Y que al despertar, algo en ella ya no estaría en el mismo sitio?

    ________________________________________

    Al principio no entendió qué pasaba.

    Lo supo de verdad al volver a verlo, a la mañana siguiente, en clase de ciencias.
    Él llegó tarde, cómo no: la puerta se abrió con un golpe seco, el profesor hizo ese suspiro de resignación de siempre, y el murmullo de la clase se cortó un segundo.

    Allí estaba otra vez. Chaqueta de cuero, parches, pelo rizado cayéndole por la cara, el walkman colgando, esa sonrisa que siempre parecía ir a decir algo que no tocaba. El maldito Eddie Munson.

    El corazón de Ally reaccionó antes que su cabeza. Un latido seco, distinto, como si hubiera un eco. Como si algo se hubiera movido dentro de ella la noche anterior y solo ahora se estuviera despertando. Hubo un momento en el que sintió que se le aflojaban los dedos del bolígrafo. Y entonces, como un flash, como una diapositiva, el sueño regresó de golpe.

    Eddie.

    El mismo Eddie que en la vida real era exactamente el tipo de tío que Ally decía detestar: ruidoso, caótico, sin filtro, con fama de rarito y de fracasado repetidor. Todo lo que ella había aprendido a evitar.

    ¿Entonces por qué se le calentaban las mejillas ahora, sentada en su pupitre, cuando él cruzó la clase con total descaro?

    ¿Por qué sus piernas, siempre cruzadas bajo la mesa, se descruzaron inquietas, los pies tamborileando contra el suelo?

    Se apartó el pelo de la oreja en un gesto automático y dejó caer la melena rubia hacia delante, ocultando parte de su rostro, en un intento desesperado por esconderse. Desde allí, donde él estaba, si se giraba, podría verla de perfil. Y ella no estaba preparada para sostenerle la mirada sabiendo lo que había soñado.

    ________________________________________

    Ally no era una chica cualquiera. Al menos no por dentro.

    A simple vista, en Hawkins, era una buena alumna, pocas palabras, mirada que lo observa todo. El tipo de chica a la que nadie se atrevería a llamar friki, pero que tampoco encajaba con las animadoras. Un punto medio.

    Lo que nadie allí sabía es que aquel no era el único lugar raro en el que ella había estado.

    Antes de Hawkins hubo otro sitio.

    Derry, Maine.

    Un nombre que a veces le venía a la cabeza como una mancha y del que enseguida se olvidaba, como cuando intentabas recordar una palabra en otro idioma y se escapaba justo en el último segundo. Sabía que había vivido allí. Sabía que algo importante había pasado. Pero cuanto más intentaba reconstruirlo, más se desdibujaban los recuerdos.

    Recordaba cosas sueltas, fragmentos, sensaciones que no encajaban con nada que pudiera llamar “normal”.

    Un payaso en un desagüe, la voz de alguien susurrándole que fuera a bailar, el olor a óxido y alcantarilla mezclado con algo dulzón y nauseabundo.

    Flashes: Un globo rojo flotando donde no debería, una escalera hacia un sótano…

    Y luego estaban ellos.

    Un grupo de chicos y una chica pelirroja.

    Bicicletas. Un pequeño claro en el bosque que olía a verano, a barro y a sangre seca. Una caseta improvisada bajo tierra, llena de cómics, revistas viejas y botellas de refresco vacías…

    “Beep beep, Richie.”

    Recordaba una voz concreta, aguda y rápida, disparando chistes. Unas gafas enormes. Una camiseta siempre arrugada.

    Pero nunca conseguía ver bien su cara. Cuando intentaba enfocarla, el recuerdo se difuminaba. Solo quedaba la sensación: aquel cosquilleo caliente en el estómago, la mezcla rara entre el miedo, el deseo y la seguridad.

    Pero Ally decidió que todo aquello solo fueron pesadillas de cría y una imaginación demasiado activa. Era más fácil así. Más cómodo.

    Todo eso… había quedado atrás…

    ________________________________________

    Ahora, sentada en aquel pupitre, podía escuchar cómo el profesor empezaba a escribir fórmulas en la pizarra, agradeciendo que nadie pudiera escuchar sus pensamientos.

    Se obligó a mirar al frente. A copiar el título en el cuaderno. A tomar apuntes como si todo fuera normal. Como si el corazón no le estuviera golpeando las costillas cada vez que él se movía, cada vez que sus botas chocaban contra la pata de su silla.

    Intentó convencerse:
    Es solo un chico. Un chico que no te gusta. Alguien que representa todo lo que no quieres en tu vida. Punto.

    Pero el sueño volvía. Cada noche. Cada día.

    ________________________________________

    Al día siguiente, ella volvía a estar sentada en aquel pupitre.

    El profesor llegó, dejó la carpeta sobre la mesa y saludó a los alumnos.

    —Muy bien, clase. Antes de empezar —anunció, ajustándose las gafas—, os recuerdo que hoy se publican las parejas para el trabajo trimestral. Como sabéis, es obligatorio, cuenta el treinta por ciento de la nota final y tendrá que entregarse en dos semanas.

    Quejas, risas… Todos sabían que aquel trabajo era un suplicio.

    Ally sintió un nudo en el estómago.

    No era buena trabajando con otros. Nunca lo había sido. Prefería controlar cada detalle, cada página, cada palabra. Y la idea de depender de alguien le incomodaba más que cualquier examen.

    El profesor empezó a leer la lista.

    Apellidos, nombres. Alumnos que chocaban las manos cuando les tocaban con sus amigos. Otros que resoplaban resignados…

    Y entonces, llegó el momento.

    —Munson, Edward.

    Ally no respiró.

    —Johnson, Allyson.

    Lo escuchó antes de procesarlo.

    Su primera reacción fue automática: apretar los muslos bajo la mesa, esconder la cara tras el pelo, bajar la vista a la madera gastada del pupitre.

    Pero el profesor continuó, sin detenerse. Sin darles opción a negarse.

    —Los trabajos deberán tener una parte teórica y otra práctica. Podéis elegir temática dentro del temario de este trimestre. No se permiten cambios de pareja. Y, por favor… evitad copiaros entre vosotros; lo sabré.

    Hubo risas por detrás. Alguno soltó un comentario que no alcanzó a escuchar.

    —Al igual que sabré si el trabajo sólo lo hace uno de vosotros. ¿Entendido?

    Ella seguía petrificada. No quería mirarlo, pero acabó haciéndolo, y se encontró que él… ya la estaba mirando.

    Ally tragó saliva.

    Toda la sangre derramándosele a los pies.

    El sueño volvió como un latigazo.

    La sensación de haber cruzado un límite que ni siquiera comprendía.

    El profesor siguió hablando, dando instrucciones, detallando fechas, insistiendo en la importancia del trabajo. Pero ella apenas oía nada.

    “Trabajo en pareja.”
    “Dos semanas.”
    “Munson y Johnson.”

    Cuando por fin llegó el momento, cuando los demás empezaron a moverse para buscar a sus compañeros, Ally permaneció quieta, como si el asiento la estuviera aprisionando.

    Supo que debía mirarlo, que tarde o temprano tendría que hacerlo, pero fue incapaz.

    Giró la cabeza apenas unos centímetros.
    Y lo encontró. Ahí.
    Codo apoyado en la mesa, cuerpo ladeado hacia ella, mirada paciente. Como si estuviera esperando que reaccionara.

    STARTER PARA [eclipse_platinum_elephant_535] Hubiera jurado y proclamado a los cuatro vientos que ella, Allyson Johnson, jamás podría fijarse en un tipo como él. Tal vez, si hubiera podido anticiparse, si aquello no hubiera sucedido de la noche a la mañana, habría hecho algo para impedirlo. Porque sí, Ally era de esas personas convencidas de que los sentimientos sí podían controlarse. Más aún si eras plenamente consciente de los tuyos. Y ella lo era. O le gustaba creer que lo era. Ally había tenido que crecer demasiado pronto. Su cabeza corría siempre un par de pasos por delante del resto: pensaba demasiado, analizaba todo, le dedicaba tiempo a cada gesto, a cada palabra, a cada silencio incómodo. Necesitaba comprenderlo todo, tenerlo bajo control, ordenar el mundo en cajitas mentales donde nada se saliera del guion. Pero una cosa había aprendido con los años —a fuerza de golpes que aún le dolían en rincones de la memoria que prefería no mirar—: no se puede tener todo bajo control. Y, mucho menos, los sueños. ________________________________________ Había visto a ese tío, Eddie Munson, subido sobre una mesa del comedor del instituto, desgañitándose delante de todo el mundo como si la cafetería fuera su maldito escenario privado. Recorría los tablones con las botas mientras gritaba algo sobre ovejas, ovejeros y Hellfire, ganándose miradas de asco, risas y un par de “otra vez el puto Munson” susurrados entre bandejas grasientas. Ally recordaba haber rodado los ojos, apoyando el codo en la mesa. "¿Qué demonios hace? Menudo ridículo." Su ceño se arrugó, el labio se le frunció con esa expresión suya de juicio silencioso. Todo en su cuerpo decía “qué vergüenza ajena”. Y sin embargo, no consiguió apartar la mirada. Se quedó mirándolo, atrapada en una mezcla rara de rechazo y fascinación, como cuando no puedes dejar de mirar un accidente aunque sepas que te va a impresionar. El resto del día transcurrió con normalidad. Quedó con Ashley Thompson, su mejor amiga, hablaron de tonterías y deberes, y luego se fue a casa a estudiar. O a intentarlo. Nada fuera de lo habitual. ¿Quién iba a decirle que esa misma noche soñaría con el tipo que había caminado sobre la mesa como si fuera suya? ¿Y que al despertar, algo en ella ya no estaría en el mismo sitio? ________________________________________ Al principio no entendió qué pasaba. Lo supo de verdad al volver a verlo, a la mañana siguiente, en clase de ciencias. Él llegó tarde, cómo no: la puerta se abrió con un golpe seco, el profesor hizo ese suspiro de resignación de siempre, y el murmullo de la clase se cortó un segundo. Allí estaba otra vez. Chaqueta de cuero, parches, pelo rizado cayéndole por la cara, el walkman colgando, esa sonrisa que siempre parecía ir a decir algo que no tocaba. El maldito Eddie Munson. El corazón de Ally reaccionó antes que su cabeza. Un latido seco, distinto, como si hubiera un eco. Como si algo se hubiera movido dentro de ella la noche anterior y solo ahora se estuviera despertando. Hubo un momento en el que sintió que se le aflojaban los dedos del bolígrafo. Y entonces, como un flash, como una diapositiva, el sueño regresó de golpe. Eddie. El mismo Eddie que en la vida real era exactamente el tipo de tío que Ally decía detestar: ruidoso, caótico, sin filtro, con fama de rarito y de fracasado repetidor. Todo lo que ella había aprendido a evitar. ¿Entonces por qué se le calentaban las mejillas ahora, sentada en su pupitre, cuando él cruzó la clase con total descaro? ¿Por qué sus piernas, siempre cruzadas bajo la mesa, se descruzaron inquietas, los pies tamborileando contra el suelo? Se apartó el pelo de la oreja en un gesto automático y dejó caer la melena rubia hacia delante, ocultando parte de su rostro, en un intento desesperado por esconderse. Desde allí, donde él estaba, si se giraba, podría verla de perfil. Y ella no estaba preparada para sostenerle la mirada sabiendo lo que había soñado. ________________________________________ Ally no era una chica cualquiera. Al menos no por dentro. A simple vista, en Hawkins, era una buena alumna, pocas palabras, mirada que lo observa todo. El tipo de chica a la que nadie se atrevería a llamar friki, pero que tampoco encajaba con las animadoras. Un punto medio. Lo que nadie allí sabía es que aquel no era el único lugar raro en el que ella había estado. Antes de Hawkins hubo otro sitio. Derry, Maine. Un nombre que a veces le venía a la cabeza como una mancha y del que enseguida se olvidaba, como cuando intentabas recordar una palabra en otro idioma y se escapaba justo en el último segundo. Sabía que había vivido allí. Sabía que algo importante había pasado. Pero cuanto más intentaba reconstruirlo, más se desdibujaban los recuerdos. Recordaba cosas sueltas, fragmentos, sensaciones que no encajaban con nada que pudiera llamar “normal”. Un payaso en un desagüe, la voz de alguien susurrándole que fuera a bailar, el olor a óxido y alcantarilla mezclado con algo dulzón y nauseabundo. Flashes: Un globo rojo flotando donde no debería, una escalera hacia un sótano… Y luego estaban ellos. Un grupo de chicos y una chica pelirroja. Bicicletas. Un pequeño claro en el bosque que olía a verano, a barro y a sangre seca. Una caseta improvisada bajo tierra, llena de cómics, revistas viejas y botellas de refresco vacías… “Beep beep, Richie.” Recordaba una voz concreta, aguda y rápida, disparando chistes. Unas gafas enormes. Una camiseta siempre arrugada. Pero nunca conseguía ver bien su cara. Cuando intentaba enfocarla, el recuerdo se difuminaba. Solo quedaba la sensación: aquel cosquilleo caliente en el estómago, la mezcla rara entre el miedo, el deseo y la seguridad. Pero Ally decidió que todo aquello solo fueron pesadillas de cría y una imaginación demasiado activa. Era más fácil así. Más cómodo. Todo eso… había quedado atrás… ________________________________________ Ahora, sentada en aquel pupitre, podía escuchar cómo el profesor empezaba a escribir fórmulas en la pizarra, agradeciendo que nadie pudiera escuchar sus pensamientos. Se obligó a mirar al frente. A copiar el título en el cuaderno. A tomar apuntes como si todo fuera normal. Como si el corazón no le estuviera golpeando las costillas cada vez que él se movía, cada vez que sus botas chocaban contra la pata de su silla. Intentó convencerse: Es solo un chico. Un chico que no te gusta. Alguien que representa todo lo que no quieres en tu vida. Punto. Pero el sueño volvía. Cada noche. Cada día. ________________________________________ Al día siguiente, ella volvía a estar sentada en aquel pupitre. El profesor llegó, dejó la carpeta sobre la mesa y saludó a los alumnos. —Muy bien, clase. Antes de empezar —anunció, ajustándose las gafas—, os recuerdo que hoy se publican las parejas para el trabajo trimestral. Como sabéis, es obligatorio, cuenta el treinta por ciento de la nota final y tendrá que entregarse en dos semanas. Quejas, risas… Todos sabían que aquel trabajo era un suplicio. Ally sintió un nudo en el estómago. No era buena trabajando con otros. Nunca lo había sido. Prefería controlar cada detalle, cada página, cada palabra. Y la idea de depender de alguien le incomodaba más que cualquier examen. El profesor empezó a leer la lista. Apellidos, nombres. Alumnos que chocaban las manos cuando les tocaban con sus amigos. Otros que resoplaban resignados… Y entonces, llegó el momento. —Munson, Edward. Ally no respiró. —Johnson, Allyson. Lo escuchó antes de procesarlo. Su primera reacción fue automática: apretar los muslos bajo la mesa, esconder la cara tras el pelo, bajar la vista a la madera gastada del pupitre. Pero el profesor continuó, sin detenerse. Sin darles opción a negarse. —Los trabajos deberán tener una parte teórica y otra práctica. Podéis elegir temática dentro del temario de este trimestre. No se permiten cambios de pareja. Y, por favor… evitad copiaros entre vosotros; lo sabré. Hubo risas por detrás. Alguno soltó un comentario que no alcanzó a escuchar. —Al igual que sabré si el trabajo sólo lo hace uno de vosotros. ¿Entendido? Ella seguía petrificada. No quería mirarlo, pero acabó haciéndolo, y se encontró que él… ya la estaba mirando. Ally tragó saliva. Toda la sangre derramándosele a los pies. El sueño volvió como un latigazo. La sensación de haber cruzado un límite que ni siquiera comprendía. El profesor siguió hablando, dando instrucciones, detallando fechas, insistiendo en la importancia del trabajo. Pero ella apenas oía nada. “Trabajo en pareja.” “Dos semanas.” “Munson y Johnson.” Cuando por fin llegó el momento, cuando los demás empezaron a moverse para buscar a sus compañeros, Ally permaneció quieta, como si el asiento la estuviera aprisionando. Supo que debía mirarlo, que tarde o temprano tendría que hacerlo, pero fue incapaz. Giró la cabeza apenas unos centímetros. Y lo encontró. Ahí. Codo apoyado en la mesa, cuerpo ladeado hacia ella, mirada paciente. Como si estuviera esperando que reaccionara.
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  • Había sido un buen día. Tan tranquilo, tan rutinario… casi demasiado. Al regresar a casa, todo parecía normal; las luces de las ventanas, los perros ladrando a lo lejos, el suave rumor del viento.

    Sin embargo, entonces llegó >ese< estruendo.

    Un sonido desgarrador, metálico, como si el mundo se partiera en dos:
    neumáticos chillando, un motor rugiendo con furia, y luego un impacto tan brutal que hizo vibrar los cimientos de todas las casas de la calle.
    Las luces parpadearon… y murieron.

    Los vecinos salieron alarmados, envueltos en sombras, sus linternas temblando en manos que parecían demasiado frágiles.

    Toby no.

    Toby apenas se asomó por la ventana y, al sentir ese escalofrío recorriéndole la columna, retrocedió de inmediato. Cerró la puerta. Puso los cerrojos. Todos. Uno por uno, hasta escuchar el último clic que siempre le daba un poco de calma.

    Buscó la esquina más oscura de su habitación, abrazándose a sí mismo mientras la casa, ahora sumida en un silencio antinatural, parecía respirar con él.

    Afuera, las voces rompían la quietud.
    Discusiones apresuradas.
    Alguien llorando.
    Otra persona gritando: :¡que llamen a una ambulancia !" Y “¡hay demasiada sangre!”.

    Pero entre esas voces normales… había otra.
    Un susurro húmedo, arrastrado, que no sonaba humano.
    Que no venía de ningún frente de la casa.
    Que venía… de arriba, como si caminara por el techo.

    Toby cerró los ojos. No quería escuchar. No quería recordar. No quería ver.
    Porque él ya sabía lo que significaba ese frío helado que empezaba a condensarse en sus paredes.
    Ya lo había vivido antes. Y lo había negado.

    La persona que murió allá afuera no se había quedado en el pavimento.
    Había entrado.
    Y ahora, con un tono quebrado, una voz llena de dientes y huesos rotos, intentaba comunicarse con él.

    ¿Por qué demonios él podía verlos?
    ¿No era suficiente con su PTSD?
    ¿Tenía que cargar también con los muertos… y con lo que quedaba de ellos?

    Un golpe seco retumbó en el pasillo.
    Otro.
    Y luego arrastraron algo…
    O alguien.

    —oye tu… —susurró la voz, desde la puerta misma—... Ayúdame…—

    Él apretó los brazos contra sus piernas, intentando hacerse lo más pequeño posible, temblando, respirando apenas.
    El aire se volvió pesado, como si una presencia enorme se inclinara hacia él.

    —… ya te vi…—

    ¡Ahí viene!
    Hazte bolita, Toby.
    No respires.
    No tiembles.

    Con suerte…
    Con suerte desaparecerá.

    Pero esta noche, algo le dice que no piensa irse tan fácilmente.
    Había sido un buen día. Tan tranquilo, tan rutinario… casi demasiado. Al regresar a casa, todo parecía normal; las luces de las ventanas, los perros ladrando a lo lejos, el suave rumor del viento. Sin embargo, entonces llegó >ese< estruendo. Un sonido desgarrador, metálico, como si el mundo se partiera en dos: neumáticos chillando, un motor rugiendo con furia, y luego un impacto tan brutal que hizo vibrar los cimientos de todas las casas de la calle. Las luces parpadearon… y murieron. Los vecinos salieron alarmados, envueltos en sombras, sus linternas temblando en manos que parecían demasiado frágiles. Toby no. Toby apenas se asomó por la ventana y, al sentir ese escalofrío recorriéndole la columna, retrocedió de inmediato. Cerró la puerta. Puso los cerrojos. Todos. Uno por uno, hasta escuchar el último clic que siempre le daba un poco de calma. Buscó la esquina más oscura de su habitación, abrazándose a sí mismo mientras la casa, ahora sumida en un silencio antinatural, parecía respirar con él. Afuera, las voces rompían la quietud. Discusiones apresuradas. Alguien llorando. Otra persona gritando: :¡que llamen a una ambulancia !" Y “¡hay demasiada sangre!”. Pero entre esas voces normales… había otra. Un susurro húmedo, arrastrado, que no sonaba humano. Que no venía de ningún frente de la casa. Que venía… de arriba, como si caminara por el techo. Toby cerró los ojos. No quería escuchar. No quería recordar. No quería ver. Porque él ya sabía lo que significaba ese frío helado que empezaba a condensarse en sus paredes. Ya lo había vivido antes. Y lo había negado. La persona que murió allá afuera no se había quedado en el pavimento. Había entrado. Y ahora, con un tono quebrado, una voz llena de dientes y huesos rotos, intentaba comunicarse con él. ¿Por qué demonios él podía verlos? ¿No era suficiente con su PTSD? ¿Tenía que cargar también con los muertos… y con lo que quedaba de ellos? Un golpe seco retumbó en el pasillo. Otro. Y luego arrastraron algo… O alguien. —oye tu… —susurró la voz, desde la puerta misma—... Ayúdame…— Él apretó los brazos contra sus piernas, intentando hacerse lo más pequeño posible, temblando, respirando apenas. El aire se volvió pesado, como si una presencia enorme se inclinara hacia él. —… ya te vi…— ¡Ahí viene! Hazte bolita, Toby. No respires. No tiembles. Con suerte… Con suerte desaparecerá. Pero esta noche, algo le dice que no piensa irse tan fácilmente.
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