-Pues de forma hábil y rápida las gemelas se ponen a hacer una hermosa cena navideña romántica para cierta parejita.
Ambas estaban emocionadas y antes de ir cada una por ellos, arreglar la mesa y todo.
Devola fue por Dante y Popola por Alastor.
Antes de entrar les piden cerrar los ojos para después dejarlos sentados y les piden abrir ya los ojos-.
Devola: Feliz navidad.
Popola: esperamos les guste, nosotras los dejamos solos para que disfruten.
-Dicho eso, ambas se fueron-.
Post dedicado a [Alastor_rabbit] y [solar_yellow_frog_924]
-Pues de forma hábil y rápida las gemelas se ponen a hacer una hermosa cena navideña romántica para cierta parejita.
Ambas estaban emocionadas y antes de ir cada una por ellos, arreglar la mesa y todo.
Devola fue por Dante y Popola por Alastor.
Antes de entrar les piden cerrar los ojos para después dejarlos sentados y les piden abrir ya los ojos-.
Devola: Feliz navidad.
Popola: esperamos les guste, nosotras los dejamos solos para que disfruten.
-Dicho eso, ambas se fueron-.
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El mar rugía con un ritmo tranquilo cuando la pequeño adulta puercoespín, acurrucaa dentro de un tonel lleno de papas, sintió que el barco se detenía. Apenas escuchó el rechinar de las cuerdas, se incorporó como un resorte y trepó por la escotilla. Sus oscuros ojos grandes y llenos de asombro brillaron al ver una isla desconocida, envuelta por una niebla suave y árboles que parecían susurrarle viento.
—¡Tierraaa! —dijo con emoción, lanzándose del barco con un gran salto. Rodó al caer en la arena y corrió rapidamente hacia un mundo desconocido.
Pronto encontró una aldea sencilla, de casas de madera y faroles colgantes. La gente, con sonrisas honestas, la recibieron con calidez.
—¡Son tan amables conmigo! —decía la dulce y tida mientras giraba sobre sí misma.
Pero la alegría se rompió de pronto.
Un sonido rasposo y antinatural emergió del bosque cercano, como si alguien chirriara metal oxidado. Desde entre los árboles aparecieron criaturas horribles: demonios híbridos", retorcidos, con cuerpos intimidantes.
—¡NOOOO! —gritaron algunos aldeanos, mientras corrían. Otros fueron atrapados, arrastrados por los demonios. Algunos, sin suerte, eran asesinados frente a sus ojos.
La Puercoespín con púas llenas de caspa tembló y se esconde dentro de un árbol hueco, tapandose los oídos para ignorar los gritos desgarradores de los aldeanos.
El mar rugía con un ritmo tranquilo cuando la pequeño adulta puercoespín, acurrucaa dentro de un tonel lleno de papas, sintió que el barco se detenía. Apenas escuchó el rechinar de las cuerdas, se incorporó como un resorte y trepó por la escotilla. Sus oscuros ojos grandes y llenos de asombro brillaron al ver una isla desconocida, envuelta por una niebla suave y árboles que parecían susurrarle viento.
—¡Tierraaa! —dijo con emoción, lanzándose del barco con un gran salto. Rodó al caer en la arena y corrió rapidamente hacia un mundo desconocido.
Pronto encontró una aldea sencilla, de casas de madera y faroles colgantes. La gente, con sonrisas honestas, la recibieron con calidez.
—¡Son tan amables conmigo! —decía la dulce y tida mientras giraba sobre sí misma.
Pero la alegría se rompió de pronto.
Un sonido rasposo y antinatural emergió del bosque cercano, como si alguien chirriara metal oxidado. Desde entre los árboles aparecieron criaturas horribles: demonios híbridos", retorcidos, con cuerpos intimidantes.
—¡NOOOO! —gritaron algunos aldeanos, mientras corrían. Otros fueron atrapados, arrastrados por los demonios. Algunos, sin suerte, eran asesinados frente a sus ojos.
La Puercoespín con púas llenas de caspa tembló y se esconde dentro de un árbol hueco, tapandose los oídos para ignorar los gritos desgarradores de los aldeanos.
La música comenzó a sonar justo cuando las luces se apagaron. Dante, vestida con un elegante traje carmesí que resaltaba su sonrisa confiada, observó el reloj por última vez antes de chasquear los dedos. En un instante, el salón se llenó de luces, risas y decoraciones improvisadas.
—Sorpresa —dijo, alzando su copa con picardía mientras miraba hacia la entrada—. No todos los días se celebra que un amigo siga con vida… y de buen humor.
El ambiente vibraba de emoción, y Dante no pudo evitar reír, satisfecha. Aquella noche no era de batallas ni de demonios; era para brindar, recordar viejos tiempos y, sobre todo, hacer sentir especial a alguien que realmente lo merecía.
[Lee_wong]
La música comenzó a sonar justo cuando las luces se apagaron. Dante, vestida con un elegante traje carmesí que resaltaba su sonrisa confiada, observó el reloj por última vez antes de chasquear los dedos. En un instante, el salón se llenó de luces, risas y decoraciones improvisadas.
—Sorpresa —dijo, alzando su copa con picardía mientras miraba hacia la entrada—. No todos los días se celebra que un amigo siga con vida… y de buen humor.
El ambiente vibraba de emoción, y Dante no pudo evitar reír, satisfecha. Aquella noche no era de batallas ni de demonios; era para brindar, recordar viejos tiempos y, sobre todo, hacer sentir especial a alguien que realmente lo merecía.
-Ehehe~
¿Lo sientes? El universo se vuelve un poquito más suave cuando se acerca la Navidad.
Las estrellas parpadean como luces en un árbol cósmico, y hasta los planetas parecen girar con más cuidado, como si no quisieran romper la magia.
Yo solo… quiero quedarme aquí un ratito más, flotando entre galaxias, pensando en regalos pequeñitos pero sinceros.
Porque aunque el espacio sea infinito, la calidez de estas fechas cabe justo aquí, cerquita del corazón.
Así que ven, mira el cielo conmigo.
La Navidad ya viene viajando entre estrellas, y prometo que será enorme… y acogedora
Oh, aparte me volví la ayudante de santa así que cuidado con que se hayan portado mal eh
-Ehehe~
¿Lo sientes? El universo se vuelve un poquito más suave cuando se acerca la Navidad.
Las estrellas parpadean como luces en un árbol cósmico, y hasta los planetas parecen girar con más cuidado, como si no quisieran romper la magia.
Yo solo… quiero quedarme aquí un ratito más, flotando entre galaxias, pensando en regalos pequeñitos pero sinceros.
Porque aunque el espacio sea infinito, la calidez de estas fechas cabe justo aquí, cerquita del corazón.
Así que ven, mira el cielo conmigo.
La Navidad ya viene viajando entre estrellas, y prometo que será enorme… y acogedora
Oh, aparte me volví la ayudante de santa así que cuidado con que se hayan portado mal eh
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El aire en el pasillo se volvió denso, cargado con el olor metálico del miedo y el almizcle húmedo de las alimañas. Las luces fluorescentes parpadeaban con un zumbido errático, proyectando sombras alargadas que parecían cobrar vida propia en las paredes. En el centro de ese caos visual, la figura de Makima permanecía como un ancla de calma absoluta; una quietud antinatural, casi depredadora.
Ella no parpadeaba. Sus ojos, dorados y marcados por esos anillos concéntricos e hipnóticos, se clavaron en su presa con una intensidad que parecía desnudar el alma. A sus pies, un mar de ratas comenzó a emerger de las sombras, moviéndose no como animales individuales, sino como una masa única y obediente que rodeaba sus botas negras.
—Dime... —comenzó ella, su voz fluyendo a través del pasillo como una seda fría que se enreda en la garganta—. ¿Conoces la fábula del ratón de campo y el ratón de ciudad?—
Dio un paso al frente. El sonido de su tacón contra el suelo fue seco, definitivo. Las ratas se apartaron con una precisión militar, chillando suavemente mientras formaban un camino para su ama.
—El ratón de ciudad se deleita con banquetes y lujos, pero duerme con un ojo abierto, sabiendo que el veneno o las trampas pueden terminar con él en cualquier instante. El ratón de campo, por el contrario, se conforma con granos secos y la seguridad de su agujero... una paz comprada con el precio de la mediocridad.—
Se detuvo a una distancia mínima, obligando al otro a inclinar la cabeza hacia atrás para sostenerle la mirada. El aura de la mujer se expandió, una presión invisible que hacía que el pecho pesara y el instinto de supervivencia gritara por una salida que ella ya había bloqueado.
—La mayoría de los humanos son ratones de campo. Prefieren la ilusión de la paz mientras se marchitan en su propia insignificancia. —Una sonrisa tenue, gélida y carente de rastro humano, curvó sus labios—. Pero los que me interesan... los que realmente valen la pena... son los que eligen el riesgo. ¿Y tú? Si te ofreciera la gloria a cambio de tu libertad... ¿qué tipo de ratón elegirías ser antes de que cierre la trampa?—
La tensión en el aire era tan sólida que parecía a punto de cristalizarse. Ante el silencio sepulcral, solo roto por el frenético latido del corazón de su presa, Makima soltó una pequeña risa. Fue un sonido sutil, perturbadoramente dulce y cristalino, casi infantil, que desentonaba violentamente con la carnicería inminente.
—Qué lástima... —murmuró, como quien lamenta un juguete roto—. Al final, todos los ratones terminan igual....—
Con una elegancia letal, alzó su mano derecha. Cerró el puño dejando solo los dedos índice y corazón extendidos, apuntando directamente al centro del pecho de la figura frente a ella. El gesto era casual, casi un juego de niños.
—Bang.~
No hubo estruendo, solo una onda de choque invisible y devastadora. En un pestañeo, el cuerpo de su presa estalló desde dentro hacia fuera. Un torbellino de rojo intenso salpicó las paredes y el techo, dejando restos esparcidos en un cuadro dantesco de carne y silencio. La mujer ni siquiera se inmutó ante la lluvia carmesí. Permaneció allí un segundo más, con los ojos brillando en la penumbra, mientras las ratas a sus pies se agitaban en un frenesí salvaje.
Lentamente, su figura comenzó a desdibujarse, fundiéndose con las sombras densas del suelo. Justo antes de que el último rastro de su presencia se desvaneciera en la oscuridad, el aire transportó un sonido final. No fue un lamento, ni una despedida, sino una risilla traviesa y juguetona; un eco breve que resonó en el pasillo ensangrentado como si todo lo ocurrido no hubiera sido más que un truco divertido.
Luego, el silencio absoluto volvió a reinar, roto únicamente por el zumbido eléctrico de las luces parpadeantes sobre los restos de lo que alguna vez fue un ratón de ciudad.
— L̶a̶ ̶J̶a̶u̶l̶a̶ ̶I̶n̶v̶i̶s̶i̶b̶l̶e̶:̶ ̶E̶l̶ ̶V̶e̶r̶e̶d̶i̶c̶t̶o̶ ̶d̶e̶ ̶l̶a̶ ̶C̶a̶z̶a̶d̶o̶r̶a̶.
El aire en el pasillo se volvió denso, cargado con el olor metálico del miedo y el almizcle húmedo de las alimañas. Las luces fluorescentes parpadeaban con un zumbido errático, proyectando sombras alargadas que parecían cobrar vida propia en las paredes. En el centro de ese caos visual, la figura de Makima permanecía como un ancla de calma absoluta; una quietud antinatural, casi depredadora.
Ella no parpadeaba. Sus ojos, dorados y marcados por esos anillos concéntricos e hipnóticos, se clavaron en su presa con una intensidad que parecía desnudar el alma. A sus pies, un mar de ratas comenzó a emerger de las sombras, moviéndose no como animales individuales, sino como una masa única y obediente que rodeaba sus botas negras.
—Dime... —comenzó ella, su voz fluyendo a través del pasillo como una seda fría que se enreda en la garganta—. ¿Conoces la fábula del ratón de campo y el ratón de ciudad?—
Dio un paso al frente. El sonido de su tacón contra el suelo fue seco, definitivo. Las ratas se apartaron con una precisión militar, chillando suavemente mientras formaban un camino para su ama.
—El ratón de ciudad se deleita con banquetes y lujos, pero duerme con un ojo abierto, sabiendo que el veneno o las trampas pueden terminar con él en cualquier instante. El ratón de campo, por el contrario, se conforma con granos secos y la seguridad de su agujero... una paz comprada con el precio de la mediocridad.—
Se detuvo a una distancia mínima, obligando al otro a inclinar la cabeza hacia atrás para sostenerle la mirada. El aura de la mujer se expandió, una presión invisible que hacía que el pecho pesara y el instinto de supervivencia gritara por una salida que ella ya había bloqueado.
—La mayoría de los humanos son ratones de campo. Prefieren la ilusión de la paz mientras se marchitan en su propia insignificancia. —Una sonrisa tenue, gélida y carente de rastro humano, curvó sus labios—. Pero los que me interesan... los que realmente valen la pena... son los que eligen el riesgo. ¿Y tú? Si te ofreciera la gloria a cambio de tu libertad... ¿qué tipo de ratón elegirías ser antes de que cierre la trampa?—
La tensión en el aire era tan sólida que parecía a punto de cristalizarse. Ante el silencio sepulcral, solo roto por el frenético latido del corazón de su presa, Makima soltó una pequeña risa. Fue un sonido sutil, perturbadoramente dulce y cristalino, casi infantil, que desentonaba violentamente con la carnicería inminente.
—Qué lástima... —murmuró, como quien lamenta un juguete roto—. Al final, todos los ratones terminan igual....—
Con una elegancia letal, alzó su mano derecha. Cerró el puño dejando solo los dedos índice y corazón extendidos, apuntando directamente al centro del pecho de la figura frente a ella. El gesto era casual, casi un juego de niños.
—Bang.~
No hubo estruendo, solo una onda de choque invisible y devastadora. En un pestañeo, el cuerpo de su presa estalló desde dentro hacia fuera. Un torbellino de rojo intenso salpicó las paredes y el techo, dejando restos esparcidos en un cuadro dantesco de carne y silencio. La mujer ni siquiera se inmutó ante la lluvia carmesí. Permaneció allí un segundo más, con los ojos brillando en la penumbra, mientras las ratas a sus pies se agitaban en un frenesí salvaje.
Lentamente, su figura comenzó a desdibujarse, fundiéndose con las sombras densas del suelo. Justo antes de que el último rastro de su presencia se desvaneciera en la oscuridad, el aire transportó un sonido final. No fue un lamento, ni una despedida, sino una risilla traviesa y juguetona; un eco breve que resonó en el pasillo ensangrentado como si todo lo ocurrido no hubiera sido más que un truco divertido.
Luego, el silencio absoluto volvió a reinar, roto únicamente por el zumbido eléctrico de las luces parpadeantes sobre los restos de lo que alguna vez fue un ratón de ciudad.
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Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
*Estaban Ace y Naruto compartiendo juntos un buen banquete con comida abundante y charlando entre amigos porque ahora el ninja rubio se incorporaba al grupo.*
-Seguro que será divertido haber venido aquí.
-Ñom... ¡Claro que sí! Ñom Mmmm...
-Por cierto... ¡Todo esto es delicioso! ¡De veras! Mmmm... ¿Siempre hacen este tipo de banquetes?
-Mmmm... Bueno... Los piratas siempre hacemos un banquete y nos lo comemos todo para celebrar... En ocasiones especiales, así como esta. Y es especial para darte la bienvenida
*Ace le sonríe radiante a Naruto, porque es agradable darle la bienvenida. Y el carisma de Ace era contagioso, así que Naruto le devolvía la sonrisa amistosa antes de volver al ataque. Ambos sabían que lo bueno ahora viene, y grandes cosas lograrán...*
*¡Un banquete!*
-Ñom ñom ñom
-Ñom ñom ñom ñom ñom
*Estaban Ace y Naruto compartiendo juntos un buen banquete con comida abundante y charlando entre amigos porque ahora el ninja rubio se incorporaba al grupo.*
-Seguro que será divertido haber venido aquí.
-Ñom... ¡Claro que sí! Ñom Mmmm...
-Por cierto... ¡Todo esto es delicioso! ¡De veras! Mmmm... ¿Siempre hacen este tipo de banquetes?
-Mmmm... Bueno... Los piratas siempre hacemos un banquete y nos lo comemos todo para celebrar... En ocasiones especiales, así como esta. Y es especial para darte la bienvenida 😁
*Ace le sonríe radiante a Naruto, porque es agradable darle la bienvenida. Y el carisma de Ace era contagioso, así que Naruto le devolvía la sonrisa amistosa antes de volver al ataque. Ambos sabían que lo bueno ahora viene, y grandes cosas lograrán...*
-Ñom ñom
-Ñom ñom ñom
-Mmmm... ¿Quieres acompañarnos?