⋆.*♡ゞ 𝑪𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝟏 ˚༘✧ ❛°•
─╰* 𝐓𝐡𝐞 𝐫𝐞𝐬𝐜𝐮𝐞.° •╯─
¿Cuanto tiempo había dormido? O más bien, ¿cuanto tiempo estuvo inconsciente? Se tocó la frente, mientras trataba de reincorporarse y entender que había pasado. El dolor de cabeza era insoportable, así que tardó varios minutos en lograr tener un poco de claridad de su situación. Se arrastró por los escombros, entre la arena, tratando de no llamar mucha la atención, buscando un poco de lo que había conocido antes.
— ¡Dondochaka!... ¡Pesche! —Llamó en voz baja, concentrandose en tratar de sentir su reiatsu, aunque no lo logró.
El ambiente a su al rededor se sentía extraño. Nelliel lo habría definido antes como "triste". No recordaba mucho de lo que había pasado, más allá de su pelea con Nnoitra, a Ichigo defendiendola...
Entonces abrió los ojos de par en par. ¡Ichigo! Sosteniendose la cabeza por la frente, se puso en pie y haciendo su mejor esfuerzo por concentrarse, empezó a dirigir sus pequeños pasos en esa especie de carrerilla tan típica de ella hasta el lugar donde recordaba había sido la batalla.
Pero ya no había nada, ningún rastro de la quinta espada, ni del shinigami. Orihime tampoco estaba. Mientras deambulaba por el lugar, se encontró con algunos rastros de lo que bien pudo ser una gran pelea. Trataba de repasar lo ocurrido, mirando a su al rededor, recreando una y otra vez lo que ocurrió. Y ahí fue cuando tropezó con él.
Al principio pensó que era una roca, un pedazo de cuarzo qué había quedado mal puesto después de la batalla, pero cuando se levantó y vio debajo de ella un montón de mechones azules dio un salto del susto. La sexta espada, Grimmjow Jaegerjaquez.
Un escalofrío le recorrió la espalda. Su primer impulso fue salir corriendo, esconderse donde pudiera. Y de hecho, si lo hizo. Gateó lo más rápido que pudo lejos de él, detrás de una roca pequeña. Y desde ahí lo observó. ¿Estaba muerto? No lo parecía. Cerró los ojos para concentrarse lo mejor que pudo, tratando de captar ese reiatsu tan destructor.
— ¡Aún está vivo! —Gritó con temor, pero aún así salió de detrás de su roca. Se acercó lo suficiente para poder verlo, sin llegar a tocarlo, manteniéndose alejada de sus manos. Parecía que no había nadie más cerca.
Necesitaba alguien que le ayudara a encontrar a sus hermanos, el podría hacerlo, ¿no? ... Con el corazón en la mano y encomendandose a cualquier ser que pudiera ayudarla, trepó por su pecho, hasta estar sentada sobre él. Identificó rápidamente sus heridas y su dictamen fue claro: Lo tendría que cubrir todo.
Sin perder tiempo, extendió sus manos a los costados, se acomodó lo mejor que pudo sobre él y como si de una fuente se tratase, comenzó a soltar aquel líquido viscoso que parecía saliva sobre él, limitandose a dejar la boca abierta y que este escurriera por su cuerpo.
─╰* 𝐓𝐡𝐞 𝐫𝐞𝐬𝐜𝐮𝐞.° •╯─
¿Cuanto tiempo había dormido? O más bien, ¿cuanto tiempo estuvo inconsciente? Se tocó la frente, mientras trataba de reincorporarse y entender que había pasado. El dolor de cabeza era insoportable, así que tardó varios minutos en lograr tener un poco de claridad de su situación. Se arrastró por los escombros, entre la arena, tratando de no llamar mucha la atención, buscando un poco de lo que había conocido antes.
— ¡Dondochaka!... ¡Pesche! —Llamó en voz baja, concentrandose en tratar de sentir su reiatsu, aunque no lo logró.
El ambiente a su al rededor se sentía extraño. Nelliel lo habría definido antes como "triste". No recordaba mucho de lo que había pasado, más allá de su pelea con Nnoitra, a Ichigo defendiendola...
Entonces abrió los ojos de par en par. ¡Ichigo! Sosteniendose la cabeza por la frente, se puso en pie y haciendo su mejor esfuerzo por concentrarse, empezó a dirigir sus pequeños pasos en esa especie de carrerilla tan típica de ella hasta el lugar donde recordaba había sido la batalla.
Pero ya no había nada, ningún rastro de la quinta espada, ni del shinigami. Orihime tampoco estaba. Mientras deambulaba por el lugar, se encontró con algunos rastros de lo que bien pudo ser una gran pelea. Trataba de repasar lo ocurrido, mirando a su al rededor, recreando una y otra vez lo que ocurrió. Y ahí fue cuando tropezó con él.
Al principio pensó que era una roca, un pedazo de cuarzo qué había quedado mal puesto después de la batalla, pero cuando se levantó y vio debajo de ella un montón de mechones azules dio un salto del susto. La sexta espada, Grimmjow Jaegerjaquez.
Un escalofrío le recorrió la espalda. Su primer impulso fue salir corriendo, esconderse donde pudiera. Y de hecho, si lo hizo. Gateó lo más rápido que pudo lejos de él, detrás de una roca pequeña. Y desde ahí lo observó. ¿Estaba muerto? No lo parecía. Cerró los ojos para concentrarse lo mejor que pudo, tratando de captar ese reiatsu tan destructor.
— ¡Aún está vivo! —Gritó con temor, pero aún así salió de detrás de su roca. Se acercó lo suficiente para poder verlo, sin llegar a tocarlo, manteniéndose alejada de sus manos. Parecía que no había nadie más cerca.
Necesitaba alguien que le ayudara a encontrar a sus hermanos, el podría hacerlo, ¿no? ... Con el corazón en la mano y encomendandose a cualquier ser que pudiera ayudarla, trepó por su pecho, hasta estar sentada sobre él. Identificó rápidamente sus heridas y su dictamen fue claro: Lo tendría que cubrir todo.
Sin perder tiempo, extendió sus manos a los costados, se acomodó lo mejor que pudo sobre él y como si de una fuente se tratase, comenzó a soltar aquel líquido viscoso que parecía saliva sobre él, limitandose a dejar la boca abierta y que este escurriera por su cuerpo.
⋆.*♡ゞ 𝑪𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝟏 ˚༘✧ ❛°•
─╰* 𝐓𝐡𝐞 𝐫𝐞𝐬𝐜𝐮𝐞.° •╯─
¿Cuanto tiempo había dormido? O más bien, ¿cuanto tiempo estuvo inconsciente? Se tocó la frente, mientras trataba de reincorporarse y entender que había pasado. El dolor de cabeza era insoportable, así que tardó varios minutos en lograr tener un poco de claridad de su situación. Se arrastró por los escombros, entre la arena, tratando de no llamar mucha la atención, buscando un poco de lo que había conocido antes.
— ¡Dondochaka!... ¡Pesche! —Llamó en voz baja, concentrandose en tratar de sentir su reiatsu, aunque no lo logró.
El ambiente a su al rededor se sentía extraño. Nelliel lo habría definido antes como "triste". No recordaba mucho de lo que había pasado, más allá de su pelea con Nnoitra, a Ichigo defendiendola...
Entonces abrió los ojos de par en par. ¡Ichigo! Sosteniendose la cabeza por la frente, se puso en pie y haciendo su mejor esfuerzo por concentrarse, empezó a dirigir sus pequeños pasos en esa especie de carrerilla tan típica de ella hasta el lugar donde recordaba había sido la batalla.
Pero ya no había nada, ningún rastro de la quinta espada, ni del shinigami. Orihime tampoco estaba. Mientras deambulaba por el lugar, se encontró con algunos rastros de lo que bien pudo ser una gran pelea. Trataba de repasar lo ocurrido, mirando a su al rededor, recreando una y otra vez lo que ocurrió. Y ahí fue cuando tropezó con él.
Al principio pensó que era una roca, un pedazo de cuarzo qué había quedado mal puesto después de la batalla, pero cuando se levantó y vio debajo de ella un montón de mechones azules dio un salto del susto. La sexta espada, Grimmjow Jaegerjaquez.
Un escalofrío le recorrió la espalda. Su primer impulso fue salir corriendo, esconderse donde pudiera. Y de hecho, si lo hizo. Gateó lo más rápido que pudo lejos de él, detrás de una roca pequeña. Y desde ahí lo observó. ¿Estaba muerto? No lo parecía. Cerró los ojos para concentrarse lo mejor que pudo, tratando de captar ese reiatsu tan destructor.
— ¡Aún está vivo! —Gritó con temor, pero aún así salió de detrás de su roca. Se acercó lo suficiente para poder verlo, sin llegar a tocarlo, manteniéndose alejada de sus manos. Parecía que no había nadie más cerca.
Necesitaba alguien que le ayudara a encontrar a sus hermanos, el podría hacerlo, ¿no? ... Con el corazón en la mano y encomendandose a cualquier ser que pudiera ayudarla, trepó por su pecho, hasta estar sentada sobre él. Identificó rápidamente sus heridas y su dictamen fue claro: Lo tendría que cubrir todo.
Sin perder tiempo, extendió sus manos a los costados, se acomodó lo mejor que pudo sobre él y como si de una fuente se tratase, comenzó a soltar aquel líquido viscoso que parecía saliva sobre él, limitandose a dejar la boca abierta y que este escurriera por su cuerpo.


