• La joven muchacha, caminaba por el mercado de Atenas, tierra de la sabiduría y la paz protegido por su diosa Atenea.

    Buscaba algunos víveres y elementos para ser la comida de la noche.

    —Espero a mi padre le guste.

    Pensó mientras seguía caminado por el mercado, el sol iluminaba todo a su alrededor—Como ella con la alegría que emana su alma.

    #rol

    La joven muchacha, caminaba por el mercado de Atenas, tierra de la sabiduría y la paz protegido por su diosa Atenea. Buscaba algunos víveres y elementos para ser la comida de la noche. —Espero a mi padre le guste. Pensó mientras seguía caminado por el mercado, el sol iluminaba todo a su alrededor—Como ella con la alegría que emana su alma. #rol
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  • "Hoy celebré mi cumpleaños con gran tranquilidad, tal como a mi me gusta. Aunque solo me falta la compañía de mi amada esposa..."
    "Hoy celebré mi cumpleaños con gran tranquilidad, tal como a mi me gusta. Aunque solo me falta la compañía de mi amada esposa..."
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  • Como que me traje un par de conjuntos para que mi mujer los disfrute

    Angela Di Trapani
    Como que me traje un par de conjuntos para que mi mujer los disfrute [haze_orange_shark_766] 💋
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  • Hao! , las mejores vistas para un rey como yo.
    Hao! , las mejores vistas para un rey como yo.
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  • Entre la Lluvia y las Sombras: El Respiro del Sabueso
    Fandom Ocs
    Categoría Fantasía
    -La lluvia había cesado hacía apenas unos minutos, dejando al bosque impregnado de ese olor terroso que siempre aparece después de la sangre y la humeda, aquella misión había sido comoleyada y algunos metros atrás de aquel lugar estaba la prueba y aquel hombre por primera vez en horas, permitió que su cuerpo sucumbiera ante ese cansancio-

    -Se encontraba recargado contra el tronco de un viejo roble, descansando contra aquel duro tronco de madera con aquella armadura a un manchada de sangre, aquella capa negra extendida sobre una rama cercana dejando que el viento la secara y aquella media máscara metálica colgando de su cinturón, aún con pequepas gotas de agua producida por su respiración caliente y aquel aire frío que respiro por horas-

    &Su espada corta descansaba a su lado, clavada en tierra húmeda, mantuvo sus ojos entrecerrados, no del todo dormido, pero tampoco alerta, el silencio no era total, el sonido de aquel bosque llenaba aquello espacios de silencio, mientas que con el aire las hojas susurraban y no muy lejos el sonido de algún animal nocturno reclamando su territorio, el sonido de algo acercandose llamo su atención y al sentir aquella presencia cerca solo rompió el silencio sin abrir los ojos-

    Curioso… creí que ya había terminado por hoy.

    -una vez sintió esa presencia cerca finalmente abrió los ojos, unos ojos serenos, cansados… pero atentos, como si incluso en su descanso evaluara cada gesto, cada intención-

    Si has venido a reclamar un informe.....tendrás que esperar, mi mente aún no decide si regresó conmigo… o si sigue allá atrá....pero si quieres puedes empezarlo....te diré todo como paso.....Pero si has venido por otra razón… entonces siéntate para no cansarte.....esto puede tomar un par de horas hasta que me recupere
    -La lluvia había cesado hacía apenas unos minutos, dejando al bosque impregnado de ese olor terroso que siempre aparece después de la sangre y la humeda, aquella misión había sido comoleyada y algunos metros atrás de aquel lugar estaba la prueba y aquel hombre por primera vez en horas, permitió que su cuerpo sucumbiera ante ese cansancio- -Se encontraba recargado contra el tronco de un viejo roble, descansando contra aquel duro tronco de madera con aquella armadura a un manchada de sangre, aquella capa negra extendida sobre una rama cercana dejando que el viento la secara y aquella media máscara metálica colgando de su cinturón, aún con pequepas gotas de agua producida por su respiración caliente y aquel aire frío que respiro por horas- &Su espada corta descansaba a su lado, clavada en tierra húmeda, mantuvo sus ojos entrecerrados, no del todo dormido, pero tampoco alerta, el silencio no era total, el sonido de aquel bosque llenaba aquello espacios de silencio, mientas que con el aire las hojas susurraban y no muy lejos el sonido de algún animal nocturno reclamando su territorio, el sonido de algo acercandose llamo su atención y al sentir aquella presencia cerca solo rompió el silencio sin abrir los ojos- Curioso… creí que ya había terminado por hoy. -una vez sintió esa presencia cerca finalmente abrió los ojos, unos ojos serenos, cansados… pero atentos, como si incluso en su descanso evaluara cada gesto, cada intención- Si has venido a reclamar un informe.....tendrás que esperar, mi mente aún no decide si regresó conmigo… o si sigue allá atrá....pero si quieres puedes empezarlo....te diré todo como paso.....Pero si has venido por otra razón… entonces siéntate para no cansarte.....esto puede tomar un par de horas hasta que me recupere
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  • —Y cuando no hay mucho por hacer ni criaturas que cazar, nada como un buen pasatiempo para descansar.
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  • - Jamás supe cuál era mi lenguaje de amor, hasta que conocí el tuyo, algo que se volvió tan mío, mi marca personal.-

    ¡Oh mi amada Yelena!, guarda silencio y no me niegues tus besos, esos que son como agua bendita que apagan mi sed. 
    - Jamás supe cuál era mi lenguaje de amor, hasta que conocí el tuyo, algo que se volvió tan mío, mi marca personal.- ¡Oh mi amada Yelena!, guarda silencio y no me niegues tus besos, esos que son como agua bendita que apagan mi sed. 
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  • 𓆩༺✧༻𓆪⋆.ೃ࿔*:・ Los Nekomatas son valorados por sus habilidades de protección y magia que a través de los años ha pasado desapercibida porqué los humanos dejaron de creer. Vive como humana a pesar de que tiene cientos de años, se ha ido adaptando a la sociedad a lo largo del tiempo y por su belleza gana dinero siendo Host en los Hosutokurabu. (Host Club)
    𓆩༺✧༻𓆪⋆.ೃ࿔*:・ Los Nekomatas son valorados por sus habilidades de protección y magia que a través de los años ha pasado desapercibida porqué los humanos dejaron de creer. Vive como humana a pesar de que tiene cientos de años, se ha ido adaptando a la sociedad a lo largo del tiempo y por su belleza gana dinero siendo Host en los Hosutokurabu. (Host Club)
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    La primera pesadilla

    La noche después de la transformación no sabe a descanso.

    Mi cuerpo debería estar agotado…
    pero algo dentro de mí no me deja dormir.

    Quema.
    Arde como brasas vivas.

    Y al mismo tiempo me da frío.
    Un frío que me cruje los huesos y me muerde los pulmones.

    Susurra.

    Una voz que no es voz.
    Un idioma que no entiendo… pero siento.
    Como si siempre hubiera estado en mí,
    esperando a que mi sombra despertara para recordármelo.

    Me enseña palabras imposibles.
    Palabras que entiendo sólo el instante antes de olvidarlas.
    O quizá… no las olvido.
    Quizá ellas me recuerdan a mí.

    Me duermo.

    Y el mundo cambia.

    Estoy de pie en un puente de madera vieja.
    El viento huele a sal y a sangre.
    Las tablas crujen bajo mis pies pequeños.
    Mis pies… no.
    No son mis pies.

    Yo no soy yo.

    A mi alrededor escucho gritos.
    Llamas.
    El estallido de un hogar ardiendo.
    La masacre de un pueblo pesquero.

    Corsarios.

    Docenas.
    Tal vez cientos.

    Queman casas.
    Se llevan niños.
    Arrastran mujeres.
    Degüellan hombres.

    Y yo corro.
    Corro sin saber a dónde.
    Sin saber quién soy.

    Mis piernas son cortas.
    Mi cuerpo es frágil.
    Mi respiración suena a un niño asustado.

    No a mí.
    No a Lili.

    Este no es mi cuerpo.

    Los corsarios me rodean.
    Sombras enormes contra la luna.
    Casco, hierro, parches, cicatrices.
    Espadas que brillan.

    No hay salida.

    Grito.

    Pero la voz que sale de mí no es la mía.
    Es más aguda.
    Más pequeña.
    Más rota.

    Una espada me atraviesa.

    Y otra.

    Y otra.

    Y el puente se llena de rojo.

    Despierto.

    Empapada en sudor, ahogándome en mi propio grito.
    Mis manos buscan mi torso, desesperada, temblando.
    No hay heridas.

    Soy yo.
    Lili.

    Pero el miedo no se va.
    Se queda enganchado a mis costillas.
    Me falta el aire.
    La oscuridad de la habitación parece viva.

    No quiero cerrar los ojos.
    No quiero volver a ese puente.
    No quiero saber quién era ese niño.
    No quiero saber por qué veo su muerte.

    No quiero…

    Me encojo bajo las mantas.
    Mis uñas arañan mis propios brazos.
    Mi respiración se convierte en sollozos.

    Esa noche la pasé llorando.
    Sola.
    Llorando con la almohada mordida,
    esperando que nadie escuchara,
    esperando que la sombra no volviera a hablarme.

    La Luna, desde la ventana, me miraba en silencio.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La primera pesadilla La noche después de la transformación no sabe a descanso. Mi cuerpo debería estar agotado… pero algo dentro de mí no me deja dormir. Quema. Arde como brasas vivas. Y al mismo tiempo me da frío. Un frío que me cruje los huesos y me muerde los pulmones. Susurra. Una voz que no es voz. Un idioma que no entiendo… pero siento. Como si siempre hubiera estado en mí, esperando a que mi sombra despertara para recordármelo. Me enseña palabras imposibles. Palabras que entiendo sólo el instante antes de olvidarlas. O quizá… no las olvido. Quizá ellas me recuerdan a mí. Me duermo. Y el mundo cambia. Estoy de pie en un puente de madera vieja. El viento huele a sal y a sangre. Las tablas crujen bajo mis pies pequeños. Mis pies… no. No son mis pies. Yo no soy yo. A mi alrededor escucho gritos. Llamas. El estallido de un hogar ardiendo. La masacre de un pueblo pesquero. Corsarios. Docenas. Tal vez cientos. Queman casas. Se llevan niños. Arrastran mujeres. Degüellan hombres. Y yo corro. Corro sin saber a dónde. Sin saber quién soy. Mis piernas son cortas. Mi cuerpo es frágil. Mi respiración suena a un niño asustado. No a mí. No a Lili. Este no es mi cuerpo. Los corsarios me rodean. Sombras enormes contra la luna. Casco, hierro, parches, cicatrices. Espadas que brillan. No hay salida. Grito. Pero la voz que sale de mí no es la mía. Es más aguda. Más pequeña. Más rota. Una espada me atraviesa. Y otra. Y otra. Y el puente se llena de rojo. Despierto. Empapada en sudor, ahogándome en mi propio grito. Mis manos buscan mi torso, desesperada, temblando. No hay heridas. Soy yo. Lili. Pero el miedo no se va. Se queda enganchado a mis costillas. Me falta el aire. La oscuridad de la habitación parece viva. No quiero cerrar los ojos. No quiero volver a ese puente. No quiero saber quién era ese niño. No quiero saber por qué veo su muerte. No quiero… Me encojo bajo las mantas. Mis uñas arañan mis propios brazos. Mi respiración se convierte en sollozos. Esa noche la pasé llorando. Sola. Llorando con la almohada mordida, esperando que nadie escuchara, esperando que la sombra no volviera a hablarme. La Luna, desde la ventana, me miraba en silencio.
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    La primera pesadilla

    La noche después de la transformación no sabe a descanso.

    Mi cuerpo debería estar agotado…
    pero algo dentro de mí no me deja dormir.

    Quema.
    Arde como brasas vivas.

    Y al mismo tiempo me da frío.
    Un frío que me cruje los huesos y me muerde los pulmones.

    Susurra.

    Una voz que no es voz.
    Un idioma que no entiendo… pero siento.
    Como si siempre hubiera estado en mí,
    esperando a que mi sombra despertara para recordármelo.

    Me enseña palabras imposibles.
    Palabras que entiendo sólo el instante antes de olvidarlas.
    O quizá… no las olvido.
    Quizá ellas me recuerdan a mí.

    Me duermo.

    Y el mundo cambia.

    Estoy de pie en un puente de madera vieja.
    El viento huele a sal y a sangre.
    Las tablas crujen bajo mis pies pequeños.
    Mis pies… no.
    No son mis pies.

    Yo no soy yo.

    A mi alrededor escucho gritos.
    Llamas.
    El estallido de un hogar ardiendo.
    La masacre de un pueblo pesquero.

    Corsarios.

    Docenas.
    Tal vez cientos.

    Queman casas.
    Se llevan niños.
    Arrastran mujeres.
    Degüellan hombres.

    Y yo corro.
    Corro sin saber a dónde.
    Sin saber quién soy.

    Mis piernas son cortas.
    Mi cuerpo es frágil.
    Mi respiración suena a un niño asustado.

    No a mí.
    No a Lili.

    Este no es mi cuerpo.

    Los corsarios me rodean.
    Sombras enormes contra la luna.
    Casco, hierro, parches, cicatrices.
    Espadas que brillan.

    No hay salida.

    Grito.

    Pero la voz que sale de mí no es la mía.
    Es más aguda.
    Más pequeña.
    Más rota.

    Una espada me atraviesa.

    Y otra.

    Y otra.

    Y el puente se llena de rojo.

    Despierto.

    Empapada en sudor, ahogándome en mi propio grito.
    Mis manos buscan mi torso, desesperada, temblando.
    No hay heridas.

    Soy yo.
    Lili.

    Pero el miedo no se va.
    Se queda enganchado a mis costillas.
    Me falta el aire.
    La oscuridad de la habitación parece viva.

    No quiero cerrar los ojos.
    No quiero volver a ese puente.
    No quiero saber quién era ese niño.
    No quiero saber por qué veo su muerte.

    No quiero…

    Me encojo bajo las mantas.
    Mis uñas arañan mis propios brazos.
    Mi respiración se convierte en sollozos.

    Esa noche la pasé llorando.
    Sola.
    Llorando con la almohada mordida,
    esperando que nadie escuchara,
    esperando que la sombra no volviera a hablarme.

    La Luna, desde la ventana, me miraba en silencio.
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    La primera pesadilla

    La noche después de la transformación no sabe a descanso.

    Mi cuerpo debería estar agotado…
    pero algo dentro de mí no me deja dormir.

    Quema.
    Arde como brasas vivas.

    Y al mismo tiempo me da frío.
    Un frío que me cruje los huesos y me muerde los pulmones.

    Susurra.

    Una voz que no es voz.
    Un idioma que no entiendo… pero siento.
    Como si siempre hubiera estado en mí,
    esperando a que mi sombra despertara para recordármelo.

    Me enseña palabras imposibles.
    Palabras que entiendo sólo el instante antes de olvidarlas.
    O quizá… no las olvido.
    Quizá ellas me recuerdan a mí.

    Me duermo.

    Y el mundo cambia.

    Estoy de pie en un puente de madera vieja.
    El viento huele a sal y a sangre.
    Las tablas crujen bajo mis pies pequeños.
    Mis pies… no.
    No son mis pies.

    Yo no soy yo.

    A mi alrededor escucho gritos.
    Llamas.
    El estallido de un hogar ardiendo.
    La masacre de un pueblo pesquero.

    Corsarios.

    Docenas.
    Tal vez cientos.

    Queman casas.
    Se llevan niños.
    Arrastran mujeres.
    Degüellan hombres.

    Y yo corro.
    Corro sin saber a dónde.
    Sin saber quién soy.

    Mis piernas son cortas.
    Mi cuerpo es frágil.
    Mi respiración suena a un niño asustado.

    No a mí.
    No a Lili.

    Este no es mi cuerpo.

    Los corsarios me rodean.
    Sombras enormes contra la luna.
    Casco, hierro, parches, cicatrices.
    Espadas que brillan.

    No hay salida.

    Grito.

    Pero la voz que sale de mí no es la mía.
    Es más aguda.
    Más pequeña.
    Más rota.

    Una espada me atraviesa.

    Y otra.

    Y otra.

    Y el puente se llena de rojo.

    Despierto.

    Empapada en sudor, ahogándome en mi propio grito.
    Mis manos buscan mi torso, desesperada, temblando.
    No hay heridas.

    Soy yo.
    Lili.

    Pero el miedo no se va.
    Se queda enganchado a mis costillas.
    Me falta el aire.
    La oscuridad de la habitación parece viva.

    No quiero cerrar los ojos.
    No quiero volver a ese puente.
    No quiero saber quién era ese niño.
    No quiero saber por qué veo su muerte.

    No quiero…

    Me encojo bajo las mantas.
    Mis uñas arañan mis propios brazos.
    Mi respiración se convierte en sollozos.

    Esa noche la pasé llorando.
    Sola.
    Llorando con la almohada mordida,
    esperando que nadie escuchara,
    esperando que la sombra no volviera a hablarme.

    La Luna, desde la ventana, me miraba en silencio.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La primera pesadilla La noche después de la transformación no sabe a descanso. Mi cuerpo debería estar agotado… pero algo dentro de mí no me deja dormir. Quema. Arde como brasas vivas. Y al mismo tiempo me da frío. Un frío que me cruje los huesos y me muerde los pulmones. Susurra. Una voz que no es voz. Un idioma que no entiendo… pero siento. Como si siempre hubiera estado en mí, esperando a que mi sombra despertara para recordármelo. Me enseña palabras imposibles. Palabras que entiendo sólo el instante antes de olvidarlas. O quizá… no las olvido. Quizá ellas me recuerdan a mí. Me duermo. Y el mundo cambia. Estoy de pie en un puente de madera vieja. El viento huele a sal y a sangre. Las tablas crujen bajo mis pies pequeños. Mis pies… no. No son mis pies. Yo no soy yo. A mi alrededor escucho gritos. Llamas. El estallido de un hogar ardiendo. La masacre de un pueblo pesquero. Corsarios. Docenas. Tal vez cientos. Queman casas. Se llevan niños. Arrastran mujeres. Degüellan hombres. Y yo corro. Corro sin saber a dónde. Sin saber quién soy. Mis piernas son cortas. Mi cuerpo es frágil. Mi respiración suena a un niño asustado. No a mí. No a Lili. Este no es mi cuerpo. Los corsarios me rodean. Sombras enormes contra la luna. Casco, hierro, parches, cicatrices. Espadas que brillan. No hay salida. Grito. Pero la voz que sale de mí no es la mía. Es más aguda. Más pequeña. Más rota. Una espada me atraviesa. Y otra. Y otra. Y el puente se llena de rojo. Despierto. Empapada en sudor, ahogándome en mi propio grito. Mis manos buscan mi torso, desesperada, temblando. No hay heridas. Soy yo. Lili. Pero el miedo no se va. Se queda enganchado a mis costillas. Me falta el aire. La oscuridad de la habitación parece viva. No quiero cerrar los ojos. No quiero volver a ese puente. No quiero saber quién era ese niño. No quiero saber por qué veo su muerte. No quiero… Me encojo bajo las mantas. Mis uñas arañan mis propios brazos. Mi respiración se convierte en sollozos. Esa noche la pasé llorando. Sola. Llorando con la almohada mordida, esperando que nadie escuchara, esperando que la sombra no volviera a hablarme. La Luna, desde la ventana, me miraba en silencio.
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