• «Escena cerrada»

    El juicio de los Dioses.

    Todo acto tiene una consecuencia, y Kazuo lo sabía muy bien. Por eso no le sorprendió ser convocado ante los dioses en el Reikai, el mundo de los espíritus, donde kamis y seres sobrenaturales vivían sin tener que esconderse del plano mortal.

    Kazuo había sido testigo de cómo la demonio Nekomata Reiko borraba las pruebas de su “delito”. Había matado a un humano, un infeliz que, a criterio del propio Kazuo, se lo merecía. La conocía desde semanas atrás, en circunstancias un tanto peculiares. Pero, de alguna forma, dos seres que por naturaleza debían repelerse conectaron de una manera difícil de explicar. Hubo comprensión en el dolor del otro, forjando un pacto silencioso en el que, incluso entre enemigos, existía un respeto mutuo.

    Pero eso, a ojos de los dioses, era intolerable. A su juicio, la Nekomata había matado por placer, segando una vida humana “indefensa”. Kazuo, como mensajero y ser bendecido por lo celestial, debería haber sido el verdugo de aquel ser corrupto. Sin embargo, buscó —quizá— una “excusa conveniente” para no cumplir con lo que debía ser su deber.

    El zorro tenía sus propias reglas, sus convicciones y su moral. A veces, aquellas ideas no encajaban con las estrictas normas del plano ancestral. Era un ser de más de mil doscientos años que había vivido brutalidades en las que ni su madre, Inari, pudo protegerlo siempre; un dios debe velar por un bien general, no puede estar observando eternamente a un único ser. Por ese libre albedrío Kazuo era conocido en aquel reino como el “Mensajero Problemático”, el hijo predilecto de Inari. Nadie entendía por qué los dioses eran tan permisivos con él, por qué su madre miraba hacia otro lado cuando actuaba por su cuenta. Era como si la diosa confiara ciegamente en su criterio, aunque este fuese en contra de los demás kamis.

    Kazuo era respetado en aquel reino por la mayoría de criaturas sobrenaturales; sin embargo, entre los seres de rango superior, era temido y respetado a partes iguales. Fue por esa “popularidad” que todos acudieron al llamado: al juicio en el que Kazuo sería sometido a sentencia.

    No ofreció resistencia, aun así fue apresado con cadenas doradas, unas de las que ningún ser celestial —ni siquiera los dioses— sería capaz de escapar. Se arrodilló con esa calma y templanza que tanto lo caracterizaban, la mirada fija en los dioses que lo habían convocado sin titubear, mostrando el orgullo inherente a él. Inari era la única en contra de aquel espectáculo; por su cercanía con el acusado no se le permitió participar en aquel teatro. Porque eso era: un teatro. No un juicio, sino un paripé para justificar el castigo.

    Una voz recitó en alto los cargos en su contra. Como kitsune del más alto rango, había hecho la “vista gorda” ante un crimen que debía haber sido ajusticiado con la muerte de la Nekomata. Le otorgaron el don de la palabra. Pensó en no decir nada, pero tras unos largos segundos decidió hablar.

    —No pediré perdón. Soy consciente de mis actos y, a mi juicio, el ojo por ojo fue justificación suficiente. No saldrá clemencia de mis labios, porque aunque aquí termine mi camino, lo haré en paz, siendo fiel a mis convicciones. Y si salgo de esta, estaré dispuesto a afrontar cuantos juicios vengan detrás de este, si creen que debo ser sometido a ellos —habló con esa seguridad tan propia de él.

    A pesar de estar de rodillas y encadenado como el perro en que querían convertirlo, su aura y convicción mantenían su dignidad intacta.

    Pero, pese a aquellas palabras, la sentencia fue firme: latigazos hasta que se arrepintiera. Kazuo no agachó la cabeza; mantuvo la mirada fija, y sus ojos color zafiro centellearon con ese orgullo inquebrantable. Un látigo dorado cayó con fuerza sobre su espalda en cada brazada. Aquel látigo estaba bendecido igual que las cadenas, lo que significaba que las heridas no podrían curarse con su poder de regeneración ni con ningún otro. Aquellas cicatrices tardarían meses en desaparecer, si es que sobrevivía al castigo.

    Inari sollozaba con cada golpe en la espalda de su amado hijo, y los sonidos de estremecimiento del público se mezclaban con el chasquido del látigo. Kazuo no gritó, no lloró, no suplicó. Se mantuvo entero, incluso cuando sus ropas se desgarraron tras cada impacto. La sangre brotaba, su piel lacerada hasta el músculo. Cada latigazo hacía tensar su cuerpo, apretando los dientes para que ni un solo gemido escapara de sus labios sellados. La sangre salió también de su boca: no solo su espalda estaba siendo castigada, sino también el interior de su cuerpo, sacudido con violencia.

    Aquello duró un día… dos… tres. El único momento de descanso era el cambio de verdugo, unos minutos para recobrar el aliento. Kazuo era obstinado: jamás cedería, aunque le costara la vida. En sus momentos de flaqueza solo podía pensar en una cosa: ¿qué estaría haciendo Melina? ¿Lo estaría esperando? Seguro estaba enfadada, creyendo que había escapado al bosque. Estaría preparando su discurso para darle un merecido sermón. No había tenido tiempo de avisarla, de decirle que esa noche no llegaría a casa… o que tal vez no lo haría nunca.

    Al tercer día, los ánimos de los espíritus del reino estaban caldeados. Ya no eran murmuros: eran gritos, reproches y súplicas de clemencia. La misma que Kazuo se negaba a pedir. La presión que los jueces recibían era asfixiante. A Inari no le quedaban lágrimas; pedía perdón en nombre de su hijo, rogando a los kamis mayores que pusieran fin a aquella barbarie. El castigo había sido ejemplar. Demasiado, quizá.

    Finalmente, tras tres días de sentencia implacable, los latigazos cesaron. Las cadenas se aflojaron y se deshicieron como arena dorada, llevadas por la primera brisa.

    Kazuo, aún de rodillas, se tambaleaba. Inari corrió por fin hacia él y se arrodilló a su lado. Él intentó enfocar su mirada y, solo cuando la reconoció, se dejó vencer por el cansancio y el dolor. Cayó como peso muerto sobre el regazo de su diosa.

    —Lo siento… Necesito ir… a casa —fue lo único que alcanzó a decir, con un hilo de voz tras tres días de tormento.

    A la única a quien Kazuo guardaba el máximo respeto era a su diosa; a aquella que lo había “bendecido” al nacer. Era instintivo, imposible de ignorar. Solo quería volver a casa, a su templo, junto a ella.
    «Escena cerrada» El juicio de los Dioses. Todo acto tiene una consecuencia, y Kazuo lo sabía muy bien. Por eso no le sorprendió ser convocado ante los dioses en el Reikai, el mundo de los espíritus, donde kamis y seres sobrenaturales vivían sin tener que esconderse del plano mortal. Kazuo había sido testigo de cómo la demonio Nekomata Reiko borraba las pruebas de su “delito”. Había matado a un humano, un infeliz que, a criterio del propio Kazuo, se lo merecía. La conocía desde semanas atrás, en circunstancias un tanto peculiares. Pero, de alguna forma, dos seres que por naturaleza debían repelerse conectaron de una manera difícil de explicar. Hubo comprensión en el dolor del otro, forjando un pacto silencioso en el que, incluso entre enemigos, existía un respeto mutuo. Pero eso, a ojos de los dioses, era intolerable. A su juicio, la Nekomata había matado por placer, segando una vida humana “indefensa”. Kazuo, como mensajero y ser bendecido por lo celestial, debería haber sido el verdugo de aquel ser corrupto. Sin embargo, buscó —quizá— una “excusa conveniente” para no cumplir con lo que debía ser su deber. El zorro tenía sus propias reglas, sus convicciones y su moral. A veces, aquellas ideas no encajaban con las estrictas normas del plano ancestral. Era un ser de más de mil doscientos años que había vivido brutalidades en las que ni su madre, Inari, pudo protegerlo siempre; un dios debe velar por un bien general, no puede estar observando eternamente a un único ser. Por ese libre albedrío Kazuo era conocido en aquel reino como el “Mensajero Problemático”, el hijo predilecto de Inari. Nadie entendía por qué los dioses eran tan permisivos con él, por qué su madre miraba hacia otro lado cuando actuaba por su cuenta. Era como si la diosa confiara ciegamente en su criterio, aunque este fuese en contra de los demás kamis. Kazuo era respetado en aquel reino por la mayoría de criaturas sobrenaturales; sin embargo, entre los seres de rango superior, era temido y respetado a partes iguales. Fue por esa “popularidad” que todos acudieron al llamado: al juicio en el que Kazuo sería sometido a sentencia. No ofreció resistencia, aun así fue apresado con cadenas doradas, unas de las que ningún ser celestial —ni siquiera los dioses— sería capaz de escapar. Se arrodilló con esa calma y templanza que tanto lo caracterizaban, la mirada fija en los dioses que lo habían convocado sin titubear, mostrando el orgullo inherente a él. Inari era la única en contra de aquel espectáculo; por su cercanía con el acusado no se le permitió participar en aquel teatro. Porque eso era: un teatro. No un juicio, sino un paripé para justificar el castigo. Una voz recitó en alto los cargos en su contra. Como kitsune del más alto rango, había hecho la “vista gorda” ante un crimen que debía haber sido ajusticiado con la muerte de la Nekomata. Le otorgaron el don de la palabra. Pensó en no decir nada, pero tras unos largos segundos decidió hablar. —No pediré perdón. Soy consciente de mis actos y, a mi juicio, el ojo por ojo fue justificación suficiente. No saldrá clemencia de mis labios, porque aunque aquí termine mi camino, lo haré en paz, siendo fiel a mis convicciones. Y si salgo de esta, estaré dispuesto a afrontar cuantos juicios vengan detrás de este, si creen que debo ser sometido a ellos —habló con esa seguridad tan propia de él. A pesar de estar de rodillas y encadenado como el perro en que querían convertirlo, su aura y convicción mantenían su dignidad intacta. Pero, pese a aquellas palabras, la sentencia fue firme: latigazos hasta que se arrepintiera. Kazuo no agachó la cabeza; mantuvo la mirada fija, y sus ojos color zafiro centellearon con ese orgullo inquebrantable. Un látigo dorado cayó con fuerza sobre su espalda en cada brazada. Aquel látigo estaba bendecido igual que las cadenas, lo que significaba que las heridas no podrían curarse con su poder de regeneración ni con ningún otro. Aquellas cicatrices tardarían meses en desaparecer, si es que sobrevivía al castigo. Inari sollozaba con cada golpe en la espalda de su amado hijo, y los sonidos de estremecimiento del público se mezclaban con el chasquido del látigo. Kazuo no gritó, no lloró, no suplicó. Se mantuvo entero, incluso cuando sus ropas se desgarraron tras cada impacto. La sangre brotaba, su piel lacerada hasta el músculo. Cada latigazo hacía tensar su cuerpo, apretando los dientes para que ni un solo gemido escapara de sus labios sellados. La sangre salió también de su boca: no solo su espalda estaba siendo castigada, sino también el interior de su cuerpo, sacudido con violencia. Aquello duró un día… dos… tres. El único momento de descanso era el cambio de verdugo, unos minutos para recobrar el aliento. Kazuo era obstinado: jamás cedería, aunque le costara la vida. En sus momentos de flaqueza solo podía pensar en una cosa: ¿qué estaría haciendo Melina? ¿Lo estaría esperando? Seguro estaba enfadada, creyendo que había escapado al bosque. Estaría preparando su discurso para darle un merecido sermón. No había tenido tiempo de avisarla, de decirle que esa noche no llegaría a casa… o que tal vez no lo haría nunca. Al tercer día, los ánimos de los espíritus del reino estaban caldeados. Ya no eran murmuros: eran gritos, reproches y súplicas de clemencia. La misma que Kazuo se negaba a pedir. La presión que los jueces recibían era asfixiante. A Inari no le quedaban lágrimas; pedía perdón en nombre de su hijo, rogando a los kamis mayores que pusieran fin a aquella barbarie. El castigo había sido ejemplar. Demasiado, quizá. Finalmente, tras tres días de sentencia implacable, los latigazos cesaron. Las cadenas se aflojaron y se deshicieron como arena dorada, llevadas por la primera brisa. Kazuo, aún de rodillas, se tambaleaba. Inari corrió por fin hacia él y se arrodilló a su lado. Él intentó enfocar su mirada y, solo cuando la reconoció, se dejó vencer por el cansancio y el dolor. Cayó como peso muerto sobre el regazo de su diosa. —Lo siento… Necesito ir… a casa —fue lo único que alcanzó a decir, con un hilo de voz tras tres días de tormento. A la única a quien Kazuo guardaba el máximo respeto era a su diosa; a aquella que lo había “bendecido” al nacer. Era instintivo, imposible de ignorar. Solo quería volver a casa, a su templo, junto a ella.
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  • Siguió tarareando mientras caminaba, claramente alegre, casi que hasta su habitual sonrisa parecía más genuina.
    Giraba su bastón de forma distraída entre una de sus manos antes de dejarlo quieto, con ambas manos y el bastón detrás de la espalda.
    Postura erguida mientras estaba de pie frente a una puerta.

    Su sombra apareció en la pared al lado de la entrada, casi invitándole a pasar primero con cortesía.

    — ¡Oh, tan amable como siempre! —

    Le dijo de forma risueña antes de fundirse en las sombras bajo sus pies y traspasar la puerta al otro lado, reapareciendo después.
    Observó el cuarto alzando una ceja.

    — Alguien necesita cambiar sus gustos por la decoración — Comentó por lo bajo, su sombra rió detrás de él.

    Retomó su andar tarareando por lo bajo, sin importarle pisar algún patito de hule tirado por ahí.
    Sí, se había escabullido en la habitación de Lucifer 𝕾𝖆𝖒𝖆𝖊𝖑 𝕸𝖔𝖗𝖓𝖎𝖓𝖌𝖘𝖙𝖆𝖗 , y no solo eso.
    Sino que se había recostado a su lado en el lecho, observándole dormir. Recostado boca abajo con su mentón apoyado en sus dos manos mientras distraídamente sus pies se tambaleaban hacia delante y atrás.

    — Tal parece que ser el rey del infierno no exige demasiado trabajo — Comentó en un tono burlón, en un tono de voz alto para que el otro lo escuchase y despertase
    Siguió tarareando mientras caminaba, claramente alegre, casi que hasta su habitual sonrisa parecía más genuina. Giraba su bastón de forma distraída entre una de sus manos antes de dejarlo quieto, con ambas manos y el bastón detrás de la espalda. Postura erguida mientras estaba de pie frente a una puerta. Su sombra apareció en la pared al lado de la entrada, casi invitándole a pasar primero con cortesía. — ¡Oh, tan amable como siempre! — Le dijo de forma risueña antes de fundirse en las sombras bajo sus pies y traspasar la puerta al otro lado, reapareciendo después. Observó el cuarto alzando una ceja. — Alguien necesita cambiar sus gustos por la decoración — Comentó por lo bajo, su sombra rió detrás de él. Retomó su andar tarareando por lo bajo, sin importarle pisar algún patito de hule tirado por ahí. Sí, se había escabullido en la habitación de [LuciHe11] , y no solo eso. Sino que se había recostado a su lado en el lecho, observándole dormir. Recostado boca abajo con su mentón apoyado en sus dos manos mientras distraídamente sus pies se tambaleaban hacia delante y atrás. — Tal parece que ser el rey del infierno no exige demasiado trabajo — Comentó en un tono burlón, en un tono de voz alto para que el otro lo escuchase y despertase
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  • —Es viernes, ¡ánimo! Llegaste al fin de semana y te esperan cosas maravillosas, ya lo verás.
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  • EL PLAN DE ASGARDUS Y ELINNOR

    Dohanna la Diosa de la Luna fué absorbida por una especie de energía bastante formidable, que la teletransportó de forma involuntaria hacia un plano desconocido. Los hermanos Guardianes de la Luna, sabían que tarde o temprano esto podría llegar a pasar, por lo que inmediatamente comenzaron a actuar, en crear un Cubo de energía Lunar con el que podrían traer de nuevo a Dohanna en caso de que le pase algo sea donde sea el lugar a dónde la fuerza misteriosa la haya llevado, para esto deberán utilizar sus espadas celestiales de la Luna para darle todo el poder de la Luna al Cubo.

    Elinnor:
    — Muy bien hermano, ya tenemos el Cubo, ahora sólo falta cargarlo de energía Lunar, y pronto nuestra Deidad Dohanna volverá a la Luna como si no hubiera pasado nada. —

    Asgardus:
    — Hermano, ¿Estás seguro de que esto funcionará? —

    Elinnor:
    — Claro que sí, esto ya ha ocurrido varias veces, esto es lo que hacían nuestros padres cuando a nuestra Diosa la derrotaban. Si logran acabar con ella en ese lugar en dónde fué teletransportada, este Cubo inmediatamente se convertirá en Dohanna. —

    Asgardus:
    — De acuerdo, hagámoslo! —

    Los hermanos Guardianes de la Luna comienza a apuntar el Cubo con sus espadas celestiales, y cargan el mismo con la energía de la Luna, obviamente que esto llevará un par de minutos, ya que al ser solamente dos espadas celestiales hace que la carga sea lenta, pues se requieren de muchas más, sin embargo, como son los únicos Guardianes de la Luna que han quedado luego de tantas guerras, sólo les queda esperar hasta que el proceso termine.
    Los minutos pasan y el Cubo parece haberse llenado por completo de energía de la Luna, si a Dohanna le pasara algo en aquel lugar en el que se encuentra, entonces ella podría volver a la Luna gracias al Cubo con energía Lunar.

    Elinnor:
    — Bien hecho hermano, ahora sólo queda esperar a ver qué pasará con nuestra Diosa, si la llegan a derrotar, ella volverá gracias a este Cubo. —

    Asgardus:
    — Increíble hermano, ¿Porqué no me habías dicho de esto antes? —

    Elinnor:
    — Pues no creí que esto podría volver a ocurrir, pero tal parece que sí. Ahora, debemos de cuidar del Universo hasta que Dohanna vuelva. —

    Asgardus:
    — Estoy de acuerdo contigo hermano. —
    EL PLAN DE ASGARDUS Y ELINNOR Dohanna la Diosa de la Luna fué absorbida por una especie de energía bastante formidable, que la teletransportó de forma involuntaria hacia un plano desconocido. Los hermanos Guardianes de la Luna, sabían que tarde o temprano esto podría llegar a pasar, por lo que inmediatamente comenzaron a actuar, en crear un Cubo de energía Lunar con el que podrían traer de nuevo a Dohanna en caso de que le pase algo sea donde sea el lugar a dónde la fuerza misteriosa la haya llevado, para esto deberán utilizar sus espadas celestiales de la Luna para darle todo el poder de la Luna al Cubo. Elinnor: — Muy bien hermano, ya tenemos el Cubo, ahora sólo falta cargarlo de energía Lunar, y pronto nuestra Deidad Dohanna volverá a la Luna como si no hubiera pasado nada. — Asgardus: — Hermano, ¿Estás seguro de que esto funcionará? — Elinnor: — Claro que sí, esto ya ha ocurrido varias veces, esto es lo que hacían nuestros padres cuando a nuestra Diosa la derrotaban. Si logran acabar con ella en ese lugar en dónde fué teletransportada, este Cubo inmediatamente se convertirá en Dohanna. — Asgardus: — De acuerdo, hagámoslo! — Los hermanos Guardianes de la Luna comienza a apuntar el Cubo con sus espadas celestiales, y cargan el mismo con la energía de la Luna, obviamente que esto llevará un par de minutos, ya que al ser solamente dos espadas celestiales hace que la carga sea lenta, pues se requieren de muchas más, sin embargo, como son los únicos Guardianes de la Luna que han quedado luego de tantas guerras, sólo les queda esperar hasta que el proceso termine. Los minutos pasan y el Cubo parece haberse llenado por completo de energía de la Luna, si a Dohanna le pasara algo en aquel lugar en el que se encuentra, entonces ella podría volver a la Luna gracias al Cubo con energía Lunar. Elinnor: — Bien hecho hermano, ahora sólo queda esperar a ver qué pasará con nuestra Diosa, si la llegan a derrotar, ella volverá gracias a este Cubo. — Asgardus: — Increíble hermano, ¿Porqué no me habías dicho de esto antes? — Elinnor: — Pues no creí que esto podría volver a ocurrir, pero tal parece que sí. Ahora, debemos de cuidar del Universo hasta que Dohanna vuelva. — Asgardus: — Estoy de acuerdo contigo hermano. —
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  • Algunas cosas no deberían ser posibles, no deberían efectuarse bajo la palabra destino.

    Pero otras son inevitables, catástrofes que pueden llevarte a lo más alto de pináculo glorioso... dejándote caer sin alas contra el frío suelo.
    Algunas cosas no deberían ser posibles, no deberían efectuarse bajo la palabra destino. Pero otras son inevitables, catástrofes que pueden llevarte a lo más alto de pináculo glorioso... dejándote caer sin alas contra el frío suelo.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    𝘼𝘿𝙑𝙀𝙍𝙏𝙀𝙉𝘾𝙄𝘼:𝙀𝙎𝙏𝘼𝙎 𝙂𝙊𝙍𝘿-, no espera, cartel equivocado.
    𝘼𝘿𝙑𝙀𝙍𝙏𝙀𝙉𝘾𝙄𝘼:𝙀𝙎𝙏𝙊 𝙀𝙎 𝙄𝙈𝙋𝙊𝙍𝙏𝘼𝙉𝙏𝙀, 𝙋𝙊𝙍𝙁𝘼𝙑𝙊𝙍 𝙇𝙀𝙀𝙍.

    𝘽𝙪𝙚𝙣𝙖𝙨~, esta publicacion esta hecha para dar algunas reglas y aclaraciones, tengo como 40 cuentas y en ninguna tengo uno de estos pero siento la obligación de hacerlo en esta cuenta no se porque (?), creo que es porque Abel se volvio mi favorito jaja.

    1- 𝙉𝙊 𝙃𝘼𝙂𝙊 𝙍𝙊𝙇 +18, se perfectamente que Abel es un adulto y que desde que murio seguramente tiene como mas de 200 años; pero vamos, ¿enserio alguien puede imaginar a Abel cogiendo?, porque yo no y tampoco me sentiria comodo en lo mas minimo haciendo eso asi que no.

    2- 𝙋𝙐𝘽𝙇𝙄𝘾𝘼𝘾𝙄𝙊𝙉𝙀𝙎 𝙀𝙉 𝙊𝙁𝙁, las publicaciones en off rol seran de Abel dentro del canon de la serie tal y como quedo al final de la segunda temporada, osea sin papá y lider de los exorcistas, y esas publicaciones no se consideraran canon dentro de la cuenta ya que con la usuaria de Adan llevamos las cosas un poco diferentes.

    3- 𝙉𝙊 𝙍𝙀𝘾𝙄𝘽𝙊 𝙏𝙀𝙏𝘼𝙎 𝙋𝙀𝙍𝙎𝙊𝙉𝘼𝙅𝙀𝙎, no tengo nada en contra de ellos (o bueno un poco, porque siempre me parecio muy injusto que no pelen a las publis bien trabajadas y con amor por detras y termine recibiendo mas atencion una publi sin alma con una imagen de una personaje desproporcionadamente tetona.) pero pues no siento que me puedan aportar nada ademas de que tampoco me sentiria comodo interactuando como Abel con cuentas asi.

    4- 𝘿𝙊𝙔 𝙇𝙊 𝙌𝙐𝙀 𝙍𝙀𝘾𝙄𝘽𝙊, si me das una respuesta de un parrafo, te contesto con un párrafo, si me das una respuesta de una linea, te respondo con una linea, si me das una respuesta de 20 parrafos, voy a hacerme bolita y llorar y luego voy a hacer todo lo que este en mi puto poder para intentar igualar tus 20 parrafos.

    5- 𝙐𝙎𝙀𝙍 𝘼𝙈𝙄𝙂𝘼𝘽𝙇𝙀 𝙀𝙉 𝙊𝙁𝙁, si no quieres rol y namas quieres amistar, caele, mis mensajes privados estan abiertos para propuestas de rol o solo para hablar, sin pena sin pena.

    6- 𝘼𝙑𝙄𝙎𝘼𝙍 𝙎𝙄 𝙑𝘼𝙎 𝘼 𝘼𝘽𝘼𝙉𝘿𝙊𝙉𝘼𝙍 𝙀𝙇 𝙍𝙊𝙇, porfavor PORFAVOR, si por "x" o "y" razon ya no quieres continuar un roleplay, avisame, yo se que puede dar penita a lo mejor pero porfa, me hacen menos daño avisándome la neta.

    7- 𝙇𝙇𝙀𝙑𝙊 𝘼 𝘼𝘽𝙀𝙇 𝙐𝙉 𝙋𝙊𝘾𝙊 𝙈𝘼𝙎 𝙎𝙀𝙉𝙎𝙄𝘽𝙇𝙀 𝘼 𝙇𝙊 𝙈𝙊𝙎𝙏𝙍𝘼𝘿𝙊 𝙀𝙉 𝙇𝘼 𝙎𝙀𝙍𝙄𝙀, esto debido a que al dentro de mi lore no haber pasado todavía por el tremendo desarrollo de personaje de que le mataran al papá y la tremenda domada que le dio a Lute, yo siento que seria liiigeramente más sensible/lloron/infantil.

    Yyy por ahora eso seria todo, ya vere que mas agrego a medida que avance con la cuenta.

    𝙂𝙧𝙖𝙘𝙞𝙖𝙨 𝙥𝙤𝙧 𝙡𝙚𝙚𝙧, 𝙚𝙡 𝙜𝙪𝙖𝙩ó𝙣 𝙙𝙚 𝘼𝙗𝙚𝙡 𝙩𝙚 𝙙𝙚𝙙𝙞𝙘𝙖 𝙪𝙣, 𝙨𝙚 𝙩𝙚 𝙦𝙪𝙞𝙚𝙧𝙚~
    𝘼𝘿𝙑𝙀𝙍𝙏𝙀𝙉𝘾𝙄𝘼:𝙀𝙎𝙏𝘼𝙎 𝙂𝙊𝙍𝘿-, no espera, cartel equivocado. 𝘼𝘿𝙑𝙀𝙍𝙏𝙀𝙉𝘾𝙄𝘼:𝙀𝙎𝙏𝙊 𝙀𝙎 𝙄𝙈𝙋𝙊𝙍𝙏𝘼𝙉𝙏𝙀, 𝙋𝙊𝙍𝙁𝘼𝙑𝙊𝙍 𝙇𝙀𝙀𝙍. 𝘽𝙪𝙚𝙣𝙖𝙨~, esta publicacion esta hecha para dar algunas reglas y aclaraciones, tengo como 40 cuentas y en ninguna tengo uno de estos pero siento la obligación de hacerlo en esta cuenta no se porque (?), creo que es porque Abel se volvio mi favorito jaja. 1- 𝙉𝙊 𝙃𝘼𝙂𝙊 𝙍𝙊𝙇 +18, se perfectamente que Abel es un adulto y que desde que murio seguramente tiene como mas de 200 años; pero vamos, ¿enserio alguien puede imaginar a Abel cogiendo?, porque yo no y tampoco me sentiria comodo en lo mas minimo haciendo eso asi que no. 2- 𝙋𝙐𝘽𝙇𝙄𝘾𝘼𝘾𝙄𝙊𝙉𝙀𝙎 𝙀𝙉 𝙊𝙁𝙁, las publicaciones en off rol seran de Abel dentro del canon de la serie tal y como quedo al final de la segunda temporada, osea sin papá y lider de los exorcistas, y esas publicaciones no se consideraran canon dentro de la cuenta ya que con la usuaria de Adan llevamos las cosas un poco diferentes. 3- 𝙉𝙊 𝙍𝙀𝘾𝙄𝘽𝙊 𝙏𝙀𝙏𝘼𝙎 𝙋𝙀𝙍𝙎𝙊𝙉𝘼𝙅𝙀𝙎, no tengo nada en contra de ellos (o bueno un poco, porque siempre me parecio muy injusto que no pelen a las publis bien trabajadas y con amor por detras y termine recibiendo mas atencion una publi sin alma con una imagen de una personaje desproporcionadamente tetona.) pero pues no siento que me puedan aportar nada ademas de que tampoco me sentiria comodo interactuando como Abel con cuentas asi. 4- 𝘿𝙊𝙔 𝙇𝙊 𝙌𝙐𝙀 𝙍𝙀𝘾𝙄𝘽𝙊, si me das una respuesta de un parrafo, te contesto con un párrafo, si me das una respuesta de una linea, te respondo con una linea, si me das una respuesta de 20 parrafos, voy a hacerme bolita y llorar y luego voy a hacer todo lo que este en mi puto poder para intentar igualar tus 20 parrafos. 5- 𝙐𝙎𝙀𝙍 𝘼𝙈𝙄𝙂𝘼𝘽𝙇𝙀 𝙀𝙉 𝙊𝙁𝙁, si no quieres rol y namas quieres amistar, caele, mis mensajes privados estan abiertos para propuestas de rol o solo para hablar, sin pena sin pena. 6- 𝘼𝙑𝙄𝙎𝘼𝙍 𝙎𝙄 𝙑𝘼𝙎 𝘼 𝘼𝘽𝘼𝙉𝘿𝙊𝙉𝘼𝙍 𝙀𝙇 𝙍𝙊𝙇, porfavor PORFAVOR, si por "x" o "y" razon ya no quieres continuar un roleplay, avisame, yo se que puede dar penita a lo mejor pero porfa, me hacen menos daño avisándome la neta. 7- 𝙇𝙇𝙀𝙑𝙊 𝘼 𝘼𝘽𝙀𝙇 𝙐𝙉 𝙋𝙊𝘾𝙊 𝙈𝘼𝙎 𝙎𝙀𝙉𝙎𝙄𝘽𝙇𝙀 𝘼 𝙇𝙊 𝙈𝙊𝙎𝙏𝙍𝘼𝘿𝙊 𝙀𝙉 𝙇𝘼 𝙎𝙀𝙍𝙄𝙀, esto debido a que al dentro de mi lore no haber pasado todavía por el tremendo desarrollo de personaje de que le mataran al papá y la tremenda domada que le dio a Lute, yo siento que seria liiigeramente más sensible/lloron/infantil. Yyy por ahora eso seria todo, ya vere que mas agrego a medida que avance con la cuenta. 𝙂𝙧𝙖𝙘𝙞𝙖𝙨 𝙥𝙤𝙧 𝙡𝙚𝙚𝙧, 𝙚𝙡 𝙜𝙪𝙖𝙩ó𝙣 𝙙𝙚 𝘼𝙗𝙚𝙡 𝙩𝙚 𝙙𝙚𝙙𝙞𝙘𝙖 𝙪𝙣, 𝙨𝙚 𝙩𝙚 𝙦𝙪𝙞𝙚𝙧𝙚~
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  • Eso ..... sono un poco bobo , aun creas esas cosas ..... sono como una niña pequeña

    -su vos era fria pero amable a vez-

    Eso no existe en la vida real.
    Eso ..... sono un poco bobo , aun creas esas cosas ..... sono como una niña pequeña -su vos era fria pero amable a vez- Eso no existe en la vida real.
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    Tenlo en cuenta al responder.
    Aclaraciones previas a rol:
    (La ficha la haré cuando tenga tiempo)

    -Se aceptan todo tipo de tramas, solo pido reciprocidad.
    -Es un poco difícil describir su personalidad, así que lo mejor es conocerle y ya.
    -El rol puede realizarse en post o en mensaje privado, todo está bien.
    -Aunque no me importa el rol espontáneo e improvisado, me gusta pactar primero ciertas cosas para no dar pie a mal entendidos.
    -Detective de homicidios, es uno de los cargos más altos que puedes tener en el cuerpo de policía.
    Aclaraciones previas a rol: (La ficha la haré cuando tenga tiempo) -Se aceptan todo tipo de tramas, solo pido reciprocidad. -Es un poco difícil describir su personalidad, así que lo mejor es conocerle y ya. -El rol puede realizarse en post o en mensaje privado, todo está bien. -Aunque no me importa el rol espontáneo e improvisado, me gusta pactar primero ciertas cosas para no dar pie a mal entendidos. -Detective de homicidios, es uno de los cargos más altos que puedes tener en el cuerpo de policía.
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  • ~Escena con Daozhang Xiao Xingchen ~

    "¿Alguien tiene un DeLorean?"

    Abrió los ojos lentamente solo para percatarse de que no reconocía dónde estaba. ¿Qué era todo eso? ¿Qué había pasado? Lo último que recordaba era meterse en su cama a dormir y entonces... ¿Qué hacía en mitad de un bosque? Y... ¿Por qué llevaba aquellas ropas? ¿Un yukata? No estaba entendiendo nada.
    Se incorporó, pues estaba tumbado sobre un lecho de flores. Se puso en pie y miró a su alrededor. No reconocí aquel lugar. ¿Cuándo llegó allí y por qué llevaba aquellas ropas que no eran suyas?

    Demasiados sinsentidos.

    Necesitaba regresar a casa, pero... ¿Por dónde debía ir?
    Caminaría sin más, dejándose llevar por su habitual buena orientación, pensó que así lograría regresar. Pero lo cierto era que no. Sus pasos le llevaron hasta lo que parecía una ¿aldea? ¿A caso se había colado en el set de rodaje de una película ambientada en la época Edo? Pero todo parecía tan realista, incluso había gente que juraría vivían allí. Pero eso no era posible, ¿no?

    Para su sorpresa y desgracia sí, era posible. La gente hablaba un dialecto japonés que le costaba un poco entender en ocasiones, a demás de que le observaban con una mezcla de admiración y temor. ¿Era debido a su apariencia? Desde luego llamaba la atención. Pasó varios días y noches tratando de descubrir qué había pasado, solo para tener que admitir la cruda realidad... Había viajado en el tiempo. ¿Cómo? No tenía ni idea, pero así era. ¿Qué iba a ser de él? ¿Cómo iba a sobrevivir allí? Es más, la caza de lobos parecía a la orden del día, se sentía como un mal chiste.

    El tiempo siguió pasando, sobreviviendo de cazar algún animal en el bosque, de esconderse en cuevas, conseguir dinero que robaba a borrachos para así poder comprar algunas cosas o costearse unas copas en lugares de mala muerte. Alguna vez trataron de capturarlo para venderlo en el barrio rojo, otras le intentaban caza acusándolo de ser un yokai, etc. La vida no era para nada sencilla.
    De alguna u otra forma, necesitó huir de allí desesperadamente pues, por lo visto, algunos aldeanos se enteraron de su verdadera naturaleza y los problemas no hicieron más que aumentar. Sin comerlo ni beberlo acabó en un barco que zarpaba a vete a saber dónde. ¿Es que no podía vivir tranquilo?

    Se mantuvo escondido en las bodegas como pudo, un polizón, cosa que no fue tarea fácil.

    Finalmente llegaron a tierra, el destino de la mercancía entre otros asuntos turbios que parecían tener entre manos los tripulantes.
    ¿Dónde estaba ene se momento? Ya no tenía ni idea y llegados ese punto, tampoco creyó que importase demasiado. Logró salir del navío sin ser descubierto y cuando al fin pudo vagar por las calles no tardó mucho en reconocer un poco del dialecto, así como arquitectura.
    China.

    Genial, ¿qué se supone que iba a hacer él por su cuenta en China? Y más aún en aquella época. Listo, estaba jodido. Muy jodido. Solo le quedaba asumirlo.
    Buscó lugares que tuvieran frondosos bosques cercanos, lugares donde pudiera usar su apariencia de lobo con tranquilidad, así como, de vez en cuando y si era necesario, cazar algún pequeño animal para alimentarse. Nunca mataba más de la cuenta, no le traía placer alguno la caza en sí, pero no tenía más opciones para conseguir alimento sustancioso dada la situación.
    En ocasiones bajaba a los pueblos, intentando memorizar cada lugar, moverse ágil por las calles, quizá conseguir un poco de dinero y con este, alcohol para embriagarse. Con el paso del tiempo también lograba aprender un poco más del idioma, aunque lo hablaba peor que un niño pequeño pero se hacía entender.

    A pesar de seguir atrapado en lo que creía una broma de mal gusto o una maldición sin sentido, las cosas no iban del todo mal. Estaba preocupado por su madre, sí, así como muchos otros asuntos sin resolver... Pero sobrevivía bastante bien.

    Al menos hasta que un suceso extraño azotó los pueblos y los bosques. Algo que, sin duda y dada su mala suerte habitual, le salpicaría...
    ~Escena con [Daozhang_XiaoXingchen] ~ "¿Alguien tiene un DeLorean?" Abrió los ojos lentamente solo para percatarse de que no reconocía dónde estaba. ¿Qué era todo eso? ¿Qué había pasado? Lo último que recordaba era meterse en su cama a dormir y entonces... ¿Qué hacía en mitad de un bosque? Y... ¿Por qué llevaba aquellas ropas? ¿Un yukata? No estaba entendiendo nada. Se incorporó, pues estaba tumbado sobre un lecho de flores. Se puso en pie y miró a su alrededor. No reconocí aquel lugar. ¿Cuándo llegó allí y por qué llevaba aquellas ropas que no eran suyas? Demasiados sinsentidos. Necesitaba regresar a casa, pero... ¿Por dónde debía ir? Caminaría sin más, dejándose llevar por su habitual buena orientación, pensó que así lograría regresar. Pero lo cierto era que no. Sus pasos le llevaron hasta lo que parecía una ¿aldea? ¿A caso se había colado en el set de rodaje de una película ambientada en la época Edo? Pero todo parecía tan realista, incluso había gente que juraría vivían allí. Pero eso no era posible, ¿no? Para su sorpresa y desgracia sí, era posible. La gente hablaba un dialecto japonés que le costaba un poco entender en ocasiones, a demás de que le observaban con una mezcla de admiración y temor. ¿Era debido a su apariencia? Desde luego llamaba la atención. Pasó varios días y noches tratando de descubrir qué había pasado, solo para tener que admitir la cruda realidad... Había viajado en el tiempo. ¿Cómo? No tenía ni idea, pero así era. ¿Qué iba a ser de él? ¿Cómo iba a sobrevivir allí? Es más, la caza de lobos parecía a la orden del día, se sentía como un mal chiste. El tiempo siguió pasando, sobreviviendo de cazar algún animal en el bosque, de esconderse en cuevas, conseguir dinero que robaba a borrachos para así poder comprar algunas cosas o costearse unas copas en lugares de mala muerte. Alguna vez trataron de capturarlo para venderlo en el barrio rojo, otras le intentaban caza acusándolo de ser un yokai, etc. La vida no era para nada sencilla. De alguna u otra forma, necesitó huir de allí desesperadamente pues, por lo visto, algunos aldeanos se enteraron de su verdadera naturaleza y los problemas no hicieron más que aumentar. Sin comerlo ni beberlo acabó en un barco que zarpaba a vete a saber dónde. ¿Es que no podía vivir tranquilo? Se mantuvo escondido en las bodegas como pudo, un polizón, cosa que no fue tarea fácil. Finalmente llegaron a tierra, el destino de la mercancía entre otros asuntos turbios que parecían tener entre manos los tripulantes. ¿Dónde estaba ene se momento? Ya no tenía ni idea y llegados ese punto, tampoco creyó que importase demasiado. Logró salir del navío sin ser descubierto y cuando al fin pudo vagar por las calles no tardó mucho en reconocer un poco del dialecto, así como arquitectura. China. Genial, ¿qué se supone que iba a hacer él por su cuenta en China? Y más aún en aquella época. Listo, estaba jodido. Muy jodido. Solo le quedaba asumirlo. Buscó lugares que tuvieran frondosos bosques cercanos, lugares donde pudiera usar su apariencia de lobo con tranquilidad, así como, de vez en cuando y si era necesario, cazar algún pequeño animal para alimentarse. Nunca mataba más de la cuenta, no le traía placer alguno la caza en sí, pero no tenía más opciones para conseguir alimento sustancioso dada la situación. En ocasiones bajaba a los pueblos, intentando memorizar cada lugar, moverse ágil por las calles, quizá conseguir un poco de dinero y con este, alcohol para embriagarse. Con el paso del tiempo también lograba aprender un poco más del idioma, aunque lo hablaba peor que un niño pequeño pero se hacía entender. A pesar de seguir atrapado en lo que creía una broma de mal gusto o una maldición sin sentido, las cosas no iban del todo mal. Estaba preocupado por su madre, sí, así como muchos otros asuntos sin resolver... Pero sobrevivía bastante bien. Al menos hasta que un suceso extraño azotó los pueblos y los bosques. Algo que, sin duda y dada su mala suerte habitual, le salpicaría...
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  • Bebida navideña para dos
    Fandom Harry Potter
    Categoría Slice of Life
    w/ 𝐉𝐚𝐦𝐞𝐬 𝐒𝐢𝐫𝐢𝐮𝐬 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫

    Alice había estaba en el Ministerio, con toda la calma. No es que supiera que James salía a esa hora de su trabajo, por supuesto que no... Ciertamente, eso no le había llevado allí. Su hermano le había llevado al Ministerio, o al menos, la creencia de que este se encontraría allí, sólo para encontrarse que había salido antes y ya tenía planes.

    De modo que Alice esperó a su segunda opción.

    —James, el hombre que estaba esperando. ¿Tienes planes?

    De cierta manera, Alice deseaba haber tenido esa confianza para ir a pedirle salir a James cuando estaban en Hogwarts, y no ahora que se había decidido a olvidarse de él... Pero las cosas no eran tan sencillas como estaba viendo.
    w/ [jamespweas1ey] Alice había estaba en el Ministerio, con toda la calma. No es que supiera que James salía a esa hora de su trabajo, por supuesto que no... Ciertamente, eso no le había llevado allí. Su hermano le había llevado al Ministerio, o al menos, la creencia de que este se encontraría allí, sólo para encontrarse que había salido antes y ya tenía planes. De modo que Alice esperó a su segunda opción. —James, el hombre que estaba esperando. ¿Tienes planes? De cierta manera, Alice deseaba haber tenido esa confianza para ir a pedirle salir a James cuando estaban en Hogwarts, y no ahora que se había decidido a olvidarse de él... Pero las cosas no eran tan sencillas como estaba viendo.
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