• 𝒯𝒽𝑒 ℬ𝑒𝑔𝒾𝓃𝓃𝒾𝓃𝑔 𝑜𝒻 𝓉𝒽𝑒 ℰ𝓃𝒹: 𝒞𝑜𝓊𝓃𝒸𝒾𝓁
    Fandom N/A
    Categoría Suspenso
    ** El lugar... ¿Realmente importaba?
    Algún lugar de Europa Oriental, allá donde las más grandes leyendas de horror surgieron y cobraron fuerza con el pasar de las décadas.

    Imbuidos bajo la protección de un manto que les separaba del "mundo real", mejor llamado entre los Inmortales: "Reino de Sombras". Creado a partir de un poder considerado divino para los simples mortales e ignorantes de la materia. Un mundo que cuya existencia es ignorada por el resto de la humanidad y la vida moderna. Un mundo establecido sobre la tangente de la realidad, sujeto a sus propias leyes de espacio tiempo, pero conectados únicamente por un simple punto.

    La puerta se abrió en un pesado sonido que se dispersó en el eco que se producía en aquel gran salón. Una mesa redonda y oscura, rodeada de algunos asientos, se hallaba en el centro de dicho salón, iluminado no solo por el gran candelabro que colgaba sobre la mesa, sino también por la luz que atravesaba el ventanal para dispersar la penumbra que contrastaba ligeramente de las afueras, pues tenues ruidos desconocidos, pero perceptibles eran audibles. ¿Quién sabe la clase de horrores uno podría hallarse si se aventurase al exterior? Tan solo Rubí y el mismo Dr. Dee sabían la clase de criaturas rondando las afueras de dicho castillo.

    Dee sería el primero en cruzar la puerta. Se mostraba seguro de sí mismo, con el mismo porte de un rey llegando a sus dominios, dispuesto a lo que sea por cumplir con sus más oscuros deseos. Y, al igual que un rey, el atuendo no era algo que podía faltar ya que nunca dejaba de lucir tan pulcro y ordenado. Vistiendo un elegante traje satinado negro, con algunas delgadas líneas marrón en vertical, donde la corbata y zapatos hicieron juego, y la camisa era lo único blanco que lucía. Por otra parte, llevaba aquel abrigo sobrepuesto en sus hombros. Ni siquiera su dorada cabellera era algo que había dejado libre, pues aunque atado en una cinta detrás de la nuca, no dejaba ni un solo mechón libre.

    Avanzó, su imperturbable mirada se mantuvo en aquella mesa a la que estaba por tomar asiento. Mientras tanto, un grupo le seguía: su escolta personal. Aquel joven pelirrojo, el primero de sus creaciones y quien fungia de mayordomo y asistente personal: Arthur Dee; por otra parte, a su izquierda avanzaba una rubia mujer de buen físico, algo mayor en comparación con el chico anterior: Katherine Dee. Y a sus espaldas, una criatura de abundante pelaje y prminente altura, caminando igual a como lo hacía una persona normal; creación de su amada y sanguinaria aliada Rubí, mismo al que llamó "Havoc".

    Continuó su avance hasta que, finalmente, alcanzó la silla y se dispuso a descansar en la misma silla que parecía ser quien encabezaría dicha reunión.

    — Arthur, en cuanto los demás lleguen, no se demoren en absurdas formalidades... sólo hazlos pasar. —

    Indicó al homúnculo en voz firme y autoritaria, totalmente decidido a comenzar con lo que años atrás se había propuesto. **

    𝓔𝓵𝓲𝔃𝓪𝓫𝓮𝓽𝓱 𝓡𝓾𝓫𝔂 , 𝕬𝖗𝖙𝖍𝖚𝖗 𝕯𝖊𝖊 ⚙️, Sir Marquis Thornvale, Ⲧⲹⳕⳑⲁⲥⲁⲧⲹⳕⲛ , 𝕵𝖆𝖈𝖐 𝕿𝖍𝖊 𝕽𝖎𝖕𝖕𝖊𝖗 , [The.Hellhound],
    ** El lugar... ¿Realmente importaba? Algún lugar de Europa Oriental, allá donde las más grandes leyendas de horror surgieron y cobraron fuerza con el pasar de las décadas. Imbuidos bajo la protección de un manto que les separaba del "mundo real", mejor llamado entre los Inmortales: "Reino de Sombras". Creado a partir de un poder considerado divino para los simples mortales e ignorantes de la materia. Un mundo que cuya existencia es ignorada por el resto de la humanidad y la vida moderna. Un mundo establecido sobre la tangente de la realidad, sujeto a sus propias leyes de espacio tiempo, pero conectados únicamente por un simple punto. La puerta se abrió en un pesado sonido que se dispersó en el eco que se producía en aquel gran salón. Una mesa redonda y oscura, rodeada de algunos asientos, se hallaba en el centro de dicho salón, iluminado no solo por el gran candelabro que colgaba sobre la mesa, sino también por la luz que atravesaba el ventanal para dispersar la penumbra que contrastaba ligeramente de las afueras, pues tenues ruidos desconocidos, pero perceptibles eran audibles. ¿Quién sabe la clase de horrores uno podría hallarse si se aventurase al exterior? Tan solo Rubí y el mismo Dr. Dee sabían la clase de criaturas rondando las afueras de dicho castillo. Dee sería el primero en cruzar la puerta. Se mostraba seguro de sí mismo, con el mismo porte de un rey llegando a sus dominios, dispuesto a lo que sea por cumplir con sus más oscuros deseos. Y, al igual que un rey, el atuendo no era algo que podía faltar ya que nunca dejaba de lucir tan pulcro y ordenado. Vistiendo un elegante traje satinado negro, con algunas delgadas líneas marrón en vertical, donde la corbata y zapatos hicieron juego, y la camisa era lo único blanco que lucía. Por otra parte, llevaba aquel abrigo sobrepuesto en sus hombros. Ni siquiera su dorada cabellera era algo que había dejado libre, pues aunque atado en una cinta detrás de la nuca, no dejaba ni un solo mechón libre. Avanzó, su imperturbable mirada se mantuvo en aquella mesa a la que estaba por tomar asiento. Mientras tanto, un grupo le seguía: su escolta personal. Aquel joven pelirrojo, el primero de sus creaciones y quien fungia de mayordomo y asistente personal: Arthur Dee; por otra parte, a su izquierda avanzaba una rubia mujer de buen físico, algo mayor en comparación con el chico anterior: Katherine Dee. Y a sus espaldas, una criatura de abundante pelaje y prminente altura, caminando igual a como lo hacía una persona normal; creación de su amada y sanguinaria aliada Rubí, mismo al que llamó "Havoc". Continuó su avance hasta que, finalmente, alcanzó la silla y se dispuso a descansar en la misma silla que parecía ser quien encabezaría dicha reunión. — Arthur, en cuanto los demás lleguen, no se demoren en absurdas formalidades... sólo hazlos pasar. — Indicó al homúnculo en voz firme y autoritaria, totalmente decidido a comenzar con lo que años atrás se había propuesto. ** [H0mmunculi], [cosmic_jade_rat_258], [Pumpkin_Man], [W1ld_hunter], [Fr0m_H3ll], [The.Hellhound],
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  • La diosa que olvidó su libertad
    Parte 2

    El reloj del local marcaba las 5:41 de la tarde cuando Hestia cruzó la puerta. La pequeña tienda olía a cuero envejecido, metal oxidado y notas suaves de incienso barato. La diosa avanzó con una gracia serena, como si flotara. Sus ojos dorados recorrían con curiosidad cada estante: guitarras colgadas como espadas sagradas, chaquetas con parches de bandas, botas negras de cuero apiladas como si fueran armaduras, camisetas con calaveras y símbolos extraños. Todo era nuevo. Todo tenía alma.

    El único sonido en el local era el murmullo tenue de una canción eléctrica que brotaba de unos audífonos conectados a un viejo reproductor portátil.

    Detrás del mostrador, una chica con cabello rebelde y mirada soñadora movía ligeramente la cabeza al ritmo de la música. Tenía puestos unos audífonos grandes, y con una uña pintada de negro pasaba canciones en la vieja interfaz.

    Hestia se detuvo frente a ella y la observó en silencio unos segundos, con una expresión de intriga genuina. Entonces, con voz suave, casi como un susurro sagrado, preguntó:

    —Escuché el sonido de ese artefacto que llevas en los oídos… ¿qué es?

    Patricia levantó la mirada de golpe, algo sorprendida por la voz repentina. Se quitó los audífonos y los dejó colgando de su cuello.

    —¿Eh? ¿Esto? —dijo señalando los audífonos—. Son… audífonos. Estoy escuchando música.

    Hestia ladeó un poco la cabeza, fascinada.
    —Música? Nunca había escuchado musica así, suena tan lleno de energía, se oye como si los relámpagos tuvieran emociones y formaran una sinfonía

    Patricia rió con suavidad, divertida por la comparación.
    —Bueno… es rock combinado con metal, te gusta?, nunca habías oído estos géneros de música ?-

    Hestia asintió lentamente, como si probara un vino nuevo.
    —escuche esto...logré escuchar esto desde muy lejos , por eso estoy aquí, ...estoy ...intrigada

    Patricia abrió un poco más los ojos, sorprendida , al ver de cerca a la misteriosa mujer pelirroja se ds cuenta que es muy hermosa y , se ve tan joven, la niña encargada cree que esa mujer pelirroja no debe ser más de tres años mayor ..

    La pelirroja observó los altavoces de la tienda, los discos, los carteles gastados. Su mirada se detenía un instante en cada símbolo, como si reconociera algo perdido hace milenios.

    —¿Esta tienda es tu templo? —preguntó la diosa con inocencia serena.

    Patricia rió de nuevo.
    —¿Templo? Nah, es solo mi trabajo. Aunque… sí, me gusta pensarlo así. Un templo para los que aman la música de verdad. Aquí vendemos ropa, vinilos, guitarras, pósters, todo lo que un verdadero rockero necesita.

    Hestia: - lo que un rockero necesita ?...que es un rockero ?...una especie de guerrero?, un hechicero?, no comprendo este lugar ...todo es tan intrigante ...

    * La diosa pregunta eso mientras mira alrededor, dando a entender que se refiere a todo en la tienda, la niña entendió que esa mujer no conoce nada de el rock, y además siente algo extraño...esa mujer pelirroja emite una presencia de paz enorme, es inexplicable pero su cercanía es tan agradable , que le inspiro confianza casi al instante *

    Patricia: - el rock es una filosofía...una manera de vivir , un código de honor, y si...es para guerreros, auténticos guerreros , y tiene magia...., ven ...siéntate aquí...te mostraré ...-

    *Como si ya la conociera de siempre Patricia invito a la hermosa pelirroja a sentarse teas el mostrador, donde ella estaba, ahí frente al amplio monitor de la computadora , Patricia le desconecto los audífonos para que la música y vídeos que va a mostrarle se escuche en toda la tienda, y comenzó a mostrarle un vídeo tras otro, entre las canciones la niña explicaba filosofías y contaba historias y leyendas, la pelirroja pone atención total, le asombra que una humana tan joven posea ese nivel de sabiduría , la diosa sospecha que la niña es discípula de algún hechicero....hestia solo lo sospecha en su mente, pero nunca le pregunta la niña quien es su maestro , prefiere preguntar más sobre lo que la niña le está enseñando, es demasiado interesante como para desviar el tema; momentos después la niña preparo café...una aromática bebida caliente y oscura donde el sabor dulce y amargo hacen un misterioso equilibrio ...en ese punto...para la diosa y para la niña el tiempo dejo de tener sentido, la niña se llevó de la mano a la diosa explorando el mundo de el rock ...*

    (Continuará ...)
    La diosa que olvidó su libertad Parte 2 El reloj del local marcaba las 5:41 de la tarde cuando Hestia cruzó la puerta. La pequeña tienda olía a cuero envejecido, metal oxidado y notas suaves de incienso barato. La diosa avanzó con una gracia serena, como si flotara. Sus ojos dorados recorrían con curiosidad cada estante: guitarras colgadas como espadas sagradas, chaquetas con parches de bandas, botas negras de cuero apiladas como si fueran armaduras, camisetas con calaveras y símbolos extraños. Todo era nuevo. Todo tenía alma. El único sonido en el local era el murmullo tenue de una canción eléctrica que brotaba de unos audífonos conectados a un viejo reproductor portátil. Detrás del mostrador, una chica con cabello rebelde y mirada soñadora movía ligeramente la cabeza al ritmo de la música. Tenía puestos unos audífonos grandes, y con una uña pintada de negro pasaba canciones en la vieja interfaz. Hestia se detuvo frente a ella y la observó en silencio unos segundos, con una expresión de intriga genuina. Entonces, con voz suave, casi como un susurro sagrado, preguntó: —Escuché el sonido de ese artefacto que llevas en los oídos… ¿qué es? Patricia levantó la mirada de golpe, algo sorprendida por la voz repentina. Se quitó los audífonos y los dejó colgando de su cuello. —¿Eh? ¿Esto? —dijo señalando los audífonos—. Son… audífonos. Estoy escuchando música. Hestia ladeó un poco la cabeza, fascinada. —Música? Nunca había escuchado musica así, suena tan lleno de energía, se oye como si los relámpagos tuvieran emociones y formaran una sinfonía Patricia rió con suavidad, divertida por la comparación. —Bueno… es rock combinado con metal, te gusta?, nunca habías oído estos géneros de música ?- Hestia asintió lentamente, como si probara un vino nuevo. —escuche esto...logré escuchar esto desde muy lejos , por eso estoy aquí, ...estoy ...intrigada Patricia abrió un poco más los ojos, sorprendida , al ver de cerca a la misteriosa mujer pelirroja se ds cuenta que es muy hermosa y , se ve tan joven, la niña encargada cree que esa mujer pelirroja no debe ser más de tres años mayor .. La pelirroja observó los altavoces de la tienda, los discos, los carteles gastados. Su mirada se detenía un instante en cada símbolo, como si reconociera algo perdido hace milenios. —¿Esta tienda es tu templo? —preguntó la diosa con inocencia serena. Patricia rió de nuevo. —¿Templo? Nah, es solo mi trabajo. Aunque… sí, me gusta pensarlo así. Un templo para los que aman la música de verdad. Aquí vendemos ropa, vinilos, guitarras, pósters, todo lo que un verdadero rockero necesita. Hestia: - lo que un rockero necesita ?...que es un rockero ?...una especie de guerrero?, un hechicero?, no comprendo este lugar ...todo es tan intrigante ... * La diosa pregunta eso mientras mira alrededor, dando a entender que se refiere a todo en la tienda, la niña entendió que esa mujer no conoce nada de el rock, y además siente algo extraño...esa mujer pelirroja emite una presencia de paz enorme, es inexplicable pero su cercanía es tan agradable , que le inspiro confianza casi al instante * Patricia: - el rock es una filosofía...una manera de vivir , un código de honor, y si...es para guerreros, auténticos guerreros , y tiene magia...., ven ...siéntate aquí...te mostraré ...- *Como si ya la conociera de siempre Patricia invito a la hermosa pelirroja a sentarse teas el mostrador, donde ella estaba, ahí frente al amplio monitor de la computadora , Patricia le desconecto los audífonos para que la música y vídeos que va a mostrarle se escuche en toda la tienda, y comenzó a mostrarle un vídeo tras otro, entre las canciones la niña explicaba filosofías y contaba historias y leyendas, la pelirroja pone atención total, le asombra que una humana tan joven posea ese nivel de sabiduría , la diosa sospecha que la niña es discípula de algún hechicero....hestia solo lo sospecha en su mente, pero nunca le pregunta la niña quien es su maestro , prefiere preguntar más sobre lo que la niña le está enseñando, es demasiado interesante como para desviar el tema; momentos después la niña preparo café...una aromática bebida caliente y oscura donde el sabor dulce y amargo hacen un misterioso equilibrio ...en ese punto...para la diosa y para la niña el tiempo dejo de tener sentido, la niña se llevó de la mano a la diosa explorando el mundo de el rock ...* (Continuará ...)
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  • *Para apaciguar mi estado de ánimo empecé a tocar el violín a su vez mi padre [legend_crimson_rabbit_440]me acompaño con el piano no dije nada seguí tocando hasta llegar a un punto en que ambos estuviéramos conectados *



    https://youtu.be/G-KSTWO5ir0?si=B1QgjuVbmF4d6sBi
    *Para apaciguar mi estado de ánimo empecé a tocar el violín a su vez mi padre [legend_crimson_rabbit_440]me acompaño con el piano no dije nada seguí tocando hasta llegar a un punto en que ambos estuviéramos conectados * https://youtu.be/G-KSTWO5ir0?si=B1QgjuVbmF4d6sBi
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    𝗜𝗻𝘀𝘁𝗮𝗴𝗿𝗮𝗺 𝗣𝗼𝘀𝘁 @ ThxTurner

    Nuestros destinos siempre han estado conectados 𝐆𝐑𝐀𝐘𝐒𝐎𝐍 𝐀𝐑𝐆𝐄𝐍𝐓

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    𝗜𝗻𝘀𝘁𝗮𝗴𝗿𝗮𝗺 𝗣𝗼𝘀𝘁 @ ThxTurner Nuestros destinos siempre han estado conectados [ThxArgent91] ‍────────────────── ︎≡ ↴ ⌂ ⌕ ⊞ ♡
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  • El palacio de Hades se alzaba en silencio, envuelto por la oscuridad del inframundo, como una fortaleza impenetrable construida en la roca misma del abismo. Las paredes de piedra negra reflejaban apenas una luz tenue, filtrada por las antorchas que ardían sin cesar, dando una suave luminosidad al espacio. Los pasillos eran largos y fríos, y aunque en cada rincón habitaba la quietud, una presencia inconfundible recorría el aire. La figura de Perséfone, la Reina del Inframundo, caminaba en solitario por el vasto salón, su figura elegante y serena contrastando con la dureza de las sombras a su alrededor.

    El palacio, que antes le resultaba ajeno, ahora era su hogar, un lugar que había llegado a conocer profundamente. A pesar de que el eco de su llegada había sido marcado por el rapto y el dolor de su separación, con el paso del tiempo había encontrado en ese reino de sombras un propósito. El lugar ahora resonaba con su presencia, como si cada rincón hubiera sido testigo de su transformación. Su hijo, Zagreus, ya no era un niño. Había crecido, forjado en las luchas y desafíos del inframundo, un hombre que, aunque nacido en este reino de muerte, representaba la esperanza de una vida nueva. Su existencia, como la de Perséfone, era un puente entre dos mundos.

    Hoy, ella se encontraba de nuevo en uno de esos momentos de reflexión, sentada cerca del umbral de la gran sala del trono, mirando hacia el vacío, donde las sombras parecían no tener fin. La presencia de Zagreus, aunque no visible, siempre estaba con ella, en sus pensamientos, en el eco de cada paso que daba. No era necesario que él estuviera presente para sentir su conexión; el lazo que los unía era más allá de lo físico, más allá de lo que las palabras podían explicar.

    Así, en este refugio de sombras, en este palacio que ya era suyo tanto como lo había sido del mismísimo Hades, Perséfone pensaba en su hijo. En su destino. En la vida que había nacido en un lugar tan oscuro, pero que siempre llevaría en sí la luz de la primavera. Y mientras las sombras del palacio danzaban al ritmo de la brisa fría, la Reina del Inframundo sentía que su corazón, aunque atrapado en este reino de muerte, seguía latiendo con la promesa eterna de vida.

    —Zagreus... —susurró, como si su nombre fuera un hechizo, un susurro que viajaba entre las paredes del palacio, hacia dondequiera que él estuviera—. Hoy, más que nunca, siento que estamos conectados. Y aunque tú no puedas oírme, te hablo, hijo mío.

    El aire a su alrededor se espesó con las palabras que siguieron, una historia que era suya y de él, una historia tejida entre las sombras y la luz, una historia de amor que ni el inframundo podría borrar.


    Zᴀɢʀᴇᴜs
    El palacio de Hades se alzaba en silencio, envuelto por la oscuridad del inframundo, como una fortaleza impenetrable construida en la roca misma del abismo. Las paredes de piedra negra reflejaban apenas una luz tenue, filtrada por las antorchas que ardían sin cesar, dando una suave luminosidad al espacio. Los pasillos eran largos y fríos, y aunque en cada rincón habitaba la quietud, una presencia inconfundible recorría el aire. La figura de Perséfone, la Reina del Inframundo, caminaba en solitario por el vasto salón, su figura elegante y serena contrastando con la dureza de las sombras a su alrededor. El palacio, que antes le resultaba ajeno, ahora era su hogar, un lugar que había llegado a conocer profundamente. A pesar de que el eco de su llegada había sido marcado por el rapto y el dolor de su separación, con el paso del tiempo había encontrado en ese reino de sombras un propósito. El lugar ahora resonaba con su presencia, como si cada rincón hubiera sido testigo de su transformación. Su hijo, Zagreus, ya no era un niño. Había crecido, forjado en las luchas y desafíos del inframundo, un hombre que, aunque nacido en este reino de muerte, representaba la esperanza de una vida nueva. Su existencia, como la de Perséfone, era un puente entre dos mundos. Hoy, ella se encontraba de nuevo en uno de esos momentos de reflexión, sentada cerca del umbral de la gran sala del trono, mirando hacia el vacío, donde las sombras parecían no tener fin. La presencia de Zagreus, aunque no visible, siempre estaba con ella, en sus pensamientos, en el eco de cada paso que daba. No era necesario que él estuviera presente para sentir su conexión; el lazo que los unía era más allá de lo físico, más allá de lo que las palabras podían explicar. Así, en este refugio de sombras, en este palacio que ya era suyo tanto como lo había sido del mismísimo Hades, Perséfone pensaba en su hijo. En su destino. En la vida que había nacido en un lugar tan oscuro, pero que siempre llevaría en sí la luz de la primavera. Y mientras las sombras del palacio danzaban al ritmo de la brisa fría, la Reina del Inframundo sentía que su corazón, aunque atrapado en este reino de muerte, seguía latiendo con la promesa eterna de vida. —Zagreus... —susurró, como si su nombre fuera un hechizo, un susurro que viajaba entre las paredes del palacio, hacia dondequiera que él estuviera—. Hoy, más que nunca, siento que estamos conectados. Y aunque tú no puedas oírme, te hablo, hijo mío. El aire a su alrededor se espesó con las palabras que siguieron, una historia que era suya y de él, una historia tejida entre las sombras y la luz, una historia de amor que ni el inframundo podría borrar. [InferZ96]
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  • -en el bajo mundo donde todo los infiernos están conectados aparesco en forma de sombra los presentes odservaban divertidos que un visitante después de .mucho tiempo piso esas tierras cuando deje de caminar en un chasquido de mis dedos mis sombras se ponen en pocicion teniendo un instrumento cada uno seguía drogado no sabía dónde estaba Pero tenía la nesesidad de expulsar está sensación de mi cuerpo me sentía hanbriento le doy la señal a mis sombras enpesando para que empiecen a tocar y con mi amplia sonrisa ante los espectadores comencé a cantar atrayendolos mis sombras sonreían también al saborear el festín que se darán mientras coreaban mientras cantaba -

    https://youtu.be/VKXYRbd-XjI?si=VxrtYQjlCrK-uC0R
    -en el bajo mundo donde todo los infiernos están conectados aparesco en forma de sombra los presentes odservaban divertidos que un visitante después de .mucho tiempo piso esas tierras cuando deje de caminar en un chasquido de mis dedos mis sombras se ponen en pocicion teniendo un instrumento cada uno seguía drogado no sabía dónde estaba Pero tenía la nesesidad de expulsar está sensación de mi cuerpo me sentía hanbriento le doy la señal a mis sombras enpesando para que empiecen a tocar y con mi amplia sonrisa ante los espectadores comencé a cantar atrayendolos mis sombras sonreían también al saborear el festín que se darán mientras coreaban mientras cantaba - https://youtu.be/VKXYRbd-XjI?si=VxrtYQjlCrK-uC0R
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  • Mmmmm tengo ganas de hacer algo pero no se que es ellos no están conectados me estoy aburriendo y cuando me aburro me pongo creativo mmm esperaré un poco más a ver qué encuentro
    Mmmmm tengo ganas de hacer algo pero no se que es ellos no están conectados me estoy aburriendo y cuando me aburro me pongo creativo mmm esperaré un poco más a ver qué encuentro
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  • //Esto es larguito, pero también tendréis un poco más de contexto de la trama de Dante. Espero que os guste.

    Cualquiera pensaría que los seres de la noche no requieren de sueño, un error muy común. Tal vez no necesiten tantas horas en brazos de Morfeo como lo haría un simple mortal, pero lo cierto es que sí necesitaban dormir.
    Por desgracia ese placer parecía estarle vetado a Dante. Cada vez que cerraba los ojos para descansar ni que fueran unos minutos, esa asfixiante sombra volvía a torturarlo. Visiones. Imágenes de un futuro que no sabía cuándo llegaría, tan solo que sin lugar a dudas iba a ocurrir. Llevaba así casi toda su vida y se había vuelto una parte más de su rutina, lidiar con las visiones de la que sería su muerte, una bastante desagradable cabía destacar.

    Cada miembro de la estirpe poseía sus propias capacidades, a demás de las habituales en ellos, y esta era la de Dante, heredada de su madre. Pues sí la madre de él fue una compañera de sangre. ¿Qué son los compañeros de sangre? Os estaréis preguntando. Hombres y mujeres humanos, que curiosamente contaban con alguna extraña peculiaridad o capacidad, que nacieron destinados a unirse con algún vampiro y no estamos hablando de un simple emparejamiento, va mucho más allá. Esa unión empieza a forjarse cuando el vampiro toma la sangre del compañero/a, los siguientes pasos serían la unión de sus cuerpos y darle de su sangre al humano.
    Ambos seres quedarían conectados de una forma que transciende al conocimiento humano, capaces de sentir las emociones del otro, su dolor físico, sus pensamientos, sus deseos, de percibir dónde está... La incapacidad de vivir el uno sin el otro, una devoción tan pura y profunda que no podría existir nada con qué compararlo.
    Tras esa unión, la facultad especial de dicho humano se expandiría hasta dar lugar a todo su potencial y viviría eternamente mientras siguiera consumiendo la sangre del vampiro. Así mismo el vampiro solo podría consumir la sangre de su compañero/a.

    Cabe mencionar que dichos compañeros/as de sangre, portan una pequeñísima marca de nacimiento que puede estar alojada en cualquier parte del cuerpo, una luna menguante tumbada, en forma de cuenco, con una pequeña gota entrando en ella. De un color rojizo.

    Cuando los involucrados en esas uniones tienen descendencia, esos hijos adquieren los poderes de su progenitor humano a parte de los básicos en la naturaleza del vampiro. Es la única forma de traer descendencia de la estirpe, pues entre ellos no pueden procrear.

    La madre de Dante siempre tuvo visiones de su propia muerte y parecía tenerlo perfectamente asimilado, pero jamás le mencionó a padre o hijo qué vio en estas.

    Seguramente os preguntéis, ¿y que pasa si uno de los involucrados en la unión fallece? Los padres de este joven guerrero fueron un claro ejemplo.
    El padre, siendo guerrero antes que él, falleció en combate contra una horda de vampiros enloquecidos por la lujuria de sangre, no supieron nunca los detalles concretos pero en el mismo instante que falleció, la madre lo supo pues algo dentro de ella se rompió. ¿Murió la mujer? No, cuando uno de ambos fallece el otro puede seguir viviendo incluso podría volver a emparejarse si así lo quisiera. ¿Dónde está el truco o el problema entonces? En que jamás quieren volver a enlazarse a nadie, el vacío que les crea es tan profundo y doloroso como si le hubieran arrancado el corazón dejándolos muertos en vida. La existencia en si deja de tener sentido y cualquier atisbo de felicidad les abandona para siempre.
    La madre de Dante cayó en una gran depresión y, al ser una compañera de sangre, no vampira, y no poder seguir consumiendo la sangre de su compañero, poco a poco iría envejeciendo hasta morir. Y así fue, físicamente hablando murió por vejez y enfermedad pero... Dante vio la muerte en los ojos de su madre el mismo día que su padre falleció.

    No. No podía permitir que nadie se enlazase jamás a él. Pues a parte del hecho de que la idea no era de su agrado, sentirse un perro atado con una correa en corto, o así lo percibía él, tampoco le simpatizaba pensar que si lo hacía, su compañero/a algún día pasaría por lo mismo que su madre. Pues estaba seguro de ello ya que tenía siempre la misma visión sobre su muerte atormentándolo.
    //Esto es larguito, pero también tendréis un poco más de contexto de la trama de Dante. Espero que os guste. Cualquiera pensaría que los seres de la noche no requieren de sueño, un error muy común. Tal vez no necesiten tantas horas en brazos de Morfeo como lo haría un simple mortal, pero lo cierto es que sí necesitaban dormir. Por desgracia ese placer parecía estarle vetado a Dante. Cada vez que cerraba los ojos para descansar ni que fueran unos minutos, esa asfixiante sombra volvía a torturarlo. Visiones. Imágenes de un futuro que no sabía cuándo llegaría, tan solo que sin lugar a dudas iba a ocurrir. Llevaba así casi toda su vida y se había vuelto una parte más de su rutina, lidiar con las visiones de la que sería su muerte, una bastante desagradable cabía destacar. Cada miembro de la estirpe poseía sus propias capacidades, a demás de las habituales en ellos, y esta era la de Dante, heredada de su madre. Pues sí la madre de él fue una compañera de sangre. ¿Qué son los compañeros de sangre? Os estaréis preguntando. Hombres y mujeres humanos, que curiosamente contaban con alguna extraña peculiaridad o capacidad, que nacieron destinados a unirse con algún vampiro y no estamos hablando de un simple emparejamiento, va mucho más allá. Esa unión empieza a forjarse cuando el vampiro toma la sangre del compañero/a, los siguientes pasos serían la unión de sus cuerpos y darle de su sangre al humano. Ambos seres quedarían conectados de una forma que transciende al conocimiento humano, capaces de sentir las emociones del otro, su dolor físico, sus pensamientos, sus deseos, de percibir dónde está... La incapacidad de vivir el uno sin el otro, una devoción tan pura y profunda que no podría existir nada con qué compararlo. Tras esa unión, la facultad especial de dicho humano se expandiría hasta dar lugar a todo su potencial y viviría eternamente mientras siguiera consumiendo la sangre del vampiro. Así mismo el vampiro solo podría consumir la sangre de su compañero/a. Cabe mencionar que dichos compañeros/as de sangre, portan una pequeñísima marca de nacimiento que puede estar alojada en cualquier parte del cuerpo, una luna menguante tumbada, en forma de cuenco, con una pequeña gota entrando en ella. De un color rojizo. Cuando los involucrados en esas uniones tienen descendencia, esos hijos adquieren los poderes de su progenitor humano a parte de los básicos en la naturaleza del vampiro. Es la única forma de traer descendencia de la estirpe, pues entre ellos no pueden procrear. La madre de Dante siempre tuvo visiones de su propia muerte y parecía tenerlo perfectamente asimilado, pero jamás le mencionó a padre o hijo qué vio en estas. Seguramente os preguntéis, ¿y que pasa si uno de los involucrados en la unión fallece? Los padres de este joven guerrero fueron un claro ejemplo. El padre, siendo guerrero antes que él, falleció en combate contra una horda de vampiros enloquecidos por la lujuria de sangre, no supieron nunca los detalles concretos pero en el mismo instante que falleció, la madre lo supo pues algo dentro de ella se rompió. ¿Murió la mujer? No, cuando uno de ambos fallece el otro puede seguir viviendo incluso podría volver a emparejarse si así lo quisiera. ¿Dónde está el truco o el problema entonces? En que jamás quieren volver a enlazarse a nadie, el vacío que les crea es tan profundo y doloroso como si le hubieran arrancado el corazón dejándolos muertos en vida. La existencia en si deja de tener sentido y cualquier atisbo de felicidad les abandona para siempre. La madre de Dante cayó en una gran depresión y, al ser una compañera de sangre, no vampira, y no poder seguir consumiendo la sangre de su compañero, poco a poco iría envejeciendo hasta morir. Y así fue, físicamente hablando murió por vejez y enfermedad pero... Dante vio la muerte en los ojos de su madre el mismo día que su padre falleció. No. No podía permitir que nadie se enlazase jamás a él. Pues a parte del hecho de que la idea no era de su agrado, sentirse un perro atado con una correa en corto, o así lo percibía él, tampoco le simpatizaba pensar que si lo hacía, su compañero/a algún día pasaría por lo mismo que su madre. Pues estaba seguro de ello ya que tenía siempre la misma visión sobre su muerte atormentándolo.
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