• En el corazón de un bosque, un árbol se erguía entre los demás como un guardián olvidado, adornado con cientos de listones rojos que pendían de sus ramas desnudas. Bajo él, una espada antigua, oscura y manchada por los años, descansaba flotante al ras de la tierra. Se decía que eran sellos de una prisión destinada a contener una criatura antigua, cuyo poder se rumoreaba devastador, pero hacía siglos que nadie había osado acercarse para confirmar las leyendas.

    Hace una semana, sin previo aviso, un incendio comenzó a arrasar el bosque con una furia desmedida. Las llamas, como bestias salvajes, devoraban todo a su paso mientras el cielo se oscurecía bajo una capa plomiza de ceniza. El viento traía consigo el olor de la destrucción, y los reinos circundantes comenzaron a alarmarse al ver cómo las partículas de ceniza cubrían sus campos y aldeas. Pero algo extraño ocurrió cuando el fuego alcanzó el árbol de los listones rojos: una luz dorada brilló momentáneamente, y las llamas, voraces en todo lo demás, se detuvieron.

    En las próximas horas y días, los aldeanos lejanos comenzaron a hablar en susurros, sus historias llenas de miedo y advertencias. Decían que la criatura bajo el árbol había despertado lo suficiente para detener el avance del fuego, protegiendo su prisión de ser destruida. Nadie sabía si aquello era un simple rumor o una advertencia verdadera de que el sello comenzaba a debilitarse. Entretanto, los gobernantes de los reinos, viendo las señales de destrucción desde la distancia, enviaron a sus mejores soldados a investigar. Los guerreros avanzaron cubiertos por una capa de ceniza, esperando encontrar un volcán o un pirómano que explicara el desastre, pero lo que hallaron fue algo mucho más inquietante.

    Se toparon con el árbol ancestral y solitario en medio de la desolación. El aire alrededor del árbol era denso, pesado, como si algo invisible estuviera observando desde las sombras. Ninguno de ellos había visto algo igual: el árbol permanecía ileso, protegido por una fuerza misteriosa, mientras el resto del bosque había sido reducido a cenizas. Los más supersticiosos recordaron viejas leyendas de árboles malditos y sellos oscuros, pero todos sabían que tenían una misión que cumplir: descubrir la causa de aquella destrucción.

    Uno de los soldados, joven e imprudente, se adelantó hacia la espada enterrada bajo el árbol. Al extender su mano, una ráfaga de viento súbito lo hizo retroceder, moviendo los listones con una furia que no parecía natural. El capitán del grupo, más sabio y experimentado, ordenó detenerse. Comprendía que lo que enfrentaban no era un simple fenómeno natural, sino algo mucho más antiguo y peligroso. Las llamas habían respetado aquel lugar por una razón, y lo que yacía bajo la espada no debía ser despertado.

    Mientras los guerreros montaban guardia cerca del árbol, esperando instrucciones de sus reinos, los rumores de la criatura aprisionada comenzaron a extenderse como la ceniza que aún flotaba en el aire. Los reyes y señores de las tierras cercanas deliberaban, divididos entre el temor y la ambición. Algunos creían que debían dejar el sello intacto, temerosos de desatar un mal imposible de controlar. Otros, seducidos por el poder que podría esconderse bajo el árbol, pensaban que era hora de tomar la espada y enfrentar el misterio que había permanecido oculto por tanto tiempo. El destino del reino pendía de un hilo, mientras la sombra de la criatura permanecía al acecho.

    En el corazón de un bosque, un árbol se erguía entre los demás como un guardián olvidado, adornado con cientos de listones rojos que pendían de sus ramas desnudas. Bajo él, una espada antigua, oscura y manchada por los años, descansaba flotante al ras de la tierra. Se decía que eran sellos de una prisión destinada a contener una criatura antigua, cuyo poder se rumoreaba devastador, pero hacía siglos que nadie había osado acercarse para confirmar las leyendas. Hace una semana, sin previo aviso, un incendio comenzó a arrasar el bosque con una furia desmedida. Las llamas, como bestias salvajes, devoraban todo a su paso mientras el cielo se oscurecía bajo una capa plomiza de ceniza. El viento traía consigo el olor de la destrucción, y los reinos circundantes comenzaron a alarmarse al ver cómo las partículas de ceniza cubrían sus campos y aldeas. Pero algo extraño ocurrió cuando el fuego alcanzó el árbol de los listones rojos: una luz dorada brilló momentáneamente, y las llamas, voraces en todo lo demás, se detuvieron. En las próximas horas y días, los aldeanos lejanos comenzaron a hablar en susurros, sus historias llenas de miedo y advertencias. Decían que la criatura bajo el árbol había despertado lo suficiente para detener el avance del fuego, protegiendo su prisión de ser destruida. Nadie sabía si aquello era un simple rumor o una advertencia verdadera de que el sello comenzaba a debilitarse. Entretanto, los gobernantes de los reinos, viendo las señales de destrucción desde la distancia, enviaron a sus mejores soldados a investigar. Los guerreros avanzaron cubiertos por una capa de ceniza, esperando encontrar un volcán o un pirómano que explicara el desastre, pero lo que hallaron fue algo mucho más inquietante. Se toparon con el árbol ancestral y solitario en medio de la desolación. El aire alrededor del árbol era denso, pesado, como si algo invisible estuviera observando desde las sombras. Ninguno de ellos había visto algo igual: el árbol permanecía ileso, protegido por una fuerza misteriosa, mientras el resto del bosque había sido reducido a cenizas. Los más supersticiosos recordaron viejas leyendas de árboles malditos y sellos oscuros, pero todos sabían que tenían una misión que cumplir: descubrir la causa de aquella destrucción. Uno de los soldados, joven e imprudente, se adelantó hacia la espada enterrada bajo el árbol. Al extender su mano, una ráfaga de viento súbito lo hizo retroceder, moviendo los listones con una furia que no parecía natural. El capitán del grupo, más sabio y experimentado, ordenó detenerse. Comprendía que lo que enfrentaban no era un simple fenómeno natural, sino algo mucho más antiguo y peligroso. Las llamas habían respetado aquel lugar por una razón, y lo que yacía bajo la espada no debía ser despertado. Mientras los guerreros montaban guardia cerca del árbol, esperando instrucciones de sus reinos, los rumores de la criatura aprisionada comenzaron a extenderse como la ceniza que aún flotaba en el aire. Los reyes y señores de las tierras cercanas deliberaban, divididos entre el temor y la ambición. Algunos creían que debían dejar el sello intacto, temerosos de desatar un mal imposible de controlar. Otros, seducidos por el poder que podría esconderse bajo el árbol, pensaban que era hora de tomar la espada y enfrentar el misterio que había permanecido oculto por tanto tiempo. El destino del reino pendía de un hilo, mientras la sombra de la criatura permanecía al acecho.
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  • La noche ha caído sobre el bosque, y mi cabaña está envuelta en silencio. Solo el crepitar suave del fuego y la luz tenue de la lámpara de aceite me acompañan mientras me acomodo en mi sillón favorito. Un libro descansa en mis manos, y cada página que paso me transporta a otro lugar, a otro tiempo.

    Alguna noche me gustaría compartir estas historias con alguien mas
    La noche ha caído sobre el bosque, y mi cabaña está envuelta en silencio. Solo el crepitar suave del fuego y la luz tenue de la lámpara de aceite me acompañan mientras me acomodo en mi sillón favorito. Un libro descansa en mis manos, y cada página que paso me transporta a otro lugar, a otro tiempo. Alguna noche me gustaría compartir estas historias con alguien mas
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  • Mientras caminabas por el bosque escuchaste un Crack, de algo rompiéndose, al poner atención te encontraste con Bloom quitándose la cabeza y de forma inmediata millones de mariposas saliendo de su cuello cercenado -mmh? A perdón no pensé que hubiera alguien más aquí, las mariposas? Bueno conoces el efecto mariposa? Pues eso son estás pequeñas, sus alas hacen la realidad visible, y por qué salen d emi cuerpo? Gracias a mi maldición que me hace hueco como muñeca de porcelana, se formó un hábitat perfecto para que estás mariposas crecieran y se reproducieran y ahora cada tanto debo liberarlas- los ojos de la cabeza de Bloom estaban cerrados, aún estado cortada su boca se seguía moviendo al hablar, solo podías hacer escuchar su voz al mismo tiempo que ver su cuerpo sentado sobre sus piernas y su cabeza reposando a un lado mientras aquella parada de mariposas salían en la oscuridad del bosque
    Mientras caminabas por el bosque escuchaste un Crack, de algo rompiéndose, al poner atención te encontraste con Bloom quitándose la cabeza y de forma inmediata millones de mariposas saliendo de su cuello cercenado -mmh? A perdón no pensé que hubiera alguien más aquí, las mariposas? Bueno conoces el efecto mariposa? Pues eso son estás pequeñas, sus alas hacen la realidad visible, y por qué salen d emi cuerpo? Gracias a mi maldición que me hace hueco como muñeca de porcelana, se formó un hábitat perfecto para que estás mariposas crecieran y se reproducieran y ahora cada tanto debo liberarlas- los ojos de la cabeza de Bloom estaban cerrados, aún estado cortada su boca se seguía moviendo al hablar, solo podías hacer escuchar su voz al mismo tiempo que ver su cuerpo sentado sobre sus piernas y su cabeza reposando a un lado mientras aquella parada de mariposas salían en la oscuridad del bosque
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  • "Esta rosa del desierto llama a la lluvia. Quién venera su presencia; acude como un condenado a sus melodías. Cada uno de los pasos que lo acercan a mí es una llamada de paraísos primigenios pese a que desconozco si lograré encontrarlo entre mis brazos para siempre. Aún perdura su estampa en este corazón que arrastra todas mis ilusiones. Mis huellas a ópera silente; porque no hay espíritu que lo pueda invocar y traerlo hasta mí".

    Sus palabras susurran delineados a sol de invierno y nieve de verano. La habitación produce que su corazón latiera y lagrimeara, sin derramar una lágrima alguna. Reparte una caricia entre los barrotes; la jaula no está oxidada pero reposa en matiz bronce. Ahí perduran sus memorias. El cofre en que las ha sepultado resuena música. Melodías que silban una La crecida, que delinean un Re escrito con hilares de lana. Las Mi que hechizan los dedos que tocan sus hoscos rostros; esos revestidos con vidrioso orégano y laureles circunspectos. Delimita una forma de prestarle los ojos de sus manos. Vislumbra las alineaciones de los astros que pecan de inocentes.

    El abrigo de sus rezos calma los sollozos del genuino imberbe con aroma a condenado; él matiza la arena con la que le calienta los pies. El orgullo de sus crímenes, signos de bosques y triadas de metal, esos que esgrimen una venía a sus denarios de dientes de leche y huesos de cimitarras; pigmentados con tinta indeleble para siempre en un pozo de ríos de paraísos sin final.

    Él presta a callar sus sentires; él imprime sus huellas dactilares en un esbozo que musita un esgrimido de hazañas y recodos de piedras en el centro de su vesícula. Tiene hambre y viste de espejismos y cayenas. Ofrece café de uvas; pastel de zanahorias y ciruelas pasas que pastan con el rencor de las palabras mudas que se elevan, se elevan, se elevan con el futuro de los céfiros y el humo de adviento que hace el Amor con sus delicadas promesas.

    Él abre la jaula. No persiste el juicio que lo condenó a vagar en la realidad sin siquiera moverse. Sus dedos se mueven, tejen un lagrimeo de lilas y árboles de lima. Las naranjas que crecen en su interior, que pare de vez en vez, de vez en vez, de vez en vez retienen los rostros infantiles de sus vástagos. Edifican pilares, consciencia con aroma a popurrí. Seda de huesos de besos. Desde el secuestro escriben una historia interminable; venenos y antídotos han trinado y sesgado a sus dominios; derrite a la razón de sus suspiros. Retira la sentencia en las nocturnas haladas que pregonan juntos; cada vez que abren las alas. Cada vez que fotografía su anatomía y la borda en el centro de su ombligo.

    Cada tanto que cuenta el tiempo que anda y, con anhelantes rezos, describe a la fantasía justo a su sangre y altares. A él acude cada vez que se equivoca en las lecciones. A él confiesa sus dolencias; la magia punza y retiene lo poco de cordura que les queda. Comparten el lecho de plumas y piojos de ganso. Sobre ellos crecen flores cristalinas; la fiereza de sus voces al llamarse sin palabras hiere a sus engaños. Jamás se abandonarán el uno al otro, el otro al uno, el uno al dos.

    Ambos son prisioneros y verdugos de su Amor, melodía decorosa que viste a la tumba de sus hilos rojos del Destino y muñecas con aroma a Sol. El otoño crece entre sus ramas: un firmamento anhelante de sal de mar. Un sueño que repite su ciclo de principio a fin con vestigios de cisnes y cigüeñas hechas de tejidos de papel. Hiela una brizna y recita la buena nueva de su historia en estos aquí y estos ahora.

    Amor y dolor. Duermen y sueñan con ellos mismos; sueños de dulces cunas. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Un lamento de sus ecos alcanza a rasgar el silencio que escuda sus penas que aguardan ante como monolitos colgantes de pies descalzos; ellos se abrazan, aún en la distancia. Ellos hacen el Amor siempre entre desnudadas pérdidas y reencuentros de crueldades magnánimas, tan sólo son dos soñadores radicales que se anhelan; tan sólo el firmamento y el mar que se llaman entre los bordes del tiempo. Están ahí, y se desmoronan, similares a un leve susurro; a un encanto. Un sagrado sueño que los unifica y en el que se buscan sin siquiera conocer sus nombres verdaderos.


    "Esta rosa del desierto llama a la lluvia. Quién venera su presencia; acude como un condenado a sus melodías. Cada uno de los pasos que lo acercan a mí es una llamada de paraísos primigenios pese a que desconozco si lograré encontrarlo entre mis brazos para siempre. Aún perdura su estampa en este corazón que arrastra todas mis ilusiones. Mis huellas a ópera silente; porque no hay espíritu que lo pueda invocar y traerlo hasta mí". Sus palabras susurran delineados a sol de invierno y nieve de verano. La habitación produce que su corazón latiera y lagrimeara, sin derramar una lágrima alguna. Reparte una caricia entre los barrotes; la jaula no está oxidada pero reposa en matiz bronce. Ahí perduran sus memorias. El cofre en que las ha sepultado resuena música. Melodías que silban una La crecida, que delinean un Re escrito con hilares de lana. Las Mi que hechizan los dedos que tocan sus hoscos rostros; esos revestidos con vidrioso orégano y laureles circunspectos. Delimita una forma de prestarle los ojos de sus manos. Vislumbra las alineaciones de los astros que pecan de inocentes. El abrigo de sus rezos calma los sollozos del genuino imberbe con aroma a condenado; él matiza la arena con la que le calienta los pies. El orgullo de sus crímenes, signos de bosques y triadas de metal, esos que esgrimen una venía a sus denarios de dientes de leche y huesos de cimitarras; pigmentados con tinta indeleble para siempre en un pozo de ríos de paraísos sin final. Él presta a callar sus sentires; él imprime sus huellas dactilares en un esbozo que musita un esgrimido de hazañas y recodos de piedras en el centro de su vesícula. Tiene hambre y viste de espejismos y cayenas. Ofrece café de uvas; pastel de zanahorias y ciruelas pasas que pastan con el rencor de las palabras mudas que se elevan, se elevan, se elevan con el futuro de los céfiros y el humo de adviento que hace el Amor con sus delicadas promesas. Él abre la jaula. No persiste el juicio que lo condenó a vagar en la realidad sin siquiera moverse. Sus dedos se mueven, tejen un lagrimeo de lilas y árboles de lima. Las naranjas que crecen en su interior, que pare de vez en vez, de vez en vez, de vez en vez retienen los rostros infantiles de sus vástagos. Edifican pilares, consciencia con aroma a popurrí. Seda de huesos de besos. Desde el secuestro escriben una historia interminable; venenos y antídotos han trinado y sesgado a sus dominios; derrite a la razón de sus suspiros. Retira la sentencia en las nocturnas haladas que pregonan juntos; cada vez que abren las alas. Cada vez que fotografía su anatomía y la borda en el centro de su ombligo. Cada tanto que cuenta el tiempo que anda y, con anhelantes rezos, describe a la fantasía justo a su sangre y altares. A él acude cada vez que se equivoca en las lecciones. A él confiesa sus dolencias; la magia punza y retiene lo poco de cordura que les queda. Comparten el lecho de plumas y piojos de ganso. Sobre ellos crecen flores cristalinas; la fiereza de sus voces al llamarse sin palabras hiere a sus engaños. Jamás se abandonarán el uno al otro, el otro al uno, el uno al dos. Ambos son prisioneros y verdugos de su Amor, melodía decorosa que viste a la tumba de sus hilos rojos del Destino y muñecas con aroma a Sol. El otoño crece entre sus ramas: un firmamento anhelante de sal de mar. Un sueño que repite su ciclo de principio a fin con vestigios de cisnes y cigüeñas hechas de tejidos de papel. Hiela una brizna y recita la buena nueva de su historia en estos aquí y estos ahora. Amor y dolor. Duermen y sueñan con ellos mismos; sueños de dulces cunas. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Un lamento de sus ecos alcanza a rasgar el silencio que escuda sus penas que aguardan ante como monolitos colgantes de pies descalzos; ellos se abrazan, aún en la distancia. Ellos hacen el Amor siempre entre desnudadas pérdidas y reencuentros de crueldades magnánimas, tan sólo son dos soñadores radicales que se anhelan; tan sólo el firmamento y el mar que se llaman entre los bordes del tiempo. Están ahí, y se desmoronan, similares a un leve susurro; a un encanto. Un sagrado sueño que los unifica y en el que se buscan sin siquiera conocer sus nombres verdaderos.
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  • - en el bosque mirando el cielo nocturno, sentada sobre una roca tranquila solo un poco sonido de la naturaleza a su alrededores y su mente. -

    > La tranquila de la noche es única , no entiendo por qué los seres humanos se pierden está noche única y joven <
    - en el bosque mirando el cielo nocturno, sentada sobre una roca tranquila solo un poco sonido de la naturaleza a su alrededores y su mente. - > La tranquila de la noche es única , no entiendo por qué los seres humanos se pierden está noche única y joven <
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  • Entonces... ¿No es solo un lindo lunar?
    Categoría Fantasía
    Estaba en el bosque cercano a la ciudad, sin embargo sabia que no era un lugar que la gente frecuentara, solo algunos jóvenes borrachos y parejas traviesas de universitarios, estaba herida y frente al lago, un espíritu corrompido la había perseguido hasta su hogar en la cuidad.

    Lo había exorcizado con éxito liberando en el bosque, sin embargo no había salido del todo ilesa, con algunos cortes y sangre se metió al agua, dejando sus ojos iluminarse con un brillo azul y sus runas brillaron con fuerza.

    Su auto curación aun no funcionaba por si sola, así que tuvo que curarse a si misma, dejo que su magia fluyera por el agua rodeándola, comenzando a sanar sus heridas mientras ella se sumergía en el agua en aquel brillo azul.

    Sus heridas se cerraron mágicamente y la sangre que teñía el agua y sus ropas desapareció, se dejo llevar por el agua sin esperar que la estuvieran viendo unos curiosos ojos cafés de una conocida chica.

    ||Rol con Aven Smith
    Estaba en el bosque cercano a la ciudad, sin embargo sabia que no era un lugar que la gente frecuentara, solo algunos jóvenes borrachos y parejas traviesas de universitarios, estaba herida y frente al lago, un espíritu corrompido la había perseguido hasta su hogar en la cuidad. Lo había exorcizado con éxito liberando en el bosque, sin embargo no había salido del todo ilesa, con algunos cortes y sangre se metió al agua, dejando sus ojos iluminarse con un brillo azul y sus runas brillaron con fuerza. Su auto curación aun no funcionaba por si sola, así que tuvo que curarse a si misma, dejo que su magia fluyera por el agua rodeándola, comenzando a sanar sus heridas mientras ella se sumergía en el agua en aquel brillo azul. Sus heridas se cerraron mágicamente y la sangre que teñía el agua y sus ropas desapareció, se dejo llevar por el agua sin esperar que la estuvieran viendo unos curiosos ojos cafés de una conocida chica. ||Rol con [Aven_Smith]
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    4
    Estado
    Disponible
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  • A pesar de la oscuridad que rodeaba la vida de Sofía, su espíritu de lucha no se apagó. Con cada día que pasaba, observaba a Daniel, estudiando sus rutinas, sus puntos débiles, y esperando una oportunidad. Sabía que debía actuar con inteligencia, pues cualquier error podía costarle caro.

    Un día, mientras Daniel salía a abastecerse de provisiones, Sofía descubrió una pequeña ventana en la parte trasera de la cabaña que había estado bloqueada por años de polvo y madera. Con esfuerzo, logró aflojar las viejas tablas que la cubrían y, usando una pieza de metal oxidada que había encontrado en el sótano, las terminó de quitar poco a poco, sin hacer ruido.

    Cuando Daniel regresó, todo parecía normal. Pero Sofía ya tenía un plan: fingiría estar más débil y sumisa, ganándose su confianza para que bajara la guardia. Con el paso de los días, su actuación surtió efecto. Daniel comenzó a relajarse, creyendo que Sofía finalmente había aceptado su destino. Una noche, cuando él bebió más de la cuenta, cayó profundamente dormido.

    Aprovechando ese momento, Sofía tomó las llaves que él siempre mantenía consigo. Corrió hacia la puerta principal, pero en el último segundo, cambió de rumbo y fue hacia la ventana trasera que había preparado. Escapó por allí, deslizándose con sigilo hacia el bosque. Corrió durante horas, sin mirar atrás, guiándose por la luna y el sonido de un río cercano que había escuchado en varias ocasiones.

    Finalmente, después de lo que le pareció una eternidad, encontró un pequeño pueblo. Exhausta, cubierta de barro y casi sin aliento, entró en una comisaría local. Al ver su estado, los oficiales la creyeron al instante. Sofía estaba libre. Daniel fue arrestado poco después, incapaz de escapar de las consecuencias de sus acciones.

    Aunque el trauma la marcó profundamente, Sofía renació con su libertad, lista para empezar una nueva vida con su bebe, lejos de la sombra de su captor.

    A pesar de la oscuridad que rodeaba la vida de Sofía, su espíritu de lucha no se apagó. Con cada día que pasaba, observaba a Daniel, estudiando sus rutinas, sus puntos débiles, y esperando una oportunidad. Sabía que debía actuar con inteligencia, pues cualquier error podía costarle caro. Un día, mientras Daniel salía a abastecerse de provisiones, Sofía descubrió una pequeña ventana en la parte trasera de la cabaña que había estado bloqueada por años de polvo y madera. Con esfuerzo, logró aflojar las viejas tablas que la cubrían y, usando una pieza de metal oxidada que había encontrado en el sótano, las terminó de quitar poco a poco, sin hacer ruido. Cuando Daniel regresó, todo parecía normal. Pero Sofía ya tenía un plan: fingiría estar más débil y sumisa, ganándose su confianza para que bajara la guardia. Con el paso de los días, su actuación surtió efecto. Daniel comenzó a relajarse, creyendo que Sofía finalmente había aceptado su destino. Una noche, cuando él bebió más de la cuenta, cayó profundamente dormido. Aprovechando ese momento, Sofía tomó las llaves que él siempre mantenía consigo. Corrió hacia la puerta principal, pero en el último segundo, cambió de rumbo y fue hacia la ventana trasera que había preparado. Escapó por allí, deslizándose con sigilo hacia el bosque. Corrió durante horas, sin mirar atrás, guiándose por la luna y el sonido de un río cercano que había escuchado en varias ocasiones. Finalmente, después de lo que le pareció una eternidad, encontró un pequeño pueblo. Exhausta, cubierta de barro y casi sin aliento, entró en una comisaría local. Al ver su estado, los oficiales la creyeron al instante. Sofía estaba libre. Daniel fue arrestado poco después, incapaz de escapar de las consecuencias de sus acciones. Aunque el trauma la marcó profundamente, Sofía renació con su libertad, lista para empezar una nueva vida con su bebe, lejos de la sombra de su captor.
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  • -despues del incidente de la mañana y sanar mis heridas, decidí ir a dar un paseo, Trevenant me llevo a una carpa de circo que apareció en su bosque, al entrar me encontré con esto, su cabeza explota como fuegos artificiales y luego vuelve a la normalidad, sin embargo cuando se dió cuenta de mis heridas paró y ahora no se me despega... Será un Pokémon también o será una de las ultra beasts de las que hablo [TEAM.SKULL]? Se parece al que tiene una de mis compañeras-
    -despues del incidente de la mañana y sanar mis heridas, decidí ir a dar un paseo, Trevenant me llevo a una carpa de circo que apareció en su bosque, al entrar me encontré con esto, su cabeza explota como fuegos artificiales y luego vuelve a la normalidad, sin embargo cuando se dió cuenta de mis heridas paró y ahora no se me despega... Será un Pokémon también o será una de las ultra beasts de las que hablo [TEAM.SKULL]? Se parece al que tiene una de mis compañeras-
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  • > La joven, cansada de las paredes que la rodeaban, decidió explorar el basto bosque que se extendía a lo largo de su hogar, el mismo que su molesto hermano exploraba cada día para conocer los misterios de Oregon. En su andar, recolectaba las flores más llamativas.

    — Haré que Will haga un lindo arreglo para mi cabello; con su magia, no le costará fabricar uno en cuestión de segundos.

    > Continuó caminando; conforme pasaba el tiempo, se sentía más perdida; lo suyo no era vagar como lo hacía Dipper, por ende, los árboles, arbustos y sonidos de la naturaleza le eran desconocidos; a lo lejos escuchó un arrollo, por lo que decidió seguirlo. "Si lo sigo, quizá me lleva a casa; debe haber uno cerca"; aquello resonó en su cabeza, dándole la seguridad para su cometido. Minutos después, se detuvo bajo un frondoso árbol, resguardando su cuerpo de la luz solar. El viento resoplaba con fuerza, removiendo su cabello y prendas hacia los lados. Posó su mirada al horizonte, percatandose de que pronto oscurecería.

    — Debo apurarme o dormiré en el bosque. ¿Por qué no me traje a Will? Me habría llevado con solo parpadear su único ojo.
    > La joven, cansada de las paredes que la rodeaban, decidió explorar el basto bosque que se extendía a lo largo de su hogar, el mismo que su molesto hermano exploraba cada día para conocer los misterios de Oregon. En su andar, recolectaba las flores más llamativas. — Haré que Will haga un lindo arreglo para mi cabello; con su magia, no le costará fabricar uno en cuestión de segundos. > Continuó caminando; conforme pasaba el tiempo, se sentía más perdida; lo suyo no era vagar como lo hacía Dipper, por ende, los árboles, arbustos y sonidos de la naturaleza le eran desconocidos; a lo lejos escuchó un arrollo, por lo que decidió seguirlo. "Si lo sigo, quizá me lleva a casa; debe haber uno cerca"; aquello resonó en su cabeza, dándole la seguridad para su cometido. Minutos después, se detuvo bajo un frondoso árbol, resguardando su cuerpo de la luz solar. El viento resoplaba con fuerza, removiendo su cabello y prendas hacia los lados. Posó su mirada al horizonte, percatandose de que pronto oscurecería. — Debo apurarme o dormiré en el bosque. ¿Por qué no me traje a Will? Me habría llevado con solo parpadear su único ojo.
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  • -estaba en medio del bosque, abrazandose a si mismo mientras lloraba-

    soy...un fracaso...

    -susurro entre sollozos, esas palabras rondaban en su cabeza dia y noche todo el tiempo, eran las palabras que le repetian todos a su alrededor, desde sus hermanos, bill y phill, hasta sus dueños, mabel y dipper alegria-

    -estaba en medio del bosque, abrazandose a si mismo mientras lloraba- soy...un fracaso... -susurro entre sollozos, esas palabras rondaban en su cabeza dia y noche todo el tiempo, eran las palabras que le repetian todos a su alrededor, desde sus hermanos, bill y phill, hasta sus dueños, mabel y dipper alegria-
    Me entristece
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