• *te salio el chibi bailarin en tu inicio asi que si no bailas con el el mini mini tendras 100 años de mala suerte * o0o * movia las pompis mientras baila https://www.youtube.com/watch?v=GYOZzuhCu5g
    *te salio el chibi bailarin en tu inicio asi que si no bailas con el el mini mini tendras 100 años de mala suerte * o0o * movia las pompis mientras baila https://www.youtube.com/watch?v=GYOZzuhCu5g
    0 turnos 0 maullidos
  • Las calles estaban envueltas en bruma. El aire era espeso, como si la ciudad contuviera el aliento. Nadie salía después del anochecer, no desde que los vampiros habían reclamado los callejones.

    Y entonces, un grito.

    Agudo. Pequeño. Humano.

    Una niña de no más de ocho años corría entre las sombras, sus pasos resonaban desesperados. Cuatro figuras la perseguían, ojos rojos brillando, lenguas relamiendo colmillos.

    —Vamos, pequeña —susurró uno con voz rasposa—. No dolerá mucho… al principio.

    Ella tropezó. Cayó de rodillas. Ellos rieron.

    Pero el sonido que vino después no fue risa. Fue un **latido metálico**, profundo como un tambor de guerra, y el eco de un **acero desenvainado sin que nadie lo tocara**.

    Una figura apareció entre la niebla.

    **Pelo largo, medio rojizo, ojos verdes con pupilas felinas**. Gabardina blanca ondeando al viento, capa negra como la muerte. Su espada flotaba en el aire, temblando de furia contenida.

    —Ya basta —dijo. Su voz era baja, pero detenía el tiempo.

    Uno de los vampiros se lanzó. La espada voló en espiral y lo atravesó en el pecho. El cuerpo estalló en cenizas con un destello de luz negra. Los otros tres retrocedieron, gruñendo.

    Caelard avanzó. Cada paso suyo resonaba como una promesa.

    —¿Tú también eres uno de nosotros? —le escupió otro vampiro.

    Caelard no respondió. Solo desenrolló su látigo, **cargado de energía radiante**, y lo hizo chasquear. La luz bañó las paredes como si el sol hubiera despertado un instante.

    —Soy lo que no deberían haber dejado vivir —susurró, y se lanzó como una sombra viva.

    Lo siguiente fue un torbellino de acero encantado y gritos silenciados por la purificación. Cuando el último vampiro cayó, la niebla comenzó a disiparse.

    La niña temblaba. Caelard se arrodilló frente a ella, envainando su espada por el aire. No dijo una palabra. Solo le tendió la mano.

    —¿Estás… bien? —preguntó la niña, sin saber si temerle o abrazarlo.

    Caelard asintió con una leve sonrisa.

    —La noche no es de ellos, pequeña… no mientras yo camine en ella.
    Las calles estaban envueltas en bruma. El aire era espeso, como si la ciudad contuviera el aliento. Nadie salía después del anochecer, no desde que los vampiros habían reclamado los callejones. Y entonces, un grito. Agudo. Pequeño. Humano. Una niña de no más de ocho años corría entre las sombras, sus pasos resonaban desesperados. Cuatro figuras la perseguían, ojos rojos brillando, lenguas relamiendo colmillos. —Vamos, pequeña —susurró uno con voz rasposa—. No dolerá mucho… al principio. Ella tropezó. Cayó de rodillas. Ellos rieron. Pero el sonido que vino después no fue risa. Fue un **latido metálico**, profundo como un tambor de guerra, y el eco de un **acero desenvainado sin que nadie lo tocara**. Una figura apareció entre la niebla. **Pelo largo, medio rojizo, ojos verdes con pupilas felinas**. Gabardina blanca ondeando al viento, capa negra como la muerte. Su espada flotaba en el aire, temblando de furia contenida. —Ya basta —dijo. Su voz era baja, pero detenía el tiempo. Uno de los vampiros se lanzó. La espada voló en espiral y lo atravesó en el pecho. El cuerpo estalló en cenizas con un destello de luz negra. Los otros tres retrocedieron, gruñendo. Caelard avanzó. Cada paso suyo resonaba como una promesa. —¿Tú también eres uno de nosotros? —le escupió otro vampiro. Caelard no respondió. Solo desenrolló su látigo, **cargado de energía radiante**, y lo hizo chasquear. La luz bañó las paredes como si el sol hubiera despertado un instante. —Soy lo que no deberían haber dejado vivir —susurró, y se lanzó como una sombra viva. Lo siguiente fue un torbellino de acero encantado y gritos silenciados por la purificación. Cuando el último vampiro cayó, la niebla comenzó a disiparse. La niña temblaba. Caelard se arrodilló frente a ella, envainando su espada por el aire. No dijo una palabra. Solo le tendió la mano. —¿Estás… bien? —preguntó la niña, sin saber si temerle o abrazarlo. Caelard asintió con una leve sonrisa. —La noche no es de ellos, pequeña… no mientras yo camine en ella.
    Me shockea
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • «No puedo dormir...»
    Lo intentó, lo intentó y lo intentó.
    Pero nada.
    Su tigrecito, su amado no estaba.
    La casa estaba muy rara, la cama lo sentía incómoda.
    Su corazón estaba muy incómodo, dolía, ardía y tenía una molestia que no entendía el porque lo tenía.
    Miró el techo, lo miro y espero que el sueño llegara, pero no podía.
    Algo faltaba...
    Algo no estaba bien.
    Incomoda e inquieta, fue junto a Hipnos para entender su propia molestia, extraño fue encontrar a este llorando y pensando muy fuerte.
    Sin embargo, eso solo aumentó su incomodidad, su malestar.
    «No puedo dormir...» Lo intentó, lo intentó y lo intentó. Pero nada. Su tigrecito, su amado no estaba. La casa estaba muy rara, la cama lo sentía incómoda. Su corazón estaba muy incómodo, dolía, ardía y tenía una molestia que no entendía el porque lo tenía. Miró el techo, lo miro y espero que el sueño llegara, pero no podía. Algo faltaba... Algo no estaba bien. Incomoda e inquieta, fue junto a Hipnos para entender su propia molestia, extraño fue encontrar a este llorando y pensando muy fuerte. Sin embargo, eso solo aumentó su incomodidad, su malestar.
    Me gusta
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • Feliz cumpleaños, amor mío.
    Que sigas cumpliendo mucho más, mi amado lobito.
    Eres el amor de mi vida, gracias a ti mi vida es sumamente feliz.
    Te amo.
    Noa Miller Futana
    Feliz cumpleaños, amor mío. Que sigas cumpliendo mucho más, mi amado lobito. Eres el amor de mi vida, gracias a ti mi vida es sumamente feliz. Te amo. [8Wolfking_8]
    Me encocora
    1
    6 turnos 0 maullidos
  • Mi cara de incomodidad con este traje ¿Cómo a los seres humanos se les ocurre usar esto? Acaso les es muy cómodo? Por cierto otra cosaaaa, muy importante, mi inteligencia máxima me ayudó a mis estudios para hablar con fluidez en español. La razón de que uso este traje es porque tuve mi primer evento humano ya que una señora en la calle me vio y me dijo que me iría bien modelando asi queee como quiero aprender cosas humanas asisto a estos super eventos aunque es muy molesto este traje TT
    Mi cara de incomodidad con este traje ¿Cómo a los seres humanos se les ocurre usar esto? Acaso les es muy cómodo? Por cierto otra cosaaaa, muy importante, mi inteligencia máxima me ayudó a mis estudios para hablar con fluidez en español. La razón de que uso este traje es porque tuve mi primer evento humano ya que una señora en la calle me vio y me dijo que me iría bien modelando asi queee como quiero aprender cosas humanas asisto a estos super eventos aunque es muy molesto este traje TT
    Me encocora
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • El día transcurría lento en la tienda de conveniencia. Carmina pasaba los productos por el escáner con una rutina tan precisa que apenas pensaba en lo que hacía. Afuera, la lluvia golpeaba con suavidad los cristales empañados. Dentro, el olor a instantáneo y la tenue música instrumental envolvían el espacio en una calma falsa.

    Había dormido mal. O tal vez demasiado bien. El sueño aún le pesaba en los párpados: Nicolás la abrazaba. Con esa sonrisa suya de siempre, medio tímida, medio luminosa. Su piel tostada olía a pan dulce y sol. No dijo nada, solo la miró con esos ojos que nunca aprendieron a esconder lo que sentía.

    Carmina parpadeó, volviendo al presente. Colocó una bolsa de galletas en el mostrador y le devolvió el cambio a una señora sin siquiera mirarla. Luego se quedó sola, rodeada del zumbido de las heladeras y su propio silencio.

    Nicolás. El hijo de los panaderos del vecindario. Su mejor amigo durante años, aunque fueran de mundos distintos: ella, en el colegio privado de monjas; él, en la escuela pública del barrio, siempre con las rodillas raspadas y los dedos llenos de harina. Compartían tardes en la azotea, libros prestados, y un lenguaje hecho de miradas cómplices.

    La última vez que lo vio fue justo antes de la cita que nunca ocurrió. Él la invitó a tomar café. Tenía las manos nerviosas y los ojos brillantes. Todo en él gritaba que estaba a punto de decirle algo importante.

    Pero esa noche salió con sus amigos. Y nunca volvió.

    —¿Lo soñé porque lo extraño o porque él me extraña también? —murmuró para sí, mientras reorganizaba los encendedores cerca de la caja. Aún guardando la esperanza de que este en algún lugar, con vida.

    Nadie volvió a mencionarlo. La gente olvidó rápido, como se olvida una canción vieja. Pero Carmina no. Ella lo esperaba en sueños, donde el tiempo todavía le debía un abrazo.
    El día transcurría lento en la tienda de conveniencia. Carmina pasaba los productos por el escáner con una rutina tan precisa que apenas pensaba en lo que hacía. Afuera, la lluvia golpeaba con suavidad los cristales empañados. Dentro, el olor a instantáneo y la tenue música instrumental envolvían el espacio en una calma falsa. Había dormido mal. O tal vez demasiado bien. El sueño aún le pesaba en los párpados: Nicolás la abrazaba. Con esa sonrisa suya de siempre, medio tímida, medio luminosa. Su piel tostada olía a pan dulce y sol. No dijo nada, solo la miró con esos ojos que nunca aprendieron a esconder lo que sentía. Carmina parpadeó, volviendo al presente. Colocó una bolsa de galletas en el mostrador y le devolvió el cambio a una señora sin siquiera mirarla. Luego se quedó sola, rodeada del zumbido de las heladeras y su propio silencio. Nicolás. El hijo de los panaderos del vecindario. Su mejor amigo durante años, aunque fueran de mundos distintos: ella, en el colegio privado de monjas; él, en la escuela pública del barrio, siempre con las rodillas raspadas y los dedos llenos de harina. Compartían tardes en la azotea, libros prestados, y un lenguaje hecho de miradas cómplices. La última vez que lo vio fue justo antes de la cita que nunca ocurrió. Él la invitó a tomar café. Tenía las manos nerviosas y los ojos brillantes. Todo en él gritaba que estaba a punto de decirle algo importante. Pero esa noche salió con sus amigos. Y nunca volvió. —¿Lo soñé porque lo extraño o porque él me extraña también? —murmuró para sí, mientras reorganizaba los encendedores cerca de la caja. Aún guardando la esperanza de que este en algún lugar, con vida. Nadie volvió a mencionarlo. La gente olvidó rápido, como se olvida una canción vieja. Pero Carmina no. Ella lo esperaba en sueños, donde el tiempo todavía le debía un abrazo.
    Me entristece
    Me gusta
    7
    3 turnos 0 maullidos
  • Un cuaderno... una tarta... -enumera observando los dos regalos de cumpleaños que Maya Lockwood le ha hecho- Voy a empezar a pensar que te gusto, lobita... -bromea, pero no demasiado, porque "ojalá"- Te estoy tomando el pelo...- la tranquiliza antes de rodear sus hombros con un brazo- Es genial. Es como... estar en casa. Muchas gracias, Maya


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    Un cuaderno... una tarta... -enumera observando los dos regalos de cumpleaños que [thxlastL0ckwood] le ha hecho- Voy a empezar a pensar que te gusto, lobita... -bromea, pero no demasiado, porque "ojalá"- Te estoy tomando el pelo...- la tranquiliza antes de rodear sus hombros con un brazo- Es genial. Es como... estar en casa. Muchas gracias, Maya #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    2 turnos 0 maullidos
  • ¿Como fue que te has encogió hasta ese tamaño?
    ¿Como fue que te has encogió hasta ese tamaño?
    Me enjaja
    Me shockea
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • —Es el primer cumpleaños que pasa lejos de su familia y, a pesar de ser un hombre adulto, lo cierto es que empieza a notar bastante el sentimiento de desarraigo. Espera, ¿es su cumpleaños si técnicamente no ha nacido y ha viajado más de treinta años en el pasado? Los viajes en el tiempo son un auténtico quebradero de cabeza. Aun así es la primera vez que pasa ese dia solo. Siempre acostumbrado a la presencia de sus padres, de sus tíos Sam y Hati, del resto de su familia no sanguinea. Así que, contra todo pronóstico y lejos del RJ que acostumbraba a celebrar "fiestones" por todo lo alto, hoy ha pasado su cumpleaños solo en el bosque, entrenando.

    Para cuando vuelve al pantano, al campamento, entra dentro de la cabaña donde le han permitido asearse mientras dure su estancia y entra directamente a la ducha—


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    —Es el primer cumpleaños que pasa lejos de su familia y, a pesar de ser un hombre adulto, lo cierto es que empieza a notar bastante el sentimiento de desarraigo. Espera, ¿es su cumpleaños si técnicamente no ha nacido y ha viajado más de treinta años en el pasado? Los viajes en el tiempo son un auténtico quebradero de cabeza. Aun así es la primera vez que pasa ese dia solo. Siempre acostumbrado a la presencia de sus padres, de sus tíos Sam y Hati, del resto de su familia no sanguinea. Así que, contra todo pronóstico y lejos del RJ que acostumbraba a celebrar "fiestones" por todo lo alto, hoy ha pasado su cumpleaños solo en el bosque, entrenando. Para cuando vuelve al pantano, al campamento, entra dentro de la cabaña donde le han permitido asearse mientras dure su estancia y entra directamente a la ducha— #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    Me gusta
    Me shockea
    Me entristece
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • Admito que extraño esa época de justicia propia, rebeldía y sed de poder Ahahaha!. Era otro hombre en aquellos tiempos.
    Admito que extraño esa época de justicia propia, rebeldía y sed de poder Ahahaha!. Era otro hombre en aquellos tiempos.
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados