• A veces, observo mucho tiempo a Ate, y aunque compartamos un padre en común. El drama que tiene, no me atrae para nada, tal vez, hasta exagera. Jmmm... Después de todo, mi Zagreo no tiene tiempo para ver sus berrinches...
    A veces, observo mucho tiempo a Ate, y aunque compartamos un padre en común. El drama que tiene, no me atrae para nada, tal vez, hasta exagera. Jmmm... Después de todo, mi Zagreo no tiene tiempo para ver sus berrinches...
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  • El aroma de lavanda y pétalos secos flotaba en el aire mientras Lepus acomodaba un ramo de dalias sobre el mostrador. Sus manos se movían con precisión, atando los tallos con un lazo de seda negra, pero su mente seguía atrapada en los recuerdos ajenos.

    “Haz que los olvide… por favor… haz que desaparezcan.”

    La voz de la mujer aún resonaba en su mente, frágil y quebrada, como si cada palabra amenazara con hacerla colapsar. Había llegado a ella poco después del anochecer, con los ojos hinchados de tanto llorar. Sus manos temblaban al colocar la ofrenda sobre el altar improvisado: una vela blanca, una figura de un conejo de porcelana y un puñado de jazmines marchitos, sus flores favoritas antes de que el dolor las volviera insoportables.

    Su prometido y su hermana.

    Las palabras se le habían atorado en la garganta cuando intentó explicarlo. El día de su boda, había caminado hasta el altar con el corazón latiendo de emoción… solo para encontrarlo vacío. En la iglesia, los murmullos crecieron hasta convertirse en cuchicheos hirientes. Su madre trató de sostenerla cuando su vestido de novia pareció pesarle demasiado, cuando su cuerpo entero se volvió de plomo. Pero no fue hasta después, cuando encontró la carta apresuradamente escrita y la vio firmada con la caligrafía de su hermana, que entendió la verdad.

    Habían huido juntos.

    Aquella traición no solo le arrebató a su futuro esposo, sino a la persona en la que más confiaba. En un solo instante, perdió dos amores: el romántico y el fraternal.

    “No puedo más… su ausencia me persigue… necesito que desaparezcan de mi cabeza.”

    Lepus suspiró y tomó una tijera, cortando con precisión un tallo marchito. Había realizado el Ritual de Memoria y Olvido con la misma meticulosidad de siempre. La mujer escribió ambos nombres en el pergamino y, con un movimiento tembloroso, lo dejó arder en la llama negra. Las cenizas bailaron en el aire antes de desvanecerse en la brisa nocturna.

    Pero… ¿realmente el olvido era la respuesta?

    Los recuerdos no desaparecían. Solo se hundían en lo más profundo, perdiendo su filo, su intensidad. Con el tiempo, quizá la mujer despertaría una mañana sintiendo que algo le faltaba, una herida sin cicatriz visible. Y aunque el rostro de su hermana y de aquel hombre se desdibujara, el eco de la traición persistiría en su alma.

    Lepus acomodó las flores restantes y se quedó en silencio. Su labor no era juzgar, sino aliviar. A veces, eso significaba conceder olvido. Otras veces, significaba permitir que el dolor se desvaneciera poco a poco, como un pétalo arrastrado por el viento.

    Fuera de la tienda, la noche se cernía sobre la ciudad. Aún quedaban flores por organizar, pero por un instante, Lepus cerró los ojos y escuchó.

    En algún rincón del mundo, alguien más la llamaría pronto.

    Y ella acudiría. Como siempre.
    #monorol
    El aroma de lavanda y pétalos secos flotaba en el aire mientras Lepus acomodaba un ramo de dalias sobre el mostrador. Sus manos se movían con precisión, atando los tallos con un lazo de seda negra, pero su mente seguía atrapada en los recuerdos ajenos. “Haz que los olvide… por favor… haz que desaparezcan.” La voz de la mujer aún resonaba en su mente, frágil y quebrada, como si cada palabra amenazara con hacerla colapsar. Había llegado a ella poco después del anochecer, con los ojos hinchados de tanto llorar. Sus manos temblaban al colocar la ofrenda sobre el altar improvisado: una vela blanca, una figura de un conejo de porcelana y un puñado de jazmines marchitos, sus flores favoritas antes de que el dolor las volviera insoportables. Su prometido y su hermana. Las palabras se le habían atorado en la garganta cuando intentó explicarlo. El día de su boda, había caminado hasta el altar con el corazón latiendo de emoción… solo para encontrarlo vacío. En la iglesia, los murmullos crecieron hasta convertirse en cuchicheos hirientes. Su madre trató de sostenerla cuando su vestido de novia pareció pesarle demasiado, cuando su cuerpo entero se volvió de plomo. Pero no fue hasta después, cuando encontró la carta apresuradamente escrita y la vio firmada con la caligrafía de su hermana, que entendió la verdad. Habían huido juntos. Aquella traición no solo le arrebató a su futuro esposo, sino a la persona en la que más confiaba. En un solo instante, perdió dos amores: el romántico y el fraternal. “No puedo más… su ausencia me persigue… necesito que desaparezcan de mi cabeza.” Lepus suspiró y tomó una tijera, cortando con precisión un tallo marchito. Había realizado el Ritual de Memoria y Olvido con la misma meticulosidad de siempre. La mujer escribió ambos nombres en el pergamino y, con un movimiento tembloroso, lo dejó arder en la llama negra. Las cenizas bailaron en el aire antes de desvanecerse en la brisa nocturna. Pero… ¿realmente el olvido era la respuesta? Los recuerdos no desaparecían. Solo se hundían en lo más profundo, perdiendo su filo, su intensidad. Con el tiempo, quizá la mujer despertaría una mañana sintiendo que algo le faltaba, una herida sin cicatriz visible. Y aunque el rostro de su hermana y de aquel hombre se desdibujara, el eco de la traición persistiría en su alma. Lepus acomodó las flores restantes y se quedó en silencio. Su labor no era juzgar, sino aliviar. A veces, eso significaba conceder olvido. Otras veces, significaba permitir que el dolor se desvaneciera poco a poco, como un pétalo arrastrado por el viento. Fuera de la tienda, la noche se cernía sobre la ciudad. Aún quedaban flores por organizar, pero por un instante, Lepus cerró los ojos y escuchó. En algún rincón del mundo, alguien más la llamaría pronto. Y ella acudiría. Como siempre. #monorol
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  • El viento soplaba con fuerza sobre la plataforma de arena, levantando una fina nube de polvo que se arremolinaba alrededor de los dos combatientes. **Takeru se paró firme, con el corazón latiendo a mil por hora, pero con la mente clara, gracias a las palabras de aquella persona, por fin lo comprendió.** Esta no era solo una pelea más; era la prueba definitiva de su crecimiento. **Todo su entrenamiento, todo el legado del Estilo Niko y su destreza como Out-Boxer, lo habían traído hasta aquí.**

    Frente a él, Yun Sekibayashi se erguía como un coloso indomable. **Un titán del puroresu**, su musculatura imponente contrastaba con su eterna sonrisa confiada.

    "¡Venga, Takeru! ¡Vamos a hacer que esta pelea sea legendaria!"

    Sin referí, sin reglas, sin margen para errores. **Solo fuerza, habilidad y voluntad.**

    El choque comenzó de inmediato. **Sekibayashi avanzó con su Lariat devastador, buscando terminar la pelea en un solo golpe.** Pero Takeru reaccionó con la velocidad de un relámpago, inclinando su cuerpo hacia atrás y dejando que el enorme brazo de Yun pasara por encima de su cabeza.

    En un instante, Takeru contraatacó con un **Puño Relámpago del Estilo Niko**, dirigido al hígado del gigante.

    ¡BAM!

    Sekibayashi gruñó y retrocedió un paso, pero su sonrisa se ensanchó aún más. "¡Buen golpe, pero no suficiente!"

    Sin darle respiro, **Sekibayashi se abalanzó sobre él con un Bear Hug brutal**. Su abrazo era como el de una pitón, aplastando las costillas de Takeru con una fuerza descomunal.

    Takeru sintió la presión sofocante, pero su mente se mantuvo fría. **Recordó las enseñanzas del Estilo Niko.** En lugar de resistirse, relajó su cuerpo por un instante, y con un giro preciso, colocó su pierna entre las de Sekibayashi y utilizó un **Lanzamiento de Flujo** para liberarse.

    El titán perdió el equilibrio y **por primera vez cayó de rodillas**.

    El público que rodeaba la plataforma enloqueció.

    Sekibayashi golpeó el suelo con un puño y se levantó con una risa feroz. "¡Esto es lo que esperaba de ti, Takeru!"

    Se sacudió el polvo y volvió a la carga. Esta vez, su velocidad era aún mayor. **Un titán en movimiento, con fuerza y técnica depuradas.**

    **Takeru cerró los puños. No podía fallar.**

    Cuando Sekibayashi se acercó, **Takeru activó su Posesión.** Su mirada cambió, su instinto asesino se elevó al máximo y su cuerpo se movió con una fluidez sobrenatural.

    **Takeru desapareció de la vista del gigante.**

    Antes de que Sekibayashi pudiera reaccionar, **un directo al rostro lo hizo tambalear.**

    ¡BAM!

    Aprovechando su destreza como Out-Boxer, **Takeru encadenó un uno-dos relampagueante**, esquivando con un impecable juego de pies y castigando cada abertura en la defensa del titán.

    Pero Sekibayashi no caía.

    Con un rugido, **lanzó un cabezazo devastador.**

    ¡CRACK!

    Takeru tambaleó, su visión se nubló por un instante. Sekibayashi lo atrapó por los hombros y, con una fuerza titánica, **lo levantó por los aires antes de estrellarlo contra la arena con un Suplex brutal.**

    Un cráter se formó en la plataforma.

    El silencio se apoderó del lugar.

    Por un momento, todo parecía acabado.

    Pero entonces, la arena comenzó a moverse.

    Takeru **se levantó lentamente, con la mirada ardiente y una sonrisa en el rostro.**

    "Eso… fue fuerte."

    Sekibayashi soltó una carcajada. "¡Sigues de pie! ¡Así me gusta!"

    Takeru tomó aire y adoptó su última postura. **El modo Demoniaco del Estilo Niko.**

    Sus músculos se relajaron, su cuerpo fluía como el agua, pero su intención asesina se elevó al máximo. **Era el punto culminante de todo su entrenamiento.**

    Sekibayashi lo sintió. Por primera vez en la pelea, su sonrisa se desvaneció.

    "Ah… esto sí que será un infierno."

    Takeru desapareció de su vista.

    Un instante después, **un golpe brutal impactó la mandíbula del coloso.**

    ¡BAM!

    Yun retrocedió.

    Takeru apareció a su costado y lanzó un **golpe al hígado**, seguido de una patada giratoria al cuello.

    El cuerpo de Sekibayashi comenzó a ceder.

    Con un último aliento, **Takeru reunió toda su fuerza en un solo golpe**.

    Un puñetazo fulminante al mentón.

    El impacto resonó en toda la arena.

    **Sekibayashi cayó de espaldas.**

    El polvo se asentó lentamente mientras el coloso yacía inmóvil en la arena.

    No hubo cuenta.

    No hubo referí.

    **Solo la brutal verdad del combate.**

    Takeru, con el pecho agitado, permaneció de pie. **Había ganado.**

    Sekibayashi, aún en el suelo, comenzó a reír. "¡Eres un monstruo, Takeru…! ¡Ve y gana esa final!"

    Takeru solo asintió. No había tiempo para celebraciones.

    **La verdadera batalla aún lo esperaba.**
    El viento soplaba con fuerza sobre la plataforma de arena, levantando una fina nube de polvo que se arremolinaba alrededor de los dos combatientes. **Takeru se paró firme, con el corazón latiendo a mil por hora, pero con la mente clara, gracias a las palabras de aquella persona, por fin lo comprendió.** Esta no era solo una pelea más; era la prueba definitiva de su crecimiento. **Todo su entrenamiento, todo el legado del Estilo Niko y su destreza como Out-Boxer, lo habían traído hasta aquí.** Frente a él, Yun Sekibayashi se erguía como un coloso indomable. **Un titán del puroresu**, su musculatura imponente contrastaba con su eterna sonrisa confiada. "¡Venga, Takeru! ¡Vamos a hacer que esta pelea sea legendaria!" Sin referí, sin reglas, sin margen para errores. **Solo fuerza, habilidad y voluntad.** El choque comenzó de inmediato. **Sekibayashi avanzó con su Lariat devastador, buscando terminar la pelea en un solo golpe.** Pero Takeru reaccionó con la velocidad de un relámpago, inclinando su cuerpo hacia atrás y dejando que el enorme brazo de Yun pasara por encima de su cabeza. En un instante, Takeru contraatacó con un **Puño Relámpago del Estilo Niko**, dirigido al hígado del gigante. ¡BAM! Sekibayashi gruñó y retrocedió un paso, pero su sonrisa se ensanchó aún más. "¡Buen golpe, pero no suficiente!" Sin darle respiro, **Sekibayashi se abalanzó sobre él con un Bear Hug brutal**. Su abrazo era como el de una pitón, aplastando las costillas de Takeru con una fuerza descomunal. Takeru sintió la presión sofocante, pero su mente se mantuvo fría. **Recordó las enseñanzas del Estilo Niko.** En lugar de resistirse, relajó su cuerpo por un instante, y con un giro preciso, colocó su pierna entre las de Sekibayashi y utilizó un **Lanzamiento de Flujo** para liberarse. El titán perdió el equilibrio y **por primera vez cayó de rodillas**. El público que rodeaba la plataforma enloqueció. Sekibayashi golpeó el suelo con un puño y se levantó con una risa feroz. "¡Esto es lo que esperaba de ti, Takeru!" Se sacudió el polvo y volvió a la carga. Esta vez, su velocidad era aún mayor. **Un titán en movimiento, con fuerza y técnica depuradas.** **Takeru cerró los puños. No podía fallar.** Cuando Sekibayashi se acercó, **Takeru activó su Posesión.** Su mirada cambió, su instinto asesino se elevó al máximo y su cuerpo se movió con una fluidez sobrenatural. **Takeru desapareció de la vista del gigante.** Antes de que Sekibayashi pudiera reaccionar, **un directo al rostro lo hizo tambalear.** ¡BAM! Aprovechando su destreza como Out-Boxer, **Takeru encadenó un uno-dos relampagueante**, esquivando con un impecable juego de pies y castigando cada abertura en la defensa del titán. Pero Sekibayashi no caía. Con un rugido, **lanzó un cabezazo devastador.** ¡CRACK! Takeru tambaleó, su visión se nubló por un instante. Sekibayashi lo atrapó por los hombros y, con una fuerza titánica, **lo levantó por los aires antes de estrellarlo contra la arena con un Suplex brutal.** Un cráter se formó en la plataforma. El silencio se apoderó del lugar. Por un momento, todo parecía acabado. Pero entonces, la arena comenzó a moverse. Takeru **se levantó lentamente, con la mirada ardiente y una sonrisa en el rostro.** "Eso… fue fuerte." Sekibayashi soltó una carcajada. "¡Sigues de pie! ¡Así me gusta!" Takeru tomó aire y adoptó su última postura. **El modo Demoniaco del Estilo Niko.** Sus músculos se relajaron, su cuerpo fluía como el agua, pero su intención asesina se elevó al máximo. **Era el punto culminante de todo su entrenamiento.** Sekibayashi lo sintió. Por primera vez en la pelea, su sonrisa se desvaneció. "Ah… esto sí que será un infierno." Takeru desapareció de su vista. Un instante después, **un golpe brutal impactó la mandíbula del coloso.** ¡BAM! Yun retrocedió. Takeru apareció a su costado y lanzó un **golpe al hígado**, seguido de una patada giratoria al cuello. El cuerpo de Sekibayashi comenzó a ceder. Con un último aliento, **Takeru reunió toda su fuerza en un solo golpe**. Un puñetazo fulminante al mentón. El impacto resonó en toda la arena. **Sekibayashi cayó de espaldas.** El polvo se asentó lentamente mientras el coloso yacía inmóvil en la arena. No hubo cuenta. No hubo referí. **Solo la brutal verdad del combate.** Takeru, con el pecho agitado, permaneció de pie. **Había ganado.** Sekibayashi, aún en el suelo, comenzó a reír. "¡Eres un monstruo, Takeru…! ¡Ve y gana esa final!" Takeru solo asintió. No había tiempo para celebraciones. **La verdadera batalla aún lo esperaba.**
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  • Jimoto se deslizó entre las sombras, con la vista fija en la gran caja metálica dentro del almacén enemigo. Había sido difícil infiltrarse en la base de la Patrulla Roja, pero ahí estaba: la esfera del dragón, custodiada por unos pocos soldados distraídos. Solo tenía que actuar rápido, tomarla y desaparecer antes de que sonara la alarma.

    Pero entonces, un estruendo sacudió el suelo. Desde el intercomunicador de uno de los soldados, una voz chillona resonó:

    —¡El ataque ha comenzado! ¡Reduciremos la ciudad a cenizas hasta que nos entreguen la información!

    Jimoto sintió un escalofrío. *¿Ataque?* ¿A qué ciudad se referían?

    Salió sigilosamente del almacén y se trepó a una torre de vigilancia para ver a lo lejos. Un humo espeso se alzaba en el horizonte. Desde ahí, pudo ver el resplandor de las llamas devorando los edificios de una ciudad cercana. Gritos, explosiones… gente corriendo por sus vidas.

    Apretó los puños. Tenía la oportunidad de llevarse la esfera ahora. Podía completar su misión.

    Pero…

    Miró la caja. Luego la ciudad.

    Chasqueó la lengua con frustración.

    —Maldición…

    Sin pensarlo dos veces, se lanzó en dirección al caos.

    ***

    Las calles estaban sumidas en el terror. Soldados de la Patrulla Roja disparaban sin piedad, causando explosiones que derrumbaban edificios enteros. La gente huía, algunos atrapados entre escombros, otros rodeados sin salida.

    Entonces, una sombra veloz irrumpió en la escena.

    —¡Hey! ¡Cobardes con uniforme! —gritó Jimoto, aterrizando con un golpe que hizo temblar el pavimento—. ¿Por qué no prueban su suerte con alguien que puede devolver los golpes?

    Los soldados voltearon, sorprendidos.

    —¡Es ese tipo! ¡El de la máscara!

    Sin darles tiempo para reaccionar, Jimoto se lanzó contra ellos, derribando a los primeros con una patada giratoria y esquivando las balas con movimientos ágiles. Cada golpe suyo derribaba a un enemigo, cada salto lo acercaba a más civiles para ponerlos a salvo.

    Pero sabía la verdad: mientras él estaba aquí, los villanos escapaban con la esfera.

    No importaba.

    Ver a las familias reunirse, a los niños correr hacia los brazos de sus padres, le confirmó que había tomado la decisión correcta.

    Cuando el humo se disipó y la Patrulla Roja ya no estaba, Jimoto se quedó de pie entre los escombros, respirando con dificultad.

    Había perdido la esfera… pero había salvado una ciudad.

    Y eso valía más.
    Jimoto se deslizó entre las sombras, con la vista fija en la gran caja metálica dentro del almacén enemigo. Había sido difícil infiltrarse en la base de la Patrulla Roja, pero ahí estaba: la esfera del dragón, custodiada por unos pocos soldados distraídos. Solo tenía que actuar rápido, tomarla y desaparecer antes de que sonara la alarma. Pero entonces, un estruendo sacudió el suelo. Desde el intercomunicador de uno de los soldados, una voz chillona resonó: —¡El ataque ha comenzado! ¡Reduciremos la ciudad a cenizas hasta que nos entreguen la información! Jimoto sintió un escalofrío. *¿Ataque?* ¿A qué ciudad se referían? Salió sigilosamente del almacén y se trepó a una torre de vigilancia para ver a lo lejos. Un humo espeso se alzaba en el horizonte. Desde ahí, pudo ver el resplandor de las llamas devorando los edificios de una ciudad cercana. Gritos, explosiones… gente corriendo por sus vidas. Apretó los puños. Tenía la oportunidad de llevarse la esfera ahora. Podía completar su misión. Pero… Miró la caja. Luego la ciudad. Chasqueó la lengua con frustración. —Maldición… Sin pensarlo dos veces, se lanzó en dirección al caos. *** Las calles estaban sumidas en el terror. Soldados de la Patrulla Roja disparaban sin piedad, causando explosiones que derrumbaban edificios enteros. La gente huía, algunos atrapados entre escombros, otros rodeados sin salida. Entonces, una sombra veloz irrumpió en la escena. —¡Hey! ¡Cobardes con uniforme! —gritó Jimoto, aterrizando con un golpe que hizo temblar el pavimento—. ¿Por qué no prueban su suerte con alguien que puede devolver los golpes? Los soldados voltearon, sorprendidos. —¡Es ese tipo! ¡El de la máscara! Sin darles tiempo para reaccionar, Jimoto se lanzó contra ellos, derribando a los primeros con una patada giratoria y esquivando las balas con movimientos ágiles. Cada golpe suyo derribaba a un enemigo, cada salto lo acercaba a más civiles para ponerlos a salvo. Pero sabía la verdad: mientras él estaba aquí, los villanos escapaban con la esfera. No importaba. Ver a las familias reunirse, a los niños correr hacia los brazos de sus padres, le confirmó que había tomado la decisión correcta. Cuando el humo se disipó y la Patrulla Roja ya no estaba, Jimoto se quedó de pie entre los escombros, respirando con dificultad. Había perdido la esfera… pero había salvado una ciudad. Y eso valía más.
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  • Jimoto jadeaba, con la espalda contra el tronco de un árbol, mientras los últimos ecos del combate aún resonaban en la espesura de la selva. La patrulla roja había sido más numerosa y organizada de lo que esperaba. Aunque había logrado salir ileso, su mente no dejaba de darle vueltas a lo que acababa de escuchar.

    —El comandante estará contento. Ya tenemos dos esferas… y ahora sabemos dónde está *el arma*.

    Esa última palabra lo había congelado. ¿A quién se referían? No… ¿*A qué* se referían? ¿Era él? ¿Era posible que la Patrulla Roja supiera algo sobre su pasado que él mismo ignoraba?

    Jimoto cerró los puños y apretó los dientes. No podía dejarlo pasar. No solo estaban más cerca de conseguir las esferas del dragón, sino que también tenían información sobre él. Si se les enfrentaba de nuevo con su apariencia actual, lo reconocerían de inmediato. Necesitaba una nueva identidad, algo que lo distinguiera, que lo protegiera…

    Entonces recordó el regalo del alcalde de aquella ciudad en la que había ayudado hace un tiempo. Un traje de superhéroe, símbolo de gratitud por haber salvado a los habitantes de un desastre. En aquel momento, le había parecido un gesto exagerado, incluso algo cómico, pero ahora… podía ser su mejor opción.

    Horas después, en lo profundo de la selva, Jimoto emergió con una nueva apariencia. Su traje, ceñido y resistente, tenía un diseño vistoso, con colores vibrantes y una capa ondeando a su espalda. Su máscara ocultaba su rostro lo suficiente para evitar que lo identificaran de inmediato.

    Si la Patrulla Roja quería un arma, no la iban a encontrar tan fácilmente. Ahora, él sería otra cosa… una sombra en su camino, un obstáculo en su conquista.

    Jimoto sonrió bajo la máscara.

    —Si quieren verme como un héroe… entonces lo seré.
    Jimoto jadeaba, con la espalda contra el tronco de un árbol, mientras los últimos ecos del combate aún resonaban en la espesura de la selva. La patrulla roja había sido más numerosa y organizada de lo que esperaba. Aunque había logrado salir ileso, su mente no dejaba de darle vueltas a lo que acababa de escuchar. —El comandante estará contento. Ya tenemos dos esferas… y ahora sabemos dónde está *el arma*. Esa última palabra lo había congelado. ¿A quién se referían? No… ¿*A qué* se referían? ¿Era él? ¿Era posible que la Patrulla Roja supiera algo sobre su pasado que él mismo ignoraba? Jimoto cerró los puños y apretó los dientes. No podía dejarlo pasar. No solo estaban más cerca de conseguir las esferas del dragón, sino que también tenían información sobre él. Si se les enfrentaba de nuevo con su apariencia actual, lo reconocerían de inmediato. Necesitaba una nueva identidad, algo que lo distinguiera, que lo protegiera… Entonces recordó el regalo del alcalde de aquella ciudad en la que había ayudado hace un tiempo. Un traje de superhéroe, símbolo de gratitud por haber salvado a los habitantes de un desastre. En aquel momento, le había parecido un gesto exagerado, incluso algo cómico, pero ahora… podía ser su mejor opción. Horas después, en lo profundo de la selva, Jimoto emergió con una nueva apariencia. Su traje, ceñido y resistente, tenía un diseño vistoso, con colores vibrantes y una capa ondeando a su espalda. Su máscara ocultaba su rostro lo suficiente para evitar que lo identificaran de inmediato. Si la Patrulla Roja quería un arma, no la iban a encontrar tan fácilmente. Ahora, él sería otra cosa… una sombra en su camino, un obstáculo en su conquista. Jimoto sonrió bajo la máscara. —Si quieren verme como un héroe… entonces lo seré.
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  • Takeru Arakawa respiró hondo, apesar de medicamentos y remedios aún permanecía sintiendo el dolor punzante, en cada rincón de su cuerpo. Su combate anterior lo había dejado al borde del colapso. Las costillas le dolían al respirar, su brazo izquierdo respondía con lentitud y su pierna derecha estaba entumecida. Pero no había tiempo para lamentaciones.

    Frente a él, Ryan Kure lo observaba con su típica sonrisa confiada. No tenía un solo rasguño en el cuerpo. Era un depredador en su mejor estado.

    **"Estoy en desventaja. Mi cuerpo está al límite, y Ryan está fresco. Si peleo de frente, perderé. No puedo dejar que me dicte el ritmo. Debo adaptarme."**

    Takeru cerró los ojos por un instante, organizando su estrategia. Enfrentaría esto como lo había hecho siempre: combinando la precisión de su **out-boxing** con la versatilidad del **estilo Niko.** La clave sería moverse constantemente, evitar sus golpes y desgastarlo hasta encontrar una apertura.

    Exhaló y abrió los ojos. **La pelea había comenzado.**

    Ryan fue el primero en atacar. Su puño recto cortó el aire con una velocidad aterradora. Takeru apenas logró esquivarlo, pero el viento del golpe rozó su mejilla. Un segundo después, un rodillazo se dirigió a su abdomen. Bloqueó con el antebrazo, pero la fuerza lo hizo retroceder varios pasos.

    Ryan no le dio respiro. Sus ataques eran veloces y precisos, como si ya supiera cada movimiento de Takeru. Cada esquive era más difícil, cada bloqueo enviaba un impacto punzante a su ya debilitado cuerpo.

    **"Si esto sigue así, me va a destrozar."**

    Con un gruñido, Takeru activó **Posesión.** Su corazón latió con violencia, bombeando sangre a una velocidad inhumana. Sus músculos se tensaron, su piel se calentó. La fatiga y el dolor fueron arrastrados a un rincón de su mente.

    Ryan arqueó una ceja.

    —¿Eso es todo?

    Takeru desapareció de su vista. En un instante, apareció a su lado con un golpe directo al rostro. Ryan apenas pudo reaccionar, recibiendo el impacto de lleno. Su cabeza giró y su cuerpo retrocedió.

    —Interesante… —murmuró Ryan, limpiando la sangre de su labio.

    Entonces, su expresión cambió. **Liberación.**

    Takeru sintió un escalofrío. El cuerpo de Ryan se estremeció, sus pupilas se dilataron.

    —Si vamos a pelear en serio, entonces te mostraré lo que pasa cuando un Kure elimina sus limitaciones.

    Ryan desapareció.

    Antes de que Takeru pudiera reaccionar, un golpe demoledor impactó su abdomen, sacándole el aire. Luego, otro en la mandíbula. Su consciencia titiló. Sintió su cuerpo elevarse antes de ser estrellado contra el suelo con un brutal gancho.

    **"Es… demasiado rápido."**

    El mundo giró mientras intentaba ponerse de pie. Sus piernas tambaleaban, pero no podía ceder. Apoyándose en la fuerza de **Posesión,** rugió y se lanzó contra Ryan con un último golpe.

    Ambos puños chocaron en el aire, el impacto hizo temblar el suelo. El brazo de Takeru amenazaba con romperse, pero no se detuvo.

    **"Si caigo aquí, no tendré otra oportunidad."**

    Ryan sonrió, con una mirada de pura locura. **La pelea aún no había terminado.**

    Takeru Arakawa respiró hondo, apesar de medicamentos y remedios aún permanecía sintiendo el dolor punzante, en cada rincón de su cuerpo. Su combate anterior lo había dejado al borde del colapso. Las costillas le dolían al respirar, su brazo izquierdo respondía con lentitud y su pierna derecha estaba entumecida. Pero no había tiempo para lamentaciones. Frente a él, Ryan Kure lo observaba con su típica sonrisa confiada. No tenía un solo rasguño en el cuerpo. Era un depredador en su mejor estado. **"Estoy en desventaja. Mi cuerpo está al límite, y Ryan está fresco. Si peleo de frente, perderé. No puedo dejar que me dicte el ritmo. Debo adaptarme."** Takeru cerró los ojos por un instante, organizando su estrategia. Enfrentaría esto como lo había hecho siempre: combinando la precisión de su **out-boxing** con la versatilidad del **estilo Niko.** La clave sería moverse constantemente, evitar sus golpes y desgastarlo hasta encontrar una apertura. Exhaló y abrió los ojos. **La pelea había comenzado.** Ryan fue el primero en atacar. Su puño recto cortó el aire con una velocidad aterradora. Takeru apenas logró esquivarlo, pero el viento del golpe rozó su mejilla. Un segundo después, un rodillazo se dirigió a su abdomen. Bloqueó con el antebrazo, pero la fuerza lo hizo retroceder varios pasos. Ryan no le dio respiro. Sus ataques eran veloces y precisos, como si ya supiera cada movimiento de Takeru. Cada esquive era más difícil, cada bloqueo enviaba un impacto punzante a su ya debilitado cuerpo. **"Si esto sigue así, me va a destrozar."** Con un gruñido, Takeru activó **Posesión.** Su corazón latió con violencia, bombeando sangre a una velocidad inhumana. Sus músculos se tensaron, su piel se calentó. La fatiga y el dolor fueron arrastrados a un rincón de su mente. Ryan arqueó una ceja. —¿Eso es todo? Takeru desapareció de su vista. En un instante, apareció a su lado con un golpe directo al rostro. Ryan apenas pudo reaccionar, recibiendo el impacto de lleno. Su cabeza giró y su cuerpo retrocedió. —Interesante… —murmuró Ryan, limpiando la sangre de su labio. Entonces, su expresión cambió. **Liberación.** Takeru sintió un escalofrío. El cuerpo de Ryan se estremeció, sus pupilas se dilataron. —Si vamos a pelear en serio, entonces te mostraré lo que pasa cuando un Kure elimina sus limitaciones. Ryan desapareció. Antes de que Takeru pudiera reaccionar, un golpe demoledor impactó su abdomen, sacándole el aire. Luego, otro en la mandíbula. Su consciencia titiló. Sintió su cuerpo elevarse antes de ser estrellado contra el suelo con un brutal gancho. **"Es… demasiado rápido."** El mundo giró mientras intentaba ponerse de pie. Sus piernas tambaleaban, pero no podía ceder. Apoyándose en la fuerza de **Posesión,** rugió y se lanzó contra Ryan con un último golpe. Ambos puños chocaron en el aire, el impacto hizo temblar el suelo. El brazo de Takeru amenazaba con romperse, pero no se detuvo. **"Si caigo aquí, no tendré otra oportunidad."** Ryan sonrió, con una mirada de pura locura. **La pelea aún no había terminado.**
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  • ------ Días antes de la estación de tren -------


    Niko o Nikolaou como era conocido, no era el típico Don Juan que se estableciera en un solo lugar, un alma libre y errante entre esos cabellos de fuego tan característicos de él, dicho motivo y por líos de faldas terminaba vetado de algunos lugares.

    Está no había sido la excepción, el jefe de tenencia le puso precio a su cabeza por haber robado la inocencia de su hija ( 30 años, nada agraciada (?)) y de paso besarse con su mujer, Damian no descriminaba, el que usarán faldas y tuvieran unos pechos para el pelirrojo, eran candidatas para un poco de amor.

    - Vaya susto me dió ese viejo... Lo bueno que cene delicioso (?).

    Después de unos minutos caminando un auto le dió un aventón al siguiente pueblo, en dónde pasaría un par de días antes de llegar a su objetivo, muy amable pago el servicio al ajeno con una sonrisa.

    - Gracias viejo, Dios te lo pagué en abundancia y belleza.(?)

    Su estómago arrojó, un gran gruñido que le llevó a poner la zurda en el mismo, realizando una mueca de dolor.

    - Lo se amigo, no tienes que gruñir tan fuerte, busquemos algo para desayunar.

    Vendedores ambulantes en el espació del que imaginó sería el centró del pueblo, bajo carpas de plástico y manta, caminaba manteniendo los ojos en algún alimento que le llamará la atención.

    - No, no, talvez, no, no.



    ------ Días antes de la estación de tren ------- Niko o Nikolaou como era conocido, no era el típico Don Juan que se estableciera en un solo lugar, un alma libre y errante entre esos cabellos de fuego tan característicos de él, dicho motivo y por líos de faldas terminaba vetado de algunos lugares. Está no había sido la excepción, el jefe de tenencia le puso precio a su cabeza por haber robado la inocencia de su hija ( 30 años, nada agraciada (?)) y de paso besarse con su mujer, Damian no descriminaba, el que usarán faldas y tuvieran unos pechos para el pelirrojo, eran candidatas para un poco de amor. - Vaya susto me dió ese viejo... Lo bueno que cene delicioso (?). Después de unos minutos caminando un auto le dió un aventón al siguiente pueblo, en dónde pasaría un par de días antes de llegar a su objetivo, muy amable pago el servicio al ajeno con una sonrisa. - Gracias viejo, Dios te lo pagué en abundancia y belleza.(?) Su estómago arrojó, un gran gruñido que le llevó a poner la zurda en el mismo, realizando una mueca de dolor. - Lo se amigo, no tienes que gruñir tan fuerte, busquemos algo para desayunar. Vendedores ambulantes en el espació del que imaginó sería el centró del pueblo, bajo carpas de plástico y manta, caminaba manteniendo los ojos en algún alimento que le llamará la atención. - No, no, talvez, no, no.
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  • Estás seguro que esto es el favor que querías de mi Niffty

    -Amarrado en una pocicion algo incomoda -

    N: si jefecito solo un ratito ya estoy acabando
    - haciendo bocetos para mis nuevos ship -

    Apúrate por favor no me gusta estar amarrado y menos así ....

    N: sisisi jefecito ya estoy a punto solo levanté la barbilla y mire en mi dirección
    Estás seguro que esto es el favor que querías de mi [niffty.cockroaches] -Amarrado en una pocicion algo incomoda - N: si jefecito solo un ratito ya estoy acabando - haciendo bocetos para mis nuevos ship - Apúrate por favor no me gusta estar amarrado y menos así .... N: sisisi jefecito ya estoy a punto solo levanté la barbilla y mire en mi dirección
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  • #Actualización #MicroActualización #Novedades

    Actualización en los mensajes privados de FicRol

    ¡Atención, ficrolers! En el servidor de Discord de FicRol hemos informado sobre una nueva actualización:

    A partir de ahora, al eliminar un chat, este también se eliminará para el receptor.

    Esta mejora tiene como objetivo reforzar la privacidad de los roleplayers y sus mensajes privados.

    #Actualización #MicroActualización #Novedades 🔹 Actualización en los mensajes privados de FicRol 🔹 ¡Atención, ficrolers! 📢 En el servidor de Discord de FicRol hemos informado sobre una nueva actualización: ➡️ A partir de ahora, al eliminar un chat, este también se eliminará para el receptor. Esta mejora tiene como objetivo reforzar la privacidad de los roleplayers y sus mensajes privados. 🔒✨
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  • Takeru respiraba hondo mientras se preparaba para el combate más difícil hasta ahora. Wakatsuki Takeshi estaba frente a él, un hombre cuya fuerza descomunal lo convertía en una verdadera bestia en el ring. La arena del estadio de la isla oculta vibraba con la anticipación de los espectadores, quienes sabían que este enfrentamiento sería una brutal demostración de poder y técnica.

    El referí levantó la mano y anunció el inicio del combate.

    Takeru, ahora un maestro del estilo Niko combinado con su boxeo Out Boxer, utilizó "Bólido" para aumentar su velocidad y mantenerse fuera del alcance de Wakatsuki. Se movía como un espectro, lanzando jabs rápidos que apenas rozaban la piel del oponente, pero que acumulaban daño poco a poco.

    Sin embargo, Wakatsuki no era un rival ordinario. Cuando por fin consiguió cerrar la distancia, descargó un golpe devastador contra Takeru, quien apenas tuvo tiempo de activar "Adamantino" para mitigar el impacto. Aun así, el impacto fue brutal; Takeru sintió cómo sus huesos crujían bajo la fuerza monstruosa de su oponente.

    Con cada intercambio, la diferencia de poder era evidente. Wakatsuki bloqueaba los golpes de Takeru como si no fueran más que brisas de viento. Takeru, en cambio, tenía que usar "Sauce" constantemente para desviar los ataques que, de lo contrario, lo habrían dejado inconsciente en un instante.

    Pero Takeru no se rendía. Con sangre resbalando por su rostro y el dolor recorriendo todo su cuerpo, aprovechó su velocidad y reflejos superiores para conectar una serie de combinaciones rápidas, apuntando a los puntos débiles de Wakatsuki. Fue un combate de resistencia, astucia y puro instinto de supervivencia.

    Finalmente, en un último intento desesperado, Takeru utilizó su velocidad al máximo con "Bólido", esquivó un golpe demoledor y lanzó un derechazo con toda su fuerza al mentón de Wakatsuki. El impacto fue preciso, obligando al titán a tambalearse. Aprovechando el momento, descargó una ráfaga de golpes certeros, hasta que Wakatsuki cayó de rodillas.

    El referí observó atentamente, contando segundos en su cabeza. Wakatsuki intentó levantarse, pero sus piernas no respondían. Finalmente, su cuerpo se desplomó sobre la arena, incapaz de continuar.

    "¡El combate ha terminado! ¡El ganador es Takeru!"

    Los gritos del público retumbaron en la arena, pero Takeru apenas los escuchaba. Su cuerpo estaba destrozado, sus movimientos eran pesados y su visión borrosa. Aún quedaban muchas peleas por delante, y ahora tendría que enfrentarlas con heridas graves.
    Takeru respiraba hondo mientras se preparaba para el combate más difícil hasta ahora. Wakatsuki Takeshi estaba frente a él, un hombre cuya fuerza descomunal lo convertía en una verdadera bestia en el ring. La arena del estadio de la isla oculta vibraba con la anticipación de los espectadores, quienes sabían que este enfrentamiento sería una brutal demostración de poder y técnica. El referí levantó la mano y anunció el inicio del combate. Takeru, ahora un maestro del estilo Niko combinado con su boxeo Out Boxer, utilizó "Bólido" para aumentar su velocidad y mantenerse fuera del alcance de Wakatsuki. Se movía como un espectro, lanzando jabs rápidos que apenas rozaban la piel del oponente, pero que acumulaban daño poco a poco. Sin embargo, Wakatsuki no era un rival ordinario. Cuando por fin consiguió cerrar la distancia, descargó un golpe devastador contra Takeru, quien apenas tuvo tiempo de activar "Adamantino" para mitigar el impacto. Aun así, el impacto fue brutal; Takeru sintió cómo sus huesos crujían bajo la fuerza monstruosa de su oponente. Con cada intercambio, la diferencia de poder era evidente. Wakatsuki bloqueaba los golpes de Takeru como si no fueran más que brisas de viento. Takeru, en cambio, tenía que usar "Sauce" constantemente para desviar los ataques que, de lo contrario, lo habrían dejado inconsciente en un instante. Pero Takeru no se rendía. Con sangre resbalando por su rostro y el dolor recorriendo todo su cuerpo, aprovechó su velocidad y reflejos superiores para conectar una serie de combinaciones rápidas, apuntando a los puntos débiles de Wakatsuki. Fue un combate de resistencia, astucia y puro instinto de supervivencia. Finalmente, en un último intento desesperado, Takeru utilizó su velocidad al máximo con "Bólido", esquivó un golpe demoledor y lanzó un derechazo con toda su fuerza al mentón de Wakatsuki. El impacto fue preciso, obligando al titán a tambalearse. Aprovechando el momento, descargó una ráfaga de golpes certeros, hasta que Wakatsuki cayó de rodillas. El referí observó atentamente, contando segundos en su cabeza. Wakatsuki intentó levantarse, pero sus piernas no respondían. Finalmente, su cuerpo se desplomó sobre la arena, incapaz de continuar. "¡El combate ha terminado! ¡El ganador es Takeru!" Los gritos del público retumbaron en la arena, pero Takeru apenas los escuchaba. Su cuerpo estaba destrozado, sus movimientos eran pesados y su visión borrosa. Aún quedaban muchas peleas por delante, y ahora tendría que enfrentarlas con heridas graves.
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