• Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Siempre he querido llevar un temática de lovers to enemies y que nuestra canción sea Breakin Dishes de Rihanna. Ugh, ¿cuándo protagonista y no espectador?

    La cosa es que no tengo ni idea de cómo se arma una cosa de esas, jio jio jió.
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  • Los años 50s, sin duda una época llena de glamour, buena música e innovación, así como también el despertar de la Guerra Fría y algunos movimientos sociales y políticos.

    Lianna en aquella época se había ausentado un rato de los matrimonios, en su lugar había descubierto una fascinación por el mundo de la salud, no porque realmente le importaran las personas, sino por la curiosidad que le causaba entender la ciencia de las enfermedades, cómo afectaban a la fisiología, la psicología y las emociones humanas en las personas... sin contar la sangre que provenía de ellos.

    En 1952, un caso llegó a sus manos. Un hombre joven, de unos 30 años, fue ingresado en el hospital con síntomas que desconcertaron a los médicos: fiebre alta, debilidad muscular y parálisis progresiva. Los diagnósticos iniciales apuntaban a una infección viral, pero el cuadro clínico no encajaba con ninguna enfermedad conocida.

    Lianna, con su aguda observación, notó algo peculiar en el paciente. Sus ojos, aunque febrilmente nublados, mostraban una desesperación profunda. No solo sufría físicamente; su mente estaba atrapada en un laberinto de terror y confusión.

    Tras semanas de estudios e investigación, Lianna llegó a una conclusión : el hombre padecía una rara fiebre hemorrágica, posiblemente relacionada con una variante desconocida del virus de la influenza. Pero lo que realmente la cautivó fue el impacto psicológico de la enfermedad. La parálisis no solo afectaba su cuerpo, sino también su mente, sumiéndolo en una angustia existencial.

    Lianna comenzó a experimentar con el paciente, administrándole dosis controladas de sedantes y estimulantes para observar sus reacciones. Quería entender cómo la mente humana respondía al sufrimiento extremo, cómo el dolor físico podía desencadenar una tormenta emocional y psicológica.

    Una noche, mientras el paciente deliraba por la fiebre, Lianna se acercó a él. Sus palabras eran incoherentes, pero en medio del delirio, mencionó algo que la hizo emocionarse: "No quiero morir... pero el dolor... el dolor me consume". Fue en ese momento que Lianna comprendió la profundidad del sufrimiento humano, una comprensión que solo alguien como ella, con su naturaleza vampírica, podía alcanzar.

    El paciente murió días después, su cuerpo consumido por la fiebre y su mente perdida en la oscuridad. Pero para Lianna, su muerte no fue en vano. Había obtenido lo que buscaba: algo por el cual "vivir y experimentar" el sufrimiento de otros sería su placer.

    — Los humanos...son tan susceptibles.

    A partir de ese momento, Lianna se dedicó a estudiar enfermedades raras y sus efectos psicológicos.

    #Semanaderecuerdos
    Los años 50s, sin duda una época llena de glamour, buena música e innovación, así como también el despertar de la Guerra Fría y algunos movimientos sociales y políticos. Lianna en aquella época se había ausentado un rato de los matrimonios, en su lugar había descubierto una fascinación por el mundo de la salud, no porque realmente le importaran las personas, sino por la curiosidad que le causaba entender la ciencia de las enfermedades, cómo afectaban a la fisiología, la psicología y las emociones humanas en las personas... sin contar la sangre que provenía de ellos. En 1952, un caso llegó a sus manos. Un hombre joven, de unos 30 años, fue ingresado en el hospital con síntomas que desconcertaron a los médicos: fiebre alta, debilidad muscular y parálisis progresiva. Los diagnósticos iniciales apuntaban a una infección viral, pero el cuadro clínico no encajaba con ninguna enfermedad conocida. Lianna, con su aguda observación, notó algo peculiar en el paciente. Sus ojos, aunque febrilmente nublados, mostraban una desesperación profunda. No solo sufría físicamente; su mente estaba atrapada en un laberinto de terror y confusión. Tras semanas de estudios e investigación, Lianna llegó a una conclusión : el hombre padecía una rara fiebre hemorrágica, posiblemente relacionada con una variante desconocida del virus de la influenza. Pero lo que realmente la cautivó fue el impacto psicológico de la enfermedad. La parálisis no solo afectaba su cuerpo, sino también su mente, sumiéndolo en una angustia existencial. Lianna comenzó a experimentar con el paciente, administrándole dosis controladas de sedantes y estimulantes para observar sus reacciones. Quería entender cómo la mente humana respondía al sufrimiento extremo, cómo el dolor físico podía desencadenar una tormenta emocional y psicológica. Una noche, mientras el paciente deliraba por la fiebre, Lianna se acercó a él. Sus palabras eran incoherentes, pero en medio del delirio, mencionó algo que la hizo emocionarse: "No quiero morir... pero el dolor... el dolor me consume". Fue en ese momento que Lianna comprendió la profundidad del sufrimiento humano, una comprensión que solo alguien como ella, con su naturaleza vampírica, podía alcanzar. El paciente murió días después, su cuerpo consumido por la fiebre y su mente perdida en la oscuridad. Pero para Lianna, su muerte no fue en vano. Había obtenido lo que buscaba: algo por el cual "vivir y experimentar" el sufrimiento de otros sería su placer. — Los humanos...son tan susceptibles. A partir de ese momento, Lianna se dedicó a estudiar enfermedades raras y sus efectos psicológicos. #Semanaderecuerdos
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  • La aguja se desliza por la tela con precisión.
    El hilo negro atraviesa el borde del patrón como si supiera exactamente donde debe ir.
    Alaska no piensa en lo que cose, al menos no del todo.
    Sus manos lo hacen solas, como si estuvieran en automático.
    El cuerpo recuerda lo que la mente no necesita repetir.

    El apartamento está en silencio.
    No hay música.
    No hay televisor ni radio.
    Solo el zumbido del refrigerador, el sonido constante de la máquina de coser, el goteo de la cafetera eléctrica y el 'tic-tac' del reloj que ella misma desarmó y volvió a armar la semana pasada.

    Se levanta.
    Las cerraduras dobles están aseguradas.
    El aire huele a tela nueva y a café.
    Todo está en su sitio.
    Las tijeras sobre el escritorio.
    Las agujas alineadas por tamaño.
    Los hilos organizados por degradé de colores.

    Camina hacia la ventana. Las cortinas gruesas están cerradas, pero hay una rendija. Por ella se filtra la luz de la calle. Ve sombras, movimiento, vida.

    Ella no forma parte de eso.

    Camina hacia el salón. Se sienta en el suelo, junto a un mueble donde guarda retazos.
    El apartamento no exige respuestas.
    No interpreta gestos.
    No espera sonrisas.
    No la mira como si tuviera que justificarse.

    Aqui, no hay que fingir.
    No hay que calcular si una frase fue demasiado fría o si un silencio fue demasiado largo.

    Se recuesta contra la pared.
    El concreto está frío. Eso sí lo entiende.
    El frío no miente.
    No cambia de opinión.
    No se ofende.
    Solo es una constante que no necesita interpretación.

    Piensa en los días en que vivía con Harold.
    En los espacios que no eran suyos.
    En los rincones donde se escondía para no ser vista.
    Este apartamento no tiene rincones. Tiene límites claros.

    Se levanta.
    Vuelve a su espacio de costura.
    Toma asiento.
    Cose otra línea.
    El patrón está mal trazado.
    Lo sabe. Lo sabía desde antes.
    Pero no lo corrige. Lo deja así, como experimento.

    Aquí, puede hablar sola sin que nadie la corrija.
    O puede no hablar en absoluto.
    Puede coser durante horas.
    Puede comer lo mismo todos los días.

    Aquí, no es la chica rara.
    No es la hija del monstruo.
    No es la prófuga.
    Aquí, es solo Alaska.
    O Danna.
    O ninguna.
    O ambas.

    Y eso, aunque no sepa cómo se llama esa sensación, se parece mucho a estar. . . bien.
    La aguja se desliza por la tela con precisión. El hilo negro atraviesa el borde del patrón como si supiera exactamente donde debe ir. Alaska no piensa en lo que cose, al menos no del todo. Sus manos lo hacen solas, como si estuvieran en automático. El cuerpo recuerda lo que la mente no necesita repetir. El apartamento está en silencio. No hay música. No hay televisor ni radio. Solo el zumbido del refrigerador, el sonido constante de la máquina de coser, el goteo de la cafetera eléctrica y el 'tic-tac' del reloj que ella misma desarmó y volvió a armar la semana pasada. Se levanta. Las cerraduras dobles están aseguradas. El aire huele a tela nueva y a café. Todo está en su sitio. Las tijeras sobre el escritorio. Las agujas alineadas por tamaño. Los hilos organizados por degradé de colores. Camina hacia la ventana. Las cortinas gruesas están cerradas, pero hay una rendija. Por ella se filtra la luz de la calle. Ve sombras, movimiento, vida. Ella no forma parte de eso. Camina hacia el salón. Se sienta en el suelo, junto a un mueble donde guarda retazos. El apartamento no exige respuestas. No interpreta gestos. No espera sonrisas. No la mira como si tuviera que justificarse. Aqui, no hay que fingir. No hay que calcular si una frase fue demasiado fría o si un silencio fue demasiado largo. Se recuesta contra la pared. El concreto está frío. Eso sí lo entiende. El frío no miente. No cambia de opinión. No se ofende. Solo es una constante que no necesita interpretación. Piensa en los días en que vivía con Harold. En los espacios que no eran suyos. En los rincones donde se escondía para no ser vista. Este apartamento no tiene rincones. Tiene límites claros. Se levanta. Vuelve a su espacio de costura. Toma asiento. Cose otra línea. El patrón está mal trazado. Lo sabe. Lo sabía desde antes. Pero no lo corrige. Lo deja así, como experimento. Aquí, puede hablar sola sin que nadie la corrija. O puede no hablar en absoluto. Puede coser durante horas. Puede comer lo mismo todos los días. Aquí, no es la chica rara. No es la hija del monstruo. No es la prófuga. Aquí, es solo Alaska. O Danna. O ninguna. O ambas. Y eso, aunque no sepa cómo se llama esa sensación, se parece mucho a estar. . . bien.
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  • Reunión
    Fandom Free rol
    Categoría Comedia
    Anne Halliwell
    Katherine Gilbert
    Elisabeth Turner

    Hoy había quedado con las chicas justo en el restaurante donde celebramos el año pasado mi cumpleaños.
    Markus, el novio de Ivanna ha regresado por lo que todas sabíamos que la pareja necesitaba volver a recuperar su intimidad.
    Por fin mi libertad también había regresado, ahora mi chico ya no esta tan preocupado.
    Necesitaba volver a pasar tiempo con las chicas y creó que no soy la única.
    [Featherington_cx] [ThcSallow] [Turney_thcx] Hoy había quedado con las chicas justo en el restaurante donde celebramos el año pasado mi cumpleaños. Markus, el novio de Ivanna ha regresado por lo que todas sabíamos que la pareja necesitaba volver a recuperar su intimidad. Por fin mi libertad también había regresado, ahora mi chico ya no esta tan preocupado. Necesitaba volver a pasar tiempo con las chicas y creó que no soy la única.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Terminado
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  • El renacer de Lianna

    Lianna tenía apenas diez años cuando fue entregada a su cruel destino, aquella niña dulce, ingenua y alegre por las cosas pequeñas: cómo caminar entre las flores, un postre viendo el atardecer, recorrer el bosque de día e incluso nadar bajo la luz de la luna. Iba a perder todo lo que amaba a cambio del regalo de la inmortalidad. Su cuerpo y mente aún guardaban la fragilidad e inocencia de una niña, sin embargo sus ojos ya conocían el miedo.

    Una noche de luna llena, por el año 1505, la familia Beenedeti se encontraba en el bosque, pronto iba a suceder su milagro y lo que los sacaría de una ruina en el futuro.

    El señor Beenedeti se acercó a la niña y la puso en un círculo de sal, justo donde la luna pronto tocaría su delicada piel. La señora Beenedeti estaba al otro lado, sabía que si se metía probablemente no dejaría que la transformación se completara.

    Una vez listo todo, el señor Beenedeti tomó la muñeca de la niña y la mordió con rudeza, sus colmillos desgarraron la piel de la niña. El dolor fue inmediato; se sentía cómo eso le quemaba la piel y ardía por dentro, sintió cómo si fuego líquido recorría su cuerpo. La niña no pudo evitar asustarse y llorar.

    Fue ahí cuando el hombre se alejó de ella y simplemente dijo: "No te muevas." Las nubes fueron despejando la luna, quien después de unos momentos dejó que su luz la tocara.

    De repente el cuerpo de la niña empezó a quebrarse por dentro. Sus huesos crujieron, doblándose de formas extrañas. El aire se le escapaba de los pulmones, mientras mareos y un fuerte dolor de cabeza la hicieron gritar; sin embargo, este fue rápidamente interrumpido por el mar de visiones de rostros deformes, largos y oscuros, junto a voces espeluznantes que le susurraban cosas que ninguna niña normal de su edad debería escuchar.

    La madre, al ver a su hija sufrir, ya iba a intervenir, pero el esposo, que ni siquiera se volteó a mirar a la niña, intervino y tomó a su esposa fuertemente para que no hiciera ninguna tontería.

    —Ni siquiera te atrevas o todo esto será en vano, ni siquiera la mires o será más difícil para ti.

    El hombre suspiró y abrazó a su esposa.

    —Vámonos, Leticia, es hora de que ella enfrente su destino sola, si sobrevive, será una de las nuestras.

    Sus padres habían desaparecido de entre las sombras, dejándola sola en su agonía. Aparentemente así debía ser. Lianna cayó de rodillas, respirando con dificultad y la piel un poco sudorosa. De repente, bajo la noche fría, se hicieron presentes dos cosas: una sed y hambre salvaje que le quemaba la garganta, junto a emociones más intensas que le eran imposibles de controlar.

    El círculo de sal iba desapareciendo lentamente del suelo. Los árboles crujían a su alrededor. De repente, de uno de ellos se empezaron a oír gruñidos. Fue ahí cuando un licántropo salió de entre los arbustos; solo la miró con desprecio. Lianna se asustó y trató de moverse, pero el círculo aún no había desaparecido por completo, como si una barrera mágica la estuviera reteniendo. El licántropo también esperó a que el círculo desapareciera para hacer trizas a su presa. Al fin, cuando se volvió invisible, el hombre lobo se abalanzó sobre la niña y ésta apenas tuvo tiempo de esquivarlo. Corrió y corrió hasta caer al suelo.

    El lobo rápidamente volvió a abalanzarse sobre ella, casi logra morderla, si no fuera porque la pequeña niña pelirroja sacó su furia contenida en una patada. Tan pronto como el lobo se apartó, la niña empezó a defenderse cómo podía, mordió, arañó y golpeó con lo que tenía, gracias a los poderes que la luna había dejado a su inmortalidad cómo vampira. Cada vez que caía, se levantaba con lágrimas y dolor en su cuerpo. La bestia la arrastró contra el suelo, rasgándole la piel con sus feroces garras, y en ese instante el instinto asesino de Lianna apareció. Sus ojos azules se habían pintado de un rojo intenso. Mordió al lobo en la pata, éste cayó y después la vampira hundió sus dientes en la carne del licántropo; en eso sus colmillos aparecieron.

    La sangre caliente y metálica la había llenado. Su cuerpo, que se sentía diferente, más poderoso y con la fuerza, seguía bebiendo la sangre de su enemigo hasta saciarse. El licántropo finalmente cayó derrotado y sin vida.

    Lianna, temblando, levantó la vista hacia la luna. Se encontraba llena de sangre, sudor y tierra, sin embargo su miedo había desaparecido. Ya no era la misma niña; eso era claro: la muerte le había sido impuesta, la vida arrebatada y la eternidad la reclamaba.

    #Semanaderecuerdos #Resubido

    // Que raro, se me borró la publicación, espero no estar infringiendo nada, si alguien es sensible a las imágenes o a los temas sensibles, por favor límitese de ver o ignorar , ya que empezaré a subir algunas cosas sobre la vida de mi personaje y tócare temas no aptos para todos. Nuevamente, muchas gracias.
    🩸 El renacer de Lianna Lianna tenía apenas diez años cuando fue entregada a su cruel destino, aquella niña dulce, ingenua y alegre por las cosas pequeñas: cómo caminar entre las flores, un postre viendo el atardecer, recorrer el bosque de día e incluso nadar bajo la luz de la luna. Iba a perder todo lo que amaba a cambio del regalo de la inmortalidad. Su cuerpo y mente aún guardaban la fragilidad e inocencia de una niña, sin embargo sus ojos ya conocían el miedo. Una noche de luna llena, por el año 1505, la familia Beenedeti se encontraba en el bosque, pronto iba a suceder su milagro y lo que los sacaría de una ruina en el futuro. El señor Beenedeti se acercó a la niña y la puso en un círculo de sal, justo donde la luna pronto tocaría su delicada piel. La señora Beenedeti estaba al otro lado, sabía que si se metía probablemente no dejaría que la transformación se completara. Una vez listo todo, el señor Beenedeti tomó la muñeca de la niña y la mordió con rudeza, sus colmillos desgarraron la piel de la niña. El dolor fue inmediato; se sentía cómo eso le quemaba la piel y ardía por dentro, sintió cómo si fuego líquido recorría su cuerpo. La niña no pudo evitar asustarse y llorar. Fue ahí cuando el hombre se alejó de ella y simplemente dijo: "No te muevas." Las nubes fueron despejando la luna, quien después de unos momentos dejó que su luz la tocara. De repente el cuerpo de la niña empezó a quebrarse por dentro. Sus huesos crujieron, doblándose de formas extrañas. El aire se le escapaba de los pulmones, mientras mareos y un fuerte dolor de cabeza la hicieron gritar; sin embargo, este fue rápidamente interrumpido por el mar de visiones de rostros deformes, largos y oscuros, junto a voces espeluznantes que le susurraban cosas que ninguna niña normal de su edad debería escuchar. La madre, al ver a su hija sufrir, ya iba a intervenir, pero el esposo, que ni siquiera se volteó a mirar a la niña, intervino y tomó a su esposa fuertemente para que no hiciera ninguna tontería. —Ni siquiera te atrevas o todo esto será en vano, ni siquiera la mires o será más difícil para ti. El hombre suspiró y abrazó a su esposa. —Vámonos, Leticia, es hora de que ella enfrente su destino sola, si sobrevive, será una de las nuestras. Sus padres habían desaparecido de entre las sombras, dejándola sola en su agonía. Aparentemente así debía ser. Lianna cayó de rodillas, respirando con dificultad y la piel un poco sudorosa. De repente, bajo la noche fría, se hicieron presentes dos cosas: una sed y hambre salvaje que le quemaba la garganta, junto a emociones más intensas que le eran imposibles de controlar. El círculo de sal iba desapareciendo lentamente del suelo. Los árboles crujían a su alrededor. De repente, de uno de ellos se empezaron a oír gruñidos. Fue ahí cuando un licántropo salió de entre los arbustos; solo la miró con desprecio. Lianna se asustó y trató de moverse, pero el círculo aún no había desaparecido por completo, como si una barrera mágica la estuviera reteniendo. El licántropo también esperó a que el círculo desapareciera para hacer trizas a su presa. Al fin, cuando se volvió invisible, el hombre lobo se abalanzó sobre la niña y ésta apenas tuvo tiempo de esquivarlo. Corrió y corrió hasta caer al suelo. El lobo rápidamente volvió a abalanzarse sobre ella, casi logra morderla, si no fuera porque la pequeña niña pelirroja sacó su furia contenida en una patada. Tan pronto como el lobo se apartó, la niña empezó a defenderse cómo podía, mordió, arañó y golpeó con lo que tenía, gracias a los poderes que la luna había dejado a su inmortalidad cómo vampira. Cada vez que caía, se levantaba con lágrimas y dolor en su cuerpo. La bestia la arrastró contra el suelo, rasgándole la piel con sus feroces garras, y en ese instante el instinto asesino de Lianna apareció. Sus ojos azules se habían pintado de un rojo intenso. Mordió al lobo en la pata, éste cayó y después la vampira hundió sus dientes en la carne del licántropo; en eso sus colmillos aparecieron. La sangre caliente y metálica la había llenado. Su cuerpo, que se sentía diferente, más poderoso y con la fuerza, seguía bebiendo la sangre de su enemigo hasta saciarse. El licántropo finalmente cayó derrotado y sin vida. Lianna, temblando, levantó la vista hacia la luna. Se encontraba llena de sangre, sudor y tierra, sin embargo su miedo había desaparecido. Ya no era la misma niña; eso era claro: la muerte le había sido impuesta, la vida arrebatada y la eternidad la reclamaba. #Semanaderecuerdos #Resubido // Que raro, se me borró la publicación, espero no estar infringiendo nada, si alguien es sensible a las imágenes o a los temas sensibles, por favor límitese de ver o ignorar , ya que empezaré a subir algunas cosas sobre la vida de mi personaje y tócare temas no aptos para todos. Nuevamente, muchas gracias.
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  • ♡₊˚ ・₊✧⋆⭒˚。⋆

    ˚₊۶ৎ˙⋆

    https://www.youtube.com/watch?v=QYh6mYIJG2Y

    -i wanna i got it..~-

    "Si te propones lo conseguiras ,sea lo que sea , lo importante es que logres alcanzar esa meta"

    "Por eso yo siempre tomo lo que quiero , aún si eso
    cobra la vida de varias personitas insignificantes..."

    (Le hacemos un seductive sunday¿?)
    ♡₊˚ 🦢・₊✧⋆⭒˚。⋆ ˚₊۶ৎ˙⋆ https://www.youtube.com/watch?v=QYh6mYIJG2Y -i wanna i got it..~- "Si te propones lo conseguiras ,sea lo que sea , lo importante es que logres alcanzar esa meta" "Por eso yo siempre tomo lo que quiero , aún si eso cobra la vida de varias personitas insignificantes..." (Le hacemos un seductive sunday¿?)
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    // Estaba pensando, no tengo un personaje fijo para Lianna, quería usar a Jessica para darle esa personalidad fija, debería pensarlo muy bien.
    // Estaba pensando, no tengo un personaje fijo para Lianna, quería usar a Jessica para darle esa personalidad fija, debería pensarlo muy bien.
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  • Mensaje para Markus De Lioncourt

    Ivanna me lo ha contado, ¿cómo llevas la búsqueda?
    Mensaje para [Thxpocionboy06] Ivanna me lo ha contado, ¿cómo llevas la búsqueda?
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  • Sigo esperando tu regreso, aunque el tiempo ya no me promete nada. Me hundo cada día más en este pozo sin fondo, donde tu ausencia pesa como la piedra de sisifo. Tu fantasma me visita todas las noches al irme a dormir, y aún me aferro a la idea absurda de que volverás.

    Pero la realidad se impone como un muro frío: no vas a volver. Y eso... eso me rompe.

    Ojalá puedas escuchar esto y saber que no te guardo rencor, y que deseo que vuelvas....

    Carta de Sylvanna.
    Dirigida a: I
    Sigo esperando tu regreso, aunque el tiempo ya no me promete nada. Me hundo cada día más en este pozo sin fondo, donde tu ausencia pesa como la piedra de sisifo. Tu fantasma me visita todas las noches al irme a dormir, y aún me aferro a la idea absurda de que volverás. Pero la realidad se impone como un muro frío: no vas a volver. Y eso... eso me rompe. Ojalá puedas escuchar esto y saber que no te guardo rencor, y que deseo que vuelvas.... Carta de Sylvanna. Dirigida a: I
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  • *Sentada sobre un follaje frente a un enorme y lúgubre lago, canta*

    ¿Cómo le digo a Él que tú existes…si fue tu ausencia la que lo quebró?

    ¿Cómo le enseño que aún lo amas…si fue tu silencio el que le rompió el corazón?

    ¿Por qué me toca a mí sanar la herida de alguien que ya no respira esperanza?

    ¿Por qué soy yo quien debe sostener el duelo de un amor que tú dejaste morir?

    Soy Sylvanna....Y mi nombre no promete alivio, pero se queda cuando todos se van. Susurra consuelo…al que ya no puede ser consolado.

    Espero me escuches....
    *Sentada sobre un follaje frente a un enorme y lúgubre lago, canta* ¿Cómo le digo a Él que tú existes…si fue tu ausencia la que lo quebró? ¿Cómo le enseño que aún lo amas…si fue tu silencio el que le rompió el corazón? ¿Por qué me toca a mí sanar la herida de alguien que ya no respira esperanza? ¿Por qué soy yo quien debe sostener el duelo de un amor que tú dejaste morir? Soy Sylvanna....Y mi nombre no promete alivio, pero se queda cuando todos se van. Susurra consuelo…al que ya no puede ser consolado. Espero me escuches....
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