Estoy harto.
Del mundo, de la gente, de sus caretas baratas y sus discursos de mierda. Pero sobre todo… estoy harto de ellos.
De los que más confiaba.
De los que me hicieron creer que eran reales, leales, distintos.
Me fallaron.
No una, sino varias veces.
Con palabras bonitas, promesas vacías y esa maldita habilidad para traicionar sin mover un músculo.
Y ¿sabes qué jode más? Que yo los defendía. Los cuidaba. Los ponía primero.
Ya no.
Mierda, hoy en día la gente se cansa rápido. Se enganchan en relaciones, las destruyen y las olvidan como si fueran objetos desechables. Nadie sabe amar de verdad. Nadie tiene el valor de sostener lo que se construye. Solo buscan lo fácil, lo inmediato, lo que les da placer por un par de minutos. Pero cuando llega la primera turbulencia, ahí están, saltando al siguiente sin mirar atrás.
Eso me cansa. Me cansa tanto que me asfixia.
La lealtad, el compromiso, el amor genuino, se han convertido en palabras vacías.
Es una mentira en la que no pienso seguir participando.
No pienso volver a cargar a nadie.
No pienso desgastarme por gente que no lo vale.
Me siento vacío de tanto dar, y ahora necesito un respiro.
Un respiro real.
Alejarme del ruido, del deber, del papel que siempre esperan que juegue.
A partir de ahora, solo me voy a mirar el puto ombligo.
Mi camino.
Mi silencio.
Mi paz.
Y si a alguien le duele, que se aguante.
Porque esto ya no va de ellos.
Ahora va de mí.
Y punto.
Del mundo, de la gente, de sus caretas baratas y sus discursos de mierda. Pero sobre todo… estoy harto de ellos.
De los que más confiaba.
De los que me hicieron creer que eran reales, leales, distintos.
Me fallaron.
No una, sino varias veces.
Con palabras bonitas, promesas vacías y esa maldita habilidad para traicionar sin mover un músculo.
Y ¿sabes qué jode más? Que yo los defendía. Los cuidaba. Los ponía primero.
Ya no.
Mierda, hoy en día la gente se cansa rápido. Se enganchan en relaciones, las destruyen y las olvidan como si fueran objetos desechables. Nadie sabe amar de verdad. Nadie tiene el valor de sostener lo que se construye. Solo buscan lo fácil, lo inmediato, lo que les da placer por un par de minutos. Pero cuando llega la primera turbulencia, ahí están, saltando al siguiente sin mirar atrás.
Eso me cansa. Me cansa tanto que me asfixia.
La lealtad, el compromiso, el amor genuino, se han convertido en palabras vacías.
Es una mentira en la que no pienso seguir participando.
No pienso volver a cargar a nadie.
No pienso desgastarme por gente que no lo vale.
Me siento vacío de tanto dar, y ahora necesito un respiro.
Un respiro real.
Alejarme del ruido, del deber, del papel que siempre esperan que juegue.
A partir de ahora, solo me voy a mirar el puto ombligo.
Mi camino.
Mi silencio.
Mi paz.
Y si a alguien le duele, que se aguante.
Porque esto ya no va de ellos.
Ahora va de mí.
Y punto.
Estoy harto.
Del mundo, de la gente, de sus caretas baratas y sus discursos de mierda. Pero sobre todo… estoy harto de ellos.
De los que más confiaba.
De los que me hicieron creer que eran reales, leales, distintos.
Me fallaron.
No una, sino varias veces.
Con palabras bonitas, promesas vacías y esa maldita habilidad para traicionar sin mover un músculo.
Y ¿sabes qué jode más? Que yo los defendía. Los cuidaba. Los ponía primero.
Ya no.
Mierda, hoy en día la gente se cansa rápido. Se enganchan en relaciones, las destruyen y las olvidan como si fueran objetos desechables. Nadie sabe amar de verdad. Nadie tiene el valor de sostener lo que se construye. Solo buscan lo fácil, lo inmediato, lo que les da placer por un par de minutos. Pero cuando llega la primera turbulencia, ahí están, saltando al siguiente sin mirar atrás.
Eso me cansa. Me cansa tanto que me asfixia.
La lealtad, el compromiso, el amor genuino, se han convertido en palabras vacías.
Es una mentira en la que no pienso seguir participando.
No pienso volver a cargar a nadie.
No pienso desgastarme por gente que no lo vale.
Me siento vacío de tanto dar, y ahora necesito un respiro.
Un respiro real.
Alejarme del ruido, del deber, del papel que siempre esperan que juegue.
A partir de ahora, solo me voy a mirar el puto ombligo.
Mi camino.
Mi silencio.
Mi paz.
Y si a alguien le duele, que se aguante.
Porque esto ya no va de ellos.
Ahora va de mí.
Y punto.
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