★ Lunes a Viernes: 𝑴𝒂𝒏̃𝒂𝒏𝒂𝒔 ➢ de 7:30 a 14:30
𝑻𝒂𝒓𝒅𝒆𝒔 ➢ de 16:20 a 21:00
★ Sábados: 𝑴𝒂𝒏̃𝒂𝒏𝒂𝒔 ➢ de 8 a 15
Domingos y festivos cerrado
Vamos con el horario lo acabo de modificar
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El libro de recuerdos se sentía helado bajo mis dedos. Las fotos de mi infancia, de una familia que ahora parecía un cuento de hadas roto, me quemaban los ojos. Estaba tratando de encontrar una razón, una excusa válida para su ausencia, pero solo encontraba un vacío. El hotel estaba tranquilo, demasiado tranquilo, y el silencio amplificaba mi propia inquietud. —¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Importa lo que haga si ella no está aquí para verlo?—
Una sombra. No, no una sombra; una presencia.
Levanté la vista. Mamá.
Mi corazón se disparó, golpeando contra mis costillas con una fuerza histérica. El primer sentimiento fue pura, cruda sorpresa, tan intensa que por un segundo me sentí mareada. Luego, el torrente.
Ira. Un fuego rápido y ardiente. ¿Por qué ahora? ¿Por qué se fue? Pero la ira se ahogó casi de inmediato en algo más grande, más profundo: Anhelo. Un pozo de tristeza que había estado sellando desde que ella se fue se rompió.
—¿Mamá? ¿Qué... qué haces aquí?—
Mi voz tembló, no por miedo, sino por la lucha interna. Quería gritarle por el abandono, pero mi boca solo podía formular una pregunta patética.
Escuché su voz, esa melodía baja y suave que siempre me hacía sentir segura, incluso en el Infierno. Cuando dijo que mi ausencia era "imperdonable," el muro de resentimiento que había construido comenzó a derrumbarse. Ella lo sabía. Ella lo sentía. No era indiferente.
—No, no estoy enojada—logré articular, pero era una mentira. Estaba furiosa, pero la tristeza era la emoción dominante. Era como si un cuchillo frío me hubiese atravesado el pecho.
—Estoy... estoy triste. Lo he estado, mamá. He estado tratando de hacer esto, de hacer que este lugar funcione, y... y te he extrañado tanto.—
La palabra "extrañado" sonó tan pequeña para lo que sentía: un agujero del tamaño de una reina en mi vida.
Cuando ella cerró los ojos y se disculpó, toda la defensa se desmoronó. Ella era solo mi mamá. No la Reina del Infierno, no la leyenda. Solo la persona que me había cantado nanas y me había enseñado a controlar mis poderes.
Vi su mano extenderse y vacilar. Esa pequeña pausa, esa muestra de duda y vulnerabilidad en ella, fue lo que me rompió por completo. El deseo de tocarla, de sentir ese contacto familiar, era abrumador.
Ya no había orgullo. Ya no había necesidad de ser la Princesa perfecta y estoica. Solo había una hija.
—Solo... solo quería un abrazo— sollocé.
Y di el paso. La distancia se había convertido en un enemigo físico, y la cerré.
El impacto de su cuerpo fue un alivio instantáneo. La sentí fuerte, firme, y su abrazo me envolvió como el manto más cálido y seguro del mundo. Hundí mi rostro en el hueco de su cuello. Su aroma, la mezcla de dulzura y poder, me inundó, y por primera vez en años, sentí que podía dejar de sostener el peso del Infierno sobre mis hombros.
Paz. Un momento de pura, bendita paz. Mi corazón, que había estado acelerado, se calmó en un ritmo lento y constante. Sentí su calor, su amor, y esa sensación era la validación que el hotel, los pecadores no podían darme por sí solos. Era la sensación de ser vista y amada por la única persona cuyo juicio había temido más.
Cuando me apartó y me miró a los ojos, el dolor se había ido, reemplazado por una oleada de esperanza y alegría desbordante.
"Siempre estaré orgullosa de ti, Charlie."
Esas palabras. Fue como si el sol de la mañana hubiese roto la noche eterna del Infierno. La gratitud me hizo casi incapaz de hablar. —Gracias, mamá.—
El peso se había ido. Me sentí ligera. Me sentí yo misma. Amada. Y por un momento, en el corazón del Infierno, todo estuvo perfectamente bien.
‐𝔏𝔞 𝔐𝔢𝔩𝔬𝔡í𝔞 ℜ𝔬𝔱𝔞 𝔶 𝔢𝔩 𝔄𝔟𝔯𝔞𝔷𝔬.~
El libro de recuerdos se sentía helado bajo mis dedos. Las fotos de mi infancia, de una familia que ahora parecía un cuento de hadas roto, me quemaban los ojos. Estaba tratando de encontrar una razón, una excusa válida para su ausencia, pero solo encontraba un vacío. El hotel estaba tranquilo, demasiado tranquilo, y el silencio amplificaba mi propia inquietud. —¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Importa lo que haga si ella no está aquí para verlo?—
Una sombra. No, no una sombra; una presencia.
Levanté la vista. Mamá.
Mi corazón se disparó, golpeando contra mis costillas con una fuerza histérica. El primer sentimiento fue pura, cruda sorpresa, tan intensa que por un segundo me sentí mareada. Luego, el torrente.
Ira. Un fuego rápido y ardiente. ¿Por qué ahora? ¿Por qué se fue? Pero la ira se ahogó casi de inmediato en algo más grande, más profundo: Anhelo. Un pozo de tristeza que había estado sellando desde que ella se fue se rompió.
—¿Mamá? ¿Qué... qué haces aquí?—
Mi voz tembló, no por miedo, sino por la lucha interna. Quería gritarle por el abandono, pero mi boca solo podía formular una pregunta patética.
Escuché su voz, esa melodía baja y suave que siempre me hacía sentir segura, incluso en el Infierno. Cuando dijo que mi ausencia era "imperdonable," el muro de resentimiento que había construido comenzó a derrumbarse. Ella lo sabía. Ella lo sentía. No era indiferente.
—No, no estoy enojada—logré articular, pero era una mentira. Estaba furiosa, pero la tristeza era la emoción dominante. Era como si un cuchillo frío me hubiese atravesado el pecho.
—Estoy... estoy triste. Lo he estado, mamá. He estado tratando de hacer esto, de hacer que este lugar funcione, y... y te he extrañado tanto.—
La palabra "extrañado" sonó tan pequeña para lo que sentía: un agujero del tamaño de una reina en mi vida.
Cuando ella cerró los ojos y se disculpó, toda la defensa se desmoronó. Ella era solo mi mamá. No la Reina del Infierno, no la leyenda. Solo la persona que me había cantado nanas y me había enseñado a controlar mis poderes.
Vi su mano extenderse y vacilar. Esa pequeña pausa, esa muestra de duda y vulnerabilidad en ella, fue lo que me rompió por completo. El deseo de tocarla, de sentir ese contacto familiar, era abrumador.
Ya no había orgullo. Ya no había necesidad de ser la Princesa perfecta y estoica. Solo había una hija.
—Solo... solo quería un abrazo— sollocé.
Y di el paso. La distancia se había convertido en un enemigo físico, y la cerré.
El impacto de su cuerpo fue un alivio instantáneo. La sentí fuerte, firme, y su abrazo me envolvió como el manto más cálido y seguro del mundo. Hundí mi rostro en el hueco de su cuello. Su aroma, la mezcla de dulzura y poder, me inundó, y por primera vez en años, sentí que podía dejar de sostener el peso del Infierno sobre mis hombros.
Paz. Un momento de pura, bendita paz. Mi corazón, que había estado acelerado, se calmó en un ritmo lento y constante. Sentí su calor, su amor, y esa sensación era la validación que el hotel, los pecadores no podían darme por sí solos. Era la sensación de ser vista y amada por la única persona cuyo juicio había temido más.
Cuando me apartó y me miró a los ojos, el dolor se había ido, reemplazado por una oleada de esperanza y alegría desbordante.
"Siempre estaré orgullosa de ti, Charlie."
Esas palabras. Fue como si el sol de la mañana hubiese roto la noche eterna del Infierno. La gratitud me hizo casi incapaz de hablar. —Gracias, mamá.—
El peso se había ido. Me sentí ligera. Me sentí yo misma. Amada. Y por un momento, en el corazón del Infierno, todo estuvo perfectamente bien.
*La banda de Kurogane se había reunido, porque luego de seis meses y diez días habían alcanzado una nueva marca.*
—¡Lo logramos!
—El esfuerzo de todos juntos a diario sigue rindiendo sus frutos.
—Y así lo logramos. Llegamos a 1100 publicaciones, y 1100 escenas
—¡VIVA!
—Aunque cabe aclarar que con estas tres escenas se llega a 1102, al parecer, pero no se podía excluir ninguna imagen.
—Y también deberíamos de agradecer por todo.
—Todo lo que encontramos en el camino. Momentos felices, algunos disgustos también, pero todo ha sido parte de este trayecto.
—También, no podemos olvidar a todas las personas con las que hemos compartido instantes especiales. Muchas gracias a todos ellos.
—Aquellos que siguen por aquí, y también a todas esas personas que hoy ya no están aquí...
—Lamentablemente...
—Pero no las olvidamos, ni lo haremos nunca.
*Cal, Ellos, Adam, Shinn y Ace celebran juntos.*
—¡1100 publicaciones! ¡1100 escenas! ¡VIVA! ¡VAMOS POR MUCHAS MÁS!
Esta es una ocasión especial 😁
*La banda de Kurogane se había reunido, porque luego de seis meses y diez días habían alcanzado una nueva marca.*
—¡Lo logramos!
—El esfuerzo de todos juntos a diario sigue rindiendo sus frutos.
—Y así lo logramos. Llegamos a 1100 publicaciones, y 1100 escenas 🤩
—¡VIVA! 🎊🎉🎂🥳😁🤩🎈 :STK-11:
—Aunque cabe aclarar que con estas tres escenas se llega a 1102, al parecer, pero no se podía excluir ninguna imagen.
—Y también deberíamos de agradecer por todo.
—Todo lo que encontramos en el camino. Momentos felices, algunos disgustos también, pero todo ha sido parte de este trayecto.
—También, no podemos olvidar a todas las personas con las que hemos compartido instantes especiales. Muchas gracias a todos ellos.
—Aquellos que siguen por aquí, y también a todas esas personas que hoy ya no están aquí...
—Lamentablemente...
—Pero no las olvidamos, ni lo haremos nunca.
*Cal, Ellos, Adam, Shinn y Ace celebran juntos.*
—¡1100 publicaciones! ¡1100 escenas! ¡VIVA! ¡VAMOS POR MUCHAS MÁS!
... De todos a los que podrían haber enviado, tenías que ser tú. Ellos saben lo que están haciendo ¿Cierto?. Traerte ante mí para que sea nuestra conexión la que me haga rendirme... Mmmh... Lo siento, pero, no estoy dispuesta a volver. Tendrás que matarme.
𝐔𝐍𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐎 𝐊𝐈𝐍𝐆𝐃𝐎𝐌 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒
... De todos a los que podrían haber enviado, tenías que ser tú. Ellos saben lo que están haciendo ¿Cierto?. Traerte ante mí para que sea nuestra conexión la que me haga rendirme... Mmmh... Lo siento, pero, no estoy dispuesta a volver. Tendrás que matarme.
𝐔𝐍𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐎 𝐊𝐈𝐍𝐆𝐃𝐎𝐌 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒