• La mañana se abría paso. Ángela ya descansaba en casa, aunque su piel aún mostraba el recuerdo de la plata y la herida de bala casi me la había arrebatado. Yo permanecía fuera, incluso despues de toda la noche, en el almacén donde teníamos la oficina central, incapaz de quedarme quieta mientras en mi cabeza seguía repitiéndose su respiración entrecortada y su mirada al borde de desvanecerse.

    La mesa frente a mí estaba cubierta de fotos, nombres, direcciones, informes viejos y nuevos. Algunos papeles tenían manchas de café, otros… de sangre. Movía las piezas como si fuera un tablero de ajedrez, repasando cada conexión, cada aliado, cada sombra que podía haber participado.

    Pasé las yemas de los dedos por una fotografía de un hombre que había aparecido en varios puntos de la investigación. Sabía que era una pieza clave, pero no todavía la pieza.

    Encendí un cigarro, aunque ni siquiera me apetecía fumar; era más el ritual de pensar con algo entre los labios. Mis contactos estaban trabajando, pero yo no esperaba informes perfectos, no con Ángela tan cerca de la muerte hacía apenas unas horas.

    —Si no lo hicieron por dinero, lo hicieron por miedo… —murmuré para mí misma, mirando el mapa en la pared, marcado con hilos rojos que conectaban nombres y lugares.

    A cada pista nueva, mi rabia se templaba y se afilaba. No podía permitirme un arrebato todavía. Primero sabría sus nombres completos, sus rostros, dónde dormían. Luego, cuando estuviera lista, iría por cada uno… y entonces comprenderían que no se toca lo que es mío.
    La mañana se abría paso. Ángela ya descansaba en casa, aunque su piel aún mostraba el recuerdo de la plata y la herida de bala casi me la había arrebatado. Yo permanecía fuera, incluso despues de toda la noche, en el almacén donde teníamos la oficina central, incapaz de quedarme quieta mientras en mi cabeza seguía repitiéndose su respiración entrecortada y su mirada al borde de desvanecerse. La mesa frente a mí estaba cubierta de fotos, nombres, direcciones, informes viejos y nuevos. Algunos papeles tenían manchas de café, otros… de sangre. Movía las piezas como si fuera un tablero de ajedrez, repasando cada conexión, cada aliado, cada sombra que podía haber participado. Pasé las yemas de los dedos por una fotografía de un hombre que había aparecido en varios puntos de la investigación. Sabía que era una pieza clave, pero no todavía la pieza. Encendí un cigarro, aunque ni siquiera me apetecía fumar; era más el ritual de pensar con algo entre los labios. Mis contactos estaban trabajando, pero yo no esperaba informes perfectos, no con Ángela tan cerca de la muerte hacía apenas unas horas. —Si no lo hicieron por dinero, lo hicieron por miedo… —murmuré para mí misma, mirando el mapa en la pared, marcado con hilos rojos que conectaban nombres y lugares. A cada pista nueva, mi rabia se templaba y se afilaba. No podía permitirme un arrebato todavía. Primero sabría sus nombres completos, sus rostros, dónde dormían. Luego, cuando estuviera lista, iría por cada uno… y entonces comprenderían que no se toca lo que es mío.
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  • -Estando caminando a solas en aquellas ruinas de donde fue el templo de la armonía.

    Ahora es un pasaje desolado, el viento frío soplaba por dicho lugar, silencio es lo único que se hace sentir, aunque no por mucho pues unos paso de hicieron sonar por aquel lugar.

    Camino entre aquellas ruinas, desde que el ángel de la armonía, comenzó a sentir inestabilidad en su corazón, todo comenzó a caer, piedra a piedra fue erocionada, ese lugar dependía de las energías de la joven ángel, pero su corazón ya no era igual.

    Con una mirada inespresiva, caminaba y miraba a todos lados, el viejo jugaba con su cabello que ahora se había oscurecido... ¿Que paso?.. Su color había desaparecido.

    Se volvió solo la "sombra" de lo que fue, cerro sus ojos dejando escapar un suspiro... Su cuerpo parecía ahora un estatua... Una que se agrieta, pues tenía unas fisura en su piel...

    Todo parecía que la vida en aquel lugar, había sido absorbido, cayendo en tal estafó...

    Se acostó entre los escombros, haciendo aparecer sus alas para cubrirse con las mismas como si de un capuño se tratara. -

    https://youtu.be/OploGJgxfv8?si=KM9tZu-g-8u-SJx1
    -Estando caminando a solas en aquellas ruinas de donde fue el templo de la armonía. Ahora es un pasaje desolado, el viento frío soplaba por dicho lugar, silencio es lo único que se hace sentir, aunque no por mucho pues unos paso de hicieron sonar por aquel lugar. Camino entre aquellas ruinas, desde que el ángel de la armonía, comenzó a sentir inestabilidad en su corazón, todo comenzó a caer, piedra a piedra fue erocionada, ese lugar dependía de las energías de la joven ángel, pero su corazón ya no era igual. Con una mirada inespresiva, caminaba y miraba a todos lados, el viejo jugaba con su cabello que ahora se había oscurecido... ¿Que paso?.. Su color había desaparecido. Se volvió solo la "sombra" de lo que fue, cerro sus ojos dejando escapar un suspiro... Su cuerpo parecía ahora un estatua... Una que se agrieta, pues tenía unas fisura en su piel... Todo parecía que la vida en aquel lugar, había sido absorbido, cayendo en tal estafó... Se acostó entre los escombros, haciendo aparecer sus alas para cubrirse con las mismas como si de un capuño se tratara. - https://youtu.be/OploGJgxfv8?si=KM9tZu-g-8u-SJx1
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  • Ángela estaba en el gimnasio, concentrada en su rutina diaria, cuando una extraña sensación le recorrió la espalda. Aunque todo parecía normal a su alrededor, un presentimiento oscuro la invadió, como si algo invisible acechara cerca. Decidió terminar su entrenamiento rápidamente y se dirigió hacia la salida con la intención de avisarle a su novia Alessia Leone que llegaría antes de lo esperado.

    Mientras caminaba por el pasillo hacia la salida, murmuró para sí misma con una leve inquietud:

    —Siento que hoy no es un día cualquiera... Algo no está bien.

    Justo al atravesar las puertas, varias manos la agarraron con fuerza. Intentó reaccionar, pero fue empujada violentamente hacia una camioneta negra estacionada a pocos metros. Antes de que pudiera gritar o buscar ayuda, la puerta se cerró de golpe y el motor rugió.

    Dentro, la frialdad de unas cadenas la envolvió; Eran cadenas forjadas en plata pura, un material que le quemaba la piel y le drenaba las fuerzas.
    Ángela estaba en el gimnasio, concentrada en su rutina diaria, cuando una extraña sensación le recorrió la espalda. Aunque todo parecía normal a su alrededor, un presentimiento oscuro la invadió, como si algo invisible acechara cerca. Decidió terminar su entrenamiento rápidamente y se dirigió hacia la salida con la intención de avisarle a su novia [eclipse_silver_bat_642] que llegaría antes de lo esperado. Mientras caminaba por el pasillo hacia la salida, murmuró para sí misma con una leve inquietud: —Siento que hoy no es un día cualquiera... Algo no está bien. Justo al atravesar las puertas, varias manos la agarraron con fuerza. Intentó reaccionar, pero fue empujada violentamente hacia una camioneta negra estacionada a pocos metros. Antes de que pudiera gritar o buscar ayuda, la puerta se cerró de golpe y el motor rugió. Dentro, la frialdad de unas cadenas la envolvió; Eran cadenas forjadas en plata pura, un material que le quemaba la piel y le drenaba las fuerzas.
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  • — Siento cómo el final se aproxima, no con estrépito, sino con el susurro helado de un viento que me envuelve y me arrastra. La muerte camina a mi lado, invisible pero constante, rozando mi piel con caricias que arden y enfrían al mismo tiempo. Me habla en silencio, me promete descanso, y por primera vez no siento miedo… solo una extraña paz teñida de resignación.
    Si la noche me reclama, si mis pasos se pierden en la sombra y no regreso al amanecer, que nadie se sorprenda. No habrá misterio ni tragedia que descifrar; solo el eco de un ángel caído que, habiendo perdido todo lo que alguna vez le dio sentido, ha decidido entregar sus alas al abismo. Y cuando el último hilo que me ata se rompa, no quedará más que un suspiro… y el recuerdo de lo que fui.

    — Siento cómo el final se aproxima, no con estrépito, sino con el susurro helado de un viento que me envuelve y me arrastra. La muerte camina a mi lado, invisible pero constante, rozando mi piel con caricias que arden y enfrían al mismo tiempo. Me habla en silencio, me promete descanso, y por primera vez no siento miedo… solo una extraña paz teñida de resignación. Si la noche me reclama, si mis pasos se pierden en la sombra y no regreso al amanecer, que nadie se sorprenda. No habrá misterio ni tragedia que descifrar; solo el eco de un ángel caído que, habiendo perdido todo lo que alguna vez le dio sentido, ha decidido entregar sus alas al abismo. Y cuando el último hilo que me ata se rompa, no quedará más que un suspiro… y el recuerdo de lo que fui.
    Me encocora
    Me shockea
    Me entristece
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  • -Tal como cayo en la oscuridad, fue que camino ahora por el camino de la destrucción, estaba ahora sola en un mundo desconocido para ella, esas sensaciones dejaras en su interior a ser dejada aun lado ya no de doler, ahora convirtiendose así en un fuego destructivo qué desea arrastrar todo lo que se acerque a ella.

    Ya no es la dulce y dócil ángel de la armonía qué buscaba la paz para todos, eso quedo sumergio y deseaba solo aniquilar a todo aquel que se le acerque.

    Camino ahora por sederos carmesí, cubiertos por espinas, no le importaba dañar o desgarrar su propia piel.

    Las cicatrices de un amor perdido pueden más que cualquier otra cosa, su hermoso cabello se había vuelto escarlata, a sus oídos llegaban los lamentos de quienes se cruzaron primero por su camino, llegando a tener un final trágico, peo su sonrisa antes dulce y calida, fue reemplazada por una llena de maldad y frialdad.

    Sus pasos se hacían escuchar por las solitarias calles de esa ciudad, frias, húmedas y solitarias.

    Espera encontrarse con aquel que la empujó a esa espiral de locura, a esa espiral destructiva, deseaba hacerle sentir lo que sintió a su momento, aunque esta vez no sería compasiva, su corazón actualmente está oculto entre esas sombras malditas que tomaron su dolor y la volvieron lo que es ahora. -.

    Esta vez... Se acabo la Robin buena.

    -Comentó mientras pronto la lluvia cayó sobre ella, comenzó a mojar su cuerpo, gota a gota, cosa que a ella no le importa, total si logra volver a llegar a él, entrara en calor cuando su "juego" como ella dice con una "inocencia" ahora fingida comience. -
    -Tal como cayo en la oscuridad, fue que camino ahora por el camino de la destrucción, estaba ahora sola en un mundo desconocido para ella, esas sensaciones dejaras en su interior a ser dejada aun lado ya no de doler, ahora convirtiendose así en un fuego destructivo qué desea arrastrar todo lo que se acerque a ella. Ya no es la dulce y dócil ángel de la armonía qué buscaba la paz para todos, eso quedo sumergio y deseaba solo aniquilar a todo aquel que se le acerque. Camino ahora por sederos carmesí, cubiertos por espinas, no le importaba dañar o desgarrar su propia piel. Las cicatrices de un amor perdido pueden más que cualquier otra cosa, su hermoso cabello se había vuelto escarlata, a sus oídos llegaban los lamentos de quienes se cruzaron primero por su camino, llegando a tener un final trágico, peo su sonrisa antes dulce y calida, fue reemplazada por una llena de maldad y frialdad. Sus pasos se hacían escuchar por las solitarias calles de esa ciudad, frias, húmedas y solitarias. Espera encontrarse con aquel que la empujó a esa espiral de locura, a esa espiral destructiva, deseaba hacerle sentir lo que sintió a su momento, aunque esta vez no sería compasiva, su corazón actualmente está oculto entre esas sombras malditas que tomaron su dolor y la volvieron lo que es ahora. -. Esta vez... Se acabo la Robin buena. -Comentó mientras pronto la lluvia cayó sobre ella, comenzó a mojar su cuerpo, gota a gota, cosa que a ella no le importa, total si logra volver a llegar a él, entrara en calor cuando su "juego" como ella dice con una "inocencia" ahora fingida comience. -
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Achis Achis que buena onda de los arcángeles xD
    https://vt.tiktok.com/ZSHsApUokWYvH-uz8kk/
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  • Ale la sostiene firmemente, sus manos fuertes aferradas a los muslos de Ángela mientras camina con paso decidido hacia el cuarto rojo. Ángela siente el calor del cuerpo de Ale tan cerca y una mezcla de nervios y emoción recorriéndola por completo.

    Alessia Leone
    Ale la sostiene firmemente, sus manos fuertes aferradas a los muslos de Ángela mientras camina con paso decidido hacia el cuarto rojo. Ángela siente el calor del cuerpo de Ale tan cerca y una mezcla de nervios y emoción recorriéndola por completo. [eclipse_silver_bat_642]
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    | Adiós hermosas alas de ángel caído, fue un gusto nunca haberlos obtenido.

    </3
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  • "𝓢𝓲𝓰𝓷𝓼 𝓸𝓯 𝓣𝓻𝓸𝓾𝓫𝓵𝓮"

    Motel "Town House" — Algún lugar entre Kansas y Arkansas | 03:47 AM

    El chillido de un neón maltrecho era el único sonido que se colaba por la ventana abierta. "MOTEL • TV • A/C • NO DEVILS ALLOWED" decía el letrero, parpadeando con más miedo que autoridad. A un costado del edificio, un par de máquinas expendedoras emitían luces verdes y rojas como si fuesen parte de un ritual improvisado. Y encima de todo eso… silencio. Ese tipo de silencio que siempre anticipa el desastre.

    Adentro de la habitación 6, una luz tenue iluminaba la escena.

    Un viejo celular Motorola Razr vibró contra la mesa de noche. Su tono predeterminado, una secuencia digital absurda, rompió el ambiente como una cuchillada en un santuario. El nombre que parpadeaba en pantalla era ilegible, distorsionado. Como si ni siquiera el propio aparato quisiera reconocer quién estaba del otro lado.

    Sentada en el borde de la cama, con las piernas cruzadas y los dedos envueltos en vendas oscuras, Tanya Miller tarareaba algo. Muy bajito. Como si la canción fuese un secreto solo para ella. Era esa misma melodía infantil que solía cantarle a los cadáveres con ojos vacíos que dejaba a su paso. Algo de un saco lleno de serpientes y un hombre al que nadie debería molestar de noche.

    Su chaqueta de cuero colgaba del respaldo de la silla, aún húmeda con lo que claramente no era agua bendita. En la mesa, una bala plateada bailaba al ritmo de sus dedos. Justo al lado, un frasquito con sal roja, cenizas y un mechón de cabello rubio.

    —¿Dónde estás, cariño? —murmuró con voz ronca, la mirada fija en el teléfono como si pudiera matarlo si parpadeaba.

    Los ángeles no se habían vuelto a reportar desde hacía horas.

    Los sueños estaban más agitados de lo normal.

    Y en el cielo, las estrellas parecían moverse.

    Era de esos días. De esos que huelen a sangre, a azufre… y a decisiones que no se pueden deshacer.

    El pitido de la tetera eléctrica anunció que el agua estaba lista. Tanya se levantó con pereza felina, dejando que el silencio volviera a reinar por un instante. Solo por un instante.

    Fuera de la habitación, algo se movía entre las sombras.

    Y el motel... empezaba a respirar.
    "𝓢𝓲𝓰𝓷𝓼 𝓸𝓯 𝓣𝓻𝓸𝓾𝓫𝓵𝓮" 📍 Motel "Town House" — Algún lugar entre Kansas y Arkansas | 03:47 AM El chillido de un neón maltrecho era el único sonido que se colaba por la ventana abierta. "MOTEL • TV • A/C • NO DEVILS ALLOWED" decía el letrero, parpadeando con más miedo que autoridad. A un costado del edificio, un par de máquinas expendedoras emitían luces verdes y rojas como si fuesen parte de un ritual improvisado. Y encima de todo eso… silencio. Ese tipo de silencio que siempre anticipa el desastre. Adentro de la habitación 6, una luz tenue iluminaba la escena. Un viejo celular Motorola Razr vibró contra la mesa de noche. Su tono predeterminado, una secuencia digital absurda, rompió el ambiente como una cuchillada en un santuario. El nombre que parpadeaba en pantalla era ilegible, distorsionado. Como si ni siquiera el propio aparato quisiera reconocer quién estaba del otro lado. Sentada en el borde de la cama, con las piernas cruzadas y los dedos envueltos en vendas oscuras, Tanya Miller tarareaba algo. Muy bajito. Como si la canción fuese un secreto solo para ella. Era esa misma melodía infantil que solía cantarle a los cadáveres con ojos vacíos que dejaba a su paso. Algo de un saco lleno de serpientes y un hombre al que nadie debería molestar de noche. Su chaqueta de cuero colgaba del respaldo de la silla, aún húmeda con lo que claramente no era agua bendita. En la mesa, una bala plateada bailaba al ritmo de sus dedos. Justo al lado, un frasquito con sal roja, cenizas y un mechón de cabello rubio. —¿Dónde estás, cariño? —murmuró con voz ronca, la mirada fija en el teléfono como si pudiera matarlo si parpadeaba. Los ángeles no se habían vuelto a reportar desde hacía horas. Los sueños estaban más agitados de lo normal. Y en el cielo, las estrellas parecían moverse. Era de esos días. De esos que huelen a sangre, a azufre… y a decisiones que no se pueden deshacer. El pitido de la tetera eléctrica anunció que el agua estaba lista. Tanya se levantó con pereza felina, dejando que el silencio volviera a reinar por un instante. Solo por un instante. Fuera de la habitación, algo se movía entre las sombras. Y el motel... empezaba a respirar.
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  • El maquillaje se había corrido por mi rostro, mezclándose con la sangre que goteaba desde el corte en mi labio inferior. No me moví del camerino abandonado, mi respiración entrecortada creando pequeñas nubes de vapor en el aire frío de la madrugada. Mis ojos, que siempre había mantenido fríos como el hielo de Tver, ahora reflejaban algo que no había sentido en años: una furia que amenazaba con consumirme desde adentro.

    Tres horas antes, estaba sobre el escenario del Teatro Nacional de Praga, ejecutando una presentación perfecta de Giselle mientras esperaba el momento preciso para eliminar al Coronel Viktor Petrov durante el segundo acto. Había planificado cada detalle: el veneno de acción rápida oculto en el anillo de mi tutú, la ruta de escape a través de los túneles subterráneos del teatro, incluso mi coartada perfecta como bailarina invitada.

    Pero cuando las luces se atenuaron y me acerqué al palco VIP, no fue el Coronel quien me esperaba. Eran Mikhail y Alexei, mis propios compañeros, con armas ya desenfundadas y sonrisas que helaron mi sangre más que cualquier invierno ruso que hubiera conocido.
    -Lo siento, malen'kaya balerina-, murmuró Mikhail con falsa lástima.
    -Órdenes de Dimitri. Sabes demasiado, te has vuelto demasiado... independiente.

    Independiente. La palabra resonó en mi cabeza como una bofetada. Yo, que había entregado mi infancia, mi alma, mi humanidad a esta organización. Yo, que había matado sin cuestionar durante años.

    La pelea que siguió fue brutal y desesperada. Mi entrenamiento en ballet se fusionó con años de combate letal: cada pirueta se convirtió en una patada mortal, cada salto esquivó balas por centímetros, toda la gracia que me habían enseñado se transformó en supervivencia pura. Logré eliminar a Mikhail con una daga oculta en mi zapatilla de punta, sintiendo cómo la hoja se hundía entre sus costillas con la misma precisión con que había ejecutado miles de movimientos.

    Pero Alexei... Alexei apuntó directo a mi corazón.
    Entonces ella apareció. Katya, mi hermana en todo excepto en sangre, se lanzó como un ángel vengador entre el cañón de su arma y mi pecho. El sonido del disparo resonó en el teatro vacío. Vi cómo se desplomó con una sonrisa en los labios, como si acabara de completar la actuación de su vida.

    -Vuela, hermana - Susurró con sus últimas palabras, su mano buscando la mía. -Vuela como nunca te dejaron volar.- Y ahí estaba yo, sentada entre los restos de lo que una vez fue mi vida, sosteniendo su medallón manchado de sangre. El dolor comenzó a transformarse en algo más frío, más peligroso. Por primera vez en años, una sonrisa cruel curvó mis labios ensangrentados.

    Habían cometido un error fatal. Me habían entrenado para ser la asesina perfecta, me habían enseñado a bailar con la muerte misma, y luego tuvieron la estupidez de convertirme en su enemiga. Me puse de pie con la elegancia que me habían inculcado desde niña, cada movimiento controlado y deliberado a pesar del dolor que atravesaba mi cuerpo. En el espejo agrietado del camerino, ya no vi a la obediente bailarina de la Mesa Alta.

    Vi a Irina Fyodorov, la huérfana de Tver que había perdido todo dos veces en su vida. Y esta vez, yo haría que el mundo pagara por ello.

    -Spasibo, Katya-, murmuré, limpiándome la sangre del labio con el dorso de la mano.
    -Ahora les enseñaré qué significa realmente bailar con la muerte.

    Salí del teatro caminando entre las sombras, llevándome conmigo la promesa silenciosa de una venganza que haría temblar hasta los cimientos de la Mesa Alta. Cada paso resonaba en el pavimento húmedo de Praga como el compás de una sinfonía que apenas comenzaba.
    Esa noche murió la bailarina obediente.

    Lo que emergió de entre las sombras fue algo mucho más peligroso. Algo que ellos mismos habían creado.
    Y ahora... era libre.
    El maquillaje se había corrido por mi rostro, mezclándose con la sangre que goteaba desde el corte en mi labio inferior. No me moví del camerino abandonado, mi respiración entrecortada creando pequeñas nubes de vapor en el aire frío de la madrugada. Mis ojos, que siempre había mantenido fríos como el hielo de Tver, ahora reflejaban algo que no había sentido en años: una furia que amenazaba con consumirme desde adentro. Tres horas antes, estaba sobre el escenario del Teatro Nacional de Praga, ejecutando una presentación perfecta de Giselle mientras esperaba el momento preciso para eliminar al Coronel Viktor Petrov durante el segundo acto. Había planificado cada detalle: el veneno de acción rápida oculto en el anillo de mi tutú, la ruta de escape a través de los túneles subterráneos del teatro, incluso mi coartada perfecta como bailarina invitada. Pero cuando las luces se atenuaron y me acerqué al palco VIP, no fue el Coronel quien me esperaba. Eran Mikhail y Alexei, mis propios compañeros, con armas ya desenfundadas y sonrisas que helaron mi sangre más que cualquier invierno ruso que hubiera conocido. -Lo siento, malen'kaya balerina-, murmuró Mikhail con falsa lástima. -Órdenes de Dimitri. Sabes demasiado, te has vuelto demasiado... independiente. Independiente. La palabra resonó en mi cabeza como una bofetada. Yo, que había entregado mi infancia, mi alma, mi humanidad a esta organización. Yo, que había matado sin cuestionar durante años. La pelea que siguió fue brutal y desesperada. Mi entrenamiento en ballet se fusionó con años de combate letal: cada pirueta se convirtió en una patada mortal, cada salto esquivó balas por centímetros, toda la gracia que me habían enseñado se transformó en supervivencia pura. Logré eliminar a Mikhail con una daga oculta en mi zapatilla de punta, sintiendo cómo la hoja se hundía entre sus costillas con la misma precisión con que había ejecutado miles de movimientos. Pero Alexei... Alexei apuntó directo a mi corazón. Entonces ella apareció. Katya, mi hermana en todo excepto en sangre, se lanzó como un ángel vengador entre el cañón de su arma y mi pecho. El sonido del disparo resonó en el teatro vacío. Vi cómo se desplomó con una sonrisa en los labios, como si acabara de completar la actuación de su vida. -Vuela, hermana - Susurró con sus últimas palabras, su mano buscando la mía. -Vuela como nunca te dejaron volar.- Y ahí estaba yo, sentada entre los restos de lo que una vez fue mi vida, sosteniendo su medallón manchado de sangre. El dolor comenzó a transformarse en algo más frío, más peligroso. Por primera vez en años, una sonrisa cruel curvó mis labios ensangrentados. Habían cometido un error fatal. Me habían entrenado para ser la asesina perfecta, me habían enseñado a bailar con la muerte misma, y luego tuvieron la estupidez de convertirme en su enemiga. Me puse de pie con la elegancia que me habían inculcado desde niña, cada movimiento controlado y deliberado a pesar del dolor que atravesaba mi cuerpo. En el espejo agrietado del camerino, ya no vi a la obediente bailarina de la Mesa Alta. Vi a Irina Fyodorov, la huérfana de Tver que había perdido todo dos veces en su vida. Y esta vez, yo haría que el mundo pagara por ello. -Spasibo, Katya-, murmuré, limpiándome la sangre del labio con el dorso de la mano. -Ahora les enseñaré qué significa realmente bailar con la muerte. Salí del teatro caminando entre las sombras, llevándome conmigo la promesa silenciosa de una venganza que haría temblar hasta los cimientos de la Mesa Alta. Cada paso resonaba en el pavimento húmedo de Praga como el compás de una sinfonía que apenas comenzaba. Esa noche murió la bailarina obediente. Lo que emergió de entre las sombras fue algo mucho más peligroso. Algo que ellos mismos habían creado. Y ahora... era libre.
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