• Prólogo o inicio
    Fandom Propio
    Categoría Acción
    ​El silencio del *Pantano de los Espejos Negros* es más aterrador que los gritos que todavía resuenan en tu memoria.

    ​Hace solo unas horas, tu reino ardía. La guardia real te traicionó, y tú, la princesa heredera, huiste hacia lo único que ellos temían más que a la muerte: La Bruma.

    Viste cómo frenaban sus caballos ante la pared de humo, prefiriendo dejarte ir hacia una muerte segura a manos de los monstruos antes que cruzar.

    ​Ahora, la adrenalina se ha ido. Solo queda el frío.

    ​Tu vestido de seda azul real, pesado por el lodo y el agua, te arrastra hacia abajo. La madera podrida de tu balsa improvisada finalmente cede y se deshace, dejándote sumergida en el agua negra y helada hasta el pecho.

    Tus piernas están entumecidas; la hipotermia te cierra los ojos.
    ​Entonces, tu hombro choca contra algo sólido.
    ​A través de la niebla, ves una forma oscura y ancha que sobresale del agua como el lomo de una gran bestia de piedra o una roca plana y musgosa. No es una isla, es apenas una superficie lo bastante grande para sacarte del agua, quizás del tamaño de una cama grande de piedra.

    ​Con un gemido de esfuerzo, te impulsas y logras subir tu torso, arrastrando las piernas después. La superficie es dura, cubierta de placas rugosas y húmedas que te raspan la piel.

    ​Te acercas al centro de la "roca", tiritando violentamente. No hay mucho espacio; si te mueves demasiado, caerás al agua de nuevo. Buscando desesperadamente calor, te arrastras hacia la parte más alta (lo que sería la zona de los hombros de la bestia).

    Allí, tus manos encuentran una grieta profunda entre dos placas de blindaje.
    ​Al meter los dedos helados ahí, te detienes.
    ​De esa grieta emana un calor intenso, seco y poderoso. Es como encontrar una estufa encendida en medio del invierno. Sin pensarlo, pegas tu pecho y tu cara contra esa zona, abrazándote a la "roca" para absorber cada gramo de esa temperatura vital.

    ​[???????]

    ​El sueño de los Umbríos es profundo, sin sueños. Floto en suspensión, con el cuerpo sumergido y solo mi espalda expuesta al aire viciado del pantano, pareciendo un tronco a la deriva o una roca más. Soy paciente. El tiempo no significa nada para mí.

    *​Hasta ahora.*

    ​Siento una perturbación en el agua. Y luego... un peso.

    ​Algo torpe y pesado se sube a mi espalda. Mi cuerpo se hunde ligeramente bajo la carga, pero mis pies, plantados en el fondo del pantano, me sostienen.

    ​Mi primer instinto es sacudirme, sumergirme y dejar que el agua ahogue al intruso. Mis garras se contraen bajo el lodo, listas para matar. Pero entonces... lo siento.

    *​El contacto.*

    ​La criatura se arrastra hacia mi nuca. Su cuerpo es pequeño comparado con el mío, pero su calor es inmenso. Donde su piel suave y mojada toca las membranas sensibles entre mis placas dorsales, siento una descarga eléctrica.

    *​Es fuego.*

    Un calor vivo, desesperado y dulce que se filtra a través de mi piel fría y llega directo a mi sangre estancada.
    ​Me quedo totalmente inmóvil. La criatura se acurruca justo en la base de mi cuello, abrazándose a mis músculos dorsales como si yo fuera su salvación. Su corazón late tan rápido contra mi espalda que puedo sentirlo retumbar en mis propias costillas.

    ​Es tan frágil. Podría aplastarla con un solo giro. Pero el calor... el calor es embriagador.
    ​Abro mi ojo derecho lentamente. El iris azul brillante se clava en el agua oscura. Giro la cabeza muy despacio, lo justo para que mi hocico quede cerca de donde ella descansa.

    ​—... Caliente... —gruño.

    ​La voz no sale como palabras humanas, sino como una vibración profunda y ronca que nace de mi pecho. Al estar tú pegada a mi espalda, no solo escuchas el sonido: lo sientes vibrar a través de tus costillas y tu estómago, sacudiendo todo tu cuerpo helado.
    ​El silencio del *Pantano de los Espejos Negros* es más aterrador que los gritos que todavía resuenan en tu memoria. ​Hace solo unas horas, tu reino ardía. La guardia real te traicionó, y tú, la princesa heredera, huiste hacia lo único que ellos temían más que a la muerte: La Bruma. Viste cómo frenaban sus caballos ante la pared de humo, prefiriendo dejarte ir hacia una muerte segura a manos de los monstruos antes que cruzar. ​Ahora, la adrenalina se ha ido. Solo queda el frío. ​Tu vestido de seda azul real, pesado por el lodo y el agua, te arrastra hacia abajo. La madera podrida de tu balsa improvisada finalmente cede y se deshace, dejándote sumergida en el agua negra y helada hasta el pecho. Tus piernas están entumecidas; la hipotermia te cierra los ojos. ​Entonces, tu hombro choca contra algo sólido. ​A través de la niebla, ves una forma oscura y ancha que sobresale del agua como el lomo de una gran bestia de piedra o una roca plana y musgosa. No es una isla, es apenas una superficie lo bastante grande para sacarte del agua, quizás del tamaño de una cama grande de piedra. ​Con un gemido de esfuerzo, te impulsas y logras subir tu torso, arrastrando las piernas después. La superficie es dura, cubierta de placas rugosas y húmedas que te raspan la piel. ​Te acercas al centro de la "roca", tiritando violentamente. No hay mucho espacio; si te mueves demasiado, caerás al agua de nuevo. Buscando desesperadamente calor, te arrastras hacia la parte más alta (lo que sería la zona de los hombros de la bestia). Allí, tus manos encuentran una grieta profunda entre dos placas de blindaje. ​Al meter los dedos helados ahí, te detienes. ​De esa grieta emana un calor intenso, seco y poderoso. Es como encontrar una estufa encendida en medio del invierno. Sin pensarlo, pegas tu pecho y tu cara contra esa zona, abrazándote a la "roca" para absorber cada gramo de esa temperatura vital. ​[???????] ​El sueño de los Umbríos es profundo, sin sueños. Floto en suspensión, con el cuerpo sumergido y solo mi espalda expuesta al aire viciado del pantano, pareciendo un tronco a la deriva o una roca más. Soy paciente. El tiempo no significa nada para mí. *​Hasta ahora.* ​Siento una perturbación en el agua. Y luego... un peso. ​Algo torpe y pesado se sube a mi espalda. Mi cuerpo se hunde ligeramente bajo la carga, pero mis pies, plantados en el fondo del pantano, me sostienen. ​Mi primer instinto es sacudirme, sumergirme y dejar que el agua ahogue al intruso. Mis garras se contraen bajo el lodo, listas para matar. Pero entonces... lo siento. *​El contacto.* ​La criatura se arrastra hacia mi nuca. Su cuerpo es pequeño comparado con el mío, pero su calor es inmenso. Donde su piel suave y mojada toca las membranas sensibles entre mis placas dorsales, siento una descarga eléctrica. *​Es fuego.* Un calor vivo, desesperado y dulce que se filtra a través de mi piel fría y llega directo a mi sangre estancada. ​Me quedo totalmente inmóvil. La criatura se acurruca justo en la base de mi cuello, abrazándose a mis músculos dorsales como si yo fuera su salvación. Su corazón late tan rápido contra mi espalda que puedo sentirlo retumbar en mis propias costillas. ​Es tan frágil. Podría aplastarla con un solo giro. Pero el calor... el calor es embriagador. ​Abro mi ojo derecho lentamente. El iris azul brillante se clava en el agua oscura. Giro la cabeza muy despacio, lo justo para que mi hocico quede cerca de donde ella descansa. ​—... Caliente... —gruño. ​La voz no sale como palabras humanas, sino como una vibración profunda y ronca que nace de mi pecho. Al estar tú pegada a mi espalda, no solo escuchas el sonido: lo sientes vibrar a través de tus costillas y tu estómago, sacudiendo todo tu cuerpo helado.
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  • ‎ * ...en menos de seis segundos, el chico ya estaba dentro del club, su primer pensamiento fue ir por una cerveza y así lo hizo, tomo una que estaba en una mesa sin destapar, se la bebió de golpe para después ir al centro de la pista de baile ignorando los gritos furiosos de aquel al que le robo la cerveza. Por esos instantes Marcus se sintió vivo, las luces de colores que rebotaban en la bola disco girando, por ese momento se sentía feliz, ese sentimiento de ser más astuto que tu adversario, era algo que no disfrutaba con plenitud desde hace cuatro años más o menos pero aquello no duró lo suficiente; ahora no eran solo dos sinó seis policías que entraron desde la salida trasera y como por la entrada y entre ellos estaban los guardias del lugar dispuestos a ayudarles para que se lleven al joven problemático de la disco, pero Marcus no se inmutó ni un poco al verlos, y eso se debía a que recordaba bien las enseñanzas que su abuelo le había dado: *



    "Por más tensa o emocionante que sea la situación, no te alteres Marcus o podrías fallar el tiro, siempre debes mantener la cabeza fría y solo así tendrás la ventaja por sobre la presa"



    ‎ * Era como si pudiera escuchar a su abuelo decirle esas palabras, justo a su lado mientras sostenía la fría madera del arco, la cuerda tensándose con la flecha... La verdad era que Marcus incluso después de años seguía el consejo de su abuelo, o bueno, a medias, pues era una completa mentira que tenía la mente fría el este momento, su sangre corría con velocidad por sus venas, el chico podía sentir la gran cantidad de energía que le inundaba a medida que se acercaban a su posición, no podían reconocerle fácilmente entre tanta gente, la sonrisa de Marcus se ensancho mientras murmuraba para si mismo*



    ‎— A ninguno de estos les han dicho que una presa acorralada es la más peligrosa ¿O sí?
    ‎ * ...en menos de seis segundos, el chico ya estaba dentro del club, su primer pensamiento fue ir por una cerveza y así lo hizo, tomo una que estaba en una mesa sin destapar, se la bebió de golpe para después ir al centro de la pista de baile ignorando los gritos furiosos de aquel al que le robo la cerveza. Por esos instantes Marcus se sintió vivo, las luces de colores que rebotaban en la bola disco girando, por ese momento se sentía feliz, ese sentimiento de ser más astuto que tu adversario, era algo que no disfrutaba con plenitud desde hace cuatro años más o menos pero aquello no duró lo suficiente; ahora no eran solo dos sinó seis policías que entraron desde la salida trasera y como por la entrada y entre ellos estaban los guardias del lugar dispuestos a ayudarles para que se lleven al joven problemático de la disco, pero Marcus no se inmutó ni un poco al verlos, y eso se debía a que recordaba bien las enseñanzas que su abuelo le había dado: * ‎ ‎ ‎ "Por más tensa o emocionante que sea la situación, no te alteres Marcus o podrías fallar el tiro, siempre debes mantener la cabeza fría y solo así tendrás la ventaja por sobre la presa" ‎ ‎ ‎ ‎ * Era como si pudiera escuchar a su abuelo decirle esas palabras, justo a su lado mientras sostenía la fría madera del arco, la cuerda tensándose con la flecha... La verdad era que Marcus incluso después de años seguía el consejo de su abuelo, o bueno, a medias, pues era una completa mentira que tenía la mente fría el este momento, su sangre corría con velocidad por sus venas, el chico podía sentir la gran cantidad de energía que le inundaba a medida que se acercaban a su posición, no podían reconocerle fácilmente entre tanta gente, la sonrisa de Marcus se ensancho mientras murmuraba para si mismo* ‎ ‎ ‎ ‎— A ninguno de estos les han dicho que una presa acorralada es la más peligrosa ¿O sí? ‎
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  • Reunión familiar
    Fandom Hellaverse
    Categoría Slice of Life
    𝑅𝑜𝓁 𝓅𝓇𝒾𝓋𝒶𝒹𝑜 𝒸𝑜𝓃: Striker

    𝐿𝓊𝑔𝒶𝓇: Anillo de la ira.


    Nevaba…En el infierno ¿Era eso si quiera posible? Y más en un anillo que literalmente era como meterse en un wéstern.

    Ya estaba en la mansión qje sería para ambos, mirando a través de uno de los grandes ventanales en uno de los pasillos del piso superior, observaba como copos de nieve caían del cielo ¿Cuanto hacía que no veía eso? Recordó al tiempo en el que estaba vivo, como la nieve se acumulaba en el jardín del mismo modo que lo hacia alli, rememorando cuando los tres de niños salían a jugar, y Anthony y Moira le pedían que les ayudase a hacer muñecos de nieve.

    Suspiró. Eso le recordó por que estaba ahí en primer lugar, por que había aceptado ocupar su lugar de el lugar de su hermano menor. A fin de cuentas, ya era hora de comportarse como un hermano mayor de verdad y él tampoco tenía nada que perder. Finalmente había llegado la reunión familiar en la que evaluarían a Striker y, visto lo visto; ya no podría aferrarse a la idea de que aquel imp presuntuoso metiera la pata y la familia lo repudiase. Arackniss junto a algunos guardias habían sido los primeros en llegar, a fin de cuentas por tradición debían ir su prometido y él juntos. Hablando de él, aún y por suerte no se había cruzado con Striker, lo cual era una buena noticia por que… bastante espantoso era el concepto de aquel día, como para además tener wue empezar a soportar sus excentricidades y faltas de respeto de buena mañana. Pero, sin dudas lo peor era saber que seguramente debería hacerlo por el resto de la eternidad.

    Por algo aquel lugar era el infierno ¿No?
    𝑅𝑜𝓁 𝓅𝓇𝒾𝓋𝒶𝒹𝑜 𝒸𝑜𝓃: [C0WBOY] 𝐿𝓊𝑔𝒶𝓇: Anillo de la ira. Nevaba…En el infierno ¿Era eso si quiera posible? Y más en un anillo que literalmente era como meterse en un wéstern. Ya estaba en la mansión qje sería para ambos, mirando a través de uno de los grandes ventanales en uno de los pasillos del piso superior, observaba como copos de nieve caían del cielo ¿Cuanto hacía que no veía eso? Recordó al tiempo en el que estaba vivo, como la nieve se acumulaba en el jardín del mismo modo que lo hacia alli, rememorando cuando los tres de niños salían a jugar, y Anthony y Moira le pedían que les ayudase a hacer muñecos de nieve. Suspiró. Eso le recordó por que estaba ahí en primer lugar, por que había aceptado ocupar su lugar de el lugar de su hermano menor. A fin de cuentas, ya era hora de comportarse como un hermano mayor de verdad y él tampoco tenía nada que perder. Finalmente había llegado la reunión familiar en la que evaluarían a Striker y, visto lo visto; ya no podría aferrarse a la idea de que aquel imp presuntuoso metiera la pata y la familia lo repudiase. Arackniss junto a algunos guardias habían sido los primeros en llegar, a fin de cuentas por tradición debían ir su prometido y él juntos. Hablando de él, aún y por suerte no se había cruzado con Striker, lo cual era una buena noticia por que… bastante espantoso era el concepto de aquel día, como para además tener wue empezar a soportar sus excentricidades y faltas de respeto de buena mañana. Pero, sin dudas lo peor era saber que seguramente debería hacerlo por el resto de la eternidad. Por algo aquel lugar era el infierno ¿No?
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  • Seguimos con el rescate de mi hija.
    Del engendro 001.

    El plan de Axel es tan simple como suicida: entrar reventando… y salir con la bestia.
    Sin rodeos. Sin segundas oportunidades.

    Avanzamos en un APC blindado, el motor rugiendo como una declaración de guerra. Las vallas de la prisión ceden bajo el peso del vehículo, doblándose como si nunca hubieran servido para contener nada realmente peligroso.

    Al llegar a la puerta principal, Axel escala la torreta con una calma que solo tienen quienes ya han aceptado la posibilidad de no salir vivos.
    Apunta.
    Dispara.

    El misil impacta en la torre de defensa y la explosión sacude la estructura entera de la prisión. Alarmas. Gritos. Caos.
    Es entonces cuando Veythra decide actuar.

    No por amor.
    No por compasión.

    Toma mi cuerpo porque 001 le pertenece. Porque es la más excepcional de todas las aberraciones engendradas. Porque algo así no puede quedar en manos humanas.

    Mi cuerpo es débil, roto, aún pagando partos imposibles… pero Veythra no pide permiso.
    Yo dejo de ser yo.

    Salto del APC y entro en la prisión bajo una lluvia de balas. Los disparos atraviesan mi carne una y otra vez, pero no me detienen. Poco a poco el sonido de las armas se apaga, ahogado por gritos desesperados. Los guardias caen de rodillas, suplicando por su vida… o por una muerte rápida. El dolor los consume desde dentro, algo invisible, absoluto.

    Serynthia entra también.
    Su poder es majestuoso y aterrador. Las paredes se derriten a su paso. Las armas se funden en las manos de los soldados, quemándoles la piel hasta el hueso. La sangre de nuestros enemigos hierve en sus venas, matándolos sin que ella siquiera los toque.

    Llegamos al lugar donde tienen a 001.
    Un laboratorio.
    Frío. Clínico. Profano.

    La han diseccionado viva. Han estudiado su regeneración, su simbiosis con un parásito, su resistencia a límites que no deberían existir. Los documentos son un tesoro para Faust, que trabaja incluso allí, incluso ahora. Guarda informes, muestras de sangre, piel, pelo. Conecta un USB al ordenador principal y extrae todo lo que puede, sin perder un segundo.

    Y entonces…
    Veythra se retira.
    Se disipa dentro de mi alma.
    Yo vuelvo.
    Y lo único que puedo hacer es mirar.

    La niña cuelga sin vida, suspendida por cadenas. Su cuerpo pequeño está marcado, herido, profanado. Me acerco con pasos temblorosos, la bajo con cuidado y la estrecho contra mí.

    La abrazo.
    La beso.

    Y rompo el juramento que me hice a mí misma de no mostrar afecto a los engendros del Caos.
    Porque al final…
    era mi hija.

    Mis lágrimas caen sobre su rostro, recorren su piel hasta llegar a sus labios. Y cuando una de ellas toca su boca…

    Sus ojos se abren de par en par.
    Las pupilas, completamente dilatadas, me miran desde un lugar que no debería existir. Se mueve. Se acurruca contra mi pecho como una bestia herida, buscando calor, buscando refugio.

    Tiembla.

    De sus labios salen palabras.
    No debería ser posible.
    Los engendros del Caos no tienen alma.

    No hablan.

    Y sin embargo, ella lo hace.

    —Tengo… frío…

    La estrecho con más fuerza.

    Serynthia Feu Naamah Lilim Agrat Eisheth Zenunim Faust Axel Koroved
    Seguimos con el rescate de mi hija. Del engendro 001. El plan de Axel es tan simple como suicida: entrar reventando… y salir con la bestia. Sin rodeos. Sin segundas oportunidades. Avanzamos en un APC blindado, el motor rugiendo como una declaración de guerra. Las vallas de la prisión ceden bajo el peso del vehículo, doblándose como si nunca hubieran servido para contener nada realmente peligroso. Al llegar a la puerta principal, Axel escala la torreta con una calma que solo tienen quienes ya han aceptado la posibilidad de no salir vivos. Apunta. Dispara. El misil impacta en la torre de defensa y la explosión sacude la estructura entera de la prisión. Alarmas. Gritos. Caos. Es entonces cuando Veythra decide actuar. No por amor. No por compasión. Toma mi cuerpo porque 001 le pertenece. Porque es la más excepcional de todas las aberraciones engendradas. Porque algo así no puede quedar en manos humanas. Mi cuerpo es débil, roto, aún pagando partos imposibles… pero Veythra no pide permiso. Yo dejo de ser yo. Salto del APC y entro en la prisión bajo una lluvia de balas. Los disparos atraviesan mi carne una y otra vez, pero no me detienen. Poco a poco el sonido de las armas se apaga, ahogado por gritos desesperados. Los guardias caen de rodillas, suplicando por su vida… o por una muerte rápida. El dolor los consume desde dentro, algo invisible, absoluto. Serynthia entra también. Su poder es majestuoso y aterrador. Las paredes se derriten a su paso. Las armas se funden en las manos de los soldados, quemándoles la piel hasta el hueso. La sangre de nuestros enemigos hierve en sus venas, matándolos sin que ella siquiera los toque. Llegamos al lugar donde tienen a 001. Un laboratorio. Frío. Clínico. Profano. La han diseccionado viva. Han estudiado su regeneración, su simbiosis con un parásito, su resistencia a límites que no deberían existir. Los documentos son un tesoro para Faust, que trabaja incluso allí, incluso ahora. Guarda informes, muestras de sangre, piel, pelo. Conecta un USB al ordenador principal y extrae todo lo que puede, sin perder un segundo. Y entonces… Veythra se retira. Se disipa dentro de mi alma. Yo vuelvo. Y lo único que puedo hacer es mirar. La niña cuelga sin vida, suspendida por cadenas. Su cuerpo pequeño está marcado, herido, profanado. Me acerco con pasos temblorosos, la bajo con cuidado y la estrecho contra mí. La abrazo. La beso. Y rompo el juramento que me hice a mí misma de no mostrar afecto a los engendros del Caos. Porque al final… era mi hija. Mis lágrimas caen sobre su rostro, recorren su piel hasta llegar a sus labios. Y cuando una de ellas toca su boca… Sus ojos se abren de par en par. Las pupilas, completamente dilatadas, me miran desde un lugar que no debería existir. Se mueve. Se acurruca contra mi pecho como una bestia herida, buscando calor, buscando refugio. Tiembla. De sus labios salen palabras. No debería ser posible. Los engendros del Caos no tienen alma. No hablan. Y sin embargo, ella lo hace. —Tengo… frío… La estrecho con más fuerza. [pulse_green_whale_937] [n.a.a.m.a.h] [nebula_charcoal_rat_655] [f_off_bih] [demonsmile01] [nebula_onyx_lizard_690] [Akly_5]
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    ¡Bienvenid@s a FicRol!
    Hoy damos la bienvenida a nuevos personajes que se unen a la comunidad de Personajes 3D:

    ㅤㅤ¡Lalisa Darkness!
    Raza: —
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    ㅤㅤ¡Belzzy !
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    ㅤㅤ¡Danika Morozova !
    Raza: Bruja
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    Guardiana de los hilos del destino

    ㅤㅤ¡Matthew Whitmore !
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    Fandom: Oc─ Crimsonveil



    Es un placer teneros por aquí . Esperamos que disfrutéis creando historias, conexiones y momentos memorables dentro de FicRol.

    Soy Arwen, RolSage de Personajes 3D. Si tenéis dudas, necesitáis orientación o simplemente queréis charlar, mis DMs están abiertos. En mi fanpage encontraréis guías útiles para moveros por la plataforma con facilidad.

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    ✨ ¡Bienvenid@s a FicRol! ✨ Hoy damos la bienvenida a nuevos personajes que se unen a la comunidad de Personajes 3D: ㅤㅤ¡[drift_amethyst_frog_495]! 🧬 Raza: — 👾 Fandom: — 💼 — ㅤㅤ¡[galaxy_orange_lobster_104]! 🧬 Raza: — 👾 Fandom: — 💼 — ㅤㅤ¡[phantom_silver_hippo_152]! 🧬 Raza: Bruja 👾 Fandom: OC - Crimsonveil 💼Guardiana de los hilos del destino ㅤㅤ¡[meteor_indigo_whale_301]! 🧬 Raza: Brujo 👾 Fandom: Oc─ Crimsonveil 💼 — Es un placer teneros por aquí 🍂. Esperamos que disfrutéis creando historias, conexiones y momentos memorables dentro de FicRol. 🧙‍♀️ Soy Arwen, RolSage de Personajes 3D. Si tenéis dudas, necesitáis orientación o simplemente queréis charlar, mis DMs están abiertos. En mi fanpage encontraréis guías útiles para moveros por la plataforma con facilidad. 🔎 Recursos útiles para empezar: Normas básicas: https://ficrol.com/static/guidelines Guías y miniguías: https://ficrol.com/posts/147711 Grupo de Personajes 3D: https://ficrol.com/groups/Personajes3D Directorio 3D: https://ficrol.com/posts/181793 ¡Nos vemos en el Inicio! 🍁 #RolSage3D #Personajes3D #Bienvenida3D
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  • —¿Acaso la gente cambia? ¿O es que siempre fueron así, y deciden mostrar su verdadero ser cuando bajas la guardia?
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    Maximiliano permaneció en silencio unos instantes antes de hablar. La luz de las velas dibujaba sombras antiguas en su rostro, y el bosque parecía escuchar.

    —Gracias.

    No fue una palabra ligera.

    —Gracias a mi familia… porque incluso en la oscuridad más profunda, han sido mi ancla. Mi fuerza. Mi verdad. Nada de lo que soy existiría sin ustedes.

    Su mirada recorrió a cada uno, sin prisa.

    —Gracias a mi aquelarre. No por seguirme, sino por caminar conmigo. Por sostener el equilibrio cuando el peso fue demasiado. Esta noche no celebramos poder. Celebramos permanencia.

    Alzó levemente el rostro, sin alzar la voz.

    —Gracias a Hécate, guardiana de los umbrales, por enseñarme cuándo avanzar… y cuándo detenerme. Por proteger el linaje y recordar que todo camino tiene un precio.

    Luego, con la misma calma:

    —Y gracias a Lucifer, por el conocimiento, por la voluntad y por la verdad que no se esconde. Por recordarme que la elección siempre importa más que la obediencia.

    Volvió la mirada al círculo.

    —Esta noche, en este solsticio, no pido más poder. No pido más años.
    Solo agradezco seguir aquí. Con ustedes. Entero.

    Hizo una pausa final.

    —Que la oscuridad nos acompañe… mientras sepamos sostenerla.

    Y el bosque, una vez más, guardó silencio.
    El mejor cumpleaños de toda mi existencia.
    David Darkness Lalisa Darkness
    Maximiliano permaneció en silencio unos instantes antes de hablar. La luz de las velas dibujaba sombras antiguas en su rostro, y el bosque parecía escuchar. —Gracias. No fue una palabra ligera. —Gracias a mi familia… porque incluso en la oscuridad más profunda, han sido mi ancla. Mi fuerza. Mi verdad. Nada de lo que soy existiría sin ustedes. Su mirada recorrió a cada uno, sin prisa. —Gracias a mi aquelarre. No por seguirme, sino por caminar conmigo. Por sostener el equilibrio cuando el peso fue demasiado. Esta noche no celebramos poder. Celebramos permanencia. Alzó levemente el rostro, sin alzar la voz. —Gracias a Hécate, guardiana de los umbrales, por enseñarme cuándo avanzar… y cuándo detenerme. Por proteger el linaje y recordar que todo camino tiene un precio. Luego, con la misma calma: —Y gracias a Lucifer, por el conocimiento, por la voluntad y por la verdad que no se esconde. Por recordarme que la elección siempre importa más que la obediencia. Volvió la mirada al círculo. —Esta noche, en este solsticio, no pido más poder. No pido más años. Solo agradezco seguir aquí. Con ustedes. Entero. Hizo una pausa final. —Que la oscuridad nos acompañe… mientras sepamos sostenerla. Y el bosque, una vez más, guardó silencio. El mejor cumpleaños de toda mi existencia. [eclipse_pearl_ape_668] [drift_amethyst_frog_495]
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  • This can be our secret… if you want.
    Fandom Game Of Thrones
    Categoría Romance
    STARTER PARA 𝚂𝙰𝙽𝙳𝙾𝚁 𝙲𝙻𝙴𝙶𝙰𝙽𝙴

    Aquella noche, tras temer durante horas soñar con el hombre que la mantenía en vilo, resultó soñar con el único que había conseguido calmarla. No solo a ella, sino a su dolor. Aquel que la había atormentado, que la había hecho sangrar en la bañera, que había conseguido que incluso él, el hombre más tosco de aquel lugar, arrugara el ceño.

    Aquella noche, Serenna soñó con Sandor.
    Pero no fue un sueño apacible, ni agradable. Fue uno de aquellos que te despiertan en mitad de la noche con la frente perlada.

    Las preocupaciones de la noche anterior la habían llevado hasta allí, hasta aquel recóndito lugar de su mente en el que se proyectaron sus miedos. Su temor a haber perdido el poco acercamiento que había tenido con su protector.

    El miedo de haberle asustado, de haberse sobrepasado, tal vez. El miedo a… perder lo único que le quedaba en aquel castillo y, probablemente, en aquel mundo.

    Lord Tywin Lannister parecía no sentir ni un mínimo resquicio de cariño, la mantenía aún en su encierro como un castigo que parecía eterno.

    Ella por supuesto, no sabía que Sandor le explicaba cada noche cómo había sido el día. Que el León sabía perfectamente cómo estaba, lo que hacía, y cómo seguía.

    Y tal vez por eso, su preocupación había pasado de estar en él a estar en Sandor Clegane: El Perro. Su guardián. Su sombra.

    ------------------------------------------------------

    Se había despertado aquella mañana, agitada, con el dolor aún retumbando en su vientre. No había olvidado la noche anterior, y la pesadilla hizo que fuese por ello imposible. Sandor todavía no estaba ahí, no había llegado aún. Pero sí las doncellas, quien la ayudaron a vestirse. La peinaron, la acicalaron y le colocaron el vestido.

    La puerta sonó, pero esta vez no fue Sandor quien aguardaba tras ella, sino Jaime Lannister.

    Vestido con su armadura dorada, aunque sin el casco, su cabello rubio caía desordenado sobre sus hombros.
    Jaime entró sin pedir permiso, mirando rápidamente a Serenna.

    —Parece que la princesa Velaryon —dijo, con su evidente tono irónico—, ha sobrevivido a otra luna. ¿Lista para un paseo matutino, mi lady? —Hizo un gesto exagerado con la mano, invitándola a seguirlo.

    Ella lo contempló ceñuda, sin esperarse encontrarle a él, menos aún, que le preguntara cómo estaba. O pareciera estar haciéndolo

    Las doncellas se apartaron rápidamente, inclinando la cabeza a modo de reverencia.

    —¿Paseo? —preguntó ella—. Ya bien sabéis ser Jaime, que no puedo salir de este lugar.

    Él se encogió de hombros.

    —No quiero estropearos la sorpresa. Digamos que es… un asunto familiar —Hizo una pausa, cruzando los brazos. Avanzó un paso más hacia ella, extendiendo la mano—. Después de vos… Mi Lady.

    “Un asunto familiar”. Aquello hizo que sus alarmas se dispararan.

    Serenna asomó la cabeza hacia la puerta, buscando la figura de Sandor.
    No tardó en ver parte de su armadura, aguardando fuera. Soltó despacio el aire y asintió. Las doncellas se apartaron, y Jaime la acompañó a la salida.

    Ahí estaba Sandor, de pie, sin siquiera mirarla.
    Ella esperó a que lo hiciera, pero parecía que la presencia de Jaime Lannister provocó que lo que la poca cercanía que hubo entre ellos dejara de existir.

    Jaime la tomó por el brazo y ella se negó a dejar de mirar a Sandor, como si esperara que él en cualquier momento fuese a devolverle la mirada. Un: ¿no venís conmigo? ¿Por qué no venís conmigo?...

    No fue sino hasta que ella por poco tropezó con sus propios pies que miró al frente y dejó de esperar, que Sandor la miró, y en sus labios se dibujó un gesto de hastío, incluso de asco.

    ¿Fue por ella? ¿Fue por Jaime?...

    La guio por los pasillos de la Fortaleza Roja.
    El camino los llevó a través de patios internos y escaleras empinadas, hasta llegar a la Torre de la Mano.
    La estructura irguiéndose imponente, casi como una forma de representar el poder que Tywin Lannister ejercía sobre el reino.

    Los guardias de capas carmesíes flanqueaban la entrada, apartándose sin articular palabra ante la llegada de Jaime.

    Serenna sintió cómo algo se agitaba en su interior. Después de todo aquel tiempo volvería a verle.
    Y lo cierto es que no estaba segura de… querer hacerlo.

    O eso pensó hasta que entró, y lo vio. En el centro, sentado tras el escritorio macizo.

    Al verlos entrar, levantó la vista con deliberada lentitud, como si su tiempo fuera un recurso precioso que no malgastaba en saludos innecesarios.

    —Padre —dijo Jaime, soltando el brazo de Serenna—. Os traigo a Lady Velaryon, como ordenasteis.

    Tywin hizo un gesto casi imperceptible con la mano, despidiendo a su hijo. Jaime arqueó una ceja, pero no protestó; sonrió amargamente antes de girarse y salir.

    Tywin ni siquiera la miró, continuó escribiendo en el pergamino hasta que creyó suficiente el hacerla temblar. Entonces, la observó durante un largo momento, evaluándola, sabiendo que aquello la estaba poniendo demasiado nerviosa. Podía verlo en su mirada, en sus ojos, en su cuerpo… Debilidad, flaqueza. Su labio se arqueó un instante.

    Suficiente para que ella lo viera, y su corazón se resquebrajara un instante.

    —Has languidecido lo suficiente en tu jaula. He decidido poner fin a tu aislamiento.

    Ella contuvo el aliento.

    —Te permitiré vagar por la Fortaleza Roja y sus jardines, siempre bajo vigilancia.
    Y ahora, lo soltó de golpe. “Bajo vigilancia” Aquello significaba que Él seguiría a su lado.
    El alivio inicial se entremezcló con la cautela; nada con Tywin Lannister era tan simple. Se inclinó ligeramente, manteniendo la compostura. O al menos, intentándolo.

    —My lord... os agradezco vuestra clemencia.

    Él asintió.

    —¿Significa eso que...?

    Entonces él la interrumpió, con un gesto seco, levantándose de su asiento. Caminó alrededor del escritorio, deteniéndose a unos pasos de ella, su estatura imponente y su mirada perforante, dispararon su pulso. Al parcer, nada había cambiado…

    —No lo confundas… Hay una condición… El mar te está vetado. No pisarás los muelles, no olerás la brisa salada.

    En cierto punto de la conversación, Serenna se despegó de la realidad, se marchó lejos, al pensamiento de Sandor, como si de algún modo, algo la estuviera obligando a volver ahí, al sueño.

    Entonces, la voz de Tywin la hizo volver en sí.

    —¿He sido lo suficientemente claro?

    Serenna sintió el nudo en la garganta. El mar lo era todo para ella, pero sabía que aquello era más de lo que podía pedir. Le había levantado el castigo y aquello ya era demasiado.
    Casi podía escuchar a Cersei quejarse, diciéndole que era una mala decisión, que debería ser tan duro como lo fue con ellos.

    Asintió lentamente, bajando la vista.

    —Sí, mi lord. Lo entiendo.

    Tywin regresó a su asiento, como si el asunto estuviera zanjado, pero su voz
    —Bien... El Perro seguirá siendo tu sombra, vigilando cada uno de tus pasos. No se lo pongas más difícil. Créeme… no quieres enfadarlo.

    Ella tragó saliva y asintió una vez más.
    Y es cierto que no supo cómo actuar. Se quedó paralizada, como si aquella situación fuese extraña, como si… fuese diferente a todas las demás.

    ¿De verdad a él le importaba tan poco como estaba demostrando?

    Aquello hizo que su ceño se frunciera, que su mirada descendiera al suelo y que deseara marcharse de allí cuanto antes. Así que, y sin su permiso, Serenna asintió a modo de despedida, hizo una reverencia y se dio la vuelta, dispuesta a marcharse.
    Pero entonces, su voz la detuvo.

    —No recuerdo haberte dicho que pudieras irte.

    Serenna se quedó inmóvil.

    Tywin se levantó despacio. Caminó hacia ella, deteniéndose lo suficientemente cerca para que el calor de su cuerpo la envolviera, para que su aliento rozara apenas su nuca, evidenciando así que estaba tras ella.

    Ésta se giró lentamente, enfrentándole. Tragó saliva, el pulso acelerándosele en el cuello visiblemente.

    —No... no era mi intención desafiaros, My Lord —susurró ella. Su cuerpo traicionándola al inclinarse apenas hacia atrás.

    Tywin no dijo nada, tan solo la miró, analizándola en silencio. Aquellos ojos azules, penetrantes, se aguzaban mientras la escudriñaban. Su ceño fruncido, su ceja arqueada. Y ahí estaba… aquella expresión tan suya… Esa que utilizaba cuando diseccionaba a las personas, cuando evaluaba cada detalle. Y oh… en ella pudo ver mucho… Demasiado.

    El temblor sutil en sus hombros, el modo en que su pecho subía y bajaba con la respiración entrecortada, el pulso visible en su cuello…

    Avanzó un paso más, y luego otro, acorralándola. Su altura imponente obligándola a retroceder instintivamente hasta que su espalda rozó la piedra fría.

    Serenna levantó la vista hacia él, sus labios entreabriéndose por un deseo incontrolable.

    Intentó mantener la compostura, apretando los muslos con disimulo, mordiéndose el interior de la mejilla para no dejar escapar un suspiro, pero el calor de su proximidad la traicionaba, haciendo que su cuerpo respondiera con un pulso insistente entre sus piernas, un anhelo que rogaba no ser visto.

    Tywin se detuvo entonces, tan cerca que podía sentir el calor de su aliento en su rostro, sus ojos clavados en los de ella, notando cada matiz: el rubor que subía a sus mejillas, el leve temblor de sus labios, el deseo que emanaba de ella.

    Su mandíbula se tensó fugazmente, un atisbo de aquella debilidad que solo ella provocaba en él, pero lo contuvo, como siempre.

    Casi como si solo hubiera querido comprobar eso: que ella aún lo deseaba, que su atracción por él no se había extinguido, que seguía siendo capaz de encender ese fuego en ella con solo su presencia.

    Satisfecho, o al menos, aparentándolo, dio un paso atrás, rompiendo la tensión, dejándola con las ganas.

    —Que no se vuelva a repetir —advirtió, volviendo a su escritorio, sentándose como si nada hubiera pasado.

    Serenna asintió, temblorosa, saliendo de la torre con el cuerpo aún latiendo por el encuentro, el deseo no saciado quemándole por dentro.

    Confundida, volvió a sus aposentos, aunque allí ya no tuviese que estar. No por obligación, al menos.

    Cuando llegó, Sandor la esperaba, de nuevo con la mirada al frente, sin mirarla. Ella, desilusionada y con el reciente encuentro de Tywin, decidió no continuar presionándole. No volvió a mirarle, no esperó respuesta, tan solo entró en la habitación, se encerró y se echó a llorar. La espalda contra la puerta, el cuerpo encogido, sus brazos rodeándose.

    Le deseaba, le quería. Aún a pesar de todo lo que le había hecho. Aún a pesar de que le hubiera prohibido aquello que más quería.
    El mar.

    ------------------------------------------------------


    Una semana más tarde, cuando todo pareció asentarse, Tywin anunció su marcha.
    Debía viajar unos días para unos asuntos importantes. Sandor, como ya había aclarado, se quedaría con Serenna, cuidando de ella, y protegiéndola. Como había sido hasta ahora.

    La relación del Perro y la “princesa” había sido diferente aquellos días. Ella parecía haber aceptado que no volvería a repetirse lo que había sucedido en su encierro. Él era su protector, y nada más.
    Y es que, la joven Velaryon no podía permitirse perderle.

    Aquel día Sandor la acompañaba en lo alto del castillo. El mar se extendía bajo ellos. El cabello de la joven se mecía suavemente. El perfume de su piel llegaba hasta él, inundándolo.

    Entonces, ella se giró, y buscó su mirada.

    —Ser Clegane…

    Insistió en llamarlo así. A veces, eso hacía que él reaccionara, que… pareciera humano, que… pareciera el mismo hombre de aquellos días.

    STARTER PARA [THEH0UND] Aquella noche, tras temer durante horas soñar con el hombre que la mantenía en vilo, resultó soñar con el único que había conseguido calmarla. No solo a ella, sino a su dolor. Aquel que la había atormentado, que la había hecho sangrar en la bañera, que había conseguido que incluso él, el hombre más tosco de aquel lugar, arrugara el ceño. Aquella noche, Serenna soñó con Sandor. Pero no fue un sueño apacible, ni agradable. Fue uno de aquellos que te despiertan en mitad de la noche con la frente perlada. Las preocupaciones de la noche anterior la habían llevado hasta allí, hasta aquel recóndito lugar de su mente en el que se proyectaron sus miedos. Su temor a haber perdido el poco acercamiento que había tenido con su protector. El miedo de haberle asustado, de haberse sobrepasado, tal vez. El miedo a… perder lo único que le quedaba en aquel castillo y, probablemente, en aquel mundo. Lord Tywin Lannister parecía no sentir ni un mínimo resquicio de cariño, la mantenía aún en su encierro como un castigo que parecía eterno. Ella por supuesto, no sabía que Sandor le explicaba cada noche cómo había sido el día. Que el León sabía perfectamente cómo estaba, lo que hacía, y cómo seguía. Y tal vez por eso, su preocupación había pasado de estar en él a estar en Sandor Clegane: El Perro. Su guardián. Su sombra. ------------------------------------------------------ Se había despertado aquella mañana, agitada, con el dolor aún retumbando en su vientre. No había olvidado la noche anterior, y la pesadilla hizo que fuese por ello imposible. Sandor todavía no estaba ahí, no había llegado aún. Pero sí las doncellas, quien la ayudaron a vestirse. La peinaron, la acicalaron y le colocaron el vestido. La puerta sonó, pero esta vez no fue Sandor quien aguardaba tras ella, sino Jaime Lannister. Vestido con su armadura dorada, aunque sin el casco, su cabello rubio caía desordenado sobre sus hombros. Jaime entró sin pedir permiso, mirando rápidamente a Serenna. —Parece que la princesa Velaryon —dijo, con su evidente tono irónico—, ha sobrevivido a otra luna. ¿Lista para un paseo matutino, mi lady? —Hizo un gesto exagerado con la mano, invitándola a seguirlo. Ella lo contempló ceñuda, sin esperarse encontrarle a él, menos aún, que le preguntara cómo estaba. O pareciera estar haciéndolo Las doncellas se apartaron rápidamente, inclinando la cabeza a modo de reverencia. —¿Paseo? —preguntó ella—. Ya bien sabéis ser Jaime, que no puedo salir de este lugar. Él se encogió de hombros. —No quiero estropearos la sorpresa. Digamos que es… un asunto familiar —Hizo una pausa, cruzando los brazos. Avanzó un paso más hacia ella, extendiendo la mano—. Después de vos… Mi Lady. “Un asunto familiar”. Aquello hizo que sus alarmas se dispararan. Serenna asomó la cabeza hacia la puerta, buscando la figura de Sandor. No tardó en ver parte de su armadura, aguardando fuera. Soltó despacio el aire y asintió. Las doncellas se apartaron, y Jaime la acompañó a la salida. Ahí estaba Sandor, de pie, sin siquiera mirarla. Ella esperó a que lo hiciera, pero parecía que la presencia de Jaime Lannister provocó que lo que la poca cercanía que hubo entre ellos dejara de existir. Jaime la tomó por el brazo y ella se negó a dejar de mirar a Sandor, como si esperara que él en cualquier momento fuese a devolverle la mirada. Un: ¿no venís conmigo? ¿Por qué no venís conmigo?... No fue sino hasta que ella por poco tropezó con sus propios pies que miró al frente y dejó de esperar, que Sandor la miró, y en sus labios se dibujó un gesto de hastío, incluso de asco. ¿Fue por ella? ¿Fue por Jaime?... La guio por los pasillos de la Fortaleza Roja. El camino los llevó a través de patios internos y escaleras empinadas, hasta llegar a la Torre de la Mano. La estructura irguiéndose imponente, casi como una forma de representar el poder que Tywin Lannister ejercía sobre el reino. Los guardias de capas carmesíes flanqueaban la entrada, apartándose sin articular palabra ante la llegada de Jaime. Serenna sintió cómo algo se agitaba en su interior. Después de todo aquel tiempo volvería a verle. Y lo cierto es que no estaba segura de… querer hacerlo. O eso pensó hasta que entró, y lo vio. En el centro, sentado tras el escritorio macizo. Al verlos entrar, levantó la vista con deliberada lentitud, como si su tiempo fuera un recurso precioso que no malgastaba en saludos innecesarios. —Padre —dijo Jaime, soltando el brazo de Serenna—. Os traigo a Lady Velaryon, como ordenasteis. Tywin hizo un gesto casi imperceptible con la mano, despidiendo a su hijo. Jaime arqueó una ceja, pero no protestó; sonrió amargamente antes de girarse y salir. Tywin ni siquiera la miró, continuó escribiendo en el pergamino hasta que creyó suficiente el hacerla temblar. Entonces, la observó durante un largo momento, evaluándola, sabiendo que aquello la estaba poniendo demasiado nerviosa. Podía verlo en su mirada, en sus ojos, en su cuerpo… Debilidad, flaqueza. Su labio se arqueó un instante. Suficiente para que ella lo viera, y su corazón se resquebrajara un instante. —Has languidecido lo suficiente en tu jaula. He decidido poner fin a tu aislamiento. Ella contuvo el aliento. —Te permitiré vagar por la Fortaleza Roja y sus jardines, siempre bajo vigilancia. Y ahora, lo soltó de golpe. “Bajo vigilancia” Aquello significaba que Él seguiría a su lado. El alivio inicial se entremezcló con la cautela; nada con Tywin Lannister era tan simple. Se inclinó ligeramente, manteniendo la compostura. O al menos, intentándolo. —My lord... os agradezco vuestra clemencia. Él asintió. —¿Significa eso que...? Entonces él la interrumpió, con un gesto seco, levantándose de su asiento. Caminó alrededor del escritorio, deteniéndose a unos pasos de ella, su estatura imponente y su mirada perforante, dispararon su pulso. Al parcer, nada había cambiado… —No lo confundas… Hay una condición… El mar te está vetado. No pisarás los muelles, no olerás la brisa salada. En cierto punto de la conversación, Serenna se despegó de la realidad, se marchó lejos, al pensamiento de Sandor, como si de algún modo, algo la estuviera obligando a volver ahí, al sueño. Entonces, la voz de Tywin la hizo volver en sí. —¿He sido lo suficientemente claro? Serenna sintió el nudo en la garganta. El mar lo era todo para ella, pero sabía que aquello era más de lo que podía pedir. Le había levantado el castigo y aquello ya era demasiado. Casi podía escuchar a Cersei quejarse, diciéndole que era una mala decisión, que debería ser tan duro como lo fue con ellos. Asintió lentamente, bajando la vista. —Sí, mi lord. Lo entiendo. Tywin regresó a su asiento, como si el asunto estuviera zanjado, pero su voz —Bien... El Perro seguirá siendo tu sombra, vigilando cada uno de tus pasos. No se lo pongas más difícil. Créeme… no quieres enfadarlo. Ella tragó saliva y asintió una vez más. Y es cierto que no supo cómo actuar. Se quedó paralizada, como si aquella situación fuese extraña, como si… fuese diferente a todas las demás. ¿De verdad a él le importaba tan poco como estaba demostrando? Aquello hizo que su ceño se frunciera, que su mirada descendiera al suelo y que deseara marcharse de allí cuanto antes. Así que, y sin su permiso, Serenna asintió a modo de despedida, hizo una reverencia y se dio la vuelta, dispuesta a marcharse. Pero entonces, su voz la detuvo. —No recuerdo haberte dicho que pudieras irte. Serenna se quedó inmóvil. Tywin se levantó despacio. Caminó hacia ella, deteniéndose lo suficientemente cerca para que el calor de su cuerpo la envolviera, para que su aliento rozara apenas su nuca, evidenciando así que estaba tras ella. Ésta se giró lentamente, enfrentándole. Tragó saliva, el pulso acelerándosele en el cuello visiblemente. —No... no era mi intención desafiaros, My Lord —susurró ella. Su cuerpo traicionándola al inclinarse apenas hacia atrás. Tywin no dijo nada, tan solo la miró, analizándola en silencio. Aquellos ojos azules, penetrantes, se aguzaban mientras la escudriñaban. Su ceño fruncido, su ceja arqueada. Y ahí estaba… aquella expresión tan suya… Esa que utilizaba cuando diseccionaba a las personas, cuando evaluaba cada detalle. Y oh… en ella pudo ver mucho… Demasiado. El temblor sutil en sus hombros, el modo en que su pecho subía y bajaba con la respiración entrecortada, el pulso visible en su cuello… Avanzó un paso más, y luego otro, acorralándola. Su altura imponente obligándola a retroceder instintivamente hasta que su espalda rozó la piedra fría. Serenna levantó la vista hacia él, sus labios entreabriéndose por un deseo incontrolable. Intentó mantener la compostura, apretando los muslos con disimulo, mordiéndose el interior de la mejilla para no dejar escapar un suspiro, pero el calor de su proximidad la traicionaba, haciendo que su cuerpo respondiera con un pulso insistente entre sus piernas, un anhelo que rogaba no ser visto. Tywin se detuvo entonces, tan cerca que podía sentir el calor de su aliento en su rostro, sus ojos clavados en los de ella, notando cada matiz: el rubor que subía a sus mejillas, el leve temblor de sus labios, el deseo que emanaba de ella. Su mandíbula se tensó fugazmente, un atisbo de aquella debilidad que solo ella provocaba en él, pero lo contuvo, como siempre. Casi como si solo hubiera querido comprobar eso: que ella aún lo deseaba, que su atracción por él no se había extinguido, que seguía siendo capaz de encender ese fuego en ella con solo su presencia. Satisfecho, o al menos, aparentándolo, dio un paso atrás, rompiendo la tensión, dejándola con las ganas. —Que no se vuelva a repetir —advirtió, volviendo a su escritorio, sentándose como si nada hubiera pasado. Serenna asintió, temblorosa, saliendo de la torre con el cuerpo aún latiendo por el encuentro, el deseo no saciado quemándole por dentro. Confundida, volvió a sus aposentos, aunque allí ya no tuviese que estar. No por obligación, al menos. Cuando llegó, Sandor la esperaba, de nuevo con la mirada al frente, sin mirarla. Ella, desilusionada y con el reciente encuentro de Tywin, decidió no continuar presionándole. No volvió a mirarle, no esperó respuesta, tan solo entró en la habitación, se encerró y se echó a llorar. La espalda contra la puerta, el cuerpo encogido, sus brazos rodeándose. Le deseaba, le quería. Aún a pesar de todo lo que le había hecho. Aún a pesar de que le hubiera prohibido aquello que más quería. El mar. ------------------------------------------------------ Una semana más tarde, cuando todo pareció asentarse, Tywin anunció su marcha. Debía viajar unos días para unos asuntos importantes. Sandor, como ya había aclarado, se quedaría con Serenna, cuidando de ella, y protegiéndola. Como había sido hasta ahora. La relación del Perro y la “princesa” había sido diferente aquellos días. Ella parecía haber aceptado que no volvería a repetirse lo que había sucedido en su encierro. Él era su protector, y nada más. Y es que, la joven Velaryon no podía permitirse perderle. Aquel día Sandor la acompañaba en lo alto del castillo. El mar se extendía bajo ellos. El cabello de la joven se mecía suavemente. El perfume de su piel llegaba hasta él, inundándolo. Entonces, ella se giró, y buscó su mirada. —Ser Clegane… Insistió en llamarlo así. A veces, eso hacía que él reaccionara, que… pareciera humano, que… pareciera el mismo hombre de aquellos días.
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  • Lucien, un elfo guardián de la luz y Capitán de la guardia luminosa de Etheria. Se detuvo a observar la resplandeciente luz lunar que descendía del cielo nocturno para iluminar toda sombra a su paso, no siendo timida, pero sí atrevida. Iluminó su persona y su juventud eterna resaltó entre todas las plantas mágicas que resplandecían a su alrededor.

    — Es hermosa.

    Sus pies descalzos se mojaron al ser sumergidos en el agua cristalina, estaba fría, pero refrescante. Había llegado a ese lugar sin su escolta, ya que siempre lo cuidaban y seguían. Pero el bosque era tan tranquilo. Cerró sus ojos y se permitió relajar su guardia un segundo para disfrutar de la calidez del silencio y soledad.


    #elfo #libre
    Lucien, un elfo guardián de la luz y Capitán de la guardia luminosa de Etheria. Se detuvo a observar la resplandeciente luz lunar que descendía del cielo nocturno para iluminar toda sombra a su paso, no siendo timida, pero sí atrevida. Iluminó su persona y su juventud eterna resaltó entre todas las plantas mágicas que resplandecían a su alrededor. — Es hermosa. Sus pies descalzos se mojaron al ser sumergidos en el agua cristalina, estaba fría, pero refrescante. Había llegado a ese lugar sin su escolta, ya que siempre lo cuidaban y seguían. Pero el bosque era tan tranquilo. Cerró sus ojos y se permitió relajar su guardia un segundo para disfrutar de la calidez del silencio y soledad. #elfo #libre
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  • Resumen del Lore de Lili y el Legado Queen
    Origen de Lili
    Lili nace de dos linajes mayores:
    El linaje del Caos “Queen”, por parte de Jennifer Queen, Reina del Caos.
    El linaje súcubo Ishtar, por parte de Ayane Ishtar.
    Su existencia es el cruce entre Caos primordial, herencia demoníaca y destino cósmico.
    El Legado Queen y el Origen del Caos
    El origen del linaje Queen comienza con Oz (Ozma), entidad del Caos, y Selin, una Custodio Elunai, guardiana creada para proteger a la diosa Elune.
    Los Elunai fueron entrenados durante un “sueño” de una noche cuya duración real fue de mil años.
    Su creadora y maestra fue Yue, una antigua parásita de la raza enemiga de Elune, que traicionó a los suyos al enamorarse de la diosa y jurar protegerla.
    Tras la gran guerra:
    Yue se suicida en un ataque final que aniquila a su propia raza.
    Su alma se fragmenta en dos reliquias vivientes:
    El Escudo de Elune → reclama a Yuna Queen (el más poderoso).
    La Espada de Elune → destinada a Veythra.
    La Muerte de Selin y el Alma Errante
    Tras nacer Jennifer, Selin queda embarazada de su segunda hija: Veythra.
    Los Elunai, corrompidos por el miedo y la guerra civil, asesinan a Selin antes del parto.
    Antes de morir:
    Selin consagra su propia alma.
    Protege el alma no nata de Veythra, que queda sin cuerpo, vagando por el universo.
    Esa alma errante encuentra refugio en el momento del nacimiento de Lili.
    Un cuerpo. Dos almas.
    Lili y Veythra: Conflicto Interno
    Durante años:
    Lili ignora la presencia de Veythra.
    Ambas luchan constantemente por el control del cuerpo.
    Cada conflicto termina en desastre.
    En una ocasión, el alma de Veythra se manifiesta como una katana viva, la Espada de Elune, capaz de cortar el tejido del espacio-tiempo, pero imposible de obedecer.
    La Ruptura del Tiempo y el Lienzo del Caos
    En una batalla crucial:
    Lili usa la espada.
    El espacio-tiempo se rompe.
    Lili cae al pasado y luego intenta repetir el corte creyendo haber aprendido a controlar a Veythra.
    Fracasa.
    El segundo corte es aún más devastador.
    Lili cae en un sueño fuera del tiempo, en el Lienzo del Caos.
    El Nacimiento de Veythra
    Mientras Lili duerme:
    Veythra despierta en otro tiempo, con un cuerpo propio por primera vez.
    Su mera existencia desgarra la realidad.
    Pide ayuda a la familia Ishtar.
    En ese viaje:
    Se enfrenta a Jennifer Queen, su hermana.
    Jennifer la derrota brutalmente.
    Por lástima (y vínculo de sangre), le entrega la mitad de su corazón Caos–Elunai.
    El Sacrificio de Veythra
    Gracias a ese corazón:
    Veythra revive.
    Recorre el mundo junto a Ryu del pasado, intentando cerrar las brechas temporales.
    No lo logra. Su cuerpo se desintegra poco a poco.
    Al final:
    Solo queda medio corazón, que Veythra entrega a Ryu y a su familia.
    El corazón se fragmenta en millones de piezas.
    Esos fragmentos cruzan el cielo una vez al año:
    las Perseidas de agosto, las mismas que iluminaban el cielo la noche en que Lili nació.
    La Unión Final
    Tras esto:
    Lili despierta en la batalla original.
    La espada se destruye.
    Veythra deja de ser un alma separada.
    Así nace Veythra Lili:
    no dos entidades en conflicto, sino una unión consciente y estable.
    Estado Actual
    Lili y Veythra existen juntas.
    Comparten propósito, poder y memoria.
    Veythra mantiene su ambición:
    convertirse en la verdadera Reina del Caos, reuniendo su propio ejército del Caos.

    Naamah Agrat Eisheth Zenunim
    Resumen del Lore de Lili y el Legado Queen Origen de Lili Lili nace de dos linajes mayores: El linaje del Caos “Queen”, por parte de Jennifer Queen, Reina del Caos. El linaje súcubo Ishtar, por parte de Ayane Ishtar. Su existencia es el cruce entre Caos primordial, herencia demoníaca y destino cósmico. El Legado Queen y el Origen del Caos El origen del linaje Queen comienza con Oz (Ozma), entidad del Caos, y Selin, una Custodio Elunai, guardiana creada para proteger a la diosa Elune. Los Elunai fueron entrenados durante un “sueño” de una noche cuya duración real fue de mil años. Su creadora y maestra fue Yue, una antigua parásita de la raza enemiga de Elune, que traicionó a los suyos al enamorarse de la diosa y jurar protegerla. Tras la gran guerra: Yue se suicida en un ataque final que aniquila a su propia raza. Su alma se fragmenta en dos reliquias vivientes: El Escudo de Elune → reclama a Yuna Queen (el más poderoso). La Espada de Elune → destinada a Veythra. La Muerte de Selin y el Alma Errante Tras nacer Jennifer, Selin queda embarazada de su segunda hija: Veythra. Los Elunai, corrompidos por el miedo y la guerra civil, asesinan a Selin antes del parto. Antes de morir: Selin consagra su propia alma. Protege el alma no nata de Veythra, que queda sin cuerpo, vagando por el universo. Esa alma errante encuentra refugio en el momento del nacimiento de Lili. Un cuerpo. Dos almas. Lili y Veythra: Conflicto Interno Durante años: Lili ignora la presencia de Veythra. Ambas luchan constantemente por el control del cuerpo. Cada conflicto termina en desastre. En una ocasión, el alma de Veythra se manifiesta como una katana viva, la Espada de Elune, capaz de cortar el tejido del espacio-tiempo, pero imposible de obedecer. La Ruptura del Tiempo y el Lienzo del Caos En una batalla crucial: Lili usa la espada. El espacio-tiempo se rompe. Lili cae al pasado y luego intenta repetir el corte creyendo haber aprendido a controlar a Veythra. Fracasa. El segundo corte es aún más devastador. Lili cae en un sueño fuera del tiempo, en el Lienzo del Caos. El Nacimiento de Veythra Mientras Lili duerme: Veythra despierta en otro tiempo, con un cuerpo propio por primera vez. Su mera existencia desgarra la realidad. Pide ayuda a la familia Ishtar. En ese viaje: Se enfrenta a Jennifer Queen, su hermana. Jennifer la derrota brutalmente. Por lástima (y vínculo de sangre), le entrega la mitad de su corazón Caos–Elunai. El Sacrificio de Veythra Gracias a ese corazón: Veythra revive. Recorre el mundo junto a Ryu del pasado, intentando cerrar las brechas temporales. No lo logra. Su cuerpo se desintegra poco a poco. Al final: Solo queda medio corazón, que Veythra entrega a Ryu y a su familia. El corazón se fragmenta en millones de piezas. Esos fragmentos cruzan el cielo una vez al año: las Perseidas de agosto, las mismas que iluminaban el cielo la noche en que Lili nació. La Unión Final Tras esto: Lili despierta en la batalla original. La espada se destruye. Veythra deja de ser un alma separada. Así nace Veythra Lili: no dos entidades en conflicto, sino una unión consciente y estable. Estado Actual Lili y Veythra existen juntas. Comparten propósito, poder y memoria. Veythra mantiene su ambición: convertirse en la verdadera Reina del Caos, reuniendo su propio ejército del Caos. [n.a.a.m.a.h] [f_off_bih] [demonsmile01]
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