• La cámara va colgada al cuello, pero la sostengo con una mano.

    Frente a una panadería, una mujer mayor barre la acera con movimientos lentos. Se detiene un segundo, se apoya en el palo de la escoba y mira al cielo, como si buscara algo.

    Disparo.

    No me mira. No me ve.

    Sigo caminando. Un niño se agacha junto a un charco y moja las zapatillas sin darse cuenta. El padre lo llama desde lejos, molesto. El niño sonríe igual.

    Disparo de nuevo.

    No sé si esas fotos las voy a usar. Tal vez no. Tal vez solo las guarde.
    Pero algo en mí se calma cada vez que escucho el clic del obturador.
    Es como si el mundo, por un segundo, se detuviera donde tiene que estar.
    La cámara va colgada al cuello, pero la sostengo con una mano. Frente a una panadería, una mujer mayor barre la acera con movimientos lentos. Se detiene un segundo, se apoya en el palo de la escoba y mira al cielo, como si buscara algo. Disparo. No me mira. No me ve. Sigo caminando. Un niño se agacha junto a un charco y moja las zapatillas sin darse cuenta. El padre lo llama desde lejos, molesto. El niño sonríe igual. Disparo de nuevo. No sé si esas fotos las voy a usar. Tal vez no. Tal vez solo las guarde. Pero algo en mí se calma cada vez que escucho el clic del obturador. Es como si el mundo, por un segundo, se detuviera donde tiene que estar.
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  • -Orgullosa de su gran logro, llevo a Leo Mornigstar , al jardín qué hizo desde cero, le costó trabajo pues decidio hacerlo como si fuera humana normal, sus manos sucias pues acaba de cortar maleza, le mostrá como a dejado todo. -

    ¿Que tal?

    -Comentó mientras se agacha para ver algunas flores -
    -Orgullosa de su gran logro, llevo a [tempest_cyan_elephant_253], al jardín qué hizo desde cero, le costó trabajo pues decidio hacerlo como si fuera humana normal, sus manos sucias pues acaba de cortar maleza, le mostrá como a dejado todo. - ¿Que tal? -Comentó mientras se agacha para ver algunas flores -
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  • 🪻 𝓤n 𝓡oce 𝓒armesí ◌᪲ ㅤ .ㅤ ︶ּ︶
    Fandom OC
    Categoría Romance
    Shizuka, una chica de gran belleza, con su cabello lila ondeante recogido en dos coletas y ojos celestes que brillaban como estrellas, formaba una pareja estable contigo desde hacía unos pocos meses. Vivían juntos en una hermosa casa frente a un lago, un entorno natural que complementaba perfectamente el origen de la chica. Hasta ese momento, Shizuka siempre se había mostrado afectuosa, tranquila, creativa e innovadora. Si bien a veces se disociaba y necesitaba su espacio, ambos habían logrado comprenderse y respetar sus momentos a solas, lo que les había permitido mantener una relación duradera.

    No obstante, en los últimos días, algo extraño estaba sucediendo con Shizuka. Últimamente, se la veía muy rojiza, con las mejillas y la frente sonrojadas, y evitaba a toda costa el contacto físico desde hacía tres días. Cualquier roce la hacía erizarse y se alejaba rápidamente, mirando a su pareja con temblor. Antes, solían dormir abrazados, ver películas juntos o simplemente acurrucarse, pero esa rutina había desaparecido. Ahora, ella siempre desayunaba con la cabeza gacha, mordiéndose el labio, como si intentara contener un sonido que no quería que saliera.

    Un día, en la tarde del tercer día, su pareja se cansó de la situación. Al entrar a la habitación, Shizuka estaba de pie cerca de la cama; sus manos apretaban con fuerza entre sus muslos, mientras soltaba jadeos contenidos, con el rostro completamente rojo. Quitó una mano de allí, llevándola a sus labios, y alzó lentamente su rostro hacia el chico. Shizuka era una Shal'Zorin, lo que significaba que era mitad gata y mitad humana. Para las gatas, es común que cada cierto tiempo entren en celo, un período en el que se descontrolan. Si su pareja se ponía a analizar, Shizuka mostraba todas esas características. Pero, hasta ahora, ellos no habían tenido intimidad. ¿Cómo acabaría esto?
    Shizuka, una chica de gran belleza, con su cabello lila ondeante recogido en dos coletas y ojos celestes que brillaban como estrellas, formaba una pareja estable contigo desde hacía unos pocos meses. Vivían juntos en una hermosa casa frente a un lago, un entorno natural que complementaba perfectamente el origen de la chica. Hasta ese momento, Shizuka siempre se había mostrado afectuosa, tranquila, creativa e innovadora. Si bien a veces se disociaba y necesitaba su espacio, ambos habían logrado comprenderse y respetar sus momentos a solas, lo que les había permitido mantener una relación duradera. No obstante, en los últimos días, algo extraño estaba sucediendo con Shizuka. Últimamente, se la veía muy rojiza, con las mejillas y la frente sonrojadas, y evitaba a toda costa el contacto físico desde hacía tres días. Cualquier roce la hacía erizarse y se alejaba rápidamente, mirando a su pareja con temblor. Antes, solían dormir abrazados, ver películas juntos o simplemente acurrucarse, pero esa rutina había desaparecido. Ahora, ella siempre desayunaba con la cabeza gacha, mordiéndose el labio, como si intentara contener un sonido que no quería que saliera. Un día, en la tarde del tercer día, su pareja se cansó de la situación. Al entrar a la habitación, Shizuka estaba de pie cerca de la cama; sus manos apretaban con fuerza entre sus muslos, mientras soltaba jadeos contenidos, con el rostro completamente rojo. Quitó una mano de allí, llevándola a sus labios, y alzó lentamente su rostro hacia el chico. Shizuka era una Shal'Zorin, lo que significaba que era mitad gata y mitad humana. Para las gatas, es común que cada cierto tiempo entren en celo, un período en el que se descontrolan. Si su pareja se ponía a analizar, Shizuka mostraba todas esas características. Pero, hasta ahora, ellos no habían tenido intimidad. ¿Cómo acabaría esto?
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    Individual
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  • Ah que lindo gatito me pregunto si será de alguien?

    -Se agacha y acaricia al gatito dándole un poco de comida y agua que el tenia-
    Ah que lindo gatito me pregunto si será de alguien? -Se agacha y acaricia al gatito dándole un poco de comida y agua que el tenia-
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  • Aidguar y el Fulgor del Juicio
    Categoría Acción
    Aidguar Drakona

    La brisa era densa y a lo lejos, las nubes parecían girar sobre sí mismas anunciando la cercanía de un vórtice elemental. Miyabi se detuvo en seco en lo alto de la colina envuelta en su capa mientras su cabello oscuro ondeaba como seda al viento. En su mano derecha, un pequeño mapa trazado a mano y marcado con tinta roja: "El Fragmento del Juicio".

    Frente a ella, más allá del abismo de piedra y raíces, yacía la Garganta de Aidguar, un valle quebrado y olvidado por el tiempo donde según antiguos escritos un artefacto elemental dormía bajo la vigilancia de una criatura que habian dicho era imposible.

    Miyabi descendió sin titubear, deslizándose entre formaciones rocosas hasta alcanzar la base del valle. El lugar estaba impregnado de una energía cálida y palpitante, como si el suelo respirara. Fue entonces cuando escuchó un zumbido suave, acompañado de una torpe melodía tarareada sin ritmo alguno.

    Giró la cabeza con cautela, la mano ya rozando la empuñadura de su naginata ceremonial hasta que divisó a Aidguar.

    En su forma reducida no superaba los dos metros de altura pero aún así su presencia ocupaba el claro como si fuese una montaña encarnada. Parecia estar agachado de espaldas intentando colocar cuidadosamente unas flores silvestres alrededor de una roca que resplandecía con un fulgor anaranjado. Miyabi lo observó por un instante. No era lo que esperaba de un guardían ancestral, nada de fuego o escamas relucientes ni rugidos imponentes. Solo una criatura inmensa con ojos blancos y redondos que parecia hablar consigo mismo como un niño regañado por su propia torpeza.

    —Hola . Soy Miyabi y necesito el artefacto ígneo que proteges o que me lo prestes un momento o al menos una parte de él... —dijo finalmente Miyabi, con tono firme aunque sabría que posiblemente no sería tan fácil.
    [shade_titanium_whale_983] La brisa era densa y a lo lejos, las nubes parecían girar sobre sí mismas anunciando la cercanía de un vórtice elemental. Miyabi se detuvo en seco en lo alto de la colina envuelta en su capa mientras su cabello oscuro ondeaba como seda al viento. En su mano derecha, un pequeño mapa trazado a mano y marcado con tinta roja: "El Fragmento del Juicio". Frente a ella, más allá del abismo de piedra y raíces, yacía la Garganta de Aidguar, un valle quebrado y olvidado por el tiempo donde según antiguos escritos un artefacto elemental dormía bajo la vigilancia de una criatura que habian dicho era imposible. Miyabi descendió sin titubear, deslizándose entre formaciones rocosas hasta alcanzar la base del valle. El lugar estaba impregnado de una energía cálida y palpitante, como si el suelo respirara. Fue entonces cuando escuchó un zumbido suave, acompañado de una torpe melodía tarareada sin ritmo alguno. Giró la cabeza con cautela, la mano ya rozando la empuñadura de su naginata ceremonial hasta que divisó a Aidguar. En su forma reducida no superaba los dos metros de altura pero aún así su presencia ocupaba el claro como si fuese una montaña encarnada. Parecia estar agachado de espaldas intentando colocar cuidadosamente unas flores silvestres alrededor de una roca que resplandecía con un fulgor anaranjado. Miyabi lo observó por un instante. No era lo que esperaba de un guardían ancestral, nada de fuego o escamas relucientes ni rugidos imponentes. Solo una criatura inmensa con ojos blancos y redondos que parecia hablar consigo mismo como un niño regañado por su propia torpeza. —Hola . Soy Miyabi y necesito el artefacto ígneo que proteges o que me lo prestes un momento o al menos una parte de él... —dijo finalmente Miyabi, con tono firme aunque sabría que posiblemente no sería tan fácil.
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    Grupal
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  • En una tarde tibia y tranquila, el Pequeño Vagabundo se encontraba sentado sobre una roca, con las piernas colgando y un pedazo de pan en la mano. A su lado, Don Niebla permanecía de pie, inmóvil como una estatua elegante pero vigilante. Frente a él, un viajero curioso —de mirada aguda y con expresión desconcertada— lo observaba con intriga.

    —Oye, pequeño… —preguntó mientras se agachaba a su altura—. Esa cosa que hiciste… esas burbujas que salieron de tus manos. ¿Qué clase de poder es ese?

    El Pequeño Vagabundo se quedó quieto por un segundo. Parpadeó. Luego dio un gran mordisco al pan, masticó con entusiasmo y, al terminar, se limpió las migas con la manga. Entonces, con una expresión inusualmente seria para su edad, se acomodó en su lugar como si estuviera a punto de dar una clase importante.

    —¡Eso se llama Nen! —dijo alzando un dedo—. Es el arte de usar el aura que todos tenemos, pero poquitos saben cómo sacarla. No es magia ni truco, es como… como aprender a respirar de otra forma.

    El viajero arqueó una ceja. El niño continuó:

    —Primero tienes que aprender las Cuatro Principales Técnicas:

    **Ten**, que es para rodearte de tu aura y protegerte;

    **Zetsu**, para apagarla y ocultarte;

    **Ren**, que es para expandirla y hacerte más fuerte; y ...

    **Hatsu**, que es tu habilidad personal, ¡la más importante! —explicó animadamente mientras dibujaba figuras en el aire con sus dedos—.

    —Luego están los tipos de aura. Existen seis:

    1. **Potenciadores**, que hacen más fuerte su cuerpo o sus golpes.
    2. **Emisores**, que lanzan su aura lejos, como una onda o bala.
    3. **Manipuladores**, que controlan cosas o seres con su aura.
    4. **Conjuradores**, como yo, que creamos cosas con nuestra aura.
    5. **Transmutadores**, que transforman su aura en algo diferente, como hilo elástico o electricidad.
    6. **Especialistas**, que tienen poderes únicos que no entran en los otros.

    El Pequeño Vagabundo estiró el brazo y de su palma empezó a formarse una burbuja en espiral con forma de disco flotante, que brillaba como una pompa de jabón con reflejos de arcoíris.

    —Yo soy un **Conjurador**, porque creé a Don Niebla y mis burbujas-disco. Pero también soy un poco **Transmutador**, porque mis burbujas pueden comportarse raro, ¡como si tuvieran emociones!

    El viajero no podía disimular su asombro.

    —¿Y cómo sabes eso tan bien? —preguntó.

    —Hisoka me lo enseñó —respondió con naturalidad—. Me dio libros, me entrenó, me arrojó cosas raras mientras dormía y me hacía esquivar patadas ¡con los ojos vendados!

    Entonces, el niño entrecerró los ojos, miró fijamente al viajero, y le sonrió con picardía. Estiró sus dos manos hacia los lados, girando los dedos lentamente.

    —Y tú… —dijo—. Por cómo te mueves cuando hablas, cómo miras rápido pero con desconfianza, y cómo tu voz cambia cuando mientes poquito… ¡diría que eres un Manipulador! O quizás un Emisor, pero sólo si eres bueno fingiendo calma cuando te enfadas.

    El viajero dio un paso atrás, sorprendido de sentirse tan "leído" por un niño tan pequeño.

    —¿Cómo lo…?

    —Hisoka también me enseñó eso. Me dijo que el aura y la personalidad a veces caminan de la manita. —Se encogió de hombros—. Aunque igual puedo fallar… ¡soy pequeño todavía!

    Luego alzó la burbuja con ambas manos y la dejó flotar. Esta se alejó suavemente, reflejando el sol poniente.

    —¡Pero es divertido aprender! El Nen no solo sirve para pelear. Es como una extensión de lo que uno siente. Y yo… yo siento muchas cosas. Por eso Don Niebla existe, ¿sabes?

    —¡Ajá! —exclamó el pequeño, apuntando con un dedo entusiasta al hombre—. Eres un Potenciador.

    El viajero arqueó una ceja, curioso.

    —¿Cómo lo sabes? —preguntó con voz rasposa, apenas audible.

    El niño hinchó el pecho con orgullo.

    –Las personas como tú no hacen mucho escándalo, ¡pero pueden derribar una montaña de un solo golpe si lo necesitan! ¡Y eres muy directo, incluso cuando callas!.

    Y así, el Pequeño Vagabundo siguió hablando, explicando con entusiasmo infantil algo tan complejo como el Nen, dejando claro que, aunque pequeño, su alma era grande y brillante como su aura.
    En una tarde tibia y tranquila, el Pequeño Vagabundo se encontraba sentado sobre una roca, con las piernas colgando y un pedazo de pan en la mano. A su lado, Don Niebla permanecía de pie, inmóvil como una estatua elegante pero vigilante. Frente a él, un viajero curioso —de mirada aguda y con expresión desconcertada— lo observaba con intriga. —Oye, pequeño… —preguntó mientras se agachaba a su altura—. Esa cosa que hiciste… esas burbujas que salieron de tus manos. ¿Qué clase de poder es ese? El Pequeño Vagabundo se quedó quieto por un segundo. Parpadeó. Luego dio un gran mordisco al pan, masticó con entusiasmo y, al terminar, se limpió las migas con la manga. Entonces, con una expresión inusualmente seria para su edad, se acomodó en su lugar como si estuviera a punto de dar una clase importante. —¡Eso se llama Nen! —dijo alzando un dedo—. Es el arte de usar el aura que todos tenemos, pero poquitos saben cómo sacarla. No es magia ni truco, es como… como aprender a respirar de otra forma. El viajero arqueó una ceja. El niño continuó: —Primero tienes que aprender las Cuatro Principales Técnicas: **Ten**, que es para rodearte de tu aura y protegerte; **Zetsu**, para apagarla y ocultarte; **Ren**, que es para expandirla y hacerte más fuerte; y ... **Hatsu**, que es tu habilidad personal, ¡la más importante! —explicó animadamente mientras dibujaba figuras en el aire con sus dedos—. —Luego están los tipos de aura. Existen seis: 1. **Potenciadores**, que hacen más fuerte su cuerpo o sus golpes. 2. **Emisores**, que lanzan su aura lejos, como una onda o bala. 3. **Manipuladores**, que controlan cosas o seres con su aura. 4. **Conjuradores**, como yo, que creamos cosas con nuestra aura. 5. **Transmutadores**, que transforman su aura en algo diferente, como hilo elástico o electricidad. 6. **Especialistas**, que tienen poderes únicos que no entran en los otros. El Pequeño Vagabundo estiró el brazo y de su palma empezó a formarse una burbuja en espiral con forma de disco flotante, que brillaba como una pompa de jabón con reflejos de arcoíris. —Yo soy un **Conjurador**, porque creé a Don Niebla y mis burbujas-disco. Pero también soy un poco **Transmutador**, porque mis burbujas pueden comportarse raro, ¡como si tuvieran emociones! El viajero no podía disimular su asombro. —¿Y cómo sabes eso tan bien? —preguntó. —Hisoka me lo enseñó —respondió con naturalidad—. Me dio libros, me entrenó, me arrojó cosas raras mientras dormía y me hacía esquivar patadas ¡con los ojos vendados! Entonces, el niño entrecerró los ojos, miró fijamente al viajero, y le sonrió con picardía. Estiró sus dos manos hacia los lados, girando los dedos lentamente. —Y tú… —dijo—. Por cómo te mueves cuando hablas, cómo miras rápido pero con desconfianza, y cómo tu voz cambia cuando mientes poquito… ¡diría que eres un Manipulador! O quizás un Emisor, pero sólo si eres bueno fingiendo calma cuando te enfadas. El viajero dio un paso atrás, sorprendido de sentirse tan "leído" por un niño tan pequeño. —¿Cómo lo…? —Hisoka también me enseñó eso. Me dijo que el aura y la personalidad a veces caminan de la manita. —Se encogió de hombros—. Aunque igual puedo fallar… ¡soy pequeño todavía! Luego alzó la burbuja con ambas manos y la dejó flotar. Esta se alejó suavemente, reflejando el sol poniente. —¡Pero es divertido aprender! El Nen no solo sirve para pelear. Es como una extensión de lo que uno siente. Y yo… yo siento muchas cosas. Por eso Don Niebla existe, ¿sabes? —¡Ajá! —exclamó el pequeño, apuntando con un dedo entusiasta al hombre—. Eres un Potenciador. El viajero arqueó una ceja, curioso. —¿Cómo lo sabes? —preguntó con voz rasposa, apenas audible. El niño hinchó el pecho con orgullo. –Las personas como tú no hacen mucho escándalo, ¡pero pueden derribar una montaña de un solo golpe si lo necesitan! ¡Y eres muy directo, incluso cuando callas!. Y así, el Pequeño Vagabundo siguió hablando, explicando con entusiasmo infantil algo tan complejo como el Nen, dejando claro que, aunque pequeño, su alma era grande y brillante como su aura.
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  • El coche de ambas cabezas hizo que los pergaminos de la joven cayesen. Con velocidad se agacha para recogerlos y mirarte apenada.

    —Disculpe...
    El coche de ambas cabezas hizo que los pergaminos de la joven cayesen. Con velocidad se agacha para recogerlos y mirarte apenada. —Disculpe...
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  • -Dios mio que resaca, necesito algo de gachas o una sopa que me ayude-dice con un tremendo dolor de cabeza

    -al menos te tengo a ti michi-chan-

    ----lee haneul
    -Dios mio que resaca, necesito algo de gachas o una sopa que me ayude-dice con un tremendo dolor de cabeza -al menos te tengo a ti michi-chan- ----lee haneul
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  • 𝕎𝔼𝕃ℂ𝕆𝕄𝔼 𝕋𝕆 𝕋ℍ𝔼 𝔼ℕ𝔻𝔾𝔸𝕄𝔼
    Fandom Supernatural
    Categoría Acción
    ㅤㅤㅤㅤ𝒮𝓉𝒶𝓇𝓉ℯ𝓇 𝓅𝒶𝓇𝒶: DEAN WINCHESTER

    Tres años.
    Habían pasado tres años desde que Claire había vuelto al pasado. Tres años desde que había irrumpido en la vida de los Winchester, tres años desde que casi le provoca un infarto a su madre adoptiva al presentarse en su casa.
    Habían pasado tres años, y habían pasado demasiadas cosas en aquellos tres años. El bunker se había convertido en su hogar. Los hermanos, Castiel y Jack se habían convertido en su familia. Llevaba…. ¿podia ser cierto? Una idea frena los pensamientos de Claire, una idea que hace que todo lo demás se paralice, la mirada azul de la cazadora salta de la extraña e improvisada reunión que se estaba llevando a cabo en el bunker en aquellos momentos, a la pared del mismo, de donde colgaba un calendario realmente cutre, pero que le recordaba y le confirmaba lo que ella buscaba, en pocas horas haría tres años desde que su relación con Dean había comenzado.

    Tres años en los que había llevado a cabo su plan de mantenerlo a salvo. Con más tropiezos y vueltas de las que le gustaría, pero al fin y al cabo el mayor de los hermanos estaba allí, a su lado, respirando.
    Tenía, en todo aquello, que agradecerle a Sam su incondicional ayuda, ya que era el único que sabía la verdadera razón de su viaje, su misión, y le había prometido ayudarle a cumplirla.
    Por el momento, el más alto había cumplido su promesa, incluso cuando parecía imposible, y casi pierden a Dean por su idea de enterrarse vivo en el fondo de Pacifico.
    Si en algún momento había estado tentada de revelarle su secreto, sin duda había sido ese.
    Pero se había mantenido firme y habían superado aquella bala también, y seguía manteniendo una relación con un hombre al que le ocultaba un gran secreto.

    Pero todo aquello, en esos momentos no tenía demasiado importancia, tan solo Claire había disociado ligeramente de la situación que estaban viviendo porque… ¿Cómo no hacerlo? Tenían al puñetero Dios sentado frente a ellos, jugueteando con la radio del bunker (sin tocarla, claro) diciendo que Jack era altamente apocalíptico, y que debia de intervenir.
    Es justamente en ese punto de la conversación en el que Claire vuelve a conectar al cien por cien con la realidad. Justo cuando Chuck señala el “𝑒𝑐𝑢𝑎𝑙𝑖𝑧𝑎𝑑𝑜𝑟” el único arma, recién salida del horno de la creación capaz de matar a Jack. Pero… ¿a qué precio?

    Los ojos de Claire saltaban, como los de Sam y el mismísimo Dios, de Castiel a Dean, y de vuelta al ángel, mientras son testigos de su discusión.
    En el fondo la rubia estaba de acuerdo con Castiel. ¿Iban a matar a Jack? Había matado a Mary, eso era cierto, y sabía que el dolor y la traición que Dean sentía hablaban por él, pero… ¿no habían hecho ellos, todos los que estaban reunidos allí, cosas terribles a seres queridos en los momentos más bajos? ¿Debían abandonar a Jack de aquella manera?
    No, por mucho que le molestara (y sin contar con el hecho de que si Dean mataba a Jack, morirían ambos) aquella vez estaba del lado de Castiel, y una vez disuelta aquella reunión, va en busca del más mayor para hacerle cambiar de opinion.

    O al menos esa es su intención ya que al llegar a la puerta de la habitación de Dean esta estaba abierta y de ella salían las voces de los dos hermanos.
    Debería haberse ido, debería haber seguido su camino, pero se para justo unos centímetros antes de poder ser vista por Sam quien estaba sentado a los pies de la cama, de cara a la puerta.

    La cazadora se mantiene en silencio, mientras escucha. La salida del más alto la toma por sorpresa por lo repentina, pero de un salto se dispone a seguirlo varios metros hasta que considera que sus voces ya no se podrían escuchar y le frena posando una mano en su brazo.

    — Tienes que pararlo, tienes que quitarle la idea de la cabeza, Sam.

    — Lo dices como si fuera algo sencillo hacer eso, Claire. Conoces a Dean…

    — No se merecen esto, ninguno de los dos, y lo sabes, Jack no es culpable de sus actos, no en este estado, no cuando se sacrificó por nosotros, por Dean y me prometiste que le salvarías a toda costa…

    — ¡Nada! No hay nada que quiera hacer más que salvar a mi hermano, pero no sé cómo hacerlo.

    — La clave está en esa pistola… en el ecualizador.

    No tenía claro que Chuck, que Dios, le permitiera vivir allí, o que le permitiera vivir directamente, no sabía si ella estaba siguiendo el plan del altísimo, o si se había salido de la hoja de ruta y la eliminaría con un chasquido de dedos, al igual que había acabado con el tema de no poder mentir, así de sencillo. Quizás debería haber muerto en aquel mundo, y su escapada había torcido sus planes, hecho que, no tenía duda arreglaría muy pronto.
    Así que le daba lo mismo si se arriesgaba a hacer aquello, las personas más peligrosas eran aquellas que no tenían nada que perder.

    Robaría esa pistola y huiría con ella, sabía que la encontrarían, sabía que Chuck sabría dónde está en todo momento, pero esperaba poder tener una mínima posibilidad de poner aquella creación lejos de Dean.
    Sam estaba distrayendo a Chuck, en la biblioteca, pero cuando Claire llega hasta la sala de mandos, Dean estaba subiendo por las escaleras, y saliendo por la puerta, sin mirar atrás, con la pistola encima, y sin despedirse.

    >> — ¿Puedes ir un poco más deprisa?

    El pie derecho de Claire se hundía hacia delante, presionando un acelerador que no existía. No tenía intención de dejar que aquello pasara, no iba a perder a Jack, y por supuesto no iba a perder a Dean.

    — Voy todo lo deprisa que puedo, ya estamos llegando.

    — Joder Sam. JODER.

    La pareja sale del coche y corre a toda prisa, por la suave pradera del cementerio, gritando el nombre de Dean. Aquello era una puñetera ejecución, Jack estaba arrodillado delante del Winchester esperando su suerte, sin oponer resistencia, sin desatar el terrible apocalipsis prometido… Pero Dean estaba demasiado ciego para verlo, debían llegar antes.

    — ¡DEAN. DEAN PARA! ¡NO LO HAGAS!

    Sam se había parado, casi en seco, porque Dean se lo había pedido, pero ella no tenía intención alguna de hacerle caso, no iba a escucharlo cuando él tampoco la escuchaba a ella. Y lo hubiera conseguido si al pasar por su lado, Sam no la hubiera rodeado con el brazo, frenándola y pegándola contra él.

    — Dean…

    Claire ya no gritaba, la tensión del momento había dejado al mundo entero en silencio, Sam seguía sujetándola, al menos hasta que… hasta que Dean baja el arma, y todos (menos Chuck) parecen volver a respirar de nuevo. En ese momento Sam la libera, y Claire toma posición tras Dean, a su derecha, colocando una mano sobre el hombro masculino y casi hinchándose de orgullo al ver como Dean plantaba cara al puñetero Dios. Y de un segundo para el siguiente… se desata el caos.

    Jack estaba muriendo.
    Dean salta por los aires, aterrizando contra una lápida.
    Sam se adelanta a la idea de Claire y es él quien dispara a Chuck, hiriéndose él mismo en el proceso.
    Claire se agacha sobre Sam, comprobando su estado… y de repente…

    — 𝗕𝗶𝗲𝗻𝘃𝗲𝗻𝗶𝗱𝗼𝘀 𝗮𝗹 𝗳𝗶𝗻.

    Aquellas palabras se quedan vibrando en el ambiente. Ahora eran cuatro y un cadáver, y era noche cerrada.
    Claire ayuda a Sam a levantarse, y cuando Dean se acerca, coge la mano de este, permitiéndose aquel sencillo gesto entre ambos para confirmar que estaban bien. Algo sencillo y escueto ya que los ojos de todos los allí presentes no podían separarse de Jack y de los horribles agujeros quemados que exhibía donde antes había lucido unos precioso ojos azules.

    Claire había visto demasiadas cosas en su vida, al igual que los Winchester y sin embargo su mano libre había acudido a cubrir su boca, horrorizada ante la imagen del cuerpo de Jack, aquel muchacho que a pesar de no tener alma, había aceptado la muerte a manos de Dean, consciente de sus actos y las consecuencias que ellos acarreaban. Aún sin alma era mucho mejor, mucho más humano que demasiadas personas. No se merecía aquel final.

    — Deberíamos llevarlo a ca— La tenue voz de la rubia se apaga de golpe cuando de pronto toda la tierra comienza a temblar mientras una brecha de fuego abre el suelo en dos, dejando salir de ella almas condenadas. Ven volar unas cuantas, pero lo más preocupante, por mucho que costara creerlo no era eso, si no que las tumbas a su alrededor estaba comenzando, literalmente a explotar y de ella salían cadáveres, decenas y decenas de ellos, rodeándoles.

    Solo entonces Dean suelta su mano, para armarse a él mismo, a su hermano y a Claire con tres picas de hierro.

    Pronto la lucha se vuelve encarnizada, los zombies atacaban en masa, y ellos se esforzaban en tratar de alejarlos.
    Cada uno luchaba solo contra cuatro, cinco o más cuerpos. Claire los apartaba con asco, a base de patadas, empentones y en cuanto tenía un hueco, por pequeño que fuera, les hundía su pica con rabia. Tenía un objetivo, aparte de no morir bajo aquel asedio descompuesto, y era llegar hasta Dean para evitar que él sucumbiera también. Habían llegado hasta allí, y no iba a permitir que el jodido capricho de un mini Dios con complejo de micro pene, acabara con todo su plan.

    Mientras más y más almas seguían sobrevolando el cielo, escapando de la brecha.
    El poder de Castiel acabando con los zombies iluminaba la noche, y los gruñidos y los chasquidos de los huesos y los dientes desnudos de aquellos bichos le revolvían el estómago a Claire.
    La llamada del ángel mientras se echaba al hombro a Jack, se hace escuchar por encima de todo aquel caos, y esta vez es Dean quien quitándole un zombie de encima coge su mano y tira de ella sacándola del circulo que habían creado a su alrededor para poder correr tras Sam, Jack y Cas. “𝑆𝑢 𝑝𝑎𝑑𝑟𝑒” había liberado parcialmente el camino, y ahora empalaban muertos mientras corrían hacia lo que claramente era un mausoleo.
    Los cinco (incluyendo a Jack) se precipitan dentro, Sam y Dean cierran la puerta, atrancándola.

    — Perfecto, dos minutos de calma en un puta ratonera. Que alguien haga una marca, acabamos de romper una ley mística del universo.

    Ahí estaba el mal humor de Claire camuflado con un comentario ácido y parcialmente pasota mientras veía a Castiel depositar en el suelo a Jack con el mayor de los cuidados. Tenía las manos cerradas en dos puños, el derecho rodeando aun la pica de hierro, con tanta fuerza que tenía blancos los nudillos.
    Sam pensaba que aquella puerta iba a aguantar, pero Claire, viendo los empujones que daban desde fuera, y la forma en la que, las hojas temblaban contra los goznes, tenía serias dudas, de modo que mientras los hermanos inspeccionaban el lugar, y Castiel se ocupaba de Jack o lo que quedaba de él, ella sube los tres pequeños escalones que hay entre la puerta y ellos, y se coloca allí, como una pobre pero fiera primera línea de defensa si aquellas abominaciones conseguían entrar.


    𝐹𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑐𝑟𝑒𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑟 Hope Mikaelson
    ㅤㅤㅤㅤ𝒮𝓉𝒶𝓇𝓉ℯ𝓇 𝓅𝒶𝓇𝒶: [JerkHuntxr] Tres años. Habían pasado tres años desde que Claire había vuelto al pasado. Tres años desde que había irrumpido en la vida de los Winchester, tres años desde que casi le provoca un infarto a su madre adoptiva al presentarse en su casa. Habían pasado tres años, y habían pasado demasiadas cosas en aquellos tres años. El bunker se había convertido en su hogar. Los hermanos, Castiel y Jack se habían convertido en su familia. Llevaba…. ¿podia ser cierto? Una idea frena los pensamientos de Claire, una idea que hace que todo lo demás se paralice, la mirada azul de la cazadora salta de la extraña e improvisada reunión que se estaba llevando a cabo en el bunker en aquellos momentos, a la pared del mismo, de donde colgaba un calendario realmente cutre, pero que le recordaba y le confirmaba lo que ella buscaba, en pocas horas haría tres años desde que su relación con Dean había comenzado. Tres años en los que había llevado a cabo su plan de mantenerlo a salvo. Con más tropiezos y vueltas de las que le gustaría, pero al fin y al cabo el mayor de los hermanos estaba allí, a su lado, respirando. Tenía, en todo aquello, que agradecerle a Sam su incondicional ayuda, ya que era el único que sabía la verdadera razón de su viaje, su misión, y le había prometido ayudarle a cumplirla. Por el momento, el más alto había cumplido su promesa, incluso cuando parecía imposible, y casi pierden a Dean por su idea de enterrarse vivo en el fondo de Pacifico. Si en algún momento había estado tentada de revelarle su secreto, sin duda había sido ese. Pero se había mantenido firme y habían superado aquella bala también, y seguía manteniendo una relación con un hombre al que le ocultaba un gran secreto. Pero todo aquello, en esos momentos no tenía demasiado importancia, tan solo Claire había disociado ligeramente de la situación que estaban viviendo porque… ¿Cómo no hacerlo? Tenían al puñetero Dios sentado frente a ellos, jugueteando con la radio del bunker (sin tocarla, claro) diciendo que Jack era altamente apocalíptico, y que debia de intervenir. Es justamente en ese punto de la conversación en el que Claire vuelve a conectar al cien por cien con la realidad. Justo cuando Chuck señala el “𝑒𝑐𝑢𝑎𝑙𝑖𝑧𝑎𝑑𝑜𝑟” el único arma, recién salida del horno de la creación capaz de matar a Jack. Pero… ¿a qué precio? Los ojos de Claire saltaban, como los de Sam y el mismísimo Dios, de Castiel a Dean, y de vuelta al ángel, mientras son testigos de su discusión. En el fondo la rubia estaba de acuerdo con Castiel. ¿Iban a matar a Jack? Había matado a Mary, eso era cierto, y sabía que el dolor y la traición que Dean sentía hablaban por él, pero… ¿no habían hecho ellos, todos los que estaban reunidos allí, cosas terribles a seres queridos en los momentos más bajos? ¿Debían abandonar a Jack de aquella manera? No, por mucho que le molestara (y sin contar con el hecho de que si Dean mataba a Jack, morirían ambos) aquella vez estaba del lado de Castiel, y una vez disuelta aquella reunión, va en busca del más mayor para hacerle cambiar de opinion. O al menos esa es su intención ya que al llegar a la puerta de la habitación de Dean esta estaba abierta y de ella salían las voces de los dos hermanos. Debería haberse ido, debería haber seguido su camino, pero se para justo unos centímetros antes de poder ser vista por Sam quien estaba sentado a los pies de la cama, de cara a la puerta. La cazadora se mantiene en silencio, mientras escucha. La salida del más alto la toma por sorpresa por lo repentina, pero de un salto se dispone a seguirlo varios metros hasta que considera que sus voces ya no se podrían escuchar y le frena posando una mano en su brazo. — Tienes que pararlo, tienes que quitarle la idea de la cabeza, Sam. — Lo dices como si fuera algo sencillo hacer eso, Claire. Conoces a Dean… — No se merecen esto, ninguno de los dos, y lo sabes, Jack no es culpable de sus actos, no en este estado, no cuando se sacrificó por nosotros, por Dean y me prometiste que le salvarías a toda costa… — ¡Nada! No hay nada que quiera hacer más que salvar a mi hermano, pero no sé cómo hacerlo. — La clave está en esa pistola… en el ecualizador. No tenía claro que Chuck, que Dios, le permitiera vivir allí, o que le permitiera vivir directamente, no sabía si ella estaba siguiendo el plan del altísimo, o si se había salido de la hoja de ruta y la eliminaría con un chasquido de dedos, al igual que había acabado con el tema de no poder mentir, así de sencillo. Quizás debería haber muerto en aquel mundo, y su escapada había torcido sus planes, hecho que, no tenía duda arreglaría muy pronto. Así que le daba lo mismo si se arriesgaba a hacer aquello, las personas más peligrosas eran aquellas que no tenían nada que perder. Robaría esa pistola y huiría con ella, sabía que la encontrarían, sabía que Chuck sabría dónde está en todo momento, pero esperaba poder tener una mínima posibilidad de poner aquella creación lejos de Dean. Sam estaba distrayendo a Chuck, en la biblioteca, pero cuando Claire llega hasta la sala de mandos, Dean estaba subiendo por las escaleras, y saliendo por la puerta, sin mirar atrás, con la pistola encima, y sin despedirse. >> — ¿Puedes ir un poco más deprisa? El pie derecho de Claire se hundía hacia delante, presionando un acelerador que no existía. No tenía intención de dejar que aquello pasara, no iba a perder a Jack, y por supuesto no iba a perder a Dean. — Voy todo lo deprisa que puedo, ya estamos llegando. — Joder Sam. JODER. La pareja sale del coche y corre a toda prisa, por la suave pradera del cementerio, gritando el nombre de Dean. Aquello era una puñetera ejecución, Jack estaba arrodillado delante del Winchester esperando su suerte, sin oponer resistencia, sin desatar el terrible apocalipsis prometido… Pero Dean estaba demasiado ciego para verlo, debían llegar antes. — ¡DEAN. DEAN PARA! ¡NO LO HAGAS! Sam se había parado, casi en seco, porque Dean se lo había pedido, pero ella no tenía intención alguna de hacerle caso, no iba a escucharlo cuando él tampoco la escuchaba a ella. Y lo hubiera conseguido si al pasar por su lado, Sam no la hubiera rodeado con el brazo, frenándola y pegándola contra él. — Dean… Claire ya no gritaba, la tensión del momento había dejado al mundo entero en silencio, Sam seguía sujetándola, al menos hasta que… hasta que Dean baja el arma, y todos (menos Chuck) parecen volver a respirar de nuevo. En ese momento Sam la libera, y Claire toma posición tras Dean, a su derecha, colocando una mano sobre el hombro masculino y casi hinchándose de orgullo al ver como Dean plantaba cara al puñetero Dios. Y de un segundo para el siguiente… se desata el caos. Jack estaba muriendo. Dean salta por los aires, aterrizando contra una lápida. Sam se adelanta a la idea de Claire y es él quien dispara a Chuck, hiriéndose él mismo en el proceso. Claire se agacha sobre Sam, comprobando su estado… y de repente… — 𝗕𝗶𝗲𝗻𝘃𝗲𝗻𝗶𝗱𝗼𝘀 𝗮𝗹 𝗳𝗶𝗻. Aquellas palabras se quedan vibrando en el ambiente. Ahora eran cuatro y un cadáver, y era noche cerrada. Claire ayuda a Sam a levantarse, y cuando Dean se acerca, coge la mano de este, permitiéndose aquel sencillo gesto entre ambos para confirmar que estaban bien. Algo sencillo y escueto ya que los ojos de todos los allí presentes no podían separarse de Jack y de los horribles agujeros quemados que exhibía donde antes había lucido unos precioso ojos azules. Claire había visto demasiadas cosas en su vida, al igual que los Winchester y sin embargo su mano libre había acudido a cubrir su boca, horrorizada ante la imagen del cuerpo de Jack, aquel muchacho que a pesar de no tener alma, había aceptado la muerte a manos de Dean, consciente de sus actos y las consecuencias que ellos acarreaban. Aún sin alma era mucho mejor, mucho más humano que demasiadas personas. No se merecía aquel final. — Deberíamos llevarlo a ca— La tenue voz de la rubia se apaga de golpe cuando de pronto toda la tierra comienza a temblar mientras una brecha de fuego abre el suelo en dos, dejando salir de ella almas condenadas. Ven volar unas cuantas, pero lo más preocupante, por mucho que costara creerlo no era eso, si no que las tumbas a su alrededor estaba comenzando, literalmente a explotar y de ella salían cadáveres, decenas y decenas de ellos, rodeándoles. Solo entonces Dean suelta su mano, para armarse a él mismo, a su hermano y a Claire con tres picas de hierro. Pronto la lucha se vuelve encarnizada, los zombies atacaban en masa, y ellos se esforzaban en tratar de alejarlos. Cada uno luchaba solo contra cuatro, cinco o más cuerpos. Claire los apartaba con asco, a base de patadas, empentones y en cuanto tenía un hueco, por pequeño que fuera, les hundía su pica con rabia. Tenía un objetivo, aparte de no morir bajo aquel asedio descompuesto, y era llegar hasta Dean para evitar que él sucumbiera también. Habían llegado hasta allí, y no iba a permitir que el jodido capricho de un mini Dios con complejo de micro pene, acabara con todo su plan. Mientras más y más almas seguían sobrevolando el cielo, escapando de la brecha. El poder de Castiel acabando con los zombies iluminaba la noche, y los gruñidos y los chasquidos de los huesos y los dientes desnudos de aquellos bichos le revolvían el estómago a Claire. La llamada del ángel mientras se echaba al hombro a Jack, se hace escuchar por encima de todo aquel caos, y esta vez es Dean quien quitándole un zombie de encima coge su mano y tira de ella sacándola del circulo que habían creado a su alrededor para poder correr tras Sam, Jack y Cas. “𝑆𝑢 𝑝𝑎𝑑𝑟𝑒” había liberado parcialmente el camino, y ahora empalaban muertos mientras corrían hacia lo que claramente era un mausoleo. Los cinco (incluyendo a Jack) se precipitan dentro, Sam y Dean cierran la puerta, atrancándola. — Perfecto, dos minutos de calma en un puta ratonera. Que alguien haga una marca, acabamos de romper una ley mística del universo. Ahí estaba el mal humor de Claire camuflado con un comentario ácido y parcialmente pasota mientras veía a Castiel depositar en el suelo a Jack con el mayor de los cuidados. Tenía las manos cerradas en dos puños, el derecho rodeando aun la pica de hierro, con tanta fuerza que tenía blancos los nudillos. Sam pensaba que aquella puerta iba a aguantar, pero Claire, viendo los empujones que daban desde fuera, y la forma en la que, las hojas temblaban contra los goznes, tenía serias dudas, de modo que mientras los hermanos inspeccionaban el lugar, y Castiel se ocupaba de Jack o lo que quedaba de él, ella sube los tres pequeños escalones que hay entre la puerta y ellos, y se coloca allí, como una pobre pero fiera primera línea de defensa si aquellas abominaciones conseguían entrar. 𝐹𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑐𝑟𝑒𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑟 [thetribrid]
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    Más personajes de honkai y cualquier otro gacha, Please
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