• Recibió la amonestación, uno de sus mejores amigos se casaría, no le costó creer, siempre fue el más centrado de los tres,

    — Qué mal hermano, la libertad es lo mejor que hay.- Musitó al leer la invitación; el tren en el que se transportaba había tardado en salir, las estaciones pasaban, una tras otra, el conductor del mismo avisaba cada cierto tiempo el nombre de la estación, volviendo el viaje tedioso.

    — ¿A dónde te viniste a vivir?, la chica debe de ser bastante especial para que renunciaras a la ciudad. "B", supongo que en ese pueblo habrá con quien pasar el rato en mi estancia.

    De nuevo llevó la invitación al bolsillo, "B" era de la vieja escuela, tanto como él, por eso la misma razón las invitaciones fueron físicas, no como ahora que la mayoría las mandan en forma digital.

    La señorita que ofrecía los bocadillos pasaría a su lugar, y como era de costumbre, cualquiera que tuviera buenos melones y excelentes posaderas, trataría de seducirla, tenía una faceta y un don para que todas cayeran en sus redes, simple... les decía lo que deseaban escuchar, la mujer no fue la excepción, labios pintados en el rostro de Damián, el encuentro casual de él y la trabajadora fue impecable, la sonrisa y el acomodarse la ropa interior bajo la falda lo decía todo, al seguir por el pasillo llevando el carrito y ofreciendo a los demás pasajeros.

    — Gracias, preciosa, fue un placer degustar la... cena. (?)

    Por su lado, se cerró el zíper, volcando la mirada por la ventana, aún faltaban estaciones para llegar a su destino.



    Recibió la amonestación, uno de sus mejores amigos se casaría, no le costó creer, siempre fue el más centrado de los tres, — Qué mal hermano, la libertad es lo mejor que hay.- Musitó al leer la invitación; el tren en el que se transportaba había tardado en salir, las estaciones pasaban, una tras otra, el conductor del mismo avisaba cada cierto tiempo el nombre de la estación, volviendo el viaje tedioso. — ¿A dónde te viniste a vivir?, la chica debe de ser bastante especial para que renunciaras a la ciudad. "B", supongo que en ese pueblo habrá con quien pasar el rato en mi estancia. De nuevo llevó la invitación al bolsillo, "B" era de la vieja escuela, tanto como él, por eso la misma razón las invitaciones fueron físicas, no como ahora que la mayoría las mandan en forma digital. La señorita que ofrecía los bocadillos pasaría a su lugar, y como era de costumbre, cualquiera que tuviera buenos melones y excelentes posaderas, trataría de seducirla, tenía una faceta y un don para que todas cayeran en sus redes, simple... les decía lo que deseaban escuchar, la mujer no fue la excepción, labios pintados en el rostro de Damián, el encuentro casual de él y la trabajadora fue impecable, la sonrisa y el acomodarse la ropa interior bajo la falda lo decía todo, al seguir por el pasillo llevando el carrito y ofreciendo a los demás pasajeros. — Gracias, preciosa, fue un placer degustar la... cena. (?) Por su lado, se cerró el zíper, volcando la mirada por la ventana, aún faltaban estaciones para llegar a su destino.
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  • "La Sombra del Ayer".
    #monorol

    Lucia observaba a Carmina desde la ventana de la tienda, viendo cómo la joven acomodaba cajas en los estantes con la paciencia de quien ha hecho ese trabajo toda su vida. Su nieta tenía el cabello rizado de su madre, la misma expresión soñadora en los ojos verdes. Cada vez que la veía, un miedo antiguo y persistente le oprimía el pecho. No podía evitarlo.

    Su hija había sido su más grande alegría y su más profundo dolor. Desde que era una niña, Lucia la había visto brillar con una energía vibrante, llena de sueños y anhelos que parecían inalcanzables. Había querido tanto para ella, había esperado que encontrara su camino en la vida sin tropezar con las sombras que acechaban en cada esquina. Pero el amor… el amor había sido su ruina. Se enamoró de un hombre que solo trajo destrucción y miseria, un mafioso que la arrastró a un mundo de drogas, peligro y desesperación. Lucia aún recordaba las noches en vela, las súplicas, los intentos desesperados de recuperar a su hija de ese abismo. Todo en vano.

    Cuando finalmente la perdió, quedó Carmina. Una niña inocente que no tenía la culpa de nada. Lucia y su esposo, Pietro, habían decidido desde el primer momento que no cometerían los mismos errores. Criarían a Carmina con disciplina, con cuidado, protegiéndola de todo lo que pudiera torcer su destino. La inscribieron en una escuela solo para mujeres, la rodearon de un ambiente seguro, sin distracciones, sin peligros. Querían que creciera fuerte, que tuviera oportunidades, que jamás cayera en la trampa de un amor equivocado.

    Pero a veces, cuando Carmina sonreía de cierta manera o cuando la encontraba perdida en pensamientos mientras miraba por la ventana, Lucia sentía un escalofrío recorrerle la espalda. Temía que en algún rincón de su corazón, la misma llama que había consumido a su hija estuviera ardiendo en su nieta. Temía que, a pesar de todos sus esfuerzos, la historia volviera a repetirse.

    Carmina era la mezcla perfecta entre su hija y aquel hombre. Heredó de él el cabello rojizo, como un eco de la pasión de un pasado lleno de sombras, y los mismos ojos verdes que alguna vez brillaron en la mirada de aquella joven llena de sueños. Cada vez que Lucia veía esos ojos, veía no solo el reflejo de su hija, sino también la sombra del hombre que tanto daño había causado, como si en cada uno de esos detalles se escondiera un recordatorio de lo que había perdido. No importaba cuánto amara a su nieta, siempre sentía esa mezcla de amor y temor profundo al verla.

    Pietro le decía que debía confiar en Carmina, que no todas las mujeres estaban destinadas a cometer los mismos errores. Que su nieta era fuerte, que tenía más de ella que de su madre. Pero Lucia no podía simplemente aceptar eso. El miedo de una madre, y ahora de una abuela, no se disipaba con palabras bonitas.

    Y, además, había algo que la inquietaba aún más: el día en que ella ya no estuviera para guiar a Carmina. El día en que no pudiera protegerla, ni acompañarla en las decisiones difíciles que la vida le depararía. Ese pensamiento la llenaba de angustia, como una sombra constante en su pecho. ¿Qué pasaría con Carmina cuando ella ya no pudiera estar allí para impedirle caer en los mismos errores de antes? ¿Quién la cuidaría cuando la fortaleza de la abuela ya no fuera suficiente?

    Por eso, a veces, sin darse cuenta, dejaba caer comentarios sobre su deseo de verla casada algún día, de encontrar un buen hombre que la protegiera, alguien que la hiciera feliz. Lo decía con una sonrisa, como si fuera un simple anhelo de abuela, pero en el fondo era su mayor temor disfrazado de esperanza. Porque si Carmina encontraba a la persona correcta, Lucia podría irse en paz. Pero si elegía mal… si la historia volvía a repetirse…

    Suspiró y se apartó de la ventana. Carmina era joven, inteligente, trabajadora. Pero el amor era traicionero. Y Lucia no estaba dispuesta a perderla también.
    "La Sombra del Ayer". #monorol Lucia observaba a Carmina desde la ventana de la tienda, viendo cómo la joven acomodaba cajas en los estantes con la paciencia de quien ha hecho ese trabajo toda su vida. Su nieta tenía el cabello rizado de su madre, la misma expresión soñadora en los ojos verdes. Cada vez que la veía, un miedo antiguo y persistente le oprimía el pecho. No podía evitarlo. Su hija había sido su más grande alegría y su más profundo dolor. Desde que era una niña, Lucia la había visto brillar con una energía vibrante, llena de sueños y anhelos que parecían inalcanzables. Había querido tanto para ella, había esperado que encontrara su camino en la vida sin tropezar con las sombras que acechaban en cada esquina. Pero el amor… el amor había sido su ruina. Se enamoró de un hombre que solo trajo destrucción y miseria, un mafioso que la arrastró a un mundo de drogas, peligro y desesperación. Lucia aún recordaba las noches en vela, las súplicas, los intentos desesperados de recuperar a su hija de ese abismo. Todo en vano. Cuando finalmente la perdió, quedó Carmina. Una niña inocente que no tenía la culpa de nada. Lucia y su esposo, Pietro, habían decidido desde el primer momento que no cometerían los mismos errores. Criarían a Carmina con disciplina, con cuidado, protegiéndola de todo lo que pudiera torcer su destino. La inscribieron en una escuela solo para mujeres, la rodearon de un ambiente seguro, sin distracciones, sin peligros. Querían que creciera fuerte, que tuviera oportunidades, que jamás cayera en la trampa de un amor equivocado. Pero a veces, cuando Carmina sonreía de cierta manera o cuando la encontraba perdida en pensamientos mientras miraba por la ventana, Lucia sentía un escalofrío recorrerle la espalda. Temía que en algún rincón de su corazón, la misma llama que había consumido a su hija estuviera ardiendo en su nieta. Temía que, a pesar de todos sus esfuerzos, la historia volviera a repetirse. Carmina era la mezcla perfecta entre su hija y aquel hombre. Heredó de él el cabello rojizo, como un eco de la pasión de un pasado lleno de sombras, y los mismos ojos verdes que alguna vez brillaron en la mirada de aquella joven llena de sueños. Cada vez que Lucia veía esos ojos, veía no solo el reflejo de su hija, sino también la sombra del hombre que tanto daño había causado, como si en cada uno de esos detalles se escondiera un recordatorio de lo que había perdido. No importaba cuánto amara a su nieta, siempre sentía esa mezcla de amor y temor profundo al verla. Pietro le decía que debía confiar en Carmina, que no todas las mujeres estaban destinadas a cometer los mismos errores. Que su nieta era fuerte, que tenía más de ella que de su madre. Pero Lucia no podía simplemente aceptar eso. El miedo de una madre, y ahora de una abuela, no se disipaba con palabras bonitas. Y, además, había algo que la inquietaba aún más: el día en que ella ya no estuviera para guiar a Carmina. El día en que no pudiera protegerla, ni acompañarla en las decisiones difíciles que la vida le depararía. Ese pensamiento la llenaba de angustia, como una sombra constante en su pecho. ¿Qué pasaría con Carmina cuando ella ya no pudiera estar allí para impedirle caer en los mismos errores de antes? ¿Quién la cuidaría cuando la fortaleza de la abuela ya no fuera suficiente? Por eso, a veces, sin darse cuenta, dejaba caer comentarios sobre su deseo de verla casada algún día, de encontrar un buen hombre que la protegiera, alguien que la hiciera feliz. Lo decía con una sonrisa, como si fuera un simple anhelo de abuela, pero en el fondo era su mayor temor disfrazado de esperanza. Porque si Carmina encontraba a la persona correcta, Lucia podría irse en paz. Pero si elegía mal… si la historia volvía a repetirse… Suspiró y se apartó de la ventana. Carmina era joven, inteligente, trabajadora. Pero el amor era traicionero. Y Lucia no estaba dispuesta a perderla también.
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  • #Byul
    #School


    — ¡Buenos días a todos! Que tengan un hermoso día.

    - Se levantó de buen humor para ir a la escuela y aunque siempre había sido positivo, ésta vez estaba más animado sin saber porqué, pero sentía que nada podría arruinar su ánimo en ese día, ni las matemáticas ni nada, esperaba. Así que recibió sus clases con tranquilidad y concentración. -
    #Byul #School — ¡Buenos días a todos! Que tengan un hermoso día. - Se levantó de buen humor para ir a la escuela y aunque siempre había sido positivo, ésta vez estaba más animado sin saber porqué, pero sentía que nada podría arruinar su ánimo en ese día, ni las matemáticas ni nada, esperaba. Así que recibió sus clases con tranquilidad y concentración. -
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  • —¿Te falta mucho?— Cuestionó el albino como si no fuera la millonésima vez que preguntaba al usuario de las diez sombras sobre la redacción de los reportes de su más reciente misión. ¿Pero que más podía hacer? Ese maldito papeleo robaba la atención que le pertenece y, evidentemente, eso era algo que no lo tenía para nada contento. Como si fuera poco, estaba hambriento.

    —¿Y qué tal ahora?— El hechicero de grado especial recargó con suavidad su barbilla sobre aquel puntiagudo cabello negro a la vez que rodeaba con delicadeza la cintura de Fushiguro. —Ese reporte está prácticamente terminado, yo digo que ya lo dejes así. Esos vejestorios no van a revisar la coherencia, cohesión, ni ortografía, mucho menos te van a dar una pegatina de estrellita por el mejor reporte de la escuela.—

    Sabía que el joven hechicero le reprocharía por su irresponsabilidad con una entrega tan importante como esa, pero no era su culpa, era tarde y ninguno ha comido nada desde que llegaron de dicha misión. Si bien hay que ser entregados con una labor como aquella, tampoco era la mejor decisión que dos hechiceros estén sin alimentarse pertinentemente luego de una actividad tan demandante en la cual hacían demasiada actividad física.

    El usuario de los seis ojos bufó antes de añadir. —Te propongo algo. Vamos a comer primero. Ya que terminemos, prometo que te ayudo a redactar para que terminemos pronto. ¿Si? Vamos Megumiiiii.—
    —¿Te falta mucho?— Cuestionó el albino como si no fuera la millonésima vez que preguntaba al usuario de las diez sombras sobre la redacción de los reportes de su más reciente misión. ¿Pero que más podía hacer? Ese maldito papeleo robaba la atención que le pertenece y, evidentemente, eso era algo que no lo tenía para nada contento. Como si fuera poco, estaba hambriento. —¿Y qué tal ahora?— El hechicero de grado especial recargó con suavidad su barbilla sobre aquel puntiagudo cabello negro a la vez que rodeaba con delicadeza la cintura de Fushiguro. —Ese reporte está prácticamente terminado, yo digo que ya lo dejes así. Esos vejestorios no van a revisar la coherencia, cohesión, ni ortografía, mucho menos te van a dar una pegatina de estrellita por el mejor reporte de la escuela.— Sabía que el joven hechicero le reprocharía por su irresponsabilidad con una entrega tan importante como esa, pero no era su culpa, era tarde y ninguno ha comido nada desde que llegaron de dicha misión. Si bien hay que ser entregados con una labor como aquella, tampoco era la mejor decisión que dos hechiceros estén sin alimentarse pertinentemente luego de una actividad tan demandante en la cual hacían demasiada actividad física. El usuario de los seis ojos bufó antes de añadir. —Te propongo algo. Vamos a comer primero. Ya que terminemos, prometo que te ayudo a redactar para que terminemos pronto. ¿Si? Vamos Megumiiiii.—
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  • ╭┈ ✶
    ; Cʜᴀᴏᴛɪᴄ ᴛᴇᴀᴍ.
    │ ┆ ; ❝Lɪғᴇ ɪs ᴄʜᴀᴏs, ᴀɴᴅ ᴡᴇ ᴀʀᴇ ᴊᴜsᴛ ᴛʜᴇ ᴅᴀɴᴄᴇʀs.❞
    │    ┆ ; #JJK
    ╰─────────────────
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    ┊  ┊  ┊  ★

    ┊  ┊  ☆

    ┊  ★





    Fushiguro siempre había sido tranquilo, meticuloso y distante, pero de alguna manera se encontró constantemente envuelto o siendo arrastrado a situaciones que amenazaban o lograban terminar con la calma. Especialmente después de que Itadori y Nobara se unieron al equipo.

    Un día cualquiera, mientras el grupo se dirigía hacía el lugar en el que debían llevar a cabo una misión, Megumi no pudo evitar reflexionar sobre cómo había cambiado todo desde que esos dos llegaron a su vida. Yuji estaba sentado a su izquierda, desbordando energía como siempre, hablando sin parar de esa extraña película que capturaba toda su atención, al mismo tiempo que insistía en que deberían ir juntos durante su próximo descanso a verla al cine antes de que fuese sacada de la cartelera.
    Mientras tanto, Nobara, que se encontraba sentada a la derecha del usuario de las diez sombras, discutía enérgicamente con Itadori, señalando y afirmando que aquello sería una pérdida de tiempo. Su idea de un día de compras era mucho mejor, de ese modo utilizarían el día libre en algo más productivo y ella tendría a alguien que pudiese ayudarle a cargar sus bolsas.

    No era nada realmente fuera de lo común, ese tipo de peleas surgía incluso cuando se trataba de elegir el lugar en el que comerían o el tipo de comida. Para Fushiguro solo era un desacuerdo bastante trivial sobre cómo maximizar y aprovechar el tiempo libre con el que contaban y claro, como era de esperarse, sus compañeros de equipo expresaban su descontento ante la idea del otro con la misma intensidad con la que discutían sobre cualquier otra cosa.

    Megumi, sin querer o poder evitarlo, estaba atrapado en medio de aquella batalla, observando su celular en completo silencio con una expresión seria, sin tener la más mínima intención de involucrarse, pero uno de los recurrentes comentarios ridículos de Yuji, más el hecho de que literalmente le estaban aplastando, le hizo reaccionar. No iba a dejar pasar la oportunidad para decir un par de cosas.

    —Nunca pensé que mi vida se transformaría de este modo. Antes, las misiones eran simples, la dinámica y el objetivo claros. Yo hacía mi trabajo y todo terminaba rápido y sin incidentes inesperados que reportar o añadir a los informes. — Fushiguro frunció ligeramente el ceño y se recargó contra el respaldo del asiento. — Ahora, todo se ha vuelto un caos. — Hizo una pequeña pausa mientras daba una rápida mirada a sus compañeros antes de continuar.
    —Desde que llegaron, todo se ha convertido en un desfile de desastres y lo peor de todo, es que, aunque lo intento no puedo evitar que ustedes a veces me hagan sonreír con sus estupideces… Desafortunadamente, cada vez que lo hago, siento que pierdo un poco de mi dignidad. — El joven hechicero dejó escapar un suspiro de resignación mientras volvía a centrar su mirada en la pantalla de su dispositivo móvil.

    En ocasiones pensaba que las cosas antes de que Yuji y Nobara llegasen, eran mucho más sencillas.
    Quizás solo le faltaba algo de tiempo para acostumbrarse a este extraño, ruidoso y completamente impredecible equipo. Sin embargo, lo que sí tenía claro, era que, aunque sus días se volvían cada vez más complejos, no podía imaginarse la vida dentro de la escuela de hechicería sin ellos.

    —Supongo que no todo es tan malo. — murmuró para sí mismo sabiendo que no importaba lo que dijese, seguiría atrapado en ese torbellino de caos, incertidumbre y risas ocasionales.





                                                                                                              つづく
    ╭┈ ✶ │⛩️ ; Cʜᴀᴏᴛɪᴄ ᴛᴇᴀᴍ. │ ┆⛩️ ; ❝Lɪғᴇ ɪs ᴄʜᴀᴏs, ᴀɴᴅ ᴡᴇ ᴀʀᴇ ᴊᴜsᴛ ᴛʜᴇ ᴅᴀɴᴄᴇʀs.❞ │    ┆⛩️ ; #JJK ╰───────────────── ┊  ┊  ┊  ┊ ┊  ┊  ┊  ★ ┊  ┊  ☆ ┊  ★ ☆ Fushiguro siempre había sido tranquilo, meticuloso y distante, pero de alguna manera se encontró constantemente envuelto o siendo arrastrado a situaciones que amenazaban o lograban terminar con la calma. Especialmente después de que Itadori y Nobara se unieron al equipo. Un día cualquiera, mientras el grupo se dirigía hacía el lugar en el que debían llevar a cabo una misión, Megumi no pudo evitar reflexionar sobre cómo había cambiado todo desde que esos dos llegaron a su vida. Yuji estaba sentado a su izquierda, desbordando energía como siempre, hablando sin parar de esa extraña película que capturaba toda su atención, al mismo tiempo que insistía en que deberían ir juntos durante su próximo descanso a verla al cine antes de que fuese sacada de la cartelera. Mientras tanto, Nobara, que se encontraba sentada a la derecha del usuario de las diez sombras, discutía enérgicamente con Itadori, señalando y afirmando que aquello sería una pérdida de tiempo. Su idea de un día de compras era mucho mejor, de ese modo utilizarían el día libre en algo más productivo y ella tendría a alguien que pudiese ayudarle a cargar sus bolsas. No era nada realmente fuera de lo común, ese tipo de peleas surgía incluso cuando se trataba de elegir el lugar en el que comerían o el tipo de comida. Para Fushiguro solo era un desacuerdo bastante trivial sobre cómo maximizar y aprovechar el tiempo libre con el que contaban y claro, como era de esperarse, sus compañeros de equipo expresaban su descontento ante la idea del otro con la misma intensidad con la que discutían sobre cualquier otra cosa. Megumi, sin querer o poder evitarlo, estaba atrapado en medio de aquella batalla, observando su celular en completo silencio con una expresión seria, sin tener la más mínima intención de involucrarse, pero uno de los recurrentes comentarios ridículos de Yuji, más el hecho de que literalmente le estaban aplastando, le hizo reaccionar. No iba a dejar pasar la oportunidad para decir un par de cosas. —Nunca pensé que mi vida se transformaría de este modo. Antes, las misiones eran simples, la dinámica y el objetivo claros. Yo hacía mi trabajo y todo terminaba rápido y sin incidentes inesperados que reportar o añadir a los informes. — Fushiguro frunció ligeramente el ceño y se recargó contra el respaldo del asiento. — Ahora, todo se ha vuelto un caos. — Hizo una pequeña pausa mientras daba una rápida mirada a sus compañeros antes de continuar. —Desde que llegaron, todo se ha convertido en un desfile de desastres y lo peor de todo, es que, aunque lo intento no puedo evitar que ustedes a veces me hagan sonreír con sus estupideces… Desafortunadamente, cada vez que lo hago, siento que pierdo un poco de mi dignidad. — El joven hechicero dejó escapar un suspiro de resignación mientras volvía a centrar su mirada en la pantalla de su dispositivo móvil. En ocasiones pensaba que las cosas antes de que Yuji y Nobara llegasen, eran mucho más sencillas. Quizás solo le faltaba algo de tiempo para acostumbrarse a este extraño, ruidoso y completamente impredecible equipo. Sin embargo, lo que sí tenía claro, era que, aunque sus días se volvían cada vez más complejos, no podía imaginarse la vida dentro de la escuela de hechicería sin ellos. —Supongo que no todo es tan malo. — murmuró para sí mismo sabiendo que no importaba lo que dijese, seguiría atrapado en ese torbellino de caos, incertidumbre y risas ocasionales.                                                                                                           つづく
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  • #Byul
    #Family
    - Sleepless part 01 -



    Había regresado de sus clases normalmente, su día había sido tranquilo, concurrente, lleno de actividades que surgieron sin problemas hasta pocas horas antes de terminar su rutina escolar.

    Aunque el único problema fue encontrar cartas de felicitaciones por su cumpleaños impregnadas de feromonas de omegas en su escritorio, no entendía porqué hacían eso, pero supuso que era algo normal, así que las guardó sin pensar mucho en eso. Pero inesperadamente se enfermó después y se desmayó por fiebre y calor. Fue llevado a la enfermería y llamaron a sus padres lo cual creía demasiado dramático, sólo había tenido un poco de calor, pero sus papás sospechaban de algo, así que tuvieron que llevarlo al hospital de confianza.

    Luego de unos exámenes, les dijeron a sus padres que ya era tiempo de volverse a diferenciar. Lo cual hizo y nuevamente se diferenció como Alfa, sólo que ahora en un Alfa dominante. Byul sólo quería ir a casa a dormir, estaba un poco cansado, pero cuando llegaron le hicieron sentarse en el sofá a escuchar las discusiones de sus padres sobre lo que sería de él ahora y que tendría que hacer. Byul se cruzó de brazos y sólo escuchó.

    — Bien, ahora que nuestro pequeño Byul cumplió sus 18 años, es tiempo de que sus medicamentos cambien, según el doctor. Aunque éstos serán un poco fuertes, más que los otros porque.. es posible que tengas tu primer..

    Byul se avergonzó sabiendo lo que sugería e interrumpió a su mamá, había escuchado algo sobre eso en la escuela, pero nunca le había prestado atención por haber estado jugando con sus amigos con pequeñas notas de papel para pasar el rato. No queriendo escuchar el resto y levantándose del sofá decidió reunir fuerzas para hablar en un débil intento de que detuvieran el tema.

    — ¡Me tomaré los medicamentos! ¿Ya puedo irme?

    De repente fue nuevamente sentado por su papá quién tenía una sonrisa tenebrosa en su rostro, Byul se quedó sentado y quieto, aunque su rostro estaba un poco rojizo.

    — No, ahora tendremos la charla, "esa charla" sobre ti.

    Byul se estremeció y negó desconfiado, miró a su mamá en busca de ayuda, pero él sólo sonreía apoyando a su esposo, incluso aplaudía por la nueva función que estaba a punto de suceder, parecía que habían estado esperando ese momento hace mucho tiempo o que lo habían ensayado varias veces. Una función la cual se trataría en traumarlo de por vida, claro eran sus pensamientos un poco exagerados, pero en ese momento mientras escuchaba a su papá, era todo en lo que podía pensar.

    ─────────────

    Después de ese momento incómodo con sus padres, llegó a su habitación, tiró su mochila en su cama y se dejó caer de cara contra ésta también. Ni siquiera quería verse él mismo al espejo para saber que su cara era similar a un tomate, incluso las puntas de sus orejas estaban rojizas y ardían. Suspiró profundamente y deseó poder fundirse en el suave colchón hasta olvidar todo.

    Seguramente esa noche tendría insomnio, seguramente todas las noches tendría insomnio a partir de ahora.

    #Byul #Family - Sleepless part 01 - Había regresado de sus clases normalmente, su día había sido tranquilo, concurrente, lleno de actividades que surgieron sin problemas hasta pocas horas antes de terminar su rutina escolar. Aunque el único problema fue encontrar cartas de felicitaciones por su cumpleaños impregnadas de feromonas de omegas en su escritorio, no entendía porqué hacían eso, pero supuso que era algo normal, así que las guardó sin pensar mucho en eso. Pero inesperadamente se enfermó después y se desmayó por fiebre y calor. Fue llevado a la enfermería y llamaron a sus padres lo cual creía demasiado dramático, sólo había tenido un poco de calor, pero sus papás sospechaban de algo, así que tuvieron que llevarlo al hospital de confianza. Luego de unos exámenes, les dijeron a sus padres que ya era tiempo de volverse a diferenciar. Lo cual hizo y nuevamente se diferenció como Alfa, sólo que ahora en un Alfa dominante. Byul sólo quería ir a casa a dormir, estaba un poco cansado, pero cuando llegaron le hicieron sentarse en el sofá a escuchar las discusiones de sus padres sobre lo que sería de él ahora y que tendría que hacer. Byul se cruzó de brazos y sólo escuchó. — Bien, ahora que nuestro pequeño Byul cumplió sus 18 años, es tiempo de que sus medicamentos cambien, según el doctor. Aunque éstos serán un poco fuertes, más que los otros porque.. es posible que tengas tu primer.. Byul se avergonzó sabiendo lo que sugería e interrumpió a su mamá, había escuchado algo sobre eso en la escuela, pero nunca le había prestado atención por haber estado jugando con sus amigos con pequeñas notas de papel para pasar el rato. No queriendo escuchar el resto y levantándose del sofá decidió reunir fuerzas para hablar en un débil intento de que detuvieran el tema. — ¡Me tomaré los medicamentos! ¿Ya puedo irme? De repente fue nuevamente sentado por su papá quién tenía una sonrisa tenebrosa en su rostro, Byul se quedó sentado y quieto, aunque su rostro estaba un poco rojizo. — No, ahora tendremos la charla, "esa charla" sobre ti. Byul se estremeció y negó desconfiado, miró a su mamá en busca de ayuda, pero él sólo sonreía apoyando a su esposo, incluso aplaudía por la nueva función que estaba a punto de suceder, parecía que habían estado esperando ese momento hace mucho tiempo o que lo habían ensayado varias veces. Una función la cual se trataría en traumarlo de por vida, claro eran sus pensamientos un poco exagerados, pero en ese momento mientras escuchaba a su papá, era todo en lo que podía pensar. ───────────── Después de ese momento incómodo con sus padres, llegó a su habitación, tiró su mochila en su cama y se dejó caer de cara contra ésta también. Ni siquiera quería verse él mismo al espejo para saber que su cara era similar a un tomate, incluso las puntas de sus orejas estaban rojizas y ardían. Suspiró profundamente y deseó poder fundirse en el suave colchón hasta olvidar todo. Seguramente esa noche tendría insomnio, seguramente todas las noches tendría insomnio a partir de ahora.
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  • El extraordinario Ivory
    Categoría Comedia
    —Yo no soy gay. A mi no me gustan los hombres, tampoco me gustan las mujeres. A decir verdad no me gusta vincularme con la gente,lejos de lo laboral. Ivory es la excepción porque....es mitad conejo.-

    : Esta bien, de cualquier manera, mi pregunta fue sobre lo que hiciste estos 15 días.

    —Ah, bueno. Pues... armé un mueble.- le comenta al psicólogo, sentadito de piernas y brazos cruzados. — No había mucho espacio para las cosas se Ivory así que decidí comprar un mueble, para que pudiera estar cómodo. La empresa me ofreció enviar a alguien para ensamblarlo pero no queria a ningun extraño en mi depto así que lo armé yo mismo.-
    Eso le dió la satisfacción masculina de la semana, aunque lo armó como la mierda y sobraron 10 clavijas.
    —Siento que estoy mejorando, como persona.-
    El psico le sonrió cortesmente, y anotó duplicar las sesiones.

    Lejos de ahí, ni a Emerson ni a Lupe le es extraño ver al blanquito en la Comisaria, pululando al rededor de Miller, siendo excesivamente cariñoso en público.
    Algo en el oficial está diferente, ya no toma horas extra, sale a horarios, no está tan pálido, y ha reducido su consumo se cigarrillos, todo en un lapso de tiempo muy corto.

    Emerson está intrigado. Pero no es una pesona profunda como para detenerse a pensar. En su lugar, ve a Miller acomodar su chaqueta para salir de ahi. Aún tiene el radio colgado del pecho así que su compañero aprovecha la oportunidad para enviarle un mensaje.

    ~Feliz final escrito está, que mala situación~

    Miller se mira el pecho, y sostiene el audio, atónito ante ese cantito agudo.

    ~Su libertad, pasa a la historia~ domado está el Leooooooooooooon~

    Miller revolea los ojos y apaga el aparato. Hoy Emerson no ha recibido agresiones aunque las merezca, otra green flag de que a Miller algo le sucede.

    El susodicho se inquieta al no recibir una catarata de mensajes sobre la posible cena, inquietud que crece al llegar al depto y no encontrar al conejito.
    No ve la mochila, o señales de que regresó de la escuela. Así que se cambia se ropa para mayor comodidad y conduce hasta el lugar en el que algunas veces, ha dejado a Ivory.
    Nunca logra verlo entrar a alguna parte, simplemente desaparece entre las personas y a Miller ya le parece asombroso.
    Pero ahora, tambien está inquieto, asi que se mueve con cautela, estacionando la moto en un lugar accesible y caminando por los alrededores, en busca de señales conejiles.


    —Yo no soy gay. A mi no me gustan los hombres, tampoco me gustan las mujeres. A decir verdad no me gusta vincularme con la gente,lejos de lo laboral. Ivory es la excepción porque....es mitad conejo.- 🌀: Esta bien, de cualquier manera, mi pregunta fue sobre lo que hiciste estos 15 días. —Ah, bueno. Pues... armé un mueble.- le comenta al psicólogo, sentadito de piernas y brazos cruzados. — No había mucho espacio para las cosas se Ivory así que decidí comprar un mueble, para que pudiera estar cómodo. La empresa me ofreció enviar a alguien para ensamblarlo pero no queria a ningun extraño en mi depto así que lo armé yo mismo.- Eso le dió la satisfacción masculina de la semana, aunque lo armó como la mierda y sobraron 10 clavijas. —Siento que estoy mejorando, como persona.- El psico le sonrió cortesmente, y anotó duplicar las sesiones. Lejos de ahí, ni a Emerson ni a Lupe le es extraño ver al blanquito en la Comisaria, pululando al rededor de Miller, siendo excesivamente cariñoso en público. Algo en el oficial está diferente, ya no toma horas extra, sale a horarios, no está tan pálido, y ha reducido su consumo se cigarrillos, todo en un lapso de tiempo muy corto. Emerson está intrigado. Pero no es una pesona profunda como para detenerse a pensar. En su lugar, ve a Miller acomodar su chaqueta para salir de ahi. Aún tiene el radio colgado del pecho así que su compañero aprovecha la oportunidad para enviarle un mensaje. ~Feliz final escrito está, que mala situación🎶~ Miller se mira el pecho, y sostiene el audio, atónito ante ese cantito agudo. ~Su libertad, pasa a la historia~ domado está el Leooooooooooooon~🎶 Miller revolea los ojos y apaga el aparato. Hoy Emerson no ha recibido agresiones aunque las merezca, otra green flag de que a Miller algo le sucede. El susodicho se inquieta al no recibir una catarata de mensajes sobre la posible cena, inquietud que crece al llegar al depto y no encontrar al conejito. No ve la mochila, o señales de que regresó de la escuela. Así que se cambia se ropa para mayor comodidad y conduce hasta el lugar en el que algunas veces, ha dejado a Ivory. Nunca logra verlo entrar a alguna parte, simplemente desaparece entre las personas y a Miller ya le parece asombroso. Pero ahora, tambien está inquieto, asi que se mueve con cautela, estacionando la moto en un lugar accesible y caminando por los alrededores, en busca de señales conejiles.
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  • La Intrusa
    Fandom Original
    Categoría Drama
    con Leland Miller

    Viernes por la noche, ¡al fin! Ivory se siente casi eufórico. Con su viejo móvil (que de viejo no tiene nada) en la mano y acceso a una mensualidad absurdamente generosa, se siente hasta poderoso.

    Vistiendo una playera del oficial, el cabello húmedo, la piel perfumada, se deja caer sobre la cama, rebotando al aterrizar, con las dos manos ocupadas en el aparato. Planea una noche romántica. Sorpresa. Cena, películas, popcorn. Ya hizo las compras (pagó papá), y ahora se pasea entre aplicaciones escogiendo algo de comer mientras atiborra el teléfono de Miller con mensajes.

    : Qué largo día, ¿No?
    : La escuela fue un asco.
    : La profesora de literatura me odia.
    : Son tan aburridos...
    : Vi en las noticias que circula un nuevo fármaco, una droga sintética dijeron.
    : ¿Trabajas en eso?
    : ¿Me traes un poquito para probar?
    : Mentira. Es broma.
    : Soy un conejo bueno.
    : ¿Qué estás haciendo?
    : ¿Te falta mucho?
    : El conejo bueno te extraña...

    Y, para asegurar que el chantaje emocional sea efectivo, no se priva de adjuntar una selfie.
    con [lelandmiller1] Viernes por la noche, ¡al fin! Ivory se siente casi eufórico. Con su viejo móvil (que de viejo no tiene nada) en la mano y acceso a una mensualidad absurdamente generosa, se siente hasta poderoso. Vistiendo una playera del oficial, el cabello húmedo, la piel perfumada, se deja caer sobre la cama, rebotando al aterrizar, con las dos manos ocupadas en el aparato. Planea una noche romántica. Sorpresa. Cena, películas, popcorn. Ya hizo las compras (pagó papá), y ahora se pasea entre aplicaciones escogiendo algo de comer mientras atiborra el teléfono de Miller con mensajes. 📱: Qué largo día, ¿No? 📱: La escuela fue un asco. 📱: La profesora de literatura me odia. 📱: Son tan aburridos... 📱: Vi en las noticias que circula un nuevo fármaco, una droga sintética dijeron. 📱: ¿Trabajas en eso? 📱: ¿Me traes un poquito para probar? 📱: Mentira. Es broma. 📱: Soy un conejo bueno. 📱: ¿Qué estás haciendo? 📱: ¿Te falta mucho? 📱: El conejo bueno te extraña... Y, para asegurar que el chantaje emocional sea efectivo, no se priva de adjuntar una selfie.
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  • Las aficiones de Alhaitham eran limitadas y, por ello, pocos eran los puntos que tenía para disfrutar durante sus días de vacaciones propiamente. Había pensado más de una vez en investigar alguna ruina del desierto para curtir más sus conocimientos, pero, la sola idea de que la arena se le metiera en los zapatos lo hacía desistir de ello. También había pensado en leer e investigar un poco más sobre los últimos títulos de las tesis que había rechazado, probablemente iba a necesitar de argumentos para convencer a dos o tres estudiantes furiosos que, al día siguiente, estuvieran rondando fuera de su oficina con la intención de cazarlo y exigir una explicación con miles de argumentos para insistir en que sus proyectos serían de gran utilidad para la Academia. Sin duda un pasatiempo interesante, pero entonces, lo recordó: la biblioteca de Mondstadt.

    En una de sus muchas reuniones en la taberna Lambad, Cyno y Tignari lo habían mencionado un par de veces; durante su estadía en la Ciudad del Viento y la Libertad, para celebrar el Festival Windblume, habían conocido a algunos amigos de Collei, mismos que hiciera antes de llegar a Sumeru años atrás. Habían hablado un montón de cosas sobre ellos, sobre las diferentes actividades que tenía día con día, de sus responsabilidades y salones, de lo talentoso que era Albedo, el jefe alquimista, para dibujar los mejores artes del TGC de Invocación de los Sabios. Aun así, de todas las cosas en aquella conversación, lo único que tenía la atención de Alhaitham en todo momento era la Biblioteca.

    ¿Qué pasaría si decidiera tomarse unos cuántos días libres para investigar en una tierra lejana? Nada realmente, sus cosas seguirían en su hogar, encontraría paz al volver y, también, podía sentirse tranquilo de no tener que pelear un par de días con el arquitecto ni bien pusieran un pie en casa. Era un ensueño donde podía disfrutar de su pasatiempo sin ser molestado por nadie excepto, quizá, la bibliotecaria de aquel lugar si llegaba a quebrantar alguna de las reglas.

    Con cuidado, Alhaitham inspeccionó el lugar: Era silencioso, pequeño y acogedor, agradable tanto para la vista como para el olfato, y lo mejor de todo era que no estaba repleto de Eruditos ansiosos por debatir sus puntos de vista sobre algún párrafo, poco concreto, de algún libro de semiótica o de cualquier otra escuela. En su búsqueda, se dio a la labor de identificar a la responsable, su nombre lo recordaba a medias, igualmente no estaba del todo seguro si lo habían mencionado en las historias o alguno de los guardias de la entrada se lo había dicho. Solo sabía que tardaría en regresar de alguna diligencia. Valiéndose de ello, el Escriba examinó uno a uno los libros de los anaqueles. Conforme iba pasando, leía los torsos para encontrar el título adecuado, aquel que lograra captar su atención en un primer momento y, sin pensárselo, lo tomaba para echarlo en la pequeña pila que sostenía con su brazo izquierdo. Tres, cuatro, seis… Diez libros llevaba ya. En su mayoría eran títulos referentes a la historia de Teyvat, otros cuantos eran historias infantiles o que tenía en su casa, pero que quería volver a leer en otra versión.

    Fue entonces que tomó uno de ellos: La princesa jabalí. Un título que sonaba incluso entre las grandes mentes de Sumeru, un clásico de la literatura que no podía dejar pasar la oportunidad de leer. Ni bien juntó sus libros, se dirigió al escritorio de la bibliotecaria, sabía que había llegado porque el ruido era ligeramente más alto –a pesar del absurdo silencio-, pero no le dio importancia.

    — Me gustaría leer éstos. ¿Cuáles son los requisitos que tienen aquí para ello? —Preguntó, lo hizo después de dejar los libros sobre la mesa y buscar, sin girarse, algunos de sus documentos de identidad, y también moras, que llevaba guardados en la riñonera.— Oh, no pienso sacarlos de la biblioteca, si me es posible, preferiría leerlos aquí dentro y devolverlos en cuanto los termine.

    || Pa'que no digas que no cumplo mis promesas (??). Lisa Minci 𐀔
    Las aficiones de Alhaitham eran limitadas y, por ello, pocos eran los puntos que tenía para disfrutar durante sus días de vacaciones propiamente. Había pensado más de una vez en investigar alguna ruina del desierto para curtir más sus conocimientos, pero, la sola idea de que la arena se le metiera en los zapatos lo hacía desistir de ello. También había pensado en leer e investigar un poco más sobre los últimos títulos de las tesis que había rechazado, probablemente iba a necesitar de argumentos para convencer a dos o tres estudiantes furiosos que, al día siguiente, estuvieran rondando fuera de su oficina con la intención de cazarlo y exigir una explicación con miles de argumentos para insistir en que sus proyectos serían de gran utilidad para la Academia. Sin duda un pasatiempo interesante, pero entonces, lo recordó: la biblioteca de Mondstadt. En una de sus muchas reuniones en la taberna Lambad, Cyno y Tignari lo habían mencionado un par de veces; durante su estadía en la Ciudad del Viento y la Libertad, para celebrar el Festival Windblume, habían conocido a algunos amigos de Collei, mismos que hiciera antes de llegar a Sumeru años atrás. Habían hablado un montón de cosas sobre ellos, sobre las diferentes actividades que tenía día con día, de sus responsabilidades y salones, de lo talentoso que era Albedo, el jefe alquimista, para dibujar los mejores artes del TGC de Invocación de los Sabios. Aun así, de todas las cosas en aquella conversación, lo único que tenía la atención de Alhaitham en todo momento era la Biblioteca. ¿Qué pasaría si decidiera tomarse unos cuántos días libres para investigar en una tierra lejana? Nada realmente, sus cosas seguirían en su hogar, encontraría paz al volver y, también, podía sentirse tranquilo de no tener que pelear un par de días con el arquitecto ni bien pusieran un pie en casa. Era un ensueño donde podía disfrutar de su pasatiempo sin ser molestado por nadie excepto, quizá, la bibliotecaria de aquel lugar si llegaba a quebrantar alguna de las reglas. Con cuidado, Alhaitham inspeccionó el lugar: Era silencioso, pequeño y acogedor, agradable tanto para la vista como para el olfato, y lo mejor de todo era que no estaba repleto de Eruditos ansiosos por debatir sus puntos de vista sobre algún párrafo, poco concreto, de algún libro de semiótica o de cualquier otra escuela. En su búsqueda, se dio a la labor de identificar a la responsable, su nombre lo recordaba a medias, igualmente no estaba del todo seguro si lo habían mencionado en las historias o alguno de los guardias de la entrada se lo había dicho. Solo sabía que tardaría en regresar de alguna diligencia. Valiéndose de ello, el Escriba examinó uno a uno los libros de los anaqueles. Conforme iba pasando, leía los torsos para encontrar el título adecuado, aquel que lograra captar su atención en un primer momento y, sin pensárselo, lo tomaba para echarlo en la pequeña pila que sostenía con su brazo izquierdo. Tres, cuatro, seis… Diez libros llevaba ya. En su mayoría eran títulos referentes a la historia de Teyvat, otros cuantos eran historias infantiles o que tenía en su casa, pero que quería volver a leer en otra versión. Fue entonces que tomó uno de ellos: La princesa jabalí. Un título que sonaba incluso entre las grandes mentes de Sumeru, un clásico de la literatura que no podía dejar pasar la oportunidad de leer. Ni bien juntó sus libros, se dirigió al escritorio de la bibliotecaria, sabía que había llegado porque el ruido era ligeramente más alto –a pesar del absurdo silencio-, pero no le dio importancia. — Me gustaría leer éstos. ¿Cuáles son los requisitos que tienen aquí para ello? —Preguntó, lo hizo después de dejar los libros sobre la mesa y buscar, sin girarse, algunos de sus documentos de identidad, y también moras, que llevaba guardados en la riñonera.— Oh, no pienso sacarlos de la biblioteca, si me es posible, preferiría leerlos aquí dentro y devolverlos en cuanto los termine. || Pa'que no digas que no cumplo mis promesas (??). [myloveminea11mine]
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  • Roomies, pero no homo
    Fandom Privado
    Categoría Otros
    Miller no sabía si ésto era de conejos, o de gays. No le molestaba dormir con Canelita en la cara, pero le incomodaba amanecer con una persona en la cara.

    Usualmente no hacia actividades en la cama como procrastinar, en cuanto su cabeza tocaba la almohada, se desmayaba, no escuchaba nada salvo ruidos fuera de lo común en su hábitat.

    ¿Pero qué hacer con Ivory?
    Otra cama no entraba en la habitación, tendria que vender la propia y dividir el cuarto en dos camas, pero tampoco había tanto espacio. Aún así, el problema no era solo ese.

    Ni si quiera era un problema el gasto, porque le dió al conejito un monto de dinero y lo liberó en las praderas del market, para que aprendiera a administrarse, de lo contrario, estaria sometido a los gustos de Miller, el paladar de Miller y el poco estilo de Miller.
    Queria que fuera independiente, que confiara en sus capacidades administrativas.
    Qué idiota fue. Pero en fin, estaban trabajando en ello.
    Porque el verdadero problema eran los sueños...

    Cada noche, inclusive en las que no estaba en casa, soñaba con la oscuridad y una puerta roja, desde la que golpeaban del otro lado.
    A medida que se acercaba a esa puerta, sudaba, palpitaba, le ardía el cuerpo en fiebre y un sin fin de ojos severos lo escudriñaban con desdén, lo intimidaban.
    Pero al despertse, todo acababa.

    Aún así y pese a esos momentos y algún que otro roce por el tema orden del depto, había momentos buenos.
    Para no dejarlo tanto tiempo solo, el oficial le propuso a Ivory que almorzaran juntos en su tiempo libre, en la Comisaría.
    Le era mas práctico recibir la visita del conejo, que ir hasta el depto, comer un bocado y salir de regreso al trabajo.
    —Puedes verlo como un pequeño empleo, aqui varios comen galletas porque no hacen tiempo de regresar a casa, podrias vender sandwiches. Y tener tu propio dinero. El mío es limitado.-
    Esperaba el envío de las cosas del chico, por parte de su creador. Le inquietaba que éste ya supiera en dónde vivía pero, suponía que era cosa de brujeria...
    —¿Ya retomaste tus clases? Adoctrinado o no, necesitas un título.-
    Si tenia que esperar a que se durmiera un dia, raparlo y meterlo en la escuela para cadetes, lo haría, pero en algún lado estudiaría. Aunque esperaba que fuera en un lugar mágico, y aprendiera a dominar sus poderes.

    Hizo su tarea, por si acaso. Investigó Hogwarts. También buscó en google el significado de Ivory, no quedó muy convencido.

    Miller estaba mas activo que nunca, mas vivo que en años, en sus ojos habia determinación, propósitos, vida. Casi y parecia un ser humano normal, con ojeras de mal sueño. Eso no pasaba desapercibido a ojos de sus colegas, en especial de una, pero de esa, se hablará mas adelante.
    ~ Pues claro, es cosa de conejos, duermen todos juntitos~
    —Pero yo no soy conejo.-
    ~Pero Canelita te siente su papá conejo. Ahh tienes suerte, mi esposa no me deja dormir en cama aún, me tiene en el sofá. Todo porque encontró una compra rara en mi tarjeta. Te juro aue no entiendo que pasó.~

    Miller sigue tipeando el archivo N° 50, solo le faltan 245 más.
    ~Pero tendrás que hacerle una camita a parte, un canasto tal vez. Porque tu ya sabes, los conejos se follan todo~
    —AHLALALALAAL NO QUIERO ESCUCHAR- Sacude la cabeza, grita, bufa, habla fuerte, se tapa los oidos, pero Emerson no se detiene.
    ~O a lo mejor necesita una mamá cone~- No termina de decirlo, Miller le avienta todos los archivos que ya no sirven, y la engrampadora, para que se largue.


    Miller no sabía si ésto era de conejos, o de gays. No le molestaba dormir con Canelita en la cara, pero le incomodaba amanecer con una persona en la cara. Usualmente no hacia actividades en la cama como procrastinar, en cuanto su cabeza tocaba la almohada, se desmayaba, no escuchaba nada salvo ruidos fuera de lo común en su hábitat. ¿Pero qué hacer con Ivory? Otra cama no entraba en la habitación, tendria que vender la propia y dividir el cuarto en dos camas, pero tampoco había tanto espacio. Aún así, el problema no era solo ese. Ni si quiera era un problema el gasto, porque le dió al conejito un monto de dinero y lo liberó en las praderas del market, para que aprendiera a administrarse, de lo contrario, estaria sometido a los gustos de Miller, el paladar de Miller y el poco estilo de Miller. Queria que fuera independiente, que confiara en sus capacidades administrativas. Qué idiota fue. Pero en fin, estaban trabajando en ello. Porque el verdadero problema eran los sueños... Cada noche, inclusive en las que no estaba en casa, soñaba con la oscuridad y una puerta roja, desde la que golpeaban del otro lado. A medida que se acercaba a esa puerta, sudaba, palpitaba, le ardía el cuerpo en fiebre y un sin fin de ojos severos lo escudriñaban con desdén, lo intimidaban. Pero al despertse, todo acababa. Aún así y pese a esos momentos y algún que otro roce por el tema orden del depto, había momentos buenos. Para no dejarlo tanto tiempo solo, el oficial le propuso a Ivory que almorzaran juntos en su tiempo libre, en la Comisaría. Le era mas práctico recibir la visita del conejo, que ir hasta el depto, comer un bocado y salir de regreso al trabajo. —Puedes verlo como un pequeño empleo, aqui varios comen galletas porque no hacen tiempo de regresar a casa, podrias vender sandwiches. Y tener tu propio dinero. El mío es limitado.- Esperaba el envío de las cosas del chico, por parte de su creador. Le inquietaba que éste ya supiera en dónde vivía pero, suponía que era cosa de brujeria... —¿Ya retomaste tus clases? Adoctrinado o no, necesitas un título.- Si tenia que esperar a que se durmiera un dia, raparlo y meterlo en la escuela para cadetes, lo haría, pero en algún lado estudiaría. Aunque esperaba que fuera en un lugar mágico, y aprendiera a dominar sus poderes. Hizo su tarea, por si acaso. Investigó Hogwarts. También buscó en google el significado de Ivory, no quedó muy convencido. Miller estaba mas activo que nunca, mas vivo que en años, en sus ojos habia determinación, propósitos, vida. Casi y parecia un ser humano normal, con ojeras de mal sueño. Eso no pasaba desapercibido a ojos de sus colegas, en especial de una, pero de esa, se hablará mas adelante. ~ Pues claro, es cosa de conejos, duermen todos juntitos~ —Pero yo no soy conejo.- ~Pero Canelita te siente su papá conejo. Ahh tienes suerte, mi esposa no me deja dormir en cama aún, me tiene en el sofá. Todo porque encontró una compra rara en mi tarjeta. Te juro aue no entiendo que pasó.~ Miller sigue tipeando el archivo N° 50, solo le faltan 245 más. ~Pero tendrás que hacerle una camita a parte, un canasto tal vez. Porque tu ya sabes, los conejos se follan todo~ —AHLALALALAAL NO QUIERO ESCUCHAR- Sacude la cabeza, grita, bufa, habla fuerte, se tapa los oidos, pero Emerson no se detiene. ~O a lo mejor necesita una mamá cone~- No termina de decirlo, Miller le avienta todos los archivos que ya no sirven, y la engrampadora, para que se largue.
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