El evento lleno de glamour y fama más importante entre héroes, antihéroes y villanos, todos se reunían frente a más cámaras en una fiesta que celebraba al mejor estilo de Hollywood la extravagancia, donde se consolidan las alianzas y así mismo se conspira al más alto nivel.

Felicia Hardy no era ajena a este evento que se celebraba desde hace un par de años, la mítica ladrona acudió con el sigilo que caracteriza a Black Cat, guiada por un único propósito: robar.

Llegó con su antifaz en el rostro pero un traje negro bastante escotado y revelador con su figura. Un abrigo en blanco, nunca abandonaba esa combinación de colores. Departe con algunos conocidos de New York y otros con quién ha congeniado, su querido Spider-Man, Daredevil o Iron-man.

Pero se ausentó en algún momento, en el baño se quitó ese vestido atractivo y costoso que desde luego robó de una marca reconocida en un viaje a Milán y se colocó su cómodo traje, anuda el cabello y entre los ductos de ventilación de esa mansión llegó a una sala donde había identificado una bóveda donde estarían algunos tesoros invaluables de los mutantes, desconociendo si alguien estaba allí, estaba segura de que pasó inadvertida. Acomodó sus guantes, las garras que emplea para ocultar sus huellas y empezó a usmear tomando joyas pequeñas de piedras preciosas pero en búsqueda de alguna reliquia invaluable que arregle su vida.

— Prrr, ronronean todas mis vidas. ¿Dónde habrá algún juguete bonito para mí?