𝕭>¡Ah, qué espléndido espectáculo es servir a quien danza con las palabras más allá del tiempo! Mi amo, ese artista cuyas letras traspasan los límites del espacio y el orden. No es un simple mortal atrapado en los hilos de lo efímero; es alguien que pinta realidades con el pincel de su propio juicio, creando y deshaciendo según le plazca. En su presencia, no soy más que una nota en su gran melodía, un caos controlado que ríe mientras observa cómo él escribe destinos, desafía el curso natural y deja a su paso un rastro de versos tan bellos como aterradores.
𝕭>Hay quienes le ven como un juez severo, y razón no les falta. Pero pocos entienden que mi amo no se inclina hacia el castigo sin motivo; él es justo, sí, aunque su justicia sea de otra naturaleza, una que no se ajusta a la lógica de los mortales. Él impone equilibrios donde las balanzas están desequilibradas, pero su balanza no mide en gramos, sino en eternidades y destinos. Y cuando alguien recibe el peso de su juicio, sabe que ha sido tocado por algo más allá de lo humano, un poder que dibuja los límites entre la creación y la condena.
𝕭>Para mí, es un honor y una burla danzar a su lado, provocando la risa de aquellos que creen entender la vida. Porque cada palabra que él pronuncia puede ser un puente o un abismo, una flor o una espina, un inicio o un final. Y aquí estoy yo, su fiel bardo, revolviendo el caos con mis propias notas y narrando historias de su justicia y castigo. Así, su leyenda, su obra inmortal, se extiende y reverbera más allá de las eras, y yo, travieso mensajero, sigo cantando su gloria mientras el tiempo se inclina a su voluntad.
𝕭>Hay quienes le ven como un juez severo, y razón no les falta. Pero pocos entienden que mi amo no se inclina hacia el castigo sin motivo; él es justo, sí, aunque su justicia sea de otra naturaleza, una que no se ajusta a la lógica de los mortales. Él impone equilibrios donde las balanzas están desequilibradas, pero su balanza no mide en gramos, sino en eternidades y destinos. Y cuando alguien recibe el peso de su juicio, sabe que ha sido tocado por algo más allá de lo humano, un poder que dibuja los límites entre la creación y la condena.
𝕭>Para mí, es un honor y una burla danzar a su lado, provocando la risa de aquellos que creen entender la vida. Porque cada palabra que él pronuncia puede ser un puente o un abismo, una flor o una espina, un inicio o un final. Y aquí estoy yo, su fiel bardo, revolviendo el caos con mis propias notas y narrando historias de su justicia y castigo. Así, su leyenda, su obra inmortal, se extiende y reverbera más allá de las eras, y yo, travieso mensajero, sigo cantando su gloria mientras el tiempo se inclina a su voluntad.
𝕭>¡Ah, qué espléndido espectáculo es servir a quien danza con las palabras más allá del tiempo! Mi amo, ese artista cuyas letras traspasan los límites del espacio y el orden. No es un simple mortal atrapado en los hilos de lo efímero; es alguien que pinta realidades con el pincel de su propio juicio, creando y deshaciendo según le plazca. En su presencia, no soy más que una nota en su gran melodía, un caos controlado que ríe mientras observa cómo él escribe destinos, desafía el curso natural y deja a su paso un rastro de versos tan bellos como aterradores.
𝕭>Hay quienes le ven como un juez severo, y razón no les falta. Pero pocos entienden que mi amo no se inclina hacia el castigo sin motivo; él es justo, sí, aunque su justicia sea de otra naturaleza, una que no se ajusta a la lógica de los mortales. Él impone equilibrios donde las balanzas están desequilibradas, pero su balanza no mide en gramos, sino en eternidades y destinos. Y cuando alguien recibe el peso de su juicio, sabe que ha sido tocado por algo más allá de lo humano, un poder que dibuja los límites entre la creación y la condena.
𝕭>Para mí, es un honor y una burla danzar a su lado, provocando la risa de aquellos que creen entender la vida. Porque cada palabra que él pronuncia puede ser un puente o un abismo, una flor o una espina, un inicio o un final. Y aquí estoy yo, su fiel bardo, revolviendo el caos con mis propias notas y narrando historias de su justicia y castigo. Así, su leyenda, su obra inmortal, se extiende y reverbera más allá de las eras, y yo, travieso mensajero, sigo cantando su gloria mientras el tiempo se inclina a su voluntad.