• -estaba por el museo mirando varias cosas, cuando vi una bella obra tomandole una foto con una leve sonrisa-

    Es hermosa...

    -segui caminando, cuando vi a un hombre era hermoso, alto de porte elegante con cabello negro azabache parecia un angel, pisando la tierra y me acerque hablandole-

    Disculpa.....me permites una foto....es que su porte es hermoso

    -el hombre me permitio, y le tome la foto brillando levemente mis ojos, de color azul-

    Muchas gracias joven
    -estaba por el museo mirando varias cosas, cuando vi una bella obra tomandole una foto con una leve sonrisa- Es hermosa... -segui caminando, cuando vi a un hombre era hermoso, alto de porte elegante con cabello negro azabache parecia un angel, pisando la tierra y me acerque hablandole- Disculpa.....me permites una foto....es que su porte es hermoso -el hombre me permitio, y le tome la foto brillando levemente mis ojos, de color azul- Muchas gracias joven
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  • Ver. Dark Angel.

    -Aunque su colores se pinten de negro, decidió mostrar una fuerza de voluntad inquebrantable, seguirá cantado y llevado su música a cada rincon de cosmo, tratando de que la armonía llegue a la vida de los demás. -
    Ver. Dark Angel. -Aunque su colores se pinten de negro, decidió mostrar una fuerza de voluntad inquebrantable, seguirá cantado y llevado su música a cada rincon de cosmo, tratando de que la armonía llegue a la vida de los demás. -
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  • https://youtu.be/5mkketnxB34?si=CPV6U0wVNJmhYuB8

    No soy tan malo ..... soy un angel ~
    https://youtu.be/5mkketnxB34?si=CPV6U0wVNJmhYuB8 No soy tan malo ..... soy un angel ~
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  • Angel me dijo que si limpiaba su habitacion me daria una de sus peliculas asi que haya voy
    Angel me dijo que si limpiaba su habitacion me daria una de sus peliculas asi que haya voy
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    || Algunos del fandom de hazbin me tienen bloqueado. Asi de loco era antes, me imagino (?). Uh... y todo paso en la explosion de llegada de los arcangeles a ficrol (?)
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    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝑁𝑈𝐸𝑉𝑂 𝐿𝐴𝑌𝑂𝑈𝑇
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤicon + portada + tapiz
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    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤby Lebanon
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  • - "¿Que sucedería si un angel comete pecado?"
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  • -Déjame ver si entiendo.

    Dio vueltas por la vieja habitación de hotel en la que se colo por una ventana.

    -El brujo al que le pague con todos mis ahorros por mis exhaustivos trabajos mundanos y un ciento de miles de favores cobrados. -Suspiro con pesadez.- Y me dices que el lugar donde estoy... no es el mismo al que iba.

    Se detuvo señalando fuera de la ventana con ambas manos a manera de ejemplo.

    -Y ahora hay un montón de criaturas sobrenaturales, que si son y no son como las conocemos. -En su cabeza una pequeña voz chillona decía con simpleza 'Aja' como si le divirtiera la conclusión.- Y ahora tengo que buscar no solo a un demonio, si no también la manera de volver a casa ¿Verdad?

    Asintió con resignación, la sonrisa era la muestra de su colapso mental y las pocas ganas que tenia de seguir escuchando a las voces de su cabeza que le hacían confundirse aun mas entre si eran propias, alucinaciones o reales palabras de los diablillos que usaban su cabeza como deporte privado.
    "Siempre puedes buscarnos un nuevo inquilino, uno tan pequeñito como tu cuando tus padres murieron, pajarito"

    -Hazme un favor, cállate.

    Analizo sus opciones con sumo cuidado, aquí, tendría que haber un mercado de sombras, un brujo o alguien que le pueda ayudar a resolver sus problemas. Incluso recurriria a los seres magicos si ellas podrían ofrecerle respuestas.
    Su primera parada Great Plains Nature Center, ahí se sabe muy bien que sus áreas verdes son apreciadas por los seres mágicos y un limite perfecto para no tener que viajar a las profundidades de la Corte Seelie a la que aun le tenia bastante repele.

    -Por hoy dormiré aquí, mañana veré en que maldito lío me metí ahora.

    Rezo en silencio al angel para no revivir una aberrante migraña luego de tanto caos para una sola noche.
    -Déjame ver si entiendo. Dio vueltas por la vieja habitación de hotel en la que se colo por una ventana. -El brujo al que le pague con todos mis ahorros por mis exhaustivos trabajos mundanos y un ciento de miles de favores cobrados. -Suspiro con pesadez.- Y me dices que el lugar donde estoy... no es el mismo al que iba. Se detuvo señalando fuera de la ventana con ambas manos a manera de ejemplo. -Y ahora hay un montón de criaturas sobrenaturales, que si son y no son como las conocemos. -En su cabeza una pequeña voz chillona decía con simpleza 'Aja' como si le divirtiera la conclusión.- Y ahora tengo que buscar no solo a un demonio, si no también la manera de volver a casa ¿Verdad? Asintió con resignación, la sonrisa era la muestra de su colapso mental y las pocas ganas que tenia de seguir escuchando a las voces de su cabeza que le hacían confundirse aun mas entre si eran propias, alucinaciones o reales palabras de los diablillos que usaban su cabeza como deporte privado. "Siempre puedes buscarnos un nuevo inquilino, uno tan pequeñito como tu cuando tus padres murieron, pajarito" -Hazme un favor, cállate. Analizo sus opciones con sumo cuidado, aquí, tendría que haber un mercado de sombras, un brujo o alguien que le pueda ayudar a resolver sus problemas. Incluso recurriria a los seres magicos si ellas podrían ofrecerle respuestas. Su primera parada Great Plains Nature Center, ahí se sabe muy bien que sus áreas verdes son apreciadas por los seres mágicos y un limite perfecto para no tener que viajar a las profundidades de la Corte Seelie a la que aun le tenia bastante repele. -Por hoy dormiré aquí, mañana veré en que maldito lío me metí ahora. Rezo en silencio al angel para no revivir una aberrante migraña luego de tanto caos para una sola noche.
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  • Caída a la Tierra
    Fandom OC
    Categoría Original
    El cielo nocturno se extendía como un manto silencioso sobre el bosque, y entre las hojas húmedas y el aroma a tierra recién mojada y madera en descomposición, yacía un cuerpo que no pertenecía a ese mundo. Raphael Veyrith estaba inmóvil, su respiración apenas perceptible, mientras la bruma del amanecer empezaba a colarse entre los troncos retorcidos. Había caído hace días, quizás semanas; el tiempo carecía de sentido para él en aquel limbo de inconsciencia, donde la gravedad de la Tierra lo abrazaba con una crudeza desconocida. Sus heridas aún ardían, latigazos invisibles de los dioses recorriendo su piel, cada cicatriz un recordatorio punzante de su pasado, de su dolor y de la fragilidad de cualquier ser mortal frente a la divinidad.

    Durante esos primeros días, su cuerpo permaneció dormido, un descanso forzado por el impacto de la caída y el shock del cambio de plano. El aire estaba impregnado de la fragancia de la tierra, de la humedad de la vegetación y de algo más, un susurro de vida que él no podía comprender del todo. Su respiración era lenta, casi inexistente, y sus párpados permanecían cerrados mientras su mente flotaba entre fragmentos de luz celestial y sombras infernales, recordándole quién era y lo que había perdido. Cada instante de inconsciencia estaba poblado de murmullos antiguos, ecos del idioma de los dioses, un lenguaje que vibraba como cuerdas cósmicas: “Ælthar, Nivaur, Shyvalen…”, palabras que no tenían traducción humana, pero que llenaban su mente con significados de poder, dolor y supervivencia.

    Cuando finalmente sus sentidos comenzaron a reaccionar, no fue el sonido ni la luz lo que lo despertó: fue el hambre. Un hambre profundo, primigenio, que recorría sus entrañas y le recordaba que, aunque herido, su naturaleza no podía permanecer pasiva. Abrió los ojos lentamente, sus iris violeta y rojo reflejando el follaje entre las sombras, intentando comprender, aunque no pudiera traducir las señales humanas. Todo era extraño, desde la textura rugosa de las hojas hasta el aroma metálico de la sangre de la Tierra, y su mente, entrenada en la observación y el análisis de mundos imposibles, comenzó a descifrar patrones, movimientos y presencias.

    Su mirada se posó sobre un par de ardillas que correteaban entre las raíces y las ramas bajas. Sus pequeños cuerpos eran ágilmente humanos y animales a la vez, ignorantes de la amenaza que lo observaba desde la penumbra. Raphael inclinó la cabeza, probando mentalmente sonidos en el idioma de los dioses: “Kryv’hal, shalanth… carne, vida…”. Su instinto depredador rugió silencioso. Cada músculo de su cuerpo reaccionó; sus garras apenas perceptibles tensándose bajo la piel, su aliento saliendo en bocanadas controladas para no ahuyentar a la presa.

    Y entonces se movió. Con un silencio casi imposible para un ser de su tamaño y fuerza, se deslizó entre hojas y raíces, siguiendo el aroma y el movimiento. La ardilla, ajena a su destino, saltó entre las ramas, pero no hubo escape que Raphael no pudiera anticipar. Saltó con precisión sobrenatural, sus manos sujetando con fuerza, y su boca, antes acostumbrada a palabras divinas, ahora probaba la carne que tanto necesitaba. La sangre caliente recorrió sus labios y descendió por su barbilla mientras los órganos de la pequeña criatura cedían a su fuerza, y Raphael la devoró con un ritmo instintivo, salvaje, casi ceremonial. Cada mordisco era un recordatorio de su necesidad, de la dualidad entre la gracia angelical y la brutalidad demoníaca que corría por sus venas.

    Entre bocados y respiraciones profundas, murmuró en el idioma de los dioses, como si aquello pudiera explicar lo que hacía o recordarle su origen: “Shyvalen… fuerza… vida… krellthar…”. No había remordimiento, solo el reconocimiento de que para sobrevivir en este mundo debía adaptarse, aceptar su hambre y confiar en sus instintos. Su mirada recorría el bosque, cada sombra y cada árbol evaluado, analizado; los animales, las corrientes de aire, la humedad y el terreno, todo formaba parte de un mapa invisible que solo él podía descifrar.

    Cuando terminó, se recostó entre raíces y musgo, con la sangre aún manchando sus labios, y por primera vez percibió la magnitud del bosque, su aislamiento, y la realidad de estar extraño y solo en un mundo que no comprendía. No había palabras humanas, no había aldeanos, solo la respiración de la Tierra y el eco de los dioses en su mente. Y mientras el sol comenzaba a filtrarse entre las copas de los árboles, Raphael sintió que algo dentro de él comenzaba a despertar más allá del hambre: la conciencia de que su historia en esta tierra apenas empezaba, y que cada sombra, cada sonido, cada criatura que cruzara su camino podría ser tanto un enemigo como un alimento, o quizás un secreto que desvelaría su verdadero propósito.
    El cielo nocturno se extendía como un manto silencioso sobre el bosque, y entre las hojas húmedas y el aroma a tierra recién mojada y madera en descomposición, yacía un cuerpo que no pertenecía a ese mundo. Raphael Veyrith estaba inmóvil, su respiración apenas perceptible, mientras la bruma del amanecer empezaba a colarse entre los troncos retorcidos. Había caído hace días, quizás semanas; el tiempo carecía de sentido para él en aquel limbo de inconsciencia, donde la gravedad de la Tierra lo abrazaba con una crudeza desconocida. Sus heridas aún ardían, latigazos invisibles de los dioses recorriendo su piel, cada cicatriz un recordatorio punzante de su pasado, de su dolor y de la fragilidad de cualquier ser mortal frente a la divinidad. Durante esos primeros días, su cuerpo permaneció dormido, un descanso forzado por el impacto de la caída y el shock del cambio de plano. El aire estaba impregnado de la fragancia de la tierra, de la humedad de la vegetación y de algo más, un susurro de vida que él no podía comprender del todo. Su respiración era lenta, casi inexistente, y sus párpados permanecían cerrados mientras su mente flotaba entre fragmentos de luz celestial y sombras infernales, recordándole quién era y lo que había perdido. Cada instante de inconsciencia estaba poblado de murmullos antiguos, ecos del idioma de los dioses, un lenguaje que vibraba como cuerdas cósmicas: “Ælthar, Nivaur, Shyvalen…”, palabras que no tenían traducción humana, pero que llenaban su mente con significados de poder, dolor y supervivencia. Cuando finalmente sus sentidos comenzaron a reaccionar, no fue el sonido ni la luz lo que lo despertó: fue el hambre. Un hambre profundo, primigenio, que recorría sus entrañas y le recordaba que, aunque herido, su naturaleza no podía permanecer pasiva. Abrió los ojos lentamente, sus iris violeta y rojo reflejando el follaje entre las sombras, intentando comprender, aunque no pudiera traducir las señales humanas. Todo era extraño, desde la textura rugosa de las hojas hasta el aroma metálico de la sangre de la Tierra, y su mente, entrenada en la observación y el análisis de mundos imposibles, comenzó a descifrar patrones, movimientos y presencias. Su mirada se posó sobre un par de ardillas que correteaban entre las raíces y las ramas bajas. Sus pequeños cuerpos eran ágilmente humanos y animales a la vez, ignorantes de la amenaza que lo observaba desde la penumbra. Raphael inclinó la cabeza, probando mentalmente sonidos en el idioma de los dioses: “Kryv’hal, shalanth… carne, vida…”. Su instinto depredador rugió silencioso. Cada músculo de su cuerpo reaccionó; sus garras apenas perceptibles tensándose bajo la piel, su aliento saliendo en bocanadas controladas para no ahuyentar a la presa. Y entonces se movió. Con un silencio casi imposible para un ser de su tamaño y fuerza, se deslizó entre hojas y raíces, siguiendo el aroma y el movimiento. La ardilla, ajena a su destino, saltó entre las ramas, pero no hubo escape que Raphael no pudiera anticipar. Saltó con precisión sobrenatural, sus manos sujetando con fuerza, y su boca, antes acostumbrada a palabras divinas, ahora probaba la carne que tanto necesitaba. La sangre caliente recorrió sus labios y descendió por su barbilla mientras los órganos de la pequeña criatura cedían a su fuerza, y Raphael la devoró con un ritmo instintivo, salvaje, casi ceremonial. Cada mordisco era un recordatorio de su necesidad, de la dualidad entre la gracia angelical y la brutalidad demoníaca que corría por sus venas. Entre bocados y respiraciones profundas, murmuró en el idioma de los dioses, como si aquello pudiera explicar lo que hacía o recordarle su origen: “Shyvalen… fuerza… vida… krellthar…”. No había remordimiento, solo el reconocimiento de que para sobrevivir en este mundo debía adaptarse, aceptar su hambre y confiar en sus instintos. Su mirada recorría el bosque, cada sombra y cada árbol evaluado, analizado; los animales, las corrientes de aire, la humedad y el terreno, todo formaba parte de un mapa invisible que solo él podía descifrar. Cuando terminó, se recostó entre raíces y musgo, con la sangre aún manchando sus labios, y por primera vez percibió la magnitud del bosque, su aislamiento, y la realidad de estar extraño y solo en un mundo que no comprendía. No había palabras humanas, no había aldeanos, solo la respiración de la Tierra y el eco de los dioses en su mente. Y mientras el sol comenzaba a filtrarse entre las copas de los árboles, Raphael sintió que algo dentro de él comenzaba a despertar más allá del hambre: la conciencia de que su historia en esta tierra apenas empezaba, y que cada sombra, cada sonido, cada criatura que cruzara su camino podría ser tanto un enemigo como un alimento, o quizás un secreto que desvelaría su verdadero propósito.
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  • -habian estado llegando muchas afirmaciones y rumores en la prensa, como tambien varios paparazzi trataban de seguir la vida de angela, ya que al parecer alguien filtro una imagen de su prometida, con otra mujer en una tienda aunque no era mi asunto no queria que siguieran molestando por lo cual me diriji a dar un comunicado, frenando y sacando esa imagen de todos lados para que dejara de estar en revistas y paginas web, suspirando levemente sacando mi teléfono llamando a angela y con voz risueña dije-

    Deberias ver las redes, la imagen ya no existe

    -dije mientras entraba en la empresa, llendo a mi oficina desordenando mi cabello-

    Si vuelves a tener mas problemas llamame sin problemas

    Angela Di Trapani
    -habian estado llegando muchas afirmaciones y rumores en la prensa, como tambien varios paparazzi trataban de seguir la vida de angela, ya que al parecer alguien filtro una imagen de su prometida, con otra mujer en una tienda aunque no era mi asunto no queria que siguieran molestando por lo cual me diriji a dar un comunicado, frenando y sacando esa imagen de todos lados para que dejara de estar en revistas y paginas web, suspirando levemente sacando mi teléfono llamando a angela y con voz risueña dije- Deberias ver las redes, la imagen ya no existe -dije mientras entraba en la empresa, llendo a mi oficina desordenando mi cabello- Si vuelves a tener mas problemas llamame sin problemas [haze_orange_shark_766]
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