• Luz de neón
    Fandom OC
    Categoría Romance
    La música resonaba con una intensidad que hacía vibrar el suelo. Luces de neón destellaban en tonos eléctricos mientras el ambiente estaba cargado de humo, perfume caro y el aroma inconfundible del alcohol. La discoteca más exclusiva de la ciudad, "Noctis", solo admitía a quienes realmente importaban: los ricos, los influyentes y aquellos lo suficientemente persuasivos como para colarse.

    Aria Devereaux no tenía que persuadir a nadie. Con un vestido negro ceñido, tacones de diseñador y un cóctel en la mano, dominaba el lugar sin necesidad de decir una palabra. Sentada en un reservado VIP, observaba la pista de baile con una expresión de leve aburrimiento, como si todo a su alrededor fuera solo un espectáculo predecible.

    Sin embargo, esa noche, algo distinto captó su atención. Alguien que no encajaba del todo en ese mundo de apariencias y privilegios, pero que tampoco parecía fuera de lugar. Su actitud despreocupada, su ropa que no gritaba lujo pero tampoco pobreza, su forma de moverse como si nada le importara… Aria entrecerró los ojos.

    —¿Quién eres tú? —murmuró para sí misma, apoyando la copa en sus labios sin beber.

    No tardó mucho en descubrirlo. En cuestión de minutos, aquel desconocido se acercó a la barra, casual, confiado. Parecía haber notado su mirada, y en lugar de apartarse como la mayoría, le sostuvo la mirada con una leve sonrisa. Un juego silencioso se inició entre ambos, un desafío en el que ninguno planeaba ceder primero.

    Entonces, con una lentitud calculada, Aria dejó su copa sobre la mesa y se levantó. Si quería respuestas, iba a conseguirlas por su cuenta. Y si aquel desconocido no era interesante… bueno, siempre podía encontrar otra distracción.


    La noche apenas comenzaba.

    La música resonaba con una intensidad que hacía vibrar el suelo. Luces de neón destellaban en tonos eléctricos mientras el ambiente estaba cargado de humo, perfume caro y el aroma inconfundible del alcohol. La discoteca más exclusiva de la ciudad, "Noctis", solo admitía a quienes realmente importaban: los ricos, los influyentes y aquellos lo suficientemente persuasivos como para colarse. Aria Devereaux no tenía que persuadir a nadie. Con un vestido negro ceñido, tacones de diseñador y un cóctel en la mano, dominaba el lugar sin necesidad de decir una palabra. Sentada en un reservado VIP, observaba la pista de baile con una expresión de leve aburrimiento, como si todo a su alrededor fuera solo un espectáculo predecible. Sin embargo, esa noche, algo distinto captó su atención. Alguien que no encajaba del todo en ese mundo de apariencias y privilegios, pero que tampoco parecía fuera de lugar. Su actitud despreocupada, su ropa que no gritaba lujo pero tampoco pobreza, su forma de moverse como si nada le importara… Aria entrecerró los ojos. —¿Quién eres tú? —murmuró para sí misma, apoyando la copa en sus labios sin beber. No tardó mucho en descubrirlo. En cuestión de minutos, aquel desconocido se acercó a la barra, casual, confiado. Parecía haber notado su mirada, y en lugar de apartarse como la mayoría, le sostuvo la mirada con una leve sonrisa. Un juego silencioso se inició entre ambos, un desafío en el que ninguno planeaba ceder primero. Entonces, con una lentitud calculada, Aria dejó su copa sobre la mesa y se levantó. Si quería respuestas, iba a conseguirlas por su cuenta. Y si aquel desconocido no era interesante… bueno, siempre podía encontrar otra distracción. La noche apenas comenzaba.
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  • He conocido innumerables amores y placeres a lo largo de los siglos, estar con Ellie en un momento de pasión desenfrenada es una experiencia distinta a cualquier otra.

    Con ella, no es solo deseo ni una atracción efímera como tantas que he experimentado antes. Es intensidad, pero también vulnerabilidad. Es como si, por primera vez en eones, el tiempo perdiera significado.

    Siento el fuego arder en mi interior, un calor distinto al del sol que gobierno. Mi cuerpo, que ha sido venerado, temido y deseado, ahora me entrego a alguien que me ve más allá de su divinidad. Con cada roce, con cada suspiro entrecortado, me permite olvidar mi carga, mi inmortalidad, mi eterna búsqueda de perfección.

    Ellie es un caos hermoso en mi vida ordenada, una chispa impredecible que me desarma. En su piel encuentra respuestas que nunca supo que buscaba; en sus labios, la dulzura de lo efímero, de lo humano, de lo que podría perder y, por lo tanto, atesoro.

    Y en el momento más profundo de la unión, cuando sus cuerpos se entrelazan sin barreras, Apolo se permite sentir algo que, quizás, jamás admitiría en voz alta: miedo. Porque ella es mortal. Porque ella es su verdad. Y porque, por primera vez, se pregunta si incluso un dios puede amar hasta el punto de ser consumido.

    Ellie
    He conocido innumerables amores y placeres a lo largo de los siglos, estar con Ellie en un momento de pasión desenfrenada es una experiencia distinta a cualquier otra. Con ella, no es solo deseo ni una atracción efímera como tantas que he experimentado antes. Es intensidad, pero también vulnerabilidad. Es como si, por primera vez en eones, el tiempo perdiera significado. Siento el fuego arder en mi interior, un calor distinto al del sol que gobierno. Mi cuerpo, que ha sido venerado, temido y deseado, ahora me entrego a alguien que me ve más allá de su divinidad. Con cada roce, con cada suspiro entrecortado, me permite olvidar mi carga, mi inmortalidad, mi eterna búsqueda de perfección. Ellie es un caos hermoso en mi vida ordenada, una chispa impredecible que me desarma. En su piel encuentra respuestas que nunca supo que buscaba; en sus labios, la dulzura de lo efímero, de lo humano, de lo que podría perder y, por lo tanto, atesoro. Y en el momento más profundo de la unión, cuando sus cuerpos se entrelazan sin barreras, Apolo se permite sentir algo que, quizás, jamás admitiría en voz alta: miedo. Porque ella es mortal. Porque ella es su verdad. Y porque, por primera vez, se pregunta si incluso un dios puede amar hasta el punto de ser consumido. [GIRL0FSADNESS]
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  • Es por eso que aunque la materia oscura no absorbe ni emite radiación se puede identificar por la atracción gravitatoria que ejerce sobre otros tipos de materia y la propia estructura del universo.

    ¿Estás prestando atención?
    Es por eso que aunque la materia oscura no absorbe ni emite radiación se puede identificar por la atracción gravitatoria que ejerce sobre otros tipos de materia y la propia estructura del universo. ¿Estás prestando atención?
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  • ――――― De Vuelta a la Acción: Neutralizando al Leviatán Fantasma

    Una noche sin luna se cierne sobre nosotros, pero no hay nada similar a paz en esta oscuridad. Estoy aferrado al cuello del leviatán, el viento salado azotándome la cara mientras la criatura lucha con toda su furia. Su cuerpo translúcido, como si estuviera hecho de luz y humo, hace que mis manos resbalen con cada movimiento.

    El rugido de sus mandíbulas abiertas resuena tan fuerte que siento los huesos vibrar.

    ― ¡Equipo, necesitamos que esa cabeza quede baja! ―grito por el comunicador, jadeando y chapoteando― ¡Ahora!

    El plan está en marcha: mi segunda al mando, Lyra, invoca sus esferas mágicas para formar una red eléctrica que chisporrotea con destellos azulados, mientras Jorek, el francotirador, dispara anclas energéticas desde una de las grúas de la plataforma para inmovilizar parte de su cuerpo. Yo soy el anzuelo, como siempre, el señuelo que mantiene a esta bestia interesada en nosotros.

    Con un rugido que rivaliza con el del monstruo, empuño mi arma. Mi hacha ya está cargada, lista para el golpe final... aunque lo último que quiero es matarle.

    De repente, el leviatán cambia de estrategia. Con un giro violento, su cola atraviesa uno de los tanques de combustible de la plataforma petrolera, enviando llamas al aire. En el caos, su cuello da una sacudida que me lanza al vacío. Extiendo mi brazo y me aferro a un saliente de la criatura, pero la bestia se dobla en dos, lanzando su cola sobre si misma, sobre mi. El impacto es brutal. Siento el crujido inconfundible del hueso rompiéndose.

    ― ¡Maldición! ―gruño, los dientes apretados mientras intento mantener el agarre.

    ― ¡Aguanta, Xhiva! ―responde Lyra en el comunicador, con partes iguales de miedo y determinación.

    ― ¡Hazlo rápido, Lyra! ―grito mientras el dolor amenaza con nublar mi juicio― Este desgraciado no me va a soltar.

    Con un destello, la red eléctrica se cierra, atrapando al leviatán y drenando la energía etérea que lo sostiene. La criatura se desploma con un gemido gutural, su forma etérea disminuyendo en una bruma pálida hasta volverse de un tamaño manejable.

    Lyra me atrapa con un campo de energía y me lleva hasta la plataforma. Caigo al suelo metálico, jadeando y con el brazo colgando inerte. Mis compañeros corren hacia mí, pero antes de que puedan decir nada, les sonrío con una mueca de dolor.

    ― Otro día más en la oficina, ¿eh? ―bromeo, mientras Lyra se inclina para revisarme el brazo.

    Ella suspira, sus ojos reflejando alivio y exasperación.

    ― Deberías aprender a no jugar con serpientes más grandes que tú, Xhiva.

    ― No sé de qué hablas. Yo soy la serpiente más grande. Este era un primo lejano... y espero que pronto este más lejos.

    #𓆙𓆙𓆙 #NagaBros
    ――――― De Vuelta a la Acción: Neutralizando al Leviatán Fantasma Una noche sin luna se cierne sobre nosotros, pero no hay nada similar a paz en esta oscuridad. Estoy aferrado al cuello del leviatán, el viento salado azotándome la cara mientras la criatura lucha con toda su furia. Su cuerpo translúcido, como si estuviera hecho de luz y humo, hace que mis manos resbalen con cada movimiento. El rugido de sus mandíbulas abiertas resuena tan fuerte que siento los huesos vibrar. ― ¡Equipo, necesitamos que esa cabeza quede baja! ―grito por el comunicador, jadeando y chapoteando― ¡Ahora! El plan está en marcha: mi segunda al mando, Lyra, invoca sus esferas mágicas para formar una red eléctrica que chisporrotea con destellos azulados, mientras Jorek, el francotirador, dispara anclas energéticas desde una de las grúas de la plataforma para inmovilizar parte de su cuerpo. Yo soy el anzuelo, como siempre, el señuelo que mantiene a esta bestia interesada en nosotros. Con un rugido que rivaliza con el del monstruo, empuño mi arma. Mi hacha ya está cargada, lista para el golpe final... aunque lo último que quiero es matarle. De repente, el leviatán cambia de estrategia. Con un giro violento, su cola atraviesa uno de los tanques de combustible de la plataforma petrolera, enviando llamas al aire. En el caos, su cuello da una sacudida que me lanza al vacío. Extiendo mi brazo y me aferro a un saliente de la criatura, pero la bestia se dobla en dos, lanzando su cola sobre si misma, sobre mi. El impacto es brutal. Siento el crujido inconfundible del hueso rompiéndose. ― ¡Maldición! ―gruño, los dientes apretados mientras intento mantener el agarre. ― ¡Aguanta, Xhiva! ―responde Lyra en el comunicador, con partes iguales de miedo y determinación. ― ¡Hazlo rápido, Lyra! ―grito mientras el dolor amenaza con nublar mi juicio― Este desgraciado no me va a soltar. Con un destello, la red eléctrica se cierra, atrapando al leviatán y drenando la energía etérea que lo sostiene. La criatura se desploma con un gemido gutural, su forma etérea disminuyendo en una bruma pálida hasta volverse de un tamaño manejable. Lyra me atrapa con un campo de energía y me lleva hasta la plataforma. Caigo al suelo metálico, jadeando y con el brazo colgando inerte. Mis compañeros corren hacia mí, pero antes de que puedan decir nada, les sonrío con una mueca de dolor. ― Otro día más en la oficina, ¿eh? ―bromeo, mientras Lyra se inclina para revisarme el brazo. Ella suspira, sus ojos reflejando alivio y exasperación. ― Deberías aprender a no jugar con serpientes más grandes que tú, Xhiva. ― No sé de qué hablas. Yo soy la serpiente más grande. Este era un primo lejano... y espero que pronto este más lejos. #𓆙𓆙𓆙 #NagaBros
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    | Aquí intentando una vez más, nuevo personaje, espero esta vez obtener alguna que otra interacción entretenida. Y sobre todo con toda la fé del mundo en no colgarme.(?)
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  • 𝕄𝕠𝕟𝕠𝕣𝕠𝕝
    𝘌𝘭 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘵𝘢𝘳.

    El letargo era un refugio y una prisión. En la vasta oscuridad de su interior, Zaryna flotaba, como una hoja atrapada en aguas quietas, incapaz de moverse hacia la superficie. Había cedido, no por cobardía, sino por necesidad. La chispa de humanidad que aún ardía en su corazón estaba al borde de extinguirse, y su última acción antes de entregarse al sueño fue protegerla, ocultándola tras las garras de Myrrh, su padre y protector, ahora tan contaminado como ella.

    —Dormiré... —Se había dicho entonces.— ...Hasta que la escarcha en mi alma vuelva a sentir algo más que este vacío. —Pero el vacío no se llenó, ni la calma llegó con el sueño. A través del letargo, Zaryna era una sombra atrapada en su propio ser, observando con horror cómo Myrrh desataba su furia en el castillo que había sido su cárcel. Las llamas de su corrupción y su dolor consumieron las paredes y las almas que una vez la atormentaron. Había justicia en ese caos, pero también había desesperación.

    Meses, o quizá años, pasaron sin medida mientras Myrrh caminaba entre los escombros humeantes, portando el cuerpo de Zaryna como una armadura fracturada. Las huellas que dejaban eran tanto suyas como de él, marcadas por escamas quebradas y ceniza que caía como polvo en un paisaje de ruinas. Y aunque la libertad era dulce, sabía que también era incompleta. La corrupción era una jaula que ni siquiera el caos de Myrrh podía romper.

    Fue entonces, cuando el tiempo había perdido su forma y los ecos del castillo destruido eran un susurro lejano, que algo la despertó. Al principio, fue un tirón en su conciencia, como un leve movimiento en un lago helado. Una voz, ajena y desconocida, atravesó la neblina. No era una llamada brusca ni un grito, sino un murmullo cargado de intención.

    —Despierta.

    La palabra penetró las capas de su letargo, reverberando como una campana en un sueño profundo. Al principio, Zaryna resistió. Volver significaba enfrentar el dolor que había tratado de enterrar. Significaba abrir los ojos a un mundo que ya no podía reconocer y a una versión de sí misma que no quería aceptar.

    —Despierta. —Insistió la voz, más firme esta vez, pero sin perder la calma.

    Finalmente, fue Myrrh quien cedió primero. La presencia del dragón se retiró como una tormenta apaciguándose, dejando espacio para que Zaryna emergiera. Su despertar fue lento y doloroso, como el hielo resquebrajándose tras un invierno interminable. Sintio primero el peso de su cuerpo, luego el aire pesado y cargado de ceniza, y finalmente la conciencia completa. Sus ojos, rojos como brasas dormidas, se abrieron con dificultad.

    La figura ante ella era desconocida, una silueta envuelta en una capa de sombras que parecía casi un espectro entre las ruinas.

    —Eres tú. —Dijo la figura, su voz cargada de significado que Zaryna no podía descifrar de inmediato.

    Ella no respondió de inmediato. Todavía estaba reuniendo los fragmentos de su ser, intentando comprender dónde terminaba ella y comenzaba la corrupción que había impregnado cada parte de su alma.

    —¿Por qué? —Fue todo lo que logró decir, su voz ronca, como si hubiera olvidado cómo hablar.

    La figura no respondió, al menos no con palabras. Extendieron una mano hacia ella, un gesto que no era de mando ni de amenaza, sino de algo más profundo: comprensión. En ese instante, Zaryna sintió algo que no había sentido en mucho tiempo: duda, no sobre sí misma, sino sobre el mundo a su alrededor. Quién era esta figura y por qué había llegado hasta ella era un misterio que no sabía si queria resolver.

    Por ahora, el letargo había terminado, y con ello, el comienzo de algo nuevo, incierto y cargado de posibilidades que no estaba segura de querer enfrentar. Pero no había otra opción. La chispa de humanidad en su interior había parpadeado, y aunque débil, aún ardía.
    𝕄𝕠𝕟𝕠𝕣𝕠𝕝 𝘌𝘭 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘵𝘢𝘳. El letargo era un refugio y una prisión. En la vasta oscuridad de su interior, Zaryna flotaba, como una hoja atrapada en aguas quietas, incapaz de moverse hacia la superficie. Había cedido, no por cobardía, sino por necesidad. La chispa de humanidad que aún ardía en su corazón estaba al borde de extinguirse, y su última acción antes de entregarse al sueño fue protegerla, ocultándola tras las garras de Myrrh, su padre y protector, ahora tan contaminado como ella. —Dormiré... —Se había dicho entonces.— ...Hasta que la escarcha en mi alma vuelva a sentir algo más que este vacío. —Pero el vacío no se llenó, ni la calma llegó con el sueño. A través del letargo, Zaryna era una sombra atrapada en su propio ser, observando con horror cómo Myrrh desataba su furia en el castillo que había sido su cárcel. Las llamas de su corrupción y su dolor consumieron las paredes y las almas que una vez la atormentaron. Había justicia en ese caos, pero también había desesperación. Meses, o quizá años, pasaron sin medida mientras Myrrh caminaba entre los escombros humeantes, portando el cuerpo de Zaryna como una armadura fracturada. Las huellas que dejaban eran tanto suyas como de él, marcadas por escamas quebradas y ceniza que caía como polvo en un paisaje de ruinas. Y aunque la libertad era dulce, sabía que también era incompleta. La corrupción era una jaula que ni siquiera el caos de Myrrh podía romper. Fue entonces, cuando el tiempo había perdido su forma y los ecos del castillo destruido eran un susurro lejano, que algo la despertó. Al principio, fue un tirón en su conciencia, como un leve movimiento en un lago helado. Una voz, ajena y desconocida, atravesó la neblina. No era una llamada brusca ni un grito, sino un murmullo cargado de intención. —Despierta. La palabra penetró las capas de su letargo, reverberando como una campana en un sueño profundo. Al principio, Zaryna resistió. Volver significaba enfrentar el dolor que había tratado de enterrar. Significaba abrir los ojos a un mundo que ya no podía reconocer y a una versión de sí misma que no quería aceptar. —Despierta. —Insistió la voz, más firme esta vez, pero sin perder la calma. Finalmente, fue Myrrh quien cedió primero. La presencia del dragón se retiró como una tormenta apaciguándose, dejando espacio para que Zaryna emergiera. Su despertar fue lento y doloroso, como el hielo resquebrajándose tras un invierno interminable. Sintio primero el peso de su cuerpo, luego el aire pesado y cargado de ceniza, y finalmente la conciencia completa. Sus ojos, rojos como brasas dormidas, se abrieron con dificultad. La figura ante ella era desconocida, una silueta envuelta en una capa de sombras que parecía casi un espectro entre las ruinas. —Eres tú. —Dijo la figura, su voz cargada de significado que Zaryna no podía descifrar de inmediato. Ella no respondió de inmediato. Todavía estaba reuniendo los fragmentos de su ser, intentando comprender dónde terminaba ella y comenzaba la corrupción que había impregnado cada parte de su alma. —¿Por qué? —Fue todo lo que logró decir, su voz ronca, como si hubiera olvidado cómo hablar. La figura no respondió, al menos no con palabras. Extendieron una mano hacia ella, un gesto que no era de mando ni de amenaza, sino de algo más profundo: comprensión. En ese instante, Zaryna sintió algo que no había sentido en mucho tiempo: duda, no sobre sí misma, sino sobre el mundo a su alrededor. Quién era esta figura y por qué había llegado hasta ella era un misterio que no sabía si queria resolver. Por ahora, el letargo había terminado, y con ello, el comienzo de algo nuevo, incierto y cargado de posibilidades que no estaba segura de querer enfrentar. Pero no había otra opción. La chispa de humanidad en su interior había parpadeado, y aunque débil, aún ardía.
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  • #DuoRol

    Illyiv había lanzado su teléfono contra la pared con una fuerza que hizo que la pantalla se quebrara, el dispositivo aún funcionaba pero la imagen estaba distorsionada. La llamada con su superior había terminado con las mismas palabras que había escuchado antes: que estaba fuera de la organización, que es indisciplinada, rebelde, que no sigue órdenes, y es impulsiva. Había cometido un par de errores en una misión reciente y como resultado, estaba fuera. Esta era una situación familiar para ella, algo que había sucedido al menos unas cuatros veces antes (solo para que luego la llamarán pidiendo que regresara.) Sin embargo, cada vez la reacción de Illyiv era la misma: enojo, frustración y una sensación de injusticia. A pesar de que siempre le decían que no era indispensable, parecía que si lo era. Pero está vez, el temor de que no la volvieran a llamar la atenazaba más que nunca.

    Salió de su apartamento, su sangre hervía y su juicio estaba nublado. Mientras caminaba por la acera, con ganas de dirigirse a la sede de su organización y matar al primero que se le atravesara, se detuvo, respiró profundamente e intentó calmarse.

    "Illyiv, no puedes querer matar a alguien cada vez que te enojas", se recordó a sí misma. Luego pensó "Vamos, piensa. ¿Que haría una chica común de tu edad?". La idea llegó a su mente: recordó cómo las chicas que visitaban el café, con emociones intensas de tristeza y enojo, hablaban de ir a clubes nocturnos para ahogar sus penas. "¿Por qué no?", pensó, y decidió dirigirse a uno.

    Nunca había ido a un club nocturno como una visitante. La última vez que había estado en uno, había sido enviada para eliminar a alguien, y en otra ocasión, había robado información importante. Pero ahora estaba dispuesta a intentar ser solo una chica normal, una que no busca solucionar sus problemas intentando asesinar a los causantes de su molestia.

    Al llegar, observó las luces de neón parpadeantes, que la envolvían en un mar de colores, la música alta resonaba en sus oídos, compitiendo con los gritos y las risas de la multitud. Las personas bailaban en la pista, y el aire estaba cargado con un coctel de perfumes y olor a cigarrillos que le hizo arder un poco la garganta. Había más gente de la que esperaba. Se abrió paso entre la multitud y llegó a la barra. Illyiv no bebía alcohol, no le gustaba su sabor, pero quería hacer algo diferente.

    —Claro, se supone que te sumerges en el alcohol para ahogar tus penas, ¿es así, no? —murmuró para si misma, una sonrisa irónica curvó sus labios, mientras tomaba asiento y observaba a los demás en la barra.

    Pidió la primera bebida que vio en la carta. El sabor, amargo y fuerte, provocó en ella una mueca de desagrado, y le pidió al bartender algo dulce. Le prepararon un cóctel que sabía a jugo, pero le advirtieron que tenía mucho alcohol. A ella, le resultó sorprendentemente delicioso, y el sabor afrutado la conquistó por completo. Illyiv no se preocupó por la advertencia y continuó bebiendo, el sabor le resultaba dulce y agradable, y pronto el alcohol comenzó a tomar control de su cuerpo. Con cada trago, la música se volvía más intensa, las luces más brillantes y sus preocupaciones más lejanas.

    Después de varios cócteles, una Illyiv ebria se reía por todo, incluso de sus propias desgracias. Sacó una de sus tarjetas para pagar, pero salió rechazada. Intentó con otra, y una vez más, la tarjeta no paso. Aquellas tarjetas, le habían sido otorgadas por su organización, organización de la cual "la habían echado", y al parecer, ahora también habían bloqueado sus tarjetas.

    —Son unos imbéciles... Ahora sí los mato —dijo entre risas, se supone que debería estar enojada, pero la situación la hacía sentir como estar viendo una película de comedia.

    El bartender le dió una mirada acusadora a la peliblanca, y le hizo señas con un gesto disimulado al portero del lugar, para que no la dejara ir en caso de que intentara irse sin pagar. Illyiv lo notó y siguió riendo.

    —No es que no tenga dinero, tengo mucho dinero... —dijo excusándose, haciendo gestos teatrales con las manos—. Es que... Mis jefes son unos imbéciles —dijo riéndose, mientras intentaba ponerse de pie, levantándose de la silla, solo para darse cuenta que estaba mareada y no podía mantenerse de pie.

    Illyiv comenzó a reírse nuevamente de la situación, mientras se sostenía con ayuda de la barra, y volvía a tomar asiento. Con una sonrisa irónica, Illyiv miró al bartender, quien se encontraba juzgandola en silencio.

    —Lo solucionare. —afirmó, con una sonrisa confiada, mientras alzaba su copa como si estuviera brindando por sus problemas, y tomaba otro trago.

    En aquel momento, tomó su celular, cuya pantalla estaba rota. Decidió llamar a 𝐏 𝐀 𝐑 𝐀 𝐍 𝐎 𝐗 . Marcó el número y, por error y sin darse cuenta, en lugar de llamada, hizo videollamada.

    —¡Doriaaan! ¡Hermanitoooo! —gritó—. Tengo un problema... —añadió entre risas—. Mis jefes son imbéciles, me han bloqueado las tarjetas... Si, si, los mataré por eso...Pero ahora no puedo, tengo que pagar y no traigo dinero en efectivo

    Hablaba fuerte y el bartender escuchaba, pero no se tomaba en serio sus palabras. Mirando al bartender, la peliblanca lo señaló con su dedo índice de manera acusadora, y con una sonrisa irónica.

    —Él piensa que no tengo dinero y que lo quiero engañar... Claro que tengo dinero —dijo en una mezcla de indignación y burla, riéndose—. ¿Dorian? ¡Doriaaan! ¿Hermanito? —Illyiv seguía gritando a través del teléfono, no escuchaba nada, la música alta del lugar no le permitía escuchar, además, no hacía más que mover su teléfono de un lado a otro a cada instante. Probablemente Dorian ahora estaría viendo a través de la videollamada los mechones blancos de su cabello, o imágenes movidas del local cada vez que ella movía el teléfono.

    Colocó el celular sobre la barra, y se acercó al mismo, luego murmuró:

    —¿Debería pedir dinero a cualquiera de estas personas? —con una expresión pensativa, y luego volvió a reír.

    Con su dedo índice, comenzó a dar tap en la pantalla del teléfono, intentando colgar la llamada. Finalmente colgó, sin saber si Dorian la había alcanzado a escuchar o no. Lo cierto es que, en caso de que él le hubiera respondido, ella no había logrado escucharlo. En su estado de ebriedad, no era capaz de pensar con claridad y todo le parecía un chiste. (?)


    #DuoRol Illyiv había lanzado su teléfono contra la pared con una fuerza que hizo que la pantalla se quebrara, el dispositivo aún funcionaba pero la imagen estaba distorsionada. La llamada con su superior había terminado con las mismas palabras que había escuchado antes: que estaba fuera de la organización, que es indisciplinada, rebelde, que no sigue órdenes, y es impulsiva. Había cometido un par de errores en una misión reciente y como resultado, estaba fuera. Esta era una situación familiar para ella, algo que había sucedido al menos unas cuatros veces antes (solo para que luego la llamarán pidiendo que regresara.) Sin embargo, cada vez la reacción de Illyiv era la misma: enojo, frustración y una sensación de injusticia. A pesar de que siempre le decían que no era indispensable, parecía que si lo era. Pero está vez, el temor de que no la volvieran a llamar la atenazaba más que nunca. Salió de su apartamento, su sangre hervía y su juicio estaba nublado. Mientras caminaba por la acera, con ganas de dirigirse a la sede de su organización y matar al primero que se le atravesara, se detuvo, respiró profundamente e intentó calmarse. "Illyiv, no puedes querer matar a alguien cada vez que te enojas", se recordó a sí misma. Luego pensó "Vamos, piensa. ¿Que haría una chica común de tu edad?". La idea llegó a su mente: recordó cómo las chicas que visitaban el café, con emociones intensas de tristeza y enojo, hablaban de ir a clubes nocturnos para ahogar sus penas. "¿Por qué no?", pensó, y decidió dirigirse a uno. Nunca había ido a un club nocturno como una visitante. La última vez que había estado en uno, había sido enviada para eliminar a alguien, y en otra ocasión, había robado información importante. Pero ahora estaba dispuesta a intentar ser solo una chica normal, una que no busca solucionar sus problemas intentando asesinar a los causantes de su molestia. Al llegar, observó las luces de neón parpadeantes, que la envolvían en un mar de colores, la música alta resonaba en sus oídos, compitiendo con los gritos y las risas de la multitud. Las personas bailaban en la pista, y el aire estaba cargado con un coctel de perfumes y olor a cigarrillos que le hizo arder un poco la garganta. Había más gente de la que esperaba. Se abrió paso entre la multitud y llegó a la barra. Illyiv no bebía alcohol, no le gustaba su sabor, pero quería hacer algo diferente. —Claro, se supone que te sumerges en el alcohol para ahogar tus penas, ¿es así, no? —murmuró para si misma, una sonrisa irónica curvó sus labios, mientras tomaba asiento y observaba a los demás en la barra. Pidió la primera bebida que vio en la carta. El sabor, amargo y fuerte, provocó en ella una mueca de desagrado, y le pidió al bartender algo dulce. Le prepararon un cóctel que sabía a jugo, pero le advirtieron que tenía mucho alcohol. A ella, le resultó sorprendentemente delicioso, y el sabor afrutado la conquistó por completo. Illyiv no se preocupó por la advertencia y continuó bebiendo, el sabor le resultaba dulce y agradable, y pronto el alcohol comenzó a tomar control de su cuerpo. Con cada trago, la música se volvía más intensa, las luces más brillantes y sus preocupaciones más lejanas. Después de varios cócteles, una Illyiv ebria se reía por todo, incluso de sus propias desgracias. Sacó una de sus tarjetas para pagar, pero salió rechazada. Intentó con otra, y una vez más, la tarjeta no paso. Aquellas tarjetas, le habían sido otorgadas por su organización, organización de la cual "la habían echado", y al parecer, ahora también habían bloqueado sus tarjetas. —Son unos imbéciles... Ahora sí los mato —dijo entre risas, se supone que debería estar enojada, pero la situación la hacía sentir como estar viendo una película de comedia. El bartender le dió una mirada acusadora a la peliblanca, y le hizo señas con un gesto disimulado al portero del lugar, para que no la dejara ir en caso de que intentara irse sin pagar. Illyiv lo notó y siguió riendo. —No es que no tenga dinero, tengo mucho dinero... —dijo excusándose, haciendo gestos teatrales con las manos—. Es que... Mis jefes son unos imbéciles —dijo riéndose, mientras intentaba ponerse de pie, levantándose de la silla, solo para darse cuenta que estaba mareada y no podía mantenerse de pie. Illyiv comenzó a reírse nuevamente de la situación, mientras se sostenía con ayuda de la barra, y volvía a tomar asiento. Con una sonrisa irónica, Illyiv miró al bartender, quien se encontraba juzgandola en silencio. —Lo solucionare. —afirmó, con una sonrisa confiada, mientras alzaba su copa como si estuviera brindando por sus problemas, y tomaba otro trago. En aquel momento, tomó su celular, cuya pantalla estaba rota. Decidió llamar a [P4ranox] . Marcó el número y, por error y sin darse cuenta, en lugar de llamada, hizo videollamada. —¡Doriaaan! ¡Hermanitoooo! —gritó—. Tengo un problema... —añadió entre risas—. Mis jefes son imbéciles, me han bloqueado las tarjetas... Si, si, los mataré por eso...Pero ahora no puedo, tengo que pagar y no traigo dinero en efectivo Hablaba fuerte y el bartender escuchaba, pero no se tomaba en serio sus palabras. Mirando al bartender, la peliblanca lo señaló con su dedo índice de manera acusadora, y con una sonrisa irónica. —Él piensa que no tengo dinero y que lo quiero engañar... Claro que tengo dinero —dijo en una mezcla de indignación y burla, riéndose—. ¿Dorian? ¡Doriaaan! ¿Hermanito? —Illyiv seguía gritando a través del teléfono, no escuchaba nada, la música alta del lugar no le permitía escuchar, además, no hacía más que mover su teléfono de un lado a otro a cada instante. Probablemente Dorian ahora estaría viendo a través de la videollamada los mechones blancos de su cabello, o imágenes movidas del local cada vez que ella movía el teléfono. Colocó el celular sobre la barra, y se acercó al mismo, luego murmuró: —¿Debería pedir dinero a cualquiera de estas personas? —con una expresión pensativa, y luego volvió a reír. Con su dedo índice, comenzó a dar tap en la pantalla del teléfono, intentando colgar la llamada. Finalmente colgó, sin saber si Dorian la había alcanzado a escuchar o no. Lo cierto es que, en caso de que él le hubiera respondido, ella no había logrado escucharlo. En su estado de ebriedad, no era capaz de pensar con claridad y todo le parecía un chiste. (?)
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  • Este semestre pintaba diferente. Tendrían muchas más clases prácticas, pues había pasado ya la mitad de la carrera y era hora de que los estudiantes comenzaran a volar, que descubrieran qué parte de las Bellas Artes marcaría su vida.

    Y eso, para alguien como Irene, era demasiado precipitado.

    Siempre había sabido que dibujar era su forma de expresarse —lo de incendiar coches y hacer explotar árboles no eran más que una distracción por un bien mayor—, pues ahí podía crear mundos donde nadie podía molestarla. Tal vez un hobby demasiado típico para una chica un poquito solitaria que vivía en una mansión demasiado grande para la familia tan pequeña que tenía, pero Irene disfrutaba con el silencio. Le permitía concentrarse. Y ahora tenía demasiado ruido a su alrededor. Demasiadas voces.

    Demasiadas posibilidades.

    Y así pasaron varios días, que para Irene fueron como un abrir y cerrar de ojos. Sólo podía recordar los constantes chasquidos de Tahara para que atendiera la barra, o las manos de Mallory buscando una atención que rápidamente volvía a perder. Se sentía… desconectada de la realidad. ¿Era eso lo que llamaban disociación? Porque no era una sensación bonita.

    Y así pasaban los días, y el tiempo corría en contra.

    Hasta que vio a una chica tocar el piano en la estación de tren. Nunca se había pensado que esos vídeos que veía en redes sociales fueran ciertos. ¿Un músico en medio de un centro comercial tocando un piano de cola? ¿Y de repente se acerca alguien con un violín y tocan algo a la par? ¡Eso era matemáticamente imposible!

    Pues no. Frente a sus ojos llegó la excepción que confirmaba la regla. Y se quedó pasmada escuchando cada canción que tocaba la chica; a veces sola, a veces en compañía. Era algo magnético. Tan, tan magnético, que llegó a perder el asiento en el tren y se vio forzada a pillarse otro billete para volver a casa. Algo sumamente minúsculo para la fortuna que tendría algún día en sus manos, pero todo un universo de sensaciones al saber qué hacer con su vida a partir de ese semestre.
    Este semestre pintaba diferente. Tendrían muchas más clases prácticas, pues había pasado ya la mitad de la carrera y era hora de que los estudiantes comenzaran a volar, que descubrieran qué parte de las Bellas Artes marcaría su vida. Y eso, para alguien como Irene, era demasiado precipitado. Siempre había sabido que dibujar era su forma de expresarse —lo de incendiar coches y hacer explotar árboles no eran más que una distracción por un bien mayor—, pues ahí podía crear mundos donde nadie podía molestarla. Tal vez un hobby demasiado típico para una chica un poquito solitaria que vivía en una mansión demasiado grande para la familia tan pequeña que tenía, pero Irene disfrutaba con el silencio. Le permitía concentrarse. Y ahora tenía demasiado ruido a su alrededor. Demasiadas voces. Demasiadas posibilidades. Y así pasaron varios días, que para Irene fueron como un abrir y cerrar de ojos. Sólo podía recordar los constantes chasquidos de Tahara para que atendiera la barra, o las manos de Mallory buscando una atención que rápidamente volvía a perder. Se sentía… desconectada de la realidad. ¿Era eso lo que llamaban disociación? Porque no era una sensación bonita. Y así pasaban los días, y el tiempo corría en contra. Hasta que vio a una chica tocar el piano en la estación de tren. Nunca se había pensado que esos vídeos que veía en redes sociales fueran ciertos. ¿Un músico en medio de un centro comercial tocando un piano de cola? ¿Y de repente se acerca alguien con un violín y tocan algo a la par? ¡Eso era matemáticamente imposible! Pues no. Frente a sus ojos llegó la excepción que confirmaba la regla. Y se quedó pasmada escuchando cada canción que tocaba la chica; a veces sola, a veces en compañía. Era algo magnético. Tan, tan magnético, que llegó a perder el asiento en el tren y se vio forzada a pillarse otro billete para volver a casa. Algo sumamente minúsculo para la fortuna que tendría algún día en sus manos, pero todo un universo de sensaciones al saber qué hacer con su vida a partir de ese semestre.
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  • Capítulo #8: Actualidad; ¿Una esperanza latente?

    Han pasado casi 10 años desde que mi hogar fue destruido... hubo muchos intentos por recuperar el territorio de manos de la confraternidad, pero ha sido muy difícil... los enemigos son temibles, sus magias deforman y tuercen la realidad a su antojo y no hay arma que los elimine ni cerca de tan rápido como ellos mismos logran hacer... incluso grupos de brujos y clérigos de todo el mundo se han unido, buscando realizar un ritual para cerrar la brecha... entre ellos, mi amada esposa, Chloanne... ella era una suma sacerdotisa, descendiente de la familia real, quién efectuó un ritual de sacrificio para convertirse en un arcángel y usar sus nuevos poderes para intentar sellar la brecha, pues se rumoraba que el mundo de pesadilla del que la confraternidad proceden es también la fuente de su poder... pero incluso ese esfuerzo no dio frutos... la única esperanza que queda son leyendas antiguas; relatos infantiles que hoy día, con la locura y pesadillas que vagan por nuestro mundo, comienzan a sonar mejor que la total falta de un verdadero plan de acción; algunos dicen que nuestra única esperanza es encontrar el tamboril sagrado y a un elegido para ser el treceavo paladín... para así tal vez, solo tal vez, tener aliados lo bastante fuertes para proteger nuestro mundo...
    Capítulo #8: Actualidad; ¿Una esperanza latente? Han pasado casi 10 años desde que mi hogar fue destruido... hubo muchos intentos por recuperar el territorio de manos de la confraternidad, pero ha sido muy difícil... los enemigos son temibles, sus magias deforman y tuercen la realidad a su antojo y no hay arma que los elimine ni cerca de tan rápido como ellos mismos logran hacer... incluso grupos de brujos y clérigos de todo el mundo se han unido, buscando realizar un ritual para cerrar la brecha... entre ellos, mi amada esposa, Chloanne... ella era una suma sacerdotisa, descendiente de la familia real, quién efectuó un ritual de sacrificio para convertirse en un arcángel y usar sus nuevos poderes para intentar sellar la brecha, pues se rumoraba que el mundo de pesadilla del que la confraternidad proceden es también la fuente de su poder... pero incluso ese esfuerzo no dio frutos... la única esperanza que queda son leyendas antiguas; relatos infantiles que hoy día, con la locura y pesadillas que vagan por nuestro mundo, comienzan a sonar mejor que la total falta de un verdadero plan de acción; algunos dicen que nuestra única esperanza es encontrar el tamboril sagrado y a un elegido para ser el treceavo paladín... para así tal vez, solo tal vez, tener aliados lo bastante fuertes para proteger nuestro mundo...
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Debería haber una reacción de 'me excita' pero de excitarse no confundir con 'emocionarse'
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    Me enjaja
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