• -Atrapada en un cuerpo débil y vulnerable, se siente bastante inútil. No es algo que le guste. Al principio le pareció divertido, pero ahora, ante las potentes amenazas, se da cuenta de lo expuesta que está ella y otros que se encuentren a su lado.

    Necesita remediarlo cuanto antes ¿Pero cómo? Es como si hubiera olvidado también la razón por la que está justo así.

    —Carajo... —Musita mientras aprieta las sábanas azul turquesa del hospital público en el que fue internada luego de un aparatoso accidente. Y sin tener a quién llamar. Parece que ahora si lo ha perdido todo.-

    -Atrapada en un cuerpo débil y vulnerable, se siente bastante inútil. No es algo que le guste. Al principio le pareció divertido, pero ahora, ante las potentes amenazas, se da cuenta de lo expuesta que está ella y otros que se encuentren a su lado. Necesita remediarlo cuanto antes ¿Pero cómo? Es como si hubiera olvidado también la razón por la que está justo así. —Carajo... —Musita mientras aprieta las sábanas azul turquesa del hospital público en el que fue internada luego de un aparatoso accidente. Y sin tener a quién llamar. Parece que ahora si lo ha perdido todo.-
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  • Me en divertido lo suficiente?

    No ... Aún no

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  • —Le ha llegado un mensaje al móvil de parte de su jefa, concediéndole la tarde libre pues habría una fiesta por su cumpleaños en Andromeda. No iba a mentir, le sorprendió que no le tocase trabajar y, lo mejor de todo, estaba invitada a la fiesta de disfraces que se celebraría esa misma noche.

    Irene no era el alma de la fiesta, prefería lugares tranquilos donde perderse como si fuese su propia gata, pero de vez en cuando se permitía el capricho de seguir al rebaño estudiantil. Así que rebuscó en su armario con cierta frustración al no encontrar nada decente que llevar a la fiesta. Hasta que lo vio: un sombrero que había pertenecido a su abuelo —como gran parte de su ropa, que tanto odiaba su madre— y que consiguió rescatar de la quema cuando éste murió. Se miró al espejo, combinándolo con una camisa de cuadros y unos vaqueros viejos, con un cigarrillo de liar que trataría de no fumarse y que le aguantase todo el tiempo posible sobre la oreja izquierda—.
    —Le ha llegado un mensaje al móvil de parte de su jefa, concediéndole la tarde libre pues habría una fiesta por su cumpleaños en Andromeda. No iba a mentir, le sorprendió que no le tocase trabajar y, lo mejor de todo, estaba invitada a la fiesta de disfraces que se celebraría esa misma noche. Irene no era el alma de la fiesta, prefería lugares tranquilos donde perderse como si fuese su propia gata, pero de vez en cuando se permitía el capricho de seguir al rebaño estudiantil. Así que rebuscó en su armario con cierta frustración al no encontrar nada decente que llevar a la fiesta. Hasta que lo vio: un sombrero que había pertenecido a su abuelo —como gran parte de su ropa, que tanto odiaba su madre— y que consiguió rescatar de la quema cuando éste murió. Se miró al espejo, combinándolo con una camisa de cuadros y unos vaqueros viejos, con un cigarrillo de liar que trataría de no fumarse y que le aguantase todo el tiempo posible sobre la oreja izquierda—.
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  • - Señora... Ambos sabemos que ese saco de arroz no vale lo que usted me está pidiendo.- Decía algo frustrado al ver que la vendedora no da su brazo a torcer.

    Kazuo había bajado a la ciudad que estaba al piel del monte Inari (Kyoto feudal) para comprar algunos víveres. Pero la vendedora era muy obstinada y vendía el arroz a más precio del que correspondía. Esta era una mujer de avanzada edad, arrugada como una pasa seca. En cambio el zorro lucia una apariencia totalmente humana, pasando desapercibido hasta que sus ojos eran avistados, ese color azul intenso llamaba la atención aunque este no la deseará.

    Kazuo respira hondo y cambia el semblante de su rostro. Hace alago de toda su galantería y le sonríe de una forma suave pero arrolladora. La anciana intenta reprimir una sonrisita nerviosa mientras intenta alisar los pliegues de su yukata.

    - Vamos señora Takana, ya sabe que soy un humilde monje en el santuario. ¿no me haría este pequeño favor?.- Le decía con leve sonrisa picarona. Evitaba hacer relucir sus encantos en público, pero todo sea por el buen regateo.

    La señora Takana finalmente cede, extendiéndole a Kazuo el saco de arroz mientras esta tomaba el dinero de la mano del joven.

    -Siempre terminas convenciéndome muchacho, no se cómo lo haces. A veces pienso que usas brujería contra mi.- Decía esta finalmente con una sonrisa en los labios, claramente encantada con la actitud de Kazuo hacia ella.

    -Ya sabe que estos encantos solo los reservo para usted señora Takana. Que Inari la acompañe.* Decía Kazuo sin perder esa sonrisa cautivadora. La escena no pasa del todo desarpecivida, ya que un grupo de jovenes casaderas cuchicheaban y reían de forma suave mirando a Kazuo. Este hace una leve inclinación hacia ellas a modo de respetuosa despedida. Esto hace que incluso una de ellas profiera un gritito de emoción, haciendo que el resto de las jovenes se revoluonaran a un más.

    El zorro continuo su paso entre las calles, algunas estrechas en dirección al resto de comercios para hacer sus compras.
    - Señora... Ambos sabemos que ese saco de arroz no vale lo que usted me está pidiendo.- Decía algo frustrado al ver que la vendedora no da su brazo a torcer. Kazuo había bajado a la ciudad que estaba al piel del monte Inari (Kyoto feudal) para comprar algunos víveres. Pero la vendedora era muy obstinada y vendía el arroz a más precio del que correspondía. Esta era una mujer de avanzada edad, arrugada como una pasa seca. En cambio el zorro lucia una apariencia totalmente humana, pasando desapercibido hasta que sus ojos eran avistados, ese color azul intenso llamaba la atención aunque este no la deseará. Kazuo respira hondo y cambia el semblante de su rostro. Hace alago de toda su galantería y le sonríe de una forma suave pero arrolladora. La anciana intenta reprimir una sonrisita nerviosa mientras intenta alisar los pliegues de su yukata. - Vamos señora Takana, ya sabe que soy un humilde monje en el santuario. ¿no me haría este pequeño favor?.- Le decía con leve sonrisa picarona. Evitaba hacer relucir sus encantos en público, pero todo sea por el buen regateo. La señora Takana finalmente cede, extendiéndole a Kazuo el saco de arroz mientras esta tomaba el dinero de la mano del joven. -Siempre terminas convenciéndome muchacho, no se cómo lo haces. A veces pienso que usas brujería contra mi.- Decía esta finalmente con una sonrisa en los labios, claramente encantada con la actitud de Kazuo hacia ella. -Ya sabe que estos encantos solo los reservo para usted señora Takana. Que Inari la acompañe.* Decía Kazuo sin perder esa sonrisa cautivadora. La escena no pasa del todo desarpecivida, ya que un grupo de jovenes casaderas cuchicheaban y reían de forma suave mirando a Kazuo. Este hace una leve inclinación hacia ellas a modo de respetuosa despedida. Esto hace que incluso una de ellas profiera un gritito de emoción, haciendo que el resto de las jovenes se revoluonaran a un más. El zorro continuo su paso entre las calles, algunas estrechas en dirección al resto de comercios para hacer sus compras.
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  • Siempre hay sorpresas
    Fandom Mafias, Asesinos/as a sueldo.
    Categoría Original
    Yuri me había felicitado por los trabajos exitosos. Me concedió días libres y transfirió dinero a mi cuenta para que pueda gastarlo en lo que quisiera. Para celebrar, organizó una cena en mi nombre, a la cual asistieron varios asociados con sus familias.
    En mi habitación, un vestido negro con ciertos destellos estaba colgado en el perchero con una nota.

    -Esto es para tí, принцесса. Espero que lo uses en la noche. Yuri.

    Rápidamente me alisté y me puse el vestido. Masha, la ama de llaves, me arregló un poco el cabello trenzándolo de un lado y me prestó unos zapatos de tacón. Al verme en el espejo, se sentía extraño. Aunque se sintiera así, no me quedaba opción. Era lo menos que podía hacer.

    Rápidamente bajé a la sala y empecé a saludar a los invitados. Yuri me acompañaba sujetando mi mano cual padre a su hija. No tuve en cuenta que podría llegar a saludar a alguien que me sorprendería, en cierto modo, por su actitud. Alguien que no solo me haría modificar ciertas perspectivas, si no que despertaría algunas cuestiones que creí inexistentes.
    Yuri me había felicitado por los trabajos exitosos. Me concedió días libres y transfirió dinero a mi cuenta para que pueda gastarlo en lo que quisiera. Para celebrar, organizó una cena en mi nombre, a la cual asistieron varios asociados con sus familias. En mi habitación, un vestido negro con ciertos destellos estaba colgado en el perchero con una nota. -Esto es para tí, принцесса. Espero que lo uses en la noche. Yuri. Rápidamente me alisté y me puse el vestido. Masha, la ama de llaves, me arregló un poco el cabello trenzándolo de un lado y me prestó unos zapatos de tacón. Al verme en el espejo, se sentía extraño. Aunque se sintiera así, no me quedaba opción. Era lo menos que podía hacer. Rápidamente bajé a la sala y empecé a saludar a los invitados. Yuri me acompañaba sujetando mi mano cual padre a su hija. No tuve en cuenta que podría llegar a saludar a alguien que me sorprendería, en cierto modo, por su actitud. Alguien que no solo me haría modificar ciertas perspectivas, si no que despertaría algunas cuestiones que creí inexistentes.
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  • Noche perpetua, un cielo negro que se pierde más allá de la vista.
    Un campo de rosas, pétalos carmesí, gotas escarlatas que se extienden hasta el oscuro horizonte.
    Allí yace Hansel Russo, de rodillas en medio de estatuas grotescamente troceadas y con sus restos esparcidos de un lado a otro.
    Otra vez estaba ahí, en ese mundo odioso y onírico. Pero ésta vez era diferente, pues en una de sus manos se encuentra enredado un peculiar hilo rojizo.

    —Mi pequeño y miserable Hansel, ¿Sabes qué es eso?—

    Russo alzó la mirada con el ceño fruncido, odiaba con su alma aquella voz burlona y arrogante.
    Al verlo notó que el hilo pasa por el lado de ese monstruo y se extiende hasta más allá de noche perpetua. No supo que responder, por lo que guardó silencio.

    —Es una distracción, Hansel, eso es. En algún futuro tratara de hacerte olvidar tu glorioso propósito.—

    —¿Cuál propósito, sufrir hasta los ochenta?—

    —¡Exacto!—

    Russo apretó los dientes, mientras cerraba sus manos en puños que tiemblan de rabia.

    —Pero no te preocupes, mi pequeño y miserable Hansel. Sé perfectamente cómo arreglarlo. —

    Hansel Russo presenció como ese monstruo tomó el hilo rojo desde dos alejados extremos con sus negras zarpas. Él tiró del hilo, lo tensó y lo estiró. Pero en su último intento lo cortó, tuvo que usar tanta fuerza que hizo temblar a Noche perpetua.

    Por un segundo, exactamente uno, Hansel Russo sintió frío, sintió como una aguda punzada atravesó su corazón y lo obligó a detenerse en ese corto momento. Por alguna razón se sentía vacío, como si le faltara algo, sentía un frío totalmente ajeno al que provocaba Noche perpetua.
    El hilo rojo se contrajo hasta perderse en el cielo negro, mientras que la parte de Russo quedó colgando en aquellas negras zarpas. Su brillo rojizo estaba muriendo, cada vez se tornaba más y más opaco.

    —¿Qué... Qué hiciste?—

    Tartamudeó el confundido Russo, quien miraba sin entender nada. Mientras que el monstruo, él sonreía, mostraba sus puntiagudos dientes en una sonrisa retorcida y demencial.

    —Tenía que ver con algo del destino, una cosa sin importancia; Algo con encontrarse con alguien especial. — Su respuesta iba cargada con aquella burla, con aquella arrogancia que le recordaba a Russo la enorme diferencia entre un humano y un ente de ese tipo.

    —Hansel Russo, aquel que marqué para ser mi punto de conexión con el mundo terrenal. Tu propósito es dar a conocer mi existencia, por cualquier medio que sea necesario. —

    El hombre de la marcas sintió como el aire era despojado de sus pulmones, de una forma tan agresiva que lo hizo caer de cara entre las rosas carmesí. No importa cuánto intentara, el aire simplemente no volvía y de a poco perdía la conciencia.

    —Así como te salvé de que cobraran tu alma en ese mugroso departamento, o como hiciste hace años en ese hospital psiquiátrico. Noche perpetua debe ser conocido, luego mi nombre será revelado. —

    Y eso fue lo último que escuchó Russo, luego de eso se hundió en un profundo silencio entre aquel mar de sangre y pétalos.

    .
    .
    .





    //Cualquiera diría que nomás ando torturando a Hansel a lo wey-
    PERO! Let me cook boy, todo va a tener su sentido- Si es que consigo dárselo

    Noche perpetua, un cielo negro que se pierde más allá de la vista. Un campo de rosas, pétalos carmesí, gotas escarlatas que se extienden hasta el oscuro horizonte. Allí yace Hansel Russo, de rodillas en medio de estatuas grotescamente troceadas y con sus restos esparcidos de un lado a otro. Otra vez estaba ahí, en ese mundo odioso y onírico. Pero ésta vez era diferente, pues en una de sus manos se encuentra enredado un peculiar hilo rojizo. —Mi pequeño y miserable Hansel, ¿Sabes qué es eso?— Russo alzó la mirada con el ceño fruncido, odiaba con su alma aquella voz burlona y arrogante. Al verlo notó que el hilo pasa por el lado de ese monstruo y se extiende hasta más allá de noche perpetua. No supo que responder, por lo que guardó silencio. —Es una distracción, Hansel, eso es. En algún futuro tratara de hacerte olvidar tu glorioso propósito.— —¿Cuál propósito, sufrir hasta los ochenta?— —¡Exacto!— Russo apretó los dientes, mientras cerraba sus manos en puños que tiemblan de rabia. —Pero no te preocupes, mi pequeño y miserable Hansel. Sé perfectamente cómo arreglarlo. — Hansel Russo presenció como ese monstruo tomó el hilo rojo desde dos alejados extremos con sus negras zarpas. Él tiró del hilo, lo tensó y lo estiró. Pero en su último intento lo cortó, tuvo que usar tanta fuerza que hizo temblar a Noche perpetua. Por un segundo, exactamente uno, Hansel Russo sintió frío, sintió como una aguda punzada atravesó su corazón y lo obligó a detenerse en ese corto momento. Por alguna razón se sentía vacío, como si le faltara algo, sentía un frío totalmente ajeno al que provocaba Noche perpetua. El hilo rojo se contrajo hasta perderse en el cielo negro, mientras que la parte de Russo quedó colgando en aquellas negras zarpas. Su brillo rojizo estaba muriendo, cada vez se tornaba más y más opaco. —¿Qué... Qué hiciste?— Tartamudeó el confundido Russo, quien miraba sin entender nada. Mientras que el monstruo, él sonreía, mostraba sus puntiagudos dientes en una sonrisa retorcida y demencial. —Tenía que ver con algo del destino, una cosa sin importancia; Algo con encontrarse con alguien especial. — Su respuesta iba cargada con aquella burla, con aquella arrogancia que le recordaba a Russo la enorme diferencia entre un humano y un ente de ese tipo. —Hansel Russo, aquel que marqué para ser mi punto de conexión con el mundo terrenal. Tu propósito es dar a conocer mi existencia, por cualquier medio que sea necesario. — El hombre de la marcas sintió como el aire era despojado de sus pulmones, de una forma tan agresiva que lo hizo caer de cara entre las rosas carmesí. No importa cuánto intentara, el aire simplemente no volvía y de a poco perdía la conciencia. —Así como te salvé de que cobraran tu alma en ese mugroso departamento, o como hiciste hace años en ese hospital psiquiátrico. Noche perpetua debe ser conocido, luego mi nombre será revelado. — Y eso fue lo último que escuchó Russo, luego de eso se hundió en un profundo silencio entre aquel mar de sangre y pétalos. . . . //Cualquiera diría que nomás ando torturando a Hansel a lo wey- PERO! Let me cook boy, todo va a tener su sentido- Si es que consigo dárselo :STK-21:
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  • — Aún me sorprende cómo es que me ha logrado estremecer... me encanta... le amo demasiado, preciosa Yae. ~
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  • Mi apariencia no es esa
    Fandom Original, mo dao zu shi
    Categoría Drama
    El elfo se había quedado dormido durante la tarde, a las fueras de la montaña que lleva a su hogar, había dormido tan profundo que no noto cuando unos hombres desconocidos le habían hecho un tipo de hechicería, que su cuerpo había cambiado completamente, teniendo una apariencia desconocida para él mismo.

    Cuando sitio que había dormido lo suficiente, despertó sintiéndose con más energía también un poco diferente, atribuye todo eso a la siesta que tuvo después del largo paseo ignorando que ya no era un elfo de cabellos dorados, ojos azules y delgados...
    Sino un hombre de largos cabellos oscuros, cuerpo atlético y quizás más joven..
    El elfo se había quedado dormido durante la tarde, a las fueras de la montaña que lleva a su hogar, había dormido tan profundo que no noto cuando unos hombres desconocidos le habían hecho un tipo de hechicería, que su cuerpo había cambiado completamente, teniendo una apariencia desconocida para él mismo. Cuando sitio que había dormido lo suficiente, despertó sintiéndose con más energía también un poco diferente, atribuye todo eso a la siesta que tuvo después del largo paseo ignorando que ya no era un elfo de cabellos dorados, ojos azules y delgados... Sino un hombre de largos cabellos oscuros, cuerpo atlético y quizás más joven..
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    Grupal
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  • —El objetivo ha sido «eliminado». Avisa a la central que la zona está despejada.

    Comentó con un tono tranquilo mientras descargaba el rifle, guardando las municiones en un un pequeño saco que colgaba de su cintura.

    —Espera... —una luz parpadeante en el transmisor detuvo su marcha al cuartel—. Hay algo o alguien más. Avísale a York que está noche no llego a cenar.

    No dió tiempo a que le contestaran de vuelta, ya había cortado la transmisión y con ello reanudó su caminar por el ático de la iglesia hasta la salida más cercana.
    —El objetivo ha sido «eliminado». Avisa a la central que la zona está despejada. Comentó con un tono tranquilo mientras descargaba el rifle, guardando las municiones en un un pequeño saco que colgaba de su cintura. —Espera... —una luz parpadeante en el transmisor detuvo su marcha al cuartel—. Hay algo o alguien más. Avísale a York que está noche no llego a cenar. No dió tiempo a que le contestaran de vuelta, ya había cortado la transmisión y con ello reanudó su caminar por el ático de la iglesia hasta la salida más cercana.
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  • Lazos de sangre
    Fandom Lucifer // OC
    Categoría Original
    Para ser una noche de sábado, Lucifer se encontraba, sorpresivamente, en casa, hacía unos días había comenzado a sentirse mal, algo que no pasaba ya que él no se enfermaba, había empezado con síntomas como una especie de ataque de ansiedad, sudor frío, hambre (algo que tampoco sentía), temblaba y sentía que en cualquier momento iba a desfallecer, por lo que se encontraba recostado en el sofá de su casa mientras uno de sus empleados, le obligaba a beber algo insípido que según él, se llamaba "solución salina", sabía a nada y eso irritaba a Lucifer que estaba a nada de aventar a alguien por el balcón. Durante las últimas 48 horas había consumido cantidades peligrosas para cualquier humano de alcohol y drogas esperando deshacerse de esa estúpida sensación, más nada le había aliviado, empezaba a preguntarse si quizá aquello tenía relación con que su padre lo estaba cazando...¿y si alguno de sus hermanos lo envenenó y él no se dio cuenta?, ¿y si habían encontrado la forma de debilitarlo mientras estaba en su forma humana?, empezó a entrar en pánico cuando un terrible dolor lo recorrió desde la cabeza, hasta la punta de sus pies.
    Necesitaba respuestas...sentía que estaba muriendo.
    Para ser una noche de sábado, Lucifer se encontraba, sorpresivamente, en casa, hacía unos días había comenzado a sentirse mal, algo que no pasaba ya que él no se enfermaba, había empezado con síntomas como una especie de ataque de ansiedad, sudor frío, hambre (algo que tampoco sentía), temblaba y sentía que en cualquier momento iba a desfallecer, por lo que se encontraba recostado en el sofá de su casa mientras uno de sus empleados, le obligaba a beber algo insípido que según él, se llamaba "solución salina", sabía a nada y eso irritaba a Lucifer que estaba a nada de aventar a alguien por el balcón. Durante las últimas 48 horas había consumido cantidades peligrosas para cualquier humano de alcohol y drogas esperando deshacerse de esa estúpida sensación, más nada le había aliviado, empezaba a preguntarse si quizá aquello tenía relación con que su padre lo estaba cazando...¿y si alguno de sus hermanos lo envenenó y él no se dio cuenta?, ¿y si habían encontrado la forma de debilitarlo mientras estaba en su forma humana?, empezó a entrar en pánico cuando un terrible dolor lo recorrió desde la cabeza, hasta la punta de sus pies. Necesitaba respuestas...sentía que estaba muriendo.
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