• Se que me extrañas, que el pensar en mi te mata, si fueras valiente vendrías y me hablarías. Pero tienes tanto miedo de lo que pueda suceder. Mientras tanto yo aquí con una sonrisa, mirando la nieve que es igual de fría que tu sonrisa.


    Me llaman, Romeo JA
    Se que me extrañas, que el pensar en mi te mata, si fueras valiente vendrías y me hablarías. Pero tienes tanto miedo de lo que pueda suceder. Mientras tanto yo aquí con una sonrisa, mirando la nieve que es igual de fría que tu sonrisa. Me llaman, Romeo JA
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    https://youtu.be/fI9OLDevpDc?si=utzET3-J_dTJ2AsW

    Esa Blanca nieves saca las garras

    ¿Que hace Sherk y Fiona ahi?
    https://youtu.be/fI9OLDevpDc?si=utzET3-J_dTJ2AsW Esa Blanca nieves saca las garras ¿Que hace Sherk y Fiona ahi?
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    -Entre los encuentros y las despedidas,
    veo que, en el mundo,
    la nieve y el viento se derriten en la palma de mi mano
    y los dioses cierran sus ojos en primavera.

    Lo sé, sus arrepentimientos
    se suavizan después del abrazo.
    El sufrimiento arde con el amor.
    El lamento resuena bajo el mundo.

    Oí que ellos dijeron:
    para resistir las manos que caen sin cesar,
    para resistir el oro empapado de tristeza,
    para resistir las aguas negras que no tienen lenguaje.

    Para resistir la muerte, ellos cantan.
    Cantan para preservar la vida de los recuerdos.
    Cantan por el camino hacia un lejano mar de flores,
    diciendo que el destino debe partir desde allí.

    "También quiero extender mis manos".
    Solo quiero suplicar que no lo hagan.
    No se queden en ese instante de encuentro y despedida.

    ¿Quién escribirá el poema llamado "Castorice"?
    🦋-Entre los encuentros y las despedidas, veo que, en el mundo, la nieve y el viento se derriten en la palma de mi mano y los dioses cierran sus ojos en primavera. Lo sé, sus arrepentimientos se suavizan después del abrazo. El sufrimiento arde con el amor. El lamento resuena bajo el mundo. Oí que ellos dijeron: para resistir las manos que caen sin cesar, para resistir el oro empapado de tristeza, para resistir las aguas negras que no tienen lenguaje. Para resistir la muerte, ellos cantan. Cantan para preservar la vida de los recuerdos. Cantan por el camino hacia un lejano mar de flores, diciendo que el destino debe partir desde allí. "También quiero extender mis manos". Solo quiero suplicar que no lo hagan. No se queden en ese instante de encuentro y despedida. ¿Quién escribirá el poema llamado "Castorice"?
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  • Hace muchos años una ola de frío abrazaba con fuerza a la aldea Konoha. Muchos niños aprovechaban para salir a jugar con la nieve, armando muñecos de nieve o tirándose bolas de esta misma.

    Durante una tarde, después de un entrenamiento duro, buscó a su primo Neji, esperando a que la acompañase a jugar junto con ella al igual que otros niños, pero este se negó rotundamente. Con el corazón hecho pedazos se aguantó las lágrimas para correr hacia fuera con el paraguas en mano.

    Al llegar se dió cuenta que no estaba lo suficientemente abrigada para estar fuera, pero no quería volver. Sabía que su padre estaría totalmente desinteresado en ella, dándole más atención a su hermana menor o simplemente entrenando con su primo.

    Por más que los dedos se le congelaban y los pies empezaban a dolerle, quiso pasar un momento de felicidad, así fue como hizo un muñeco de nieve como mejor pudo, buscando cualquier material que le servirá.

    —Yokatta...
    Hace muchos años una ola de frío abrazaba con fuerza a la aldea Konoha. Muchos niños aprovechaban para salir a jugar con la nieve, armando muñecos de nieve o tirándose bolas de esta misma. Durante una tarde, después de un entrenamiento duro, buscó a su primo Neji, esperando a que la acompañase a jugar junto con ella al igual que otros niños, pero este se negó rotundamente. Con el corazón hecho pedazos se aguantó las lágrimas para correr hacia fuera con el paraguas en mano. Al llegar se dió cuenta que no estaba lo suficientemente abrigada para estar fuera, pero no quería volver. Sabía que su padre estaría totalmente desinteresado en ella, dándole más atención a su hermana menor o simplemente entrenando con su primo. Por más que los dedos se le congelaban y los pies empezaban a dolerle, quiso pasar un momento de felicidad, así fue como hizo un muñeco de nieve como mejor pudo, buscando cualquier material que le servirá. —Yokatta...
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  • Eclipse Conjurado

    Fondo Musical:

    https://www.youtube.com/watch?v=H0vMGJXtTLc

    Emblemático, supremo, tan dadivoso que hasta las golondrinas podían sentirlo relucir de entre todos los entramados. Se mueve como una oruga, ondulante y de presteza acérrima; quién sino como en el cómo equilibrar la grandeza de su ensoñación. Eleva la crucialita de la aurora boreal de su rostro. Las gotas de sus cuencas, de vestimenta de bruna osadía, hieden a incienso y candores incorruptos. La rueda del tiempo cabalga sobre su pelvis, corrompida por los laureles que arropan la estructura de su corporeidad.

    Esa tan ajena a lo casual de las bestias y estrellas, sangre y altares que forman los aromas de su cuerpo.

    Se persigna, se persigna, se persigna. Sus treinta y tres extremidades hacen el amor con la anatomía de esa nieve lluvia, garganta, espalda, mano y sien que son sometidas a la tortura de sus ecos nacientes. Cercenadas sus primeras almas decaen en el pozo del purgatorio, como una cascada sobre el embrollo de sus versales, de tan crecientes crisálidas indistintas de parir a la villanía de sus pensamientos: venideros de su imaginación.

    Ondula, rasga, acalla su mudez. Muge, ladra, bala y su voz no perfora la pared de hierro, porque los cordeles del eclipse que lo ha reclamado como suyo, cala por sus huesos. Los clavos de la esclavitud con la que lo han condenado enciende la llamada de a los más santos soñadores.

    Frialdad inevitable, gala presea que degüella la profundidad de sus espejismos.

    Trocean los más inmolados la veintena de sus dedos; quedan otras docenas más por las que repartir entre las crías que escudan sus amainadas promesas. Crecen sus alabeos de desideratas. Decrecen sus solfeos de liras labradas con huesos de sus costillas.

    Dignifican el conjuro sobre el mural del teatro en el que representa la buena obra por la que ha arribado al equilibrio de ese planeta corrompido por sendos exterminios. Es un príncipe o una princesa, no se sabe cuál, a la espera de su propio yo. Corrompida su doblegues de premura acaudala; los primeros ritos, segundos compases, terceros valses provocan el emerger del coseno de su madre en el centro de las entrañas del mismísimo regente amanecido.

    Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne. Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne. Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne. Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne. Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne.

    Equilibrio del conjurado que sostiene el machete sobre la bilis que ensucia sus labiales y el tronco de su garganta. Muge, ladra y bala con la espesura de un rosal, al instante en que encalla en las orillas. Le reciben con la locura anunciada a sus abismos de emancipación. Con canela desdobla los puntos de la playa. Crea y ejecuta empinadas obras maestras.

    Chocan y vibran, vibran y chocan en el terrario donde las mariposas son depuestas en frascos que encierran a sus deseos. Su garganta es cercenada y el manantial decae de entre el clamor de la comedia, que se luce en su ser con inevitables capacidades de ser riego de mantos y otros conjuros, que en la aldea se pueden sopesar como una buena nueva para los más propensos a ser nacimiento de esperanza.

    Gracia de lunares, en Fa sostenida. Equilibrio de pastizales sobre el puente de mis mejillas. Tersura de rostros, soy un príncipe de sueños. Un Ángel clandestino en tiempo de obsidianas. Maltrecho de corazón, ruego por nosotros en este orfanatorio de poetas muertos. Quien a la causa ennoblece sus extremidades, las junta con un entramado de prismas.

    Un sollozo de espinas renace de entre sus piernas. Muge, ladra y bala y la música sostiene el terror de su mente, la que te imagina con tu manzana dorada en el contraes del arrullo de tus labios. Arrullas a los gritos de otros prisioneros que se decapitan a sí mismos, con malsana y crudezas agallas.

    El eclipse que anuncia la prontitud de la mortandad, es una vez y sólo una vez, de amalgamas de otros tantos afluentes de libertad. De santos aparecidos. De santos cercenados. De otros tantos que se dan las manos en amaestra hambruna y que hacen el amor para romper la maldición de valles de crisantemos y cardenales de plata.
    Eclipse Conjurado Fondo Musical: https://www.youtube.com/watch?v=H0vMGJXtTLc Emblemático, supremo, tan dadivoso que hasta las golondrinas podían sentirlo relucir de entre todos los entramados. Se mueve como una oruga, ondulante y de presteza acérrima; quién sino como en el cómo equilibrar la grandeza de su ensoñación. Eleva la crucialita de la aurora boreal de su rostro. Las gotas de sus cuencas, de vestimenta de bruna osadía, hieden a incienso y candores incorruptos. La rueda del tiempo cabalga sobre su pelvis, corrompida por los laureles que arropan la estructura de su corporeidad. Esa tan ajena a lo casual de las bestias y estrellas, sangre y altares que forman los aromas de su cuerpo. Se persigna, se persigna, se persigna. Sus treinta y tres extremidades hacen el amor con la anatomía de esa nieve lluvia, garganta, espalda, mano y sien que son sometidas a la tortura de sus ecos nacientes. Cercenadas sus primeras almas decaen en el pozo del purgatorio, como una cascada sobre el embrollo de sus versales, de tan crecientes crisálidas indistintas de parir a la villanía de sus pensamientos: venideros de su imaginación. Ondula, rasga, acalla su mudez. Muge, ladra, bala y su voz no perfora la pared de hierro, porque los cordeles del eclipse que lo ha reclamado como suyo, cala por sus huesos. Los clavos de la esclavitud con la que lo han condenado enciende la llamada de a los más santos soñadores. Frialdad inevitable, gala presea que degüella la profundidad de sus espejismos. Trocean los más inmolados la veintena de sus dedos; quedan otras docenas más por las que repartir entre las crías que escudan sus amainadas promesas. Crecen sus alabeos de desideratas. Decrecen sus solfeos de liras labradas con huesos de sus costillas. Dignifican el conjuro sobre el mural del teatro en el que representa la buena obra por la que ha arribado al equilibrio de ese planeta corrompido por sendos exterminios. Es un príncipe o una princesa, no se sabe cuál, a la espera de su propio yo. Corrompida su doblegues de premura acaudala; los primeros ritos, segundos compases, terceros valses provocan el emerger del coseno de su madre en el centro de las entrañas del mismísimo regente amanecido. Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne. Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne. Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne. Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne. Zinc, trigo, trigal, opio y hierro. Incierto. Cava profundo el pozo de su ausencia de rebeldía perenne. Equilibrio del conjurado que sostiene el machete sobre la bilis que ensucia sus labiales y el tronco de su garganta. Muge, ladra y bala con la espesura de un rosal, al instante en que encalla en las orillas. Le reciben con la locura anunciada a sus abismos de emancipación. Con canela desdobla los puntos de la playa. Crea y ejecuta empinadas obras maestras. Chocan y vibran, vibran y chocan en el terrario donde las mariposas son depuestas en frascos que encierran a sus deseos. Su garganta es cercenada y el manantial decae de entre el clamor de la comedia, que se luce en su ser con inevitables capacidades de ser riego de mantos y otros conjuros, que en la aldea se pueden sopesar como una buena nueva para los más propensos a ser nacimiento de esperanza. Gracia de lunares, en Fa sostenida. Equilibrio de pastizales sobre el puente de mis mejillas. Tersura de rostros, soy un príncipe de sueños. Un Ángel clandestino en tiempo de obsidianas. Maltrecho de corazón, ruego por nosotros en este orfanatorio de poetas muertos. Quien a la causa ennoblece sus extremidades, las junta con un entramado de prismas. Un sollozo de espinas renace de entre sus piernas. Muge, ladra y bala y la música sostiene el terror de su mente, la que te imagina con tu manzana dorada en el contraes del arrullo de tus labios. Arrullas a los gritos de otros prisioneros que se decapitan a sí mismos, con malsana y crudezas agallas. El eclipse que anuncia la prontitud de la mortandad, es una vez y sólo una vez, de amalgamas de otros tantos afluentes de libertad. De santos aparecidos. De santos cercenados. De otros tantos que se dan las manos en amaestra hambruna y que hacen el amor para romper la maldición de valles de crisantemos y cardenales de plata.
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  • Pues me di mi capricho de disfrazarme de Blanca Nieves y me quedo hermosa...
    Lo malo, disney no me contrato porque no soy tan inclusiva.
    Pues me di mi capricho de disfrazarme de Blanca Nieves y me quedo hermosa... Lo malo, disney no me contrato porque no soy tan inclusiva.
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  • Pónganme una película oscura y seria la mejor Blanca Nieves.
    Pónganme una película oscura y seria la mejor Blanca Nieves.
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  • quien para hacer angeles de nieve? *dijo el demonio mientras se acuesta en la nieve*
    quien para hacer angeles de nieve? *dijo el demonio mientras se acuesta en la nieve*
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  • Me ha caído un buen de nieve y me siento como si me fuese a quedar dormida de lo bien que se está así.
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  • Aquella noche de invierno Kazuo salió al exterior del templo. A pesar del frío y la nieve este caminó descalzo hasta llegar a un pequeño llano.

    El Yōkai se puso de rodillas y del interior de su Haori sacó algunos hojas de papel.

    Estos eran oraciones. Peticiones de personas de corazón noble que merecían ser escuchadas por los dioses. Kazuo como mensajero era quien se encargaba de que estas llegasen hasta Inari.

    Las páginas comentaron a deshacerse, transformándose en motas doradas que se alzaban al cielo. Ni siquiera el viento era capaz de arrastrarlas, puesto que estas tenían un destino fijo.

    Poco a poco las manos del zorro quedarían vacías, dando por finalizado su cometido como mensajero.
    Aquella noche de invierno Kazuo salió al exterior del templo. A pesar del frío y la nieve este caminó descalzo hasta llegar a un pequeño llano. El Yōkai se puso de rodillas y del interior de su Haori sacó algunos hojas de papel. Estos eran oraciones. Peticiones de personas de corazón noble que merecían ser escuchadas por los dioses. Kazuo como mensajero era quien se encargaba de que estas llegasen hasta Inari. Las páginas comentaron a deshacerse, transformándose en motas doradas que se alzaban al cielo. Ni siquiera el viento era capaz de arrastrarlas, puesto que estas tenían un destino fijo. Poco a poco las manos del zorro quedarían vacías, dando por finalizado su cometido como mensajero.
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