Misión secreta
El chofer detuvo el coche justo frente a la entrada principal. No esperé a que me abrieran la puerta sino que me bajé con un pie ya preparado, con la abertura del vestido negro marcando el ritmo de mis pasos. Largo, ceñido. La tela dejaba una pierna al descubierto y el escote era discreto.
Mi pelo caía suelto, brillante, negro como tinta fresca. Había dejado que me lo rizaran en el estudio justo antes de salir. Me gustaba que todo estuviera bajo control, incluso mi cabello.
La seguridad me conocía. No revisaron nada. Ni bolso, ni cuerpo. Eso me gustaba. Esa confianza ciega que da miedo y así entré.
El aire olía a perfume caro, alcohol derramado, las paredes llenas de espejos. Las copas de cristal.
Reconocí a varias. Jefas de grupos medianos, guardaespaldas disfrazadas de modelos. Nadie aquí era lo que aparentaba.
Ni yo.
Me deslicé entre ellas sin prisa. Medía. Escuchaba nombres. Y me dirigí a la barra para pedir un whisky esperando que empezara la acción.
Mía Russo
Mi pelo caía suelto, brillante, negro como tinta fresca. Había dejado que me lo rizaran en el estudio justo antes de salir. Me gustaba que todo estuviera bajo control, incluso mi cabello.
La seguridad me conocía. No revisaron nada. Ni bolso, ni cuerpo. Eso me gustaba. Esa confianza ciega que da miedo y así entré.
El aire olía a perfume caro, alcohol derramado, las paredes llenas de espejos. Las copas de cristal.
Reconocí a varias. Jefas de grupos medianos, guardaespaldas disfrazadas de modelos. Nadie aquí era lo que aparentaba.
Ni yo.
Me deslicé entre ellas sin prisa. Medía. Escuchaba nombres. Y me dirigí a la barra para pedir un whisky esperando que empezara la acción.
Mía Russo
El chofer detuvo el coche justo frente a la entrada principal. No esperé a que me abrieran la puerta sino que me bajé con un pie ya preparado, con la abertura del vestido negro marcando el ritmo de mis pasos. Largo, ceñido. La tela dejaba una pierna al descubierto y el escote era discreto.
Mi pelo caía suelto, brillante, negro como tinta fresca. Había dejado que me lo rizaran en el estudio justo antes de salir. Me gustaba que todo estuviera bajo control, incluso mi cabello.
La seguridad me conocía. No revisaron nada. Ni bolso, ni cuerpo. Eso me gustaba. Esa confianza ciega que da miedo y así entré.
El aire olía a perfume caro, alcohol derramado, las paredes llenas de espejos. Las copas de cristal.
Reconocí a varias. Jefas de grupos medianos, guardaespaldas disfrazadas de modelos. Nadie aquí era lo que aparentaba.
Ni yo.
Me deslicé entre ellas sin prisa. Medía. Escuchaba nombres. Y me dirigí a la barra para pedir un whisky esperando que empezara la acción.
[Top_modelx95]
Tipo
Individual
Líneas
Cualquier línea
Estado
Terminado
99
turnos
0
maullidos