Tal y como prometió a Gaudy, viaja a Svartalfheim. Quería encargar una espada para el caballero y así ganarse su favor definitivamente. Envuelta en una capa oscura, cubría su rostro con una capucha, camina con ligereza, tanta, que los enanos con los que se cruza, apenas perciben su presencia. Llega a la fragua de sus amigos, los hermanos Sindri y Brok. Ambos estaban trabajando como solía encontrarlos en visitas anteriores.
-Sindri, Brok. No sabéis cómo me alegro de volver a verlos.
Al oírla hablar, pararon su trabajo. Se acercan a ella e hincan una rodilla en tierra, Brok dice.
-Bienvenida, diosa del caos.
-Gracias. Quiero haceros un encargo. Una espada para un buen caballero.
-Somos todos oídos, mi diosa.
Añade Brok. Ate les comenta las cualidades de la espada y sus hechizos. Los enanos tomaron nota de todos los detalles. Ella estaba contenta al ver la profesionalidad de los hermanos. Y sin más, dejaron lo que estaban haciendo y se pusieron manos a la obra. El tiempo pasaba lento, pero la diosa estuvo entretenida observando los diversos objetos creados por los enanos. La forja saltaba chispas al compás de los martillazos. En unas pocas horas, la espada ya estaba casi lista. Los enanos le habían dado dotes magicas a medida que trabajaban con ella, pero Ate le pone algún que otro encantamiento extra. Tras pagar, con un descuento que le aplicaron los enanos, Ate se despide de ellos dándoles un beso en la frente con delicadeza. Los hermanos se quedan atontados, siempre que ella hace acto de presencia, hay que decirlo. Y feliz, abandona la fragua y el mundo de los enanos con una espada mágica para Gaudy.
Tal y como prometió a Gaudy, viaja a Svartalfheim. Quería encargar una espada para el caballero y así ganarse su favor definitivamente. Envuelta en una capa oscura, cubría su rostro con una capucha, camina con ligereza, tanta, que los enanos con los que se cruza, apenas perciben su presencia. Llega a la fragua de sus amigos, los hermanos Sindri y Brok. Ambos estaban trabajando como solía encontrarlos en visitas anteriores.
-Sindri, Brok. No sabéis cómo me alegro de volver a verlos.
Al oírla hablar, pararon su trabajo. Se acercan a ella e hincan una rodilla en tierra, Brok dice.
-Bienvenida, diosa del caos.
-Gracias. Quiero haceros un encargo. Una espada para un buen caballero.
-Somos todos oídos, mi diosa.
Añade Brok. Ate les comenta las cualidades de la espada y sus hechizos. Los enanos tomaron nota de todos los detalles. Ella estaba contenta al ver la profesionalidad de los hermanos. Y sin más, dejaron lo que estaban haciendo y se pusieron manos a la obra. El tiempo pasaba lento, pero la diosa estuvo entretenida observando los diversos objetos creados por los enanos. La forja saltaba chispas al compás de los martillazos. En unas pocas horas, la espada ya estaba casi lista. Los enanos le habían dado dotes magicas a medida que trabajaban con ella, pero Ate le pone algún que otro encantamiento extra. Tras pagar, con un descuento que le aplicaron los enanos, Ate se despide de ellos dándoles un beso en la frente con delicadeza. Los hermanos se quedan atontados, siempre que ella hace acto de presencia, hay que decirlo. Y feliz, abandona la fragua y el mundo de los enanos con una espada mágica para Gaudy.