-Astaroth, la demonio de la sabiduría y la manipulación, se encontraba en su despacho, un lugar que, a pesar de su naturaleza infernal, estaba decorado con un gusto exquisito. Las paredes estaban adornadas con tapices oscuros que representaban escenas de tentación y caos, mientras que una luz tenue iluminaba su escritorio, donde se apilaban documentos de almas perdidas y contratos de condena.
Con una pluma en mano, Astaroth daba pequeños toques al papel, como si cada golpe fuera una nota en una sinfonía de desdicha. Su expresión serena contrastaba con la naturaleza de su trabajo; era una Duquesa en un reino de sombras, y su papel era crucial en el engranaje del infierno.
Mientras revisaba un contrato, recordó a un alma que había llegado recientemente, un joven que había hecho un pacto por ambición. -¿Qué les cuesta entender que cada decisión tiene un precio?-, pensó Astaroth, sintiendo una mezcla de compasión y diversión. La ambición desmedida era un camino directo hacia su oficina, y ella disfrutaba de cada momento de su trabajo.
De repente, un golpe en la puerta interrumpió su concentración. Era uno de sus asistentes, un pequeño demonio con alas desgastadas y una mirada ansiosa. "Mi señora Astaroth, hay un nuevo grupo de almas que desean negociar. Dicen que han encontrado una forma de eludir sus contratos."
Astaroth sonrió, una sonrisa que no prometía nada bueno.- ¿Eludir contratos? Oh, qué encantador. Llévalos a la sala de audiencias. Les enseñaré que en el infierno, la responsabilidad es tan real como el fuego que nos rodea.-
Mientras se levantaba de su silla, Astaroth sintió el peso de su papel como guardiana de las almas. Sabía que su trabajo no era solo un trámite; era una lección que debía impartirse. Cada alma que cruzaba su puerta era una historia, un recordatorio de que las decisiones tienen consecuencias. Y en su reino, esas consecuencias eran eternas.
https://youtu.be/TLCyHgQOXtw?si=jRiyugrEQQcFUcLS -Astaroth, la demonio de la sabiduría y la manipulación, se encontraba en su despacho, un lugar que, a pesar de su naturaleza infernal, estaba decorado con un gusto exquisito. Las paredes estaban adornadas con tapices oscuros que representaban escenas de tentación y caos, mientras que una luz tenue iluminaba su escritorio, donde se apilaban documentos de almas perdidas y contratos de condena.
Con una pluma en mano, Astaroth daba pequeños toques al papel, como si cada golpe fuera una nota en una sinfonía de desdicha. Su expresión serena contrastaba con la naturaleza de su trabajo; era una Duquesa en un reino de sombras, y su papel era crucial en el engranaje del infierno.
Mientras revisaba un contrato, recordó a un alma que había llegado recientemente, un joven que había hecho un pacto por ambición. -¿Qué les cuesta entender que cada decisión tiene un precio?-, pensó Astaroth, sintiendo una mezcla de compasión y diversión. La ambición desmedida era un camino directo hacia su oficina, y ella disfrutaba de cada momento de su trabajo.
De repente, un golpe en la puerta interrumpió su concentración. Era uno de sus asistentes, un pequeño demonio con alas desgastadas y una mirada ansiosa. "Mi señora Astaroth, hay un nuevo grupo de almas que desean negociar. Dicen que han encontrado una forma de eludir sus contratos."
Astaroth sonrió, una sonrisa que no prometía nada bueno.- ¿Eludir contratos? Oh, qué encantador. Llévalos a la sala de audiencias. Les enseñaré que en el infierno, la responsabilidad es tan real como el fuego que nos rodea.-
Mientras se levantaba de su silla, Astaroth sintió el peso de su papel como guardiana de las almas. Sabía que su trabajo no era solo un trámite; era una lección que debía impartirse. Cada alma que cruzaba su puerta era una historia, un recordatorio de que las decisiones tienen consecuencias. Y en su reino, esas consecuencias eran eternas. https://youtu.be/TLCyHgQOXtw?si=jRiyugrEQQcFUcLS