• Tú me provocas sentimientos que me son totalmente ajenos. Es muy perturbador. A mí me gusta el control....y contigo eso... Simplemente se evapora (?)
    Tú me provocas sentimientos que me son totalmente ajenos. Es muy perturbador. A mí me gusta el control....y contigo eso... Simplemente se evapora (?)
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  • Supongo que este es el momento en donde el hombre acepta su debilidad y puede decir abiertamente...

    Yo también te extraño.
    Supongo que este es el momento en donde el hombre acepta su debilidad y puede decir abiertamente... Yo también te extraño.
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  • - Nyx estaba por una aldea cercana que estaba siendo atacada por demonios , pero no eran de que ella conocía así que más tuvo que ayudar usando su magia de las sombras sale un dragón gigante -

    Vayan , busquen refugió estarán bien .

    - dijos con una sonrisa a los humanos de allí,y mientras el gran dragón gigante asia lo suyo -
    - Nyx estaba por una aldea cercana que estaba siendo atacada por demonios , pero no eran de que ella conocía así que más tuvo que ayudar usando su magia de las sombras sale un dragón gigante - Vayan , busquen refugió estarán bien . - dijos con una sonrisa a los humanos de allí,y mientras el gran dragón gigante asia lo suyo -
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    https://youtu.be/17P-XQwg0SU?si=86gHVAwGWkWKy8yq

    ¡Buen viaje!
    Dejaremos atrás todo nuestro dolor y nuestras lágrimas...
    De esa manera podremos seguir sonriendo... •́⁠ ⁠ ⁠‿⁠ ⁠,⁠•̀
    https://youtu.be/17P-XQwg0SU?si=86gHVAwGWkWKy8yq ¡Buen viaje! Dejaremos atrás todo nuestro dolor y nuestras lágrimas... De esa manera podremos seguir sonriendo... 😭😭😭 •́⁠ ⁠ ⁠‿⁠ ⁠,⁠•̀
    Me entristece
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    — Suelo ser rencorosa —
    — Suelo ser rencorosa —
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  • -Elisabetta abrió los ojos en un espacio indefinido, bañado en una penumbra viscosa, donde los sonidos parecían resonar desde muy lejos. Allí estaba de nuevo, atrapada en el sueño que no la dejaba descansar desde su infancia.

    El escenario frente a ella era una habitación familiar: el salón de su antigua casa, donde los muebles parecían enormes y amenazantes, como si fueran diseñados para aplastarla en cualquier momento. Podía sentir la mano de su gemelo, Flavio, aferrada a la suya con fuerza, ambos apenas unos niños de ocho años. Sus pequeñas figuras estaban medio escondidas detrás de la cortina pesada de terciopelo rojo que cubría los ventanales de aquella mansión.

    La voz de su madre resonaba como una melodía rota desde la otra habitación, riendo con alguien, pero Elisabetta no podía distinguir quién era. Los pasos de un hombre resonaban en el suelo de mármol, cada vez más fuertes, más graves, mientras se acercaba.

    Ella sabía lo que vendría, pero no podía moverse ni cambiar el curso de lo que iba a suceder. Era como si el sueño tuviera vida propia, repitiendo la escena una y otra vez. El hombre entró al salón. Su rostro estaba envuelto en sombras, pero el destello de una hoja afilada se reflejaba con claridad en la luz amarillenta de la lámpara.

    El grito de su madre llenó el aire justo antes de que el filo descendiera, cortando algo más que carne. Cortaba la infancia de Flavio, la inocencia de ella, y dejaba una herida imborrable en sus almas.

    Elisabetta sentía que el pánico y la impotencia la asfixiaban. Quería gritar, correr hacia su madre, pero sus piernas estaban clavadas al suelo. Luego de unos largos segundos, la pequeña giró su rostro hacia su hermano, y en sus ojos reflejaba lo que ambos sentían: miedo, furia y una chispa de algo más oscuro, algo que solo comenzó a crecer después de esa noche.

    Elisabetta se despertó de golpe y con un jadeo, se sentó rápidamente y estaba cubierta de sudor frío. Su corazón golpeaba con fuerza, y por un momento, aún podía oír el eco del grito de su madre en sus oídos. Pero cuando miró a su alrededor, solo encontró el frío y vacío silencio de su habitación. Una noche más, el pasado no la había dejado escapar-

    -Elisabetta abrió los ojos en un espacio indefinido, bañado en una penumbra viscosa, donde los sonidos parecían resonar desde muy lejos. Allí estaba de nuevo, atrapada en el sueño que no la dejaba descansar desde su infancia. El escenario frente a ella era una habitación familiar: el salón de su antigua casa, donde los muebles parecían enormes y amenazantes, como si fueran diseñados para aplastarla en cualquier momento. Podía sentir la mano de su gemelo, Flavio, aferrada a la suya con fuerza, ambos apenas unos niños de ocho años. Sus pequeñas figuras estaban medio escondidas detrás de la cortina pesada de terciopelo rojo que cubría los ventanales de aquella mansión. La voz de su madre resonaba como una melodía rota desde la otra habitación, riendo con alguien, pero Elisabetta no podía distinguir quién era. Los pasos de un hombre resonaban en el suelo de mármol, cada vez más fuertes, más graves, mientras se acercaba. Ella sabía lo que vendría, pero no podía moverse ni cambiar el curso de lo que iba a suceder. Era como si el sueño tuviera vida propia, repitiendo la escena una y otra vez. El hombre entró al salón. Su rostro estaba envuelto en sombras, pero el destello de una hoja afilada se reflejaba con claridad en la luz amarillenta de la lámpara. El grito de su madre llenó el aire justo antes de que el filo descendiera, cortando algo más que carne. Cortaba la infancia de Flavio, la inocencia de ella, y dejaba una herida imborrable en sus almas. Elisabetta sentía que el pánico y la impotencia la asfixiaban. Quería gritar, correr hacia su madre, pero sus piernas estaban clavadas al suelo. Luego de unos largos segundos, la pequeña giró su rostro hacia su hermano, y en sus ojos reflejaba lo que ambos sentían: miedo, furia y una chispa de algo más oscuro, algo que solo comenzó a crecer después de esa noche. Elisabetta se despertó de golpe y con un jadeo, se sentó rápidamente y estaba cubierta de sudor frío. Su corazón golpeaba con fuerza, y por un momento, aún podía oír el eco del grito de su madre en sus oídos. Pero cuando miró a su alrededor, solo encontró el frío y vacío silencio de su habitación. Una noche más, el pasado no la había dejado escapar-
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  • — Fingamos que me gusta interactuar—
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  • — La verdad es que no soy de muchas palabras —
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  • — Noches calurosas, me pregunto ¿si logran dormir?—
    — Noches calurosas, me pregunto ¿si logran dormir?—
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  • Besarte están exitante que no puedo evitar morderte déjame probar más de ti quiero más y volverme adicto a ti
    Besarte están exitante que no puedo evitar morderte déjame probar más de ti quiero más y volverme adicto a ti
    Me endiabla
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