Olfato de beso en estas clamorosas cenizas, pureza en tu memoria, risa de tu cruda arena; revélame el juicio ahora tus lecturas de tarot de huesos; tu Aeridyz.
Ya presenta mis pisadas ante el calor de tus cuernos, ya untados con esta música de vara, de carne, de odio; tu inocencia medida en resumidas paredes de anillos de luz. Sé él, ella, ustedes, nosotros, vuestro regalo. Ese ejemplo de grandeza dormida, de arraigo en el paraíso que presentas.
Ah, delirio. Oh, Amor. Me transformo en mariposas, esqueléticos mausoleos mesurados que vislumbran en mí la prudencia del renacer. Acompaño a tus donceles de piedra caliza. Acompaño al recuerdo de tu locura.
¿Quién eres en este bosque de tardío sollozo? Silbo para amarte, silbo para recordarte la presencia del equilibrio. Silbo en tu tumba, de cristales y conchas marinas.
Obra, obra, obra del Padre de la Tierna Noche, nuestra Madre, nuestro Hijo, Rey, Reina, sollozo mortal e inmortal de perdón, ese que descubro en tus abiertas pupilas.
¿Mi traición te es amada? ¿Tengo el perdón de tu corazón negro como la brea? Serpiente de escamas, de pagos apagados; corazón de carmesí cuna. Pura, pureza. Ruina de mis hijos, en lugares vacíos, plantas de podridas moscas. Cólmame de tus besos y riégame con la verdad de tu rocío.
Olfato de beso en estas clamorosas cenizas, pureza en tu memoria, risa de tu cruda arena; revélame el juicio ahora tus lecturas de tarot de huesos; tu Aeridyz.
Ya presenta mis pisadas ante el calor de tus cuernos, ya untados con esta música de vara, de carne, de odio; tu inocencia medida en resumidas paredes de anillos de luz. Sé él, ella, ustedes, nosotros, vuestro regalo. Ese ejemplo de grandeza dormida, de arraigo en el paraíso que presentas.
Ah, delirio. Oh, Amor. Me transformo en mariposas, esqueléticos mausoleos mesurados que vislumbran en mí la prudencia del renacer. Acompaño a tus donceles de piedra caliza. Acompaño al recuerdo de tu locura.
¿Quién eres en este bosque de tardío sollozo? Silbo para amarte, silbo para recordarte la presencia del equilibrio. Silbo en tu tumba, de cristales y conchas marinas.
Obra, obra, obra del Padre de la Tierna Noche, nuestra Madre, nuestro Hijo, Rey, Reina, sollozo mortal e inmortal de perdón, ese que descubro en tus abiertas pupilas.
¿Mi traición te es amada? ¿Tengo el perdón de tu corazón negro como la brea? Serpiente de escamas, de pagos apagados; corazón de carmesí cuna. Pura, pureza. Ruina de mis hijos, en lugares vacíos, plantas de podridas moscas. Cólmame de tus besos y riégame con la verdad de tu rocío.