𝖀𝖓𝖔 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝖙𝖔𝖉𝖔𝖘, 𝖙𝖔𝖉𝖔𝖘 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝖚𝖓𝖔. @Andrew Kim
ㅤEl tiempo estaba en su contra. Era grave y lo sabía. Era muy malo. No había comido nada en la última semana. Al menos nada que en serio pudiera alimentarlo como tal, con lo que necesitaba para mantenerse en pie. No podría mantener su forma humana por más tiempo si no comía pronto y temía que pudiera ser en cualquier momento. En que donde menos lo espere, deje caer su máscara para quedar expuesto ante el peligro más grande, los cazadores que no tardarían ni un segundo en saber que se trataba de un Calamitus. La única vez que se vio a Xie vulnerable.
ㅤNo le quedaba otra opción, llamaría a la única persona que sabía de su condición y podría ayudarlo. Con las manos ligeramente temblorosas tomó su teléfono, no lo usaba nunca, más que para trabajo. Aún así, tenía a su amigo agendado allí por si acaso algo sucedía. Escribió un mensaje apresurado, detallando la gravedad del problema y un punto de encuentro razonable para ambos; su tienda de antigüedades.
ㅤLuego de enviar el mensaje, Xie tomó la ropa que había apartado para ese día. A pesar de parecer un matón con tatuajes en todo el cuerpo, mantenía una imagen intachable para ir al trabajo. Pantalones de vestir, camisas y abrigos largos. En esta ocasión, una gabardina negra que ondeaba ligeramente al caminar. Eran unas pocas calles las que separaba su apartamento de la tienda de la que era propietario. Al llegar, colocó la llave en la cerradura y giró. No debía tardar mucho en llegar.
ㅤAl entrar en el negocio, las estanterías repletas de artículos lo recibieron como si lo estuvieran esperando desde el día anterior. Antes de avanzar, cerró la puerta detrás de sí sin cambiar el cartel de "cerrado" a "abierto" ya que no quería que un cliente apareciera mientras mantenía la charla con su amigo, nadie tenía que escuchar aquello. Puso a preparar una ronda de café en la cafetera que había comprado para tener allí en sus jornadas laborales. Seguía sin entender cómo es que las personas se podían mantener despiertas con ello, a él no le hacía absolutamente nada. ¿Sería por no ser humano o aquello era una simple estrategia retorcida para vender otras bebidas?
No se detuvo mucho tiempo a pensar en aquello. Se apoyó con ambas manos en el mostrador de la pequeñísima cocina de la cual disponía en la tienda, respirando agitado intentaba socegarse. Sólo tenía que aguantar un poco más y explicarle la situación a su amigo. A partir de ahí todo iba a mejorar, estaba seguro de ello. Aunque a juzgar por la expresión que tenía en el rostro sabía que el contrario podría adivinar fácilmente lo que le ocurría. Tres toques en la puerta, esa era la señal para entrar.
ㅤNo le quedaba otra opción, llamaría a la única persona que sabía de su condición y podría ayudarlo. Con las manos ligeramente temblorosas tomó su teléfono, no lo usaba nunca, más que para trabajo. Aún así, tenía a su amigo agendado allí por si acaso algo sucedía. Escribió un mensaje apresurado, detallando la gravedad del problema y un punto de encuentro razonable para ambos; su tienda de antigüedades.
ㅤLuego de enviar el mensaje, Xie tomó la ropa que había apartado para ese día. A pesar de parecer un matón con tatuajes en todo el cuerpo, mantenía una imagen intachable para ir al trabajo. Pantalones de vestir, camisas y abrigos largos. En esta ocasión, una gabardina negra que ondeaba ligeramente al caminar. Eran unas pocas calles las que separaba su apartamento de la tienda de la que era propietario. Al llegar, colocó la llave en la cerradura y giró. No debía tardar mucho en llegar.
ㅤAl entrar en el negocio, las estanterías repletas de artículos lo recibieron como si lo estuvieran esperando desde el día anterior. Antes de avanzar, cerró la puerta detrás de sí sin cambiar el cartel de "cerrado" a "abierto" ya que no quería que un cliente apareciera mientras mantenía la charla con su amigo, nadie tenía que escuchar aquello. Puso a preparar una ronda de café en la cafetera que había comprado para tener allí en sus jornadas laborales. Seguía sin entender cómo es que las personas se podían mantener despiertas con ello, a él no le hacía absolutamente nada. ¿Sería por no ser humano o aquello era una simple estrategia retorcida para vender otras bebidas?
No se detuvo mucho tiempo a pensar en aquello. Se apoyó con ambas manos en el mostrador de la pequeñísima cocina de la cual disponía en la tienda, respirando agitado intentaba socegarse. Sólo tenía que aguantar un poco más y explicarle la situación a su amigo. A partir de ahí todo iba a mejorar, estaba seguro de ello. Aunque a juzgar por la expresión que tenía en el rostro sabía que el contrario podría adivinar fácilmente lo que le ocurría. Tres toques en la puerta, esa era la señal para entrar.
ㅤEl tiempo estaba en su contra. Era grave y lo sabía. Era muy malo. No había comido nada en la última semana. Al menos nada que en serio pudiera alimentarlo como tal, con lo que necesitaba para mantenerse en pie. No podría mantener su forma humana por más tiempo si no comía pronto y temía que pudiera ser en cualquier momento. En que donde menos lo espere, deje caer su máscara para quedar expuesto ante el peligro más grande, los cazadores que no tardarían ni un segundo en saber que se trataba de un Calamitus. La única vez que se vio a Xie vulnerable.
ㅤNo le quedaba otra opción, llamaría a la única persona que sabía de su condición y podría ayudarlo. Con las manos ligeramente temblorosas tomó su teléfono, no lo usaba nunca, más que para trabajo. Aún así, tenía a su amigo agendado allí por si acaso algo sucedía. Escribió un mensaje apresurado, detallando la gravedad del problema y un punto de encuentro razonable para ambos; su tienda de antigüedades.
ㅤLuego de enviar el mensaje, Xie tomó la ropa que había apartado para ese día. A pesar de parecer un matón con tatuajes en todo el cuerpo, mantenía una imagen intachable para ir al trabajo. Pantalones de vestir, camisas y abrigos largos. En esta ocasión, una gabardina negra que ondeaba ligeramente al caminar. Eran unas pocas calles las que separaba su apartamento de la tienda de la que era propietario. Al llegar, colocó la llave en la cerradura y giró. No debía tardar mucho en llegar.
ㅤAl entrar en el negocio, las estanterías repletas de artículos lo recibieron como si lo estuvieran esperando desde el día anterior. Antes de avanzar, cerró la puerta detrás de sí sin cambiar el cartel de "cerrado" a "abierto" ya que no quería que un cliente apareciera mientras mantenía la charla con su amigo, nadie tenía que escuchar aquello. Puso a preparar una ronda de café en la cafetera que había comprado para tener allí en sus jornadas laborales. Seguía sin entender cómo es que las personas se podían mantener despiertas con ello, a él no le hacía absolutamente nada. ¿Sería por no ser humano o aquello era una simple estrategia retorcida para vender otras bebidas?
No se detuvo mucho tiempo a pensar en aquello. Se apoyó con ambas manos en el mostrador de la pequeñísima cocina de la cual disponía en la tienda, respirando agitado intentaba socegarse. Sólo tenía que aguantar un poco más y explicarle la situación a su amigo. A partir de ahí todo iba a mejorar, estaba seguro de ello. Aunque a juzgar por la expresión que tenía en el rostro sabía que el contrario podría adivinar fácilmente lo que le ocurría. Tres toques en la puerta, esa era la señal para entrar.
Tipo
Grupal
Líneas
25
Estado
Disponible