La luz tenue del amanecer se colaba entre las cortinas cuando Sailor abrió los ojos. El cuarto seguía en silencio, con la respiración profunda de Alek llenándolo todo de una calma dulce. Se giró hacia él con suavidad, lo contempló unos segundos y, sin pensarlo demasiado, se inclinó para dejar un beso delicado en su frente. Lo hizo con tanto cuidado que ni su respiración cambió.
Se deslizó fuera de la cama sin hacer ruido, dejando sus pies descalzos sobre el suelo frío, y caminó hacia la cocina. Recordaba perfectamente el desayuno que Alek le había preparado el día anterior. Había algo tan hermoso en ese gesto que decidió devolverlo a su manera. Sin magia. Todo hecho con sus propias manos.
Se ató el delantal, recogió el cabello y empezó a trabajar. Preparó la masa para los waffles y los vertió con cuidado en moldes en forma de corazón. Doró el tocino, luego lo enrolló en pequeños espirales como flores. Los huevos los cocinó dentro de moldes en forma de estrella, cuidando que la yema quedara perfecta en el centro. La fruta la cortó en cubos y estrellas, disponiéndola como un pequeño arcoíris en un platito.
Exprimió jugo de naranja fresco, tostó rebanadas de pan en forma de corazón, y preparó muffins esponjosos. Antes de meterlos al horno, con una manga pastelera trazó las iniciales "S + A" en la parte superior de cada uno, usando mezcla de cacao. Sonrió satisfecha al ver cómo quedaban al salir, doraditos y con las letras visibles.
Cuando todo estuvo listo, lo acomodó con esmero en una gran charola de madera. Colocó servilletas bordadas, una flor silvestre en un pequeño frasco y la llevó de regreso al cuarto, cargándola con ambas manos.
Alek seguía dormido, enredado en las sábanas, la cara apacible. Con sumo cuidado, Sailor dejó la charola en el lado vacío de la cama. Luego se agachó a su lado, quedando en cuclillas para poder estar a su altura. Lo observó con una dulzura reservada, casi como si quisiera guardar ese momento en su memoria.
Se inclinó y le dio un beso suave en los labios.
—Buenos días, amor… —susurró, con la voz baja y cálida, como si su simple sonido pudiera acariciarlo.
Y se quedó ahí, esperando a que abriera los ojos, con la mirada serena y el corazón lleno.
Emberwing Alek
Se deslizó fuera de la cama sin hacer ruido, dejando sus pies descalzos sobre el suelo frío, y caminó hacia la cocina. Recordaba perfectamente el desayuno que Alek le había preparado el día anterior. Había algo tan hermoso en ese gesto que decidió devolverlo a su manera. Sin magia. Todo hecho con sus propias manos.
Se ató el delantal, recogió el cabello y empezó a trabajar. Preparó la masa para los waffles y los vertió con cuidado en moldes en forma de corazón. Doró el tocino, luego lo enrolló en pequeños espirales como flores. Los huevos los cocinó dentro de moldes en forma de estrella, cuidando que la yema quedara perfecta en el centro. La fruta la cortó en cubos y estrellas, disponiéndola como un pequeño arcoíris en un platito.
Exprimió jugo de naranja fresco, tostó rebanadas de pan en forma de corazón, y preparó muffins esponjosos. Antes de meterlos al horno, con una manga pastelera trazó las iniciales "S + A" en la parte superior de cada uno, usando mezcla de cacao. Sonrió satisfecha al ver cómo quedaban al salir, doraditos y con las letras visibles.
Cuando todo estuvo listo, lo acomodó con esmero en una gran charola de madera. Colocó servilletas bordadas, una flor silvestre en un pequeño frasco y la llevó de regreso al cuarto, cargándola con ambas manos.
Alek seguía dormido, enredado en las sábanas, la cara apacible. Con sumo cuidado, Sailor dejó la charola en el lado vacío de la cama. Luego se agachó a su lado, quedando en cuclillas para poder estar a su altura. Lo observó con una dulzura reservada, casi como si quisiera guardar ese momento en su memoria.
Se inclinó y le dio un beso suave en los labios.
—Buenos días, amor… —susurró, con la voz baja y cálida, como si su simple sonido pudiera acariciarlo.
Y se quedó ahí, esperando a que abriera los ojos, con la mirada serena y el corazón lleno.
Emberwing Alek
La luz tenue del amanecer se colaba entre las cortinas cuando Sailor abrió los ojos. El cuarto seguía en silencio, con la respiración profunda de Alek llenándolo todo de una calma dulce. Se giró hacia él con suavidad, lo contempló unos segundos y, sin pensarlo demasiado, se inclinó para dejar un beso delicado en su frente. Lo hizo con tanto cuidado que ni su respiración cambió.
Se deslizó fuera de la cama sin hacer ruido, dejando sus pies descalzos sobre el suelo frío, y caminó hacia la cocina. Recordaba perfectamente el desayuno que Alek le había preparado el día anterior. Había algo tan hermoso en ese gesto que decidió devolverlo a su manera. Sin magia. Todo hecho con sus propias manos.
Se ató el delantal, recogió el cabello y empezó a trabajar. Preparó la masa para los waffles y los vertió con cuidado en moldes en forma de corazón. Doró el tocino, luego lo enrolló en pequeños espirales como flores. Los huevos los cocinó dentro de moldes en forma de estrella, cuidando que la yema quedara perfecta en el centro. La fruta la cortó en cubos y estrellas, disponiéndola como un pequeño arcoíris en un platito.
Exprimió jugo de naranja fresco, tostó rebanadas de pan en forma de corazón, y preparó muffins esponjosos. Antes de meterlos al horno, con una manga pastelera trazó las iniciales "S + A" en la parte superior de cada uno, usando mezcla de cacao. Sonrió satisfecha al ver cómo quedaban al salir, doraditos y con las letras visibles.
Cuando todo estuvo listo, lo acomodó con esmero en una gran charola de madera. Colocó servilletas bordadas, una flor silvestre en un pequeño frasco y la llevó de regreso al cuarto, cargándola con ambas manos.
Alek seguía dormido, enredado en las sábanas, la cara apacible. Con sumo cuidado, Sailor dejó la charola en el lado vacío de la cama. Luego se agachó a su lado, quedando en cuclillas para poder estar a su altura. Lo observó con una dulzura reservada, casi como si quisiera guardar ese momento en su memoria.
Se inclinó y le dio un beso suave en los labios.
—Buenos días, amor… —susurró, con la voz baja y cálida, como si su simple sonido pudiera acariciarlo.
Y se quedó ahí, esperando a que abriera los ojos, con la mirada serena y el corazón lleno.
[Emberwing_Alek]

