“La nieve aún estaba caliente.”
La mayoría cree que el frío te insensibiliza, que entume el cuerpo y los sentidos. Pero no.
En noches como esa, cada aliento que exhalas duele. Y cuando hay sangre... esa se siente más caliente que nunca.
Estaba en las afueras de Vladivostok. Una célula vampírica vieja, tan arcaica que adoraban a Drácula como si fuera una deidad. Se habían infiltrado en una planta energética abandonada, drenando humanos como si fueran baterías.
Llegué solo. Así como me gusta.
El primero que se me lanzó tenía garras, la mandíbula desencajada y un olor a podredumbre antigua. El último, sin embargo... tenía miedo.
Cuando clavé la espada en el suelo helado, su sangre todavía chispeaba caliente. El silencio volvió. Solo quedábamos yo... la neblina... y un cielo que no perdona.
Los demás héroes nunca pisan estos lugares. Yo sí.
Porque si no lo hago yo... nadie más lo hará.
— ๐๐๐๐๐
๐๐ก๐ ๐๐๐ฒ๐ฐ๐๐ฅ๐ค๐๐ซ
ๅๅฝฑ · ์ธ์
La mayoría cree que el frío te insensibiliza, que entume el cuerpo y los sentidos. Pero no.
En noches como esa, cada aliento que exhalas duele. Y cuando hay sangre... esa se siente más caliente que nunca.
Estaba en las afueras de Vladivostok. Una célula vampírica vieja, tan arcaica que adoraban a Drácula como si fuera una deidad. Se habían infiltrado en una planta energética abandonada, drenando humanos como si fueran baterías.
Llegué solo. Así como me gusta.
El primero que se me lanzó tenía garras, la mandíbula desencajada y un olor a podredumbre antigua. El último, sin embargo... tenía miedo.
Cuando clavé la espada en el suelo helado, su sangre todavía chispeaba caliente. El silencio volvió. Solo quedábamos yo... la neblina... y un cielo que no perdona.
Los demás héroes nunca pisan estos lugares. Yo sí.
Porque si no lo hago yo... nadie más lo hará.
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“La nieve aún estaba caliente.”
La mayoría cree que el frío te insensibiliza, que entume el cuerpo y los sentidos. Pero no.
En noches como esa, cada aliento que exhalas duele. Y cuando hay sangre... esa se siente más caliente que nunca.
Estaba en las afueras de Vladivostok. Una célula vampírica vieja, tan arcaica que adoraban a Drácula como si fuera una deidad. Se habían infiltrado en una planta energética abandonada, drenando humanos como si fueran baterías.
Llegué solo. Así como me gusta.
El primero que se me lanzó tenía garras, la mandíbula desencajada y un olor a podredumbre antigua. El último, sin embargo... tenía miedo.
Cuando clavé la espada en el suelo helado, su sangre todavía chispeaba caliente. El silencio volvió. Solo quedábamos yo... la neblina... y un cielo que no perdona.
Los demás héroes nunca pisan estos lugares. Yo sí.
Porque si no lo hago yo... nadie más lo hará.
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