Rei no había dado señales de vida durante todo el día, los lugares que siempre concurría estaban desiertos. Al parecer, no había pasado el día durmiendo, sino vagando sin rumbo bajo el abrasador sol. Se lo podía ver caminando por las calles con una sombrilla en mano, buscando desesperadamente un poco de sombra en medio de la implacable luz del día.
Pero no fue hasta la atardecer que finalmente hizo su aparición, aún quejándose en voz alta mientras paseaba con su característica pereza por los alrededores, aun seguia portando una sombrilla abierta para protegerse del inclemente sol, buscando desesperadamente un atisbo de sombra y alivio.
Vestido con la ropa más ligera que pudo encontrar en su clóset, sus largos cabellos oscuros estaban cuidadosamente recogidos en una coleta, dejando sus hombros libres para recibir una brisa imaginaria que certeramente no llegaba.
—Ugh! —se lamentó en voz alta, su rostro expresando su exasperación. —No entiendo cómo hay personas que aman este clima infernal. —
Pero no fue hasta la atardecer que finalmente hizo su aparición, aún quejándose en voz alta mientras paseaba con su característica pereza por los alrededores, aun seguia portando una sombrilla abierta para protegerse del inclemente sol, buscando desesperadamente un atisbo de sombra y alivio.
Vestido con la ropa más ligera que pudo encontrar en su clóset, sus largos cabellos oscuros estaban cuidadosamente recogidos en una coleta, dejando sus hombros libres para recibir una brisa imaginaria que certeramente no llegaba.
—Ugh! —se lamentó en voz alta, su rostro expresando su exasperación. —No entiendo cómo hay personas que aman este clima infernal. —
Rei no había dado señales de vida durante todo el día, los lugares que siempre concurría estaban desiertos. Al parecer, no había pasado el día durmiendo, sino vagando sin rumbo bajo el abrasador sol. Se lo podía ver caminando por las calles con una sombrilla en mano, buscando desesperadamente un poco de sombra en medio de la implacable luz del día.
Pero no fue hasta la atardecer que finalmente hizo su aparición, aún quejándose en voz alta mientras paseaba con su característica pereza por los alrededores, aun seguia portando una sombrilla abierta para protegerse del inclemente sol, buscando desesperadamente un atisbo de sombra y alivio.
Vestido con la ropa más ligera que pudo encontrar en su clóset, sus largos cabellos oscuros estaban cuidadosamente recogidos en una coleta, dejando sus hombros libres para recibir una brisa imaginaria que certeramente no llegaba.
—Ugh! —se lamentó en voz alta, su rostro expresando su exasperación. —No entiendo cómo hay personas que aman este clima infernal. —

