[Rol Libre] Bar Lost Souls (Centro de Ebetsu - Japón)
Categoría Otros
[Rol Libre] [Dimensión 107 – Tierra 4 (Tierra)] [Ebetsu - Japón] [Loc: Bar Lost Souls - Centro de Ebetsu] [Lugar occidentalizado frecuentado generalmente por motociclistas, ubicado en el centro de Ebetsu a pocas cuadras del museo nacional.]

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Para él aquello se había convertido en un habito que se repetía cada noche alrededor de las ocho tras salir del museo donde estaba gestionando la compra de unas piezas de arte para su colección, como un bucle infinito que siempre lo llevaba a un mismo punto. Parqueaba su Harley-Davidson modificada color carmín mate en la bahía al frente del bar, se bajaba y con casco en mano entraba en aquel aposento en pleno centro de Ebetsu. Un lugar occidentalizado hasta más no poder, tanto que parecía otra dimensión, una isla en el corazón de otra como una matrioshka con olor a cigarrillo y alcohol dulce.

Entrega el casco a un mozo que le saludó con gran sonrisa y confianza para luego sentarse en la barra donde la bella bartender ya le tenía el whisky que más le gustaba en las rocas y un cigarrillo para él, encendido por ella (lo sabía por la huella de su labial rojo intenso impresa en el filtro) sobre un cenicero cuadrado.
[Rol Libre] [Dimensión 107 – Tierra 4 (Tierra)] [Ebetsu - Japón] [Loc: Bar Lost Souls - Centro de Ebetsu] [Lugar occidentalizado frecuentado generalmente por motociclistas, ubicado en el centro de Ebetsu a pocas cuadras del museo nacional.] --- Para él aquello se había convertido en un habito que se repetía cada noche alrededor de las ocho tras salir del museo donde estaba gestionando la compra de unas piezas de arte para su colección, como un bucle infinito que siempre lo llevaba a un mismo punto. Parqueaba su Harley-Davidson modificada color carmín mate en la bahía al frente del bar, se bajaba y con casco en mano entraba en aquel aposento en pleno centro de Ebetsu. Un lugar occidentalizado hasta más no poder, tanto que parecía otra dimensión, una isla en el corazón de otra como una matrioshka con olor a cigarrillo y alcohol dulce. Entrega el casco a un mozo que le saludó con gran sonrisa y confianza para luego sentarse en la barra donde la bella bartender ya le tenía el whisky que más le gustaba en las rocas y un cigarrillo para él, encendido por ella (lo sabía por la huella de su labial rojo intenso impresa en el filtro) sobre un cenicero cuadrado.
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