Se encontraba de pie en la sala de su piso, rodeado por las cálidas llamas de la chimenea que crepitaban con un resplandor anaranjado mientras observaba el emblema de su casa cuando estudió en Hogwarts. Se podía vislumbrar un león majestuoso tallado en el escudo, fue allí, cuando una oleada de nostalgia y gratitud lo invadió. Recordó los días en los que él, junto con sus compañeros, compartía risas, amistad y desafíos. Las noches pasadas estudiando para los exámenes, los emocionantes partidos de Quidditch en los que Gryffindor se alzaba victorioso y las conversaciones nocturnas que tejían lazos que perdurarían toda la vida.
Se encontraba de pie en la sala de su piso, rodeado por las cálidas llamas de la chimenea que crepitaban con un resplandor anaranjado mientras observaba el emblema de su casa cuando estudió en Hogwarts. Se podía vislumbrar un león majestuoso tallado en el escudo, fue allí, cuando una oleada de nostalgia y gratitud lo invadió. Recordó los días en los que él, junto con sus compañeros, compartía risas, amistad y desafíos. Las noches pasadas estudiando para los exámenes, los emocionantes partidos de Quidditch en los que Gryffindor se alzaba victorioso y las conversaciones nocturnas que tejían lazos que perdurarían toda la vida.