Enchanted
Categoría Fantasía
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝑻𝒉𝒊𝒔 𝒊𝒔 𝒎𝒆 𝒑𝒓𝒂𝒚𝒊𝒏𝒈 𝒕𝒉𝒂𝒕
ㅤㅤㅤㅤㅤ𝑻𝒉𝒊𝒔 𝒘𝒂𝒔 𝒕𝒉𝒆 𝒗𝒆𝒓𝒚 𝒇𝒊𝒓𝒔𝒕 𝒑𝒂𝒈𝒆
ㅤㅤㅤㅤㅤ𝑵𝒐𝒕 𝒘𝒉𝒆𝒓𝒆 𝒕𝒉𝒆 𝒔𝒕𝒐𝒓𝒚 𝒍𝒊𝒏𝒆 𝒆𝒏𝒅𝒔
ㅤㅤㅤㅤ𝑴𝒚 𝒕𝒉𝒐𝒖𝒈𝒉𝒕𝒔 𝒘𝒊𝒍𝒍 𝒆𝒄𝒉𝒐 𝒚𝒐𝒖𝒓 𝒏𝒂𝒎𝒆,
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝒖𝒏𝒕𝒊𝒍 𝑰 𝒔𝒆𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒂𝒈𝒂𝒊𝒏
ㅤㅤㅤㅤ𝑻𝒉𝒆𝒔𝒆 𝒂𝒓𝒆 𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒐𝒓𝒅𝒔 𝑰 𝒉𝒆𝒍𝒅 𝒃𝒂𝒄𝒌

ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ↳ Rol con Sammy Winchester


Ciertas cosas de la vida no pueden simplemente planearse. El destino es caprichoso y no siempre justo; tratar de nadar contra él puede ser una senda peliaguda que, habitualmente, concluye en un fracaso. Se había vuelto loca tratando de hallar, no solo el momento preciso, sino también las palabras adecuadas para un acercamiento de ese calibre. Se había convencido de que no necesitaba una respuesta, solo exponer su propia situación sentimental, abrirse por entero de una forma que jamás había llegado a hacer con nadie.

A quién quería mentir, estaba asustada, y la razón resultaba tan simple que se le antojaba incluso ridícula: nunca pensó que la opinión de una persona sobre sí misma podría llegar a significar tanto. Que /él/ significaba tanto.

La luna la mantenía sentimental. Decidió que debía ser bajo su hechizo que la confesión tuviera lugar porque solía tomarse las cosas con mucha mejor perspectiva. Incluso si albergaba la esperanza de una reciprocidad, la realidad era mucho menos utópica: se preparaba para el rechazo.

No obstante, si bien había planeado la conversación, cuando decidió dar el paso y salir de la habitación, el enloquecido latido y las trémulas manos oscurecieron ligeramente toda palabra que pudiera haber ensayado. Exhaló el aire detenida en mitad del pasillo y se mentalizó.

Fuera había oscurecido. No sabía dónde estaba Dean y poco le importaba. Con lo que estaba a punto de hacer casi prefería que no hubiera nadie más en el búnker. La figura del menor de los Winchester guardaba esa pacífica calma mientras leía, con el rostro recortado por la luz de una lamparilla mientras sus cambiantes ocelos se deslizaban con parsimonia por las letras. El hechizo de su presencia se deshizo al pasar una hoja, e hizo amago de decir algo. Tras un titubeo, cogió aire y reclamó su atención.

— ¿Sam? ¿Puedo hablar contigo?

Mientras él dejaba de lado la lectura, tironeó con nerviosismo de las mangas de la camisa propiedad de Sam que vestía hasta ocultar los dedos entre estas. No podía mirarle a la cara, y la expectación de este deterioró considerablemente su determinación para hacer aquello.

— E-Es una bobada, en realidad.

Cogió aire y se convenció de soltarlo. Porque lo difícil no era decirlo, sino asumir las consecuencias de lo que desencadenaría. Inspiró profundamente de nuevo, hizo amago de exhalarlo añadiendo fonemas a la expiración… pero no llegó a hacerlo. Sacudió su zurda al sentir un repentino calambrazo, y oteó entonces la quemadura en la prenda, tan pequeña que perfectamente podría haber sido la de un cigarrillo. Sus prioridades fueron drásticamente trastocadas y se instauró en su pecho una sensación de histeria profunda. Había jugado con la magia, sabía que sus emociones eran un catalizador mágico que no debía pasar nunca por alto y estaban desatadas en aquel momento. No había tenido en cuenta que aquello podía acontecer. Alzó la turbada mirada hacia los ocelos de Sam y retrocedió un paso. No podía poner en juego la vida de alguien más porque la influencia de la luna y el descontrol de sus emociones, además de esa caprichosa necesidad de poner en palabras un sentimiento tan complejo como lo era el amor. Negó efusivamente y retrocedió un segundo paso.

— ¿Sabes qué? P-Puede esperar, tengo que irme.

Se disculpó con mirada vidriosa y le temblaron los labios antes de presionarlos. Otros dos pasos hacia atrás antes de darse la vuelta y romper por completo el contacto visual, pero no se atrevió a echar a correr hasta que estuvo prácticamente delante de la puerta del búnker, misma que cerró tras de sí. La luna, esa gitana nocturna que brillaba nacarada en el cielo, la recibió con los brazos abiertos mientras sacudía las manos, tratando en vano de deshacerse de las chispas que, exaltadas, surgían de la yema de sus dedos. Exhaló un gruñido de frustración mientras frotaba las palmas, pero el estado de agitación que se agravaba por momentos parecía tener un efecto intensificador. Perjuró en silencio mientras seguía alejándose del búnker, mas llegó un punto donde incluso tuvo que quitarse la camisa azul a cuadros y exponerse a la intemperie en sujetador porque las pequeñas chispas ascendían por los antebrazos en forma de serpenteantes destellos rubíes, dejando características marcas de quemaduras sobre la prenda.

— Maldita sea… - exhaló en un gimoteo suave frotándose los brazos al borde de la histeria.

Por qué justo en ese momento. ¿Se trataba de algún tipo de señal del destino? ¿Simplemente no tenía que suceder?

Nunca había llegado a controlar la magia del elemento fuego. Todas las veces que lograba algún atisbo de conjurar una pequeña llama acaban poniendo en peligro la integridad de su alrededor, por eso los aleatorios e improvisados entrenamientos que se proponía a sí misma siempre habían tenido lugar en un entorno que no supusiera la destrucción de la propiedad privada ajena. Exhaló un grito ahogado y dio un salto atrás cuando una de las pequeñas chispas creció en volumen e intensidad. El fuego inicialmente bermejo tornó ligeramente azulado al incrementar su temperatura, y se vio en la obligación de dar un paso atrás para que la diminuta pero terrible bola de fuego no le explotara contra el pecho.

Fue la primera de muchas. Había perdido completamente el control.
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝑻𝒉𝒊𝒔 𝒊𝒔 𝒎𝒆 𝒑𝒓𝒂𝒚𝒊𝒏𝒈 𝒕𝒉𝒂𝒕 ㅤㅤㅤㅤㅤ𝑻𝒉𝒊𝒔 𝒘𝒂𝒔 𝒕𝒉𝒆 𝒗𝒆𝒓𝒚 𝒇𝒊𝒓𝒔𝒕 𝒑𝒂𝒈𝒆 ㅤㅤㅤㅤㅤ𝑵𝒐𝒕 𝒘𝒉𝒆𝒓𝒆 𝒕𝒉𝒆 𝒔𝒕𝒐𝒓𝒚 𝒍𝒊𝒏𝒆 𝒆𝒏𝒅𝒔 ㅤㅤㅤㅤ𝑴𝒚 𝒕𝒉𝒐𝒖𝒈𝒉𝒕𝒔 𝒘𝒊𝒍𝒍 𝒆𝒄𝒉𝒐 𝒚𝒐𝒖𝒓 𝒏𝒂𝒎𝒆, ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝒖𝒏𝒕𝒊𝒍 𝑰 𝒔𝒆𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒂𝒈𝒂𝒊𝒏 ㅤㅤㅤㅤ𝑻𝒉𝒆𝒔𝒆 𝒂𝒓𝒆 𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒐𝒓𝒅𝒔 𝑰 𝒉𝒆𝒍𝒅 𝒃𝒂𝒄𝒌 ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ↳ Rol con [afterthecurse] Ciertas cosas de la vida no pueden simplemente planearse. El destino es caprichoso y no siempre justo; tratar de nadar contra él puede ser una senda peliaguda que, habitualmente, concluye en un fracaso. Se había vuelto loca tratando de hallar, no solo el momento preciso, sino también las palabras adecuadas para un acercamiento de ese calibre. Se había convencido de que no necesitaba una respuesta, solo exponer su propia situación sentimental, abrirse por entero de una forma que jamás había llegado a hacer con nadie. A quién quería mentir, estaba asustada, y la razón resultaba tan simple que se le antojaba incluso ridícula: nunca pensó que la opinión de una persona sobre sí misma podría llegar a significar tanto. Que /él/ significaba tanto. La luna la mantenía sentimental. Decidió que debía ser bajo su hechizo que la confesión tuviera lugar porque solía tomarse las cosas con mucha mejor perspectiva. Incluso si albergaba la esperanza de una reciprocidad, la realidad era mucho menos utópica: se preparaba para el rechazo. No obstante, si bien había planeado la conversación, cuando decidió dar el paso y salir de la habitación, el enloquecido latido y las trémulas manos oscurecieron ligeramente toda palabra que pudiera haber ensayado. Exhaló el aire detenida en mitad del pasillo y se mentalizó. Fuera había oscurecido. No sabía dónde estaba Dean y poco le importaba. Con lo que estaba a punto de hacer casi prefería que no hubiera nadie más en el búnker. La figura del menor de los Winchester guardaba esa pacífica calma mientras leía, con el rostro recortado por la luz de una lamparilla mientras sus cambiantes ocelos se deslizaban con parsimonia por las letras. El hechizo de su presencia se deshizo al pasar una hoja, e hizo amago de decir algo. Tras un titubeo, cogió aire y reclamó su atención. — ¿Sam? ¿Puedo hablar contigo? Mientras él dejaba de lado la lectura, tironeó con nerviosismo de las mangas de la camisa propiedad de Sam que vestía hasta ocultar los dedos entre estas. No podía mirarle a la cara, y la expectación de este deterioró considerablemente su determinación para hacer aquello. — E-Es una bobada, en realidad. Cogió aire y se convenció de soltarlo. Porque lo difícil no era decirlo, sino asumir las consecuencias de lo que desencadenaría. Inspiró profundamente de nuevo, hizo amago de exhalarlo añadiendo fonemas a la expiración… pero no llegó a hacerlo. Sacudió su zurda al sentir un repentino calambrazo, y oteó entonces la quemadura en la prenda, tan pequeña que perfectamente podría haber sido la de un cigarrillo. Sus prioridades fueron drásticamente trastocadas y se instauró en su pecho una sensación de histeria profunda. Había jugado con la magia, sabía que sus emociones eran un catalizador mágico que no debía pasar nunca por alto y estaban desatadas en aquel momento. No había tenido en cuenta que aquello podía acontecer. Alzó la turbada mirada hacia los ocelos de Sam y retrocedió un paso. No podía poner en juego la vida de alguien más porque la influencia de la luna y el descontrol de sus emociones, además de esa caprichosa necesidad de poner en palabras un sentimiento tan complejo como lo era el amor. Negó efusivamente y retrocedió un segundo paso. — ¿Sabes qué? P-Puede esperar, tengo que irme. Se disculpó con mirada vidriosa y le temblaron los labios antes de presionarlos. Otros dos pasos hacia atrás antes de darse la vuelta y romper por completo el contacto visual, pero no se atrevió a echar a correr hasta que estuvo prácticamente delante de la puerta del búnker, misma que cerró tras de sí. La luna, esa gitana nocturna que brillaba nacarada en el cielo, la recibió con los brazos abiertos mientras sacudía las manos, tratando en vano de deshacerse de las chispas que, exaltadas, surgían de la yema de sus dedos. Exhaló un gruñido de frustración mientras frotaba las palmas, pero el estado de agitación que se agravaba por momentos parecía tener un efecto intensificador. Perjuró en silencio mientras seguía alejándose del búnker, mas llegó un punto donde incluso tuvo que quitarse la camisa azul a cuadros y exponerse a la intemperie en sujetador porque las pequeñas chispas ascendían por los antebrazos en forma de serpenteantes destellos rubíes, dejando características marcas de quemaduras sobre la prenda. — Maldita sea… - exhaló en un gimoteo suave frotándose los brazos al borde de la histeria. Por qué justo en ese momento. ¿Se trataba de algún tipo de señal del destino? ¿Simplemente no tenía que suceder? Nunca había llegado a controlar la magia del elemento fuego. Todas las veces que lograba algún atisbo de conjurar una pequeña llama acaban poniendo en peligro la integridad de su alrededor, por eso los aleatorios e improvisados entrenamientos que se proponía a sí misma siempre habían tenido lugar en un entorno que no supusiera la destrucción de la propiedad privada ajena. Exhaló un grito ahogado y dio un salto atrás cuando una de las pequeñas chispas creció en volumen e intensidad. El fuego inicialmente bermejo tornó ligeramente azulado al incrementar su temperatura, y se vio en la obligación de dar un paso atrás para que la diminuta pero terrible bola de fuego no le explotara contra el pecho. Fue la primera de muchas. Había perdido completamente el control.
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