Ameria se acercó a la puerta de la habitación de Reena y, con un par de golpes suaves, buscó la atención de su amiga.
—Reena, ¿estás ahí? ¿Puedo hablar contigo? —preguntó con preocupación en su voz.
—Reena, ¿estás ahí? ¿Puedo hablar contigo? —preguntó con preocupación en su voz.
Ameria se acercó a la puerta de la habitación de Reena y, con un par de golpes suaves, buscó la atención de su amiga.
—Reena, ¿estás ahí? ¿Puedo hablar contigo? —preguntó con preocupación en su voz.