ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤSTARTER WITH [CampbellBravery]
ㅤㅤㅤㅤ— I'm John.
ㅤㅤㅤㅤ— And?
ㅤㅤㅤㅤ— Wow, you're so cool... and also an idiot.
El joven Winchester estaba harto de las mentiras y secretos que su madre pudiera tener guardados para él. Comprendía que hubiera amor todavía hacia su padre, pero... ¿no era ese hombre el mismo que los abandonó un día y no supieron más de él? Sí, vale. Las circunstancias eran difíciles y ella no perdía la esperanza... pero John, por mucho que hubiera querido seguir con esa idea propuesta de la mujer, sintió que no podía soportar más esos días que pasaban sin pena ni gloria en el taller familiar. Por eso mismo se había marchado para servir al país, como si eso le diera respuestas.
Y no es que las hubiera encontrado, sino que había vuelto peor. Con pesadillas de los sucesos que no abandonarían nunca su cuerpo, sintiéndose culpable de haber dejado a amigos...no, hermanos caídos.
“John...” La dulce voz de su progenitora lo sacó de sus pensamientos y apartó las manos del vehículo que tenía frente a él. Ni siquiera llevaba cinco horas allí y había preferido mantener la mente ocupada que salir por las desiertas calles un martes noche.
— Casi termino. —Fue lo único que dijo y giró parte de su cuerpo cuando esta se aproximó a él. Esta vez no hubo abrazo como en su encuentro hacía cuatro horas y media, según decía el reloj a las espaldas de su madre. No obstante, no era necesario porque ya con esa dulzura se sentía arropado por ella.
“¿Por qué no... sales y te distraes un poco, qué hay de Betty?” Los ojos del joven se abrieron ligeramente y al poco negó.
— Ella no... —Empezó a decir y al poco tiempo soltó una leve risotada. Ni siquiera le había dicho que había vuelto porque dudaba que eso fuera a funcionar... de más. Ya lo había dejado antes de irse, no le debía demasiado en ese preciso instante.
— Pero creo que tienes razón, creo que necesito... Me iré a dar una ducha. —Asintió con un leve gesto de cabeza y desapareció de allí directo hacia su habitación. Se quedó más tiempo del debido mirando el lugar, casi desconocido. A pesar de ello, se obligó a meterse en la ducha y quitarse todo olor a polvo, residuos de artefactos y pavimento. Hasta de la grasa del motor hallado en las manos que habían estado también cubiertas de sangre.
Irónico que de forma superficial esto pudiera desaparecer.
En media hora, salió con un improvisado pijama. Se aseguró de que su madre estuviera a buen recaudo en la cama y se despidió de ella para ir a su habitación.
— Ya estoy. —Sentenció como si no fuera evidente que se había pasado más tiempo del debido en la ducha. Aunque la mujer solo lo observó con una sonrisa y un leve gesto de cabeza que mostró como aprobación.
—Si necesitas algo... —Empezó diciendo, como si de verdad fuera ella la que necesitara ayuda.
“Lo sé, cariño. Lo mismo digo.” Su sonrisa se contagió por la de la castaña y asintió. Dio una pequeña palmadita en el marco de la puerta y bajó la vista antes de empezar su camino hacia el siguiente destino. Sin embargo, la voz de su madre diciendo su nombre le hizo volver tras sus pasos y asomar su cabeza de nuevo.
“Sabes que... estoy aquí para lo que sea, ¿cierto? Y que no te voy a obligar a contar nada porque entiendo que haya sido...”
— Lo sé, mamá. Gracias. —De nuevo un gesto de cabeza rápido a modo de afirmación. No era el momento y dudaba que estuviera cerca ese instante en el que desembuchara todo lo ocurrido.
“...Y que... estoy orgullosa de ti.” El azabache forzó una especie de sonrisa, no por el comentario en sí, sino porque como siguiera ahí solo querría estar abrazado a ella y llorar todo lo que no pudo hacerlo. Justo como cuando era un niño pequeño. Pero no quería hacerlo. No cuando podría asustarle.
— Buenas...noches, mamá. —Susurró caminando hacia la habitación y entornó la puerta una vez entró en ella. Agarró uno de los libros que había llevado consigo durante el viaje y que lo acompañaba de niño. Era uno de esos que su padre le había dejado como /legado/, pero había partes más vacías que rellenas y no comprendía la mitad de las cosas. Casi era como un cuento ficticio. Se frotó su rostro tras un nuevo bostezo y se cruzó de piernas mientras ojeaba aquel dibujo. Esa ¿estrella...? la había visto en algún lugar. El rombo del fondo se unía con las puntas de la doble flecha a la izquierda y derecha para formar ese símbolo. Era curioso. Siempre se lo pareció. Solo que ahora sí que creía con más certeza haberlo visto en otro sitio, eso o era el cansancio el que estaba jugando una mala pasada.
ㅤㅤㅤㅤ— I'm John.
ㅤㅤㅤㅤ— And?
ㅤㅤㅤㅤ— Wow, you're so cool... and also an idiot.
El joven Winchester estaba harto de las mentiras y secretos que su madre pudiera tener guardados para él. Comprendía que hubiera amor todavía hacia su padre, pero... ¿no era ese hombre el mismo que los abandonó un día y no supieron más de él? Sí, vale. Las circunstancias eran difíciles y ella no perdía la esperanza... pero John, por mucho que hubiera querido seguir con esa idea propuesta de la mujer, sintió que no podía soportar más esos días que pasaban sin pena ni gloria en el taller familiar. Por eso mismo se había marchado para servir al país, como si eso le diera respuestas.
Y no es que las hubiera encontrado, sino que había vuelto peor. Con pesadillas de los sucesos que no abandonarían nunca su cuerpo, sintiéndose culpable de haber dejado a amigos...no, hermanos caídos.
“John...” La dulce voz de su progenitora lo sacó de sus pensamientos y apartó las manos del vehículo que tenía frente a él. Ni siquiera llevaba cinco horas allí y había preferido mantener la mente ocupada que salir por las desiertas calles un martes noche.
— Casi termino. —Fue lo único que dijo y giró parte de su cuerpo cuando esta se aproximó a él. Esta vez no hubo abrazo como en su encuentro hacía cuatro horas y media, según decía el reloj a las espaldas de su madre. No obstante, no era necesario porque ya con esa dulzura se sentía arropado por ella.
“¿Por qué no... sales y te distraes un poco, qué hay de Betty?” Los ojos del joven se abrieron ligeramente y al poco negó.
— Ella no... —Empezó a decir y al poco tiempo soltó una leve risotada. Ni siquiera le había dicho que había vuelto porque dudaba que eso fuera a funcionar... de más. Ya lo había dejado antes de irse, no le debía demasiado en ese preciso instante.
— Pero creo que tienes razón, creo que necesito... Me iré a dar una ducha. —Asintió con un leve gesto de cabeza y desapareció de allí directo hacia su habitación. Se quedó más tiempo del debido mirando el lugar, casi desconocido. A pesar de ello, se obligó a meterse en la ducha y quitarse todo olor a polvo, residuos de artefactos y pavimento. Hasta de la grasa del motor hallado en las manos que habían estado también cubiertas de sangre.
Irónico que de forma superficial esto pudiera desaparecer.
En media hora, salió con un improvisado pijama. Se aseguró de que su madre estuviera a buen recaudo en la cama y se despidió de ella para ir a su habitación.
— Ya estoy. —Sentenció como si no fuera evidente que se había pasado más tiempo del debido en la ducha. Aunque la mujer solo lo observó con una sonrisa y un leve gesto de cabeza que mostró como aprobación.
—Si necesitas algo... —Empezó diciendo, como si de verdad fuera ella la que necesitara ayuda.
“Lo sé, cariño. Lo mismo digo.” Su sonrisa se contagió por la de la castaña y asintió. Dio una pequeña palmadita en el marco de la puerta y bajó la vista antes de empezar su camino hacia el siguiente destino. Sin embargo, la voz de su madre diciendo su nombre le hizo volver tras sus pasos y asomar su cabeza de nuevo.
“Sabes que... estoy aquí para lo que sea, ¿cierto? Y que no te voy a obligar a contar nada porque entiendo que haya sido...”
— Lo sé, mamá. Gracias. —De nuevo un gesto de cabeza rápido a modo de afirmación. No era el momento y dudaba que estuviera cerca ese instante en el que desembuchara todo lo ocurrido.
“...Y que... estoy orgullosa de ti.” El azabache forzó una especie de sonrisa, no por el comentario en sí, sino porque como siguiera ahí solo querría estar abrazado a ella y llorar todo lo que no pudo hacerlo. Justo como cuando era un niño pequeño. Pero no quería hacerlo. No cuando podría asustarle.
— Buenas...noches, mamá. —Susurró caminando hacia la habitación y entornó la puerta una vez entró en ella. Agarró uno de los libros que había llevado consigo durante el viaje y que lo acompañaba de niño. Era uno de esos que su padre le había dejado como /legado/, pero había partes más vacías que rellenas y no comprendía la mitad de las cosas. Casi era como un cuento ficticio. Se frotó su rostro tras un nuevo bostezo y se cruzó de piernas mientras ojeaba aquel dibujo. Esa ¿estrella...? la había visto en algún lugar. El rombo del fondo se unía con las puntas de la doble flecha a la izquierda y derecha para formar ese símbolo. Era curioso. Siempre se lo pareció. Solo que ahora sí que creía con más certeza haberlo visto en otro sitio, eso o era el cansancio el que estaba jugando una mala pasada.
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤSTARTER WITH [CampbellBravery]
ㅤㅤㅤㅤ— I'm John.
ㅤㅤㅤㅤ— And?
ㅤㅤㅤㅤ— Wow, you're so cool... and also an idiot.
El joven Winchester estaba harto de las mentiras y secretos que su madre pudiera tener guardados para él. Comprendía que hubiera amor todavía hacia su padre, pero... ¿no era ese hombre el mismo que los abandonó un día y no supieron más de él? Sí, vale. Las circunstancias eran difíciles y ella no perdía la esperanza... pero John, por mucho que hubiera querido seguir con esa idea propuesta de la mujer, sintió que no podía soportar más esos días que pasaban sin pena ni gloria en el taller familiar. Por eso mismo se había marchado para servir al país, como si eso le diera respuestas.
Y no es que las hubiera encontrado, sino que había vuelto peor. Con pesadillas de los sucesos que no abandonarían nunca su cuerpo, sintiéndose culpable de haber dejado a amigos...no, hermanos caídos.
“John...” La dulce voz de su progenitora lo sacó de sus pensamientos y apartó las manos del vehículo que tenía frente a él. Ni siquiera llevaba cinco horas allí y había preferido mantener la mente ocupada que salir por las desiertas calles un martes noche.
— Casi termino. —Fue lo único que dijo y giró parte de su cuerpo cuando esta se aproximó a él. Esta vez no hubo abrazo como en su encuentro hacía cuatro horas y media, según decía el reloj a las espaldas de su madre. No obstante, no era necesario porque ya con esa dulzura se sentía arropado por ella.
“¿Por qué no... sales y te distraes un poco, qué hay de Betty?” Los ojos del joven se abrieron ligeramente y al poco negó.
— Ella no... —Empezó a decir y al poco tiempo soltó una leve risotada. Ni siquiera le había dicho que había vuelto porque dudaba que eso fuera a funcionar... de más. Ya lo había dejado antes de irse, no le debía demasiado en ese preciso instante.
— Pero creo que tienes razón, creo que necesito... Me iré a dar una ducha. —Asintió con un leve gesto de cabeza y desapareció de allí directo hacia su habitación. Se quedó más tiempo del debido mirando el lugar, casi desconocido. A pesar de ello, se obligó a meterse en la ducha y quitarse todo olor a polvo, residuos de artefactos y pavimento. Hasta de la grasa del motor hallado en las manos que habían estado también cubiertas de sangre.
Irónico que de forma superficial esto pudiera desaparecer.
En media hora, salió con un improvisado pijama. Se aseguró de que su madre estuviera a buen recaudo en la cama y se despidió de ella para ir a su habitación.
— Ya estoy. —Sentenció como si no fuera evidente que se había pasado más tiempo del debido en la ducha. Aunque la mujer solo lo observó con una sonrisa y un leve gesto de cabeza que mostró como aprobación.
—Si necesitas algo... —Empezó diciendo, como si de verdad fuera ella la que necesitara ayuda.
“Lo sé, cariño. Lo mismo digo.” Su sonrisa se contagió por la de la castaña y asintió. Dio una pequeña palmadita en el marco de la puerta y bajó la vista antes de empezar su camino hacia el siguiente destino. Sin embargo, la voz de su madre diciendo su nombre le hizo volver tras sus pasos y asomar su cabeza de nuevo.
“Sabes que... estoy aquí para lo que sea, ¿cierto? Y que no te voy a obligar a contar nada porque entiendo que haya sido...”
— Lo sé, mamá. Gracias. —De nuevo un gesto de cabeza rápido a modo de afirmación. No era el momento y dudaba que estuviera cerca ese instante en el que desembuchara todo lo ocurrido.
“...Y que... estoy orgullosa de ti.” El azabache forzó una especie de sonrisa, no por el comentario en sí, sino porque como siguiera ahí solo querría estar abrazado a ella y llorar todo lo que no pudo hacerlo. Justo como cuando era un niño pequeño. Pero no quería hacerlo. No cuando podría asustarle.
— Buenas...noches, mamá. —Susurró caminando hacia la habitación y entornó la puerta una vez entró en ella. Agarró uno de los libros que había llevado consigo durante el viaje y que lo acompañaba de niño. Era uno de esos que su padre le había dejado como /legado/, pero había partes más vacías que rellenas y no comprendía la mitad de las cosas. Casi era como un cuento ficticio. Se frotó su rostro tras un nuevo bostezo y se cruzó de piernas mientras ojeaba aquel dibujo. Esa ¿estrella...? la había visto en algún lugar. El rombo del fondo se unía con las puntas de la doble flecha a la izquierda y derecha para formar ese símbolo. Era curioso. Siempre se lo pareció. Solo que ahora sí que creía con más certeza haberlo visto en otro sitio, eso o era el cansancio el que estaba jugando una mala pasada.
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