Es el segundo ciclo por la mañana y la clase del profesor Zientek transcurre bajo una paz y un silencio completamente fuera de lugar en una academia. Y eso es porque sus alumnos están durmiendo.

Tolek se encuentra sentado en el escritorio con una tablet entre sus manos, cuando se oye que alguien llama a la puerta. El rostro de la señorita Whitestone parece más preocupado de lo usual a través de la ventanilla, las arrugas de abuela severa se le marcan con más intensidad de lo usual, especialmente alrededor de los ojos y la boca torcida.

El profesor se toma su tiempo en dejar el aparato sobre la mesa, luego alcanza su bastón y se levanta suavemente de su sitio, caminando con parsimonia hacia la puerta.

La señorita Whitestone es de sus colegas menos preferidos dado el aire de madrastra insatisfecha que carga, lo que no sería asunto suyo si no fuera porque ella insiste ya no sólo en cuestionar sus métodos, también parece creerse con el derecho a exigirle hacer lo que ella considera una mejor forma de educar.

— ¿Qué pasa? —Pregunta, en voz baja, al abrir la puerta.

La señorita Whitestone luce ofendida por esa forma tan poco formal en que es recibida y cuestionada. Pero a Tolek no le importa, al contrario, le fascina desafiarle cada vez que puede.

— Buenos días, profesor Zientek. Lo primero siempre es saludar —responde ella.

— Ya le saludé en el salón de profesores, cuando usted no estaba interrumpiendo mi clase. ¿Qué quiere? —Insiste él.

— He sido enviada por la directora —dice ella, con aires de autoridad que no le corresponden.

Tolek está convencido de que la directora tuvo poco o nada que ver con el afán fiscalizador de Whitestone, pero lo deja pasar.

A quien no deja pasar es a la propia Whitestone que intenta colarse dentro del salón, pero con el cuerpo del profesor en medio, sólo consigue echar un vistazo estirando el cuello como una jirafa hecha con papel maché.

— ¿Están durmiendo? —Observa, en tono de espanto.

— Sí, están durmiendo —confirma él—. Y agradecería que bajara la voz.

Whitestone retrocede con una expresión casi horrorizada, con la boca abierta como si un grito se le hubiera atorado en la garganta.

"La indignación is strong in this one", piensa Tolek.

— Esto es inaudito. La siguiente clase de estos jovencitos es la mía, les necesito despiertos y enérgicos para el examen —se queja.

— Lo sé. Por eso están durmiendo —responde él, sin impresionarse.

Tras un respingo de indignación, Whitestone parece haber encontrado la excusa perfecta para tomarse el asunto de modo personal en las palabras del profesor.

— Lo sabía —sentencia, achinando la mirada—. Usted está tratando de sabotearme.

Whitestone pierde mucho tiempo en conspiraciones e ingeniería social, es decir, suele estar más pendiente de los chismes y de los bandos que estos conforman que en cumplir su calendario académico. Whitestone siempre está retrasada en la entrega de sus calificaciones, asimismos siempre está en busca de una oportunidad para achacarle la culpa a alguien más.

La comunidad docente suele preferir pasar de ella y llevar la fiesta en paz, por eso le dan el trato de enjuiciadora no asignada que ella cree que se merece.

Todos lo prefieren. Todos, menos Tolek Zientek.

Usted no se saldrá con la suya —masculla ella—. He sido parte de esta noble institución desde sus inicios, ningún jovencito con aires de revolucionario como usted podrá mermar mis principios y mis buenas costumbres — discursa, antes de dar la estocada final en forma de amenaza—. La directora se enterará de esto.

El profesor, lejos de tomarse en serio nada de lo que Whitestone dice, mantiene la calma y la expresión ceñuda.

— No me interesa —declara—. Y si eso es todo, con permiso —finaliza, antes de cerrar la puerta.

#NevermoreAcademy #ProfesorZientek
Es el segundo ciclo por la mañana y la clase del profesor Zientek transcurre bajo una paz y un silencio completamente fuera de lugar en una academia. Y eso es porque sus alumnos están durmiendo. Tolek se encuentra sentado en el escritorio con una tablet entre sus manos, cuando se oye que alguien llama a la puerta. El rostro de la señorita Whitestone parece más preocupado de lo usual a través de la ventanilla, las arrugas de abuela severa se le marcan con más intensidad de lo usual, especialmente alrededor de los ojos y la boca torcida. El profesor se toma su tiempo en dejar el aparato sobre la mesa, luego alcanza su bastón y se levanta suavemente de su sitio, caminando con parsimonia hacia la puerta. La señorita Whitestone es de sus colegas menos preferidos dado el aire de madrastra insatisfecha que carga, lo que no sería asunto suyo si no fuera porque ella insiste ya no sólo en cuestionar sus métodos, también parece creerse con el derecho a exigirle hacer lo que ella considera una mejor forma de educar. — ¿Qué pasa? —Pregunta, en voz baja, al abrir la puerta. La señorita Whitestone luce ofendida por esa forma tan poco formal en que es recibida y cuestionada. Pero a Tolek no le importa, al contrario, le fascina desafiarle cada vez que puede. — Buenos días, profesor Zientek. Lo primero siempre es saludar —responde ella. — Ya le saludé en el salón de profesores, cuando usted no estaba interrumpiendo mi clase. ¿Qué quiere? —Insiste él. — He sido enviada por la directora —dice ella, con aires de autoridad que no le corresponden. Tolek está convencido de que la directora tuvo poco o nada que ver con el afán fiscalizador de Whitestone, pero lo deja pasar. A quien no deja pasar es a la propia Whitestone que intenta colarse dentro del salón, pero con el cuerpo del profesor en medio, sólo consigue echar un vistazo estirando el cuello como una jirafa hecha con papel maché. — ¿Están durmiendo? —Observa, en tono de espanto. — Sí, están durmiendo —confirma él—. Y agradecería que bajara la voz. Whitestone retrocede con una expresión casi horrorizada, con la boca abierta como si un grito se le hubiera atorado en la garganta. "La indignación is strong in this one", piensa Tolek. — Esto es inaudito. La siguiente clase de estos jovencitos es la mía, les necesito despiertos y enérgicos para el examen —se queja. — Lo sé. Por eso están durmiendo —responde él, sin impresionarse. Tras un respingo de indignación, Whitestone parece haber encontrado la excusa perfecta para tomarse el asunto de modo personal en las palabras del profesor. — Lo sabía —sentencia, achinando la mirada—. Usted está tratando de sabotearme. Whitestone pierde mucho tiempo en conspiraciones e ingeniería social, es decir, suele estar más pendiente de los chismes y de los bandos que estos conforman que en cumplir su calendario académico. Whitestone siempre está retrasada en la entrega de sus calificaciones, asimismos siempre está en busca de una oportunidad para achacarle la culpa a alguien más. La comunidad docente suele preferir pasar de ella y llevar la fiesta en paz, por eso le dan el trato de enjuiciadora no asignada que ella cree que se merece. Todos lo prefieren. Todos, menos Tolek Zientek. Usted no se saldrá con la suya —masculla ella—. He sido parte de esta noble institución desde sus inicios, ningún jovencito con aires de revolucionario como usted podrá mermar mis principios y mis buenas costumbres — discursa, antes de dar la estocada final en forma de amenaza—. La directora se enterará de esto. El profesor, lejos de tomarse en serio nada de lo que Whitestone dice, mantiene la calma y la expresión ceñuda. — No me interesa —declara—. Y si eso es todo, con permiso —finaliza, antes de cerrar la puerta. #NevermoreAcademy #ProfesorZientek
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